Hasta el final de los tiempos - 16

Hola a todos *-*~ espero les guste este capítulo, tiene mucha acción, a mí me está gustando mucho escribir este fic, espero a ustedes les guste seguir leyéndolo. Dedicado a Aliss n_n

Simone estaba muerta y de una horrenda manera que Bill había visto y no podía sacarlo de su mente, es más, no quería dejar de pensar en su mamá. Muchos recuerdos de ella lo inundaron atormentándolo mientras Georg manejaba el auto esquivando zombis lo mejor que podía.

Georg gritaba asustado, era como huir de la muerte, él tenía pánico pensar en morir y debido a eso eran sus ataques que le daban en el sótano, ahora parecía haber retomado esa sensación de que moriría pronto, esos ataques de pánico que lo ponían pálido y lo hacían gritar como loco.

—¡Cállate! —gritó Pamela a quien le estresaban en sobremanera esos gritos—. ¡No ves la tragedia, cállate y maneja! —Estaba atrás, junto a Bill quien lloraba tapando su rostro con ambas manos y Tom también lloraba abrazando a su hermano. Jörg estaba adelante, al lado de Georg, también lloraba la pérdida de su único amor.

—Pamela, cállate —intervino Tom, secándose las lágrimas—. La que debió ser comida eres tú, no mi madre. —Pamela abrió la boca totalmente indignada y comenzó a llorar abrazando a Bill.

—¡Mira lo que me ha dicho! —se quejó entrando en llanto.

—¡Cállense, maldita sea, cállense! —gritó Bill dando la cara, sentía tanta rabia que no quería escuchar a nadie más—. Mi madre ha muerto, no quiero peleas, no quiero nada. —Miró serio a Tom—. Tomi, no discutas, no le hagas caso. —Miró a Pamela—. Tampoco digas algo.

Silencio en el auto y al fin Georg dejó de gritar pues llegó a la carretera principal libre de autos donde no había nada más que árboles a ambos lados de la carretera.

Irían a las montañas, pero… Georg estaba asustado sobre todo por el sueño del padre de los gemelos, donde decía que solo Bill y Tom llegarían a las montañas, entonces, ¿eso significaba que todos los demás morirían? Definitivamente no quería seguir manejando hacia su presunta muerte, así que frenó repentinamente en medio de la carretera desolada.

—¿Qué pasa? —preguntó Jörg asustado.

—¡Hey, qué pasa! —reclamó una muy asustada Pamela, luego de haber visto a las criaturas estaba segura que no tenían ni un poco de “humanos” y eso la intimidó mucho.

—No manejaré hacia la muerte, ¿no dice su padre que solo ustedes dos llegarán a las montañas? ¿Qué será de los demás? No quiero ir a un lugar donde moriremos. —Jörg se puso a pensar en eso, sus sueños decían que solo Bill y Tom llegarían a las montañas y él veía esos sueños no como si estuviera con ellos, no… era como una película y luego veía sus siluetas oscuras, uno muy cerca del otro que se asemejaban a besos, algo que lo incomodaba, pero no podía hacer mucho para impedirlo, sus hijos estarían muy juntos de una forma que no quería darle nombre.

—¿Cómo es eso? —preguntó Pamela—. ¿Usted solo ve a Bill y Tom en la montaña? ¿Dónde estamos los demás?

—Hum… —se puso un poco nervioso—. No lo sé, nunca soñé contigo o con Georg…

—¡Qué! ¡Seremos carnada de esas cosas! —Abrió el auto y salió.

—¡No! —gritó Jörg—. ¡No salgas, jovencito, es peligroso! —Pamela se aferró a Bill sintiendo miedo viendo como Georg se iba.

Georg caminó con miedo, sentía que se ahogaba, pero no quería estar más en el auto ensangrentado por haber atropellado a muchos de esos zombis, quería escapar de todo eso, del mismo destino fatal.

Dentro de auto los corazones de todos latían asustados, después de haber visto lo que las criaturas eran capaces de hacer, ninguno veía seguro salir del auto hacia el peligroso exterior.

