lunes, 19 de mayo de 2014

En el campamento - 5

Hola a todos *-*~ espero les guste este capítulo n_n Saludos Nico<3
Bill tenía solo trece años cuando cerca del río, en el campamento, un chico de quince años llamado Matt le había regalado una flor amarilla y lo veía sonreír.

—Esto es tan marica —dijo Bill riendo por el detalle.

—Lo es —dijo Matt con una sonrisa para luego tomar su rostro y ver cómo Bill se ponía muy nervioso y colorado.

—Matt… —dijo serio viendo que quizá el otro tenía intenciones raras para con él.

—Bill, te amo —dijo sonando sincero y Bill abrió la boca del asombro, sintiendo su sangre subir y bajar por todos lados, como si corazón fuese una bomba en cuenta regresiva y explotaría.

—Yo… —intentó decir algo, pero ocurrió su primer beso en segundos. Apenas cerró los ojos sintiendo los labios carnosos del rubio de Matt mucho más alto que él.

*

Abrió los ojos percatándose del sonido de los guías por todos lados. Ya era de mañana y debía alistarse.

Gustav se levantaba perezosamente.

—Oye, ¿cuándo soltarán a Tom? No es justo que esté encerrado —dijo el rubio.

—Probablemente en la tarde. —Se preocupó un poco, esperaba que Tom haya bajado de la casa del árbol y entrado en el cuarto de castigo por el techo, esperaba que haya podido hacer esa hazaña.

*

Tom tenía el brazo raspado y sangraba. Haber subido al techo del cuarto de castigo no fue nada complicado pues había un árbol a su lado en donde trepar, el problema fue al momento de lanzarse dentro, cayó y se raspó.

Respiraba un poco agitado pues pensó que sería muy tarde, pero felizmente se encontraba justo a tiempo. Pasados los minutos un guía le pasó un pan con un vaso de leche por la pequeña ventana.

—¿Todo bien? 

—Sí —mintió pues no quería cuestionamientos, se había asegurado de con un palo cerrar el techo con la calamina. 

—Bien, tu castigo está por terminar en horas, quizá para el almuerzo estés libre, pero recuerda, no más de esas bromas, ¿de acuerdo? O te pondremos dos días aquí. —Tom asintió por la pequeña ventana de la puerta y luego ésta se cerró dejándolo en ese cuarto mal oliente. 

Quería ver a Bill, no sabía por qué, pero luego de esa experiencia solo quería estar a su lado.

Las horas pasaron y un guía se acercó al cuarto de castigo con una llave en sus manos. Faltaba poco para el almuerzo y Tom tenía tanta hambre que poco le importaba saber que comería algo desagradable, la idea era llenar su estómago de cualquier cosa porque hasta le dolía.

—Estás libre —anunció y Tom se sintió aliviado, hasta le pareció esperanzador regresar al campamento, todo lo veía con otros ojos y sobretodo buscaba con éstos a Bill, al chico raro de cabellos negros—. ¿Sabes? Debemos hablar de tu castigo antes de almorzar, todos deben de saber por qué fuiste sancionado para que a nadie más se le ocurra semejante barbaridad. —Tom hizo una mueca de disgusto y entró junto al guía al comedor donde cerca de los cincuenta jovencitos esperaban por el almuerzo. 

Tom rápidamente dio un repaso con la vista buscándolo y luego, al encontrarlo sentado al fondo, esperando su plato de comida, su corazón dio un extraño brinco y el dolor de su vientre se hizo raro… Bill era su esperanza. 

