miércoles, 19 de noviembre de 2014

Cautivo - 19

Hola a todos *-*~ aquí les traigo un capítulo de este fic, se llama "El depredador" y sabrán por qué, es un poco del pasado de Tom, Lo que está en cursiva habla del pasado~ Los quiero :3
—¡Tom! —Llamó la abuela Dunja, su nieto jugaba con algún animal afuera en el bosque —No quiero que metas ninguna cosa rara aquí, ¿me oíste? Además es tiempo de hacer tus deberes. —Tom entró a la casa, se limpió los zapatos del barro y se adentró corriendo hacia el baño a lavarse las manos. Su abuela alistó la mesa para que se sentara y tomó algunas separatas. Las materias se ponían difíciles para que ella se las explicara. Tom regresó y se sentó a la mesa muy agitado. —Trata de no moverte mucho, me mareas —Ella le sonrió y Tom suspiró calmándose. —Bien, la clase que nos toca estudiar hoy es sobre la cadena alimenticia, qué fácil ¿verdad? —Tom asintió. —Entonces, según este libro, en la naturaleza los animales se encuentran íntimamente correlacionados en lo que se refiere a la búsqueda de alimentos, protección y reproducción. —Miró a su nieto, estaba escribiendo en su cuaderno lo que ella le dictaba —Se entiende, ¿verdad? —él asintió y ella sintió algo de pena.

No era correcto que él siguiera teniendo clases con ella, aunque lo hacía por la economía, no era correcto, debía ir a la escuela como los demás niños.

—Tom —Tomó su mano y éste la miró — ¿Cuándo hablarás? —Se lo preguntó sincera, con pena en sus ojos, acariciando la mano del niño. Tom se asustó un poco, no sabía qué contestarle.

Tenía ocho años y no hablaba, era bastante raro, hasta podría decirse que tenía un problema serio, tal vez algo en su cerebro, la abuela se imaginaba de todo y ya había hablado con un médico la última vez y le dijo que todo estaba bien en él, que sí podía hablar.

Tom la miraba algo incómodo, acarició la mano de su abuela para tranquilizarla.

—¿No puedes? —Tom no dijo nada, sólo agachó la cabeza algo apenado por la insistencia de su abuela. Ella se levantó de la mesa y fue por algunos juguetes de Tom, debía dar la clase y dejar de consternar así a su nieto, era un niño, si no quería hablar sería por alguna razón. —Aquí tengo a tu león favorito y este otro animalito, el señor ciervo, los pondremos en su hábitat y simularemos la cadena alimenticia, ¿de acuerdo? —Tom más animado asintió mirando como su abuela le explicaría los eslabones de la cadena alimenticia. —Debo traer algo de vegetación —Llevó a la mesa una maceta con una planta y ella empezó una especie de teatro. —El primer eslabón son las plantas, la energía, luego viene el pequeño ciervo ¿qué crees que hará? —Tom señaló la planta. —Exactamente, el segundo eslabón serán los herbívoros, los que comen las plantas, en este caso el señor ciervo —Le pasó al león —Y mientras el cervatillo está comiendo, ¿qué pasará? —Animó a Tom a participar y éste tomó el leoncito de plástico acercándose al ciervo y simuló una mordida, la abuela hizo que el ciervo cayera en la maceta mientras Tom jugaba al león comiéndose al ciervo. —El tercer eslabón son los carnívoros —Luego, ella sacó de su bolsillo un pequeño cóndor de plástico e hizo como si volara sobre la pequeña escena —Luego de años, ese león caerá muerto porque será anciano y viene el señor cóndor, el cuarto eslabón en nuestra cadena, los carroñeros, y ¿qué crees que pasará? —La cara de Tom era de total decepción, se cruzó de brazos mirando como su abuela hacía que el cóndor bajara sobre el león que yacía muerto ahí, sin pensarlo Tom lo tomó y lo escondió. —Lo sé cariño, es sólo una manera de explicar la cadena alimenticia, no haremos que se coma al león.

