martes, 14 de abril de 2015

Vacaciones - Epílogo

Hola a todos~ después de tanto tiempo, revisando la Lista de Fics, me di cuenta que no había subido el epílogo de este fic tan antiguo. En un inicio me gustó hacerlo, ahora solo lo veo como uno más de los que tengo, eso no le resta lo especial que fue para mí. Extraño esos tiempos donde escribir longfics no me era tan complicado como ahora. Disfruten :D
Los meses, semanas y días habían pasado tan rápido que ambos ni lo creían. 

El tiempo había cambiado, la estación ya no era la misma, el clima y la forma de vida tampoco.

Había empezado la semana de vacaciones navideñas… al fin las tan ansiadas vacaciones, así sea por dos cortas semanas, era lo que tanto estaban esperando.

—Amor… —Susurró al oído de su amante al despertar—. Tomi, ¿iremos? —Éste aún somnoliento se movía en lo caliente de la cama aferrado a la cintura del menor, Bill le codeó hasta que abrió los ojos—. Iremos, ¿verdad?

—Humm… —él se resistía tanto a esa idea. Esperaba las vacaciones sí, las esperaba desde que entró a trabajar en esa veterinaria, desde que todo se había puesto tan trabajoso y dificultoso. Ganar algo de dinero nunca había sido tan complicado. Todo para que Bill se sintiera más cómodo. Su Bill, quien lo miraba impaciente, lo besó para despertarlo pero Tom se resistía, hasta que habló—. Sabes que podemos encontrar a papá y mamá allá.

Las cosas con la familia no habían mejorado en nada. A veces Simone llamaba a alguno de ellos, más para saber si regresarían a casa, o si se arrepintieron de lo que hicieron que porque realmente estuviese preocupada por su bienestar. Tom una vez se encontró con su padre en una pizzería, éste lo miró y agachó la cabeza, por vergüenza, por resignación, Tom no lo sabe, no supo qué interpretar de su reacción, así que sólo las palabras de desprecio e indignación retumbaban en su cabeza haciéndole desistir de comprar la pizza para Bill. Era como perder un padre, así lo sentía y prácticamente así era. 

La idea que tenía Bill era de regresar a Oberhaverbeck, el lugar en donde su amor empezó; pero Tom en realidad quería ir con Bill a otro lugar, solos ellos dos, en una isla desierta en donde podía hacerle el amor a cada momento. 

—Lo sé, pero quiero regresar… —El silencio de Tom le hizo fruncir el ceño, dándole un manotazo en el pecho logró captar su atención—. Eso de la isla desierta no es mejor idea.

—¿Por qué no? Estaremos los dos solos, podremos hacer muchas cosas. —Pasó la lengua por sus labios insinuante, pero a Bill no le convencía.

—En pleno invierno ¿no? En una isla, ¿te parece más barato así? ¡Bah! Estupideces. —Se dio la vuelta dándole la espalda, cruzándose de brazos molesto, resentido, aparentemente, sin que Tom se diera cuenta una sonrisita apareció en sus labios. 

El tiempo pasó y la conciencia de Tom empezó a molestarle, así que pesadamente se acercó al oído de su gemelo aspirando ese olor que tanto le encantaba, aquel olor que le infundía paz y tranquilidad y le hacía recordar para qué estaba ahí.

—Lo haremos así. —Besó su hombro descubierto—. Haré lo que tú digas, lo sabes… regresaremos a Oberhaverbeck. —Bill volteó a verlo y emocionado lo besó. El beso del inicio de las pequeñas vacaciones que tendrían por Navidad. Hicieron el amor calmadamente sabiendo que irían a casa… al lugar en donde empezó todo.

Después de la mañana fogosa, algo más cansados pero animosos decidieron tomar el bus que les llevaría a las montañas, allá al lejano lugar de Oberhaverbeck. El bus sólo los dejó en la entrada del camino pedregoso, debían caminar un cierto tramo o buscar algún otro transporte que les llevara hacia la casa de sus abuelos. Tom tomó con cautela la mano de Bill y decidieron caminar, tardarían algunas horas en llegar. El camino no era el de antes, había nieve y los árboles todos habían perdido sus hojas. 

