miércoles, 4 de julio de 2012

Uno para el otro

Resumen: Bill siempre ha tenido las cosas en claro: ellos son el uno para el otro, pero Tom prefiere evitar tener que confrontar esa realidad.

Autora: Pink Girl
Clasificación: MA (18)
Advertencias: Incesto, Lemon, Shota, Lenguaje explícito.
Género: Drama, Romántico.
Pareja principal: Bill - Tom.
Capítulo uno de tres.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, solo la trama.

Nota de la autora: Fic dedicado a Aliss R Aleman, por su cumpleaños~
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Uno para el otro

Tener un hermano tan curioso lo había metido en problemas algunas veces.

Cuando eran más pequeños solían jugar juntos más tiempo.

Ahora las cosas entre ambos gemelos se han puesto difíciles ya que Tom no quiere saber nada de Bill… Esto es reciente, desde que Bill quiere experimentar con él ciertas cosas, cosas que no sabe cómo llamarlas ya que son tan extrañas y confusas para sus doce años.

Tom teme mucho cruzar alguna barrera con su hermano. Pero a Bill parece esto no importarle, sólo quiere estar cerca de Tom como le sea posible y esto confunde mucho al de rastas pequeñas, porque de más pequeños habían sido más unidos, e incluso eran de dormir juntos cada vez que podían. A Tom le encanta recordar esas épocas, pero ahora, él prefiere mantener una distancia.

Bill actúa extraño, le hace sentir sensaciones que él considera no buenas, no correctas, aunque… en sí, es todo lo contrario; puede sentirse bien, demasiado para su comodidad, entonces pasa de buenas sensaciones a unas extrañas e incómodas; todo es una mezcla tan ácida dentro de él que muchas veces se hace insoportable y prefiere escapar.

Es invierno, y la calefacción de la casa está encendida. Está cubierto por su grueso cobertor y no escucha sonido alguno en toda la casa. Cierra sus ojos y se dispone a dormir. Mañana tendrá escuela, aunque ruega para que haya una tormenta de nieve y así no poder ir a clases.

Cuando está a punto de dormir, escucha la puerta de su habitación abrirse. Sabe que es Bill… Se remueve algo incómodo. Esta vez no quiere dejarle dormir con él. Cada vez que lo hace Tom no puede dormir por la culpa que siente después de ceder a sus caprichos.

—Tomi —le llama bajito, jalando un poco el cobertor, pero Tom no quiere contestarle. Siente como Bill se mete en su cama.

—No. Sal de aquí, hoy no quiero jugar.

—No haré nada… sólo tengo frío, me quedaré aquí.


—Conste… tú lo has dicho. —le da la espalda. Siente cómo Bill se acomoda en su cama para dormir, aparentemente.

Su hermano menor es muy inquieto en todo aspecto hasta para dormir. Tom suele ser más introvertido, pero Bill es más que su amigo, es especial, así que sólo con él se abre.

Como todas las noches en la que Bill va a su cama, Tom no puede pegar un ojo. Su cuerpo le pide estar en alerta, puesto que Bill es inquieto y se mueve a cada momento.

Una pierna media fría le roza parte del muslo y luego se escucha una pequeña risa y un suspiro prolongado.

—Bill, no… —Se aleja un poco de su hermano.

—Tengo frío… —apenas dice. Tom se separa aún más y luego le cede una gran parte del grueso cobertor que lo cubría—. No quiero todo esto… Sabes que podemos estar más… —Bill calla para reír y Tom comienza a incomodarse aún más.

—No lo haré otra vez… —sentencia seguro, aún de espaldas a su hermano.

—Ah —suena vacío, un pequeño quejido a sus espaldas, y luego la cama se mueve debido a que Bill le da la espalda también.

Eso a Bill le había dolido. Solo se refería a un beso, pedía tan solo eso… No lo siente malo, le gusta cuando Tom le besa aunque en las últimas semanas éste se hubiera molestado tanto cada vez que eso pasaba. Bill intenta entender el por qué, pero Tom no halla las palabras para explicarle su incomodidad, simplemente la siente.

—Bill —lo llama en un susurro al no sentirlo cerca, ni escuchar su molestosa voz—. Ya, lo siento, no quise decirlo así, solo que… no está bien.

—¿Por qué no? ¿No te gusta? —Tom traga saliva, a él le gusta pero él sabe que no hace bien.

—Supongo que… no todo lo que gusta está bien… ugh… —Bill se da la vuelta y se le acerca poniendo sus manos en la espalda suya, acariciándole como dándole fuerzas.

