Adultez - 15

Hola a todos, mi internet fala mucho e_e espero esto se publique XD bueno, este es un capítulo un poco raro, no sé cómo lo vean ustedes pero yo lo siento extraño... Espero les guste de todas formas~ y me hagan saber su opinión *.*~ eso es importante para mí~ ¡Los quiero! *u*

El dolor era punzante y casi no quería moverse pues el más mínimo movimiento causaba un dolor que lo hacía estremecer. Se quejaba y respiraba de forma agitada. Aún seguía en el suelo mientras escuchaba las rápidas pisadas de Tom y su nombre ser llamado con angustia, y así frunció el ceño, lo que menos quería era seguir viendo a Tom cerca, así que le volteó la cara cuando lo tuvo al lado.

—Necesito llevarte de urgencias…

—Déjame, solo vete —dijo aun recostado en el suelo, con el rostro girado hacia otro lado.

—¿Estás loco? —Se arrodilló para verlo mejor y tocó su pierna.

—¡Ahh! ¡Solo vete! —gritó mirándolo—. Anda detrás de tu rubio, olvídate de mí.

—Joder, Bill, ¿quieres madurar? Este no es el momento de hablar de eso. Te llevaré al hospital, tu pierna se hinchará.

Bill gritó y golpeó a Tom con sus puños cuando éste lo alzó en sus brazos, a Bill no le quedó otra que sujetarse de su cuello para no seguir balanceándose y así poder caer.

Para él el dolor más grande no era su pierna, era la tremenda desilusión que sentía del hombre que creía amar, ahora no sabía qué sentir. “No puede ser, Bill, dejas que este hombre te alce en brazos y no reclamas nada”, pensó con culpa, se dejaba llevar hacia el auto y ya no tenía fuerzas para seguir insultándolo. Tom había dejado de mirarlo a los ojos después de haberlo escuchado decirle hasta disparates como “hijo de puta”, Bill ni era muy consciente que ese insulto en realidad era para Dunja, que para él.

—¿Las llaves? —pidió Tom estando serio, lo llevaría en su auto pues en moto sería muy complicado. Bill le indicó con la mirada que lo que buscaba estaba en uno de los bolsillos de su pantalón jean. Tom metió una de sus manos y Bill se incomodó con su toque en una de sus caderas—. Te he tocado otras cosas.

—Cállate, Tom, no me hables. —Tom puso los ojos en blanco por un momento y encontró las llaves.

Abrió la puerta y pudo ver el rostro de dolor que Bill hizo al momento de sentarse en el asiento del copiloto, su pierna empeoraba a cada segundo.

La mala suerte de Bill era tal que cuando sacó su celular se percató que tenía la batería baja y se había apagado. Maldijo por lo bajo, quería llamar a su mamá para que le ayudara. 

—Necesito tu teléfono —pidió sin ver a Tom.

—No tengo, lo perdí en… —no quiso decir que lo había perdido en la discoteca con Andrej, así que calló.

—Vaya, andas perdiendo todo, debí suponerlo, de seguro con ese rubio… —Hizo una mueca de disgusto y Tom frenó rápido haciendo que Bill fuera hacia adelante provocándole un dolor en la pierna afectada—. ¡Eres una bestia!

—¡Ya, Bill! —Tomó uno de sus brazos y lo torció para que girase a mirarlo—. Estoy cansado de tus reclamos, si no abro la puerta de tu propio auto y te aviento hacia el pavimento es solo porque me importas. —Bill se le quedó mirando por un momento y luego Tom lo soltó bruscamente echando el auto a andar otra vez.

Bill evitó verlo, quería seguir reclamándole que no era así, que no parecía que le importara porque de ser así no le hubiera dicho que terminaban ni mucho menos haber metido al rubio en su nido de amor. Pero sabía que si reclamaba nada bueno sacaría de esa discusión.

Su pierna empeoró y Bill apretaba los dientes para evitar gritar del dolor, la sentía hinchada como la pierna de un elefante y ya hasta tenía náuseas por el fuerte dolor.

