Hola a todos~ Hoy domingo un capítulo más. Se lo dedico a mi amiga Cristina n_n gracias por todo y a ustedes también por el apoyo *.*
Antes del accidente, Tom era de tener una vida bastante tranquila. Básicamente le encantaba no hacer nada y tenerlo todo. Eso había causado muchas discusiones en su familia. Su papá quería que sea médico como él, su mamá deseaba lo mismo aunque también fantaseaba con que Tom pudiera ser un hombre de negocios y administrar sus bienes en el futuro. Para su abuela, Tom era su engreído, aunque comenzaba a preocuparle el hecho de que desperdiciara su vida en cosas vanas como las mujeres y las fiestas. Cuando ella se enteró de que gastaba el dinero que le daba en eso, dejó de dárselo, pero Tom recibía una mensualidad y por más que sus padres le habían chantajeado diciéndole que ya no se la darían más si él no buscaba qué estudiar o trabajar, no lograron quitarle lo que por derecho merecía.
Siempre había tenido una vida cómoda llena de placeres y no quería cambiar nada de eso, ni mucho menos ser como sus padres: esclavos del trabajo. Sus comentarios al respecto era que viviría la vida a su manera, que por eso sus padres habían trabajado para que nada le faltara tanto a él como a su hermanito, así que no pensaba ser como ellos.
La mayor parte del tiempo la pasaba en reuniones, fiestas o con alguna novia, además le gustaba viajar por el país gastando su dinero en lo que se le antojaba y una de esas cosas había sido su última adquisición: su auto. Un hermoso Audi rojo y deportivo, todo lo que un joven de su edad quería para ser admirado.
El día del fatídico accidente, Tom había salido de casa rumbo a ver a una de sus tantas chicas disponibles, se distrajo y chocó, pero solo supo eso días después al despertar en el hospital. Le costó recordar su vida y en especial lo que estaba haciendo el día del trágico acontecimiento. Era como si le contaran algo del cual él no fue consciente. No se sentía el mismo de antes, además había perdido sus rastas y el movimiento normal de su cuerpo, cosa que le hacía sentirse un fenómeno, casi un monstruo.
Necesitaba encontrarse con él mismo por así decirlo y quería ver cómo había quedado su auto. Su mamá le había dicho que estaba en la casa, pero por obvias razones no podría volver a usarlo y que luego pensarían en qué hacer con él y quizá venderían sus partes.
Bajar las escaleras le resultó una de las experiencias más dolorosas de su vida, en todo momento Bill estuvo para ayudarlo, dejando que apoye parte de su peso en sus hombros.
—Esto no está resultando —se quejó Bill.
—No regresaré arriba hasta llegar a la cochera.