martes, 21 de octubre de 2014

Vagabundo - 7

Hola a todos *-* dfbdfbdfb ay, lamento no escribir tan seguido, releo este capítulo y me percato de que no está saliendo como quería, pero! Tengo la historia en la mente así que... espero pronto seguir subiendo n_n Gracias por leer y comentar además de pedir el fic *-* es valioso para mí<3
Bill esperó el tan ansiado sábado desde el viernes por la noche donde casi ni pudo dormir bien. Hasta sus padres habían notado su estrés, pero Bill no respondía a las preguntas o prefería cambiar el tema.

Recostado en su cama, trataba de dormir, pero eso era casi imposible. Cada vez que cerraba los ojos, pensaba en Tom, en sus ojos, su sonrisa, el picazón de su barba, lo áspero de sus manos y sus brazos fuertes sosteniendo su cuerpo, abrazándolo, besándolo y se calentaba, mordiéndose el labio, se preguntaba una y otra vez si podía salir adelante con lo que había empezado con Tom, y quería creer que sí. 

Ya casi en la madrugada, sus ojos se cerraron por cansancio y con una sonrisa en sus labios durmió y soñó que Tom dormía con él y que le daba algo de vergüenza mostrarse desnudo, pero Tom insistía en verlo, así que Bill le mostró algo de su piel.

Despertó a las seis de la mañana, sudado, emocionado; pocas veces había soñado algo como eso y rió en su cama recordando lo atrevido del pequeño sueño.

¡Ya era sábado! Y eso implicaba ver a Tom.

Toda la mañana estuvo obedeciendo a su mamá, haciendo los quehaceres de la casa y hasta más de lo que le pedían para que así en la tarde sus papás se fueran a su retiro y lo dejaran solo.

Así pasó, sus padres se despidieron de él con un beso en la frente y le dieron muchas órdenes que él a todas dijo “sí, sí y sí.”, y cuando la puerta se cerró corrió hacia su habitación a sacar toda las ropas bonitas de su inmenso armario. Debía estar precioso para Tom, debía de alguna forma, impresionarlo.

Así que en eso demoró cerca de tres horas frente al espejo, a vestirse y desvestirse hasta que consiguió sentirse seguro. Peinó su cabello con la plancha, lo alisó y también se pintó las uñas.

Su celular no dejaba de sonar, era Andreas que quería salir con él como cada sábado, pero Bill sabía que si le respondía no podría mentirle y terminaría confesándole los planes con Tom.

Suspiró emocionado, sentando en su cama cuando dieron las cinco y media… y esperó hora tras otra.

Logró darse cuenta de que algo no estaba andando nada bien cuando de la ansiedad comenzó a comerse parte de las uñas. Se las miró descuidadas y comenzó a angustiarse.

¿Y si Tom no venía? Pensó angustiado, pero luego trataba de decirse a sí mismo que sí vendría, que quizá solo tardaba. Y luego el sol se ocultó en el horizonte y su angustia creció. Ya no era más la tarde y solo quedaba que llegara de noche.

Bajó a buscar qué cenar y comenzó a caminar por todas partes, impaciente, respirando un poco agitado, estaba hasta molesto. Entonces fue cuando, resignado, subió a su habitación a quitarse todo lo que se había puesto y aceptó contestar el teléfono a Andreas.

—¿Qué pasa? No me contestaste toda la tarde.

—Lo siento, no estuve de humor… —su voz sonaba triste y Andreas se preocupó.

—Algo te pasa Bill, quiero saber qué es, ¿puedo ir a visitarte?

—No, no, estoy por dormir, solo que… de seguro si te cuento me llamarás la atención.

—No, nada de eso, anda, dime. —Bill suspiró cansado, sabía que Andreas se molestaría, pero necesitaba hablar con alguien.

—Bueno… es que yo… sé que te molestarás, pero ¿recuerdas que te comenté que veía a un vagabundo? 

—Sí, ¿qué pasó con él?

—Hum… iba a verlo hoy, pero él me falló, no vino.

—¡Qué! ¡Te das cuenta de lo que dices, Bill! ¿No me digas que le diste tu dirección a un vagabundo? Es la peor cosa que pudiste hacer, es terrible.

—Sabía que te molestaría.

—No solo me molesta, Bill, ¡me preocupa! Eres importante para mí, no permitiría que te pasara algo… —Y Bill continuó escuchando sus reclamos.

