Niñerías - II

Hola a todos *-* Otro capítulo aunque es algo corto. Quiero agradecer los lindos comentarios, gracias por el ánimo y el apoyo <3 lo valoro mucho <3

A Bill no le agradó en nada el hermano de Liam, le parecía malicioso así que decidió estar firme en su decisión de no prepararle nada de comer.

—Tu mamá me dio una lista y me guiaré de ella. Solo prepararé el sándwich de Liam. —Tom se le acercó y quiso tomar la nota que tenía en la mano, mas Bill no se lo permitió poniéndola detrás de su espalda—. ¡Hey¡ ¿Qué haces?

Las manos de Tom fueron a sus costados y lo acorraló contra la alacena. Bill comenzó a darle codazos y soltó la nota.

—Gracias. —Tom la tomó.

—¡Trae acá! —exclamó Bill y Tom hizo pedazos la nota ante su atenta mirada.

—Listo, no más de estas cosas. Espero mi sándwich. Ah, y el batido también.

Tom le dio la espalda y salió para ir rumbo a su habitación. Bill se sintió muy enojado, que atrevido y de mal carácter era ese joven. Pero no le dijo nada. Regresó su vista a la alacena y comenzó a buscar los ingredientes.

Liam apareció en la cocina y se notaba impaciente. Estaba jugando con sus lápices como tocando instrumentos de percusión, Bill sonrió ante eso y le dijo que en un momento estaría su cena. Licuó la piña y luego de que el sándwich estuviera listo, llevó todo al comedor y Liam le siguió saltando de felicidad.

—¡Cena, cena!

—Antes debes guardar tus cuadernos.

—¡No! —desafió sentándose. Bill frunció el ceño, le costaría dominar a ese niño.

—No habrá cena, te lo estoy advirtiendo.

—Ay, ya va. —A regañadientes comenzó a guardar sus cuadernos y lápices de colores en sus respectivos lugares y luego de eso Bill le puso la cena sobre la mesa—. ¿No vas a cenar también? —preguntó el pequeño y Bill se quedó pensando.

—No lo sé.

—Siempre las niñeras han comido lo mismo que yo.

—¿Alguna de ellas le ha preparado la cena a tu hermano? —Liam rió un poco.

—Sí, ellas siempre se iban con él y me dejaban solo, por eso mi mami se molestó.

—Vaya hermano que tienes.

—Anda y prepárate tu cena y vienes otra vez. —Bill lo pensó e hizo caso porque tenía mucha hambre.

En la cocina se preparó un pan con mantequilla de maní y un té para pasar el resto de las horas que le quedaba de trabajo. Cuando estuvo por regresar al comedor escuchó los gritos de Liam y se angustió. Dejando a un lado su cena, corrió para ayudarlo y encontró a Tom quitándole lo que le había preparado. Se comía el sándwich en grandes bocanadas y el niño gritaba golpeando parte de su pecho, pero Tom lo alejaba con la otra mano.

—¡Cuál es tu problema! —gritó Bill y tan rápido como pudo le arrebató lo que quedaba del panecillo.

—¡Hey, no te metas! Es mi hermano. —Liam estaba muy molesto, pero lo que menos quería Bill era una pelea, así que tomó del brazo al más pequeño y lo sacó de ahí y lanzó sobre la mesa lo que quedaba del sándwich.

—Vamos Liam, si el cerdo de tu hermano quiere comerse eso, dejémoslo.

Tom reía terminando de tomarse el jugo de piña mientras Liam se quejaba que siempre pasaba lo mismo.

—Es odioso, debiste darle algo de cenar.

—¿Es siempre así? Deberé decirle a tu mamá…

—Yo no haría eso, Tom es de vengarse.

Bill llegó a la cocina y otra vez tuvo que sacar los ingredientes para prepararle otro sándwich. Le dijo a Liam que no se moviera de la cocina, que ahí cenarían.

Tom terminó de comer lo que quedaba y luego se cruzó de brazos pensando. Definitivamente no le caía bien el nuevo niñero. Extrañaba mucho a las anteriores chicas, al menos eran atentas con él y no le era difícil conquistarlas para pasar un buen rato.

