viernes, 7 de junio de 2013

Protegido - Parte final

Hola a todos *-* actualizando la última parte de este fic Billshido en especial para Brenda<3 espero te guste, lo subo porque me lo pediste.
Anis siguió a Sido un fin de semana que no había invitado a Bill a salir. Debía ser muy cuidadoso porque Sido tenía sicarios guardaespaldas, era alguien de temer pero que no andaba ocultándose pese a sus crímenes.

Lo siguió hacia otra pequeña ciudad y luego vio que recogía un jovencito de la edad de Bill y constató que salía con él porque pudo distinguir un beso. —Te atrapé, no jugarás con Bill. —Vio cómo entraba a su casa con una maleta negra tan igual a la maleta de joyas que Bill había visto.

De regreso a casa, debía planear lo que le diría a Bill pues cada vez estaba más rebelde y el tema de Sido se había convertido en uno muy sensible, ahora Bill no reparaba en decir que era pareja de ese hombre poderoso y se sentía muy bien de serlo, se sentía especial y todo un hombre pese a la diferencia de edad.

Bill estaba frente al espejo con una cajita de maquillaje que recién había adquirido, tantas veces que le habían dicho que tenía un rostro precioso quería comprobarlo usando un poco de esas cosas femeninas para resaltar su belleza ambigua, y efectivamente, cuando terminó, quedó complacido con el resultado, sus ojos resaltaban y sus labios brillaban.

Anis subía al departamento muy nervioso, no quería que Bill sufriera una decepción como pasó con Gustav, pero esto era mucho peor que un romance de chiquillos, Bill estaba con el peor tipo y Anis sabía que podía ser lastimado si antes no se lo advertía y le hacía abrir los ojos.


Entró a la habitación encontrando a su hermanito muy bien arreglado con una chaqueta de brillantes y tenía puesto collares, anillos y pulseras y sobretodo se veía tan bello con ese maquillaje y el cabello liso. Se molestó ante eso porque podía presentir que se iría otra vez.

—Si vienes a decirme algo al respecto de Sido, no oiré.

—Bill…

—Hablo en serio, ya lo hablamos, saldré y…

—Tiene otro jovencito, lo vi, no te estoy mintiendo ni nada, pero tú no eres importante para él, solo te está utilizando, solo quiere sacarte provecho.

—¡Basta! ¿A dónde quieres llegar? No puedes controlar mi vida, Anis, ya soy lo suficientemente grande para saber lo que estoy haciendo, sé cuidarme.

—Sabes cuidarte saliendo con el peor de los traficantes de droga, con quien podría matarte si le da la gana y nadie haría nada porque es Sido, el temido. Vaya Bill, sí que sabes cuidarte de la gente mala. Tantos años diciéndote que el hecho de que vivamos en la escoria no nos hace uno, que si quieres vivir una buena vida por muchos años deberías alejarte de los peligros de la droga del dinero fácil y de todo tipo de vicio así como de amistades peligrosas y mira, en menos de un mes hiciste todo lo que se supone que no deberías.

Bill sintió que sus manos se ponían frías, Anis siempre había influido en él, casi tenían la misma forma de pensar aunque Bill se permitió salir y explorar la vida por su cuenta. Al principio tuvo mucho miedo de que Sido sea un tipo perverso y malo, pero no lo era, siempre le hacía sentirse cómodo y a gusto, siempre habían hermosos regalos para él y toda la gente alrededor de Sido se movía cuando él hablaba; todo eso le hacía sentirse especial que minimizaba el hecho de que Sido era el más grande traficante de drogas de la zona y tenía mucho poder.

—Solo quiero amar y ser amado; todos tenemos errores Anis, nadie es perfecto, pero le importo a ese hombre y él a mí.

—Ese es el detalle, estás deslumbrado por lo que te muestra pero lo hace para ocultar lo que es, no te ama ni te amará porque no eres como él, solo quiere algo de ti que no tiene y cuando lo obtenga te dejará.

—¿Por qué me haces esto? —encaró Bill ya muy dolido—. ¿Tanto te molesta que pueda tener alguien en mi vida a quien querer? ¿Acaso tú no tuviste tus muchas aventuras desde muy temprana edad? Es injusto todo lo que me dices más ahora que estoy por salir, me presentará a sus amigos de negocios y…

—¿Quieres terminar como mamá?