Se puso a pensar por un momento en si Andreas tenía razón, ¿tan mal hacía en enamorarse de un vagabundo? Y es que para Bill Tom no era un vagabundo, era un hombre que guardaba muchos misterios y él quería descubrirlos todos. 

Al final de toda la reprimenda de su mejor amigo, terminó con mal humor y una decepción que le hizo pensar que estaba haciendo mal por ilusionarse de alguien del cual apenas sabía su nombre. 

Se terminó de quitar la fina ropa y se puso un pijama, y cuando estuvo por desmaquillarse, no pudo evitar derramar lágrimas de frustración y ver cómo la toallita con la que se limpiaba la cara se humedecía y oscurecía cada vez más.

—… necesito evitar dar mi corazón si siempre pasará algo como esto —se reclamaba una y otra vez.

Así fue como terminó recostado en su cama, abrazando su almohada, con los ojos aun abiertos viendo la noche pasar, pensando en qué es lo que estaría haciendo Tom… capaz en su casa, olvidándolo, capaz con Bushido haciendo algo prohibido o… lo peor, capaz con una mujer u hombre, pasándola bien.

Cerró los ojos queriendo evitar pensar más en él.

*

Tom, lejos de la ciudad, se sentía muy confundido. Lo poco que sabía era que algo muy malo estaba pasando y tenía mucha, pero mucha sed que casi podía sentir sus labios cuartearse por la deshidratación. 

Su ropa toda sucia y con muchos agujeros ahuyentaba a la gente y eso a él lograba incomodarle mucho ya que lo que más quería era una explicación de lo que estaba pasando, cosas cómo dónde estaba, qué día era; eran fundamentales para él, pero nadie quería darle información.

Logró angustiarse tanto que se paró en medio de una enorme autopista e hizo frenar a una camioneta de un hombre rudo.

—¡Qué mierda te pasa! —le gritó y Tom se le acercó asustado.

—Lléveme a la ciudad, se lo pido, es urgente… —El hombre tuvo compasión pues podía ver tras esos ojos cansados y sucios, mucha angustia. Tom subió en la parte trasera del auto.

—¿Hacia dónde exactamente?

—No lo sé… estoy seguro que recordaré algo. —Movía inquieto sus manos por su pantalón hasta que se topó con un papelito en el fondo de su bolsillo muy bien doblado y lo sacó.

Era una dirección escrita con letra muy bonita, redonda y con bolitas en los puntitos de las letras i. —Quiero ir aquí… —le pasó el papelito y el hombre asintió.

—Te dejo a cuatro cuadras en la avenida principal, en esas residencias no se pueden transitar así no más.

—Comprendo.

—¿Sufriste un accidente? Luces bastante mal.

—Perdí la memoria… —El hombre se sorprendió y Tom posó su vista en la autopista, buscando en su mente algún indicio de lo que él era.

Y casi como magia, recuerdo tras recuerdo de lo que estaba pasando vino a su mente. Primero, al entrar a la ciudad, pudo reconocer las calles y saber dónde estaba, también recordó que tenía una casa, más bien habitación en los suburbios, así como unas plantas que cuidar… recordó a Bushido y una sonrisa se le formó en los labios al percatarse que era alguien, con amigos y un lugar donde estar. El dolor de cabeza regresó así como todo lo que hacía antes… pero no recordaba exactamente a Bill, ni la cita que habían acordado.

*

Bill despertó por la llamada inoportuna de sus padres a las dos de la madrugada.

—¡Bill…! —gritaba su padre en el auricular, Bill frunció el ceño—. ¡Tu madre y yo regresaremos mañana! ¡Hay una fiesta y…!

—Ya, ya, está bien —dijo cansado y colgó el teléfono.

Suspiró fastidiado, la gente se divertía un sábado por la noche y se sintió muy patético ya que hasta sus viejos padres disfrutaban la vida un sábado por la noche, pero él estaba durmiendo sin ánimos de nada.

Se removió en la cama, comenzando a patalear y revolver los cobertores, tenía calor y estaba molesto y se puso boca abajo. Pataleó cual niño botando todo de su cama hasta su almohada que luego recogió para arañarla y algunas plumitas salieron de ella. Metió la mano en el hueco que hizo sintiendo la suavidad de las plumas de ganso y volvió a relajarse.

Un sonido logró perturbarlo pues podía escuchar pisadas en el jardín trasero de su casa y se asustó mucho.

Estaba solo, no había asegurado las puertas de su casa porque se había olvidado y sus padres no llegarían.

Casi saltó de su cama pues las pisadas eran notorias pues había muchas hojas secas en el suelo.

