jueves, 11 de febrero de 2016

Colibrí - III

Hola a todos n_n~ les traigo una secuela de "Colibrí", esto pasa cuando imagino qué seguiría luego de un final, pues una continuación xd espero les guste~ y gracias por leer.
Un año había pasado y la separación de cuarto entre los hermanos había dado algunos frutos positivos ante los ojos de Simone, sus hijos comenzaron a tener amistades que iban a la casa, pero por separado. A Tom le visitaba Georg, compañero de clase, de diecisiete años igual que él y a Bill le frecuentaba una dulce quinceañera de nombre Paty, compañera del club de protección de los animales, un pequeño club al cual inscribieron a Bill por sus reiteradas insistencias. Pero lo que ambos padres no sabían era que aun mantenían en secreto su pequeña relación.

Una mañana de fin de semana, Bill pasaba lista a sus aves, había llegado un pequeño halcón desnutrido el cual estaba poniendo en peligro tanto a sus colibríes como a las demás avecitas. 

—Hum… un depredador natural, debo pensar qué hacer antes que coma a mis hijas —murmuró con preocupación. 

Detrás de él estaba Tom quien se le acercaba con una muy triste noticia.

Hacía minutos sus padres habían hablado con él sobre algo que recientemente había pasado y sabían que Tom era el único indicado para tocar el tema.

—Bill… —llamó serio y Bill se dio la vuelta para sonreírle emocionado.

—¡Tomi! —quiso colgarse de su cuello para abrazarlo, pero Tom se lo impidió—. ¿Qué pasa? —miró a ambos lados en señal de sus padres u otra persona, pero no había nadie.

—Ha pasado algo, no sé cómo lo tomes, pero… pero creo que habrá un pequeño problema con las aves.

—¿Qué?

—Los vecinos se han quejado ante los departamentos de plagas y Sanidad, dicen que las aves están comenzando a anidar en sus tejados y destruyendo sus plantaciones porque hay una persona que las atrae, ya sabes, la comida que se les da.

—¡Qué tontería! ¿Qué haremos? —Tom bajó la cabeza.

—No hay mucho que se pueda hacer.

—¿Qué quieres decir?

—Un equipo de Sanidad vendrá y… espero que no, pero es probable que… que haya un control de las aves.

—¿Un control? ¿A qué te refieres?

—Bill, lo siento… —Lo miró con angustia, él, nadie más que él, sabía lo que esas avecitas significaban en su vida—. Lo siento, pero Sanidad se hará cargo.

—¿Se las llevarán? ¿Cómo pueden? —dijo con indignación.

—Lo siento… —dijo rendido. En el fondo de su corazón no podía seguir diciéndole. No podía explicar que Sanidad no era solo un grupo animalista, Sanidad era una especie de control antiplaga que vendría a quitar los nidos y matar a las aves por tomarlas como una amenaza. 

Eran muchas… ese era el problema. Bill se había encargado de darles una vida digna que decidieron reproducirse más y más y no hubo un control. Era colibrís, palomas, tórtolas, periquitos y un sinfín de avecitas nuevas no alcanzaban en el jardín trasero de la familia Kaulitz.

Se había salido de control por no haber tomado previsiones. 

Bill se molestó mucho y pasó de Tom para adentrarse a su casa y encarar a sus padres, sabía que ellos habían mandado a Tom a decirle la noticia. 

—¡Qué significa todo eso! —gritó a sus padres y Simone lo miró con tristeza.

—Hijito, quizá podamos conservar algunas en jaulitas.

—¿Conservar algunas? ¿Qué pasará con mis aves? —gritó ofuscado y ellos miraron a Tom.

—¿No le dijiste? —preguntó Jörg, preocupado.

—¡Habla! —gritó Bill a Tom, estaba airado y al borde del llanto.

—Lo siento —dijo devastado.

—Deja de decirme que lo sientes sin haberme dicho todo, necesito saberlo.