—Deja de decirme cosas que me afectan, estoy harto.

Bill se levantó de la silla frente al espejo y tomó su bolso de marca color dorado para luego salir de casa. Anis no podía creer el cambio de Bill y se sintió tan mal, era como haber perdido todo lo que tenía en la vida y por quien había sacrificado mucho durante todos esos años.

No se quedó de brazos cruzados, tomó sus llaves y salió, lo seguiría aunque había perdido de vista el auto que lo había recogido.

Caminó en busca de unos de sus amigos que era consumidor de drogas y tuvo que rebajarse al preguntar por Sido, “está en el casino de siempre, tiene una fiesta privada, no podrás hablar con él directamente”. Pero Anis no se quedaría así.

Llegó al casino y tuvo que camuflarse como un camarero entrando por la puerta trasera hasta que llegó a la sala llena de gente importante derrochadora de dinero y un montón de prostitutas. Y ahí lo vio, sentado en las piernas de Sido, riendo como solía hacerlo y compartiendo bebidas con otras personas igual de mayores que Sido. Solo sintió las ganas de sacarlo de ahí por su bien.

Bill reía y quería sentirse cómodo, pero no era así, las palabras de Anis había hecho efecto aunque no se permitía estar deprimido en una fiesta de gente importante.

—Este niño es mi nueva adquisición —dijo Sido para los presentes, cuatro hombres de traje que apostaban algunos miles de euros en un juego pequeño de mesa.

—Sí que tienes buenos gustos —dijo uno de ellos y Bill reía, esas palabras lo hacían sentirse único aunque Sido lo tomara como un objeto.

—Bebe cariño —le pasó una copa—. Brindemos porque esta noche será especial.

Una mujer mayor se les acercó para saludarlos, vestía un vestido ceñido y escotado a Bill le recordó a Helen por lo atrevido de su atuendo. Tenía cabello negro recogido en un moño y sus facciones eran tan delicadas… como él.

—Madane Simone —saludó Sido con un beso en la mano y Bill se sentó a su lado. La mujer lo vio y achinó los ojos—. Te presento a mi exclusividad, se llama Bill. —La señora extendió la mano y saludó al jovencito sintiéndose extrañamente incómoda.

—Eres un chico precioso —dijo como todos ahí solían decirle.

—Gracias —contestó con una sonrisa y se perdió en sus ojos cansados de la vida…

Simone tuvo que irse muy rápido, recordar lo que había sido capaz de hacer años atrás… años de maltratos y un embarazo vergonzoso de un amante, simplemente decidió dejarlo en una caja en la primera puerta decente que vio y olvidarse del pasado. Ahora, después de años, la culpa regresaba. Bill, a quien no dudó en reconocerlo como el hijo que abandonó, ahora era uno de los tantos objetos sexuales del mayor traficante de la zona… quizá con ella hubiera podido ser un hombre de bien, quizá, porque ella era una prostituta que no podía darle futuro a nadie en este mundo.

Bill se sentía muy extraño, no solo por el trago raro que estaba bebiendo ni tampoco porque Simone le había parecido conocida o misteriosa, sino también porque extrañaba a Anis y sus palabras. Ese trago lo había puesto un poco sensible ante cualquier cosa y supo que algo andaba mal cuando Sido tomó su mano y todo su cuerpo se escarapeló ante eso y su corazón latió mucho.

—Vamos, la fiesta está por acabar y te tengo una sorpresa.

—¿Una sorpresa?

—Esta noche será distinta, Bill, ¿quieres estar a mi lado para siempre? —Claro que Bill quería, justamente quería algo para siempre y que un hombre tan importante le diga eso lo hizo sentir embriagado de sensaciones agradables.

—Sí —dijo con una sonrisa y los párpados le pesaban, Sido amaba esa cara de sus amantes, totalmente sumisos y dispuestos a él, lo había conseguido como todo lo que se proponía.

El segundo piso del casino era como un hotel de lujo, Bill subía con dificultad pues algo en ese trago lo había semi adormecido.

Al momento de entrar a la suite supo que nada iría bien, que no había sorpresa como él pensaba, quizá una joya, quizá un diamante, quizá otro bolso de marca o dinero… Al parecer la sorpresa no era un objeto.

—Te haré mío —dijo Sido y Bill tembló un poco.

—¿Usted me quiere? ¿Estaremos juntos? —preguntó un poco angustiado y vio a Sido sonreí de una forma que no le gustó.

