martes, 7 de octubre de 2014

Vagabundo - 6

Hola a todos n_n no les hago esperar más y aquí está el capítulo... espero me hagan saber sus lindas opiniones pues el final salió de la nada y me tiene nerviosa jajaja. Gracias a quienes siguen este fic. Saludos.
Bill caminó algo nervioso hasta sentarse en su cama. Tom entró y lo ignoró, pasó de él hasta su ropero un poco roto y mal pintado para sacar una toalla crema y algo de jabón. 

—Te ayudo… —ofreció Bill, pero rápidamente fue rechazado por Tom. 

—No. —Y salió de la habitación. 

Bill suspiró resignado, Tom estaba distante… no era el mismo que conoció hace semanas, eso lo llenó de inseguridad con respecto a lo que ambos compartían, pero él era terco, no se rendiría así no más. 

Mientras Tom no estaba, Bill sintió tal curiosidad por husmear en sus cosas para ver si así lograba encontrar algo que le revelara quién era Tom realmente. 

Se levantó y caminó hacia la mesa donde había visto a Tom dejar unas hojas de papel hechas un rollo al momento de entrar, quería saber qué eran… así que se acercó, las desenrolló y ojeó encontrando que eran hojas de publicidad de autos, otras de comida y otras más de tiendas de ropa, eso logró ofuscarlo un poco, ¿quién cargaría con ese tipo de papeles? Así que trató de revisarlos percatándose de que en uno de ellos estaba anotado un número de teléfono. Regresó la vista hacia la cama para sacar el suyo y tomar una foto de los números, capaz serían pistas… todo valía. Pero la puerta se abrió, entrado Tom percatándose del hecho. 

—¡Qué haces! —reclamó Tom dejando el jabón y toalla en la mesa para quitar los papeles de las manos de Bill quien se quedó paralizado, viéndolo a los ojos totalmente sorprendido. 

—Yo… yo… 

—Tú husmeabas en mis cosas. 

—Lo siento, solo quiero saber más de ti. —Tom lo miraba con enojo y Bill se sintió pequeño otra vez. 

—Estos papeles son para las plantas, ¿de acuerdo? Para ti es fácil ir a tu escritorio, sacar papel y desperdiciarlo, para mí no, necesito traerlo de la calle, me sirven para ponerlos debajo de las macetas y así la humedad de cuando las riego no malogre nada. 

—Lo siento, solo era curiosidad. —Tom suspiró ofuscado y miró a Bill. 

—No tengo nada que contarte, eso es todo, soy un hombre que no tiene nada que ofrecerte… puedes irte si deseas, no te detendré, es más, lo apoyo, no te merezco. 

—Tom —reclamó. 

—Aun eres un niño, ¿qué edad tienes? Ni sé tu edad… 

—Tampoco sé la tuya, ni tu apellido, ni de dónde eres, ni a qué te dedicas, no sé nada… —dijo para luego bajar la cabeza—. Pero aun así quiero estar contigo. —Ante eso Tom no podía hacer mucho, solo alzó la mano para acariciar el brazo de Bill. 

—¿Es que acaso tengo demasiada suerte? Bill, no sabes lo que dices. 

—Sí lo sé. —alzó la vista y lo miró estando con las mejillas ardiendo—. No te he sacado de mi cabeza, no me avergüenza decirlo —dijo sabiendo que su voz salía hasta temblorosa, él era arriesgado. 

—¿Y qué debo hacer? ¿Ah, dime? —Se le acercó un poco—. Tengo cierto temor, ¿sabes? No puedes andar diciéndole a la gente todo lo que me dices, ¿comprendes? 

—Jamás lo he hecho… 

—Qué difícil creerte, ¿sabes todo lo que podrían hacerte? 

—No me importa el resto, solo tú. —Tom seguía sorprendido—. Bésame… —pidió en un susurro y Tom tragó saliva. Vio cómo Bill cerraba los ojos lentamente y hacía un puchero con sus labios rojizos. 

