lunes, 30 de septiembre de 2013

Rebelde - 11

Hola a todos *-* este es uno de los capítulos que más amé escribir, es el capítulo final, pero luego le sigue un epílogo. Espero les guste y le digan no a las drogas.
Aquel lugar llamado Esperanza era una casa residencial muy grande. Le dieron una habitación para él solo. Había muchos jardines y le dieron un horario. Luego que terminara de dejar sus cosas en su pequeña y limpia habitación, Lucía le llamó a una sala para explicarle algunas cosas.

—Bueno Bill, hay ciertas reglas que debes de saber y sobretodo cómo será todo este proceso de cambio —le mostró un folleto—. La primera semana, comenzando por hoy mismo, es lo que llamamos fase de desintoxicación, estarás fuera del grupo en constante interacción con el médico que ya te hemos presentado, estarás incluso con compañía de carácter psiquiátrico.

—Ni que estuviera loco —comenzaba a incomodarse.

—No lo estás, solo que tu cuerpo te pedirá tanto la droga que perderás el control temporal sobre la razón, esta etapa es la más fea, es todo un reto que debas afrontarla con todos tus recursos internos, el cual ya hemos hablado, tu fuerza es Tom allá que te está esperando, hazlo por él y por ti, porque necesitas este cambio, debes creerlo, creer es tener el poder —Bill suspiró algo fastidiado.

—Que pasa si… si todo esto me aburre, si me canso.

—Te aburrirás y te cansarás, es más, dentro de dos o tres días gritarás y te pondrás muy agresivo, querrás irte pues tu cuerpo te pedirá droga por todos lados, pero no te dejaremos ir. Firmaste allá con Tom un acuerdo, él y tú, y sabes que estaban entre los acuerdos respetar los tres meses de internamiento.

—Pero estoy seguro que querré ver a Tom…

—Le escribirás una carta por semana, y él también podrá escribirte, pero no podrás salir.

—¿Crees que pueda cambiar? —preguntó sin mirarla.

—El que tiene que creerlo eres tú.

Luego de aquello, regresó a su habitación, ahora entendía por qué estaba solo y ahí no había nada más que una cama y arriba una repisa acolchada con un papel higiénico.

—¿Repisa acolchada? —le parecía extraño.

Tiempos para conversar, para hacer algo de arte, salir a caminar por los jardines, comer rica comida, escuchar música, todo acompañado por un médico, siempre estaba con los mismos profesionales y no veía a ninguno como él en todo ese lugar.

Y una noche tuvo su primera crisis. Sentía ese enorme vacío y esas ganas de buscar alguna cosa con la cual simplemente sentir. Estaba en lo oscuro de su habitación sin poder dormir y se levantó queriendo salir de ahí. La puerta estaba cerrada con llave, encendió la luz y se puso a gritar por la ventana.

—¡Sáquenme de aquí! —no obtuvo respuesta, y comenzó a destrozar todo a su paso, su cama terminó sin el colchón, quiso romper la repisa, su cuerpo temblaba mucho.

Entonces, se apareció Lucía abriendo la puerta junto a algunos enfermeros.

—¡Quiero salir, déjenme salir! ¡No quiero estar más aquí!

—Recuerda, todo lo que hablamos, trata de entrar en razón.

—¡Una mierda! ¡Quiero salir!

—Quieres droga.

—¡Si! ¡Quiero la droga a mucha honra! —su actitud desafiante, lo erizado de su compostura le indicó a Lucila que estaba en esa fase en donde no entendería razones. Así que le dio una señal a sus enfermeros y ellos se le acercaron, luchando y esquivando todos sus golpes, le pusieron un sedante— Eres una maldita Lucia, ¡maldita! ¡Crees que sabes mucho de mí! —sus ojos comenzaban a cerrarse y se recostó en el colchón— maldita perra, maldita… —decía mientras entraba a la esfera inconciente.

Dos semanas estuvo así, al borde de la muerte, gritando, peleando, vociferando y temblando. Adelgazó mucho pues no podía asimilar lo que comía, lo vomitaba, hasta tenía diarreas prolongadas, todo su cuerpo reaccionaba como una protesta por la falta de droga.

Parecía que estuviera en una prisión siendo torturado, aunque le habían advertido que sería así, él nunca imaginó que sería como bordear la muerte. Alució muchas cosas, cosas monstruosas que le hacían gritar como loco, pedir ayuda como si estuviera muriendo, y siempre veía a Lucía con su equipo manejando aquella situación como si la hubiesen visto antes.