—Sanidad tomó a las aves como una plaga, vendrán y… espero no pase, pero Sanidad viene a exterminar lo que considera una plaga. 

Bill palideció. No podía creer tal cosa, ¿cómo podían ver como plaga a sus pequeñas compañeras? No lo entendía. 

Había invertido no solo amor y dedicación en ellas, había aprendido a hacer muchas cosas como llaveros, cartucheras y guantes que tejía con su amiga Paty para vender y recaudar fondos para la alimentación de cada tipo de ave además de sus nidos y medicinas para sus enfermedades, y ahora todo lo que en años había construido podía ser destruido de la noche a la mañana.

Subió y se encerró en su habitación y ni Tom y todas sus súplicas logró revertir su terrible sentimiento de angustia. Le recordaba mucho a cuando su pequeño Colibrí le dejó, pero esta vez el dolor era mucho más fuerte… le iban a quitar toda su vida.

Tom regresó abajo donde sus padres y los miró con indignación. —¡Y ustedes no piensan hacer nada! ¡No es justo! 

—Lo sabemos —contestó su padre—. No es justo, pero… pero sabemos que es lo mejor, es decir, tú más que nadie sabe que esa obsesión por las aves no llevará a nada bueno a tu hermano, ya con quince años debería interesarse en otras cosas que no sean palomitas y colibríes, eso no está bien, Tom, lo sabes.

—Sí, mi hijo —intervino Simone—. Estuvimos pensando con tu padre, en estos últimos meses, que la cosa con las aves se estaba saliendo de control, mira cómo está mi cocina —Era cierto, entraban muchas plumas y a veces las aves, estaban invadiendo mucho—. Estoy harta de las quejas de la vecina, le arruinan el tejado, han anidado palomas, tórtolas y hasta cotorras en parte de la azotea, ya es demasiado, esto tiene que acabar.

—Ustedes no entienden… —dijo rendido. 

—Queremos que le hagas entender a Bill que ya fue demasiado. Tiene que parar esa obsesión, las aves son cosa seria, ¡atrajo todas las aves de la ciudad a nuestra casa! ¿Te das cuenta? Se salió de control.

Tom entristeció, no podía contradecir a sus padres, ellos tenían razón, las aves se había salido de control, pero a la vez entendía a Bill y su amor por las aves, sabía que era totalmente injusto que las exterminaran pues las avecitas no tenían la culpa de haberse multiplicado a ese punto. 

Tom se sintió impotente, Bill no le abría la puerta, ni le hacía caso a sus súplicas. Y fue cuando vio llegar a su inseparable amiga Paty.

—… dile que no me ignore —pidió Tom antes de dejarla subir a su habitación, pero ella lo miró con desagrado.

—Debo ayudar a mi amigo, sé lo que siente —le había explicado por teléfono y ella también estaba indignada. 

—Por favor, Paty —ella le volteó la cara.

—Y sé lo que se siente cuando tu familia no te apoya.

—¡Pero yo le apoyo! Él lo sabe.

—¡Pues no parece! —diciendo eso subió corriendo a la habitación de Bill, tocó la puerta en clave y se abrió rápido haciéndola pasar y luego se cerró cuando Tom quiso interponerse.

Tom se ofuscó, no era su culpa, pero ahí estaba Bill, haciéndole pagar por algo que él no estaba cometiendo.

Bill era muy sensible, aun con sus quince años, se echó a llorar en su cama junto a su amiga quien permanecía sentada a su lado sobando su espalda.

—¡Las exterminarán, Paty! Aun no lo creo, no sé qué haré…

—Lo comprendo, no sabes la rabia que siento con ese departamento de Sanidad, no están a favor del ecosistema, ¡son del asco!

—Y lo peor es que mi familia no me entiende, ¡ni Tom! Él no hizo nada para impedir esa ordenanza, no hicieron nada, ¡ellos dejarán que Sanidad entre a esta casa y extermine a mis aves! ¡Los odio! —dijo con indignación. 