—¡Qué haces! —gritó Tom desde la ventana y se comenzó a desesperar—. ¡Regresa! —Los gritos hicieron que un grupo de tres errantes criaturas se acercara al auto a paso rápido—. Maldita sea, debemos hacer algo.

—Manejaré yo —se ofreció Pamela, la idea que tenía ella era seguir en camino, moverse con el auto ya que la idea de quedarse la atemorizaba.

—No seas estúpida —intervino Tom—. Debemos ir por Georg.

—¿Estás loco?

—La loca eres tú.

—¡Basta! —gritó Bill, aún estaba conmocionado por la muerte de su mamá y no quería escuchar más discusiones—. No quiero que nadie más muera, si no se callan esas cosas vendrán y nos comerán. Debemos ir por Georg. —Eso emocionó a Tom, Bill le hacía caso.

El padre de ellos estaba bastante asustado, no podía ni bajar del auto, había tomado el asiento del piloto que Georg había dejado por si tuviera que acelerar si se acercaban más.

Bill fue el primero que salió y con el arma en la mano, caminó fríamente en dirección de las tres criaturas que se acercaban con cabellos largos y mascando el aire, haciendo un sonido espeluznante con sus dientes y hasta salivaban de manera anormal.

—¡Bill! —Tom salió muy rápido, también con su arma, estaba asustado de solo pensar que lo perdería.

Bill, muy serio, disparó en la cabeza a los tres zombis y no contento con eso, corrió hasta sus cuerpos caídos y comenzó a patearlos, incluso a uno de ellos le pisó la cabeza hasta que sus sesos salieron al pavimento.

Tom terminó acercándose a él y tomó su brazo, Bill temblaba y respiraba agitado.

—Deseo matarlos a todos, Tom, que no quede ni uno solo. —Tom vio a los ojos de Bill y vio odio contenido.

—Bill, debemos tener cuidado. Regresemos al auto.

—No, iré por Georg y luego iremos a las montañas, todos, ni uno solo morirá, no más muertes o juro que me mato. —Bill sentía que la idea de perder a todos sería el fin de todo, ¿para qué vivir solo? No concebía eso, así que tenía la determinación de acabar con su vida si alguien más moría.

—Nadie más morirá, seremos diligentes, y mejor si nos apuramos en buscar a Georg. Vamos ya.

En el auto, Jörg sentía que sería el final de él y la jovencita asustada en el asiento de atrás.

—Señor, no sé usted, pero creo que la peor solución es salir… —Miraba por la ventana, esperando el regreso de los demás y vigilando por si se aparecían otras criaturas.

—Solo no hagas ruido, el ruido los atrae.

Bill iba delante de Tom, caminaba seguro, rápido, buscando en todas partes, evitando hacer ruido, se adentraban al bosque por donde había visto esconderse a Georg.

Entonces fue cuando lo vieron, junto a un árbol, respirando agitado, casi azul de tanto asfixiarse, parecía tener un ataque de asma. Estaba de rodillas y cuando vio a Tom intentó ponerse en pie y avisar sobre algo…

—¿Qué pasa? —preguntó Tom, auxiliando a su amigo, Bill se quedó parado a un lado de ellos vigilando el lugar.

—Shh… —dijo Georg con voz temblorosa, señalando atrás del árbol y tomando la mano de Tom para que no vaya allá.

—Bill. —indicó Tom con la vista para que Bill vaya a ver de qué se trataba. Georg parecía muy asustado, aterrorizado a tal punto de no querer moverse del lugar, parecía un pequeño animalito que pensaba sería comido pronto.

Bill bordeó el grueso árbol y se puso en alerta cuando vio a dos criaturas comerse un cuerpo humano. Sacaban sus intestinos con sus dientes y se los comían tan rápido, parecían muy entretenidos y la víctima había sido una mujer, una señora casi de la edad de Simone. Eso lo llenó de algo inexplicable y sintió tal odio que no dudó en correr hacia ellos y cuando uno se puso en pie, Bill pateó su cabeza hasta tumbarlo contra un árbol y se enfrentó al otro zombi, tomándolo del cuello y tumbándolo en el suelo rocoso, hacia una piedra en donde quebró su cráneo. El otro zombi se puso en pie y se le acercó con la intención de morderlo, pero Bill, gritando de cólera, tomó la piedra ensangrentada en donde había muerto el otro zombi, y se la lazó en la cabeza al otro, muriendo en el instante.