—¡Su atención! —gritó el guía y todos los presentes, incluido Bill prestaron atención—. Este es su compañero Tom que el día de ayer hizo una maldad al grupo de jovencitas, saben que está prohibido hacer bromas pesadas tanto entre ustedes como hacia los guías y Tom quebró esa regla, ha tenido que pasar la noche en el cuarto de castigo, veinticuatro horas encerrado por su vandálica travesura, esperemos que ninguno más caiga en el cuarto de castigo, estamos a una semana de terminar este sensacional campamento y la idea es pasarla genial, ¿no es así? Entonces dejemos de transgredir las reglas. ¡Ah! No olviden que hoy en la noche es la primera entrega de cartas del “Amigo secreto”, habrá una caja en la puerta del comedor para que todos puedan poner sus notitas. ¡Suerte! —Miró a Tom y le indicó con la vista poder ir a sentarse.

Tom tenía las mejillas rojas de la vergüenza, pero todo ya había pasado, era libre y sus pies caminaron hacia el fondo, sin mirar a nadie más que a Bill quien al notarlo venir hacia su dirección, se arrimó un poco para darle espacio a su lado en la banca.

Bill le sonrió aliviado de verlo sano y salvo… aunque eso era un poco relativo, a Tom le ardía mucho la herida que tenía en el brazo, un raspón que sangraba pero que trataba de ocultar con su camiseta manga larga. 

El almuerzo fue servido y ninguno dijo nada al respecto, solo se concentraron en comer, centrándose en su plato de comida. 

La tarde era libre, era el momento más esperado por casi todos, estar libre de los guías, dejar de hacer juegos estúpidos de competencias infantiles.

Tom regresó a la carpa solo para cambiarse de ropa, se sentía maloliente e iba a darse una ducha mientras los demás jugaban y se reunían en grupos.

Perdió de vista a Bill, pero supo que se iría a la casita del árbol.

Tuvo que contener el dolor que sintió al lavar la herida de su brazo con jabón mientras se bañaba y luego de eso, se vistió y salió en busca de su único amigo.

Ya Georg había sido dejado atrás, incluso Gustav y sus amigos infantiles así como Andreas y sus amigos populares, no quería saber de nadie, tampoco de Naty aunque ella era su amiga secreta, tampoco quería pensar y menos buscarla con la vista.

Corrió hacia la rivera de árboles y cerciorándose de que nadie le estaría observando, cruzó la cerca metálica, corrió entre los árboles y cuando estuvo debajo de la casita de madera, silbó viendo asomarse a Bill quien le sonrió e hizo bajar la escalera de cuerda.

Bill sintió una sensación extraña, sabía que Tom ahora lo veía de otra forma y aunque sabía que no debía ilusionarse, se sintió emocionado por verlo en su lugar privado.

Tom subió y se quejó un poco por el ardor en su brazo, eso no pasó desapercibido por Bill.

—Estás herido —le dijo buscando ver la herida en su brazo. Tom se sentó a su lado y se dejó hacer, las manos de Bill en su brazo le resultaron agradables y sonrió.

—Ya es costra.

—Oh… no, no lo creo, esto se ve mal —dijo al percatarse de la herida debajo del codo, la tocó con la yema de los dedos sintiendo a Tom contraerse, había un poco de sangre—. Debemos curarla bien.

—La lavé con jabón. 

—Parece que no será suficiente… —Bill dejó de verlo para buscar entre las cosas que tenía en la pequeña casita. Tom centró su vista en él y lo vio abrir un maletín viejo donde guardaba algunas cosas. Sacó una venda y Tom se asustó un poco.

—¿Y si está sucia? Hum, no creo que sea buena idea… esa cosa habrá estado guardada mucho tiempo. —Bill rió acercándose otra vez.

—Debemos de vendarte Tom y si no es con esto mejor decirle a un guía que te lo haga. —Tom tragó saliva, no quería comunicarse con ninguno de esos señores, así que callado, aceptó que Bill le ponga el vendaje en la herida.

Tom cerró los ojos mientras sentía a Bill envolver su brazo con esa telita blanca, apretando un poco que le hizo morderse fuerte el labio inferior, conteniéndose, no quería quejarse, no delante de Bill.

