Minino~ 41

Hola a todos... eco eco xd lamento la horrible demora con este fic, me está costando mucho aunque no lo crean pues tiene muchos elementos y ya casi olvidé todo lo que quería escribir para su desenlace ;_; horror... pero bueno, agradezco la insistencia de muchas XD que me lo han pedido hasta diariamente, por ellas subo ahora ¡Y! También agradezco los miles de regalitos super kawaiis que me han dado ;_; los amo<3 me encantan y los subiré en una entrada especial de regalitos *-*<3 

Simone se escondió en su habitación, pero tuvo que salir cuando pensó que lo mejor sería llamar a Georg, así que al hacerlo, escuchó cómo rompían su puerta y los dos hombres entraban armados. 

Ella corrió hacia su habitación y se encerró ahí.

Georg tardaba en contestar.

—Maldición, maldición, ¡contesta! —gritó temblorosa.

—¿Aló, amor?

—¡Auxilio, unos hombre han entrado a la casa y…! —se escucharon los disparos hacia la manija de la puerta y ésta se abrió—. ¡Ahhhhhh! —Simone solo pudo gritar y soltar el teléfono, inmediatamente, un hombre disparó al aparato y la llamada se perdió. 

Simone gritó asustada, pero luego de ser tomada por ambos hombres pensó, “capaz me llevarán donde Bill” y todo el miedo que sentía se volvió en esperanza.

Los miró temblorosa, aun arrodillada en el suelo mientras era sostenida por un hombre vestido de negro y el otro comenzaba a registrar toda la habitación.

—Por favor, se los suplico, díganme dónde está mi hijo. —Nadie le respondía hasta que uno de ellos sacó un teléfono, Simone se ofuscó—. ¡Suéltenme! ¡Si me van a llevar donde mi hijo, háganlo de una vez! —y gritó sacudiéndose, entonces pusieron el teléfono en alta voz.

—¡Mamá! —pudo reconocer la voz de su hijo y Simone comenzó a llorar, ahora sabía que estaba vivo y ella era capaz de darle su vida entera.

—¡Hijo, Bill, Bill, estoy aquí, hijito! —gritó, pero ya el teléfono no estaba en alta voz.

El hombre rubio y alto seguía conversando hasta que colgó el teléfono y miró a Simone. —Por órdenes, me dicen informarle que la llevaremos al entierro de su hijo.

—¡Qué! 

—Su hijo no vivirá más. 

Simone sintió que caía en un hoyo negro de desesperación, el dolor fue tan grande que sintió su corazón detenerse y todo volverse cada vez más negro hasta que perdió el conocimiento. Ella sintió que moría.

—¡No puede ser! —gritó Peter—. ¿Cómo la llevaremos así?

—¿No es mejor? Así no gritará. Aunque pienso que a Furst se le pasó la mano, decirle eso a una madre es bastante cruel.

—Deja de hablar así del jefe o sabrás lo que puede pasarte.

—Sí, señor.

Así fue como los dos hombres sacaron a Simone de la casa, estando desmayada, fue fácil amarrarla y amordazarla mientras ella permanecía así.

*

Georg estaba histérico, estaba totalmente fuera de sí y hasta quería golpear a Tom.

Ambos habían salido del departamento, Georg decía que debía irse, sin embargo, Tom tenía otros planes.

—Te juro que dormiré y me comunicaré y…

—¡Calla! ¡Calla con esa estupidez! ¡Dormido no solucionarás nada! ¿No entiendes? ¡Tienen a Simone, se la llevarán a quién sabe dónde y ahora no solo perderé a Bill!

Tom no encontraba otra solución que no sea dormir y regresar a ese sub mundo a intentar ver la forma de obtener noticias e ir a rescatar a Bill y Simone. Pero Georg no, y lo abandonó en la calle cuando corrió hacia su auto y Tom no lo siguió. 

—¡Te juro que haré algo! —gritó, pero Georg ni lo escuchó, sabía que no podía contar con Tom ya que, en efecto, había pasado algo extraño con él.

Tom regresó a su departamento muy asustado, ¿cómo dormiría en ese estado? Pero sentía que debía hacerlo, de lo contrario no sabía por dónde empezar. 

