Hola a todos, otro capítulo más, sería el segundo de la segunda parte n_n espero les guste, aunque no se ilusionen, este fic es complicado. Gracias por leer.
Pocas veces en la vida se sintió nervioso e
intimidado, esas sensaciones lo hacían sentirse muy débil, y eso para él era
sumamente incómodo.
Sus piernas retrocedían lentamente, era un
reflejo casi involuntario de evitar el posible rechazo de Bill. Sentía esa
mirada llena de temor, y tenía miedo de que simplemente gritara y escapara… no
tenía confianza en ese momento, así que se dio media vuelta y echó a andar con
paso apresurado. Apretaba los puños y su respiración era irregular.
Mientras salía del estacionamiento, un auto
arrancó velozmente y frenó a secas a su lado, al percatarse del auto, giró en
una curva, empezó a trotar, quería escapar, así que se le pasó por la mente
correr pero el conductor se bajó del auto, sus rastras bicolores se agitaron
con el viento mientras corría tras él.
— ¡Espera! —le gritó—. ¡Tom! —Se detuvo
nervioso y no quiso voltear, se quedó parado y sintió como el otro se le
acercaba—. Tom —dijo más calmado detrás de él—. ¿Estás bien? —Su voz era la
misma, preocupada, dulce, esa voz que él tanto extrañaba.
Por un momento pensó en escapar, pero él había
esperado por eso desde mucho, así que armándose de valor suspiró e intentó
relajarse.
Aún no volteaba y Bill empezó a ponerse más
nervioso, se mordió el labio y agachó la cabeza, no sabiendo qué más hacer.
—Cuánto tiempo, Bill. —El aludido alzó la
mirada, Tom aún le daba la espalda, pero él decidió acercarse y tocó
tímidamente su hombro haciendo que Tom se volteara.
Ambos se miraron, Tom no podía creer cuánto el
menor había crecido, incluso estaba más alto que él. Tenía esos mismos ojos,
pero la talla y el cabello eran diferentes—. Pareces otro. —Bill le sonrió.
—Tú también… te ves diferente. —Tom tenía
mucha ropa puesta encima, parecía igual aunque estaba más delgado, tenía las
trenzas como una vez Bill se las hizo y se veía pequeño a comparación de él.
—Eres muy alto ahora. —Delineó su porte con la
mirada provocando que el otro se ruborizara.
—Son las botas —Tom miró hacia abajo, tenía
botas altas con muchos pasadores, pero la verdad era que Bill había crecido aún
más —. Tom… —Le miró y Bill pestañeó nervioso—. ¿Puedo llevarte a casa? —preguntó
con un ápice de voz y el trenzado se incomodó.
—No, yo… sólo pasaba por aquí. —Tragó saliva
nervioso, qué típico sonaba eso—. Quería ver… quería ver si estabas bien. —Bill
sonrió por el interés, tenía tantas preguntas, aún no lo creía.
—Tardaste mucho —le dijo como recriminándole,
Tom le dio la espalda otra vez, no sabía si hacía bien o mal, es que él era el
causante de mucho mal, y ahora Bill parecía que lo quería…
—Las cosas no son como antes.
—Lo sé. —Bill se sintió rechazado, algo dolió en
su pecho y como si fuera una pesadilla todo el dolor del pasado que le costó
dejar, estaba regresando poco a poco, haciéndole sentirse patético y pequeño—. Debo
irme —sonó lastimero, Tom aún le daba la espalda—. Yo… —Titubeó.
— ¿Te gustaría…? —Tom había practicado tanto,
pensaba que sería capaz de decirlo—. ¿Te
gustaría salir conmigo? —dijo dándose la vuelta. Bill tenía los ojos aguados de
lágrimas, Tom se sorprendió, aunque eso le hizo recordar a su Bill, el que casi
siempre lloraba en casa—. Bill. —Temía acercarse.