Luego de más días, cuando su cuerpo dejó de temblar, su vista se puso un poco más nítida, su apetito regreso y pudo dormir una noche sin tener pesadillas, aquel día le dijeron que la fase de desintoxicación había finalizado. Fue conducido hacia otro establecimiento, el verdadero centro “Esperanza” en donde un grupo de jóvenes tenían una reunión con un especialista.

—Demos la bienvenida a otro campeón, Bill Kaulitz —dijo aquel hombre risueño, los demás participantes aplaudieron y él sonrió un poco— adelante joven, puedes expresar todo lo que quieras aquí, estamos hablando de nuestro día.

—No quiero hablar —dijo algo serio, mirando a todos ahí.

—Está bien, entonces escucharás.

Muchas historias parecidas a la suya. Gente que no sabía para qué vivía, que decían que sus familias eran mierdas totales y no se sentían capaces de regresar… Otros que decían que podían sentirse seguros de que nunca más probarían droga pues se habían dado cuenta de lo dañina que esto era.

Luego todo el grupo salió hacia el patio exterior, había muchos árboles y bancas para sentarse. Una jovencita pelirroja se le acercó.

—Hola… Me llamo Miluska —le sonrió y le mostró sus frenillos, Bill le entendió una mano.

—Bill…

—Mucho gusto. Estoy aquí recién dos días luego de…

—¿La casa de los horrores? —Ella rió y asintió.

—Sí… No quiero regresar allá… Ya pasé dos veces… —Bill le miró extrañado.

—¿Dos veces?

—Caí otra vez, y decidí entrar de nuevo… —él no quería escuchar de recaídas, él quería cambiar y sanar totalmente.

—Oh… Eso ha de ser feo.

—Mi novio me dejó cuando salí… Entonces, no me quedó otra —Bill frunció el ceño.

—Hablemos de otra cosa.

—Sí —le sonrió.

***

—Tom, ánimos… —ese era Andreas, siempre tan atento. Demasiado atento hasta el punto de pagarle la universidad, es que había perdido la beca y tenía que pagar el programa de tres meses para Bill. Pero Andreas le dijo que podía pagarle la universidad.

—Gracias Andy… Estoy bien, bueno no tanto, extraño a mi hermano, no puedo imaginar todo lo que está pasando…

—Es un chico fuerte, eso es lo bueno, verás que le irá bien —Tom suspiró, quería creerle. Sus ojos se aguaron y Andreas lo miró extrañado— Tomi… ¿Por qué ese interés extremo? Después de todo lo que te hizo, debes pensar en ti por un momento, mira todo lo que él te ha causado…

—Es que… —su voz sonaba aguda queriendo llorar— es lo único que tengo, solo a él y le amo —Andreas no entendió qué tipo de amor él expresaba. 

—Tom —puso una mano en su hombro—, amigo, todo saldrá bien, me encargaré yo mismo si es posible.

***

Muchos días pasaban, todos lentamente. Parecían que se habían puesto de acuerdo para hacerle sufrir.

Se había integrado al grupo de autoayuda, para él no era difícil socializar, casi siempre terminaba siendo el líder, el que todos querían tener como amigo, eso le gustaba mucho, le hacía recordar quien era. Pero por otra parte estaba el simple hecho de extrañar a Tom, lo recordaba como un sueño lejano y muchas veces cerraba sus ojos, echado en su cama, y visualizaba su rostro, a veces no lo encontraba, su mente era un mar de confusiones y podía asegurar que había perdido parte de sus recuerdos.

Llamó a su puerta Lucía y éste abrió pesadamente.

—Carta de Tom —aquel nombre hizo que su corazón saltara y tomara la carta arrancándola de las manos de la señora—. Te dejo solo —le guiñó un ojo y salió de la habitación.

Corrió hacia su cama y se lanzó en ella abriendo el sobre celeste casi rompiéndolo.

“Bill, mi precioso Bill, no sabes lo mucho que me alegra que ya haya pasado más de un mes… Podré verte pronto y eso me alegra demasiado. Extraño cada parte de ti incluso tus gritos, la casa es solo silencio ahora, extraño besarte y tocarte, de seguro tú también. 

Estoy en la universidad otra vez gracias a Andreas, es un buen amigo, me está pagando el ciclo, estoy pensando planificar contigo cómo hacer para no deberle nada. Eso lo hablaremos cuando estés aquí. Scoty te extraña, a veces rasca tu puerta, pero él está bien, no te preocupes.

