Adultez - 16

Hola a todos *-* espero les guste este capítulo, quizá sí :D espero saber su opinión pues me gustó mucho escribirlo. *u* 

Bill lo abrazaba y casi Tom no se lo podía creer. Le había costado tanto llegar hasta ahí, sobre todo por sus propios pensamientos que perturbaban su cabeza acusándolo y haciéndole sentirse el peor hombre del mundo. 

“Olvídate de ese niño, eres Tom Trümper y puedes conseguir una docena de ellos”, se decía a sí mismo mientras caminaba por las calles de la gran ciudad congestionada, cerca del hospital que Bill había abandonado porque le dieron de alta. “Nadie es como Bill” fue otro de sus pensamientos que contradecía a los tantos negativos que tenía. “Vaya, enamorado de un niño, quién lo diría, Tom, te enamoraste…” “No, no es para tanto, no me he enamorado, no, todo menos eso”. “Sí, maricón, te enamoraste de ese niñero”. “Que no y es cierto que puedo conseguir otros… sí, no más mujeres, quiero hombres, pero hombres como Bill”. Suspiró inflando sus mejillas. “Quiero muchos Bills”, se dijo y luego rió imaginándose muchos como Bill a su alrededor y una orgía sexual apareció como película en su mente… él les daría a todos por detrás, estaba seguro de eso y luego de sentir lo incoherente, raro, enfermo y loco que eran sus pensamientos decidió dejar de pensar en tonterías o iba a empalmarse en la calle.

—Maldito Bill —dijo mirando a todos lados no sabiendo hacia dónde ir. “Por más que me fuera fácil conseguir otros como Bill, solo quiero a uno”, pensó apenado. 

Había caminado sin rumbo unas cuadras y luego recordó el rostro del padre de Bill, lo alto que era, el cabello muy negro que tenía y las cejas gruesas, todo un Bill pero de mayor. Recordó la forma en cómo lo miró, con desprecio y rabia contenida. Entonces fue cuando se dio cuenta de que quizá su padre se lo llevaría lejos, a la ciudad de Bremen como tantas veces le había insistido y Bill tuvo que luchar estudiando arduo para ingresar a la universidad pues sabía que si eso no pasaba tendría que aceptar la oferta de su papá y mudarse con él.

Se puso frío en medio de la calle, las personas chocaban con él pero Tom solo imaginaba lo que sería perder a Bill, perderlo en todo sentido hasta no poder verlo. Su vientre dolió y tragó saliva de ser consciente de que lo perdía si no hacía algo pero, ¿qué podía hacer? 

Tuvo una idea que lo llenó de adrenalina y le hizo mirar a todos lados en busca de su moto, pero debía ir hacia su anterior departamento. La idea era totalmente descabellada, ir donde Bill y hablar con él esa misma noche, no sabía cómo, pero no se iría de su casa hasta que lo escuchara, pero ¿qué le diría? No sabía, pero estaba dispuesto a doblar sus rodillas para suplicarle que no se fuera o lo que sería peor, sacarlo de casa y llevárselo… eso ería extremo sin embargo el miedo de perderlo le hizo tomar un taxi e ir por su moto.

Ya en la moto, aceleró muy rápido hacia la casa de Bill viendo cómo el paisaje cambiaba de enormes construcciones, mansiones, casonas y negocios a pequeñas casas de la clase media y media baja.

Eso ya no le importaba, Tom amaba la sencillez de Bill.

Cuando llegó a su casa, vio apagadas las luces y luego se percató de la hora, eran más de las doce. Miró todas partes en busca de alguna entrada, cómo entrar porque eso sintió que debía hacer, entrar y hablar con Bill.

Rodeó la casa como un ladrón y solo se le ocurrió entrar por la parte trasera. Había un pasadizo pequeño que separaba la casa de Bill de la de un vecino, era la entrada del patio trasero por donde solían sacar la basura.

“Cómo mierda entraré”, pensó angustiado, viendo la pared del patio trasero, al puerta estaba muy bien cerrada y habían cables de electricidad puestas sobre la pared para evitar la entrada de los ladrones.

Miró a su alrededor, había un enorme y pestilente bote de basura y solo se le ocurrió jalarlo y subirse sobre él. Tuvo que usar su casaca para no ensuciarse las manos y luego, con la misma tocó los cables de electricidad percatándose que no pasaban corriente. Sonrió sabiendo que de seguro con lo ahorradora que era Simone no le gustaba encender la cerca de seguridad. Bien, eso había sido un detalle a su favor y terminó por entrar a la casa.

