jueves, 5 de julio de 2012

Uno para el otro - II

Nota de la autora: Segundo oneshot, dedicado a Aliss R Aleman.
Disfurten :D 
Uno para el otro 

Ellos son hermanos pero otras veces no lucen como tal.

Han aprendido a disimular lo que sienten, les cuesta, en especial al menor quien no considera que existan límites, solo quiere vivir el momento, aprovechar las oportunidades, tener emociones fuertes. No como el mayor, quien piensa siempre en ser discreto y llevar la relación con responsabilidad, asunto muy difícil.

Han cumplido recientemente catorce años y eso para Bill significa una cosa: Es todo un hombre. Esa sensación le domina a cada momento y quiere llevarlo con responsabilidad.

Bill entra a la habitación de Tom, camina de puntitas pues lo escucha en la privacidad de su baño, sabe que no le ha puesto seguro y quiere entrar solo un momento. Sabe que su mamá hornea galletas abajo en la cocina, pero eso no le impide proseguir, así que toma el pomo de la puerta y lo gira.

Su corazón late emocionado por lo prohibido, se alimenta de eso, a él le encanta esa sensación como de peligro, desde que se atrevió a seguirle el juego a Tom a los nueve años y luego, a los doce, tuvieron sus primeros roces sexuales, desde esas fechas él es así.

Mira la silueta de Tom a través de la mampara y siente un retorcijón en el vientre, si tan solo pudiera entrar… Solo por un beso, de esos húmedos, solo eso quiere. Promete mentalmente que solo eso y nada más, luego saldrá corriendo de la habitación para no ponerlo en peligro.

Se acerca más y al tocar la mampara de vidrio Tom chilla al otro lado y jala una toalla.

—¡Bill! —reclama tratando de cubrirse con la toalla—. Se puede saber qué demonios haces aquí, aún tengo jabón…

Bill ya ha abierto la mampara y quiere entrar, pero Tom le empuja con una mano, le mira a los ojos notando su deseo y suspira, ya antes lo ha visto así; no vuelve a preguntar qué desea, lo sabe, no hace falta palabras.

—Tomi… —se queja con voz excitada.

—No, lo siento, no. Mamá está abajo, no…

Siempre es lo mismo, no se siente libre y eso le ha llevado a tener problemas serios dentro de sí. Tom se siente enfermo, no del tipo de enfermo sexual, aunque bueno, está relacionado, pero él se siente enfermo porque últimamente su cuerpo no ha reaccionado como debería, no es normal.

Bill está a punto de descubrir su reciente problema. Baja una mano y la lleva a la entrepierna de Tom por encima de la toalla. Quiere despertarlo y sabe que si lo hace Tom le dará lo que desea.

Forcejean, se empujan, gruñen y ahora Bill está besándolo y empujándolo hacia la ducha otra vez y cierra la mampara.


—Estás loco, no quiero, no. Será peligroso —le dice Tom en susurros.

—Te extraño, solo… solo déjame besarte y acariciarte, no haré nada más.

Siempre es lo mismo, Tom lo sabe. Y traga duro al sentir la erección de Bill dar con lo que debe ser la suya, pero su sangre no se ha concentrado ahí, se siente confuso pues deberías sentirse excitado, debería gustarle los besos de Bill y su atrevimiento, pero no, no le hace el mismo efecto.

Se asusta y empuja a Bill, éste se le queda mirando un poco extrañado y vuelve su mano ahí, a ese mismo lugar en cuestión por encima de la toalla.

—Otra vez… —le dice porque recuerda a la última vez que estuvieron en la cama y Bill quería besarle ahí, lamerle como otras veces y dejarle entrar a su boca si así lo desease Tom, pero no había logrado excitarlo. Ahora pasaba lo mismo.

—Sal de aquí —le manda Tom con voz molesta—. No me dejas ni darme una ducha.

—Yo… —quiere disculparse, debe hacerlo, pero él piensa más en el hecho de que Tom no se haya excitado con sus caricias. Ya Bill está tan duro que una de sus manos está ahí, en su entrepierna palpitante, y solo quiere ser acariciado por todo Tom para liberarse, cosa que no pasa—. ¿Por qué no estás duro?

Era lo que Tom menos deseaba escuchar, le casi dolió esa pregunta estúpida y empuja a Bill tanto como puede para liberarse y salir de ahí a como dé lugar.

—¡Sal de mi habitación! —le grita desde afuera y Bill intenta disculparse, intenta decirle que no quería sonar así de directo, que solo fue un cuestionamiento estúpido, pero no lo hace porque no tiene tiempo, es empujado por Tom hacia la puerta y luego ve cómo esta se cierra en sus narices prácticamente.

Bill se queda en el pasillo y recién ahí siente su ropa mojada por haber estado en la ducha, así que decide ir a ponerse ropa seca. Se queda pensando mientras busca qué ponerse, piensa en Tom y en su reciente problema.

Tom, por su lado, sufre una angustia vergonzosa, él no puede sufrir de eso, no a sus catorce años, no cuando debe disfrutar una vida sexual saludable y ese es su cuestionamiento, ¿es saludable lo que vive con Bill? Comienza a dudarlo.

