Niñerías - III

Hola a todos n_n~ Antes de viajar les traigo un capítulo, espero sea de su agrado. Un abrazo grande, los extrañaré.

Liam corría por el jardín, tenía una tarea en la que debía seleccionar hojas de plantas para clasificarlas por sus tipos. Pero estaba lejos de concentrarse, quería jugar un poco así que se adentraba por en medio de las flores.

—No creo que sea buena idea caminar por ahí —dijo Bill algo agitado después de haberle seguido el paso.

—¡A quién le importa! Nadie nos ve, si quiero puedo destrozar el jardín, además es mío.

—No, no seas necio y veamos más bien las plantas que hay aquí, algunas de las hojas servirá para tu tarea.

—No me gustan, no quiero nada.

—Liam, no empieces con eso, ya hablamos. —El niño se sentó sobre las flores y se cruzo de brazos.

—Estoy aburrido, además es siempre lo mismo: hacer las tareas, luego cenar y ver tele. Papá no me saca al parque, ya no vienen a casa como antes y no le importo a nadie. —Bill trató de entenderlo, y era cierto lo que el niño decía. Años atrás su papá tenía turnos de noche y todas las tardes lo sacaba al parque o a comer alguna cosa, ahora solo le ponían cuidadores.

—Bueno, te entiendo. ¿Sabes? Hubiese querido tener un hermano mayor, siempre de niño estuve solo aunque mis padres eran buenos conmigo, de todas formas no tener con quien jugar no se lo deseo a nadie y a pesar de no ser un niño puedo jugar contigo, solo que primero debemos hacer las tareas.

—Disculpe —se les acercó Arthur—. No deben maltratar el jardín.

—Vamos Liam —animó Bill y el pequeño se puso en pie—. Y señor, solo sacaremos algunas hojas, es para una tarea.

—No hay problema con eso, solo que vi al niño maltratando las flores.

—Son mis flores, Arthur —dijo Liam algo ofuscado.

—No volverá a pasar —se excusó Bill.

Luego de tomar algunas hojas, Bill jaló fuera del jardín al niño y cuando estuvo por entrar a la casa vio al señor Arthur recibir una llamada telefónica y que luego de eso gritó angustiado.

—¿Cómo dice? ¡No puede ser! Voy en un momento.

Arthur fue donde Bill y le miró desesperado. —Escúcheme joven, ha pasado un percance.

—¿Qué pasó? —preguntó Liam y Arthur trató de guardar compostura.

—Liam, cosas de mayores —dijo al pequeño y enseguida miró a Bill—. Joven, me ausentaré un momento, la señora me necesita, es su otro hijo.

—¿Qué pasó con mi hermano?

—Nada, Liam, luego te cuento.

Por la forma en cómo lo miraba, Bill pudo darse cuenta que eran malas noticias. Vio al señor Arthur salir rápido y prefirió llevar a Liam adentro.

—Algo malo ha pasado pero no me quieren decir…

—Descuida, todo estará bien. Debemos terminar la tarea, si terminamos rápido entonces podemos jugar, ¿te parece?

—¡Sí!

El niño al parecer dejó de pensar en que algo malo pasaba, pero Bill no, se quedó con la curiosidad de saber a qué había ido el señor Arthur.

Una hora más pasó y Liam había terminado sus deberes, ahora Bill estaba en la cocina, le preparaba una ensalada de frutas y yogurt con cereales. Al estar solo, se tomó el atrevimiento de prepararse uno también. Liam corría por todo el comedor, estaba ansioso y no sabía qué otra cosa hacer que dar vueltas simulando ser un avión humano.

—Dile a ese avioncito que aterrice en la mesa.

—¡Ya! —De un salto se deslizó con su vientre sobre la mesa.

—¡No! ¡Liam, baja de la mesa! —El niño rió a carcajadas y luego bajó—. Y no, primero lávate las manos —dijo antes de poner los platos.

Pasados minutos, los dos cenaban algo y apenas era pasada las seis de la tarde. Bill le dijo que quizá podían jugar en el patio, hoy no le tocaba bañarse pero sí podía jugar con el playstation, cosa que Liam no quería porque deseaba salir y correr un poco.

El teléfono de casa sonó, pero Bill no sabía si debía o no responder.

—Contesta —dijo Liam.

—¿Crees que debo? No conozco mucho a tu familia.

—Aishh… —el niño se levantó de la silla y fue a contestar—. ¡Mami! —gritó emocionado—. Sí, ya terminé, ajá… Sí, está aquí. ¡Bill! —Bill casi corrió a atender la llamada.