—Quiero —dijo con la voz entrecortada—.Y
quiero que me cuentes qué fue de ti… quiero saberlo todo.
—Yo también. —e sonrió y una lágrima cayó por
el rostro de Bill. Se le acercó poco a poco con temor, y limpió esa lágrima,
luego dudó un poco, pero jaló de su brazo y lo abrazó.
Se sintió diferente, tanto físicamente, como
emocionalmente. Se sintió como nuevo.
Con sus brazos lo aprisionó un poco más y Bill
hipó tratando de contenerse.
—Lo siento… —dijo angustioso—. Sabes que soy
un jodido llorón.
—Shh… Bill, estoy aquí. —Él no supo por qué le
dijo esas palabras, pero habían salido de su corazón.
Bill se separó suspirando y limpió sus lágrimas,
no quería verse patético, aunque ya se sentía así. Se suponía que debía haberlo
olvidado hace tanto… se suponía, pero esa misma noche todo aquello, aquellos
sentimientos confusos regresaron, debilitándolo de cierta forma. Extendió su
mano hacia el hombro de Tom y éste lo miró.
—Hace frío… —Le dijo.
—Lo lamento, debes irte.
—No, no quiero irme; digo, ¿quieres… quieres
venir conmigo? Puedo llevarte a casa. —Tom lo miró dudoso, es que él ahora no
tenía casa, pero no se lo diría, prefería ocultarle todo lo que vivió, ya que
estaba en total desventaja.
—Hem… yo…—calló por un instante—. No. —Bill,
temeroso, tomó su mano y jaló de él, probando.
—Vamos. —Lo jaló hacia su auto y Tom, dudoso,
avanzó con él.
Era como las tres de la mañana, y el frío era intenso
e incómodo. No sabían a dónde ir exactamente, Tom sabía que debía regresar a
casa de Georg, y Bill tenía que regresar a su departamento, pero ninguno de
ellos quería perder contacto con el otro, se tenían curiosidad.
Bill manejó por la carretera desolada, el
corazón le latía muy rápido, estaba nervioso y Tom igual que él. Estaba
sorprendido por como era Bill en ese momento, apreciaba su belleza cada vez que
podía, mirándolo de reojo, notó lo superado que estaba, y tuvo temor de
arruinarlo con su presencia, con su pasado, con sus cosas.
—Te observé —rompió el hielo, haciendo que
Bill se asustara por su voz en el silencio—. Lo siento… — Bill lo miró y
asintió para que continuara—. Quise decir, fui a tu evento, me enteré que eres
un buen músico, créeme, eres el mejor. —Bill rió un poco nervioso.
—Gracias…
—Yo… reconocí una melodía… la, la, la —empezó
a tararearla y Bill se ruborizó riendo bajito.
—Tom, me desconcentras.
—Lo siento. —Ambos se miraron y sonrieron.
*
Así pasaron casi media hora en la carretera
hablando, Bill estaba tan cansado, así que Tom tomó el volante y siguieron un
camino, Tom debía regresar a casa de Georg, pero se dirigió a la estación del
tren.
—Tomaré el tren —le avisó.
—Puedes manejar hasta tu casa si quieres,
después puedo regresar.
—No, ya no vivo allá.
— ¿Por qué te mudaste? ¿Qué pasó con tu casa? —Tom
se incomodó.
—Es inhabitable ahora… ya no queda nada.
— ¡Pero qué!
—Sí, la gente lo destruyó todo… pensé que tú
sabías. —Negó con la cabeza.
—Malditos… y ¿ahora dónde vives?
—En casa de un amigo, se llama Georg. —Bill
asintió entendiendo—. Tengo un amigo —ambos sonrieron.
*
Vieron la luz del alba, había pasado ya más de
una hora, Tom seguía manejando y detuvo el auto en la estación de tren, miró a
Bill y éste se mordió el labio inferior y lo miró curioso.
—¿Te irás? —Tom asintió.