Tom observó todo eso pasar en pocos segundos, estaba anonadado de la fuerza de su menor hermano y es que algo mucho más fuerte dominaba a Bill en esos momentos, incluso buscaba más zombis que matar, hasta que Tom tomó su brazo.

—Será mejor regresar, es peligroso.

—No… —dijo respirando agitado—. Sé que hay más, los mataré.

—No vale la pena, Bill, ven conmigo.

—¡Que no!

—Hay miles, no podremos con todos.

—¡Mataron a mamá! —dijo lloroso y Tom podía entenderlo, él sentía esa misma cólera.

—Chi-chicos… —intervino un muy asustado Georg—. Debemos irnos… no quiero morir. Esa señora estaba corriendo con un niño y un perrito, pero me temo que…

—¿Qué? —dijo Bill mirándolo—. ¿Un niño? Hay personas… hay más sobrevivientes.

—Me temo que el pequeño ha muerto en algún lado.

—Debemos buscarlo —dijo Bill con una motivación para quedarse en el bosque, buscando en sí más zombis que matar.

—¡Bill! —gritó Tom, no queriendo ir tras él porque sintió miedo, además Georg estaba mal, no podría ir tras su gemelo, definitivamente debía regresar al auto seguro.

Bill no se detuvo, caminó por entre los árboles, buscando. —Pss, pequeño —llamaba cada tramo que avanzaba. Vio a un grupo de cuatro zombis comerse un cuerpo, y pensó sería el pequeño niño.

Se horrorizó, sintió tal odio que no dudó en correr y arremeter contra ese grupo, cayendo en el cuerpo ensangrentado de un perro y pateando a cada uno de los zombis que se le abalanzaba. 

—¡Malditos! ¡Mueran! —gritó mientras a cada uno le daba patadas, se defendía como podía, incluso usó su arma, dándole a dos de ellos en la cabeza.

Pero uno de ellos, fue astuto, y cuando Bill se distrajo disparando a uno de ellos, el zombi que estaba en el suelo derribado, le mordió la pierna, específicamente el talón.

Sintió sus dientes filudos hacer presión contra el traje de seguridad que tenía y como remangó la basta del pantalón al ver que sus dientes no podían perforar esa tela gruesa, Bill no pudo hacer nada cuando le mordió por encima del botín que tenía.

El dolor era punzante y pudo sentir su sangre salir, todo duró tan poco y Bill, con el otro pie, aplastó la cabeza de ese zombi hasta matarlo. El último de ellos terminó muerto por una patada de Bill en su cráneo.

Respiraba agitado, se sentía angustiado de solo creer que era el fin, que se convertiría en uno más de ellos, que solo debía esperar a que el virus hiciera efecto, le diera esa horrible fiebre y luego moriría aparentemente para después despertar con mucha hambre.

—Mamá… quizá te vea hoy —dijo con temblorosa voz, sentando en el suelo, quitándose el botín y viendo la fea herida que tenía la forma de una mordedura con heridas de cada diente. Sacó su media y se la amarró para detener la hemorragia e hizo una presión. Volvió a ponerse el botín, si regresaba al auto no le diría a los demás sobre la mordida, esperaría llegar a un lugar seguro para así aniquilarse asegurándose de que todos estén a salvo.

Escuchó el llanto de un niño y se puso en alerta. Buscó y buscó hasta que sintió que el llanto veía de arriba, así que alzando la vista logró verlo, sobre la rama de un árbol, un niño de casi cuatro años, con un enorme oso de peluche en sus brazos, lloraba asustado.

—¡No te muevas! —su corazón latía acelerado, no iba a permitir que algo malo le pasara, había encontrado un sobreviviente, otro ser humano como ellos y eso para él significaba mucho.