Luego de secarse y vestirse baja a la cocina. Hay un aroma muy agradable, él ama las galletas que su mamá hace y ella lo sabe ya que ha reservado las mejores para él. Bill está ya sentado y se ha comido algunas. Mira a Tom terminar de bajar y acercarse a ellos con cierto temor, se hace a un lado para que se siente a su costado, pero Tom lo esquiva, prefiere no mirarlo y sentarse en otro lado. Entonces Bill suspira resignado, su hermano se ha molestado y él odia mucho eso ya que tardará días en volver a ser el mismo.

Otra vez lo ha arruinado.

Ese sentimiento de culpabilidad es distinto al que Tom siente, es solamente arrepentimiento por haber sido atrevido y haberlo intimidado; a diferencia de Tom ya que la culpabilidad para él es mucho más profunda que un arrepentimiento, es ser consciente día a día que algo no anda bien, pero pese a todo cargar con eso porque sabe que no podrá salir de esa relación. Está atado a Bill.

Su mamá ha cocinado galletas en formas de animales y le pasa una que supuestamente es una jirafa, Tom se indigna pues ve la forma de un pene. Bill logra descifrar su expresión y ríe para romper el hielo cosa que a Tom no ha causado gracia, todo lo contrario, se siente humillado otra vez y empuja el platillo alejándolo de él.

—¿Pasa algo? —reclama Simone, su mamá.

—No tengo hambre, humm… creo que iré a dar un paseo. —Se pone en pie.

—¡Tom! —dramatiza ella—. Siéntate. Hice galletas por ti, mira, muchas de ellas —le pasa en el plato dos en forma de tortuga y es el complemento perfecto para que sí parezca un miembro viril y se siente ofendido aún no sabiendo porqué.

Sale de ahí y Bill se angustia, es palpable. Se levanta para seguirle, pero cuando toma su brazo Tom le hace a un lado. Simone no sabe qué decir, eso está pasando por primera vez y no creyó antes que su hijo fuera capaz de salir así de casa.

Tom necesita aire, por eso sale de casa y camina desesperado por el sendero. Se siente abrumado ahí en casa.

Camina y realmente piensa en su vida, en todo lo que ha pasado en los últimos años. Recuerda que los mejores tiempos los ha pasado con su Bill, eso le hace suspirar, pero luego piensa en que los errores de la vida son los que le hacen sentir así y otra vez la confusión en su mente aparece.

Llega a un parque que está cerca de una plaza y mira ahí sentados en las bancas muchas parejas, algunos solo hablan y otros se dan tímidos besitos. Ese lugar es el ideal para las parejas enamoradas que poco les importa el mundo a su alrededor y solo se concentran en ellos mismos. Él no puede ser así con Bill, nunca podría pues todos los ojos de los demás estarían sobre ellos y el peso de eso sería mucho.

Se sienta en una banca a pensar. Un poco más y el cielo empieza a oscurecer, pero no quiere regresar, no sabiendo que deberá dar una explicación que ni sabe cómo.

—Hola, Tom. —Se contrae y da la cara a una chica que se ha acercado a su frente. Tarda algunos segundos en reconocerla. Es Natalie, una chica un poco mayor que él, quizá tiene quince o dieciséis, es ya una señorita y es de su colegio. Tom se queda extrañado de que le hable pues casi ni cruzan palabras. De vez en cuando se encuentran en el comedor y comparten miradas, más nada.

—Hola —dice y se pone nervioso, le ha tomando por sorpresa y ahora que la ve ella tiene puesto un vestido negro muy bonito y ceñido, nunca antes la ha visto así y traga saliva para luego ponerse en pie y saludarla como se es debido—. Ehem, ¿qué haces aquí? ¿Esperas a alguien?

—Sí —dice frotándose los brazos del frío, se siente algo patética y Tom también pues está vestido tan comúnmente—. Unas amigas me esperarían aquí pero no están. —La ve marcando un número en su celular y él mira a todas partes buscando a esas amigas que ella dice. La ve refunfuñar en el teléfono y luego ve que lo guarda.

—¿Ya vienen? —pregunta preocupado viendo el atardecer llegar al parque y que ella niega con la cabeza murmurando algunas cosas.

—Algo pasó con una de ellas, aishh… —hace sonar sus tacos en el suelo— Me dicen que espere media hora, pero no sé.

Tom le mira curioso, le sorprende verla tan sola y desprotegida casi en medio del parque. El sol termina de ocultarse y el alumbrado público se hace presente. Se quita la chaqueta gris para pasársela y ella sonríe.

—Gracias.

—De nada.

Ella le sonríe más y Tom le muestra un espacio en la banca, mejor esperar sentada y él también lo hace, se sienta a su lado y una conversación sencilla comienza. Primero asuntos del colegio, los próximos eventos y luego ella le cuenta de a dónde estaba por ir, al parecer una fiesta algo formal en casa de una de ellas quien le prometió recogerla en el parque. Prácticamente había escapado y eso emociona a Tom quien la escucha atentamente.