Su rabieta duró más de media hora y cuando acabó se quedó conversando con Paty.

—Te apoyaré, lo juro —le decía ella acariciando su cabeza que reposaba en sus piernas. A Bill le encantaban sus caricias, él nunca las tomaba como otra cosa que no sean caricias amistosas. En cierto modo Bill esperaba que Paty entendiera o se diera cuenta que él no era como los demás chicos... claro que no le iba a decir a nadie que tenía una relación con su propio hermano, es jamás, pero esperaba que en algún momento ella comprendiera que él amaba a un chico.

Pero Paty sentía cada vez más amor por Bill. Para ella no había chico perfecto que él y toda esa sensibilidad por la naturaleza y los animalitos. Bill era su primer amor.

—¿Alguna vez te has enamorado? —preguntó ella con las mejillas sonrojadas, casi nunca hablaban del tema. Bill asintió con los ojos cerrados—. ¿Y te corresponde?

—Creo que sí —dijo relajado, los dedos de ella se entrelazaban en sus cabellos negros y largos y eso lo relajaba tanto. Se había calmado luego de tanto llorar, quería desconectarse un poco de la realidad y estaba ensimismado. 

—¿Y está cerca de ti?

—Sí —dijo recordando la última vez que estuvo con Tom en su habitación, el resiente fin de semana cuando se besaron y acariciaron a tal punto de darse placer mutuo.

Paty sonrió y se inclinó hacia Bill, ella creyó que se refería a ella y terminó besándolo en los labios. Bill abrió los ojos totalmente sorprendido y se sacudió. —¡Lo siento! —exclamó Paty acalorada. 

—¿Paty? —se sentó en la cama.

—Debo irme…

—No, espera —la detuvo del brazo—. No me dejes, lo lamento… haré como si no hubiera ocurrido —dijo comprensivo y ella se sentía desilusionada, hubiese querido otro tipo de reacción, pero Bill no podía y no permitió que se fuera.

*

Cuando la noche llegó, aun Paty permanecía en la habitación de Bill. Tom decidió ir a caminar con su amigo Georg y estaba tan distraído que éste terminó por percatarse de ese hecho.

—Algo te pasa, anda Tom, dime —inquirió con un pequeño golpe en el brazo.

—Le quitarán las aves a mi hermano, Sanidad vendrá a exterminarlas —soltó en resumen y Georg puso una mueca de incomodidad. No era la primera vez que Tom hablaba de Bill como tema central de sus preocupaciones.

—Otra vez con lo mismo, Tom, ya hemos hablado de eso, la vida de tu hermano no tiene que importarte más que la tuya, déjalo vivir y afrontar sus problemas él solo, además, tú y yo sabemos que esos animales se convirtieron en una plaga, yo te dije; te dije que las cazaras y las vendieras, no quisiste, también te dije que le quitaras los nidos, pero tampoco quisiste y…

—¡Ya! —gritó molesto—. No me ayudas en nada, solo quiero que Bill esté bien, nada más que eso, él ama mucho a esas aves, yo quiero que siga así.

—Pero sabes que no se podrá, mejor dejar que Sanidad se encargue a no ser que quieras ganarte una de esas multas con pena de cárcel y todo eso, Sanidad es cosa sería, amigo. —Tom comenzó a angustiarse. 

—Debo hacer algo…

—¿Y qué harás? ¿Cazarás a todas las aves? —De repente algo iluminó lo ojos de Tom, era como una revelación.

—Eso es… —murmuró.

—¿Qué te pasa? ¿No me digas qué..? ¡Tom! No seas estúpido —exclamó al ver su rostro iluminarse con una sonrisa.

—Gracias amigo, debo irme.

Y dio media vuelta maquinando su plan. 

Fue al supermercado y compró algunas cajas, estaban baratas. Llegó a casa como a las diez de la noche y salió al patio.

