En el campamento - 2

Hola a todos *-*~ vaya, gracias por leer y comentar este fic, está ya bastante adeantado así que espero no demorar en subirlo poco a poco a mi blog Rosa<3

Dos horas de largo viaje, en el pequeño autobús se respiraba el estrés de adolescentes impacientes, todo era gritos, bulla, bromas que nadie controlaba, Tom estaba hartándose, pero Bill parecía estar acostumbrado, estaba serio a su lado sin decir nada.

Tom miraba por la ventana el paisaje boscoso, estaban lejos de la ciudad y se adentraban por un camino casi desolado hacia el bosque.

El auto se estacionó en una curva y todos se impacientaron por salir. Un hombre gordo con megáfono en mano se acercó hacia la puerta.

—¡Saldrán en orden y con cuidado, niño que veo fuera de la línea será sancionado, estoy advirtiendo!

—Será mejor hacerle caso —avisó Bill y Tom asintió.

Efectivamente, chico que no cooperaba o no hacía la fila, era tomado del brazo y separado del grupo para ser llevado a otro lugar en el bosque. Tom se preguntó hacía dónde, pero no quería preguntarle a Bill, ya estaba cansándose de darse cuenta que sería un pésimo campamento.

Luego de ir por un camino y adentrarse caminando en el mismo bosque, descubrieron unas carpas de color rojo y otras azules puestas en un campo muy bien ordenadas, más al fondo había un comedor al aire libre hecho de madera y techado a dos aguas, una especie de cocina hecha de esa misma manera y una construcción tipo cabaña en donde serían los baños y las habitaciones del personal del campamento. Tom se angustió al ver todo, definitivamente iba a aburrirse por dos semanas.

Les hicieron formar y los quejosos eran separados del grupo inmediatamente, Tom veía a Bill sereno y tranquilo y eso le animó a cooperar. Los chicos que él había saludado también estaban calmados, los nuevos eran los que protestaban por el trato tan frío entre otras cosas.

—¡Aquí no han venido a hacer lo que les da la gana, sus padres nos han confiado a ustedes y se les leerá las reglas! —Tom vio cómo Bill resopló y se cruzó de brazos—. En primer lugar, está terminantemente prohibido faltar a las actividades programadas que se les dirá todas las mañanas; segundo, está prohibido escapar, ir a caminar más allá de las cintas amarillas que rodean el campamento, les advierto que hay cercos de electricidad, están muy bien advertidos, no se arriesguen a recibir una descarga eléctrica…!

—¿Es eso verdad? —preguntó Tom y Bill lo hizo callar.

—Luego te digo —susurró.

—… Tercero, está prohibido toda forma de faltar el respeto a los guías, sea bromas, sea mentiras, o lo que sea, los guías estarán para guiarlos en las actividades, merecen total respeto; cuarto, está prohibido relacionarse chicos con las chicas, acá no has venido tener enamorado, no se permitirán los paseos a solas con el sexo opuesto, ¿escucharon? Están prohibidos los besos y que se tomen de la mano…

—¿Es en serio? —reclamó un jovencito con pinta de palomilla.

—Separen a ese pervertido. —Ordenó el señor quien dictaba las reglas—. Y por último, todo incumplimiento de las reglas traerá consecuencias, ¿cuáles son? Miren por allá. —Señaló unos cuartos hechos de madera cerca de los árboles, lucían tétricos—. Serán encerrados hasta cumplir con el castigo, ¿no querrán arruinar su campamento, verdad? ¡Entonces sigan las reglas y la pasaran bien!

Tom bajó la cabeza, todo sonaba tan feo.

Luego de aquello, les entregaron sus maletas y claro, muchas cosas que había llevado habían sido quitadas. Tom se percató que Bill apenas tenía una mochila pequeña y él había empacado casi toda su ropa, algunos libros y video juegos que le fueron decomisados. 

Se pusieron en una fila mientras ellos distribuían las pequeñas carpas de tres en tres. Nadie podía quejarse porque la forma de hablar de los guías eran como militares que gritaban y mandaban haciendo que ningún jovencito quiera confrontarlos. 

Bill jaló a Tom al final de la cola. —Ojalá nos den las mejores. —Sonrió Bill—. A los últimos a veces les dan las carpas de los guías porque no alcanzan las otras. —Tom lo miró esperanzado.

Pero esa no fue su suerte. Les dieron una carpa pequeña y además mandaron a uno de los castigados a su carpa. Era un chico rubio de cabello corto y era un poco gordito.

—Me llamo Gustav y este campamento es una mierda —se presentó molesto. Tom le sonrió y extendió una mano, al menos le entendía.

Acomodaron sus cosas dentro de la carpa y luego sonó un silbato afuera que mandaba a todos al comedor.

Bill lucía muy relajado, tenía una cajetilla de chicles y le invitó uno a Tom, pero le advirtió que no lo mostrara delante de los guías. Gustav se alejó de ellos pues tenía sus conocidos ahí.

—Al fin nos darán algo de comer —dijo Tom, tratando de verle el lado positivo a las cosas. Bill sonrió de lado.