—¿Y tú por qué estás aquí? ¿Esperas a alguien? —pregunta ella curiosa y Tom esquiva su mirada.

—No, solo estaba… Bueno, solo quería tiempo para pensar aquí un momento.

—Ah… —Ella le mira y Tom decide hacerlo. Natalie le sonríe y luego le da un leve codazo—. Gracias —dice suspirando.

—No hay de qué agradecer.

—Pues sin ti creo que estaría parada, con frío y haciendo el peor ridículo de mi vida. Estar aquí los dos al menos ayuda.

Tom ríe un poco y sigue conversando. Ella parece muy agradable. Le comienza a comentar sobre una especie de campamento que organizará con sus amigos e invita a Tom. Le dice que puede decirle a sus padres que es una actividad organizada por los profesores y así sería más fácil que le dieran permiso.

—Será un fin de semana.

Tom lo piensa. Necesita un tiempo así, lejos de casa para pensar y la idea de refugiarse en un retiro lejos de la ciudad le gustaba mucho. Ella le ofreció recogerlo y él solo debía decirle a sus padres que será algo obligatorio y listo, estaría el fin de semana en algún lugar lejos del estrés.

—Gracias, lo tendré en cuenta.

Pasa casi una hora en donde hablan de temas diversos como la música, coinciden en muchos aspectos y eso le agrada a Tom quien sonríe, está cómodo.

—Sabes Tom, estas me dejaron, me voy a mi casa. Creo que a pesar de tener una amistad de años uno no puede confiar del todo. No se los perdonaré.

—Aún pienso que algo ha pasado para que no vinieran, no creo que sean tan crueles de haberte dejado apropósito.

Se levantan de ahí y Tom decide acompañarla a casa; total, ya es de noche y no la dejará así.

Camina con ella unas tres cuadras, viendo que esté bien. Ella es un poco más alta que él pero eso no impide que se dé de protector, la escolta hacia una casa con un jardín afuera.

—Así que aquí vives…

—Sí, no es lejos de tu casa —le dice ella—. Gracias Tom, creo que de todas formas no me arrepiento de haber querido hacer esta travesura.

—No agradezcas. Gracias a ti, me acompañaste allá en el parque.

—Bien, nos vemos el fin de semana, ya sabes, estás invitado.

—Ahí estaré. —Ella se le acerca y se despide con un beso en la mejilla.

Tom se queda pensando, realmente ha tenido una buena tarde, no ha sido difícil conocer a alguien, eso le llena de una esperanza extraña… Una esperanza de que todo en algún momento puede arreglarse, que puede realmente ser normal como todo chico de catorce que no piensa en su hermano gemelo sino piensa en buscar chicas y salir a divertirse los fines de semana, eso es lo ideal.

Da media vuelta y camina con las manos en los bolsillos, no tiene prisa. Piensa en cómo poder escapar el fin de semana a ese retiro. Piensa en algún plan.

Se lamenta por llegar a casa, pero no entra, decide seguir caminando, mejor si se cansa un poco, si se despeja la mente pensando en otras cosas que no sea Bill. Cierra sus ojos y se lamenta por eso, antes no había tenido que tomar determinaciones como esa, antes las cosas eran un poco más manejables, pero cada vez más Bill le está volviendo loco, así lo siente.

Cuando se percata de que son más de las nueve y de seguro su mamá lo anda buscando, decide regresar.

Entra por la puerta trasera de la casa que da a un patio y se adentra en la cocina, toma un vaso con agua y coge algunas galletas para no dormir con el estómago vacío. Suspira mirando las escaleras que le conducen a su habitación, es aún muy temprano para dormir, pero al parecer todos están arriba, quizá viendo televisión, quizá leyendo algún libro. Él piensa hacer lo mismo.

Al subir, se percata que la luz del cuarto de Bill está encendida y cuando pasa por su lado, la puerta se abre.

—¿Podemos hablar? —pregunta Bill con cierto temor. Tom se rasca la cabeza y le mira para luego esquivarlo.

—No, hoy no quiero, lo siento… —Siente que Bill se parte en pedazos, lo siente y le duele, pero no hace nada porque no puede, sabe que sería peligroso.

—Tomi —se queja con aguda voz.

—No. ¿Quieres dejar de manipularme? Hoy no deseo nada.

—Solo dime por qué, prometo entenderlo, dime qué hice para que estés así.

Tom piensa por un momento, pero no halla respuesta y es que no es Bill, es el mismo y lo sabe.

Solo deja de mirarlo y se adentra en el pasillo rumbo a su habitación al lado de la de Bill. Cierra la puerta y se siente mal, como si se ahogara en emociones extrañas. Desea con todas sus fuerzas abrazar a Bill, darle un beso y decirle que aún lo ama, pero que se siente asfixiado y que Bill no coopera en nada con respecto a eso y más encima se siente castrado pues su cuerpo no responde como debería y no quiere decepcionar a Bill. Tiene miedo.