Luego de la clase, después de hacer la tarea, era la tarde y la abuela preparaba una tarta en la cocina, escuchaba su música favorita, un vals clásico, mientras su nieto jugaba afuera. Ella cantaba amena con sus manos llenas de harina hasta que creyó escuchar algo. Caminó hacia la ventana de su cocina y agudizó su oído, era Tom que reía, estaba jugando. Ella creía que podía escucharlo hablar, pero eso sería imposible.

—Estoy sorda —se dijo a sí misma, pero no aguantando más salió de su casa y caminó hacia la dirección en donde escuchaba la risa de Tom.

—No me comas… —Dijo con una voz aguda, la abuela lo escuchó y su corazón saltó de la emoción, era casi la primera vez que escuchaba la voz de su nieto tan clara y nítida, ella prefirió ocultarse detrás de un árbol, quería mirar qué hacía Tom, se asomó y lo vio sentado entre las hojas secas con ambos animalitos de juguetes, el ciervo y el león —Es la cadena alimenticia, señor ciervo —E hizo que él león se acercara aún más, pero él hizo correr al ciervo, se escuchaba las hojas secas crujir, Tom gateó un poco, jugando con ambos juguetes, hasta que en su juego, el león cazó al ciervo. —Oh, no, no, no, no me coma, eso me duele, me duele mucho… —Simulaba una voz aguda, la abuela se tapó la boca para contener una risa, estaba emocionada de escuchar a Tom hablar tantas palabras seguidas. —Pero si no te como, ¿qué comeré? —dijo con voz más grave, levantó del suelo al ciervo e hizo como si ambos animales hablaran —Oh, gracias por no comerme gran león, podemos comer plantas, las plantas no sienten dolor — avanzó con sus juguetes hacia una planta y simuló que ambos animales comían ahí, luego como la abuela había hecho, sacó al cóndor de su bolsillo y lo hizo volar haciendo un sonido como si el cóndor fuese un avión —es el cuarto eslabón —hizo hablar al ciervo —nos comerá a ambos —hizo escapar al ciervo y jugó a que el león tuviera una batalla con el cóndor, los sonidos que hacía eran simulando una sangrienta batalla, el cóndor cayó patas arriba sobre las hojas secas, y luego hizo que el león buscara al ciervo asustado. —Señor ciervo, estás a salvo y yo también, he matado al cóndor por ti —simuló un beso entre ambos animales y la abuela no pudo más, estaba emocionada no por el juego, sino por escucharlo hablar, Tom se sobresaltó y miró hacia donde creyó escuchar la risa de su abuela, ella no pudo mantenerse por más tiempo oculta y salió, avergonzando mucho a Tom, le había escuchado de seguro.

—Cariño, eso fue increíble —Tom le frunció el ceño y retrocedió molesto, se sentó otra vez agachando la cabeza, abrazando sus rodillas —¿Qué pasa Tom? —la abuela se le acercó y puso una mano sobre su hombro, la cual Tom quitó molesto. —Tom, no me trates así, puedes hablarme ahora, sé que sabes hablar, eso es bueno. —Pero Tom no le dijo nada.

Algunos días después, la abuela lo vestía con sus mejores ropas para su primer día en la escuela, ella lo analizó mucho, Tom no hablaba porque no tenía con quién hacerlo. Cuando él nació, su madre era apenas una adolescente de 16 años, se fue a vivir a la casa de su pareja, un adolescente de su misma edad. Dunja sufrió mucho por su hija, aún no tenía madurez para criar a un hijo. Ella se ausentó de casa casi dos años, los cuales nadie sabía lo duro que fue para ella criar a un bebé que le arruinó la vida y soportar a sus “suegros” tratarla como una mujerzuela sólo por salir embarazada. Cuando Tom tuvo dos años, su hija regresó a casa, y lo dejó ahí con su madre, ella desapareció luego de eso. Dunja supo años después que su hija se había suicidado, la llamaron a reconocer el cuerpo, y le dio sepultura, su hijo tenía cinco años, aún no veía la gravedad de quedarse sin madre pues él consideraba madre a su abuela. De su padre, Dunja no supo nada, sólo sabía su apellido: Trümper.