—No vayas decir algún comentario malo allá en la mesa, ¿de acuerdo? —advirtió Bill y la sonrisa que Tom tenía decayó.

La comida era del asco, una masa de papas con trozos de un pescado enlatado encima, refresco de sobre y una banana. —Pero qué… —quiso hablar, pero Bill apretó una de sus piernas por debajo de la mesa—. Oye…

—Qué asco —dijo un jovencito a su lado y un guía se le acercó y le dio un trapo.

—Te tocará limpiar la mesa al final.

Había una lista de reglas en el comedor, decía que los que se quejaban serían los primeros en servir a los demás, lavarían los servicios, los secarían y limpiarían el comedor antes de salir. 

Cuchara a cuchara, Tom se tuvo que terminar lo que era una masa grumosa sin sabor, pero luego se percató que no tenía más hambre. 

Vio cómo varios de los jovencitos que se habían quejado eran llevados a la cocina para sus respectivos castigos.

—Bien, como hemos dicho, en la tarde es tiempo libre. Pueden hacer todo menos salir del perímetro o quebrantar alguna norma. Tenemos juegos de mesa como cartas, jengas, rompecabezas de mil piezas entre otros juegos que pueden jugar en grupos en el comedor. ¡A divertirse! —dijo uno de los guías y todos los adolescentes se miraron unos a otros un tanto decepcionados, pero nadie podía quejarse.

—¿Es en serio? —preguntó Tom bajito y Bill lo chistó.

—Vamos. —Lo jaló sacándolo del comedor. Algunos otros salían y regresaban a las carpas a descansar.

Caminaron pasando el lugar de las carpas y se adentraron al bosque. —¿Dónde vamos? —preguntó Tom comenzando a preocuparse—. No pretendes salir, ¿no es así? —Escuchó a Bill reír.

—¿No oíste que tienen cercos eléctricos? —Caminaron por entre los árboles y ahí los vieron, eran de metal, el corazón de Tom latió un poco acelerado, temía electrocutarse. 

—Es verdad, no quiero estar aquí —dijo un poco asustado.

—Solo lo encienden el primer día, ya sabes, por si algún curioso quiere tocarlo se llevará una gran sorpresa. En las noches también lo activan para que no entren animales.

—Entonces no es todo el tiempo.

—Claro que no, por algo es un campamento barato, ¿crees que tienen presupuesto para pagar por más electricidad? Bah, esta gente es demasiado tacaña.

—Ya veo. —Sonrió Tom, estar junto a Bill le daba confianza en medio de ese campamento—. ¿Qué hacemos aquí?

—Tenía una casita… una casita en un árbol pasando el alambrado, quería ver si aún se puede divisar desde aquí, mañana iré a ver si aún se puede subir.

—¿Una casita en un árbol?

—Ajá, no sé de quién pueda ser pero el año pasado pasé varias tardes ahí. Mejor eso a estar jugando juegos estúpidos con los demás.

De repente se escuchó un grito por entre los árboles que asustó un poco a Tom, y Bill negó con la cabeza presintiendo de dónde venía ese grito. —Mejor regresemos antes que vengan los guías.

—¿Qué ha pasado?

—De seguro un estúpido se electrocutó.

—¿Y si muere?

—No seas tonto, no es de tan alto voltaje, pero sí duele mucho.

—¿Y si algún padre se queja? No pueden ponernos cercos eléctricos.

—Claro que pueden, sino, podrían entrar animales del bosque, además podríamos escapar.

Tom entendió todo eso y casi corrió cuando vio acercarse a uno de los guías. Un adolescente terminó castigado por atreverse a tocar la cerca y Tom vio cómo era encerrado en la habitación de castigo. Hubo muchos gritos y protestas, pero Bill le indicaba alejarse de todo ello.

El sol poco a poco se ocultaba y los dos terminaron cerca de otro grupo de chicos escuchando las conversaciones divertidas y viendo como otros jugaban un partido de futbol. Los dos estaban lejos de animarse a participar, pero no buscarían problemas.

Hubo un silbato el cual los llamó a formarse para alistarse para cenar, así que fueron a lavarse las manos en el baño común, tenían que hacer cola para entrar poco a poco y cuando Tom entró se percató que habían varias duchas juntas… esperaba no tener que bañarse en grupos. 

De regreso al comedor por la cena, que, dada la casualidad era lo mismo del almuerzo solo que todo mezclado. Los chicos se quejaron, pero fueron rápidamente silenciados.

—Hemos preparado una noche de películas y para conocernos todos un poco más, así que pedimos terminen de cenar para poner las mesas a un lado y todos haremos un círculo aquí.

—Veremos película —dijo Tom emocionado y al fin vio una sonrisa de parte de Bill que le dijera que eso no sería algo malo. Así que se animó a terminar su cena para, entre todos, ayudar a mover las mesas y acomodar el ambiente para ver alguna película.

Uno de los guías les repartió almohadas y formaron un círculo, Tom se sentó al lado de Bill pues era al único que conocía.