Quiero que sepas que eres mi orgullo, y te doy fuerzas para seguir, termina lo que empezaste y regresa a mis brazos. Te amo.

Tom.”

—¡Maldición! —gritó cuando la carta había terminado, él le había escrito casi un testamento lleno de borrones y algunos dibujos y solo había recibido una carta de media página, comenzó a angustiarse—. ¡Ese rubio cara de rata…! ¡Grr! ¡Me las pagará!

Salió corriendo de su cuarto y buscó la parte administrativa del internado. Ahí todos alertaron a los médicos y a Lucía.

—¿Qué pasa Bill? Podemos hablar —le dijo ella con voz calmada.

—Deseo irme, es en serio, ya ha pasado tanto tiempo, me siento bien y sano, necesito ver a mi hermano con urgencia, hablo en serio Lucía —su voz sonaba desesperada. Ella sabía a qué se debía eso, podía intuirlo.

—Escúchame Bill, ven conmigo, hablaremos con tu doctor.

—¡Dejen de tratarme como un demente! ¡Estoy bien, maldita sea! ¡Qué más quieren que haga!

Recayó y le dio una especie de ataque de pánico, era como una desesperación incontrolable y sólo gritaba, golpeaba a todo aquel que se le acercara. Y fue como terminó sedado, recostado en su cama con la mirada fija de odio sobre Lucía.

***

—Miluska… ¿Tienes novio? Qué fue del chico ese del que me contaste… —Ella le sonrió y se sonrojó un poco, Bill le preguntaba algo sentimental, para ella era sorprendente.

—No tengo novio —le batió las pestañas—. Mi ex novio pues… él me dejó la primera vez que salí de aquí…

—¿Por qué? —El corazón de Bill latía temeroso, él no quería tener dudas, pero algo en él le impulsaba a estar alerta, a no ilusionarse.

—Bueno, su familia era especial —suspiró enfocando su vista al cielo—. Me veían una muy mala influencia para él, todo el tiempo, pero él me amaba, Sean me amaba, me lo demostraba… quería tener hijos conmigo —miró a Bill, éste lucía serio, imaginándose todo aquello—. Cuando llegué a sus brazos la primera vez que salí de este centro, fue… no sé cómo describirlo, quizá fue lo que todos llaman felicidad, era algo más intenso que todos los porros que puedas fumarte… Ese día nos la pasamos solos los dos, ya sabes —rió—, él me prometió tantas cosas…

—Y algo malo pasó.

—Fue mi culpa, cuando sales recaes. No estuvo preparado para ello.

—¿Por qué recaíste si tenías a él? —los ojos de ella se aguaron un poco y se quedó pensando.

—Supongo que es porque uno está maldito… ¿Nunca te has puesto a pensar por qué algunos nacen y otros no? No debí nacer… —Bill se levantó de ahí, ella se ponía a filosofar de manera extraña, él no quería ser contagiado de eso— Caerás Bill, todos y luego se cansarán de ti y te meterán aquí otra vez… Mejor no salir, este es nuestro lugar.

—¡No! Yo saldré y él me estará esperando… —sus manos temblaban y decidió buscar a su médico con urgencia.

Era casi la primera vez que lloraba en un consultorio, el psicólogo estaba dispuesto a escucharle, pero aún no podía hablar.

—Soy tan mierda… sniff, tan mierda que no me querrá cuando regrese…

—¿Por qué piensas eso?

—Estoy maldito…

—Explícate —Bill le miró a los ojos. No tenía las palabras.

—Siento como… como si nada valdría realmente la pena, como si estuviera muerto, siento a Tom como alguien irreal que está feliz de que esté aquí para así respirar tranquilo, libre de mí, de todo lo que fui capaz de hacerle… —se llevó las manos a la cara, moría de vergüenza por expresarse así más aún después de haber dado una imagen del chico fuerte ante todos ahí, ahora lloraba como un crío.

—Estás aquí justamente para fortalecer esa parte, tu mundo interior, llenarlo de vida y así poder vivir junto a Tom sin que ninguno salga dañado, ¿no es esa una buena meta?

—No sé cómo alcanzarla.

—No desistas, persiste… Nunca es tarde para nacer de nuevo.

