lunes, 20 de enero de 2014

Vacaciones - 28

Hola a todos, lamento tarda~ pero aquí otro capítulo de este fic que poco a poco se va acercando al final. Gracias a cada uno por comentar *-* 
Por Bill:

Habían pasado algunos días desde nuestra reconciliación, no medíamos nada. Nuestros padres habían salido, les habían invitado a un retiro de parejas, del mismo de donde estaban antes de venir a recogernos de la casa de los abuelos.

Estaba teniendo un momento pasional con Tom, tiempo a solas con él era lo más gratificante que podía tener.

—Oh Tom… oh… ¿Lo harás? —pregunté con un hilo de voz, la excitación me estaba matando, recorriendo todas mis venas hasta hacerme temblar, no sé cómo seguía aún de pie, totalmente desnudo y Tom, él con esa mirada seductora, de rodillas frente a mí, me miraba mientras tomaba mi miembro erecto masajeándolo sin pudor. Tomé sus rastas despeinándolo acercándolo más a mí—. Sí… humm —musité cuando sus labios suaves tocaron lo más sensible de mí—. Ahh… —Mi cabeza dio hacia atrás, perdiéndome en esa sensación tan, pero tan placentera que hacía temblar mi cuerpo.

—¿Te gusta? Mírame. —Lo miré cuando él se lo introdujo todo en su boca, su mirada maliciosa me volvía loco. Mis dedos se enredaron en sus suaves rastas, marcaban un ritmo de acuerdo a la succión de sus labios. Sentía su suave lengua acariciarme. Me hundía tanto en él que sentía que me vendría pronto.

—Tom… hum… ¿Me la estás lubricando para luego dejarte montar, no? —Le bromeé, últimamente le fastidiaba con el hecho de nuestra reconciliación, haberse dejado hacer el amor por mí. Me frunció el ceño mientras seguía en su faena, la carita que tenía, era realmente sexy, y se la sacó.

—Ni lo sueñes. —Puso sus dos manos en mi trasero, posesivamente, quería levantarse de su posición, pero se lo impedí con mis manos.

—De rodillas —amenacé, y él me sonrió con malicia tocándome descaradamente. Sus manos tantearon mi entrada y me estremecí con sus intenciones—. Ah… —Su sonrisa se anchó y yo temblé aún más. Con ambas manos sobre mis caderas me empujó a la cama, boca abajo.

—Así es mucho mejor. —Se levantó y lo miré por el rabillo del ojo, él dominaría—. Ábrete bien. —No me negaría, apoyado en mis codos, abrí mis piernas y expuse mi trasero para él, me miraba deseoso, pasándose la lengua por los labios—. Esperé mucho por esto otra vez. —Puse una mano en mi trasero abriéndolo. La sensación de morbo y excitación se combinaba de tal manera en mi cuerpo que me sentía flotar en una nube—. Oh… —Me miraba expectante mientras se arrodillaba en la cama, no lo vi más pues se agachó de tal manera dando contra mí. Cerré mis ojos perdiéndome en todo ese placer que su lengua me causaba entre mis nalgas. Estrujé las sábanas en un intento de liberar todo lo que sentía, un calor desmedido.

—Ahh… —Mis gemidos eran estruendosos, más aún cuando me tomó por sorpresa penetrándome con su dureza. Movía mis caderas, tratando de seguir su ritmo. Nuestros cuerpos se bañaban en sudor—. Así… fuerte. —Mi voz era jadeante, mis ojos se llenaron de lágrimas. Sus manos sobre mis caderas me acariciaban la piel. Sus movimientos rápidos me enloquecían—. Tom… Tom… —Gemía su nombre sin control.

Salió de mí y volteándome me puse sobre él. Mirarle a la cara mientras lo hacíamos era algo que me fascinaba. —Voy a montarte. —Lo miré insinuante, él sólo sonrió pero no dejó que me acomode entre sus piernas.

—Ni lo sueñes. —Dicho eso me tomó de la cintura acomodándose entre mis piernas y me penetró. Arañé su pecho, él sólo gimió mientras marcaba el ritmo con sus manos—. Muévete así… ohh… —Impulsándome con mis rodillas me alzaba y luego descendía, cabalgándole frenéticamente. 