Un camión de verduras pasó por ahí y los levantó, el camino se les hizo conocido cuando vieron el bosque aledaño a la casa de sus abuelos. Bajaron de ahí y prácticamente Bill corrió por la nieve al ver la casa que tanto buscaba, era una casa diferente, pues por el incendio la habían vuelto hacer, definitivamente era una casa moderna, Tom corrió tras su Bill jalándolo antes de que entre a la casa… se percató de algo. Al lado de esta se encontraba el auto familiar que ambos conocían. Los abuelos tenían visitas y ellos conocían de quienes se trataba.

—Oh, mierda —musitó Bill quien era el menos que le preocupaba encontrar a papá y a mamá en casa, pero bueno, así era a veces. Tom tomó la mano de Bill serio, lo jaló para llevárselo de regreso—. Estás loco, ya estamos aquí.

—No quiero verlos.

—Oh, vamos Tom, ha pasado tanto tiempo, no creo que sea un problema.

—Si me intentan separar de ti no respondo Bill, te secuestro y te llevo a vivir conmigo en la montaña. —Que posesivo era, pero eso a Bill le encantaba, asintió dándole un beso a su mitad, convenciéndole de entrar a la casa. Después de un buen rato Tom al fin aceptó.

Así lo hicieron, la abuela les abrió la puerta sorprendida, pero reaccionó abrazando a Tom, su nieto favorito.

—Mi niño, que grande, que fuerte estás, pasen los dos, bienvenidos, es una grata sorpresa, aún no lo creo —dijo una abuela muy emocionada.

Ya dentro, Tom vigilaba a todas partes, y en el comedor, los vio, a ambos padres sentados, estaban tomando una taza de algo y hubo un silencio incómodo mientras todos los presentes chocaban miradas. Simone nerviosa, Jörg medio enfadado, el abuelo Hans mirando a su hija y la abuela Zelma feliz de ver a toda la familia reunida. Bill permanecía delante de Tom, protegiéndolo esta vez y Tom sólo se mordía el labio nervioso.

—Pero que buena ocasión para celebrar —interrumpió la abuela el silencio—. Todos reunidos, después de tiempo, tomen asiento. —Hasta parecía no darse cuenta de la incomodidad de todos los presentes.

—Buenas tardes —saludó Bill, sus padres asintieron y Simone se hizo a un lado dándole asiento en la mesa rectangular del comedor. Jörg carraspeó unas cuantas veces, pero por la mirada penetrante del señor Hans decidió pararse y acercarse a sus hijos nerviosos, les extendió la mano nervioso a lo que Bill la tomó saludando a su padre como si fuese algún extraño, luego lo hizo Tom esquivando su mirada.

Esa tarde todos serios y nerviosos decidieron juntos preparar la cena navideña. Jörg estuvo en la sala con Bill mientras Tom con la abuela y su madre preparaban galletas navideñas y la cena.

—Y… ¿cómo estás? —Se atrevió a preguntar Jörg—. Digo…. ¿Cómo va todo, están bien? ¿No les falta algo? —Bill se sorprendió por el interés de su padre.

—Pues, estamos bien… —suspiró—. Aunque a veces nos hacen falta algunas cosas. —Miró a su padre y éste lo miró preocupado—. Nos hacen falta ustedes. —Jörg esquivó su mirada con un sentimiento de culpa… si fuera tan fácil, pensó.

Bill y Tom decidieron salir a pasear en aquel lugar, recordar sus tiempos de vacaciones y claro, visitar a Bambi, los abuelos le habían dicho que ya era un cervatillo casi adulto, era muy travieso. Al acercarse al establo éste los reconoció, increíblemente se inquietó por la presencia de sus antiguos amos.