Se quita la ropa y luego se recuesta en su cama. Cierra los ojos por un momento y suspira, trata de relajarse. Lo que va a hacer es querer remediar ese problema esencial que le ha estado torturando las últimas semanas hasta el punto de arruinar su relación con Bill.

Trata de imaginar algo erótico, alguna imagen de Bill que logre excitarlo. Se muerde el labio y recuerda el último momento juntos, hace ya dos fines de semana.

Bill se había desnudado en su habitación ante su atenta mirada. Su blanca piel lo hipnotizaba. Se había recostado a su lado y la vista de Tom se deleitó en todo su torso desnudo, luego más abajo. Bill le había dicho que podía tocarle si deseaba, aunque él sabía que Tom tenía su tiempo, tardaba más en excitarse pues tenía más barreras mentales. Las palabras usabas por Bill en ese momento le llenaron de valentía, pero luego, cuando Bill le susurró que esta vez deseaba ser penetrado, Tom dio un brinco y negó muchas veces, él no lo haría. Eso causó una pequeña discusión y luego Bill lo había callado con un beso el cual se hizo grande y ayudó a que ambos terminaran.

Tom recuerda y piensa que quizá eso que le dijo lo había puesto así. Ni siquiera quiere pensar en la palabra “impotencia”, eso le suena repulsivo. No, él no puede sufrir de eso, no a sus catorce años, entonces pasa de imaginarse cosas calientes y entra a la acción. Comienza a tocarse, sabe que eso tiene que funcionar de alguna manera.

Con los ojos cerrados se acaricia tratando de sentir esas sensaciones de placer que antes lograban excitarlo con solo pensar en eso y un beso era más que suficiente.

Abre la boca para respirar por ella y luego un sonido sordo le saca de su burbuja. Su puerta suena y claro que sabe quién es, ya antes ha pasado. Bill es de pedirle un beso de buenas noches que últimamente no ha cumplido por obvias razones.

Para la satisfacción de Tom, su puerta estaba cerrada con seguro.

—No —eso fue todo lo que le dice y Bill entiende.

Regresa a su habitación bastante desilusionado, se pone a pensar en muchas cosas, quizá él hizo algo, de alguna manera habrá humillado a Tom. Piensa en eso y solo recuerda en la tarde, lo último que pasó, su atrevimiento en la ducha y luego que le encaró su problema entre las piernas Tom no volvió a ser el mismo, o se distanció más de lo que ya estaban hace quizá semanas.

—No será el fin, no. Él y yo somos el uno para el otro.

Piensa hablando consigo mismo.

***

El fin de semana ha llegado y Tom alista sus cosas para irse de excursión dos días. Ha logrado conseguir la aprobación de sus padres aunque Bill ha hecho muchos problemas, lo bueno de Tom es que logra convencer a sus padres fácilmente.

—No puedo creer que te vayas, Tom. ¡El fin de semana! Justamente el fin de semana en donde tú y yo… en donde hacemos alguna cosa.

—¡Ja! —ríe Tom con ironía y le mira— No me hagas hablar…

—¿Hablar qué? Dilo, ¿acaso no es verdad? Es el único tiempo y te extraño, todos estos días han sido… no sé cómo decirlo, no te he sentido cerca.

—Quiero mi espacio. —Bill abre la boca ante eso.

—¿Qué quieres decir? ¿Acaso tú…? —Tom le da la espalda y sigue empacando en su mochila—. ¡Habla, carajo! —Bill grita airado y Tom se encoje de hombros.

—¡Que quiero mi espacio! ¿Es difícil de entender eso? ¡Que no quiero que me hostigues, ni me sigas, ni intentes todo el tiempo sobrepasarte conmigo!

—¡Pero qué mierda te pasa! —grita acercándose a él y Tom retrocede.

—¡No me toques!

—¿De qué estás hablando? ¿Que no me sobrepase? Tú y yo somos algo, ¿lo olvidaste? ¡Pretendes dejarme después de lo que vivimos! ¡Qué te pasa!

Tom se aturde, se sorprende de lo mucho que Bill le puede intimidar y el pelinegro se da cuenta.

—Tom… —suaviza su voz queriendo acunar su rostro en sus manos cosa que Tom no quiere, sabe que su tacto le quemará—. Mi Tom, ¿qué pasó? Dímelo, por favor, te lo ruego. Si es porque detestas que te aturda tanto no lo haré más. Si quieres… no sé, si quieres que ya no te sorprenda con cosas que te ponen nervioso no lo haré más, pero no me dejes, no…

—No quiero dejarte —dice con los ojos cerrados—. No eres tú, soy yo. —Qué cursi frase, él no quiso decirlo así—. Debo hacer esto, lo necesito, por lo que más quieras, no me sigas…

—No lo haré si prometes que seguiremos juntos, Tom.

—Estaremos juntos —dice en un susurro y Bill se le acerca más, Tom cierra sus ojos y recibe el suave beso de su hermano. Y luego se separa.

—Regresa pronto, mi vida, que sin ti me siento incompleto.

Tom no contesta, prefiere no hacerlo, solo asiente y le da la espalda otra vez para tomar su mochila. Ya casi es hora y debe partir.