La situación se salía de control. Su mirada puesta en mí me hacía estremecer de una forma especial. Todo mi cuerpo respondía a él, creo que no había otra forma más intensa de complementarnos que en la cama. Esta vez, la suya; la bautizábamos de esta manera. Era como las tres de la tarde, aún teníamos pocos días de vacaciones, menos de una semana, eso nos ponía tristes, pero a la vez deseosos de ambos, como ahora.

Acercándose a mis labios me besó y con sus fuertes brazos me pegó a él sintiéndole temblar producto del orgasmo que invadió su cuerpo, derramándose en mi interior, me mordió el labio en su liberación.

—¡Ahh! ¡Tom! —Eso había sido intenso… tenía una herida en el labio por su culpa, y aún no había acabado, me desconcentré un poco pues podía saborear la sangre en mi labio.

—Amor, perdona… perdona… —Jadeante sobre la cama conmigo encima y en mi interior se disculpaba mirándome asustado mientras me pasaba el brazo limpiándome la sangre—. Deja… —Me rozó el labio inferior con uno de sus dedos, fruncí el ceño por el ligero escozor incómodo de una herida.

Apoyándose sobre sus codos se impulsó hacía arriba, tomándome de la cintura y saliendo de mí con sumo cuidado, me recostó en la cama, yo me dejaba como si fuese un muñeco de trapo.

—Tú no has acabado —dijo mirándome entre las piernas.

—La sangre me desconcentró, lo siento. —Me chistó poniendo un dedo en mis labios, para luego besarme, descendió por todo mi cuerpo, tocándome de forma delicada. Mis manos fueron hacia sus rastas, enredé mis dedos en ellas. Sentía que besaba con devoción aquella estrella tatuada que tenía en el bajo vientre.

—Sexy… siempre sexy… —decía. Tomó mi miembro y besó la punta, con su lengua me estimulaba, apreté los labios y cerré los ojos, con la cabeza hacia atrás. Cada músculo de mi cuerpo de contraía de placer.

—Oh… Tom… —Si habría un sinónimo para lo erótico, ese sería Tom, que era lo único que mis labios podían pronunciar en ese momento—. Tom… —La voz me sonaba rara, era la pura excitación sintiendo como se lo metía todo. Sus manos me tocaban los muslos suavemente, y en su habitación el sonido de mis gemidos y su respiración era lo único que se escuchaba.

Estrujé las sábanas al borde del orgasmo, mis uñas se clavaban en su cama, con mis muslos aprisioné su cabeza y me liberé totalmente… lucecitas de colores inundaron mis ojos y todo mi cuerpo se estremeció. Caí rendido en la cama, totalmente rebosante. Agitado, aún con los espasmos del orgasmo recorriendo cada célula de mi ser, mágico.

Él me miró y abrí mis brazos para recibirlo, lo abracé y me besó la frente, su mirada, no había cosa más pura y hermosa que sus ojos sobre los míos. Mi gemelo, mi todo.

El cansancio nos obligó a tomar una siesta juntos, después tomaríamos una ducha; faltaba tan poco para el inicio de las clases, ninguno de los dos quería volver a la rutina, las vacaciones sin duda habían sido de las mejores. Jamás pensé que unas vacaciones en la casa de los abuelos cambiarían mi vida… me hicieron conocer el verdadero amor, supongo, y era algo de la cual estaba seguro, que Tom estaría conmigo para siempre, así lo sentía yo, y estaba seguro que él también lo sentía así por más bizarra que sea la realidad, ya que no es nada común que dos gemelos se enamoraran. 

Mis ojos se cerraban con Tom sobre mi pecho, sus rastas me hacían cosquillas en la nariz, parpadeé antes de supuestamente echar una siestita, pero unas sombras me llamaron la atención, fruncí el ceño moviendo a Tom de sobre mí.

—Tom… —le susurré—. Hay alguien aquí. —Me percaté de aquella sombra que se veía por debajo de la puerta para nada cerrada, eso era un grave y horrible error, un error por el cual lloraríamos lágrimas de sangre.

—Oh, por Dios —dijo Tom levantándose lo más rápido posible. Pero era tarde, la puerta se abrió y nuestros ojos chocaron contra el menos indicado de todos… papá.