Entró a su estudio de fotografía y al fin pudo juntar las piezas de la fotografía de Bill y suspirar al verlo completo. Sintió muchas sensaciones extrañas, sabía que él era frágil, casi como un niño, pero ese concepto lo incomodaba; además de ello se percató que en las fotos que tenía de Bill éste parecía mucho más joven de cómo lo vio en el sueño, entonces pensó que tenía una relación de casi dos años. —Vaya, estuve con él cuando era un adolescente… no sé si eso esté bien —dijo preocupado, en las fotos Bill lucía muy juvenil. 

El saber que Bill era su novio lo llenó de una energía única, debía traerlo de vuelta, debía rescatarlo, así que juntó todas las fotos y corrió hacia su habitación, se recostó en la cama y comenzó a relajarse. Era la única forma y aunque tardó más de dos horas en dormir, al final entraba en ese extraño mundo.

*

Bill no podía describir el dolor que sentía. Definitivamente no podía dormir, no podía relajarse y su corazón comenzó a latir acelerado, su respiración se agitó a tal punto de sonar como gemidos de ahogado.

—No puede ser —dijo Furst mirándolo en la cama—. ¡Deja de fingir! —Pero Bill no fingía. El dolor era tanto que todo su cuerpo comenzó a hiperventilar de manera extraña.

Era como una especie de ataque de pánico, tanto dolor contenido ahora salía en una extraña agitación e intranquilidad que no le permitía relajarse.

No le respondió a Furst, ni siquiera lo miró, solo continuó temblando en la cama hasta que Furst se percató que sudaba en exceso, eso no se podía fingir y frunció más el ceño. Debía llamar al médico.

El doctor entró molesto, era el peor trabajo, aunque tenía una muy buena paga, pero era esclavizante, y lo peor era que le era imposible renunciar, había firmado los papeles de un contrato indefinido a cambio de una muy buena cantidad de dinero.

—Ya le dije, señor Furst, este ser necesita descanso, al parecer usted lo está perturbando.

—Mire, usted no es nadie para hablarme así, limítese a hacer su trabajo. 

El doctor miró a Bill y sintió mucha tristeza, sabía que no podía darle más calmantes, medicamentos, nada de eso funcionaría, el chico solo necesitaba paz y eso con Furst torturándolo no podría pasar. 

—No podré hacer nada.

—¿Cómo que nada? —miró molesto la escena. Bill seguía agitado, hiperventilaba y el médico solo lo miraba sentado a su lado en la cama.

—Lo que oyó, solo necesita tranquilidad y con usted aquí dudo mucho que pueda tranquilizarse, algo lo ha alterado en sobremanera. —Se enfocó en Bill—. Dime, jovencito, qué es lo que te está perturbando. —Bill ni lo quiso mirar, se hizo una bolita comenzando a temblar—. ¿Lo ve? No coopera, solo necesita descansar, no podré aplicarle un calmante pues con la sobredosis que ha tenido lo mejor es que su sangre se siga purificando.

—¡Ya! Está bien, voy a dar un paseo.

Furst se inquietó y salió de la habitación. Peter trayendo a Simone no tardaría en llegar. Le daría esa última oportunidad a Bill, lo chantajearía con la vida de su madre para que se entregara voluntariamente a él, aunque mientras más lo pensaba, más grande era su odio hacía sí mismo.

Nunca antes nadie le había dicho no, nunca antes alguien le había puesto límites, ¿por qué no podía tener a Bill sin problemas? Eso lograba irritarlo y sin que él se diera cuenta, todo estaba saliéndose de control de a pocos.

Cada pieza encajaba una a una, su obsesión enfermiza le estaba haciendo perder la cabeza y ni cuenta se daba.

*

Tom otra vez vio cómo tenía una cola esponjosa y orejitas de gatito. Observó todo a su alrededor, estaba en el mundo de los sueños, en el bosque de árboles de colores extraños y un lago de cristal a un lado. 

Debía buscar a los demás así que comenzó a adentrarse a un sendero de neblina espesa hasta que se fastidió pues creía que podía chocar con los árboles azules. —¿Hay alguien? ¿Bill? ¿Hola? Necesito hablar con alguien.