Bill lo ve irse, un auto lo recoge y se sube ahí. Hay muchas chicas y una música divertida, Bill se pone a pensar si realmente eso es una buena idea. Siente un temor extraño otra vez.

Entra a casa y se agita, no verá a Tom por dos días y no sabe cómo podrá resistirlo.

***

Tom parece disfrutar de las carpas armadas en el bosque. Todo es divertido así y no hay tutores o profesores como en los campamentos formales. Están en el bosque cerca de quince personas. Él no conoce a ninguno, solo a Natalie, la pelirroja quien ha sido muy amable últimamente.

—Estoy tan feliz de que estés aquí —le dice con una sonrisa amplia y Tom se la devuelve.

Ya de noche, están todos alrededor de una fogata comiendo malvaviscos. Tom se siente algo incómodo puesto que es un grupo tan variado.

Casi la mitad están emparejados, son enamorados que ríen y bromean a su manera. Él se siente algo solo pues conoce lo que es esa sensación de compartir con quien se quiere, sentirse así de enamorado y perdido por la otra persona, extraña esa sensación que solo se la da Bill, pero sabe que hace bien al estar ahí.

—¿En qué piensas? —pregunta Natalie y él regresa la mirada hacia ella.

—En… —piensa en cómo decirlo— en la envidia que me dan algunas personas de tu grupo, ¿no tienes un enamorado?

—Tenía, hace un mes… pero me dejó. ¿Tú? Si tienes una novia pudiste habérmelo dicho y también venir con ella aquí.

—Oh, no tengo.

—Ya veo —le sonríe dándole a entender de que está de acuerdo con esa declaración. Tom está libre y eso era lo que ella quería escuchar.

La noche transcurre entre bebidas y algo de música aunque no muy alta pues está prohibida en los bosques para retiros.

Tom comienza a preocuparse cuando ve a las parejas irse poco a poco a sus carpas, sabe que muchos ahí son mayores que él y de seguro ya andan acostándose entre ellos. Solo hay un grupo de amigas que se hablan con Natalie, pero no mucho con él puesto que tienen diecisiete años a más y él es apenas un mocoso de catorce.

Ella bosteza y él calcula que deben ser casi ya las tres de la mañana. Las amigas de Natalie se meten en una carpa y él piensa que dormirá afuera o quién sabe, busca con la mirada algún sujeto de su mismo sexo para compartir una carpa. Ella pone una mano en su pierna y él la mira.

—¿Tienes sueño? —pregunta ella.

—Sí —dice sincero.

—Hay una tienda, la única que queda, antes que se la ganen otros podemos entrar, ¿qué dices?

—Bueno… yo… Sí.

Casi por inercia termina ahí adentro. Saca de su mochila su pequeña bolsa de dormir, ella hace lo mismo y se quita el suéter que trae puesto mostrándole un polo ceñido con un gran escote, Tom solo se queda fascinado y esquiva la mirada, no debe verle así, ella es solo una amiga.

Se recuestan y Tom mira hacia el techo azul de la tienda. Ella hace un sonido como canturrear algo y él la mira.

—Eres muy simpático. —Tom ríe ante eso.

—No lo creo, soy el más niño de tu grupo, pero sabes, todos son tan cools, gracias por invitarme aquí, lo necesitaba mucho.

—De nada. Ese día me ayudaste a entender muchas cosas, si no fuera por ti me sentiría fatal.

—Valió la pena salir de casa para encontrarte —dice eso, mas ella lo entiende de otra manera.

Se junta más a él y extiende una mano hacia sus rastas, Tom cierra los ojos relajándose con eso. —Natalie… —susurra y luego siente sus labios envueltos en unos más suaves.

Abre los ojos asombrado encontrando largas pestañas, ella le está besando y él solo se tensa. Nunca antes le había besado alguien que no fuese Bill, eso le asusta pues es nuevo. Otra textura de labios, otro tipo de respiración, todo es diferente.

Ella se impulsa sobre él y él no reacciona, quizá eso le da entender a ella que él quiere eso, así que prosigue. Tom solo puede pensar en que está haciendo algo muy loco, no tiene intensiones de dañar a Bill, es más, prefiere no pensar en Bill en esos momentos, todo lo que piensa es en sentirse cómodo.

Se siente un hombre, a pesar de la situación, se siente afortunado que una bella chica le esté besando así y eso se convierte en húmedo cada vez más.

—Besas muy bien, muy bien —le dice ella, excitada. Y es verdad, Tom besa así porque lo ha hecho desde los doce.

—Tú también. —Es todo lo que dice para sumergirse en esa sensación otra vez.

Logra sentir la corriente agradable que le da el placer, se emociona al sentir que con ella su cuerpo responde, Natalie está sobre él aunque por encima del cobertor de la bolsa de dormir. Se presiona y le hace jadear. Es muy agradable.

«Uno para el otro».

Recuerda la voz de su Bill, a quien ama. Suena en su cabeza y por más excitado que está en esos momentos sabe que no es lo correcto, no para él.

—Lo siento —dice él casi empujándola.

—¿Qué pasa? ¿No quieres?