—Debo hacer que se vaya —dijo con una mueca de disgusto—. Y que regrese Karina.

Se fue a su habitación y luego Bill llevó a Liam arriba.

—Ya eres grande para bañarte por ti mismo, así que dime dónde está tu ropa de dormir, te la pondrás luego.

Liam le señaló su ropero y Bill sacó de ahí lo que necesitaba. —Ahora ve a bañarte y luego veremos televisión.

—¡No!, dijiste que iríamos a jugar futbol. —Bill tomó aire inflando sus mejillas, estaba cansado pero se lo había prometido.

—Bien, aunque no saldremos, jugaremos aquí adentro, ya es de noche y podrías resfriarte.

—¡Sí! Entonces me bañaré rápido.

—Sí, ve.

El niño llevó su pijama y toalla hacia el cuarto de baño y Bill se sentó en su cama sobando sus sienes, estaba estresado y apenas era el primer día.

—Hey, quiero hablar contigo. —Tom se asomó por la puerta y Bill le puso mala cara. Terminó de entrar y se paró frente a él.

—¿Qué quieres?

—Seré claro, no me agradas. Además, no me parece que un joven cuide a mi hermanito, debe ser una niñera. Las mujeres saben más de esto que los hombres, así que quiero que lo dejes y regrese Karina, ella era buena. —Bill alzó una ceja escuchando todo lo que dijo.

—Estoy acreditado para esto y necesito el trabajo, así que nada de lo que digas me hará pensar lo contrario.

—Te lo advertí, niñero.

Bill se puso de pie y lo encaró. Era de su misma altura y tomó parte de su chaqueta mirándolo fijamente. —Y yo te advierto que la pasarás muy mal si te metes conmigo. No te tengo miedo.

Tom torció la boca y se libró de su agarre para luego salir de la habitación. Bill cerró los ojos, suspirando por un momento. Tom sería su pesadilla, debía estar al tanto de lo que pueda hacerle.

Liam terminó de bañarse y Bill tomó la pelota que había en su cuarto y la llevó a la sala. El niño en pijamas saltaba de felicidad y jugó sobre la alfombra hasta que agitado, pidió ver televisión.

—No doy más, eres bueno —dijo y Bill sonrió.

—También eres bueno en esto.

Bill lo acompañó arriba y luego le instaló el televisor de su habitación. Liam se acostó en su cama y se tapó con los cobertores. —Hasta mañana Liam.

—Espera, no te vayas, no me gusta quedarme solo.

—Está bien. —Jaló una silla y se sentó al lado de la cama. En silencio, Liam se durmió y Bill apagó todo para salir sin hacer mucho ruido.

Bajó a la sala y justo entró la señora Dunja. Ya eran las nueve de la noche.

—¿Y cómo te fue? ¿Se portó bien contigo? —Bill quería decirle que el problema fue su otro hijo, pero prefirió callar.

—Un poco difícil, pero cumplí con todo lo que me pidió, ahora descansa en su habitación.

—Me alegra saberlo. Ahora hablemos de tu pago, ¿quieres recibirlo diario o mensual? —Bill pensó muy rápido.

—Mensual —respondió y Dunja asintió.

—Entonces te espero mañana a las cuatro.

Bill tomó su mochila y se despidió, al fin el trabajo había terminado y lo que más deseaba era regresar a casa, ducharse y dormir.

Dunja subió las escaleras y fue a ver al menor de sus hijos, encontrándolo profundamente dormido, y cerró la puerta de su habitación. En el pasillo se encontró con Tom que la miraba serio.

—Es el colmo, ¿acaso no sabes que los hombres no deben cuidar niños? ¿Y si es un violador? No puedo creer que confíes así en un desconocido.

—Ya sé a dónde quieres llegar con esta conversación, pero nada cambiará mi decisión. Ese joven está acreditado por una agencia de empleo y además están Arthur y tú para vigilarlo. Lo único que quieres es que contrate jovencitas para tu diversión, pues no será así.

—Vah, tú no piensas en Liam, lo hiciste por mí.