Cerca de los casi cincuenta jovencitos se juntaron y acomodaron mientras apagaban las luces para, en una sábana blanca, sea proyectado una película.

—Oh no… —dijo Bill bufando—. Narnia, como el año pasado.

—Hum, lo siento —habló Tom viendo sus molestias, él no había visto esa película así que esperaba le gustara. 

—¡Antes de proyectar la película, rápidamente nos presentaremos, diremos nuestros nombres, nuestra edad y de qué colegio venimos!

Así, los casi cincuenta jovencitos se presentaron uno a uno entre risas, iban a estar juntos por dos semanas, debían llevarse bien y nada malo pasaría si fuese así.

—Soy Bill y tengo catorce años… —Tom sonrió a su lado, su nuevo amigo tenía su edad.

—Me llamo Tom y tengo catorce…

Luego que se presentaran todos, incluido las chicas, Tom se dio cuenta de que la mayoría tenía entre catorce y dieciséis años.

La película comenzó y a Tom le gustó mucho, a diferencia de Bill quien bostezaba de cansancio. Tom suspiró de todas formas debía poner de su parte e intentar pasarla bien, total, iba a estar dos semanas internado en medio de la nada, pero con cincuenta jovencitos de su edad. Su vientre dolió de la emoción de pensar en que quizá pudiera tener un amor de verano, quizá conocer una de esas lindas chicas que estaban sentadas a un lado y conversaban a veces haciendo bromas y riendo llamando la atención de los presentes. Habían muchas muy bonitas aunque más altas que Tom, de todas formas, había mucho tiempo para conocerlas.

Pronto la película acabó y todos tuvieron que acomodar los almohadones para luego irse a dormir. Apenas eran las diez de la noche, ningún adolescente quería hacerlo, pero los guían eran personas insoportables cuando no se les hacía caso, así que todos tuvieron que salir del comedor para regresar a las carpas. 

Gustav fue con Bill y Tom un poco fastidiado, lamentablemente no le habían dejado escoger con quiénes estar. 

Adentro de las carpas había bolsas de dormir y sus mochilas. Afuera, las farolas alumbraban un poco el ambiente. Los guían gritaban que debían apurarse pues pronto apagarían las luces. 

Tom se puso un pijama entre risas, Gustav les contaba que había grupos que querían hacer un sabotaje a varios de los guías pues se sobrepasaban con la disciplina. 

—¡A dormir! —gritó un hombre afuera y luego apagó los faroles de luz. Tom se percató que su carpa por estar cerca al comedor captaba la luz del mismo, así que podía ver un poco a pensar que las luces principales habían sido apagadas.

Pestañeó buscando descansar. Estaba a un extremo, en el medio estaba Bill y a su otro lado Gustav. —Bien, buscaré dormir —dijo Gustav—. Hasta mañana a los dos. —Ni recordaba sus nombres, les dio la espalda y se quedó quieto. 

Tom se puso de costado y cerró sus ojos. —Bill —llamó un poco fuerte.

—¿Hum?

—¿Los guías se irán a dormir ya?

—No hables fuerte —susurró—. Buscarán a quien castigar para mañana, están rondando las carpas…

—¡Silencio! —dijo una voz afuera y Bill se calló, entonces Tom descubrió que hasta eso vigilaban.

Los minutos pasaron y el aburrimiento se apoderó de él provocando que le dé sueño, así que buscó dormir. De casualidad abrió los ojos para buscar acomodarse bien y fue cuando descubrió la mirada de Bill sobre la suya. Sus ojos brillaban en la noche, su rostro se alumbraba como si fuera de porcelana blanca, Tom se quedó viéndolo por un momento como nunca antes lo había visto, observando su perfecta nariz y sus ojos penetrantes. Tragó saliva pero solo pestañeó para seguir viéndolo. Bill estaba serio también observando su rostro y vio cómo Tom le sonreía un poco.

Las manos de Bill salieron de su bolsa de dormir y se pusieron muy cerca de las manos de Tom las cuales estaban cerca de su pecho, entonces fue cuando Tom pestañeó muy rápido pues no entendía qué era lo que Bill quería.

Una mano fría de Bill rozó la suya caliente y Tom se estremeció, sintió su estómago contraerse y sus sentidos estar en alerta y hasta su respiración se hizo irregular con el hecho extraño, ¿qué significaba? ¿Por qué Bill no apartaba su mano? Los amigos no hacen eso… 

Tom cerró sus ojos, quizá si lo dejaba de ver lograría que lo soltara, pero en realidad podía sacar su mano o empujarlo y hasta reclamarle, pero no hizo ni dijo nada. El dolor en el vientre se transformó en algo placentero cuando Bill tomó una de sus manos y al apretarla un poco Tom abrió los ojos, Bill aún lo observaba. 

Las nuevas sensaciones se quedaron ahí provocándole cosquillas placenteras. Entonces supo que ese campamento le traería bonitas sorpresas, aunque precisamente no era lo que estaba buscando en un inicio.

n_n espero les haya gustado. Hasta la próxima y espero sus comentarios *-*~