Llegaron al hospital y rápido se acercaron los paramédicos con una silla de ruedas internándolo en los ambientes de traumatología para atender su caso por emergencia.

Tom se quedó solo en la entrada del hospital y luego se le acercaron unas enfermeras con una serie de listas que eran los gastos que Bill ocasionaría por la intervención. Tom se apresuró en buscar un teléfono público para llamar a casa.

Avisó a su mamá la situación de Bill y ella le proporcionó los números de los mejores doctores de ese hospital, Tom se adentró en él para buscarlos y pagar todos los gastos que implicaba.

Bill, después de muchas horas, terminó durmiendo en la cama de ese hospital apenas de madrugada. Tom permanecía en la puerta de su habitación, sentado en las sillas de espera, esperando por los médicos de turno.

Una enfermera se le acercó y le sonrió reconociéndolo. Tom se incomodó un poco pues sentía que la conocía, pero no sabía de dónde. Sus curvas le llamaron la atención, apretó los labios reprimiéndose seguir viéndola, ella había entrado donde Bill y al salir otra vez le sonrió y Tom tragó saliva, le recordaba un poco a Vicky y eso le molestó.

—¿Tom? —preguntó ella con una sonrisa.

—¿Si? ¿Me conoces? —preguntó algo intimidado sobre todo por la forma cómplice que tenía para sonreírle.

—Tom, Tom Trümper, ¿no te acuerdas de mí? —Y Tom se puso serio al recordarlo, aunque luego sonrió de lado, debía ser cortés aunque no quería.

Ella era Cindy, una ex novia de la secundaria, claro que ella era de dos grados mayor que él, estaba haciendo sus prácticas de enfermería y había podido reconocer a Tom a pesar de los cambios.

Cindy tenía un muy bonito cuerpo, siempre lo había tenido así, de curvilíneas caderas y ahora tenía cabellera roja y mucho maquillaje. Tom tuvo que ponerse en pie para saludarla con un beso en la mejilla, aunque estaba incómodo pues muchas imágenes sexuales invadieron su mente… su adolescencia había sido muy movida, recordó que con ella pasaba horas tendiendo sexo hasta el cansancio y un poco que se ruborizó al tener que pensar en todo eso, ahora ella lucía elegante en su traje de enfermera y muy atrevida como lo miraba.

—Vaya, cómo pasan los años —dijo él rascándose la parte de la nuca en señal de nerviosismo, se había intimidado un poco, era inusual encontrarse con compañeras de cama así por así, y por lo general, si habían sido pasajeras, evitaba tener que conversar con alguna.

—Lo sé, cambiaste mucho, estás más… más guapo —dijo con una sonrisa—. ¿Quién es el paciente? ¿tu hermano? —Tom se incomodó aún más.

—No, él es mi… —¿Mi primo? ¿Mi amigo? ¿Mi…? Pensaba en qué decir pero no se decidía—. Es mi pareja —dijo bajando la mirada.

—¿Qué dices? —Ella parecía muy sorprendida. A Tom le había costado decir eso, pero vio por conveniente admitirlo.

—Pues sí.

—¿Eres gay? —Eso le hizo fruncir el ceño.

—Hum, no.

—Pero…

—Debo irme, me esperan. Hablamos. —Huyó por el pasillo pues no quiso seguir hablando del tema.

*

Bill abría los ojos poco a poco, se sentía pesado, con la boca pastosa y su pierna hormigueando de manera rara.

Pestañeó y terminó por abrir los ojos en esa habitación de mucha luz, ya era un nuevo día y se sentía débil. Lo primero que sus ojos vieron luego de la ventana de la habitación, fueron los ojos de Tom y frunció el entrecejo volteando la cara. Se sentía muy feo y que Tom lo mirara solo empeoraba su sentir.

—Aléjate —pidió con grave voz.

—Estuve aquí horas, solo viéndote.

—Y todavía me lo dices.

—Vamos Bill, deja de actuar.