Salió con su nieto hacia la escuela más cercana de aquella cabaña, casi media hora de camino. Tom no podía evitar estar ansioso y casi asustado, sabía a donde iría, pero no podía imaginarlo. Cuando la abuela frenó, ella tocó sus manos frías y trató de calmarlo.

—Tom, cariño, es aquí donde todos los niños van, debes hacerlo, entrarás conmigo hoy y tengo algo para ti —Sacó de su cartera unos lápices de colores —Mira, son lápices de colores, son especiales, distintos a los que tenemos en casa, te los regalo hoy porque es tu primer día aquí —Tom sonrió contento y tomó aquella caja en donde los colores brillaban ante sus ojos, trató de calmarse, abrió su mochila y metió la caja ahí haciendo espacio entre sus pequeños juguetes, su león, su ciervo y el cóndor.

Ambos bajaron y Tom tomó la mano de su abuela, entrando en aquel lugar lleno de niños que hablaban, corrían por entre los pasillos, él era el único que entraba con su abuela, la mayoría entraban solos. Fueron a la dirección, él no entendía bien lo que su abuela explicaba a cada persona adulta, lo único que él quería era que no lo dejara solo en ese lugar que presentía peligroso. Fueron a un aula acompañados de dos señores, y la abuela se detuvo en la puerta, se agachó a su altura y le dijo:

—Tomi, es aquí, esta es tu aula, y esta tu maestra —Le presentó una señora con una sonrisa amable —Tendrás muchos amigos con quien jugar —Tom no dijo nada. La abuela se puso en pie y explicó a la maestra que él no era de hablar pero que entendía, que sí sabía cómo hablar pero que era tímido, no le encontraba otra explicación. La maestra vio en él un niño asustado, así que tomó su mano y ella misma lo hizo pasar, Tom tembló de miedo al darse cuenta de que su abuela lo dejaba, pero no podía hablar, no sabía exactamente qué decirle, sólo se desesperó en cuanto dejó de verla, sintió una soledad que lo asustó, casi lo sintió como si ella no le quisiera, como si no le importara que sufriera en ese lugar, sólo por no hablar, sólo porque debía ser como los otros… comenzó a llorar de puro miedo, no era miedo a lo nuevo, era miedo a ese sentimiento de profunda soledad, los niños lo miraban algo asustados, él era un niño de ocho años como ellos, no era un párvulo de cinco, era raro ver llorar a un niño de esa edad por entrar a clases, lo común era que llorase por un golpe o algo así.

La maestra fue hábil y lo puso cerca de ella, en su pupitre, no quería dejarlo solo con los otros niños. Y cuando Tom se calmó, se quedó en la esquina del aula, asustado de todo, por más que la maestra le puso una hoja de papel sobre su pupitre para que dibujara algo. Luego, cuando todos los niños estaban en su sitio, ella lo presentó.

—Él es nuestro nuevo compañero, Tom —Los niños corearon un “bienvenido Tom”, pero éste no contestó nada. —Y como es alumno nuevo dejaré que se siente conmigo en mi pupitre y todos seremos sus amigos ¿de acuerdo? —Los niños parecían animados, menos Tom.

Las horas pasaron y Tom estaba sentado en el pupitre de la maestra mientras esta daba la clase, él trataba de concentrarse en ella, su abuela le había dicho eso, pero el sonido de tantos niños lo incomodaba demasiado, arrugó la hoja de papel que tenía en sus manos, la maestra lo miraba de rato en rato, cada cosa que hacía le parecía extraña, se mecía en aquella silla como conteniéndose de algo.

—Tom, ¿deseas ir al baño? —interrumpió ella, Tom sólo la miró sorprendido, pero no dijo nada, él no quería eso. —Responde —Agachó la cabeza, avergonzado. La maestra lo dejó y continuó con su clase.