Nuestro padre siempre fue amable con nosotros cuando éramos niños, aunque en cierta forma era un poco autoritario, ya saben, el padre que pone la disciplina, el que prohíbe las salidas. Antes de que pensara separarse de mamá las cosas empezaron a empeorar, los gritos en la casa, mamá yendo al baño a llorar y papá saliendo de la casa y regresando al día siguiente, Tom en la calle y yo encerrado en el cuarto escuchando música, nuestra familia empezó a separarse cada vez más hasta que unos amigos de mis padres les recomendaron un retiro de pareja, así ambos, casi obligados, decidieron ir en las vacaciones. Tom y yo notamos una mejoría en ellos desde que llegamos de Oberhaverbeck, ambos salían más seguido, mamá no discutía y papá estaba más tranquilo en casa, en otras palabras, se habían reconciliado, no había la necesidad de separarse. Y ahora había este problema en casa, uno que ninguno buscó. Papá nunca nos había castigado físicamente, aunque alguna que otra vez nos abofeteó pero eso pasó cuando ya nos pasábamos de la raya.

Los ojos de mi padre se llenaron de ira e indignación, no sabría cómo describirlos. Mi cuerpo temblaba de puro miedo, tratando de cubrir mi desnudez con las sábanas, Tom se terminó de levantar de la cama, cubriéndose con sus manos sus partes íntimas buscaba sus ropas esparcidas por toda la habitación. ¿Qué excusa inventar? ¿Qué se dice en estos momentos? ¿Qué se hace en estos momentos?

—¡¡¡QUÉ PASA AQUÍ!!! —exclamó mi padre aun atónito, Tom recogió sus bóxers y se los puso velozmente, yo… no sabía qué hacer, no salía palabra de mis labios, no podía hablar de la impresión y mis ojos se posaron sobre los de mi padre—. ¡Maricón de mierda! —Eso me lo dijo a mí, apreté los dientes de rabia y acto seguido vi como se deslizaba la correa que tenía en sus pantalones, un sonidito algo escalofriante ¿Nos iba a golpear?

Tom estaba que balbuceaba excusas, frases que no entendía, mientras mi padre lo miraba, se le acercó y con el látigo en la mano le dio un correazo en las piernas que sonó fuerte, mi hermano gritó sorprendido y a mí se me terminó de bajar la presión. Salí de la cama así como estaba, me amarré la sábana en la cintura y fui donde mi padre, los gritos de los tres se volvieron ensordecedor, las manos de mi padre fueron directamente a la cabeza de Tom, tomándole de sus rastas, jaló de ellas hacia la puerta, mi padre no me miraba, sólo miraba a Tom, insultándolo, agrediéndolo.

—¡Mira lo que has hecho, degenerado! ¡Cómo se les pasa por la cabeza hacer eso! —Lo sacó de la habitación, yo le gritaba que lo soltara, pero mi padre no me hacía caso, las uñas de Tom se clavaban en los brazos de papá, los rasgaba pero éste no lo soltaba, lo llevaba a rastras por el pasillo entre gritos—. ¡Es asqueroso! ¡Yo no he criado un par de maricones que se encaman!

—¡Que me dejes explicarlo! —gritó Tom.

—¡Suéltalo! —decía por milésima vez, esta vez golpeando su espalda.

Llegó a la puerta del baño, la pateó y entró ahí con Tom, cerrando tras él, dejándome afuera. Golpeé la puerta en mi intento de rescatar a Tom, pero nada, ahí adentro los gritos se hicieron escalofriantes, mi padre nunca había actuado así, por más jovencitos que éramos, la fuerza que él tenía nos superaba. Las lágrimas de frustración invadieron mis ojos, respiraba agitado algo debía hacer, pero no sabía qué exactamente. 

Cansado de golpear la puerta y martirizarme con los gritos de Tom, fui a mi habitación en busca de mi celular, y algo de ropa de paso. Con las manos temblorosas marqué el número de mamá, era la más indicada, debía saber que papá estaba masacrando a uno de sus hijos en el baño.

—Aló —dije tembloroso.

—Bill, cariño.

—Mamá, algo feo está pasando, es papá, está golpeando severamente a Tom. —Ella se indignó.

—¿¡Pero qué ha pasado!? —Si supiera…

—No puedo contarte por teléfono, debes venir.

—Voy inmediatamente.

Así fue. Pasaron muchos minutos y aún Tom no salía del baño, aún estaban ahí adentro, aún podía escucharlos gritar, estaban discutiendo.

—Papá, ya basta —Le decía Tom con la voz enfurecida. No quise volver a tocar la puerta, tenía temor.

—Lo que has hecho ha sido repugnante, así que déjame pensar qué hacer con ustedes.