Sus padres estaban en su habitación descansando, Bill aún permanecía con Paty en su habitación, apenas habían salido para llevar comida al cuarto y seguir lamentándose. Ella le había prometido que estaría hasta el día siguiente para enfrentar a los de Sanidad, si es posible se encadenaría desnuda a los árboles o haría una revolución de protesta. Idean muchas cosas inmaduras y extremas, pero aquello emocionaba a Bill, al menos alguien le apoyaba.

Tom casi no durmió esa noche ni tampoco en la madrugada, cuando entró los primeros rayos del sol, las avecitas que habían dormido en otros lados comenzaron a llegar a esperas del suculento desayuno. Tom tiró la comida y todas bajaron emocionadas al jardín. Mucho revoloteo, plumitas que volaban y tiró la red para atraparlas… pudo atrapar a muchas, menos a los colibríes, ellos eran rápidos y se mantenían al margen de todas las demás.

Cada caja fue llenaba especie por especie. Algunas avecitas fueron muy inteligentes, no querían bajar a comer porque habían visto que eran cazadas, pero Tom fue muy paciente y terminó atrapándolas cuando el hambre las vencía y bajaban por la comida.

Con la frente sudada y ya muy cansado, aglomeró las cajas con las aves y las escondió una por una en el sótano.

Y cuando fue las ocho de la mañana, un muy debilitado Bill salía de su habitación de la mano de su amiga Paty para ir al comedor a desayunar. No quería ver el patio de aves, no quería tener un motivo para llorar.

Sus padres estaban en el comedor y saludaron risueños, pero Bill no les dio la cara. —¿Qué modales son esos? —reclamó Simone.

—Paty, ¿nos vamos?

—Hey, jovencito —dijo su padre—. Esa no es forma de contestar a tu madre.

—Hijo, entendemos tu incomodidad.

—¿Es mucho pedir no querer estar en casa para cuando Sanidad venga? ¿Es mucho pedir eso? Porque de lo contrario me encadenaré desnudo a un árbol no sin antes impedir que entren usando la violencia o lo que fuera, de ser posible me desgarraría los brazos hasta desangrarme si tocan alguna de mis aves.

—¡Bill! —sus padres no lo toleraban más. 

Tom entró viendo la discusión y luego vio cómo su hermano tomaba de la mano a Paty y la sacaba del comedor, pasando por su lado, golpeando su hombro.

Tom entristeció. Su hermano aun no le perdonaba algo que él no había hecho y sintió celos de que le diera más importancia a su amiga que a él, sabiendo lo que ambos tenían de años.

Pero justamente los años debilitan una relación, él lo sabía, ya los besos y las caricias no eran suficientes, la relación necesitaba de algo más para que se hiciera más fuerte. 

Bill caminó con Paty de la mano rumbo a la puerta y cuando la abrió su corazón le pegó un susto al ver el camión de Sanidad estacionarse en su casa y que bajaran un equipo de cinco personas vestidas de traje verde y uno de ellos tenía muchos papeles en la mano.

Era el fin. En sus ojos.

Jörg salió a dar el encuentro al equipo y los dejó pasar a la sala. Bill comenzó a temblar y Tom se puso a su lado.

—Aléjate —pidió Bill yendo más cerca de Paty.

—Bill, por favor —pidió mirándolo a los ojos, pero solo obtuvo una mirada de desprecio. 

Uno de los hombres comenzó a explicar. —Como hemos anunciado mediante una notificación, hemos recibido muchas quejas del vecindario mencionando la existencia de plaga de animales silvestres y urbanos que están residiendo en su jardín, ¿tienen algún tipo de autorización de Sanidad u otra área para criar tal cantidad de animales?

—No, señor —dijo Jörg.

—¡No necesito el permiso de nadie para alimentar a las aves! —exclamó Bill comenzando a airarse.