“Nacer de nuevo, nacer de nuevo” sería un ideal, una nueva vida sin malas experiencias, que desde pequeño haya sentido el amor, que no tenga que sentirse fuera de sí, ni que pierde el control, ni tampoco sentir que no tiene corazón, ni sentimientos.

Él pensaría la forma.

***

Les sacaron a un pequeño paseo por la ciudad de noche, faltaban solo semanas para regresar a casa, y veían una mejora en él, casi siempre estaba animoso y le gustaba hacer bromas e irse de manos con algunos en el grupo, todos querían a Bill, el chico rebelde.

—¡Ey Bill! Cuando salgamos de aquí nos mostrarás tu casa para así hacer una orgía allá —le decía alguno de ellos.

—Ni lo sueñes cabrón, salgo de aquí y no veo a nadie…

Su vista se enfocó por la ventana de la gran Van que los llevaba al cine… La libertad, le dio algo de temor, adentro se sentía seguro, afuera sabía que podía perder el control.

Pero una calle conocida a su casa le hizo doler el estómago de una manera extraña, era la añoranza, daría mucho por ver a Tom. Comenzó a sentir sus manos sudorosas… Si solo podría escapar y darle un beso, nada malo pasaría. Oh, que gran dilema comenzaba a armarse en su cabeza, irían a un cine que él conocía cerca de su barrio.

Así que mientras todos estaban ahí, él aprovechó para usar su capacidad de persuasión. Pidió ir al baño y le acompañó uno del equipo de tratamiento, lo que no sabía era que Bill conocía tan bien aquel lugar que logró pasearlo por algunos pasillos para luego aprovecharse de que se distrajo con la muchedumbre de gente y corrió hacia la salida con tanta velocidad.

—Solo un beso, solo un beso —repetía con una sonrisa en sus labios, corriendo por las frías calles rumbo a lo cálido de su hogar, a los brazos del único que le amaba.

Llegó a la puerta de su casa dándose cuenta del auto extraño y lujoso que estaba estacionado en la autopista. Era de la rata… Andreas. Sus manos se pusieron frías.

Entró por el jardín hasta la ventana de su sala y adentro logró ver a Tom, sentado en el sofá con los pies sobre la mesa del centro, sonreía y hasta reía, Andreas caminaba por su casa como si fuese suya, sin zapatos y con un traje cómodo, llevaba en una mano un plato de pizza recién horneada, podía sentir el olor saliendo de ahí y guardó silencio queriendo escuchar, sabía que podía tocar la puerta y entrar para luego sacar a golpes a Andreas, ya antes lo había hecho, pero esta vez se sentía inferior… Había idealizado a Tom demasiado.

—Andreas, ¿acaso eres mi mujer? Eres demasiado atento —reía Tom tanto que Bill podía oírlo.

—Ya quisieras —se palmeó el trasero, Bill frunció el ceño comenzando a enfurecerse. Vio como Tom recibía el plato de pizza poniéndose serio, Andreas se sentó a su lado.

—Sabes Andy, quien esté contigo será la persona más afortunada del planeta, eres todo lo que alguien pueda desear, hablo en serio.

Bill sintió que él no podría hacer feliz a nadie. Scoty comenzó a ladrar percatándose de su presencia. Sabía que pronto Lucía y los demás lo encontrarían y regresarían al centro con algún castigo. Que si vería a Tom, quizá el plan de darle un beso no sería lo indicado, no podía lidiar con la presencia de Andreas cerca, ahora no que él sabía que era un drogadicto, con qué cara hacerle frente y reclamarle lo que era suyo.

Se sintió perdido, acorralado y como le dijo una vez Miluska, se sintió “maldito”. Deseó nacer otra vez.

Vio el auto de Andreas y de una patada logró abrirlo. La alarma sonó, pero no le importó, sabía cómo encender un auto aún si no tuviera llaves.

Tom salió casi corriendo de la casa encontrando a Bill con los ojos rojos, esta vez no era de droga, estaba ahí dentro del auto de Andreas con el cabello mucho más largo y más delgado. Se miraron por segundos.

—Te amo, Tomi… —apenas dijo pisando el acelerador.

—¡Bill! ¡Bill espera!

Pero no esperó más. Aceleró el auto y manejó hacía la nada. Su vista era nublada por las lágrimas. Su vida y cada experiencia eran pasadas como fotografías por su mente. Desde que su mamá lo tomaba en brazos, cuando su papá le hacía jugar con el perro, la primera vez que besó a Tom, cuando creyó estar enamorado y pensó que se casaría con él, cuando se sintió abandonado y sobre todo cuando descubrió el amor en Tom. Las veces que hacían el amor, las promesas y juramentos hechos, el anillo en su dedo y la marca en su brazo.