—Pero no quiero en realidad. —Bill le sonrió
aliviado, lo miró nervioso, suspiró y luego se animó a preguntarle.
—¿Quisieras conocer dónde vivo? —Eran sus
ganas de retenerlo, de querer saber más de él.
—Bueno… sí quiero. —Cambiaron de asientos,
manejaría unas dos horas por lo menos antes de llegar a su casa, en los barrios
altos.
Hablaron mucho, no de lo que pasó entre ellos
exactamente, hablaron de cómo eran sus vidas ahora, de sus planes. Bill se
enteró que Tom quería estudiar música, aún deseaba eso y quería trabajar.
—No puedo salir de la ciudad —habló Tom—. Debo…
ehem, tengo deberes penitenciarios aún —dijo algo avergonzado pero Bill
entendió—. Por eso debo buscar un trabajo cerca y pensar en estudiar.
—Es genial Tom, tú quieres estudiar música y
yo casi administro una academia… es genial, tengo muchas influencias —dijo
emocionado, pero Tom se incomodó… era mucho de Bill, él no quería depender de
él ni menos deberle algo.
—No te preocupes —dijo serio—. Yo me las
arreglaré, no quiero nada de ti.
—Tom, en serio, podemos hacer un trato si
quieres. Trabajas y estudias ahí, en mi academia, necesito gente, y gente
fuerte, no niños, necesito alguien que pueda organizar los eventos, necesito
personal allá, di que sí… —Le lanzó una mirada que por un momento Tom creyó
estar viendo al antiguo Bill.
— ¿Y tu familia? ¿Tus amigos? ¿No has pensando
en eso? Todos me odian, no sé cómo tú… se supone que deberías odiarme, no sé
por qué me hablas como si nada hubiera pasado. —Empezó a ofuscarse, se sentía
frustrado, eso era lo que pasaba, Bill apretó las manos en el volante del auto,
también se había sentido incómodo.
—Simplemente no te tengo miedo, ahora no, y lo
que digan los demás no me importa.
— ¿No me odias? —Bill lo miró.
—No… no podría.
—Deberías…
Las cosas se pusieron tensas por un momento.
Manejó en silencio y Tom miraba por la ventana el sendero, todo empezó a
hacerse más claro, la mañana empezaba y Bill realmente lucía muy cansado.
— ¿Falta mucho? —preguntó al ver que se
adentraban en la gran ciudad, con enormes edificios, y el tráfico empezaba a
incomodarle, él detestaba la gente y las ciudades grandes. Pero estaba con
Bill.
—No, ya estamos entrando a donde está mi
departamento. —Bostezó cansado—. Es ahí. —Le señaló un edificio enorme,
entraron al estacionamiento y dejaron el auto ahí. Ya había mucha luz, era una
mañana fría.
Subieron el ascensor.
—Departamento 483 —dijo Bill sacando su llave—.
Pasa. —No podía evitar estar nervioso, Tom estaba sorprendido por todo lo que
Bill había conseguido, del niño de antes quedaba muy poco.
—Es hermoso —dijo Tom—. Tu departamento es…
como tú. —Bill se sonrojó ligeramente e invitó a Tom sentarse en un sofá de la
sala.
—¿Quieres desayunar conmigo? —Invitó caminando
hacia su cocina.
—Claro —Se sentó y apreció el lugar… se sintió
muy pequeño.
Bill invitó a pasar a su comedor a Tom y le
sirvió leche con cereales, se sentó lo más cercano a él y ambos tomaron el
desayuno casi en silencio. Tom podía ver los ojos cansados de Bill y su
insistencia en permanecer alerta ante cualquiera de sus movimientos.
—¿Deseas más leche? —preguntó levantándose de
la mesa rumbo a la cocina.
—No, no gracias, no tienes por qué servirme
más, es suficiente. —Bill regresó a sentarse a su lado, Tom le sonrió y
simplemente el otro agachó la cabeza un tanto nervioso.