—A mí me gusta mucho —se muerde el labio—. Además te tengo confianza, eso es importante…

Sus labios van cerca de su nuca, quita de ahí algunas rastas, y le planta un beso, sintiendo cómo Tom se agita mucho.

—¡Bill! —chilla agudamente dándose la vuelta para encararlo, incluso pone una mano en el pecho de Bill, al cual siente agitado, lo empuja un poco—. No hagas eso…

—A ti te gusta —se acerca más y sus labios dan hacia la punta de la nariz de Tom. Éste se deja.

—No… —apenas dice. Bill busca la forma de detonar en él el deseo de tocarlo. Sabe que va a llegar un punto en donde Tom no resistirá más e iría sobre él para besarle. Y esos besos son tan húmedos y largos. A Bill le encanta refugiarse en ellos. Le hace sentirse tan caliente y sobre todo querido, deseado… Tom suele cariñarle de manera suave que le llena de sensaciones tan agradables tanto físicas como emocionales. Bill está cayendo en la adicción a eso, a diferencia de Tom que cada vez que lo piensa se le formaba un nudo en el estómago de confusiones y termina lamentándose.

—Tócame Tom, me dejaré, todo lo que quieras —la vista de Tom se oscurece, tiene el caliente cuerpo de su hermano tan cerca, y sobre todo tan disponible y accesible que poco a poco las razones que tiene para no tocarlo se van pasando a un segundo plano.

—No te muevas… —qué difícil, Bill lo que más quiere es justamente eso, moverse como loco con cada toque, pero sabe que eso pone muy nervioso a Tom— Voy a besarte, pero… no uses la lengua, y no te muevas.

—No lo haré —sus ojos se cierran fuertemente y sus manos se aferraran al pijama de su hermano, ahí, apretando los puños para reprimir cualquier sensación.

Tom se le acerca y le besa en los labios, primero pequeños besitos son depositados con duda y luego que Bill abre un poco la boca, el beso se hace húmedo, caliente y demasiado agradable como para no moverse.

Tom deja que Bill mueva su pelvis hacia delante rozándole y comienzan a jadear. Esa es la parte que ambos en sí esperaban, cuando sus cuerpos chocan y se mueven descubriendo lo agradable que eso es.

—Tomi… —le dice entre besos—, quiero, no sé… sácate el pijama —Tom se sobresalta ante esa propuesta.

—No, eso está mal, no lo haré. —Entonces Bill comienza a quitarse el suyo tan rápido como sus manos pueden—. Estás loco, Bill, no, se acabó, no así… —Bill le besa y se le pega completamente desnudo, espera no ser rechazado, pero Tom le empuja un poco— Dije que no.

—Sí, anda… tócame —pide suplicante, con la voz casi entrecortada.

—¡No! —Aquello es demasiado para Tom, así que empuja a su hermano tan fuerte como puede y termina por botarlo de la cama. Tom se arrodilla y puede divisar a Bill quejándose y que se pone en pie para tomar su pijama—. ¿Estás bien? —pregunta preocupado, Bill está serio, logra ver su entrepierna algo erguida y se sienta en la cama dándole la espalda, comienza a vestirse en silencio— Bill, lo lamento. —Pero Bill no dice nada, está dolido y solo atina a salir de la habitación.

Tom no puede dormir esa noche, se siente culpable de ambas cosas, tanto de haberlo besado como de haberlo rechazado, es una mezcla de sensaciones cómodas e incómodas.

Trata de dormir e incluso planea ir a la habitación de Bill para consolarlo, pero no lo ve como buena idea cuando se dispone a hacerlo. Se recuesta en la cama otra vez y ahora se atormentaba pensando en cómo mañana serán las cosas.

Es una jodida bomba de tiempo, en realidad no sabe cuánto más puede resistir la tensión y la tentación, él no quiere caer, sabe que se sentiría muy pero muy mal si eso pasa y casi no puede imaginar lo que sería de ellos si alguien se enterara, sea quien sea, lo que hacían sería el secreto más grande de sus vidas.

Bill, en su habitación, solo llora como ya antes lo ha hecho por las mismas razones: Tom. Toda esa gama de sentimientos hacia su hermano lo tortura por dentro. Él no sabe cuándo todo había comenzado a ser así, sufrimiento puro, y cuántas veces ya ha llorado por Tom y esa confusión que siente. Quiere respuestas, quiere sentirse acompañado en esa tortura de sentimientos, quiere que Tom también lo vea guapo y deseable como él lo ve desde que tiene memoria.

Pronto siente el sueño invadirle y se duerme.

A la mañana siguiente ambos gemelos hacen sus cosas por separado, se alistan para ir a la escuela y especialmente Tom, evita encontrarse con su hermano.

