Adultez - 17

Hola a todos *-*~ les traigo un nuevo capítulo, les cuento que este es un capi donde ya quería llegar jaja, aun falta más para el final, pero esto ya casi es el desenlace final :3 Gracias por comentar, los leo siempre *.* y me animan a seguir.

La burbuja en la que se encontraba Bill era tan agradable, no sabía si era por los fármacos, por las palabras de Tom o por ambas cosas.

Bill dormía plácidamente sobre el pecho de Tom el cual también dormía y sentía sensaciones agradables como haber vuelto a la vida, una energía nueva.

Los rayos del sol entraron por la ventaba de Bill y empañaron la vista de Tom quien frunció el entrecejo para seguir durmiendo, atrayendo a Bill más a su cuerpo para que le dé calor, ese calorcito especial que solo venía de él.

Abajo, Simone había ido a la cocina a poner el agua a hervir para el desayuno. Aún estaba conmocionada por la partida violenta de Gordon, aún esperaba que estuviera en algún hotel y que regresara a pedir disculpas a Bill por sus rudas palabras.

Su hijo prefería los hombres y ella sabía muy bien que esas cosas no se podían cambiar y que tampoco había sido su culpa que eso pasara. Ahora se encargaría de que superara la separación de Tom y le apoyaría en sus estudios.

He ahí el mayor problema para Simone. Bill ya le había contado que había perdido el trabajo en casa de los Trümper, ¿cómo haría ahora para estudiar? Faltaba tan poco para el inicio de sus clases y Bill, en el hospital, le había dicho que vendería su auto, regalo de su padre, para costearse los años de estudio, era un sacrificio cruel pero ella no quería que eso pasara, así que pensaba y pensaba en cómo ayudarlo, debía conseguir dinero como sea para que su único hijo no dejara perder su primer auto así como así.

Tom despertó por segunda vez, ya serían las siete y media de la mañana y de seguro Simone entraría en cualquier momento para llevarle el desayuno a Bill y cuando eso pasara de seguro pegaría un grito al cielo por verlo metido en la cama.

Le dio un pequeño beso en la punta respingada de su nariz y Bill frunció el ceño parpadeando, estaba despertando.

—Me duele todo —dijo con voz pastosa. Tom suspiró sabiendo a qué se refería.

—Deberás resignarte a tener la pierna así por un tiempo, al principio es algo muy molesto pues aparentemente nadie se pone a pensar en lo importante de cada parte del cuerpo, es decir, nadie anda pensando en lo importante de tener manos hasta que no las puede usar. Acostumbrar a ese cambio cuesta. —Bill escuchaba aun apoyado sobre su pecho y decidió moverse. Necesitaba ir al baño.

—¡Maldición! —casi gritó cerrando los ojos, su rostro se contrajo en una mueca de dolor, al momento de girar en la cama sintió el dolor en su pierna. Tom se sentó en la cama y le ayudó—. Ay… esto duele —se quejó aún más.

—Necesitas los medicamentos, será molesto al principio. 

—Necesito ir al baño y… joder —bajó la cabeza. Había visto la horrenda muleta al lado de su cama con la cual llegó hacia ella. Tom se puso de pie y lo jaló de una mano—. ¿Qué haces? 

—Te llevo —respondió sin más.

La forma en cómo se lo dijo hizo estremecer a Bill, quería colgarse de su cuello y besarlo en ese instante, pero se contuvo, aún no estaba claro qué cosa eran, pero se sentía muy bien siendo ayudado por Tom.

Pasó una mano por su cintura y la otra tomó una mano suya. Bill se sentía muy limitado, aun así avanzó con Tom.

—Tengo la sensación que el karma existe —dijo Bill—. Pero esta vez no fui el causante de algún mal. —Tom rió, Bill se refería a cómo se habían invertido las cosas.

—Recuerdo mucho esos días, ¿sabes? Cuando fingía que me dolía la pierna solo para ver tu carita de preocupación y esa forma tan… tan no sé de cuidarme. —Bill lo miró cuando llegaron a la puerta de su habitación y antes de que Tom pudiera abrir la puerta, Bill acarició su rostro por un momento. Tom se quedó muy quieto y se dejó besar suave, un beso corto que hizo contraer su vientre en solo segundos. 

—Recuerdo mucho eso también —dijo Bill y luego abrió su puerta para ir al baño.

E ahí el detalle, tragó saliva cuando entró a éste y luego vio a Tom, no quería necesitarlo hasta para eso. Y Tom entendió, le pasó una muleta y cerró la puerta,

—¡Ahhh! ¡Qué haces aquí! —gritó Simone en el pasillo viendo a Tom en la puerta del baño. Éste se asustó un poco.

—Buenos días, señora Simone —sonrió fingido, ¿qué explicarle en esos momentos? —. Yo… yo… bueno, quise arreglar las cosas con Bill. —Ella llegó a su lado y se cruzó de brazos, viéndolo de cerca. Tom se rascó la nuca comenzando a ponerse muy nervioso. Ya había recibido todo el odio del padre de Bill y ahora quizá recibiría el de Simone.

—Tú… —dijo achinando los ojos—. No puedo confiar en ti, Tom.

—Quiero cuidar de él, por favor… —pidió sintiéndose pequeño. Simone no podía impedirlo.

Bill salió del baño y se juntó a Tom mirando con preocupación a su mamá quien suspiró resignada, podía ver lo enamorado que su hijo estaba.

—Bien, bajemos por el desayuno.

Luego de que Tom se aseara, los tres comían un rico desayuno. Tom se sentía como aquellos días en donde casi vivía con Bill ayudándole a hacer su proyecto de investigación a mano. Pero esta vez Simone no podía esconder sus molestias.