Así pasaron la mañana, Bill moría de sueño por
más que la emoción de saber de Tom quisiera mantenerlo despierto y haberse
tomado muchas tazas de café, su cuerpo estaba por colapsar, estaba muy cansado
pues no había dormido bien las noches anteriores y la noche anterior ni
siquiera lo había hecho.
—Perdóname Tom… yo… estoy tan cansado. —Sobó
sus ojos, intentando estar despierto.
—Lo entiendo —dijo levantándose de la mesa—. Debo
irme.
—No… — se mordió el labio—. No te vayas…
quédate un rato más. —A Tom le sonó eso al Bill de antes, le llenó de una
nostalgia, de algo que sólo él sabía apreciar.
—No me iré si tú no quieres. — Bill le sonrió.
—Espérame aquí —Se levantó de ahí y fue a su
habitación, se cambió de ropa, se puso algo ligero como un pantaloncillo de
algodón y una polera suelta, cogió su almohada y fue a la sala. Tom estaba
sentado en el sofá muy serio. Pero entendió el mensaje de Bill, lo vio cansado
y se hizo a un lado.
— ¿Puedo descansar a tu lado? —preguntó Bill
dudando, pensaba que Tom se iría, éste soltó una risita.
—Es tu casa… puedes hacer lo que quieras… ¿qué
pregunta es esa? Ven aquí. —Esas palabras hicieron que Bill diera unos saltitos
hacia él y se sentara en el sofá. Tom tomó la almohada y arrimándose a un lado
le indicó a Bill que se recostara, puso la almohada detrás de su espalda y su
cabeza dio sobre sus piernas.
—Gracias —Le dijo Bill, Tom le acarició la
cabeza y Bill no pudo más que cerrar los ojos y querer dormir—. No te vayas a
ir…—susurró y cogió parte de sus jeans con una de sus manos como para mantener
la seguridad de que se quedaría junto a él. Poco a poco Tom vio como soltaba su
agarre mientras caía en sueños y tomó su mano poniéndola nuevamente en el sofá.
Dentro de Tom empezó a formarse un sentimiento
muy diferente a lo anterior, él jamás había conocido a alguien así como Bill,
capaz de ser tan noble, capaz de en cierta forma, darle una oportunidad sin
guardar rencores.
Él temió defraudarlo, temía mucho hacerle
daño, es que él era capaz… aunque ahora las circunstancias eran otras,
realmente él no era un buen tipo.
—Mi precioso cautivo —susurró en su oído
sintiendo lo suave de su cabello ahora hecho rastas.
No se aburrió de hacerle compañía mientras
dormía, estuvo acariciando su cabeza, luego vio una película aún con Bill
dormido sobre sus muslos.
Se levantó y cargó a Bill en brazos, aún
dormido, caminó por su departamento buscando su habitación, debía descansar más
cómodo. Encontró su cuarto y lo recostó en su cama, aquel lugar era el triple
de amplio que su habitación en la cabaña, todo estaba tan iluminado, tan bien
arreglado. Miró a Bill, dormía plácidamente, acarició su mejilla.
—Hermoso —Le susurró y en Bill se formó una
pequeña sonrisa.
Salió de ahí y fue hacia la puerta. Se detuvo
pensando… ¿Debía irse o no? ¿Qué debía hacer? Miró cerca de la cocina, así que
dudando se adentró y decidió preparar para Bill alguna merienda. Así lo hizo
mirando muchas fotos de Bill pegadas en el refrigerador, en todas sonreía.
Puso dos platillos en la mesa del comedor, vio
la hora, cerca de las cuatro de la tarde y Bill aún no despertaba. Fue a su
habitación y se arrodilló cerca de su rostro.
—Bill… —susurró y éste abrió los ojos
encontrándose con los ojos avellana de Tom—. Hola —dijo con voz burlona, Bill
le sonrío.
—Lo siento. —Se sentó—. Estaba tan cansado que
dormí mucho… de seguro quieres irte…
—No quiero pero creo que debo, hice algo para
ti por si quieres comer.