Tom se acercó un poco más y lo besó, poniendo una mano en su espalda baja y pegándolo a su cuerpo. Fue cuando Bill lo rodeó con ambos brazos y se dejó besar. Había estado esperando tantos días por ese momento que cuando pasó trató de concentrarse en todo lo que sentía para no olvidarlo y cuando Tom se separó, apoyó su cabeza en su pecho, suspirando muchas veces y Tom lo abrazó. 

—Dime que dejarás que me quede —dijo Bill. 

—¿Cómo no hacerlo? 

—Hace poco me estabas echando. —Tom suspiró y rió luego. 

—Hay cosas que necesitas entender. 

—Ya las entendí, tú no quieres decirme nada de ti, yo no preguntaré. 

—¿No lo harás? —Bill se quedó pensando. 

—Hum… solo quiero saber algunas cosas. —Se separaron y miraron, Bill podía ver la incomodidad en los ojos de Tom—. ¿Escapas de algo malo? —Tom frunció el ceño y se alejó un poco—. Tom… solo quiero ayudar. 

—Nadie puede ayudarme, solo debes entender que soy uno más como los de aquí, no hay nada sorprendente en mí, no podré darte todo lo que mereces, Bill, no soy el indicado para ti, tú mereces alguien mejor. 

—Ya lo dije, no lo siento así. 

—¿Por qué? No lo entiendo, ¿acaso no hay hombres guapos en tu escuela? Anda, qué edad tienes. 

—Diecisiete y no hay nadie en mi escuela… no hay una razón que pueda explicar para hacer todo esto, solo está en mi mente el recuerdo de cuando tenía doce… era un niño curioso, pudiste haberme hecho daño, dejarme morir, pero no lo hiciste… desde ese momento solo podía pensar en ti, en tus ojos, en tus manos ásperas que alguna vez tocaron las mías. —Bill buscó con sus manos las de Tom y las acarició—. Eres todo lo que alguna vez estaba buscando. 

—Esto no va a funcionar, tarde o temprano terminará y luego qué. —Bill lo miró con temor, parecía que como a dé lugar Tom quería que cambiara de opinión. 

—Luego volveré a ti, sea lo que sea que pase —dijo mirándolo a los ojos. 

—¿Alguien te ha dicho que eres muy arriesgado? —Bill sonrió y bajó la cabeza. 

—Sí… me han dicho que es un defecto mío que podría traerme graves consecuencias viendo lo delicado de mi condición con esto que padezco… pero, ¿sabes? Nadie me quita la satisfacción que siento cuando te busco y te encuentro… 

—Bill, no me conoces y… probablemente no me conocerás, es que ni yo me conozco bien… —Bill alzó la cabeza, podía comprender lo complicado que Tom era, pero para él eso no era un impedimento para quererlo. 

Luego de un buen rato en donde discutieron sobre la extraña relación que tenían, Tom terminó sentado en la cama, un poco cansado, Bill podía notarlo, como sobre estresado. Detrás de él, Bill le daba masajes en su ancha espalda. Ya le había vendado las heridas que tenía, una en el labio y otra en el pómulo derecho, Tom había insistido en que no necesitaba nada más que tiempo para que cicatrice, pero Bill insistió en ponerle venditas. 

—¿Sabes, Bill? No recuerdo la última vez que alguien me haya tratado como tú. —Bill sonrió y buscó la forma de sentarse a su lado, lo miró a los ojos y tomó una de sus manos ásperas. 

—Y quiero seguir haciéndolo… quiero venir a verte. 

—No, no vendrás más —dijo serio, haciendo que Bill se asustara un poco—. No permitiré que regreses a un lugar como este. 

—Pero… no seas injusto, yo quiero verte. —Tom lo miraba serio y negó con la cabeza. 

—No, y no insistas. —Bill frunció el ceño y se alejó un poco, Tom se preocupó, pero sintió que debía ser firme, no expondría a Bill a otro peligro como lo que había pasado. 

—Entonces eso quiere decir que… —Lo miró con tristeza—. No sé si pueda. —Infló sus cachetes y suspiró molesto—. Tom… 

—No sé, déjame pensar. —Entonces fue Bill quien pensó más rápido. 

—En mi casa, nos veremos en mi casa. 