Al fin conocía el patio de la casita de Bill. Había un olor a conejo muy fuerte y recordó que Bill llevaba a su casa uno de esos animalitos para Liam que curiosamente tenía su nombre: Tom. Vio a varios de ellos correr a su alrededor asustados por su presencia y se quedó quieto para esperar que se disiparan y se fueran a sus casitas para que no hicieran ruido.

Una vez en el silencio, vio una puerta que llegaba a la cocina y supo que debía entrar por ahí. Estaba en su día de suerte, luego de ver que la puerta solo estaba junta, entró hasta llegar a la cocina y de ahí supo guiarse hacia el segundo piso.

Inspiró el aire de galletas y muchos olores agradables que solo había en esa casita y su corazón latió mucho. No quería perder a Bill.

Al llegar a su puerta y entrar su corazón dio todo un brinco al ver a su objetivo durmiendo plácidamente sobre su cama. La luz de la calle entraba por su amplia ventana y todo parecía muy silencioso. Bill dormía de espalda a la puerta, muy bien cubierto por sus mantas celestes con aplicaciones de ositos, muy infantil, pero era de su niñez y duraba tanto que aún lo usaba, además como no tenía visitas, nadie vería esa niñería de su parte.

Tom entró sigiloso y al hacerlo botó un libro de la mesita que Bill tenía, donde muchas veces él había estado sentado haciendo su proyecto de investigación… El sonido no despertó a Bill y Tom sonrió complacido, sabía que estaba bajo los efectos de calmantes como él alguna vez estuvo cuando tuvo la pierna rota.

Se sentó en la cama y sintió la enorme necesidad de recostarse a su lado como lo hacía mientras estuvieron viviendo juntos, apenas algunos días. 

—Bill… —susurró estando detrás suyo y sintió el leve suspiro de Bill quien se removió un poco de la cama, pero no despertó—. No sabes cómo odio todo esto —Fue sincero, era lo que sentía, un odio por la situación, por sentirse solo—. Esto de quererte y no tenerte. —Confesó esperando Bill no despertara. 

—Tú no me quieres —suspiró Bill removiéndose, pero aun dormido y Tom se quedó quieto ante eso, lo había escuchado aun dormido y sonrió pegándose más a su cuerpo tibio. Ya se había quitado los zapatos y la chaqueta.

—Quién dice que no. Te quiero —susurró en su oído y el estremecimiento de Bill fue más fuerte, quería despertar y lo consiguió asustando un poco a Tom pues pudo oír una exclamación de sorpresa y su cuerpo se movía mucho. Bill gritó del susto percatándose de su presencia.

—Shh, no grites —susurró tomando su cintura por detrás y tapando su boca—. No vine a hacerte daño, quiero que me escuches. —Destapó la boca de Bill lentamente.

Bill, muy agitado, dio la vuelta como pudo, evitando el dolor de su pierna para así ver los ojos aguados de Tom en la casi oscuridad de su habitación, ¿cómo es que estaba ahí? Por los calmantes tomados antes de dormir, no pudo escuchar ningún ruido preliminar. 

—¿Cómo entraste? ¡Tom! —reclamó asustado y Tom volvió a taparle la boca, no quería arruinar el momento ni usar la fuerza con él, pero ya estaba ahí, en su casa y no se iría hasta aclarar algunas cosas.

—Por el patio y luego palanqueé la puerta trasera…—Eso era mentira, pero no quería hacerle ver a Bill que le fue fácil entrar—. Necesitaba verte porque de seguro tu padre te va a llevar a Bremen. —Vio los ojos de Bill que lo miraban con temor—. No me temas. —Pidió en un susurro.

Bill luego de mirarlo con susto, por lo cansado que estaba, optó por pestañear seguido y suspirar en el rostro de Tom. Solo acortó la distancia para apoyar su cabeza en su pecho y abrazarlo. —Si estoy soñando no me despiertes —fue lo que dijo y el vientre de Tom dolió contrayéndose en el más agradable placer no sexual de su vida. 

El calor de la manta los relajó a ambos y Bill aspiraba su aroma un tanto extraño, era delicioso pero a la vez no, como si hubiera pasado por un poco de basura, su perfume se había malogrado o algo así, pero no le importó, podía escuchar los latidos del corazón de Tom.

—¿Vas a explicarme qué haces aquí? —preguntó Bill aun apoyado sobre Tom quien suspiró.

—No quiero perderte. Tengo miedo —fue sincero. El gran Tom Trümper tenía miedo de eso y aunque sintió vergüenza por lo que le dijo, no había luz para Bill notara su expresión de temor. Bill se quedó pensando por un momento y luego su mente fue torturada por todos los eventos ya antes pasados, lo de Vicky, lo del rubio cara de ángel, lo de la escalera, su pierna rota por culpa de Tom, así lo sentía.