—¿Recuerdas cuando lo vimos? —Suspiró Bill—. Bueno, en realidad tú lo viste primero, con su patita dañada.

—Sí, ahora es un animal saludable. —Abrazó a Bill por la cintura mientras él le daba una zanahoria a Bambi, le gustaba mucho.

Entraron a la casa otra vez porque el frío se había intensificado, había llegado la noche y la cena navideña estaba lista. Tom tomó la mano de Bill al entrar, ya todos ahí sabían de su relación, si debían decirles algo o echarlos, que sea de una vez, ¿para qué tener que fingir más?

—El abuelo me habló hoy —dijo Tom.

—¿Qué dijo?

—Bueno, él sólo pregunta si te estoy cuidando, si te estoy dando libertad y esas cosas. —Bill río.

—Y le dijiste la verdad, ¿no? —Tom negó con la cabeza riendo.

—Le dije que tienes tanta libertad que pasamos poco tiempo juntos.

—Mentiroso, Tomi. —Era aún un celoso que no permitía visitas, eso había ocasionado muchas peleas entre los dos, pero siempre las reconciliaciones eran bastante buenas.

Terminaron de entrar y todo ahí era tan cálido, la chimenea de la nueva casa de los abuelos era aún más grande que la anterior, el tapiz y todo era mucho mejor. Miraron sus botas navideñas llenas de regalos, aunque su visita era improvisada los abuelos se habían encargado de poner unas botas para ellos también. Sus padres estaban sentados en la sala, aun nerviosos, aún incómodos, pero Tom y Bill pasaron de eso, se sentaron cerca con sus manos entrelazadas. La abuela se les acercó y les ofreció galletas.

—Es costumbre nuestra cantar himnos en Navidad —dijo la abuela dirigiéndose a su piano que tenía cerca del árbol navideño. Bill y Tom pusieron los ojos en blanco, sería una noche aburrida, pero estaban juntos.

La música animó el ambiente tenso y después de tantos himnos y algo de vino todos estaban conversando. Jörg se les acercó a ambos.

—Hijos —dijo nervioso, ambo lo miraron también incómodos—. Yo…

—Papá… —intervino Tom—. Es Navidad… —Tragó saliva temiendo que les diga algo malo, que les reclame o les haga sentir más mal de lo que ya antes se habían sentido.

—Tranquilo, yo… yo sólo quiero decirles que aún son mis hijos. —Su voz se entrecortó un poco, pero él era fuerte—. Lo siento, quiero decir que aunque no apoye lo que están haciendo eso no cambia lo que sienta por ustedes, mis únicos hijos, los amo a los dos. —A Bill se le formó un nudo en la garganta y sólo quiso abrazar a su padre, quien no se negó y le correspondió el abrazo, Tom miraba a su padre algo temeroso, pero le creyó así que después de abrazar a Bill, abrazó a Tom y un peso enorme fue liberado entre ellos, Simone vio la escena, pero no se quiso acercar, ella era muy nerviosa, sólo permaneció cerca al piano junto a su madre Zelma.

—Es tiempo de la cena —anunció el abuelo Hans señalando el comedor, había todo un banquete listo y todos los presentes más calmados y relajados se sentaron alrededor de la mesa.

El ambiente navideño se volvió cálido y sobre todo familiar, eso era lo importante. Las tres parejas conversaban amenamente de lo mucho que se habían extrañado mutuamente. Aunque había ratos en que las preguntas se hacían incómodas, todos los presentes sabían que la tolerancia apaciguaba cualquier sentimiento de frustración. Las cosas no podían ser perfectas, pero podían ser mejor.

El abuelo se puso en pie y alzando su copa de champán quiso hacer un brindis. 

—Quiero brindar… —miró a cada uno de los presentes—. Por el amor, nada más que por eso. —Bill y Tom sonrieron y aunque sus padres sabían a qué se refería el abuelo, no dijeron nada, solo alzaron sus copas y con un “salud” de todos brindaron por eso, el amor.