—Sí y sí. Ahora evitemos sentimentalismo, ¿no te he dado todo lo que has querido? ¿Qué me has dado tú? Hay que ser justos… recíprocos, Bill. —El mayor delincuente de la zona le hablaba de justicia.

Sido no quería perder la oportunidad y luego de un tiempo forcejeaba con Bill en la inmensa cama, le decía tantas cosas obscenas que Bill había reaccionado como si despertara de un sueño agradable y la realidad le sorprendía como una pesadilla.

—Espere, no, no estoy listo… tengo miedo —habló sincero, esperando comprensión.

—Así es cuando es por primera vez —dijo Sido quitándose la ropa. Ya Bill estaba semidesnudo bajo su cuerpo.

Lo peor de todo fue enterarse que al lado de la cama había una pequeña cámara con una luz roja, estaba encendida y Bill se horrorizó de ese hecho, pero la verdad era que Sido solía comercializar con videos realistas para lo cual se puso una máscara negra y así su rostro no saldría. Eso no era amor en lo más mínimo, y es que Sido tenía varias fuentes de ingreso económico, no por algo había invertido mucho en Bill, ahora cobraría sus ganancias.

Todo acontecía tan rápido, algo había pasado con la cámara y Bill oyó a Sido maldecir muchas veces y cuando se levantó de sobre él, casi no supo de dónde había conseguido la fuerza suficiente para salir muy rápido de la cama y luego abrir la puerta de la suite.

No le importaba que estuviera semidesnudo apenas con sus pantalones, solo corrió descalzo por la fina alfombra buscando el ascensor por el cual había subido, pero al no abrirse la puerta metálica, corrió hasta encontrar unas escaleras y bajar con el cuerpo tembloroso. Podía imaginar que Sido lo mandaría a matar, había descubierto su verdadero yo y se había asustado mucho.

Llego al tragamonedas y uno de los hombres de Sido lo reconoció y supo que escapaba.

—¡Detente! —gritó y Bill se sintió acorralado.

Casi corrió por entre la gente hasta que una mano lo jaló y escuchó una voz que le hacía sentirse seguro.

—Vamos —dijo Anis sacándolo de ahí.

Tropezó y cayó al suelo, entonces Anis lo alzó en su hombro y salió del casino. Se oyó un tiro de bala muy cerca y Bill supo que los hombres de Sido lo seguían.

Giró una esquina y corrió aun cargando a Bill hasta llegar a su auto gris y entrar tan rápido. Arrancó y aceleró como si escapara de haber cometido un crimen.

Bill se desplomó en el asiento, muchas emociones juntas y la droga en su sistema lo había imposibilitado de expresar alguna cosa en ese estado. Anis giró su rostro y supo que debía llevarlo a un hospital.

—¿Dónde ha estado? —preguntó la enferma a Anis. Bill yacía en una camilla y trataban de reanimarlo, estaba drogado.

—Con amigos en una fiesta.

—¿Dirección?

—No lo sé, no sé nada, solo quiero que esté bien. —Anis prefirió no detallar nada, sabía muy bien las consecuencias que traería el denunciar, le podía costar la vida y no solo la suya sino la de Bill.

Luego de algunas horas, Anis no quiso regresar a casa, sacó un poco de dinero del banco y enrumbó un viaje con Bill quien denotaba cansancio. Los médicos habían dicho que debía guardar reposo, pero no había tiempo para tal cosa, debían escapar pues sabían lo vengativo que era Sido.

—Yo… —Bill intentaba hablar pero estaba tan avergonzado y sobretodo desilusionado—. Si tú no hubieras estado ahí quizá yo…

—Lo sé. Vi que subiste al segundo piso y supe lo que pasaría, pero los guardias no me dejaron subir, así que solo pude quedarme a esperar que salieras para llevarte a casa. —Bill suspiró, sin Anis hubiera estado muerto. No quería decirle todo lo que en la habitación había pasado, los besos, los forcejeos y sobretodo el detalle de la cámara, pero sentía que debía aclararle que había escapado a tiempo.

—No pasó… eso, no…

—No tienes que darme explicaciones de ese tipo.

Se mantuvieron callados por mucho tiempo, vieron el amanecer en la carretera y luego salieron de la ciudad. Encontraron un pequeño hostal, necesitaban comer y descansar.