—¿Sabes a lo que le temo yo? —preguntó aun sin mirarlo—. Le temo a esto, justamente esto… —Lo abrazó con más fuerza—. Esto… —Apretó sus manos en los brazos de Tom y los acarició—. A que soy un maldito cobarde que no puedo levantarme de aquí y golpearte las pelotas por el mal hombre que eres. —Soltó de frustración y suspiró para calmar su ansiedad. No tenía fuerzas para hacerlo, ni siquiera para separarse. 

—Bill… —No sabía qué decirle, solo quería no perderlo pero Bill estaba dolido, podía percibirlo—. Andrej solo…

—Andrej, así que tiene ese nombre, hasta suena perfecto, con una A de ángel.

—Bill…

—Y mi nombre es solo Bill, con una B, la segunda letra, no la primera como Andrej, y no tiene ese final de “jjj” que suena genial, solo eles, Billllll… Billllllllllllll, suena muy mal. —Tom rió por su comentario estúpido.

—Eres el chico más extraño que he conocido, ¿cómo puedes sentirte menos o tan siquiera compararte? Escúchate, Bill, crees que eres menos que Andrej, por favor. —Bill pensó en eso por un momento y sí, se sentía menos, es más, se sentía tan menos que no podía mirar a los ojos de Tom por lo feo que se sentía.

—Soy horrible. Mis labios no son como los de él, el mío tiene pellejitos. —Tom rió, Bill era tan infantil, pero aun así le emocionaba escucharlo hablar sin ser tan agresivo para con él como otras veces—. Mi cabello es negro, no dorados como los suyos y… todo yo soy…

—Precioso —susurró Tom callando a Bill quien se puso nervioso.

—No lo soy, el chico que estuvo contigo lo era.

—No, Andrej es solo un puto de un bar quien no tiene dinero ni para comprarse zapatillas buenas además masca chicle como una vaca, no cierra la boca y ¿viste sus dientes? No son blancos como los tuyos, son medios amarillos. Y el rubio le cae a él por su piel insana como la de un pollo, pero tú…

—Tom.

—Déjame terminar. Tú Bill, eres el único que me importa, así Vicky se haya desnudado y mostrado todo su gimnástico cuerpo, así Andrej haya querido cobrarme nada por tenerlo, así la enfermera con la que me acostaba en mi adolescencia hubiera deseado recordar los viejos tiempos, mi pene nunca se hubiera puesto duro porque ninguno eras tú. —Bill se puso nervioso, era la primera vez en toda su vida que escuchaba a Tom hablar de esa manera. Él tenía un concepto tan malo de su propio novio que le impedía pensar de otra forma, pero no quería discutir.

Frunció el ceño percatándose de la información y se mordió la lengua, pero no pudo reprimir su curiosidad.

—¿Viste a Vicky desnuda? ¿El rubio es prostituto? ¿Quién enfermera? —Se removió de los brazos de Tom, pero éste lo mantuvo contra su pecho para que Bill no saliera de la cama.

—Sí, sí y me encontré con una enfermera.

—¡Tom!

—¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres explicaciones? Pues te las daré. —Abrazó a Bill evitando que se moviera, para Tom era la mejor posición para hablar, sin contacto visual que lo intimidara, sin Bill queriendo pegar una cachetada o querer escapar.

—Solo no seas malo… —dijo ya débil.

—Está bien —contestó no entendiendo ese punto de “no ser malo”, solo quería decirle la verdad y ya—. Vicky, ella estaba loca, me bañó con vela una vez, quería violarme literalmente. —Bill se estremeció e intentó mirarlo a los ojos, pero Tom tomó su cabeza y lo puso contra su pecho otra vez—. Era muy rara y supe que no era el único enfermo sobre la tierra que pensaba perversiones sexuales, creí que las mujeres no tenían ese deseo sádico, pero ella lo tenía. Tuve que soportar dolores extraños, me metió un pepino por el trasero una vez…

—¡Qué! —se removió pero Tom no le permitió moverse más—. Tom, ella estaba enferma…

—Sí, pero ¿cómo podía contarte eso? Debía callar y soportar o ella me denunciaría y eso sería fatal, iría a la cárcel y ya sabes… —Bill acarició el brazo de Tom y éste sonrió suspirando—. Ahora el rubio Andrej, es cierto, es prostituto. Cuando tú no querías saber nada de mí lo busqué…

—Eres un cerdo… —susurró con rabia.