—Quizás conmigo —dijo una pequeña voz aguda y Tom frunció el ceño buscando a su alrededor.

—No estoy para bromas, ¿quién eres? Necesito buscar a los míos, necesito que me digan cómo llegar donde Bill.

—Ah… —dijo la pequeña voz comprendiendo lo que Tom decía.

—¿Quién eres?

—Soy Pety Rojo. —Tom se frustró, sabía quién era. 

—La pequeña ave roja, no estoy para perder el tiempo, llévame donde los demás.

—No han entrado. —Tom buscó apoyarse en un árbol y buscar con la vista al ave, lo halló posado en una rama, la neblina comenzaba a moverse a otra dirección y se despejaba un poco el paisaje. 

—Verás, no estoy para perder el tiempo, es una emergencia. Creo que me perdí —dijo mirando a todos lados—. Necesito encontrarlos, este lugar no puede ser tan grande.

—Lo es…

—No me ayudas en nada, así que chu, chú, largo de aquí, seguiré mi búsqueda.

La pequeña ave roja era muy orgullosa y Tom había herido ese orgullo con su desprecio, era algo que Pety Rojo no podía soportar.

—¡De acuerdo! Podría ayudarte… pero no a encontrar a los tuyos como los llamas, sino a la cabeza, podría indicarte cómo llegar donde ella.

—¿Dónde quién? —se sentía confundido, sabía que no podía confiar en esa ave, ya antes lo había engañado preguntándole sus datos para darle explicaciones que nunca le dio.

—Donde Basted. 

—¿Quién? —preguntó con una mueca de incomodidad—. Creo que no estoy para perder el tiempo.

—Si caminas hacia el acantilado la encontrarás, allá… —señaló con el alita hacia un camino de neblina—. Allá, donde todo se pone frío y triste, ella anda allá…

—No iré por allá, no sé quién es Basted, no sé si ella podrá ayudarme.

—Podrá. 

—¿Cómo, quién es ella? 

—No lo diré… —dijo cerrando bien el pico y volando tan alto para irse.

Ya la curiosidad había sido sembrada, ya Pety Rojo se había sentido útil aunque culpable. Ahora Tom se debatía mentalmente hacia dónde ir. Nada perdía si seguía los consejos de esa avecita, total, hasta el momento no hallaba a nadie y comenzaba a desesperarse cada vez más.

Así que siguió el camino mostrado percatándose que todo se volvía más frío y la neblina más espesa. —Mierda, no debí hacerle caso. —se dijo y continuó caminando con los brazos extendidos para no chocar contra algún árbol—. Todo esto es tan extraño… ¿Hay alguien aquí? —preguntó y luego dejó de ver copas de los árboles para ver lo que parecía un enorme mar o lago. Tom se sintió confundido y extrañamente triste. Entonces llegó al borde de un acantilado y se detuvo mirando al horizonte.

Había como una isla muy al fondo, una isla brillante y muchos arcoíris de extrañas formas. Se quedó como hipnotizado, no podía describir el sentimiento que todo eso le producía 

—¿Quién osa andar por mis lares sin mi permiso? —se escuchó a lo lejos una voz femenina y el tono que usó escarapeló a Tom quien comenzó a buscar de dónde provenía aquella voz.

—Yo… ¿quién es usted?

—¿Por qué has venido? Tú no eres como nosotros… eres… eres un humano.

—Pues sí, eso creo —dijo nervioso, aun no encontraba de dónde provenía aquella voz y se asustó—. Lamento serlo si es que eso le incomoda, no quise venir, es decir, la avecita de color rojo me sugirió y… quizá no debí hacerle caso, pero estoy desesperado… 

—¿Desesperado?

—Totalmente —y sonaba así—, no sé quién es usted, no sé si el ave rojo tenía razón, no sé nada, nada absolutamente de este mundo, pero una cosa sí sé, siento que debo salvar a Bill, es importante y también sé que está pasando peligro…

—Lo sé.

—¿Lo sabes? ¿Pero quién es usted?

—Soy su madre.

—¿Simone?