El pelinegro sonrió ante eso y solo acercó sus labios hacia el hombro de Tom y le dejó un pequeño beso que hizo que Tom abriera los ojos y buscara su mirada. A su lado, Bill lucía misterioso, mirándolo serio con un ligero rubor en sus mejillas. “¿Me besó?”, pensó un agitado Tom y no sabía qué decirle.

—Ya estás —dijo Bill mirándolo desde un poco más abajo, Tom dejó de verle a los ojos y pestañeó seguido ante la extraña sensación que le provocó el sentir los labios de Bill en uno de sus hombros…

La tarde recién empezaba y Tom decidió recostarse en las mantas que había dejado en la mañana y solo observar a Bill, todo lo que hacía, componer ese reloj viejo, escribir cosas en libretas viejas y jugar con otras chucherías.

—¿Por qué este lugar te gusta tanto? —preguntó Tom buscando alguna lógica para que Bill prefiera pasar la tarde entera metido ahí.

—Es especial…

—Pero en qué sentido, no tiene nada de… de… —debía ser cuidadoso con sus palabras o sabía que Bill se molestaría. Los ojos de avellana de Bill dieron con los suyos esperando el calificativo—. De… moderno. —Bill rió un poco.

—Me recuerda algunas cosas… al año pasado. —Bill dejó de verlo y le dio la espalda. Eso incomodó un poco a Tom.

—¿Qué pasó el año pasado? —Ahí otra vez esa curiosidad que incomodaba a Bill quien suspiró mostrándole su cansancio—. Dijiste que confiarías en mí.

—No lo dije.

—Pero es lógico, yo confío en ti y tú en mí. —Bill calló ante eso por un momento y Tom no lo entendía—. ¿Algo malo pasó? Es decir, tampoco quisiera que recordaras cosas feas si es que eso pasó, pero quisiera explicaciones.

—¿Por qué? ¿Por qué estás tan curioso?

—Porque eres misterioso… creo que tienes misterios. —Bill se dio la vuelta y lo miró a los ojos. Tom recostado en las mantas y Bill sentado a su lado con chucherías en las manos, entre ellas flores secas que sacó de un libro viejo. 

—Estoy seguro que si sabes las cosas que sé te alejarías de mí y no quiero eso. —Anunció Bill con aparente molestia y Tom se sintió aún más curioso.

—¿Por qué habría de alejarme de ti? Eres mi amigo, los amigos están para estar en las buenas y en las malas…

—Ese el problema —dijo evitando su mirada, bajándola hacia sus manos.

—¿Cuál? —Tom se sentó ya bastante confundido y tomó su brazo sintiendo a Bill tensionarse.

—No me toques.

—El problema, cuál es el problema. —Bill lo miró a los ojos.

—Tú lo eres… —Tom se sorprendió no entendiendo nada y sintiéndose estúpido.

Bill se liberó de su agarre y se alejó un poco.

—Será mejor que evitemos discutir —aclaró Bill y Tom quiso decir muchas cosas, pero prefirió callar, quería entender a Bill.


Las horas pasaban el atardecer se presentó en tonalidades naranjas. Tom yacía adormecido sobre las mantas escuchando a Bill tararear unas canciones y viendo como acomodaba en un libro las flores secas. No quería preguntar nada pues si lo hacía podría ocasionar una discusión y era lo que menos quería. Con Bill a su lado se sintió seguro y confortable. 

Achinó los ojos viendo cómo Bill acariciaba ese libro viejo y lo acomodaba en la maleta de chucherías, Tom averiguaría el misterio antes que el campamento terminara, estaba seguro de eso.

Pronto, Bill se alertó por los sonidos extraños cerca del lugar. Tom se incorporó y Bill le pidió silencio poniendo sus dedos en sus propios labios.

Se asomaron a la pequeña ventana, juntando sus cabezas para divisar. Bill retrocedió un poco buscando un telescopio viejo que había en la maleta y cuando lo encontró, regresó al lado de un curioso Tom.