—Lo sé, pero no pasó nada, no pude, o sea, por más que me lo propuse no pude. Le compré ropa, lo traté bien pero aun así no lograba gustarme.

—Pero lo besaste, tú me dijiste.

—Sí, nos besamos pero casi era como amigos.

—¡Eso no es de amigos! —gritó removiéndose.

—Déjame hablar —pidió acariciando la espalda de Bill el cual se relajó—. Andrej no puede compararse contigo, precioso. —Bill suspiró, no sabía si creerle o no—. Y ahora, lo de la enfermera, encontré una chica en el hospital con la cual pasé algunos meses follando casi a diario.

—Tom… —se removió incómodo.

—Era solo sexo, es más, no recuerdo de ella nada más que su cuerpo, era lo único que me gustaba.

—Tom…

—Terminé. Eso era todo lo que quería decirte. —Bill se quedó en silencio pensando en todo eso.

—¿Puedo hablar? —preguntó Bill en un susurro.

—Es lo que más quiero —dijo Tom asombrando a Bill con esa extraña amabilidad.

Se quedó pensando por un momento en cómo explicarle todo lo que sentía… y luego de un gran suspiro, comenzó.

—Eres el primero en mí, el primer de quien me enamoro de verdad, el primer hombre que me ha besado y perseguido por toda la casa de los patrones acosándome, el primero a quien le he hecho dormir en mi habitación, el primero quien me ha besado en lugares que se supone nadie debe besar, el primero en quien pienso en la mañana y antes de dormir… a pesar de todo, el primero que me ha hecho el amor y el primero a quien amo. —Hizo una pausa para inspirar aire y Tom besó la parte superior de su cabeza embobado de haber escuchado lo que tanto quería en días…

—Bill… —susurró con voz grave besando otra vez su cabeza.

—Yo no quiero que hayan otros más. Te necesito, Tom, te quiero, te amo, pero sufro contigo. —Tom tragó saliva—. Cada cosa que haces me desconcierta, me hace dudar, ¿por qué quererme a mí? Un simple niñero pobre, niño inexperto en la cama, nada bonito a comparación de ese rubio ángel. Tú siempre tendrás alrededor gente hermosa con quien saciarte, ¿por qué preferirme a mí? Me crea temor y tengo miedo. —Ahora Tom conocía su temor, Bill temía a su naturaleza inestable de satisfacción. Tom no podía negar que pensaba en sexo muy seguido, que añoraba muchas veces el Tom que era antes, pero había caído en Bill.

—No sé —contestó frío y Bill sintió que le dolía el pecho, como una pequeña desilusión—. Pero algo sí sé… —Hizo una pausa y acarició la espalda de Bill—. Tú dices que soy el primero en todo eso que mencionaste, no creas que tú no eres el primero para mí. —Las caricias subieron hacia su mejilla—. Eres el primer en esto… —dijo con pequeña voz—. En esto que no puedo explicar con palabras—. Tom calló por un momento pero Bill no podía decir nada. Estaba anonadado y se sentía como flotar en una nube esponjosa y relajante—. Supongo que es lo que no deseo admitir… el maldito cupido y esas mierdas. —Bill rió, no podía pedir más de Tom, no era de expresar lo que sentía, pero al parecer sentía algo—. Te amo. —dijo en otro pequeño susurro.

Bill suspiró muy hondo sobre el pecho de Tom y lo hizo muchas veces. Eso había sido muy emocionante y no quería moverse de ahí.

Tom estaba un poco asustado y hasta incómodo por lo cursi que había sonado, pero agradecía que Bill no pudiera ver su rostro y que tampoco le dijera algo al respecto, era lo que quería, un silencio que lo alejara de haber dicho esas melosas palabras.

—Hum… —Bill volvió a suspirar hondo y luego rió—. Me haces feliz —dijo con pequeña voz. —Tom sonrió y acarició la cabeza de Bill.

—¿No te irás a Bremen? —preguntó con temor.

—No iré. —Y eso era lo que más quería escuchar Tom, así que sonrió cerrando los ojos—. Me quedo contigo…

Y Bill también cerró los suyos entrando en una sensación agradable de somnolencia, y fue así como terminaron durmiendo.

¿Comentarios? ¿Qué les pareció la actitud de Tom? ¿Pueden confiar en él? Veremos... aun faltan muchas cosas por resolver, no veo el final acercarse tan pronto, pero sí, estoy contenta con el cuso de este fic. Los quiero *-* me leo todos sus comentarios aunque por falta de tiempo pido disculpas por no poder responderlos uno a uno u_u