—Quiero, pero no debo, te… te mentí.

—¿Qué?

—Es que sí tengo alguien en mi vida… es complicado. Eres hermosa y me sentiría muy mal si hacemos algo que luego me arrepentiré y tú también.

—Tom… —ella se queja bajando de su regazo.

—Lo siento, me siento mal…

—Ya, lo entiendo, no diremos a nadie esto, ¿de acuerdo?

—Sí —Tom le sonríe y acaricia su rostro, ella parece frustrada, pero luego toma su bolsa de dormir para meterse en ella.

Tom no puede dormir porque tiene una erección entre las piernas. Cierra sus ojos y ve a su Bill en su mente. Sonríe ante eso y se da cuenta de que lo extraña mucho a pesar de los mal entendidos, a pesar de que está mal desearlo, lo extraña en esos momentos y baja una mano para tomar su erección y luego de algunas caricias se viene mordiéndose los labios para no hacer ruido.

Solo puede pensar en regresar a casa.

Los párpados le pesan del cansancio y se rinde.

Abre los ojos y ya hay luz en el exterior, aún a su lado está Natalie profundamente dormida y frunce el ceño al escuchar sonidos de gemidos a un lado, de seguro otros están teniendo sexo. Se soba los ojos y se sienta. Mira la hora en su reloj ya son más de las nueve de la mañana. La chica a su lado se mueve y gimotea despertando.

—Buenos días —saluda él con una sonrisa.

—Hola, tontín.

—¿A qué hora nos iremos? —pregunta él y ella bosteza, Tom se da cuenta que no luce igual de linda como antes y se siente incómodo.

—No tengo idea, dormiremos hasta más de las doce supongo y luego no sé…

—Humm… pero regresaremos hoy, ¿verdad?

—Seeh… —ella cierra los ojos queriendo dormir otra vez.

Tom piensa en lo mucho que le incomoda esa situación, él ya no tiene sueño, está muy despierto y solo desea salir de ahí para regresar a casa, a su casa, a Bill.

Abre la carpa con cuidado, no quiere despertarla otra vez y se asoma. Hay mucha luz y sonidos de aves, el aire es fresco y la mañana húmeda, respira hondo y termina de salir para luego deslizar su bolsa de dormir.

—¿Qué haces? —Es Arthur, uno de los chicos amigos de Natalie.

—Me voy —es todo lo que Tom dice.

—¿Estás loco? La carretera está a horas de camino, ¿no puedes esperar? Mira que después nos responsabilizarán a nosotros si te pasa algo. Aishh, ¡tenías que ser un niño! —Frunce el ceño y sigue acomodando sus cosas.

—Sé cuidarme solo, sé qué camino tomar y debo irme.

—Ten presente que no puedes contar nada de lo que pasó aquí o habrá consecuencias.

—Descuida, no diré nada.

Mariguana, sexo, cerveza y todos ellos habían dicho que era una actividad de la escuela. Eso sería un secreto para Tom.

Antes de que algún otro le llame la atención, sale buscando el camino. Trata de recordar por dónde entró la van que los trajo y luego de algunos minutos logra encontrar el camino.

Luce peligroso y solitario y su corazón late, pero sabe que no se detendrá, quiere llegar a casa y esa motivación puede más que sus miedos.

Tarda tres horas en dar con la carretera principal en donde espera por un auto. Tiene sed, mucha sed y cree que desfallecerá si no toma algo de agua, aún está lejos de la ciudad.

Un camión de animales lo recoge, está un poco nervioso pero luego de que ve el camino conocido trata de relajarse, al fin ruta conocida a la vista.

Casi media hora después al fin está en casa aunque sin dinero porque tuvo que pagarle al camionero el servicio.

Lo primero que hace al entrar a casa es tomar agua, mucha agua fresca y luego que su cuerpo cansado se siente vivo otra vez busca con la mirada a su familia. La casa luce silenciosa, al parecer no hay nadie y al llamar lo confirma. De todas maneras nada borra la sensación de tranquilidad que siente al estar en casa.

Recuerda que ha dejado su celular en su habitación, no quiso llevárselo porque sabía que Bill le estaría llamando. Seguro hay llamadas perdidas. Va y lo busca, está apagado y al encenderlo entran siete mensajes de texto. Se sorprende, todos son de Bill.

«Me duele que no estés, acabamos de cenar y ahora no sé qué hacer, sin ti todo es aburrido y de seguro tú la estás pasando bien». Tom siente una especie de desilusión.

«No puedo dormir, siento que algo está pasando y tienes el celular apagado».

«Perdóname por ser así, no puedo evitar pensar en ti, no puedo». Se angustia y teme ver los demás mensajes.

«Me duele el pecho y sé que es por ti». Eso le aturde, se queda pensando en eso y en la hora que lo escribió, casi era cuando Natalie le estaba besando, a las tres de la mañana.

«No puedo dormir… Te amo».

«Buenos días, de seguro la has pasado bien. Te extraño Tom, espero verte, no sabes cuánto lo anhelo».

