Hola a todo :3 aquí un capítulo más de este fic complejo u_u lamento la demora! Espero seguir actualizando seguido. Los quiero *-*
Sus manos aún temblaban, aún no podía creer lo que había pasado, todo había sucedido tan rápido.
Aún estaba desnudo y podía ver las marcas moradas en sus costados, en su cadera, Tom lo había magullado. Sentarse le costaba, estaba que reprimía sus sollozos, ya no quería llorar más, quería desaparecer como aquella vez en que no vio ni sintió esperanza, sin Tom. Pero esta vez se sintió sin él completamente pues aunque lo amaba, sabía que amaba a un monstruo del cual preferiblemente debía alejarse o terminaría muerto.
Había dejado el cuchillo de cocina en la mesita de la sala. Tom no había querido irse, Bill tuvo que amenazarlo con llamar a la policía, entonces prácticamente el otro salió corriendo de ahí, dejándolo solo completamente con aquel cuchillo en mano. Si tan sólo tuviera el valor para matarse, hace rato lo hubiera hecho, pero no podía, era un cobarde, no podía ni siquiera matarse…
—Vamos, que cobarde, toma ese cuchillo y acábate —se dijo a sí mismo pero inmediatamente su niño interior salió suplicante, aquella voz de la conciencia que todos tenemos —No puedo, sniff… —Empezó a llorar otra vez.
Se dirigió a su habitación para tomar un baño, lo necesitaba con urgencia… Luego de todo, las horas habían pasado y él se sentía morir. En la oscuridad de su habitación sólo quería dejar de pensar en Tom, pero no podía, y no podía creer que pese a todo, lo extrañaba en sobremanera.
Regresó a la sala y pudo sentarse frente a la mesita de centro en la cual yacía aquel filudo cuchillo… había un dolor intenso que quería salir de él, su mente maquinó una serie de cosas para sentirse más tranquilo. Tomó el cuchillo y sintió como los latidos de su corazón se aceleraban en esa sensación de querer sacar su dolor… pasó la punta de su dedo índice por la parte filuda del cuchillo.
—Sí… —musitó al sentir el ardor producto de la herida, pero luego su mano tembló al darse cuenta de que deseaba aumentar ese daño —no estoy bien, no está bien —aún dentro de él estaba esa voz salvadora, aquel impulso que había creado para intentar salir a delante.