—Dígame señora.

—Escúchame bien, ha pasado un accidente, no sé a qué hora llegaré a casa, pero necesito que me hagas un favor, te lo pagaré.

—Dígame.

—Quiero que alistes a Liam, le pidas ponerse ropa para salir, irá donde su abuela hoy, mi esposo y yo no regresaremos a casa, mi hijo mayor sufrió un accidente. Mandaré a Arthur a recogerlo dentro de una hora. Por favor no le digas nada, su abuela se lo dirá. Depende de cómo van las cosas, quizá Liam se quede todo el día de mañana con mi mamá, pero te aviso a tu teléfono celular. Eso es todo. —Bill se quedó sin saber qué decir, no debía levantar sospechas por si Liam se enterara del accidente y lo tomara mal.

Colgó el teléfono y miró al pequeño a su lado, estaba esperando que le contara qué era lo que su mamá quería decirle.

—Saldrás donde tu abuela.

—¿Qué? No quiero, ¿por qué tendría que ir hasta allá? Ella vive a dos horas, me aburriré en el viaje.

—Bueno, así lo dijo tu mamá.

—¿Pasó algo? ¿Por qué quiere que me vaya? ¿No vendrán? —Era clara la angustia del pequeño, ahora se cuestionaba si sus padres estaban por abandonarlo y Bill pudo notar ese temor.

—Escúchame —se arrodilló a su altura—. Ellos necesitan solucionar un problema que se ha presentado, no pueden venir a casa, por eso van a mandarte con tu abuela pero luego te recogerán y traerán. Lo hacen para que no estés solo.

—Pero… —el niño guardó silencio, tenía tantos sentimientos encontrados que no sabía cómo expresar.

—Arthur vendrá a recogerte y me dice que te vistas como para salir, ¿me muestras tu guardarropa?

Liam subió a su habitación arrastrando el paso y a Bill se le pasaron muchas cosas por la cabeza. El hijo mayor de la señora Dunja, accidentado, ¿cómo había sido eso posible? Temió la reacción de Liam cuando se enterara, aunque aún no sabía si tenían una cercana relación de hermanos, él desconocía lo que era tener uno.

—¿Y el tonto de Tom? ¿Mi mamá no te dijo si él vendría también?

—No, no me dijo nada.

—De seguro le permitirán quedarse en casa, todo porque es grande. Es raro que solo yo vaya donde mi abuela, a Tom le gusta ir porque ella le da propinas. —Bill prefirió callar, no quería ser él quien le dé esa mala noticia.

Alistó a Liam y le puso un abrigo. Metió en una mochila ropa de dormir y bajaron a esperar al señor Arthur.

Sentados en la sala viendo televisión, el señor Arthur llegó y Liam salió de casa para entrar en el auto que lo llevaría a casa de su abuela.

—Hasta mañana, Bill —se despidió con una mano y Bill se puso su mochila para también salir a casa.

—Joven, es posible que mañana no tenga que venir, pero pasado mañana sí.

—De acuerdo. Disculpe, señor —llamó disimuladamente antes que él suba al auto.

—Dígame.

—¿Él está bien? —El señor Arthur puso una cara de preocupación.

—Está en cirugía ahora, se espera que mejore, pero ha tenido múltiples fracturas. Lo siento, debo irme.

—Sí, no se preocupe, estaré al tanto. ¡Adiós, Liam! —se despidió y luego vio el auto partir.

Se quedó parado en la puerta de la casa y no sabía si sentir alivio porque no vería a Tom o sentir pena.

*** 

Al día siguiente no recibió llamada de la señora Dunja para ir al trabajo y se preocupó un poco, al parecer eso del accidente había sido cosa seria. Aprovechó la tarde para estudiar y luego buscó salir a caminar, necesitaba despejarse.

Su celular sonó y era una llamada de Nicole.

—Te vi, ¿no estás trabajando?

—Ah, hoy no. ¿Dónde estás? —Ella rió nerviosa.

—A una cuadra de donde tú estás.

—Vaya, pues por qué no vienes, no logro verte.

—Allá voy. —Y colgó el teléfono.

Minutos más tarde, Bill tomaba un helado junto a ella que le hablaba de tantas cosas, moviendo sus manos y jugando con la cuchara de su postre.

—Te noto distraído, ¿hola? —Bill bajó la cabeza por un momento.

—Lo siento, ¿qué decías?