Bill no sabía cómo así el pequeño había podido subir hasta allá arriba, pero luego de darse cuenta de que con la herida en su pierna no podría subir, extendió sus brazos debajo del niño. —Ven, pequeño, ven, te sostendré. —Bill sabía que su mamá haría eso, que si Simone estuviera viva, ella le hubiera dicho que rescatara al pequeño, que lo protegiera como las madres protegen a sus niños.

El pequeño, llorando asustado, se lanzó pues había divisado otros de esos monstruos acercarse y no quería que Bill se fuera y para él sería el fin, terminaría siendo comido como su mamá y su perrito.

Bill recibió al pequeño en brazos y luego corrió con él. Podía escuchar a las criaturas acercarse con esos típicos sonidos que hacían, pero si peleaba podría poner la vida del niño en peligro y era lo que menos deseaba.

Llegó hacia la carretera y gritó por ayuda, podía ver el auto de su padre cerca y cuando Jörg lo vio, aceleró hacia su hijo. Tom sacó la cabeza por la ventana y apuntó con el arma por donde Bill corría, por si tuviera que disparar a alguna de esas criaturas que corría detrás de su gemelo.

—¡Abran! —gritó y Pamela abrió el auto, entrando Bill tan rápido con el pequeño en brazos.

Inmediatamente Jörg aceleró con el auto, esquivando zombis ya que si los atropellaba podía demorar el auto y eso sería el fin… ya no soportaría otra muerte.

El pequeño lloraba aferrándose a los brazos de Bill, no queriendo ver por la ventana el horrible escenario que había estado viendo durante meses mientras escapaba con su familia a algún lugar… jamás pensó que tan pequeño sería el único sobreviviente. 

Jörg aceleró hasta que desvió el auto por una colina, rumbo hacia arriba, buscaba un refugio, algo temporal pues lamentablemente el combustible comenzó a faltar y sería peligroso quedarse varados en la carretera.

—¿Dónde vamos? —reclamó Pamela—. Esto es poco inteligente, señor, acá debe haber mucha de esas cosas.

—Sé lo que hago, necesitamos escondernos hasta conseguir combustible.

Llegaron a lo que antes era una granja, la maleza había crecido pero había un establo deshabitado donde estacionaron el auto, de seguro había una casa cerca y mientras bordearon el establo encontraron una casita.

Tom, temeroso, fue delante de todos con su arma en mano, apuntando mientras avanzaba sigiloso. Pamela cogía a Bill de un brazo mientras éste cargaba al pequeño niño que no quería abrir los ojos, respiraba agitado y hasta el momento no había dicho ninguna palabra. Jörg iba junto a Georg, ambos con armas, cuidando a Bill y a la única mujer con ellos.

Tom fue el que abrió la puerta de la casa y al hacerlo encontró un zombi muy panzón que se había comido a las personas que vivían en esa casa, de tanto comer se había dormido y no despertó con el ruido. Hacía tres semanas se había alimentado de tal forma que todo su cuerpo estaba cambiando, como las serpientes cuando se alimentan con seres tres veces más grandes que su tamaño, este zombi se había comido como a cuatro personas y dormía plácidamente mientras su cuerpo sintetizaba toda esa proteína haciendo que creciera más de lo normal… El zombi tipo B era uno muy astuto, grande de tamaño, de anchos hombros sea hombre o mujer, de cuello ancho y mandíbula prominente y lo que lo diferencia de los otros era que podía desarrollar inteligencia.

Jörg supo reconocerlo y no creyó que llegaría el tiempo de ver la evolución de las criaturas, ¿tan rápido podía pasar aquello? 

—Shh… —dijo Tom quien se acercó a paso lento hacia el zombi gordo y anormalmente grande sentado en el pasillo de esa casa. Todo olía mal, a muerte…

Pamela tembló asustada y Bill la dejó atrás, pasándole al niño.

—Bill… no…

—Shh —reclamó Bill y Pamela tomó en brazos al niño quien se aferró a ella aun temblando.