«Nos vamos de paseo, papá me vio mal y decidió salir, no es una buena idea pero mejor salir a tomar sol en vez de estar aquí encerrado».

Así que se habían ido de paseo, Tom lo hubiera preferido así.

Sus manos tiemblan al querer llamar a Bill, desea escuchar su voz, es lo que más desea. Y lo llama.

—¡Tom! —responde su hermano muy agitado.

—Hola, Bill.

—¿Cómo estás, dónde estás, estás bien? —Tom ríe, ese es su Bill.

—Estoy en… bueno, ya pronto regresaré a casa —prefiere mentirle pues sabe que Bill es capaz de escapar para verle. Eso le emociona—. Estoy bien, y bueno, en realidad ese paseo estuvo muy aburrido, no hay nada qué contar, la pasé mal, son aburridos al extremo. —Oye a Bill suspirar emocionado.

—Quiero estar contigo, quiero verte.

—Yo también…

—¿A qué hora estarás en casa?

—Bueno… no sé, ¿tú?

—Estamos por regresar.

—Estaré en casa para cuando vuelvan.

Es extraño para Tom hablar por teléfono con Bill, escucharlo ahí, casi nunca lo ha necesitado antes y también es extraño extrañarle así hasta que la desesperación por verlo le haya llevado a caminar tres horas por un bosque sin una botella de agua.

La espera se hace casi eterna. Tom prefiere tomar una ducha, arreglar sus cosas escuchando música. No ve la hora en donde Bill aparezca.

Casi una hora después la puerta se abre y escucha a Bill subir las escaleras velozmente.

—¡Tom! —grita emocionado y Tom le abre la puerta de su cuarto. Se abrazan como pocas veces lo han hecho, un abrazo de hermanos y se quedan así por mucho tiempo—. Te extrañé… te extrañé —le susurra al oído, Tom no quiere decirle lo mismo.

—Lo siento —es todo lo que dice y luego agrega—: No puedo estar sin ti, tuve que regresar por ti.

Bill le mira a los ojos acuosos y acaricia su rostro. —somos el uno para el otro —le dice y Tom asiente.

Bill empuja a Tom adentro de su cuarto y Tom se tensa, sabe de su atrevimiento, siempre ha sido así.

—Papá y mamá…

—Shh… Están con los tíos abajo. Van a tomar algunas cervezas, poco le importaremos.

—No quiero ponerte en peligro, entiéndeme.

Bill suspira tratando de calmar su calentura y luego asiente. Por su atrevimiento casi pierde a Tom, eso él nunca va a perdonárselo.

Tom se recuesta en la cama y Bill está sobre su vientre, le gusta mucho eso y más cuando puede escuchar sus latidos, le relaja. Bill decide calmar su calentura y se relaja recostado en Tom, decide conversar un poco.

—¿Todo aburrido? No te creo —le dice Bill, Tom le ha contado cómo la pasó allá en el bosque.

—Sí, no vas a creerlo, solo van a fumar y follar, nada más que eso, no pensé que sería así, por eso quise ir…

—Quisiste ir porque querías separarte de mí.

—Bueno sí, pero no pude.

—¿Follaste con alguien? —pregunta Bill y luego cierra los ojos tratando de contener su molestia al sentir los latidos de Tom acelerarse un poco. No puede mentirle.

—No.

—Vamos, algún día lo sabré… algo pasó allá. —Tom suspira tratando de relajarse.

—Lo siento —dice buscando comprensión, Bill no le dice nada, solo sigue usando a Tom como almohada.

—¿Te gustó?

—Bill, no pasó nada, no pude… —Bill se queda pensando y cree que se refiere a su reciente problema de impotencia.

—Sabes que puedo ayudar en eso… Ya sabes.

—¡Bill! —se queja— Olvida eso, ya puedo. —Bill le da la cara.

—¿Puedes? ¿Entonces lo has hecho?

—No lo hice, no pude porque sentí que no debía, pero ya sabes, pude excitarme. —Mira el ceño fruncido de Bill—. No pasó nada, lo juro, solo me besó, luego quise salir de ahí y aquí estoy.

—¡Yo nunca te haría eso!

—Lo sé. Lamento esto…

Bill está un poco indignado, pero le cree a Tom, sabe que no pasó nada más. Aún lo mira molesto y una mano se posa sobre su entrepierna, Tom se queja un poco, pero sabe que no puede reclamarle, está en falta.

—Tengo miedo —le dice Tom—, y descubrí que es el miedo que me impide, ya sabes…

Bill se arrodilla en la cama para mirarle comprensivo. —Estamos los dos en esto, nada malo pasará si estamos los dos.

Se levanta de la cama y pone el seguro en el cuarto de Tom, prende la radio en una emisora de música y apaga la luz para encender luego el lamparín.

—¿Estás seguro así? —pregunta y Tom no sabe qué decirle—. Juro no hacer nada que no quieras.

—Bill… —suspira, siempre su hermano es así, ya lo conoce, promete no acercarse, no tocarlo y al final siempre lo hace—. Ven aquí de una vez.