—¡Tom! Me siento acosado, ¿no ves? Solo quiero paz. —Tom retrocedió un poco, suspiró resignado y retrocedió otro paso más ocasionando que Bill se angustiara, pero luego dio la vuelta saliendo por la puerta.

Bill se sintió desilusionado, por más que quería que se fuera, cuando así lo hizo, deseaba verlo y odiaba sentir esa contradicción en su mente y corazón, así que comenzó a recriminarse. 

Tom vio por conveniente avisarle a Simone lo ocurrido, así que salió a buscar un teléfono público para armarse de valor y llamar.

Simone casi le gritó asustada, Tom ya sabía lo que vendría después y aunque en otras circunstancias lo mejor que hubiera hecho sería escapar, esta vez no lo podía hacer.

—Jodidos sentimientos —se dijo a si mismo dándose cuenta que se quedaba por lo que sentía, pese a todo, sentía afecto por Bill.

Los minutos pasaban y llegó Simone, pero no llegó sola. Gordon, padre de Bill, había llegado de visita debido a que su único hijo había dejado de ir a Bremen a verlo, así fue como se enteró de que su hijo se había mudado y ahora estaba accidentado.

Tom estaba en el pasillo, cada vez que entraba donde Bill recibía una reprimenda y las enfermeras le habían advertido que lo que más necesitaba el paciente era tranquilidad. Sentía que perdía la paciencia, pero no se iría.

Vio entrar a Simone y casi correr a la habitación de Bill, Tom retrocedió un poco estando incómodo y fue cuando sus ojos se toparon contra los del alto papá de Bill y tragó saliva por la forma en cómo lo veía.

—Buenos días —saludó fingiendo una sonrisa.

—Contigo quería hablar. —Tom hizo una mueca de disgusto, pero accedió.

Gordon se le acercó, tomó su chaqueta con ambas manos y lo arrinconó contra su voluntad en una de las paredes.

—Señor, por favor —dijo Tom ya muy molesto.

—Calla y escúchame. —Tom se sentía humillado, estando en el hospital con tantas personas conocidas, no quería ocasionar una pelea—. ¿Crees que no sé lo que haces? Mi hijo recién está la vida, ingresó a Derecho en la universidad, tiene todas la de seguir, pero viene un tipo como tú y lo engatusa.

—Señor…

—¡Cállate! Quiero que te alejes de él, mi hijo no es homosexual, que quede bien claro, solo está pasando por una crisis porque dejé a su madre, nada más es eso, pero él nunca tuvo esas inclinaciones. —Tom dejó de verlo a los ojos, no sabía cómo lidiar con semejante problema, no sabía qué decir, solo quería que se fuera—. O te alejas de él o me lo llevo lejos. —Tom regresó la mirada a esos ojos amenazantes y le frunció más el ceño.

—Usted no va a venir a amenazarme, le recuerdo que su hijo es mayor de edad y como tal tiene el derecho a decidir. Jamás lo obligué a hacer algo que no quiere. —Gordon se molestó aún más.

—No pienso tolerar que mi hijo malogre su vida de esa forma.

Lo soltó y se alejó de Tom para adentrarse a ver a su hijo. Tom respiró hondo y vio por conveniente irse. La cabeza le dolía y sentía que sobraba.

—Hey, Tom, ¿te vas? —preguntó la pelirroja Cindy.

—Sí —respondió nervioso.

—Qué mal, solo falta una revisión médica más para que le den de alta. Supe que correrás con los gastos. —Tom asintió—. Resultaste un buen novio —dijo con una sonrisita tímida—. Recuerdo muy bien cuando ni querías presentarme a tus padres. —Tom ni recordaba eso, la razón por la cual ni le había presentado a sus padres fue porque ella no era algo serio. 

—Bueno, era muy chico…

—No, era porque eres gay y se comprende.

—Hey, no lo soy.

—Pero estás con ese jovencito.

—Lo sé, pero no me siento gay. 