—Disculpen a mi hijo, verá, él ama mucho a las aves, le permitimos criarlas en el jardín y tan bien las cría que ahora son muchas, eso es lo que pasó. —El equipo miró a Bill no con desaprobación, sino con algo de comprensión.

—Jovencito, nosotros entendemos su buen corazón, aquí faltó una especie de control de Sanidad.

—¡No quiero que exterminen a mis aves! —gritó y comenzó a llorar, Paty lo abrazó y ella también se indignó.

—¡Ustedes son de lo peor! —gritó ella abrazando a Bill. 

—A ver, un momento —gritó el encargado—. Aquí nadie va a exterminar ninguna ave, nosotros no exterminamos al menos que sea una plaga y las aves no están consideradas plagas salvo que dañen la salud o alteren el ecosistema, tus aves aún no han llegado a ese punto, nosotros venimos para hacer un control, no puedes criar aves sin un control o habrá consecuencias. —Bill los miró con los ojos llenos de lágrimas y tuvo una ligera esperanza.

Todo había sido un horrendo y cruel malentendido. Los padres de Bill habían entendido la palabra control como una aniquilación de las aves, lo cual no era así.

Sanidad pidió pasar al jardín y Tom se moría por revelar lo que había hecho en la noche, pero no pudo hacerlo. Todos fueron al jardín y Bill corrió hacía la pileta que tenía en el medio donde solía darles de comer, habían algunas aves, pero solo se podían contar cinco palomas y algunos colibríes, ¿dónde estarían las demás?

—¿Qué pasó aquí? —preguntó el encargado de Sanidad al ver indicios de muchas aves como los nidos y la suciedad de las mismas en varias partes del jardín. 

Todos se miraron entre ellos y Bill palideció, se asustó mucho que comenzó a temblar, pero Tom fue a su costado y tomó su brazo para apretarlo un poco. —Tranquilo —le susurró—. Señores de Sanidad, yo tengo a las aves —exclamó y todos lo miraron, incluido Bill.

—¿Cómo?

—Pensé que vendrían a exterminarlas y las atrapé en la noche y parte de la mañana… están a salvo en quince cajas y jaulas en el sótano.

El corazón de Bill volvió a latir por amor a Tom. Nunca debió dudar, pero lo hizo… tristemente lo hizo y sentía mucha culpa.

Esa mañana, Sanidad empadronó a todas las veces y con el permiso de Bill, se llevó más de la mitad para reubicarlas en zonas en las que no dañaran el ecosistema ni la vida urbana. Le quitaron los nidos, eran demasiados, le sugirieron un control en los huevos y en la alimentación así como más medicamentos para evitar plaga de piojos y otras cosas más. Bill estaba muy aliviado, los de Sanidad tenían una filosofía como la de él, en su mayoría eran veterinarios, ecologistas, botánicos, ingenieros ambientales y carreras afines a todo lo que él amaba. 

Y cuando el día terminó, a Paty la fueron a recoger sus molestos padres, había pasado más de veinticuatro horas fuera de casa y tuvo que irse, Bill se sintió muy culpable y avergonzado.

Terminaron de arreglar las cosas en el jardín y sus padres le pidieron disculpas por asustarlo. Felizmente ya el estrés había pasado, pero Bill no sabía cómo disculparse con Tom, le había juzgado sin escucharlo, le había creído capaz de confabularse en su contra, pero nada de eso era así, todo lo contrario y no sabía cómo arreglar las cosas.

Estaba muy avergonzado que casi no podía acercarse y pedirle disculpas a pesar de ser su hermano. Pero en la noche, mientras todos dormía, decidió bajar a la habitación de Tom, sigiloso y muy nervioso, y así tocar la puerta muy despacio.

Tom abrió algo confundido y ahí lo vio, en la casi oscuridad, parado en el lumbral de su puerta. —¿Puedo pasar? —le pidió con voz tímida. Y claro que Tom le dejó.

Bill entró y se sentó en la cama, Tom quiso encender la luz pero Bill se lo impidió, así que fue a su lado y se sentó, sabía que se disculparía, podía predecirlo. 