Luego de la cena y del compartir familiar, estaba amaneciendo y la abuela había preparado los cuartos para la visita, ahora, en su nueva casa, tenía más habitaciones disponibles. La más cómoda de ellas se la dio a su hija y su marido y una más pequeña para sus nietos.

Se despidió con un beso en la frente de ellos y los mandó a dormir.

—Aún no lo creo —le dijo Bill buscando el calor del cuerpo de su hermano, ambos en la cama a punto de dormir.

—Tampoco yo… no me lo esperaba de esta manera.

—Fue el tiempo… seguro eso les hizo recapacitar… —Tom asintió y besó los labios de Bill, sabía que podía ser riesgoso y terminaría haciéndole el amor, aún así se arriesgó.

—Se me ha ocurrido algo para mañana —dijo alzando una ceja.

—¿Qué será, Tomi?

—Traje mi cuaderno de dibujo. —Se pasó la lengua por el piercing labial provocando a Bill—. Quiero pintarte mañana, sobre la nieve, ¿qué dices? —Bill lo miró sorprendido.

—¿Sobre la nieve? Pero me congelaré.

—No lo harás, te calentaré. —Pasó una mano por su cintura y Bill chilló, las cosquillitas de excitación invadieron su cuerpo.

—Ya… mañana. —Lo besó y eso fue el inició de una mañana caliente.

Sobre su abrigo tendido sobre la nieve, Bill le mostraba una vista bastante erótica a Tom, con los labios casi morados del frío y las piernas temblorosas, Tom lo dibujaba lo más rápido que podía.

—Tomi… ah… —jadeó al sentirse excitado. Se tocaba a sí mismo.

—Oh… eres perfecto, un momento, sólo un momento más y voy por ti. —Se contuvo viendo cómo Bill no dejaba de gemir y de tocarse—. Listo.

Aquel prado no tenía las flores amarillas y azules que antes había, no había aquellas mariposas azules traviesas, no había esa brisa fresca, no había ese olor a pura hierba, no, sólo estaba cubierta de nieve, pero para Bill y Tom, era la misma, la misma pradera que los vio correr, que los vio pelear, y que los vio enamorarse. 

La pradera de Oberhaverbeck, en donde todo empezó, en las vacaciones de verano…


FIN.


 Como dije, me gustó haberlo escrito, espero que a los que alguna vez leyeron este fic, puedan leer su epílogo. Gracias por leer y muchas gracias a quienes se atreven a comentar. n_n

6 comentarios:

  1. Como es que apenas lo sube? >< TT Esta tan hermoso, tan ajsksjklsj Dios, sabes cuando leí el fic hace pfff de tiempo, pensé que ami no me abría el link >< Y eso me estaba matando porque este fic es sencillamente hajsskj me encanta *W* Y este final, después de tanto tiempo, no tuve ni siquiera que re-leer el capitulo anterior, todo estaba tan claro, todo tan fresco y tan hermoso y como terminó *W* Muy buen epilogo, me ha encantado :'3
    Ahora, ya que se que no era algo del link, en hasta el final de los tiempos aparece el capitulo 22, pero no tiene link >< Ese fic también es muy bueno y muero por leerlo *W*

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  2. Que el final, perfecto para tan bella historia >.<

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  3. Más hermoso ese fic imposible! tu forma de escribir, las situaciones graciosas y ese final ;) (Ivi)

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  4. por favorrrr sifue el fic inalcanzable me muero por saber en que termina.
    Y este fic me encanto que buen final casi me muero cuando los descubrieron Pero al inal comprendieron :')

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  5. (*w*) gracias (//v\\) oye chica, la 2nda de poster, ya no la vas a continuar?

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  6. Ah qué hermoso Dios lloro de alegría, les deseo a los hermanos sean felices. Merecía y merecen aceptación porque no acentos daño realmente va nadie

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