—Entonces es porque estás enamorado. —Tom se puso serio ante eso, él no sabía definir eso de estar enamorado, pero tampoco quiso contradecirla—. Vaya, Tom Trümper se enamoró, ya era hora.

—No digas tonterías —detestaba pensar en eso—. No siento nada de esas mierdas, no confundas. —Ella se puso seria, Tom parecía no querer bromear.

—Bien, te dejo, debo trabajar. —Dejó de verlo, se dio media vuelta y se fue.

Tom se quedó bastante incómodo, haber tenido que soportar sus preguntas, las palabras del padre de Bill, al mismo Bill que no quería ni verlo, todo eso pero ¿para qué? ¿Qué buscaba? ¿Qué hacía en el hospital? Nada tenía sentido si Bill no lo quería y se sintió mal, como un estorbo. “No puede estar pasando esto, estoy harto”, pensó caminando hacia la salida. Nada grata fue su sorpresa al ver al profesor Jared entrando con un oso de peluche en una mano.

Ambos se miraron muy serio y Tom se le acercó lento, con ambas manos en sus bolsillos y apretando los labios de la frustración. Jared alzó una ceja y botó aire sonoramente. Era evidente la incomodidad de ambos.

—¿Cómo lo supiste? —preguntó Tom.

—Estoy pendiente de Bill. Algo me dice que lo que le pasó tiene que ver contigo.

—Te advertí no acercarte a Bill. —Jared se ofuscó y le puso mala cara.

—Que me lo advierta el mismo. ¿Sabes? Estoy cansado de verlo cada vez peor y todo tiene que ver contigo, ¿qué le haces? No le haces ningún bien y vienes aquí a prohibirme verlo siendo yo su amigo. —Tom sonrió de lado.

—¿Amigo? Tú solo quieres follarlo.

—¡Hey! No te permito faltarme el respeto, no soy como tú.

Una enfermera que pasaba se les acercó muy molesta pues comenzaron a alzar la voz. Jared terminó alejándose y Tom se sintió aún más frustrado por no poder impedirlo. ¿Cómo haría para acercarse a Bill?

Fue entonces que se dio cuenta de que quizá, como lo había dicho su amiga, estaba enamorado, y esa idea lo puso aun peor.

*

Bill sonreía ante su profesor, había dicho a Simone que le prestara su teléfono para poder llamarlo e informarle lo acontecido, no esperó que el profesor fuera inmediatamente a verlo y en parte eso lo había emocionado, sentía que era el único que verdaderamente se preocupaba por él, pero no podía quererlo como se merecía, lamentablemente no.

Bill no tenía más que una luxación que con las vendas especiales que le habían puesto podría sanar en algunas semanas. Debía tomar reposo los primeros cinco días y tomar muchas pastillas para el dolor e hinchazón. Estaba algo preocupado porque debía empezar la universidad en una semana y ahora, con todas las recomendaciones médicas, se sentía limitado.

Le dieron de alta cerca del anochecer. Sus padres se percataron de que las cuentas médicas estaban ya canceladas, pero ninguno pensó en agradecer a Tom, ambos sabían que Bill no quería ni verlo. Bill había preferido no contarle a sus padres lo que había pasado, pero Gordon quería hablar de manera seria con él y cuando llegaron a casa se encerró en su habitación a pesar de que Simone lo quiso impedir.

—Papá, no pasa nada…

—Sé que estás con ese joven, que estaban viviendo juntos —reclamó como si fuera algo muy grave. Bill, recostado en su cama, evitó verlo a los ojos.

—Lamento hacerte esto —fue sincero—. Siendo tu único hijo sé que debe ser difícil, pero papá… a mí no me gustan las chicas —confesó con sus mejillas sonrojadas, le costaba admitirlo delante de su padre.

—No puede ser hijo, ¡es por Simone! Tu madre te ha engreído con su forma de ser…

—No, qué dices, no es por ella, es por mí.

—No permitiré que seas homosexual —dijo en un tono agresivo y Bill sintió su corazón acelerarse—. Mi único hijo no será uno de esos. Te vendrás conmigo, no quiero excusas, necesitas aprender a ser un hombre.