—Quien no piensa en él eres tú. Estoy cansada de decirte que hagas algo con tu vida.

—Si vas a empezar con eso mejor olvida lo que dije.

Dunja pasó de su hijo mayor, estaba cansada de discutir siempre lo mismo.

Tom había terminado la escuela secundaria y se supone que debía entrar a la universidad. Sus padres tenían muchas opciones para él pero ninguna le gustaba. Lo único que hacía para pasar el tiempo era desperdiciar su dinero en diversiones y a veces tanta era su flojera que se quedaba en casa buscando pasarla bien con alguna niñera y si no le gustaba hacía lo posible para que renunciara o perdiera el empleo y contrataran otra. Llevaba así más de un año.

*** 

Bill llegó a casa y tomó una ducha. Cenó algo y su mamá se le acercó.

—Supe que conseguiste un trabajo, ¿te quedarás conmigo?

—Sí, podré aportar para no ser desalojados a fin de mes, nos quedaremos en esta casa. —Ella le sonrió apenas.

—Lamento que tengas que hacer esto, eres muy joven para trabajar…

—Mamá, nada de eso, me siento capaz de hacerlo.

—Espero no descuides tus estudios. —Bill bajó la cabeza recordando que no podía dormir sin antes repasar algo de biología pues mañana tenía un examen—. ¿Pasa algo?

—No, solo recordé que debo estudiar. Gracias por la cena, voy arriba.

—Antes que subas debo decirte que hoy salió el divorcio. Me llegó una carta y es oficial. —Bill le miró serio y asintió—. Tu papá me ha insistido que vayas con él.

—Ya le dije que no. Tengo un empleo y me quedaré. Ya lo hablé.

—Está bien, solo quería que sepas esto.

Era oficial, el matrimonio de sus padres ya no existía más, pero no podía pensar en eso, no cuando tenía que estudiar para el día siguiente dar un examen y después ir al trabajo en la tarde.

*** 

Bill recogía sus reportes de nota al finalizar su examen de Biología. Miró con agrado sus notas, eran buenas y se sintió aliviado, un estrés menos en su vida.

—Hey Bill —saludó Nicole, una de sus compañeras con la que alguna vez había salido.

—Estaba pesando, ¿qué te parece si salimos por ahí a comer algo para celebrar haber salido bien en los exámenes? —Bill le sonrió.

—Me gustaría, pero no podré, todas las tardes estoy trabajando.

—¿De verdad? ¿En dónde? —Bill estuvo a punto de hablar y luego se cohibió recordando lo particular de su trabajo.

—Luego te cuento. Debo irme.

A la hora indicada estuvo en la casa de los Trümper. La señora Dunja, vestida de médico, iba de salida y le dio otra lista.

Liam salió de la sala a su encuentro. Al parecer estaba gustoso de verlo otra vez y Bill suspiró aliviado, esperaba que ese día no le diera problemas.

Entró al comedor, dejó su mochila a un lado y le pidió la suya a Liam.

Pasados los minutos, bajó Tom y ambos intercambiaron miradas. Bill esperaba que esta vez no decidiera arruinarle la tarde. Bajó la mirada al notarlo muy bien cambiado, quizá iba a salir y el olor de su perfume inundaba todo el comedor. Cuando alzó la vista para ver si ya se había ido, Tom le mostró el dedo medio; Bill dejó de verlo, sabía que no le simpatizaba y era mutuo.

—Voy a salir, pero eso no quiere decir que no espere mi cena, déjala en el refrigerador.

—Pero qué…

—¡Gracias! —Y salió del comedor para ir por la sala directo a la puerta e irse.

Tom tenía una cita con una amiga a la que no veía hace meses, esperaba encontrarla como la recordaba. Subió a su auto y salió de casa. Poco le importaba la cena en realidad, estaba seguro que regresaría al día siguiente. En casa se aburría y más al ver que su madre no cambiaría al niñero.

Pensando en cosas sin importancia, se distrajo por un momento y no vio cambiar la luz roja del semáforo. Segundos bastó para que impactara contra otro auto y luego no recordara nada más.

Gracias por leer. Veremos qué más puede pasar. Un abrazo.