Mira por la puerta de su cuarto a ver si Bill ha desocupado el baño y cuando se percata que sí, decide salir e ir a asearse. Bill se da cuenta de esa fría indiferencia y que lo evita cada que puede. Se encoje de hombros y trata de no pensar que lo arruinó otra vez… No quiere imaginar cuántos días más tendrá que esperar para que Tom decida acercarse.

Simone, su madre, es una mujer simple, algo sobre protectora que aún cree que sus hijos son niños que piensan en jugar y en divertirse como todo infante, ella aún no ha notado nada extraño que le haga creer que está pasando algo raro entre sus gemelos, pero muchas veces trata de meterse en su relación de hermanos, detesta verlos distanciados y reservados, casi siempre quiere arreglar las cosas en la mesa o hablando en privado.

Su padre Jörg por lo general está ausente, siempre viajes de negocios, ellos ya están tan acostumbrados a eso, a ser criados por su mamá prácticamente.

Bill es quien primero baja a tomar el desayuno, apenas les queda quince minutos para hacerlo. Simone saluda y le da un beso en su frente y luego pregunta por su hermano, Bill se hace al desinteresado y responde un “no sé, ya bajará”. Simone le sigue hablando de tantas cosas, responsabilidades y lo bello que es el día a pesar de estar en invierno.

—Abríguense, no quiero que ninguno se resfríe, ¿me estás oyendo?

Ella sigue hablando pero la vista de Bill va disimuladamente hacia la escalera por donde Tom baja con una capucha en la cabeza, evitando al mundo, a su realidad, a él. Bill suspira, lo ve guapo aún vestido como pandillero y se dispone a escuchar a su madre regañarle por esa forma de vestir.

Tom evita a Bill, no quiere ni verlo, ni le ha dado los buenos días. Se ha sentado al otro extremo de la mesa y solo escucha a su madre reclamarle por ponerse esa ropa así de holgada y con la capucha ocultando sus rastas, él solo escucha y se entretiene en eso para no tener que hablar con Bill.

—… Y recuerda que tienes cortarte ese cabello, ya no lo tolero más…

—Ya, mamá, en otro momento.

—Nada, esta semana. Ahora apúrense. Los veo mis niños. —Se les acerca para darles un beso en la frente a cada uno.

Bill se levanta y toma su mochila para salir primero, Tom le sigue en silencio y cuando abren la puerta y luego la cierran ambos pueden notar lo incómodo que se siente el ambiente una vez solos.

Tom se adelanta con ambas manos en sus anchos bolsillos, Bill va detrás. Los dos se dirigen al paradero del bus del colegio, Tom espera encontrarse con gente conocida para así no tener que estar cerca de Bill.

Tom se adelanta mucho que Bill se siente morir, detesta eso y mucho, es algo nuevo puesto que siempre han ido juntos a todos lados, casi no soporta esa indiferencia y siente que el aire le falta, él no tiene mucho físico como Tom quien es más deportista, así que se agita intentando seguirle el paso. Tom, pese a sus anchos pantalones, logra cruzar una calle y así termina alejándose más.

Suspira aliviado y aunque siente un pesar en su pecho no se detiene, no hasta escuchar un quejido que le pone los nervios de punta. Da la vuelta solo para constatar que Bill se ha caído media cuadra lejos de él. Está de rodillas sobre la poca nieve y su mochila a un lado, un hombre mayor intenta ayudarlo y Tom no ve eso bueno, algo en él salta cuando ese hombre toca el brazo de su hermano y lo jala hacia arriba.

Tom se apresura. —Descuide, es mi hermano —le dice al hombre parado a su lado y éste se retira—. ¿Estás bien? —pregunta al verlo con rostro adolorido y sus rodillas ahora están mojadas.

—Sí… oh, no —se queja.

—Si quieres podemos regresar a casa —ofrece Tom y Bill le mira a los ojos, se siente aliviado, muy aliviado de que su hermano le hable. Todo vuelve a como era antes, como él cree que debe ser y le sonríe.

—Quisiera, pero llegaremos tarde a clases además mamá nos reñirá.

Tom duda por un momento, él preferiría ir a la escuela y luego prestarle las clases perdidas a Bill, él podría hacer eso pero no lo hace, en esos momentos solo se enfoca en Bill y le toma del brazo viendo luego sus rodillas mojadas por la nieve derretida y alzando la vista le mira titiritar de frío con sus labios muy rojos. No puede simplemente dejarlo ahí, no se siente capaz y retrocede aún tomando a Bill.

—Vamos ya, si mamá tendrá que gritarnos qué más da, siempre lo hace, ¿no crees? Y si demoramos demasiado podemos aún llamar a Andreas en la tarde y decirle que nos preste las clases y listo.