—Deberemos permanecer cautelosos.

Bill vio su mano llena de anillos de oro, en el hospital se los habían devuelto y él se los puso otra vez, solo que ahora pensaba que Anis sacaba dinero de sus bolsillos para pagar el hospedaje, la gasolina y ahora la comida, no era justo, ¿de qué valía tener anillos de oro si no podía comer ni dormir?

Anis le había dado y le daba mucho más de lo que Sido y sus miles de euros le hubieran dado.

Anis lo quería.

Anis no le había juzgado luego de lo que estuvo por hacer.

Anis lo había rescatado.

Anis seguía a su lado pese a todo.

Luego de comer algo rápido, fueron a la habitación del hostal, una no muy bonita, era simple y vieja, pero era provisional, Anis planeaba ir a otra ciudad y empezar todo de nuevo.

Bill juntó todos sus anillos, pulseras y collares y lo puso sobre la cama envuelto en un pañuelo. —No quiero nada de esto, no tengo nada Anis, quisiera poder tener al menos algo de dinero para pagar todo lo que hice, pero te doy esto, véndelo todo, desaparécelo.

Anis no dijo nada, tomó el pañuelo con las joyas y lo apartó de entre los dos.

Pasados algunos días mientras permanecían yendo de motel en motel, vendiendo los anillos, Bill cayó en depresión por la culpa que sentía de haberle arruinado la vida a su hermano mayor.

Estaban en la habitación y Bill no quería salir de la cama, a Anis le incomodaba mucho verlo así, devastado y sin ganas de nada.

—He descubierto que he arruinado nuestras vidas… Si no hubiera sido abandonado, si hubiera muerto en el vientre de mi madre tú serías una mejor persona. Estarías casado, tendrías hijos y serías feliz… no tendrías que cargar con una basura como yo.

—Hey, Bill, no me está gustando la conversación.

—¡Es la verdad! ¿Te das cuenta de todo?

—Hemos salido de peores situaciones, saldremos de esto, cuando lleguemos a Berlín y tenga un mejor trabajo, seguirás estudiando como se debe y serás el chef que tanto quieres ser. —Bill comenzó a llorar, ¿por qué Anis era tan amable si él se sentía el peor chico del mundo? Anis acarició su espalda, estaba boca abajo envuelto en las mantas.

—¿Estaremos siempre juntos? —preguntó con temor y la voz temblorosa. Anis no sabía qué responder, él quería pero no quería impedir a Bill de hacer una vida como a cualquier persona le correspondería.

—Bill —dijo pesadamente.

—Contéstame algo, ese beso, quiero una explicación porque mi mente me dice una cosa y luego tú… tú dices otras, no sé qué pensar. —Anis frunció el ceño, evitaba tocar el tema de ese beso y muchas veces Bill era quien lo buscaba, una segunda repetición, pero Anis lograba escapar.

—Ese beso fue un error, ya lo dije antes.

—Tú lo quisiste, no fue un error.

—Bill, no podemos estar juntos.

—¡Lo estamos! Date cuenta… no podemos separarnos, estamos juntos.

—Como hermanos. —Anis trataba de ser razonable, evitar mezclar las cosas pero era evidente que la convivencia y el haber escapado de todos los había unido más.

—No lo somos.

—Bill, sabes a lo que me refiero. —Bill se sentó en la cama, su cabello negro fue a su rostro y se sobó las mejillas un poco.

—Un día me cansaré de hacerte ver que desde hace mucho te quiero como a un hombre. —Anis se puso serio, él no quería admitir su atracción por Bill, para él no era correcto, había una gran diferencia de edad, pero por otra parte estaban por ir a una ciudad para empezar todo de cero.

Bill puso una mano en su hombro y luego se acercó un poco más, estaba probándolo, Anis se tensó mucho cuando Bill terminó sentado sobre sus muslos, casi no pesaba nada.

Bill lo miró a los ojos, tragó saliva y luego los cerró. Podía predecir que Anis lo alzaría con cuidado, lo regresaría a la cama y luego le diría que dejara de comportarse así, pero los pensamientos de Anis estaban lejos de eso. En casi toda su vida no se había dado la oportunidad de sentir, siempre había sido muy razonable, las pocas aventuras que había tenido le habían servido de experiencia para no cometer los errores de siempre y veía un error besar o tocar a Bill. Pero por primera vez en su vida decidió solo sentir sin recriminarse.