—Santo cielo, hay alguien por acá… —dijo asustado.

—No hables fuerte, debe ser algún compañero.

—¿Y si es un cazador? ¡Y si es el dueño de esta casita!

—¡Shh! Eso no es posible, debe ser uno de los compañeros.

—Pero está prohibido pasar por la cerca. —Bill lo miró con una sonrisa y Tom entendió, ellos también se habían atrevido a pasarla, a averiguar si estaba encendida o no.

Pronto, por medio del telescopio, pudieron percatarse que se trataba de una pareja. Bill miraba por el aparatado a Andreas jalando a Naty por entre los árboles.

—También quiero ver —dijo Tom queriendo quitarle el telescopio, pero Bill no se dejó.

—No, no creo que quieras verlo.

—¿Quiénes son? ¿Son compañeros? —Apenas podía distinguir que se trataba de dos compañeros.

—Vaya…

—¿Qué está pasando?

—Velo por ti mismo. —Le pasó el telescopio y Tom enfocó a lo lejos, a la pareja que se recostaba bajo un árbol, besándose y acariciándose. Las rubias cabelleras fueron rápidamente identificadas… La niña bonita que le dio su primer beso junto al otro chico un poco mayor pasaban un tiempo en privado, lejos de todos, pasando la cerca eléctrica como ellos dos en la casita.

Tom palideció, nunca pensó que vería algo así en su vida. A su lado Bill lo observaba, cómo tenía la boca abierta del asombro y comenzaba a decir incoherencias. 

—No… no puede tocarla, oh no, esto es… no sé, ¿la desnudará? Espera, le quita… oh Dios, esto no está bien, alguien debe decirle a los guías… no puede ser… oh no… —Bill rió a su lado y luego tomó el telescopio para quitárselo—. Hey, espera, no, quiero ver… —Tom se dio cuenta de lo que pedía y se mordió el labio dejándose quitar el aparato.

—Ya fue suficiente, ellos querrán privacidad.

—Bill, tendrán sexo en el campamento, ¿sabes lo que significa? Es terrible, es…

—Qué afortunados, ¿no crees? —Tom se quedó con la boca abierta, él no sabía por qué sentía todo ese nerviosismo y viendo a Bill tan tranquilo, volviéndose a sentar en las mantas, se quedó curioso.

—¿Qué pasa contigo? ¿Tú… tú…tú harías eso? —Batió las pestañas y se concentró en el extraño rostro de Bill cuando bajó la cabeza y se puso serio—. ¿Bill?

—Debemos ir a cenar, pero esperaremos unos quince minutos para que ellos terminen…

—Bill…

—No querrás que nos descubran, ¿cierto?

—Quiero que respondas mis preguntas. —Bill lo miró serio.

—No es el momento Tom, deja de ser tan pesado. Ahora guarda silencio.

Tom se le quedó observando por mucho rato. La luz naranja entraba por la ventana e iluminaba su rostro. Bill no quería verlo a los ojos porque cada vez que alzaba la cabeza sentía la miraba clavada en la suya, se sentía incómodo por eso.

—Parece que no escuchaste a los guías hoy, ¿no es así? —dijo Bill para romper ese silencio incómodo.

—¿De qué?

—Hoy debemos de dar una carta a nuestros amigos secretos, recibiremos una de ellos y pues, ya hice la mía, ¿dónde está la tuya?

—No tengo una y además… mi amiga secreta está follando ahora bajo ese árbol, no quiero escribirle nada. —Bill rió descubriendo de quién se trataba—. ¿Quién te tocó a ti?

—Es secreto, Tom, no lo diré y ten esto. —Le pasó una tarjeta con una flor seca pegada como adorno—. Escribe cualquier cosa, es una orden de los guías, los que no ponen nada en la caja tendrán un castigo, suficientes castigos has tenido ya.