Divisó un lago, se desvió de la carretera pensando en Tom.

—Nacer otra vez, ¡nacer otra vez! —gritando eso pisó el acelerador.

Por primera vez no se sintió cobarde. El auto voló por el aire y ahí suspendido cerró los ojos viendo a Tom en su mente, su sonrisa y escuchando su voz en el aire. Ahora sí su imagen eran muy nítida, tan real y palpable. Sonrió ante ello… 

Luego no supo como tuvo el valor de desaparecer, pero eso fue lo que en ese instante sintió.

***

No había alguna cosa sobre la faz de la tierra que pudiera aminorar su dolor, era tanto que sintió que moriría.

Andreas estaba con él, al día siguiente, cuando había todo un equipo de búsqueda en aquel lago cerca de su barrio. Tom había entrado al agua en la desesperación.

Solo habían encontrado el auto hundido de Andreas, una de las puertas estaba abierta y no encontraban el cuerpo de Bill. El lago pareció habérselo tragado.

—¡Bill! ¡Bill! —estaba llorando y unos paramédicos lo sacaron del agua.

Andreas fue con él otra vez, abrazándolo.

—Déjame… quiero buscarlo, quiero… que me perdone, que regrese a mi lado.

—Tranquilo, lo encontrarán… —Pero Andreas sabía que eso era casi imposible.

Le informaron de que los intentos suicidas en adictos era bastante común, pero Tom no podía creer que haya sido capaz de matarse, él no podía aceptar aquello. Una gran culpa pesó en él.

Una semana pasó. Le dieron una caja de Bill, de sus dibujos, un terapeuta le dijo que podía enterrar aquella caja como símbolo de Bill y así dar por terminada la angustia que lo tenía en un estado depresivo agudo.

—Bill, nunca te olvidaré, nunca, ¡Nunca! —gritaba al maldito lago que le había arrebatado a su único amor.

Siempre se preguntó si fue su culpa, pero leyendo una de las cartas de Bill, sus dudas fueron resueltas.

“No debí haber nacido, quizá todo se deba a eso… Tú no tienes la culpa de nada, siempre fui yo el error porque me tocó vivir esto, pero gracias a ti sé lo que es amar, ahora sé que te amo, ¿puedes creerlo? Sé aquel sentimiento y se parece mucho a ti…”

FIN.

¿Comentarios, sugerencias o críticas? Ahora solo queda esperar el epílogo, espero les haya gustado *-*~

6 comentarios:

  1. T-T ¡nooo! ¿Bill murió? ¿en serio? :(
    pensé que iba a terminar bien :'(
    aún tengo una pequeña esperanza en ese epilogo... es que me niego a pensar que todo termine en un suicidio, esa no debe ser la única salida... T-T

    cuídate! besos!

    ResponderEliminar
  2. Tan "hermosa" que era la historia, fue maravilloso el como Bill se da cuenta de lo que siente e intenta salir adelante... pero él simplmente NO PUEDE MORIR ;w;

    Espero haya salido del auto o algo así, no sé... de hecho regrese al primer capítulo para ver algo y... D:
    Por qué debe de pasar?

    No quiero que Tomi... no se merece eso... despues de todo lo que vivió no se vale...

    En fin, gracias por subir y espero el epílogo lo pueda leer pronto... Saludos x3

    ResponderEliminar
  3. Yo siempre creí que este ficción tendría segunda parte. Lloré cuando lo leí :(
    Cris

    ResponderEliminar
  4. D: mataste a bill T-T despues de esperar tanto .... pense que se recuperaria y volveria con tom y serian felices y ...y aaahhhh ;n; dios ...no dejo de llorar :cc no tenia que morir TnT

    atte vanne

    ResponderEliminar
  5. Siempre es lo mismo, todo va tan bien y paf lo jodes con el final 77

    ResponderEliminar
  6. KEEEEEEEEEEEEE?????? NOOOOOOOOOOOO!!! Billito aunque le hizo las mil y una a Thomas... POR QUE TUVO QUE ESCUCHAR A ESA ESTÚPIDA CHICA??? Ahora su hermano mayor sufrirá y estara depresivo para siempreeee!!! :'c :'c :'c :'c :'c -llora descosolada sobre la mesita del computador-

    ResponderEliminar