—Tienes buenas soluciones, Tomi —dice Bill con una sonrisa y aunque quiere saltar de felicidad no puede pues una de sus rodillas se ha raspado al caer y le duele mucho.

Regresan a casa y Tom abre la puerta con su llave, Bill se queja pues el dolor ha aumentado un poco. —Parece ser algo grave —le dice Tom al verlo así.

—No lo sé.

Ambos entran a la casa y se dan cuenta de que su mamá no está. Ella era de trabajar eventualmente en una empresa de comunicaciones. Ellos no sabían que ella saldría ese día, pero se alegran de que no esté así no tenga que darles una reprimenda por regresar así.

—¿Estás bien? —Tom vuelve a preguntar y Bill suspira emocionado, él se siente bien solo que no puede caminar mucho.

—Creo que se ha hinchado un poco, pero estoy bien.

Le acompaña a sentarse en el sofá viéndolo cojear cada vez más. —Creo que no estás bien —dice Tom con el ceño fruncido. Lo deja ahí y sube las escaleras velozmente, él sabe que hay una caja con medicamentos en la habitación de sus padres.

Encuentra lo que buscaba y antes de bajar suspira hondamente, eso no era lo que él quería pero no puede dejar a Bill así, además ya ha pasado quince minutos aproximadamente y ya el bus ha pasado, es imposible tomar otro e ir a la escuela.

Baja y encuentra a Bill intentando remangarse el pantalón para ver su rodilla. Se le acerca negando con la cabeza.

—Por eso es que no debes usar pantalones ajustados —le dice en broma y Bill ríe.

—Es imposible ver, me hace doler.

Tom se muerde el labio y se sienta a su lado poniendo en medio de ellos unas vendas y una crema para golpes. Bill se para y se desabrocha los pantalones, entonces Tom sabe lo que va a hacer y se pone nervioso.

—Bueno, te dejo —le dice poniéndose en pie otra vez para desaparecer a cualquier lugar, Bill baja la cabeza resignado, sabe que es porque va a quitarse la ropa y ante eso no puede hacer nada, además su rodilla duele mucho que desea ponerse esa crema para calmarse.

Tom camina hacia la cocina y ahí se queda con la excusa de tomar un vaso con agua. Pero luego su curiosidad puede más que él y se asoma por la puerta que da hacia la sala misma y ahí lo ve, concentrado en su rodilla untándose la crema. No puede evitar sentir escalofríos de algún tipo recorrerle la espalda y es que se está conteniendo de ir allá y ayudarlo o simplemente estar con él, sabe que puede ser peligroso por eso no lo hace, pero eso no quiere decir que realmente está muriendo por hacerlo. —¿Todo bien? —pregunta pues desea saberlo.

—Humm… creo que se pondrá morado. Mierda, odio esto. —Le oye decir serio y con el ceño fruncido.

Tom no lo piensa más y sale de la cocina para cercarse a él. Está sentado con la rodilla flexionada y el pie sobre el mueble. Tom pide ver la lesión y Bill extiende su pierna.

Una prominencia rojiza le anuncia que eso se hinchará. Tom siente pena, no quiere ver a su hermano así y ahora ambos sufrirán las reprimendas de su mamá por ese hecho. Tom toma la pierna de Bill, parte de su muslo y lo pone sobre sus piernas. En silencio acaricia la herida con cuidado y Bill se contrae por el dolor pero no se aleja de Tom, ama su tacto, lo desea mucho y Tom puede darse cuenta.

—Te pondrás bien, esto no es grave, solo que deberás tener más cuidado, sabes que hay nieve y caminaste de seguro muy…

—Quería alcanzarte.

—Pues no debiste.

Otra vez la tensión, Tom deja su pierna y Bill la baja hacia la alfombra de casa. Tom se pone de pie y quiere salir, pero Bill lo detiene con una mano, toma su muñeca y Tom lo siente frío, está nervioso y es mala señal.

—Bill, suéltame —pide sonando nervioso.

—No, no quiero que huyas de mí, que te corras así. Esto no está bien.

—Exacto, no está bien, por eso huyo. —Bill lo suelta dejando que se aleje a pasos lentos.

Tom voltea a verlo y vuelve a acercarse, de todas maneras, escapar así después de que las cosas parecían ir mejor no le parece buena idea.

—¿Quieres que te lleve a tu habitación? Creo que mejor descansas, ¿no?

Bill sonríe y asiente y con una mano toma sus pantalones y con la otra se apoya en el hombro de Tom. —Creo poder —dice avanzando.