—No, soy el origen de su existencia. —Y en ese momento, salió de la neblina una mujer con cabeza de gato, una mujer que vestía un vestido largo y dorado con decoraciones egipcias y un tocado en la cabeza felina.

Tom se horrorizó y la cola temporal que tenía se esponjó mirándola aterrorizado, nunca antes, que recordara, había visto tal ser. —¡Santo cielo! ¡Quién eres!

—Tranquilo —dijo con suave voz—. Soy Basted.

—Pero… pero… tu cabeza y… cómo es posible… ¿eres real? —la miró de pies a cabeza y ella negó con la cabeza.

—Ya no.

—¿Cómo?

—Ya no existo en tu mundo, pero existí y existimos muchos de mis hijos, pero tu raza es cruel y despiadada, tu raza se cree la única en el mundo, tu raza no acepta que pueden coexistir dos tipos diferentes en un mismo ecosistema; tu raza es de lo peor y Bill está en manos de todos ellos.

—Tú lo sabes… No sé qué resentimiento tengas con mi raza, pero yo amo a Bill, yo quiero librarle de todo eso.

—¿Cómo confiar, Tom? Hacía siglos me decía lo mismo, decía tener amor hacia mí y hasta un templo me creó, pero luego… luego no pudo defender a los suyos, me llenó de hijos y permitió que nos extinguiéramos, y así descubrí que en este lugar estamos mejor. Espero a Bill y a los demás, son los únicos que quedan allá en la tierra. Cuando mueran, vendrán a mi seno, a este mundo y nada malo les pasará.

—¡No! Él tiene una vida allá.

—Él ya sufrió lo suficiente.

—No, no… —todo lo que ella le decía a Tom le parecía horrible—. Él tiene una madre, un padre y a mí, él tiene un futuro, señora Basted, no piense que lo mejor es su muerte.

—¿Y qué harás cuando veas que cada año es como tres para él? Cuando comience a envejecer sin que puedas detenerlo. —Tom se horrorizó de ese hecho, él no sabía aquello por no decir que aún no recuperaba la memoria—. Ja, ahora no tienes nada qué decir. —Tom había enmudecido, eso le había entristecido aún más y miró al horizonte.

—Supongo que… supongo que lo podré amar el tiempo que sea necesario. Quiero amarlo todo el tiempo que pueda, sin prisa. De todas formas todos moriremos tarde o temprano y nadie tiene que vivir asustado o pendiente del final, solo vivir… quiero vivir con él sin pensar en el tiempo.

—¿Tanto así lo amas? ¿Por qué? —Tom la miró con angustia, pero con convicción.

—No lo sé, solo sé que lo amo, pienso que no debe haber una justificación para amar, solo lo siento y quiero luchar por esto. —Bajó la cabeza—. Aunque no recuerde nada… y ahora que lo pienso, prefiero no recordar, siento que me dolerá todo lo que he olvidado, es por eso que deseo tener un nuevo comienzo, pero uno junto a él y quiero que sea feliz, ¿por qué tiene que ser tan difícil? —Basted se quedó pensativa, podía sentir el amor que el chico tenía por el más pequeño de su legado.

Si era cierto, ella deseaba la muerte de los últimos seres de su especie que habían sido llevados a la vida en circunstancias extrañas como una clonación y podía ver el sufrimiento de cada uno de ellos, estaba cansada de eso, quería que acabe así sea con la muerte. Pero Tom tenía razón, ellos tenían una vida allá que quizá ella podía solucionar.

—¿Sabes? Ellos me creen Diosa.

—¿Cómo?

—Una deidad, pero no lo soy, solo soy lo que ustedes llaman alienígena; en alguna parte del universo está mi planeta, no puedo regresar a él en esta condición de… de espíritu y todos mis descendientes se quedaron en esta dimensión, pero descubrí algo recientemente. —Tom la miró con curiosidad—. Quizá pueda ayudarte.

Y después de tanto tiempo, Tom sonrió esperanzado.

¿La diosa Basted podrá ayudar? No lo sé XD pero creo que se vienen los capítulos de acción en todo sentido >:D espero les guste, ya este fic terminará pronto. Saludos y no olviden comentar *-*