—¿Qué? ¿Estás loco? Tu familia no permitirá que alguien como yo te frecuente. —Bill torció la boca, pensando un poco. 

—Este fin de semana, ven el sábado, no hay nadie en casa. —Sacó una hoja de papel y anotó su dirección—. Aquí tienes, ven en la tarde. —Tom suspiró un poco cansado. 

—No sé… Bill, escúchame —Bill lo vio a los ojos y Tom bajó la cabeza, pero vio sus manos entrelazadas sobre la cama—. Necesitas saber que conmigo no conseguirás nada bueno. 

—Tom, basta de eso. 

—Es la verdad, no quiero que te ilusiones, ¿de acuerdo? —Otra vez esa especie de rechazo, pero Bill era atrevido y al sentirse mal, solo optó por ponerse en pie frente a Tom—. Bill… 

—No, escúchame ahora tú. —Tomó su rostro entre sus manos y lo miró a los ojos—. Pueda que sea un niño para ti, uno sin experiencia y aunque eso es verdad, quiero que sepas que soy capaz de luchar por esto que siento. 

—¿Cómo puedes sentir algo? Date cuenta. 

—No, date cuenta tú, Tom; desde mis doce años no te borro de mi mente, esto no es reciente… —Tom se quedó mirándolo fijamente y sonrió un poco para luego jalar de su cintura hacia él y hacer que se sentara sobre sus piernas, abrazó su cintura y lo besó en los labios, aunque con cuidado porque tenía una venda que le molestaba un poco. 

—No puedo ser tan suertudo —le susurró y Bill sonrió, emocionado, ruborizado, agitado, abrazando a Tom y sintiendo el calor de su cuerpo. 

—Pienso lo mismo…—Ambos rieron un poco y luego se miraron a los ojos—. Dime que vendrás… 

—Está bien, iré. —Bill sonrió satisfecho y luego se dejó besar otra vez. Amaba esos besos, era como descubrir algo nuevo con ellos. Y cuando tocó parte de su trasero, gimió sin poder evitarlo y fue cuando Tom supo que debía parar. 

—Lo siento… —dijo Bill bastante avergonzado, pero Tom solo lo sentó a su lado y le dio un beso en la frente. 

—No, me gusta que seas así —susurró en su oído. 

Bill suspiró hondo, buscando calmarse y acomodó su cabello negro, viendo la hora y poniéndose triste pues ya era tarde y debía ir a casa. 

—¿El príncipe necesita ir a su lujosa torre? —preguntó Tom con una pequeña sonrisa. 

—Sí —dijo serio—. Y espera que su amante vaya y suba la torre para rescatarlo muy pronto. 

—Iré, pero conste que no quiero líos. —Lo miró serio. 

—No habrá líos, lo prometo. Te espero Tom, soñaré contigo esta noche y las otras —dijo con una pequeña sonrisa—. No me olvides. 

—¿Crees que podría? 

—No lo sé… 

—Espero que recuerdes esto que me dices el día en que tú lo hagas. 

—¿Olvidarte, Tom? No sabes todo lo que me ha costado llegar hasta aquí. —Eso era cierto y Tom supo darse cuenta, así que lo besó otra vez, agradecido. 

—Hasta pronto… 

Y así fue que Bill tuvo que irse a casa con una sonrisa enorme en sus labios pese al susto dado al inicio. Tom lo acompañó hasta la salida, viendo como la gente de los suburbios los miraban extrañados, un chico tan bien cuidado en medio de toda la escoria, era extraño de ver, pero a Bill poco le importaba. Le costó despedirse de Tom, lo abrazó y besó, y tuvo que irse solo cuando cruzó la reja. 

Ya casi oscurecía y corrió a casa. Su familia ni se percató de su ausencia, nadie le reclamó nada y Bill deseó que sea sábado. 


Tom descansaba en su cama pensando en Bill y sobretodo pensando en su alguna vez había sentido esa sensación en la boca del estómago alguna vez. 

Fue cuando comenzó a sentirse en peligro otra vez. A Tom no le gustaba pensar mucho, concentrarse para recordar algo, él sabía que no podía recordar gran parte de su pasado. Algunos recuerdos eran confusos, como si los hubiese soñado en vez de haberlos vividos, por eso no los consideraba como recuerdos. 