—¿Qué pasa Bill? Ya no me tienes confianza, es eso.

—No, solo que me siento preocupado.

—¿Preocupado? ¿Qué pasó?

—Son tantas cosas. A ver, primero, el divorcio de mis padres salió y tengo un trabajo eventual en una casa en donde hay un sujeto que quiere hacerme la vida imposible y ahora resulta que se ha accidentado. —Ella soltó una risa y Bill la miró serio—. No me reiría, aunque ese tipo no sea de mi agrado, no me alegra lo que le ha pasado.

—¿A quién no le caerías bien? Es el colmo que haya alguien a quien no le agrades si eres un buen tipo, así que eso que le pasó es el karma, es el destino.

A Bill no le gustó hablar con Nicole ese día, ella no entendía su punto de vista, ni su extraña preocupación por el hijo mayor de su jefa.

Esa noche casi no pudo dormir. A cada momento pensaba en ese incidente y en cómo Liam lo habría tomado, esperaba que no le haya afectado demasiado.

Al día siguiente, la señora Dunja le llamó temprano confirmándole que no vaya a su casa pues aún Liam permanecería con su abuela.

—¿Su otro hijo está bien?

—No. —Hubo un silencio en la línea y luego ella habló muy bajito—: Entró en coma esta mañana y por eso quizá Liam esté en casa de mi mamá hasta que este mal tiempo pase. No te preocupes, esto no afectará tu economía, no vayas a optar por otro trabajo, por favor.

—No se preocupe, yo estaré dispuesto a ir cuando sea necesario.

Después de esa llamada Bill no pudo estar tranquilo y toda esa semana estuvo sin trabajo.

Su papá llegó un día y le insistió mudarse.

—Hay buenas universidades, además no tendrás que trabajar.

—No, ya lo dije antes, me quedaré aquí en Hamburgo.

—Me parece que lo haces por testarudo que otra cosa.

Así pasaba casi siempre, Gordon iniciaba o provocaba los enfrentamientos, Bill lo sabía y por eso prefería evitarlo e irse a su habitación. Su papá se iría pronto pues ya no vivía en casa.

*** 

Casi más de una semana después, Bill sentía como si fuera al trabajo por primera vez. Había olvidado mucho cómo era Liam y la casa. Dunja le había llamado porque ahora sí el menor de sus hijos estaba en casa, así que Bill fue.

El reencuentro estuvo lejos de compararse a lo de hace casi una semana. Liam lucía decaído y desinteresado con el cuidado de Bill.

—No ha tomado bien el hecho que su hermano aún esté en el hospital —dijo Dunja tomando su bolso—. Quisiera quedarme, pero no puedo y regresaré a las diez pues pasaré a ver a mi otro hijo antes de venir.

—Entiendo… eh, ¿él está bien? —preguntó cuando Liam andaba lejos de ellos.

—Despertó del coma, esa es la buena notica; la mala es que no habla, pero no le comentes eso a Liam, aún estará internado.

—No se preocupe.

—Debo irme, y aquí te dejo la lista.

La señora Dunja se fue y Liam se adentró a su habitación sin decir nada. Bill suspiró, el niño no parecía ser el mismo. Subió a paso lento y lo encontró sentado en su cama, moviendo sus piernas de arriba hacia abajo golpeando parte de la cama.

—¿Hoy tienes tarea? —preguntó Bill yendo a su lado y sentándose junto a él.

—No, no fui a la escuela.

—Quizá podamos jugar algo.

—No quiero.

—¿Qué quieres hacer? —Liam no le miraba y estaba ligeramente encorvado. Guardó silencio—. Liam…

—No molestes.

—De acuerdo, no insistiré. —El silencio reinó por un momento y Liam tomó dos juguetes de robots que tenía sobre la mesa de noche cerca de su cama e hizo que ambos pelearan, parecía estar muy molesto y Bill solo observaba incapaz de saber qué hacer.

—¡Muere, maldito, muere! —comenzó a gritar.

—Liam, no es divertido. —Tocó su hombro y el niño se tensó mucho—. Sé que no estás bien.

—¡Tú qué sabes, déjame! —retiró su mano y prefirió darle su espacio, no sabía cómo tratar a un niño en esos casos.

Cuando estuvo por salir, lo oyó gruñir y al voltear lo vio recostado en la cama sollozando.

—¡Liam! —se preocupó y regresó junto a él.