Luego escuchó una campana y todos los niños salieron corriendo del salón hacia el recreo, la maestra animó a Tom a salir, aunque Tom lo sintió como si ella lo echara del salón, imposibilitado según él de quedarse, salió y se quedó parado cerca de la puerta, se apoyó en la pared, asustado del caos que veían sus ojos. Algunos niños lo empujaban, otros niños lo llamaban para jugar, pero él no hacía caso a nadie. Su maestra salió pero no le dijo que podía pasar, así que se quedó ahí cerca de la puerta, luego vio entrar corriendo a algunos niños de su clase, éstos entraban y salían, corrían, gritaban y reían, algo que Tom no entendía por qué de ese comportamiento tan raro para él. 

Y luego vio a un niño salir con algo en sus manos, algo que él conocía… sólo podía ver la cabecita con cuernitos de uno de sus juguetes, su “señor ciervo” era llevado en una mano por un niño que luego en el patio se lo mostró, era una obvia provocación. Tom se llenó de enojo, tanto así que todo su cuerpo de preparó para atacar al otro, no había sentido esa sensación antes, pero imaginaba las manos de ese niño sobre algo que era suyo, ¡cómo osó sacar sus cosas y luego restregárselo en su cara! Tom olvidó toda timidez en ese momento, lo único que quería era recuperar lo suyo y hacer pagar a aquel sujeto por haberlo tomado, no encontraba en su mente otra salida, así que sólo se acercó con ira en sus ojos, una ira que el otro niño no se percató y sólo le sonreía iniciando un nuevo juego para Tom, perseguir a alguien, corrió con una risa en sus labios, mientras Tom corría con la ira llenándole el cuerpo, lo paseó por todo el patio con “señor ciervo” en una mano, mostrándolo de rato en rato, sonriéndole amistosamente, pero Tom todo eso lo veía como una vil provocación, una maldad enorme y sin razón, una crueldad hacia su persona. Así que la cólera pudo más y saltó sobre el otro, provocando su caída en el pavimento del patio, estaba tan furioso que gritaba airado sobre el cuerpo del otro niño propiciándole una golpiza que no podía parar, sólo cuando vio a “señor ciervo” tirado a un lado del otro niño, Tom lo tomó en sus mano y observó si estaba intacto, si nada le había pasado, hasta que sintió la mano de alguien mayor apretar su brazo con rudeza, él se asustó y vio, aquel hombre alto, el auxiliar de aquel lugar, pocas veces había visto una figura masculina como aquel, se asustó tanto y fue conciente de todo el daño causado, el otro niño ensangrentado llorando histéricamente en el suelo, los demás niños estaban asustados mirándolo. El auxiliar lo jaló del brazo mientras algún otro profesor cargaba en brazos al otro niño. Aquel hombre alto se percató que Tom tenía un juguete no permitido en la escuela, así que usando su fuerza se lo arrebató y Tom gritó airado y mordió el brazo del auxiliar quien lo cargó llevándolo hacia la dirección, Tom golpeaba su espalda, estaba tan molesto y a la vez asustado, prácticamente se defendía pensando que ese hombre le haría daño. El auxiliar se percató que Tom temblaba demasiado e incluso se había orinado en sus pantalones. Lo soltó en la dirección, era un niño descontrolado, histérico y lo único que quería era no ver a aquel sujeto cerca de él y recuperar su juguete, nada más.

—¡Calla, niño! —Otro hombre le dijo, uno mayor —¿Qué le pasó a tu brazo? —Preguntó al auxiliar.

—Este niño me mordió, golpeó a otro allá abajo, y no me responde nada, no habla.

—¿Cómo que no? —se le acercó y tomó su rostro, Tom quitó aquella mano desconocida de él, y se encogió en aquel lugar. —¿Cómo te llamas? Deja de llorar, mira todo lo que causas. —Luego entró su maestra asustada, le habían pasado la voz de un incidente sumamente grave con los niños de su salón.