Posó ambas manos en la cintura de Bill y vio que abría la boca era una invitación que ya no dudó en aceptar. Lo besó suavemente y no fue corto como la otra vez, lo aprisionó en sus brazos para besarlo con las ganas reprimidas de años son permitirse siquiera pensarlo como algo más.

Bill sintió como si la vida misma regresara a su cuerpo en ese momento y solo quiso estar muy cerca de Anis. Ladeó la cabeza y abrió la boca, gimiendo cuando Anis lo besó mucho más. Pronto los brazos de Bill rodeaban el grueso cuello de Anis y cuando se separaron, se miraron atónitos. Los dos sabían que comenzaba algo nuevo.

*

Bill cantaba gozoso cuando llegaron a Berlín, una bella ciudad histórica, no más barrios de mala muerte ni prostitutas en las calles, esa zona de Berlín era decente aunque cara.

Justamente por lo cara que era, Anis debía buscar un trabajo pero rápido y ver lo del traslado de escuela de Bill para que pudiera terminar sus estudios. Todo eso implicaba mucho dinero, lamentablemente.

Anis consiguió un trabajo como repartidor en una empresa, el sueldo no era mucho pero al menos sí lo suficiente. Matriculó a Bill en una mejor escuela.

Lo llevó en su auto hasta la puerta de la nueva escuela y Bill no quería bajar, tenía temor.

—Ya hablamos, Bill —animó Anis.

—Lo sé, solo que quizá… —No quería decirlo, pero internamente Bill aún no se sentía seguro de sí mismo, temía defraudar a Anis, pero el mayor no tenía ojos recriminatorios para él, todo lo contrario—. Olvídalo —dijo con una pequeña sonrisa para luego acercarse muy rápido y darle un pequeño beso en sus labios.

—Pasó por ti a la salida.

—Está bien.

Era como comenzar todo otra vez y Bill no tenía intenciones de fallar, aprovecharía al máximo esta segunda oportunidad que la vida y Anis le habían dado.

*

Anis trabajaba mucho de sol a sol prácticamente, sin feriados ni descansos porque quería una mejor paga. Lamentablemente el dinero ahorrado no alcanzaría para que Bill pudiera estudiar para ser un Chef. Casi todas las mensualidades de los institutos eran muy caras y Bill solía decir que le gustaría estudiar en el mejor instituto, lo decía como un ideal más que una petición, Anis se sentía un poco presionado por querer darle su sueño, pero no podría, necesitaría ahorrar un año para si quiera tener la seguridad de pagar su primer año de estudios.

Estaban en el nuevo departamento, ya habían cenado y solo descansaban en la cama luego de hacerse dado placer. Anis no quería hacerle daño y aunque Bill insistía que podía ir a más, que podía hacerle el amor, Anis siempre se negaba, Bill tenía diecisiete años y aunque había madurado Anis lo seguía viendo como un niño.

—¿Cuándo me harás el amor? —preguntó con un puchero.

—Con esas cosas no se juega Bill, llegará su momento, por ahora estamos bien así, ¿no crees? Además estoy estresado. —Se llevó las manos al rostro, estaba cansado y estresado.

—¿Qué pasó esta vez?

—Averigüé las mensualidades de tus estudios y…

—Anis, debo trabajar, cuando termine la escuela buscaré un trabajo medio tiempo, no soy un niño, podré pagar parte de mis estudios.

—¿Más de quinientos euros al mes? —Bill se puso serio—. Así cuesta lo que quieres en el lugar que quieres.

—Entonces buscaré un instituto barato.

—Tampoco quiero que estudies en uno que luego no sirva, quiero darte lo mejor…

—Siempre lo has hecho. —Se acercó y lo besó—. Siempre me has dado todo lo que he querido. —Y justamente por eso quería darle la oportunidad de que estudiara en una institución de prestigio.

*

Un día común, mientras Anis trabajaba repartiendo las correspondencias de una distinguida empresa, uno de sus compañeros le pasó un sobre.

—Hey, creo que tu mamá mandó esto, llegó con el periódico —dijo su amigo. Era un sobre cerrado color crema y Anis se inquietó.

Cuando lo abrió se sorprendió de que era una tarjeta de crédito y un número de teléfono para su activación que decía “llámame para activar la tarjeta, no quiero que le falte nada”. Anis pensó en su madre Helen, en si ella ahora era una mujer de bien y ahora hacía eso.