—No quise dudar… —comenzó hablando despacio—. Me siento tan culpable.

—Olvida eso, Bill, ya pasó, nada malo pasó felizmente, me alegra que puedas sentirte más tranquilo. 

—Bien… me siento un poco mejor —dijo con una pequeña sonrisa—. Ahora que todo está aclarado, realmente me quito un peso de encima, no quisiera estar más peleado contigo.

—Tampoco yo.

—Eres importante, Tom, no quise demostrar lo contrario —dijo bajando la cabeza—. Bueno, un poco sí… lo siento…

—Ya olvida eso, ya entendí, Bill. —Bill lo miró con una pequeña sonrisa la cual creció hasta mostrarle los dientes. Tom podía verlo porque entraba luz por la ventana y justo iluminaba parte de su bello rostro.

—Tom… —dijo con voz sugestiva y Tom bajó la cabeza sintiendo su corazón acelerarse—. Me siento listo. —Tom sabía a lo que se refería.

—Sabes que también significas mucho Bill, sabes que te amo, pero…

—¿Pasa algo? —preguntó preocupado, extendiendo su mano hacia la de Tom.

—Sí. —soltó nervioso y lo miró tomando su rostro, acariciándolo—. Muero por hacerte mío y… consumar esto, pero no me perdonaré nunca el hecho de hacerlo con mi hermano. —Bill lo miró angustiado.

—Siempre seremos hermanos.

—Lo siento. Aun no estoy listo. —Bill retrocedió en la cama y Tom se le acercó—. Pero mi amor no ha cambiado, es solo que… no quiero arruinarte la vida.

—No la arruinarás…

—Yo siento que sí. Perdóname —susurró y se le acercó para darle un beso en los labios—. Prometo un día complacerte.

—También quiero ser quien te complazca.

—Lo harás, sé que sí, pero por ahora… además apenas tienes catorce.

—Soy bastante grande como para saber cómo debemos hacerlo —dijo en protesta y Tom rió un poco.

—Aún eres pequeño, Bill. —Le besó en los labios y lo abrazó—. Tomemos esto con calma, ¿está bien? No quiero perderte.

—Tampoco yo —dijo aceptando el abrazo y continuó aferrándose a Tom.

Esa noche regresó a su habitación más tranquilo, pero a la vez el amor que sentía por Tom había crecido, así lo sentía y esperaba poder tener el control de ello y no arruinarlo.

Por otro lado, Tom recostado en su cama, se mordía el labio fuertemente… se había excitado y lejos de sentirse cómodo estaba molesto consigo mismo, no quería tocar a Bill, no a sus quince años, debía ser fuerte y esperar… aunque quizá no se sienta capaz los años próximos porque lo quería mucho, no quería dañarlo y en su mente hacerlo suyo significaba un daño.

A la mañana siguiente, ambos desayunaban en la mesa junto a sus padres y Tom sonrió nervioso al sentir una pequeña caricia del pie de Bill en el suyo. 

Todo había vuelto a ser como antes… y creyó que con eso podía estar más que conforme.

¿Se imaginaban a Tom resistiéndose? XD pues es así en este fic. ¿Qué les pareció? *-* ¿Creen que podría agregarle una última parte? Gracias por leer<<3

4 comentarios:

  1. No recuerdo como seguia. Asi que lo leeré nuevamente. Ame el fic y el banner. Odio a Paty. ������. _ivi_��������

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  2. Muy bueno, excelente diría yo, pero que con minino, detrás del póster, una esperanza y los demás inconclusos?? Por favor muero por que actualices alguno de estos.

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  3. q lindo!!!! yo digo que si merece una cuarta parte!!!

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  4. Bill realmente me desesperó!! Aunque es un adolescente y es comprensible su falta de madurez, la verdad si cansaría una actitud así. Lo bueno que Tom lo ama y por eso hace por entenderlo!

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