Caminan así hacia las escaleras y suben, Tom rodea su cintura, no puede evitarlo, la rodea y siente cosas en el vientre, como si tomara a su novia, bueno, él todavía no ha tenido una pero sabe que sería algo como eso, como lo que viven ellos dos en esos momentos, ser caballeroso con su hermanito.

Entra a su habitación llena de peluches y lo deja sentado en su cama. Le ofrece encenderle la televisión antes de irse, pero Bill reclama, no quiere quedarse solo.

—No me voy si prometes no… no… —no sabe cómo decirlo— si tú no intentas eso —le dice y eso basta para que Bill entienda su punto y se siente avergonzado, ¿tan atrevido y necesitado está?

—Descuida, yo… yo no haré nada.

—Que conste —le dice alzando un dedo, está serio y no bromea, Bill entiende eso y decide darle un espacio en su cama, aún está sin pantalones cosa que remedia en segundos, se pone un piyama.

Es la mañana y no tienen otra opción para pasar el día. Tom se quita las pesadas zapatillas y se recuesta junto a Bill quien se aleja hasta que su cuerpo casi da contra la pared, su cama está pegada a una y al frente está el televisor pasando un programa de Disney. Tom toma el control encontrando la mano de Bill sobre éste y lo suelta. Ambos sueltan el aparato al mismo tiempo.

—No creo que sea buena idea —dice Tom queriendo salir de la cama pero Bill se lo impide con su mano, le toma de la chaqueta.

—No te vayas… no —se queja. Tom se siente mal como esas veces que Bill ha suplicado y él ha accedido, parece no tener escapatoria, parece estar perdido en ese instante.

Gira su rostro y mira a Bill quien aún le sostiene de un brazo evitando que salga de la cama. El rostro de su hermano está sonrojado, Tom sabe lo que está pensando, lo siente en su mirar, quiere que se le acerque y le acaricie y si Tom no sintiera esa culpa piensa que sería muy fácil pues le nace hacerlo, siente ese deseo de hacerlo pero sabe que no debe y he ahí otra vez ese gran dilema pesado y doloroso.

Se agita porque Bill está a su lado y le susurra un “lo siento, perdón pero no puedo… no puedo”. Le repite eso muchas veces cerca de su oído y Tom siente sus manos temblar, se rinde, no puede salir así de la cama, se paraliza otra vez como ya antes ha pasado.

—¿Siempre necesitas esto? —pregunta Tom con una seria preocupación, no quiere reclamarle ni rechazarle, solo busca entenderlo, saber qué le pasa. Bill abre los ojos mirándole de cerca, ambos están frente a frente recostados de costado.

Se siente avergonzado porque Tom le pregunte eso, pero a la vez entendido, no lo rechaza, no está huyendo, está queriendo saber sus sentimientos y ahora Bill lucha con su mente por querer formar alguna frase que explique todo lo que siente y no halla palabras o no encuentra la forma de que suene coherente. Tom luce paciente pero a la vez sabe que podría irse si no le contesta.

—Quisiera que las cosas sean como antes —le dice y Tom piensa en eso.

—¿Antes? Nunca fue así…

—Sí, siempre lo fue solo que tú lo ves malo, ahora todo esto te parece malo. —Tom pone una mueca que le indica al otro que está como indignado.

—¿Cómo no parecerme malo? ¿Besar a un hermano te parece bueno? Dime, ¿te parece bueno esto?

Bill teme contestar, no quiere airar a Tom, aunque le parezca malo Bill lo prefiere, siempre ha sido así, para él el problema es Tom y no lo que están viviendo.

—Para mí es lo mejor que me ha pasado, desde el primer día que lo hicimos, allá en el patio.

Tenían nueve años cuando Tom fue quien le besó mientras jugaban. En realidad quiso molestarlo con su saliva y por eso le besó, luego se enteró de que a Bill le había gustado y así comenzaron a hacerlo cada vez más seguido hasta que el conocimiento sexual llegó claramente para ambos y para Bill estaba claro de que amaba a Tom y estaban hechos el uno para el otro, pero para Tom nada estaba claro, solo estaba asustado de sentir todo lo que sentía y por eso lo evitaba.

Ahora Tom le mira confundo y la culpa vuelve a azotarlo.

—No pensé que besarte esa vez significaría vivir todo este suplicio.

—¿Por qué lo tomas así? Sé que te gusta…

—¡Ya! —reclama un poco airado, detesta que Bill le diga esa verdad—. No me gusta que me digas eso, no quise que esto pasara, ¿no entiendes? Si no lo sabemos parar mañana más tarde será difícil y… —se tapa la cara con ambas manos de solo imaginarlo— sería el fin de todo, de todo, Bill. Tú no ves la gravedad de esto, solo te gusta calentarte conmigo y listo, no ves más allá de esto, no sueñas pesadillas ni practicas argumentos para explicarle a los mayores que no estás loco, que no lo buscaste y que no quieres que te separen de tu gemelo por besarlo o tocarlo más de la cuenta, porque los hermanos no se tocan ni sienten cosas el uno por el otro, no es natural, es… es enfermo.