—Señor director, no sé qué decir, este niño es nuevo, entró hoy, su abuela me explicó que era un niño tranquilo, sólo poco comunicativo, en mi aula no causó problema, jamás imaginaría que golpearía así a otro niño. —Los adultos rodearon a Tom, quien se encogió aún más, algunos le recriminaron cosas, la maestra llamó a su abuela.

Una hora más tarde, Dunja lloraba en la dirección sin poder controlarse, abrazaba a su nieto, éste se aferraba a ella sentado en sus piernas, trataba de consolarla, aunque no sabía cómo, pues él nunca le había causado algún problema así.

—Él no es ningún monstruo como ustedes dicen, él es noble, un buen niño, su institución carece de trato para los niños —Volvía a llorar y se secaba las lágrimas con un pañuelo, Tom se perturbó un poco por esa imagen, miraba con odio al director.

Al final de la discusión. Dunja salía con su nieto de la mano pero éste se detuvo y la miró con lástima.

—El señor ciervo —Le dijo y ella se emocionó al escucharle hablar, el director puso los ojos en blanco ante esa escena tan rara. Tom señaló al auxiliar con desprecio.

—Señor, usted tiene un juguete de mi nieto.

—Por esta pequeñez casi le parte la cabeza al otro niño, señora, su nieto tiene serios problemas. 

—¡Ya no me hable así! Nunca más vendré a este colegio. —Tom se sintió orgulloso de su abuela. Y luego vio como el otro hombre le entregaba su juguete a la abuela. Luego de aquello salieron ambos de aquel lugar.

Al llegar a casa Dunja le quitó los colores nuevos que le había regalado en la mañana, le dijo que de todas maneras su actitud en la escuela era reprochable y muy mala, fuera lo que fuera que hubiera pasado, así que lo mandó a dormir sin cenar, le dijo que no iría a esa escuela nunca más, pero que iría a otra dentro de poco, que así debía ser.

Tom en su cama, sacó de su mochila a sus juguetes, limpiando bien al ciervo con parte de su sábana, otra gente lo había tocado. Se recostó y puso a ambos animalitos sobre su pecho, pero ocultando al león, la luna entraba por su ventana e iluminaba aquella escena.

—Gran león —fingió una voz aguda, y luego puso al león sobre su pecho, e hizo que ambos animalitos se acercaran —Lo extrañé mucho, en verdad mucho, mucho —Hizo hablar al ciervo y luego en su mente veía como aquel león lamía la mejilla del ciervo —Jamás permitiré que lo alejen de mí, señor ciervo —Hizo hablar al león con una voz grave.

A Tom se le hizo raro hacer besar a los dos juguetes, pero le nació hacerlo. Así se quedó dormido.

*

Estaba arrinconado otra vez, y toda esa sensación de que le quitaban algo, que se sentía amenazado, regresó haciéndole estar alerta, casi paranoico por una reacción que nadie tomaría hacia él en ese momento… lo que todos los presentes querían era que él se fuera, pero él no lo hizo, sólo retrocedió y se quedó apoyado en la puerta mientras veía como la señora presente y Bill estaban arrodillados ayudando a ese hombre anciano a levantarse, a Tom le empezó a doler los nudillos de una mano, así fue conciente que le había impactado con su puño en el rostro de ese señor. El llanto de Bill lo sacaba de quicio, quería que se callara, eso era como un martirio que le recordaba que otra vez había cometido una barbaridad, una más de las tantas que en su vida había cometido.

—¡Joder, Tom! —Gritó Bill, furioso —¡Qué haces ahí parado como un idiota, vete! ¡Al menos llama una ambulancia! ¡Pero no estés ahí, no aquí!

—Tranquilo —Le dijo el doctor Müller intentando sentarse en el suelo, su esposa había traído un pañuelo con alcohol para su herida. —No griten en mi casa, sólo quiero que se me pase el mareo que tengo y me pondré en pie, no tienen que llamar a ninguna ambulancia.