—… maldición, estoy perdido… —buscó su celular para ver si tenía que llamar a la policía. Caminó hacia su ventana y la abrió.

Abajo logró ver la silueta de un hombre y su corazón comenzó a latir acelerado cuando pudo reconocerlo.

—¡Tom! —gritó desde la ventana de su habitación y Tom miró hacia arriba. Al ver la silueta de Bill, sus cabellos negros sueltos, sus facciones, sus ojos brillosos, supo reconocerlo y sonrió aliviado de al menos sentirse otra vez él.

Bill bajó casi corriendo, descalzo y abrió la puerta trasera, y fue donde Tom, en toda las hojas, cerca del árbol que tenían en el jardín posterior y lo abrazó sin importarle nada. 

—Tom, Tom… —dijo con angustia.

—Lo siento, yo… yo me perdí.

—Algo pasó contigo… —dijo separándose, mirando su aspecto y Tom retrocedió, bastante avergonzado.

—Me perdí, lo siento. —Bill, tratando de comprender, alzó una mano para que se la tomara y Tom así lo hizo.

—Ven conmigo… —Tom no tenía otra opción que aceptar y sintió mucho alivio cuando pasó a la acogedora casa de Bill y subió hasta su habitación.

—Sé que dije que… que vendría sábado, creo que es domingo, ¿verdad? —Eran las tres de la mañana del domingo.

—Sí, pero no importa… tú llegaste —dijo con una sonrisa y le dio una toalla—. Ten esto, voy a… —pasó de Tom y abrió la puerta de su baño para alistar la tina, llenándola de agua tibia— Tom, pasa —invitó y Tom pasó a su lindo baño de paredes blancas, viendo a Bill llenar la tina—. Estoy seguro que querrás relajarte un poco.

Bill salió del baño y Tom deseaba sumergirse en esa agua con urgencia.

Bill salió de su habitación y fue hacia la de sus padres, de seguro su papá podía tener algo de ropa de la talla de Tom pues sus propias ropas eran pequeñas y de seguro ninguna le hacía.

Pensó rápido y tomó unas poleras que solían darle en el club Tokio donde su padre jugaba tenis algunos fines de semana, además de unos pantaloncitos propios del club que su papá solía tener a montones. Cogió también medias y calzoncillo que felizmente estaban nuevos ya que su papá solía comprar por cantidades y los guardaba para usarlos poco a poco.

Corrió hacia su habitación sintiendo que vivía un sueño, estaba muy emocionado por tener a Tom de vuelta aunque no podía entender cómo así se había perdido… pero sabía que mejor no le preguntaba mucho o si no, quizá no volvería, tenía ese temor latente. 

Tocó la puerta del baño con cierta timidez y Tom no respondió.

—Tom, solo quiero poner algo de ropa en la silla… hum… —podía escuchar el grifo de la tina abierto, pero no la voz de Tom—. Tom… —nada, éste no respondía así que Bill decidió entrar, total, la puerta no estaba con seguro.

Tragó saliva y enrojeció un poco al ver a Tom desnudo en la tina, parecía dormido y Bill se quedó paralizado, poniendo la ropa en una silla, retrocedió lentamente observando a Tom.

Podía ver que estaba algo bronceado, sus hombros y nariz algo enrojecidos, su cabello suelto, negro lacio y largo caía por sus hombros y la espuma en el agua le impedía ver más.

Bill se acercó con cautela, debía cerrar el grifo o pronto el agua se rebalsaría y fue cuando Tom abrió los ojos, descubriendo a Bill cerca. Se sobresaltó un poco.

—¡Descuida! —dijo Bill bastante nervioso, Tom quería ponerse en pie, pero Bill no le dejó—. Te traje ropa, está en la silla… sé que estás cansado.

—Lo siento, me dormí un poco, es tan relajante esto… —Además de eso había tomado agua a montones en la ducha y al estar saciado su cuerpo se relajó y casi durmió un poco.

—Lo sé —dijo con una sonrisa y se alejó.

—¿No quieres? —pidió con una sonrisa en sus labios y Bill tembló con nerviosismo y se mordió el labio. ¿Dónde había quedado todo su atrevimiento? No lo sabía, pero no se sentía capaz de aceptar la invitación, lejos de eso, se sonrojó y alejó de Tom.

—Esperaré afuera… ten un buen baño —dijo con una sonrisa y se fue a su propia habitación. 