—Papá, soy un hombre, soy igual que otros, solo que prefiero a los hombres y no me iré, lo siento pero no me mudaré solo por eso, ingresé a la universidad de aquí y me quedo. —Lo dijo mirándolo a los ojos, demostrando valentía. ¿De qué valía seguir negando lo evidente? Desde que estuvo con Tom supo que no podría estar con alguna mujer nunca más en su vida.

Para Bill fue difícil ver a su papá llorar de frustración y maldecir a su mamá cuando salió de la habitación. En su condición delicada de salud, no pudo bajar para defenderla.

Una lágrima de tristeza salió de sus ojos, detestaba su realidad, deseaba con todas sus fuerzas tener a alguien a su lado a quien abrazar y quitarse ese dolor. Pero no había nadie.

Recostado en su cama, entró en sueños luego de que las discusiones en el primer piso pasaran. Supo que su padre se había ido y sin despedirse. Oyó arrancar su auto a gran velocidad, indicándole que estaba furioso. Sentía que perdía a su padre, pero no podía hacer nada para recuperarlo, ¿qué ganaba diciéndole que ya no sería gay? Eso era imposible, nadie puede cambiar lo que es.

Simone no fue a su habitación debido a que estaba llorando, no quería preocupar a Bill, además era más de media noche, Bill dormiría.

*

En sus sueños vio a Tom y escuchó su voz. “Bill”, llamaba cerca de su oído y Bill comenzó a temblar.

—No sabes cómo odio todo esto —le dijo en sus sueños. Bill se sentía abrazado por la espalda y se dejaba, no sentía las fuerzas suficientes para echarlo—. Esto de quererte y no tenerte.

—Tú no me quieres —dijo Bill en un susurro.

—¿Quién dice que no? Te quiero.

El corazón de Bill latió mucho y se removió en la cama, despertando de su sueño, sintiendo los brazos de Tom rodearle la cintura, recostado en su cama. De un brinco casi gritó del susto, pero la mano de Tom fue más ágil y tapó su boca.

—Shh, no grites —susurró— no vine a hacerte daño, quiero que me escuches. —Destapó la boca de Bill lentamente.

Bill, muy agitado, dio la vuelta como pudo, evitando el dolor de su pierna para así ver los ojos aguados de Tom en la casi oscuridad de su habitación, ¿cómo es que estaba ahí? Por los calmantes tomados antes de dormir, no pudo escuchar ningún ruido preliminar. 

—¿Cómo entraste? ¡Tom! —reclamó asustado y Tom volvió a taparle la boca.

—Por el patio y luego palanqueé la puerta trasera… necesitaba verte porque de seguro tu padre te va a llevar a Bremen. —Vio los ojos de Bill que lo miraban con temor—. No me temas.

Bill, con la boca tapada, estaba más que asustado, no sabía qué pensar de todo eso. Tom estaba recostado en su cama, frente a frente. Entonces sintió la necesidad de confort, la búsqueda de sentirse bien y querido sin importarle mucho lo que pueda pensar el otro.

Extendió sus manos y lo abrazó, apoyando su cabeza en su pecho donde sintió los latidos de su corazón acelerado, como el suyo, resistiéndose a gritar, salir de la cama, buscar escapar de quien sentía que le hacía daño.

Tom soltó su boca y recibió su abrazo, entonces sonrió de la emoción, Bill lo abrazaba como tantas otras veces, como cuando buscaba cariño y supo que no quería perderlo.

—Si estoy soñando, no me despiertes —susurró Bill aspirando el aroma de Tom, quien soltó una risita.

Apareció el que menos pensaban >:D veremos si esta vez las cosas se solucionan... no lo sé, creo que veo el final acercarse... u_u aunque aún está en mente lo que dije antes, los problemas de la adultez como adoptar hijos *u* o las malditas infidelidades :c Veremos >:D ¿Comentarios? *.*~