Bill se queda pensando en todo eso y siente vergüenza por no ser así de consciente como Tom, por solo querer sentir esas agradables sensaciones sin medir las consecuencias después, el piensa en vivir el segundo, no piensa en el mañana ni el argumentos que expliquen sus malas acciones.

No sabe qué decirle, Tom aún tiene ambas manos sobre su rostro, tapando sus ojos, probablemente meditando en lo que dijo y esperando a que Bill le responda alguna cosa.

—¿Me quieres? —es la respuesta de Bill y Tom contrae su vientre.

—Sí —contesta serio y eso basta para Bill, sonríe emocionado.

—¿Me deseas?

Hay un silencio de parte de Tom, Bill es paciente y espera, quiere volver a preguntar pero ve la boca de Tom abrirse.

—Cada vez que te miro intento pensar en otra cosa.

—¿En qué? ¿Por qué? —Tom suspira hondo inflando sus mejillas, aún sus manos tapan su rostro.

—Porque si pienso en ti sabré que puedo caer y…

—Porque sientes lo mismo que yo cada que te miro o te pienso o estoy a tu lado, quiero más de ti y no puedes evitarlo —le dice Bill en el oído cosa que hace encogerse un poco a Tom.

Siente la lengua de Bill en el lóbulo de su oreja y lo aparta con una mano, Bill retrocede, aunque quiere lamerlo o besarlo, decide que mejor no, que quizá Tom quiere aclarar las cosas y él las puede arruinar.

—Aprenderé a controlarlo, por nuestro bien —desafía Tom y Bill suelta un quejido.

—¿De qué vale? Vamos, mírame —Tom se resiste pero luego gira su rostro y lo mira recostado a su lado con parte de su cabello en su frente. Bill le sonríe—. Todo lo que importa es esto que tenemos, que estamos hechos el uno para el otro.

Entrelaza sus manos, a pesar que Tom se resiste, Bill lo hace y luego va más cerca hasta juntar sus labios. Tom se emociona mucho y bota todo el aire contenido por sus fosas nasales, es como si se rindiera, como si ya no pudiera tomar más resistencia. Se queda con la cabeza apoyada en la almohada de Bill mientras se deja besar por éste.

Aún tienen las manos entrelazadas.

Con los ojos cerrados, se pierde en Bill, en esa suavidad caliente que le provoca y aunque él está frío y tembloroso intenta relajarse, total, es Bill, es su Bill y lo conoce desde el vientre de su madre y esa sensación nadie se la va a quitar, es única. Se siente completo.

Bill se mueve mucho, su ansiedad lo lleva a eso, a impulsarse sobre Tom una vez entendida la entrega, sabe que Tom no va a correr, que se ha detenido ahí por él. Va sobre él, acariciando su rostro con sus manos frías, Tom las siente temblar y entonces se da cuenta de que no está solo en ese temor e inseguridad, Bill está igual solo que él es más arriesgado, Tom no podría hacer eso que Bill le hace.

Se queja pues ha rozado su rodilla herida con la áspera textura del jean de Tom y el de cortas rastas se compadece, le toma de la cintura jalándolo más a su cuerpo y Bill se pone a ahorcadillas sobre él. Claro que le duele esa rodilla flexionada, reprime un quejido, trata de no pensar en eso y mira a Tom a los ojos. Sus mejillas sonrojadas y su boca abierta le llaman la atención. Siente las caricias de Tom en su cintura, Bill sabe que Tom ama esa parte de su cuerpo, así que se quita la polera que trae puesta ante la mirada atónita de Tom quien no puede decirle que no, no sale ninguna palabra de sus labios, solo un leve jadeo de emoción y sus ojos se pierden en esa piel tan conocida pero a la vez prohibida. Quiere tocarle y Bill lo nota, sabe que Tom no será capaz así que toma sus manos y las pone en su pecho, descendiendo por su piel que se estremece a su tacto frío y tembloroso.

—Esto no está bien… —susurra Tom y Bill niega con la cabeza.

—¿A quién le importa? ¿Quién está aquí viendo? Solo estamos tú y yo.

Tom tiene un flash mental, se imagina acostándose con Bill, sabe cómo sería, lo ha pensado muchas veces aunque se ha jurado nunca consumarlo, él ya sabe cómo sería. Y quiere saber si Bill lo sabe.