Sabía que había tenido una bonita niñez, una mamá de la que recordaba solo el rostro y el aroma de su vestimenta cuando la abrazaba, recordaba parte de la cocina de su casa cuando era pequeño, especialmente escenas relacionadas a comida, cuando abría las ollas y encontraba deliciosa comida recién hecha, así como abrir el refrigerador para robar un poco de helado, o picar con el debo algún postre, pero más allá de eso, no podía recordar detalles. Esas memorias lo confundían y sumían en una serie de sentimientos confusos y todos desagradables que le producían un dolor fuerte de cabeza, incluso sudoración y temblores en el cuerpo. 

Entonces era como si se volviera otra persona, que en medio de la noche, se levantaba sin rumbo a perderse en la nada o a intentar buscarse. 

Abrió la puerta de su cuarto, y caminó, caminó y caminó sin rumbo aparente hasta que llegó el amanecer encontrándose en medio de una carretera, afueras de la ciudad, cansado, con sed y mucha hambre, se encontraba perdido como muchas veces había estado. 

En su mente solo había recuerdos confusos, incluso estaba desorientado en el tiempo, no podía recordar qué día era, cómo se llamaba, ni dónde vivía, solo sentía que debía seguir caminando porque la única cosa que podía recordar era la sensación de haber vivido eso muchas veces y que si caminaba podía “encontrarse” a él mismo otra vez. 

Entre todos esos recuerdos, había uno muy particular, uno nuevo “ven a mi casa este sábado”, podía recordar, pero no quien se lo había dicho. 

Vio oscurecerse el cielo y amanecer muchas veces. Caminaba hasta llegar a pequeños pueblos donde la gente a veces le convidaba un pan o encontraba algún río de dónde beber agua, pero casi no hablaba con nadie, su aspecto empeoraba y ahuyentaba a todo aquel que se le cruzaba. 

Sentado en un pequeño riachuelo vio su imagen en el agua y se asustó un poco… estaba todo sucio, pero vio que tenía en el rostro dos venditas sucias y se las sacó para lavarse un poco la cara. 

¿Quién era él? ¿Por qué le pasaban esas cosas? Era algo que no podía responder. 

Se puso en pie y miró a lo lejos una carretera y pensó “debo encontrarme… debo encontrarme o quizá moriré en este lugar...” 

Y así llegó el sábado y Bill, sentado en su cama, esperó hasta que fue de noche y supo que Tom no llegaría.
u_u Tom no fue, Tom le dijo a Bill que piensa que Bill lo olvidará, pero al parecer... Tom acaba de olvidar todo, ¿por qué será? Veremos... Subiré pronto el siguiente capítulo :3 Gracias por leer, espero comenten~

6 comentarios:

  1. Noooo! ´porque no fue Tom?? Que malo!! -.- (yo de nuevo)

    ResponderEliminar
  2. Me sentí tan frustrada por Tom debe ser horrible no saber quien eres... pobre Bill se quedo esperando a Tom.

    Espero el próximo saludos c :

    ResponderEliminar
  3. JJSAGDJHASGDHDS god ;-; no puede estar pasando edfasghjd debes de subir el siguiente capítulo, sin moriré <|3

    ResponderEliminar
  4. Pero Bill va a pensar que ya le cortó, que ya no le interesa!
    Amo tu manera de escribir twcest, nunca lo dejes Pink, siempre espero con tus historias para poder dormir con una sonrisa :)
    Gracias por este nuevo Capí!

    ResponderEliminar
  5. Eso es muy extraño, la verdad no se si exista un padecimiento semejante pero debe ser horrible, un trauma enorme, quien sabe, me encanta me mezcles lo que sabes de tu carrera con lo que escribes, porque aprendo un poco de ti y de lo que estudiaste :)

    ResponderEliminar
  6. Lamento tardar miles de años luz Y_Y ahora sí, un capítulo más<3<3 gracias a cada uno por sus bellos comentarios *-* son importantes para mí<3

    ResponderEliminar