Bill casi corre y se tira sobre Tom a llenarle de besos. Antes ya ha pasado, uno quita la ropa al otro y siguen besándose, parece que son muy buenos en eso. La lengua de Tom recorre todo el torso de Bill lamiendo cada punto, sintiendo cómo el otro tiembla en sus brazos, tiene tanto deseo contenido.

Bill termina acostando a Tom y le besa el vientre comenzando a descender. Tom sabe lo que quiere hacer, es algo que lo han estado haciendo seguido y las sensaciones son desbordantes. No hay mejor cosa que sentir la boca de Bill ahí abajo, en toda su erección.

Gime sin poder contenerse y Bill le amordaza la boca con parte de las sábanas. Tom se deja.

Bill se irgue y va sobre Tom, le besa el cuello y se muere por preguntarle… —¿Entrarás en mí? —Tom se sobresalta.

—No, no me obligues…

—¿Algún día lo harás? —Tom cierra los ojos y asiente—. ¿Por qué no hoy?

—Es muy pronto, Bill, es algo que debemos planear —traga saliva—. Después de consumarlo ya nada será lo mismo.

—Pero lo harás, me lo prometes.

—Sí —diciendo eso le besa y le recuesta en la cama, Bill se deja—. Te amo, precioso, sé que quieres mucho que pase eso, que lo hagamos, pero soy el complicado, lo sabes… No quiero arrepentirme de nada después y para eso necesito pensarlo y estar tranquilo, ahora no lo estoy, ¿me entiendes?

—Sí, sí Tom, y es mejor así.

Saben que van a friccionar sus cuerpos hasta sentir el máximo placer, pero esta vez Tom decide complacerlo un poco más. Lleva dos de sus dedos a la boca de Bill y acaricia su lengua, Bill está excitado y lame sus dedos con ahínco. Tom desciende su mano y busca su entrada, Bill gime emocionado abriendo más sus piernas.

Su corazón va a salirse de su pecho, y aunque siente dolor ahí por la intromisión evita quejarse, desea abrirse más. —¿Duele, verdad? —pregunta Tom en su oído.

—No…

—No te haga el machito aquí, sé que duele y algo peor que esto será cuando lo hagamos, ¿te das cuenta por qué no podemos hacerlo hoy?

—Ahh… —no le contesta porque sus dedos han llegado profundo rozando algo que él antes ya ha tocado—. Me encanta, si será como esto lo quiero.

Tom no dice más, él también lo desea. Simula embestidas con sus dedos y lo siente contraerse. La mirada de Bill se oscurece y sus labios se abren para emitir pequeños gemidos que Tom prefiere callar con un beso. Le ponen nervioso esos sonidos, le hacen desear hacerle el amor ahí mismo, pero siente que no debe hacerlo, aún no. Bill le araña la espalda y luego toma la mano de Tom que está en su trasero y la empuja más para sí, hundiéndola y gime alto hasta que termina. Tom también termina sobre Bill.

Siente un ligero temor de saber que pronto serán capaces de hacerlo. Otra vez la angustia lo sobrecoge y Bill le abraza poniendo su cabeza sobre su pecho.

—Eso fue genial… —le susurra—. No temas mi Tom, no temas que aún nos falta mucho por vivir.

Tom voltea a verle y asiente, aún son tan jóvenes, muy jóvenes como para complicarse la vida. Deben ser responsables.

Tom lo abraza y cubre su desnudez con la sábana. Por si acaso pone una alarma para levantarse dentro de media hora, debe ser precavido.

Besa la frente de Bill y lo observa suspirar para luego dormirse sobre su pecho, se queda pensando en eso y se siente perdidamente enamorado.

7 comentarios:

  1. Bastante caliente la parte final,
    siento cosas por el pobre Tom. Bill es muy
    acosador.
    Espero la 3ra parte <3

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    1. Quizá la tercera parte tardará, pero se vienen aún muchas tensiones jijiji Gracias por leer *-*

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  2. Pinkkkkkkkk soy cris :)))
    Bueno me costó acordame del capítulo anterior xD pero tú siempre escribes bien y creo que hiciste muy bien en darle un castigo a Bill por acosador!!!
    Lindo tu blog, besos.

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    1. Wuiii Cris n_n felizmente el capítulo anterior está abajo xd y creo que en este juego de gemelos es Tom quien casi siempre pierde xdd perderá más creo, aún planeo el capítulo tres.

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  3. Pink aquí yo otra vez hahaa imagínate me levante pensando en el cap 1 y en q tom se había rendido muy fácil hahaha pero verlo acá luchando contra lo q siente y su miedo es muy genial.. hermoso DRAMA!!! duele el corazon TuT!!! ame este cap y como dice violet q final!!! hot hot hot xD
    muchísimas gracias Pink en serio q extrañaba leer tanto tus fics

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    1. *-* ay qué linda :3 gracias y sí, es drama -.- aún te falta leer dos más, pronto subiré el quinto.
      Besitos <3 y gracias por comentar.

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  4. Diooos! Que acosador es Bill. Pobre de Tomy, escaparse era incluso poco u.u Lakshsksg Aún así me siguen enamorado estos dos♥

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