Bill se inclina y le besa y después de eso comienza a mecerse sobre Tom, específicamente sobre su entrepierna. Tom se agita cada vez más, lo que está sintiendo es conocido aunque entre ellos es ligeramente nuevo. Hace una semana hicieron lo mismo en la oscuridad y luego Tom salió corriendo de ahí, pero Bill sabe que esta vez no huirá.

Tom siente a Bill presionarle más y pasando sus manos por debajo de su ancha camiseta comienza a quitársela sin que Tom pueda hacer algo al respecto, solo se deja y ahora no sabe cómo ha terminado sin esa prenda. Se apoya en sus manos e intenta alzarse pero Bill no se lo permite, le empuja a la cama otra vez.

Hay una pequeña lucha entre los dos, una lucha de en si proseguir o detener lo que está empezando.

—No debemos —le susurra Tom atemorizado.

—No lo haremos, lo juro, aún no… no hoy. Tranquilo, Tom —promete con mirada sincera y Tom asiente.

—¿Lo has pensado? —pregunta Tom cuando Bill besa su cuello, Tom se deja hacer, le gusta mucho y ya no se siente demasiado nervioso, solo comienza a gustar de las caricias cada vez más. Bill se queda pensando en su pregunta, sabe que se refiere al sexo y claro que lo ha pensado, imaginado y hasta recreado en su cuerpo cuando nadie le ve, pero no se lo dirá así, no quiere asustarlo.

—Sí. —susurra contra su piel y siente cómo Tom traga saliva y las manos que están en su cintura se mueven y ante eso Bill sonríe sacando la lengua y lamiendo su cuello hacia abajo.

—Bill… —se queja con voz excitada y ya Bill está delineando su vientre con su lengua, es la experiencia más erótica que han tenido hasta el momento, ambos lo saben.

Rápidamente Bill se levanta solo para quitarse el pantaloncito de pijama, reprime un quejido por su rodilla, es increíble cómo puede ser capaz de soportar ese dolor, está apoyando en ambas de sus rodillas sobre la cama y ahora está semi desnudo con solo su ropa interior. Vuelve a sentarse sobre Tom y lo áspero de sus jeans logra incomodarle un poco, de eso sí se queja con ganas, no de su rodilla herida que está raspándose en la cama, eso es soportable pero la sensación de mucha ropa no lo es.

Tom ante eso solo ríe, le parece muy chistoso ver a Bill así, y solo se calma cuando empieza a cabalgarle y Bill retrocede hasta sus muslos, es rápido y le baja los pantalones sin siquiera abrirlos. Eso le causa dolor pues ya estaba excitado. Prácticamente ha gritado y luego se ha encogido tapándose esa parte abultada aún con sus bóxers puestos.

—Dijiste que no, Bill… Lo dijiste —reclama agitado y cuando va a hablar se queda paralizado al ver que él se quita la última prenda alzando sus delgadas piernas en el aire, está recostado en su espalda a su lado en dirección contraria de Tom, tiene ambas piernas juntas y elevadas en el aire, Tom se atraganta cierra los ojos luego de verle completamente desnudo. Quiere reclamar, detenerle pero no dice nada, está anonadado completamente.

Siente a Bill contra su piel otra vez, se pone sobre él y le besa en los labios. Tom abre sus brazos y Bill se los toma para colocarlos en su cintura, ahora Tom pasa sus manos por ahí libre de ropa, acaricia sus costados hacia abajo, hasta sus muslos y luego sube sus manos otra vez. Hay solo piel y nada más, suave y con finos vellos.

Tom se irgue hacia Bill, no quiere estar más recostado en la cama. Se sienta y Bill se acomoda en su regazo. Las manos de Tom bajan tanto hasta sus nalgas y ambos se agitan, saben lo que quieren aunque eso sería demasiado para esa experiencia. Las manos de Bill bajan hacia las caderas de Tom y ahí toma el borde de sus bóxers y jala hacia abajo, quiere quitárselos y ahora Tom entra en un dilema.

—Promete que no me lo recordarás —pide entre sus labios. Bill no sabe qué contestarle—. Dilo, que no dirás esto a nadie ni a mí.

—Yo… —Bill le besa, le acaricia la espalda y siente como Tom se remueve rápido quitándose la última prenda.

Tom no sabe de dónde ha sacado la fuerza suficiente para tomar a Bill de la cintura con una mano y la otra la ha apoyado en la cama para recostar a Bill ahí. Ahora Bill se agita cuando siente la sábana debajo de su espalda y Tom entre sus piernas.