Bill pasó de Tom, y acercándose al zombi lo pateó en el rostro ocasionando que despertara. Se levantó de un salto y olfateó el ambiente, era casi de más de dos metros, era enorme y gordo.

—Hum… comida —habló el zombi poniendo blancos a todos los presentes, su voz era grave y lenta, era sumamente extraño que hablara, ¿qué clase de monstruo era? Y Jörg terminó dispararle un tiro en la cabeza e inmediatamente la criatura cayó de espaldas muerto.

Todos se miraron unos a otros, asustados, el zombi había hablado, había dicho la palabra comida y ninguno tenía respuesta para eso, solo Jörg.

—Evolucionaron… no puedo creerlo, tan rápido y los tipo B llegaron…

—Dejemos de hablar de eso —intervino un frío Bill—. ¿Alguien me ayuda con esa bola de carne? Apestará. —Georg fue a ayudarle, a él también le perturbaba ver el cuerpo de esa cosa metida en la pequeña casita.

La noche estaba por llegar y luego de que sacaron el cuerpo de la casa y se aseguraran de que no había más criaturas cerca, subieron al segundo piso buscando refugio habiendo encontrado algunas cosas para comer como galletas, enlatados cuya fecha de vencimiento aún no caducaba. Estaban sentados en un círculo en una habitación que encontraron

—Hum… Ten —dijo Pamela a Bill, pasándole al niño. El pequeño no quería hablar, parecía mudo y evitaba ver a los ojos a los presentes. Era de cabello castaño y tenía un overol azul además de un enorme oso en sus manos. No sabían su nombre y tampoco querían hostigarlo con preguntas, era evidente que estaba muy traumado.

—Tenlo tú —dijo Bill.

—El hecho de que sea mujer no quiere decir que deba ser yo la que cargue con un niño —se defendió. Tom estaba sentado al lado de Bill, quería acompañarlo pues ambos habían perdido a su madre. Miró de mala forma a Pamela.

—Pero qué mierda dices, ¿qué haces tú? ¿Has matado a alguno? ¡No!

—¡Hey! —reclamó ella.

—Déjame hablar, solo gritas, nada más, atraes esas cosas, al menos cuida del niño y déjanos en paz. —Una mano de Bill se posó sobre su muslo para calmarlo y Tom agachó la cabeza.

Pamela entró en llanto y Bill tuvo que ir con ella, Tom detestaba eso, pero no quiso saber nada ni hacer nada.

La oscuridad llegó y nadie quería encender alguna luz por el temor. Cogieron mantas y se cubrieron esperando el amanecer.

Bill fue al baño y se revisó la herida en su tobillo, notando que comenzaba a cicatrizar, era extraño todo, no sabía por cuánto más debía esperar la fiebre. Se vendó muy bien la herida y decidió que esperaría a mañana para saber si estaba o no bien.

Tom buscó recostarse al lado de Bill, Georg lo hizo junto al niño a quien le tomó cariño, Pamela estaba a su otro lado pues no dormiría junto a Bill porque habían discutido y Jörg vigilaba por la ventana, luego Tom tomaría si lugar y así sucesivamente, cada uno.

—¿Estás bien? —susurró Tom en el oído de Bill pues lo había notado diferente. 

—No —dijo serio y se recostó de costado, dándole la espalda. Tom lo abrazó por detrás y le besó la nuca.

—Descuida mi amor, no temas…

—No temo, Tom, no temo a nada… solo odio tanto que… —su voz se entrecortó—. Quiero morir.

—Estamos muertos, Bill. Estamos muertos, no hay más vida qué vivir… estamos muertos y debemos mantener la guardia para no ser como ellos… —Sintió los temblores de Bill, estaba llorando y Tom también lloró, esa noche era la primera sin escuchar la voz de su mamá decirles un “buenas noches, mis niños…”

Solo queda una única muer u_u un nuevo integrante entró, y veremos qué más pasa... nada será seguro a partir de ahora. ¿Comentarios, sugerencias o críticas? son bienvenidas *-* los quiero~