El doctor se levantó de ahí y lo condujeron hacia dentro de la casa, la esposa y Bill lo ayudaban. Tom se quedó en la salida, y decidió irse de ahí.

—Joven —Llamó la mujer anciana. —Mi esposo lo invita a pasar —Tom la miró y dudó mucho, ahí adentro estaba Bill, y no quería seguir causando daño, había entendido que aquel hombre no era algún pretendiente de Bill, por ese lado estaba más tranquilo.

—No gracias, yo… no me siento bien, que me disculpe su señor esposo, si debo pagar algo lo haré —Sacó su billetera algo nervioso por no saber cuanto dinero dar— ¿Cuánto sería?

—Nada, mi esposo desea hablar con usted —eso lo intimidó, sabía que le reclamaría el golpe, tal vez quería denunciarlo. El león estaba acorralado y se asustó.

—No, yo me voy, tenga —le extendió cien euros, se quedaría sin dinero hasta el otro mes. Bill salió de la casa y miró serio a Tom.

—El doctor quiere hablar contigo —ahora si Tom estaba aún más nervioso.

—Yo vine por ti, no por ese hombre, no sé quien es, no deseo hablar con él.

—Ah, entonces vete Tom, lárgate de aquí y nunca más intentes buscarme —Su voz se entrecortó, ya estaba por llorar otra vez… su temperamento débil y sensible salía en cuanta discusión se encontrara —renuncia a mí en este instante... sniff —sus lágrimas caían pero no se detuvo —renuncia y sé el mismo de siempre, anda… —Tom pareció encresparse de ira otra vez, se sentía rechazado y muy vulnerable, pero las lágrimas de Bill podían con él, su corazón latía nervioso, todo su cuerpo era un manojo de nervios aunque aparentara estar firme, estar fuerte y duro. Bill no vio ninguna respuesta, casi creyó ver un sonrojo de parte de Tom y sus ojos aguarse, lo notaba tenso, ahí parado a punto de subir a su auto, Bill caminó hacia él con cautela, algo asustado y sin poder disimular todos sus temblores y sollozos.

—No te me acerques —Le casi susurró cuando lo sintió muy cerca 

—Bill, por favor. — Bill tomó su mano, estaba tan fría, la tomó con ambas manos y presionó un poco, con delicadeza, una delicadeza que asustó un poco a Tom, tenía miedo romperlo, tenía miedo tomarlo y llevarlo al auto, meterlo ahí y llevarlo para siempre, con él, sólo para él y nadie más, como su pequeño tesoro, para que nadie más intentara quitárselo, para que nadie más se atreviera a mirarlo. Tomarlo cautivo otra vez…

—¿Me amas? —Preguntó cerca de sus labios, intimidando mucho a Tom, éste retrocedió un poco manteniendo una distancia prudente, y agachó la cabeza controlando sus ganas de tomar el control con sus manos. —Tom… contéstame por favor, yo no sé lo que sientes por mí.

—Sí lo sabes, te lo dije. —Se zafó del agarre de Bill y retrocedió aún más, Bill avanzó.

—Pues no lo creo ni lo siento, no me lo demuestras.

—¿Tenemos que hablar de esto aquí? —Tomó la mano de Bill —Ven conmigo, vámonos de aquí.

—No, primero debes hablar con el doctor, no iré contigo a ningún lado para volver a lo mismo. —Tom lo soltó con temor, pero aún su mente tramaba cómo llevárselo de ahí, Bill esta vez lo notó y retrocedió un poco.

—No huyas de mí…

—No huyo, estoy aquí.

—No entraré a hablar con un desconocido que no entiende mi situación, no lo haré.