Comienzan a moverse tanto que sus miembros endurecidos se friccionan haciendo que la experiencia sea desbordante. Un gemido muy alto se escucha en la habitación, es Bill quien no puede contenerse.

La emoción crece al igual que el deseo, todo se vuelve casi incontrolable que sienten sus cuerpos moverse por sí solos. Tom intenta razonar, intenta decir algo pero no puede, y está como paralizado.

Bill arquea su espalda, Busca más contacto, desea fusionarse con Tom, está alzando tanto las piernas, parece contorsionista, Tom las puede sentir en su espalda, no sabe cómo están ahí arriba y se mueven, él no quiere aplastar a Bill pero al parecer él quiere ser aplastado pues presiona a Tom contra su cuerpo y chilla ante eso.

Tom se asusta por un momento, Bill parece fuera de sí y todo su cuerpo tiembla incontrolable, solo logra mirarle a los ojos, parecen más grandes y acuosos de lo normal y nota que se ve fantástico.

—Te amo —le confiesa Bill entre jadeos y luego baja una mano para tocarse.

Tom apoya su frente en la suya, respirando su aliento y le susurra. —Por desgracia yo también. —Eso no es lo que Bill deseaba escuchar, no de esa forma, pero le entiende, para Tom es todo más complicado, eso no podrá cambiarlo.

Cierra sus ojos fuertemente y Bill gime en su oído directamente. Ambos se sienten como flotar en una nube esponjosa y pegajosa. Han terminado y cuando Tom se levanta de sobre Bill notan sus vientres manchados. Bill juega con eso un momento, Tom se queda mirando cómo Bill prueba un poco de eso, se siente relajado y muy pero muy satisfecho; no como Tom quien se sienta a un lado, secándose el sudor de la frente.

—Me gustó, Tom, esto fue increíble… y se repetirá.

—No quiero… —Bill se le acerca y le abraza por detrás, le llena de besos.

—No estás solo en esto, cuántas veces tengo que decírtelo. —Tom lo piensa y trata de calmar esa culpa que siente, trata de verle el lado positivo: Bill.

Se gira y lo mira a los ojos, se ve tan bonito que le hipnotiza entonces le sonríe y le besa.

—Estamos hechos el uno para el otro —declara en sus labios y Bill asiente.

Luego de minutos de caricias ambos deciden tomar una ducha pero por separado. Ambos saben que el hecho de estar juntos traerá consecuencias, ambos saben que no pueden escapar de eso, de lo que sienten por más que la razón les dicte una cosa, están hasta el fondo.

Tom es el último en bañarse y baja a la sala, aún su mamá no llega y no encuentra a Bill por ninguna parte pero hay un olor muy agradable, es un pastel.

¿Tan rápido ha podido Bill preparar uno? Piensa, pero no le importa, corre a la cocina y ahí lo ve con un plato en una mano que contiene un pan casero de esos que su madre suele preparar de improviso, Bill lo ha hecho mientras él se bañaba.

—Te estaba esperando —le dice Bill con una sonrisa que le da confianza.

Tom sonríe, eso también es la parte buena de tener una pareja, porque ahora sabe que las cosas cambiarán drásticamente. Bill es su chico y debe tomar eso con mucha responsabilidad.

—Está delicioso —le dijo Tom y Bill se sentó a su lado apoyando su cabeza en su hombro y luego Tom le besa su frente en agradecimiento.

Vuelven a ser lo que en un principio eran, el uno para el otro.

9 comentarios:

  1. ¡Me encantó! Al igual que todos C: Leo cada uno de tus fics y one shot... Escribes muy lindo. Que bueno que tienes blog propio. ^^

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    1. muchas gracias! espero darle utilidad a este blog, Gracias por leer <3

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  2. Me sigue gustando desde la primera vez que lo lei *-* kfsdnfjsd
    Estoy impaciente por leer la segunda parte :E__
    Besitos Gays gatita :*
    Tu sabes donde ;D

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    1. xDDD pues ya hay la segunda parte y hasta tercera y cuarta. Gracias por leer.
      Besos :3

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  3. Síndrome de abstinencia de PinkGirl OMG siento que una parte de mi corazón y alma vuelven a vivir hahahha TuT como extrañaba leerte querida Pink muchas gracias por postear aca tu bella creación me ha encantado este nuevo fic !!! >3< seguiré leyendo tardecito <3

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    1. awww~ qué linda, muchas gracias por tus bellas palabras <3 el fic está ya por el capítulo cuatro y estoy escribiendo el número cinco. Saludos <3

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  4. PRECIOOOSOOOO( a pesar de mi horrible dolor de muelas ke tengooo) lo sigoooo :) ♥

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  5. Me he enamorado de tu escritura! Me derrito por dentro con esto♥

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