—Bill no tiene la culpa, fui yo, le obligué, él por tonto me siguió la corriente, es eso, sólo jugábamos. 

—Piensas que voy a creerte semejante ridiculez…. Esto me recuerda a algo que escuché en el pueblo de tus abuelos, es repugnante Tom, de ahí viene todo esto, ¿verdad? —Estaban dialogando, los dos estaban ahora más calmados, no tocaría la puerta, esperaría a mamá.

—No entenderás, nadie lo entiende, ninguno tenemos la culpa.

—¡CLARO QUE SÍ! ¡Esperas que me crea eso! ¡No existe tal cosa en el mundo, dos hermanos gemelos amándose, es asqueroso!

—¡Para ti lo será, para mí es mi vida!

—¡NO! —Escuché golpes y gritos otra vez, fue cuando empecé a golpear la puerta de nuevo de manera desesperada, esto ya se salía de control.

—¡Papá, déjalo! —grité. El silencio otra vez regresó, y me puse en alerta.

La puerta del baño se abrió y mi padre me tomó del brazo desprevenidamente, me asusté y quise escapar, pero al estar asustado mis defensas se debilitaron, todo era tan irreal que me dejé dominar, él me metió en el baño y mi vista buscó a Tom, estaba en la tina llena de agua, totalmente mojado y lo peor golpeado, su labio sangraba y tenía un ojo medio hinchado, me asusté y quise ir a por él, pero mi padre me sostenía del brazo, aplastándomelo hasta hacerme gritar, Tom no podía levantarse de ahí, por más que intentaba estaba molido. No podía creer lo que había sido capaz de hacernos nuestro propio padre. Me arrinconó contra la pared, sus manos estaban en mi cuello, las sujetaba fuertemente pues temía que me ahorcara ¿Se atrevería? Ya nada de él me sorprendería ¿Era tan repugnante lo que hacíamos?

—Escúchame bien. —Sus ojos fijos en mí, me miraban con odio—. Lo que has hecho no tiene nombre.

—Papá… —dije con la voz entrecortada, me hacía daño, nos hacía daño. Tom intentaba levantarse de la tina, pero volvió a resbalar.

—Silencio… —Cerró sus ojos tratando de no perder el control, podía ver su brazo arañado, Tom le había rasgado la piel—. Tendrán que separarse.

Lo último que dijo me dolió demasiado, ¿acaso alguien podía separarnos? Nunca lo pensamos, no tomamos medidas contra todo esto, no imaginamos cómo reaccionarían nuestros padres cuando se enteraran, sólo sabíamos que nuestro amor sería puesto a prueba aquí, y que inesperada prueba era esta. Mi padre observó cada gesto, cada articulación mía con extrañes, sólo mis lágrimas demostraban lo devastador que eran sus palabras para mí.

—¡No llores! —me gritó en la cara, pero qué quería, que salte en un pié por la horrible noticia, no podía soportar el dolor de sólo imaginarme lejos de Tom, todo menos eso—. Ustedes apenas tienen dieciséis años, están bajo nuestro cuidado, no tienen elección.

—Por favor… si alguna vez nos amaste, no nos separes… —Creo que mis palabras menguaron un poco su ira, me soltó lentamente y dejó que corra donde Tom.

Lo jalé de ahí, de la bañera, su cuerpo pesaba mucho, el agua estaba teñida de sangre, pero que salvaje nuestro padre, se le había pasado la mano horriblemente.

—Tomi… vamos —le susurré, parecía como mareado, estaba muy dañado ¿Y si le había roto algún hueso? Miré a mi padre con furia, le había dado una horrible paliza.

Mi padre apoyado en la pared, estaba que pensaba mientras yo apoyaba a Tom en mi hombro, intentando que saliera de la bañera, así poco a poco logró ponerse en pie. Había mucha tensión en el ambiente. 

La puerta de la casa sonó, mamá llegaba, y lo que vería probablemente le causaría un shock.

—Vayan a sus respectivos cuartos, debo hablar con su madre —nos dijo con la mirada vacía, una expresión de total desilusión, estaba ya sin fuerzas, y yo tenía la rabia a flor de piel en ese momento—. ¡Qué esperan! —Lo miré desafiante. Pero al ver el estado de Tom, decidí hacerle caso, lo llevaría a su habitación pero no lo dejaría ahí.