—Está bien, no lo hagas —Se le acercó y tomó su rostro firmemente con ambas manos y le plantó un beso, no uno suave, sino uno intenso que puso tenso a Tom, lo hizo retroceder y casi tropezar, se asustó un poco. Bill se separó jadeante, y lo miró ruborizado. —Adiós Tom, olvídate de mí, que te quede claro que lo intenté. — Seguido lo soltó y le dio la espalda adentrándose en la casa, esperando que Tom lo siguiera…

Pero no lo hizo, se quedó ahí mirando como su gran amor se alejaba y luego la puerta de aquella casa se cerró en su delante. Se sintió solo… empezó a angustiarse, pero en vez de avanzar, retrocedió y se metió al auto que tomó prestado.

Manejó cerca de dos horas, hasta que vio la gasolina faltarle al auto. Se le pasó por la mente algo que nunca había pensado… ¿Y si moría? Qué sentido tendría vivir causando daño… y si estrellaba el auto, acabaría con todo de raíz, él no se tenía esperanza.

—Bill no sufriría más… —Habló con una voz débil, las manos en el volante le temblaban… quería morir. Un recuerdo infantil cruzó su mente en ese momento, aquel recuerdo de que una fiera podría convivir con su presa si sólo aprendía la forma de hacerlo —No puedo, eso son idioteces —Cerró sus ojos y sintió su corazón latiendo a mil… esperó algo y ese algo sonó como un estruendo en la pista, algunos carros giraron esquivando su auto.

—¡Idiota, cuidado! —Gritó un conductor y él se llenó de miedo, estuvo a punto de morir, aquel susto le hizo arrepentirse…

Retrocedió al punto de partida, y regresó a aquella casa, estaba nervioso, no quería, pero era lo que Bill le había dicho, quizá tenía razón, quizá, nada perdía intentando…

—Tom, ¿verdad? —le dijo el anciano con una venda en el labio, Tom asintió y el hombre le invitó a pasar… él ni sabía quien era ese hombre, pero tenía algo que decirle y Tom estaba curioso.

Se sentó en la sala y aquel anciano se sentó a su lado, lo miró y Tom se intimidó, se incomodó.

—Lamento haberlo golpeado… no sé quien es usted…

—Soy el doctor Müller, Bill es amigo mío, y quiero ayudarte sólo si tú lo deseas…

El león se vio acorralado otra vez, tenía miedo de cambiar, sabía que no podía hacerlo.

—No puedo cambiar…

—No, pero puedes mejorar, ¿cierto? Estás aquí, es un gran, gran paso, mañana puedes dar otro, y pasado otro, entonces verás que sí es posible. —Tom lo miró y vio una sonrisa en el doctor, trató de relajarse y confiar, cómo le costaba hacerlo. —¿Por Bill? Por ese niño lindo, ¿crees poder intentarlo? —algo revoloteó en su vientre, sólo Bill, la mención de su nombre producía eso en él, agachó la cabeza y se sonrojó pues vio que el doctor descubrió que estaba enamorado de Bill, aún no sabía cómo sabía esa información.

—Por él… —se lo dijo a sí mismo y se lo repitió unas veces más para estar seguro de lo que estaba haciendo —Por Bill.

—Y por ti…

Y así empezaría el proceso de sanidad que él necesitaba… nadie sabía si funcionaría o no, pero nadie perdería nada intentándolo…


¿Comentarios? ;_; nadie comenta u_u quiero pensar que es porque ya han leído estos capítulos... pronto estaré subiendo los nuevos. Gracias por leer *-*

7 comentarios:

  1. Me encanta esta historia y ya quiero leerlos nuevos capítulos, y saber que más pasa en la relación de Bill y Tom >.<

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  2. Oh por Dior (/-\) Debo de decir que he empezado a leer esta historia en la mañana y ¡Me ha encantado! Pocas me han cautivado y está en especial me ha tocado ��. Sigue pronto por favor estaré esperando a por ella (:. (-Sailly(:)

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  3. Lindo eh leido todos los caps buenisimo :) me encanta

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  4. Ouuw, fue hermosooo, espero que se mejore pronto y vuelva con mi Billa t-t, sube pronto pls <3

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  5. Gracias a todos por sus comentarios, espero les guste el capítulo que sigue :3 aunque este fic es muy triste u_u
    <3<3

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