—Solo quiero ver si está vivo, solo eso. —Bill se sentó a su lado tratando de consolarlo, el niño cubrió su rostro con parte de la almohada y Bill apenas pudo sobar su espalda—. No me dicen cómo está, no sé nada…

—Tus padres son médicos, ¿cierto? Ellos saben mucho de eso y de seguro lo están cuidado.

—Quiero verlo, nada más eso pido.

—Lamento no poder hacer nada. —Liam no quería moverse de ahí y pasados los minutos Bill tuvo que bajar para prepararle algo de comer, pero sabía que quizá el niño no comería nada.

—¿Cómo está? —preguntó el señor Arthur.

—Está mal, nunca antes lo había visto así, creo que no es bueno que se quede solo, quizá debería estar donde su abuela.

—Lo que pasa es que su abuela se quejó de él, dijo que no comía, que extrañaba a sus padres y ahora que regresa parece igual, no puede estar con ellos porque trabajan.

—Me dice que quiere ver a su hermano, ¿aún no lo ha visto?

—Sus padres no quieren que lo vea.

—Creo que la señora Dunja no ha hablado con él. Liam no está bien, no me parece que deba estar en casa en ese estado. —El señor Arthur torció la boca, el joven tenía razón. Dunja y David habían pasado por alto el estado emocional del menor y pensaron que estando en casa se pondría bien, cosa que no. Suspiró hondamente y Bill seguía mirándolo—. Creo que le diré a la señora Dunja. ¿Seguro que no quiere ni comer? Si al menos pudiera jugar.

—Está en su cama y ha estado un poco indiferente conmigo, no puedo obligarlo.

—Ya veo. Un momento. —Tomó su teléfono y llamó. Le dio la espalda a Bill quien continuó su camino hacia la cocina a preparar la cena. El señor Arthur tuvo una pequeña conversación con la señora y al final ella entendió su punto—. Listo, yo le digo. Sí señora. —Colgó y fue tras Bill—. Joven —llamó.

—Dígame.

—Dígale a Liam que le llevaré a ver a su hermano.

—Oh, eso es muy bueno. Ahora mismo le digo.

—Y usted también vendrá con él. —Bill se quedó quieto por un momento y asintió.

Subió a la habitación del niño y entró despacio. Aún estaba en la cama y tenía la almohada en mitad de su cabeza. —Liam, alístate que veremos a tu hermano. —Vio cómo el niño se sacudió para verlo y aún no lo creía—. Arthur llamó a tu mamá y es lo que mandó a decir, ven, vamos a ver qué te pones.

—¡Es en serio! ¿De verdad? —hablaba rápido como si toda su energía hubiera vuelto.

—Sí.

Veinte minutos después, los dos subían al auto rumbo al hospital. Allá una enfermera que conocía a Arthur les estaba esperando, ella se comunicaba por teléfono con la señora Dunja.

—… Acaban de llegar, y sí, su niño luce tranquilo… De acuerdo. —Colgó el teléfono acercándoseles.

Ella fue amable con Liam al saludarlo y le dijo que podía a ver a Tom, pero que debía hacer silencio y estar calmado, que su hermano no diría nada porque estaba aún delicado, pero que se pondría bien. El niño poco quería escuchar instrucciones, deseaba ver a su hermano y dejar de pensar que estaba por morir, solo quería constatar que seguía vivo.

—¿Puedo entrar con él? —preguntó por Bill y el señalado se asombró.

—No lo sé, ¿quién es él?

—El que me cuida. —Se acercó a Bill lentamente y tomó su mano. Bill se sorprendió de la mano tan fría de Liam y lo sudada que estaba, entonces la apretó un poco para darle seguridad.

—¿Está bien si entro con él? —preguntó Bill y la enfermera asintió.

Abrió la puerta y Bill entró primero casi jalando a Liam que al ver tantas máquinas se intimidó un poco.

Al llegar al borde de la cama, Liam apretó la mano de Bill.

—Todo está bien, tu hermano está aquí —le susurró—. No debes temer, él está mejor que antes.

—Tom —le llamó.

—No, dice que no debemos hablar —dijo Bill.

Ambos miraron a Tom, estaba despierto y parpadeando. Liam se emocionó queriendo tocarlo, pero Bill no se lo permitió.

—Tom… —llamó Liam un poco más alto y Tom movió los ojos pero en vez de ver a su hermano, miró a Bill fijamente y el pelinegro se quedó muy quieto.

Quizá tarde un poquito en publicar, pero espero tener algo de vacaciones al regresar. ¿Qué creen que pasará?

Gracias por leer y les quiero <3