Hola a todos *-* no puedo creer que el 11 de abril fue la última vez que publiqué este fic, así que retomarlo me ha costado pero más que todo se debe a la insistencia de ustedes, me animaron a seguirlo *-* Si no recuerdas lo que pasó pues te diré que se quedó en que Tom empieza a experimentar los cambios extraños pero aun no recupera la memoria. Bill sigue en la Pen House, pero Furst planea mudarse. Si quieres leer los demás capítulos los encuentras aquí.
Tom se quedó asustado de su nuevo descubrimiento, no era un humano normal, antes había sido un gato, ¿cómo así? No lo sabía, pero no era nada normal haberse lanzado del quinto piso de su departamento y haber caído bien, aunque se raspó las manos en el proceso.
—Meow —dijo para escuchar su propia voz, se sorprendió de que salió casi similar a la de un gato, pero luego se sintió ridículo andando en sus cuatro extremidades, buscando respuestas.
“Algo anda mal, algo no está bien pero no iré al médico.” Observó la herida en su pecho, había cicatrizado más rápido de lo esperado y un poco de pelo rubio había crecido. “¿No se supone que las heridas tardan más en cicatrizar?” frunció el ceño y decidió irse a casa, aunque era de noche y no tenía sueño, buscaría con qué entretenerse mientras esperaba a su mamá de la cual ni recordaba su nombre.
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Bill jugaba con el cascabel que Jared le había regalado, ese sonido le erizaba la cola de una forma que le agradaba. No había salido de la habitación en todo el día.
—Prrr… prr… —Hacía tiempo que no ronroneaba, no podía recordar cuándo había sido la última vez que sentía esa agradable sensación en su bajo vientre—. Oh… —gimió haciendo sonar más fuerte el cascabel, ¿qué cosa era eso? ¿Por qué lo despertaba de esa forma? Giró en la cama poniéndose boca abajo y su cola se esponjó moviéndose en el aire. Casimir miraba todo a un lado de la cama, Bill parecía estar en celo y el gatito comenzó a maullar de forma sexual—. ¡Cállate! —dijo Bill dándose cuenta de que Casimir quería montarlo—. ¿Qué te pasa? —“Qué me pasa a mí”, pensó recriminándose y frunció el ceño, su mano agitaba ese cascabel que lo ponía caliente así que dejó de hacerlo sonar y su corazón poco a poco dejó de bombear excitado—. Uff… —se dejó caer en la cama. Otro día que pasaba y no quería moverse de ahí.