Se sintió un niño, pero era que los nervios le ganaron, nunca había visto un hombre desnudo, mejor dicho a alguien que fuera su pareja y eso había logrado intimidarlo. 

Arregló su habitación, recogió sus mantas y sábana que habían sido tiraras por él y tendió su cama.

Tom tardó mucho pues era muy relajante darse un baño con agua tibia luego de haber estado caminando tanto, incluso sus pies tenían ampollas que trató de calmar con el baño.

Salió de la tina y al ver la ropa puesta sobre la silla, la estiró viendo el símbolo del club impreso en el polo y también en el pantalón de algodón. Se quedó pensando en cómo era que conocía ese símbolo de líneas, era como un sello de una letra T y una H invertida puesta sobre la T. 

Se vistió y la sensación que le dio la ropa fue como un Déjà vu. Pasó sus manos por las telas suaves y suspiró ante la sensación de confort. 

“A veces no poder recordar te hace pensar en que en realidad no deseas recordar por temor a lo que puedas encontrar en el recuerdo”. No se sentía tentado por querer recordar algo que quizá no le iba a gustar. Se sentía seguro en casa de Bill, se sentía al fin aliviado.

Salió de la habitación del baño ya vestido y encontró a Bill sentado en su cama, un poco nervioso, había encendido la televisión y tenía un plato de galletas y un vaso de leche puesto sobre la mesita de noche.

—¿Deseas? —invitó tímido y Tom aceptó.

Bill pudo ver cómo se devoraba todo y luego le devolvió el plato vacío. —Muchas gracias y también por estas ropas, son muy cómodas y… no sé cómo te las devolveré, no puedo ir con una polera del Club Tokio por donde vivo. —Bill se sobresaltó un poco, muy pocas personas sabían de la existencia de ese club pues era muy privado, no pensó que Tom reconocería el símbolo.

—¿Y cómo es que sabes que es del Club Tokio? —Tom abrió los ojos bastante sorprendido y bajó la cabeza.

—No sé.

—Tom, claro que sabes.

—No, enserio no sé, lo leí en la camiseta… —mintió pues no había ninguna escritura más que el símbolo.

—Sí claro, mira qué fácil se lee —señaló el símbolo en el pecho y Tom evitó verlo—. ¿Por qué me mientes? —Tom frunció el ceño.

—Creo que es hora de irme.

—No, Tom, no te irás, necesito saber de ti. Te estuve esperando tanto…

—Me perdí, ya te dije… hay cosas que debes saber, no soy alguien normal.

—¿Qué quiere decir eso? —Tom lo miró con cierto fastidio y Bill se asustó un poco—. Tom… —insistió con voz suave.

—A veces olvido quien soy y otras veces recuerdo que no soy alguien. —Bill lo miró confundido—. No sé cómo agradecer todo lo que intentas hacer por mí y haces… quisiera poder darte todo lo que te mereces, pero me siento incapaz.

Bill lo miró comprensivo, pero se sentía muy perdido en el sentimiento que ya se había instalado en su corazón, así que abrazó a Tom con todas sus fuerzas y susurró: —No digas eso… dices que estuviste perdido, lo puedo entender, también me siento perdido, perdido en ti…

Se que muchas tienen teorías *-* quiero saberlas. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Alguien tiene alguna sugerencia? n_n Gracias por leer<3

8 comentarios:

  1. ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO SIGUE, SIGUE POR FAVOR.

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  2. Estoy esperando capitulo de cautivo :'( no me dejes con la intriga <3

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  3. ¡Que suerte que sólo se había perdido! :) Amo a ese Bill tan atrevido, lo amo :) (Ivi)

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  4. Fue hermosoooo, "también me siento perdido, perdido en ti" 😍💙 sigue subiendooooo, no te olvides de tus lectoras :c

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  5. Pues seguro Tom es realmente alguien importante, que tuvo dinero y no se, imagino que alguien quiso deshacerse de él por una herencia o tuvo un accidente y quedó mal, por eso pierde la memoria! Ayyy que nervios, Uff este capítulo paso rápido, ansio el nuevo Pink
    Ya tienes el disco de KOS? Que te pareció?

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  6. Ya quiero leer el proximo capítulo número 8 que pasar??? Estoy tan anciosa de leer

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  7. Gracias por cada uno de sus bellos comentarios, me alegra que les esté gustando esta historia media complicada<3 espero les guste el siguiente capítulo. Un beso<3
    Pd: Tom tiene algo, sí... u_u

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  8. Terminalo porfis termina este fic T.T

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