(…)

Las horas habían pasado, había puesto el seguro en la habitación por si papá subiría otra vez. Había limpiado las heridas de Tom, en su espalda tenía una, una de un latigazo con la correa, le dolía mucho, se quejaba, el labio roto y el ojo morado, y sin fuerzas para nada, todo por amarnos. El precio era horrible, lo peor fue escuchar los gritos de nuestros padres allá abajo, estaban discutiendo sobre nosotros.

—Debemos irnos —me dijo Tom—. Ya no nos quieren aquí. —Eso me dolió mucho pues lo sentía así—. No lo aceptarán, Bill…

—¿A dónde iremos? —Un silencio prolongado se formó, él pensaba y pensaba.

—A cualquier sitio, pero no podemos quedarnos aquí.

Nuestra madre subió las escaleras y tocó la habitación.

—Abre, Tom —dijo con voz seria, seca. Me miró y pidió mi aprobación, pero me adelanté y fui yo quien le abrió la puerta asegurándome de que papá no esté presente porque de ser así inmediatamente le cerraría la puerta. Felizmente no estaba, así que dejé pasar a mamá, tenía el rostro como lloroso, de seguro habría llorado… recordé las palabras del abuelo, lo que me dijo alguna vez allá, de que lo peor sería ver a nuestra madre sufrir por algo que todos consideraban un capricho nuestro, lo cual no era así, era algo incontrolable, escapaba de nuestra voluntad. 

Ella fue donde Tom, preocupada al ver su estado tan deplorable.

—Cómo pudo hacerte esto —decía indignada al borde de las lágrimas.

—Mamá, no te preocupes por mí, son sólo golpes, nada más. —La mirada que ella tenía era entre frustración y compasión, era madre pero también de seguro estaba muy enfadada por lo nuestro.

—Lo que hicieron está prohibido, su padre y yo hablamos… —Miré a Tom asustado, ellos nos separarían, lo harían—. Deben separarse, deben hacerlo.

—¡NO! —gritó Tom—. No lo haremos, no podrán, nadie puede.

Hubo un silencio largo mientras mi madre pensaba, ellos lo habían decidido así, nuestra familia, o lo que quedaba de ella, se venía abajo, todo era mierda, pero sin Tom, definitivamente prefería morir, no sería vida.

—Entonces… —Ella se tapó la boca, quería llorar, nos transmitió su dolor, realmente nos partía el corazón verla así.

—Mami… —Traté de acercarme a ella, para consolarla, para abrazarla, pero ella se negó, retrocedió un poco.

—…Deberán irse… —Rompió en llanto, Tom me miró y asintió, no quería aceptar esa realidad, me dolía mucho.

Tal vez era lo mejor pero, ¿a dónde iríamos? 

Dicen que cuando uno encuentra a alguien en la vida y es alguien “para siempre” deben salir de la casa. Mi madre perdía a sus únicos hijos, nosotros perdíamos a nuestros padres de esta manera, era el alto precio a pagar, demasiado del cual no estábamos preparados. Pero Tom me extendió la mano, se la tomé asustado, al borde de un colapso nervioso.

—Ve por tus cosas… —me dijo seguro.

Empezaríamos una nueva vida, lejos de los nuestros

Solos los dos.
u_u sí, era de esperarse en algún momento... ¿Comentarios? *-*

4 comentarios:

  1. Me enoje cuando su Padre le pego a Tomi U_U noo era justo. Pero lo bueno esk see k nadie los separaran ellos se aman Y son uno para el otro Los amo chikoss Y por mi parte me encanto ete capitulo Pink mil graxias por seguir escribiendo estas Fic's Y espero todo salga Bien y tengan Un final Lindo por k la verdad se lo merecen :D Los apoyo Chikoss :3
    Atte: Lea <3

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  2. AAAH ;A; le dió una tremenda paliza :c joer simplemente los descubrieron y tendrán que que irse,pero será tan díficil u-ú el amor se da apoyo en el dolor pero también me da penita por Simone y Bill que es tan indefenso,Espero que puedan surgir aunque será tan complicado
    Pink te amo T-T

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  3. :O que heavy, aún no me esperaba que los pillaran y menos que reaccionaran así sus padres, que impotencia me dio.
    Ojala su relación se fortalezca y salgan adelante :(

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  4. ains no lo habia leidooo awww pobre Tom esta muy lastimado aww si huyan yo les doy asilo en mi casa caiganle pa aca

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