Tom suspiró resignado y aceptó la tarjeta escribiendo un escueto: “Para Naty de tu amigo secreto”.

Pasados algunos minutos, los jovencitos bajaron para ir al comedor, pusieron sus cartas en la caja y se sentaron juntos a cenar. Luego de eso los guías repartieron las correspondencias, Bill no recibió ninguna carta, pero Tom sí y cerca de veinte jóvenes serían castigados a la mañana siguiente por el incumplimiento. Tom se sentía aliviado de tener a Bill como amigo, gracias a él se libró de un castigo aburrido.

Luego de cenar juntos y cepillarse los dientes, Tom estaba seguro que se sentía bien solo por el hecho de estar al lado de Bill y al entrar a la carpa con Gustav incluido, solo tuvo ojos para Bill.

Gustav les hablaba de tantas cosas, pero ambos chicos evitaron prestarle toda la atención. Tom estaba sentado sobre su bolsa de dormir abriendo su carta, Bill a su lado solo lo observaba. Gustav tampoco había recibido una así que se recostó dándoles la espalda, no tenía curiosidad.

—“Eres uno de los chicos más lindos de todo el campamento, quisiera ser tu amiga” —leía Tom con una extraña sonrisa en los labios. Bill apoyó su barbilla en uno de sus hombros observando la pulcra caligrafía y los dibujitos de ositos en casi toda la hoja. Tom rió tomando una pausa—. Esto es cursi… —giró su rostro para ver a Bill quien sonreía ante la lectura.

—Parece que le gustas…

—Bah, pero no sé quién es, ¿y si no me gusta? —Volvió a ver la hoja de papel—. “Espero que al final del campamento pueda saber de ti y salir a comer algún helado. Atentamente, tu amiga secreta.”

—Definitivamente le gustas. —Los dos se miraron cómplices, Bill le sonrió, sabía que Tom había dicho hacía unos días que quería conocer chicas en el campamento, pues bien, al parecer así sería, pero Tom no estaba tan entusiasmando, ya no como antes.

Dobló la carta y la guardó restándole importancia, no se sentía emocionado y es más, la emoción que sentía en esos momentos se debía a la nueva y especial amistad que compartía con Bill.

Los tres en la carpa se recostaron para dormir, los guías apagaron las luces y Gustav les dio la espalda al extremo de la carpa. Bill y Tom, frente a frente, se quedaron mirando en la casi oscuridad por muchos minutos.

Tom suspiraba a cada momento, no quería hablar pues temía que Gustav no estuviera dormido, así que solo se quedó observando los preciosos ojos de su amigo. Bill, por su lado, se relamió los labios ocasionando nerviosismo en Tom quien fue el que estiró una mano para acariciar la mejía de Bill, viendo como éste cerraba los ojos en señal de disfrute…

Así se quedaron dormidos, en esa extraña sensación de intimidad que sentían.

¿Qué les pareció? *.* Espero sus comentarios~ 

5 comentarios:

  1. Pink HERMOSO capitulo...^_^ Aww que tierno es Tom me encanto la ultima parte ya quiero leer el cap 6 ...^_^ Besos! y Saludos! de Nico >_<

    ResponderEliminar
  2. Oww's cositos *.* qe capitulo tan encantador!... Oh Dios fue hermoso
    Qe pasará en el siguiente cap?... Qien es la amiga secreta de Tom? .... (Lo sé, soy curiosa xD) besitos Pink :3

    ResponderEliminar
  3. bucha ya quiero el siguiente capitulo luegooooo >u< es que uyyyy fue tan lindo todo nose me encanto

    atte vanne

    ResponderEliminar
  4. Muy bueno el capitulo subi pronto el otro *Q*____________________

    ResponderEliminar
  5. Aww *-* muchas gracias a todos por sus comentarios *.* subiré pronto<3 es más subiré ahora y veremos más adelante quién será la amiga secreta d eTom y los demás misterios :3

    ResponderEliminar