—No debiste.
—Sí debí…
Comieron juntos, Tom debía regresar… sentía
que eso era lo que debía hacer, dejar a Bill continuar con su vida. Bill notó
su impaciencia, supo que quería irse.
—Debo irme, van a ser casi las seis… llegaré
muy de noche allá.
—No es necesario que vayas en tren, puedes
usar mi auto, y mañana lo recojo. —Era su desesperación por no perder contacto
con él.
—No, descuida, puedo ir en tren.
Ambos fueron hacia la puerta, Bill estaba
nervioso y Tom, él no podía creer todo lo que estaba viviendo.
—Mañana… ven mañana —Le pidió Bill—. El puesto
de trabajo es tuyo, mañana puedes empezar, y puedes acomodar tus horarios de
clases como tú quieras…
— ¿Por qué eres así conmigo? —Fue sincero y
directo. Bill no quería contestar, tenía miedo a ser rechazado, agachó la
cabeza y se quedó pensando—. ¿Qué pasa?
—Quieres una respuesta que no sé cómo
responder…
—Sólo dime la verdad. —Tomó su mentón y alzó
su cabeza, pero no lo miraba, no podía.
—Yo… desde que te fuiste, o mejor dicho,
cuando todo pasó, tuve que aprender a vivir solo, tuve que aprender a ser
fuerte, a hacerle frente a la gente que no creía en mí, tener que soportar
miradas, palabras estúpidas, mi vida no fue la misma… desde que tú llegaste. —Lo
miró a los ojos—. A veces la vida nos
pone acontecimientos tan raros Tom… algunos tan malos, yo aprendí a sacarle
algo bueno, o al menos eso intento… y la parte buena eres tú.
—No lo soy, tú lo sabes. —Bill supo a qué se
refería.
— ¿Podemos empezar de cero? —preguntó muy
inseguro… pero esa idea a Tom le pareció tan esperanzadora.
— ¿En verdad tú quieres? —Bill asintió y eso
calmó a Tom.
—Pero no quiero migajas, Tom, quiero el pan
entero… no quiero aferrarme a pequeñeces, quiero vivir intensamente. —Puso sus
condiciones y Tom tuvo temor.
—Yo no sé cómo… no sé cómo darte todo, quiero
pero… —calló algo avergonzado, intimidado, todo eso le hacía sentirse tan
inseguro—. ¡Joder! —Le dio la espalda y avanzó un poco, el otro salió de la
casa y fue tras él, Tom se detuvo—. Si me sigues… si te me acercas yo puedo… —
suspiró resignad—. Puedo morderte, Bill.
—Ya fui mordido, no te tengo miedo. —Alzó su
mano y tocó su hombro, sintió cómo Tom se estremecía.
—No me toques ahora, por favor, sólo déjame
ir…
—Te dejo ir sólo si me dices que mañana
regresarás, ¿regresarás? —Tom giró en sus talones y lo encaró.
—Quiero. — Bill se tranquilizó.
—Te espero mañana entonces. —Tom asintió y
luego extendió su mano hacia la de Bill, la acarició y luego la soltó, sintió
cómo Bill suspiraba y vio aquel rubor que le recordaba su inocencia.
—Hasta mañana, Bill.
Y eso era como el comienzo de mucho…
La vida y Bill le estaban dando una nueva
oportunidad, él la tomaría…
Parece un nuevo comienzo para los dos, pero como una vez escuché, lo que mal comienza... mal termina u_u pero veremos. Espero sus comentarios.
aaawwwww que hermosoo
ResponderEliminarAsí pasa en la vida, sólo hay que aprovechar las segundas oportunidades que no siempre se dan y ver que esta vez sea como empezar de nuevo :)
ResponderEliminarCreo que lloré muchísimo mas con este fic que con bajo la misma estrella y créeme que no fue poquito. Es hermoso.
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