Llamó al teléfono y la voz que le contestó no era la de Helen, era la de una tal Simone que no le quiso dar explicación, solo le dijo que enviaba ese dinero para Bill, para alguna cosa que deseara.

—Pero, ¿usted quién es?

—No lo diré, yo sé que Bill está mejor con usted ahora, prefiero eso a que esté con Sido.

—¿Usted tiene algo que ver con eso? No queremos problemas.

—No tengo nada que ver con lo acontecido con Sido, solo quiero que el chico esté bien y reciba lo que nunca pude darle. Eso es todo. —Colgó y Anis pudo darse cuenta de que quizá esa tal Simone habría sido la mujer que abandonó a Bill.

*

Bill nunca supo de la procedencia del dinero, solo se enteró que Anis tenía lo suficiente como para hacerlo estudiar. Sería un gran chef.

Aun con diecisiete años, fue a su primer día de clases en ese prestigioso instituto. Llevaba un decente uniforme y Anis pudo comprarle todos los utensilios necesarios que le pidieron.

Una noche Bill le preparó una cena especial, era un plato muy sofisticado de esos que tenían un nombre complicado con ingredientes extranjeros. La mezcla de sabores era perfecta, Anis no podía estar más complacido.

Luego de lavar los platos, Bill entró a la habitación y se recostó al lado de Anis, éste lo miró y sonrió. —Quiero ser tu postre, sé el mío —pidió en un susurro. Anis rió ante eso y suspiró pesadamente—. Te amo, Anis.

Anis había sido su madre y padre, también hermano, pero esa noche se convertiría en algo más, se volvió su amante. Le hizo el amor por primera vez.

Los dos se miraron en la casi oscuridad de la habitación, Bill aún seguía agitado, sorprendido, adolorido, emocionado, una mezcla de todo, pero muy complacido. Anis estaba más calmado y solo optó por besar la frente de Bill para dormir. —Buenas noches, mi precioso, amé esto. —Se recostó y cerró los ojos. Bill suspiró y se acomodó sobre su pecho, Anis acarició su cabeza enredando sus dedos entre sus cabellos lisos.

—Anis.

—Dime.

—¿Estarás siempre conmigo?

—Siempre lo he estado, siempre lo estaré. —Y eso era lo que Bill ansiaba escuchar.

Esa noche durmió y soñó que era arrullado por los brazos fuertes de un hombre, él era un pequeño bebé con ropón celeste que había llegado en una caja de cartón para quedarse para siempre.

Fin

Espero les haya gustado *-* pronto subiré nuevos fics y capítulos nuevos de los que ya he subido.
Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas.
Gracias por leer~

3 comentarios:

  1. agvsfavsa *o* ,Graciaaaaaas!!!!"! *-* Pink <3 es la primera vez que me dedican un capitulo ;-; ,me, siento tan halagada :3 gracias gracias gracias *-* valio la pena esperar :3 , este cap estuvo tan hermoso <3<3<3.. Que el amor de tu vida te salve es realmente perfecto, que el amor de tu vida sea mayor que tu no importa, que el amor de tu vida te haya protegido desde siempre es increiblemente mágico <3.Todo esto es verdaderamente amor :'). Y poder sentirlo a través de tus palabras es realmente agradable, es encantador y adictivo :-Q hehe .Gracias pink por darnos tn geniales momentos <3. n.n

    ResponderEliminar
  2. Ayyyyyyyyyy Pink que lindo fin!!! Me encantó este fic... espero puedas hacer mas de estos!!! Besos.

    ResponderEliminar
  3. OMG! Se que dije que no me agradaba Bushido! Y sinceramente nunca me habia leido algo Billshido, pero ahora que termibe de leerlo solo puedo decirte una cosa! PERFECTO! *-* Ame el fic, ame a Bill, ame a Bishido tan lindo! Odie a Sido por ser tan malo! Pero me alegro que al final Bill y Anis quedarn juntos independientemente de la gran diferencia de edad ellos necesitaban estar juntos! Y una vez mas reafirmo lo mucho que tu historias me atrapan y amo cada una de ellas! Casi me hago fan del Billshido es que fue so cute :333 Espero que pronto puedas escribir algo de ellos de nuevo :3 Cuidate y sigue disfrutando tus dias de descanzo :)

    ResponderEliminar