—Mi Bill ingresó a la universidad, encontró un departamento, tuvo la reducción del tiempo de su trabajo a solo los fines de semana…

—Mamá… —reclamaba Bill.

—Déjame hablar —decía mirando a los ojos a Tom—. Trabajaba los fines de semana y de repente algo cambió. —Hizo una pausa con su ceño fruncido—. De repente viene un día llorando como si alguien se hubiera muerto, luego de eso me entero que pierde el trabajo y además que tuvo un accidente, ¿qué pasa? —preguntó a Tom—. Y te lo pregunto a ti porque desde que salió de esta casa para irse con el capricho de vivir contigo regresó así de mal. 

—Mamá… —Bill se sentía avergonzado, por más que ya tenía dieciocho años su mamá seguía tratándolo como un niño.

Tom no sabía qué responder, ¿qué se dice en esos casos? Bill, por debajo de la mesa, acarició la pierna de Tom para tranquilizarlo.

Tom miró a Simone por un momento, pensando… solo había una respuesta que no quería admitir, era ese maldito sentimiento del amor lo que lo tenía desequilibrado, pero eso no le diría a Simone.

—Pido una segunda oportunidad, verá que haré feliz a Bill, es lo que más quiero. —Bill se sintió flotar otra vez, jamás pensó escuchar eso de Tom, sonaba serio y quería besarlo en ese momento.

Simone vio los ojos brillosos de su hijo, su pequeño alzaba el vuelo de esa manera, involucrándose en una relación un poco formal con Tom.

—Bien —dijo ella—. Si mi hijo lo desea, no puedo oponerme. —Bill se pegó a Tom, abrazándolo y éste sonrió.

Todo parecía perfecto, pero había algunos detalles que debían tratarse.

—EL departamento cuesta, los libros también, ¿cómo le harán para pagarlo? Mi hijo perdió el trabajo por culpa tuya —dijo ella viéndolo a los ojos.

Tom no se había puesto a pensar en eso y bueno, Bill tampoco, pero la realidad era esa.

—Lo pensaremos, ¿verdad Tom? —intervino Bill, mirando a Tom con una sonrisa—. Saldremos adelante juntos. —Eso era lo que más deseaba escuchar.

Simone bajo la cabeza cuando vio un pequeño beso entre los dos.

Los días iban a pasar volando y Bill aun no tenía sus libros, pero no podría moverse con libertad estando su pierna en ese estado.

Su humor decayó por eso, más cuando tenía todas las ganas de hacer muchas cosas ahora que se sentía bien con Tom. Éste supo darse cuenta, de todas formas debía entenderlo, no podía cuestionarlo porque como dijo Simone, quizá él tenía mucha culpa en todo lo que había pasado con Bill.

Tom se sentía nuevo, jamás creyó experimentar esa sensación de tranquilidad, de sentirse bien de manera plena con la idea de que Bill lo había perdonado, aunque en sí no habían hablado del tema, solo la pequeña conversación, el pequeño beso antes de salir del cuarto y el otro aún más pequeño beso que le dio frente a su madre. Se sentía bien y era extraño no demandar sexo de Bill, aunque quizá esa abstinencia duraría poco pues se conocía, pero no se exigiría nada, se sentía fantástico.

Bill comenzó a quejarse de todo, tener que usar la muleta y sentirse discapacitado lo tenía en ese estado. Tom iba detrás de él todo el tiempo, pasándole lo que necesitaba, obligándole a tomar sus medicinas. 

—Pienso que debemos terminar de arreglar allá, el departamento. Debo comprar mis libros… —se quejaba frunciendo el ceño aun recostado en su cama. Ya era la tarde y sentía como si perdía el tiempo. Tom estaba sentado a un lado de la cama, escuchando sus quejas—. Maldición, debo poner el aviso de la venta de mi auto, pásame la laptop.

—No, no, eso no pasará, recuperarás ese trabajo, es más, creo que podría pagarte ese sueldo con parte de lo que mi abuela me da, no tienes que vender nada. —Bill lo miró con incomodidad, él detestaba depender de otros.

—Definitivamente no, no quiero tu dinero…

—Recibías dinero de mi familia.

—¡Tom! ¡Yo trabajaba ahí! Me ganaba cada centavo.

—Bien, entonces regresarás a ser un niñero si eso quieres.

—Aishh, no entiendes, fui despedido y moriré de vergüenza si precisamente tú intervienes, no es así de fácil.

—Vender tu auto no debería ser así de fácil, ya quisiera yo tener uno, mi abuela me lo prometió pero aún no cumple.

—Tom, necesito el dinero y no quiero tu dinero.

—Eres poco inteligente. —Bill lo miró molesto y le volteó la cara. Tom era muy paciente, ese día sentía que debía servirlo—. Bien, si quieres te hago un préstamo… —tocó su pierna—. Uno sin intereses… y si quieres me lo pagas en especies…

—¡Tom! —gritó pero al ver su rostro con su mirada pillina y esa sonrisa de niño que tenía, se parecía mucho a la de Liam y eso le hizo frenar los insultos que quería decirle—. Tom… —suavizó su voz—, tenías que ser tú. —Tom se le acercó y le dio un beso en sus labios, uno que Bill detuvo antes de que quisiera comerle la boca—. Espera, no… pero creo que un préstamo no vendría mal, pero te lo pagaré, cuando vea la forma de conseguir un nuevo trabajo…

—Si quieres seguir con Liam tenlo por seguro que el trabajo es tuyo. —Bill suspiró, en el fondo deseaba ese trabajo, aunque sabía que no podría ser un niñero para siempre, se había encariñado con el niño.

—Está bien, pero primero debo recuperarme. —Bajó la mirada.

—Lo harás, pero con paciencia, Bill.

*

De regreso al departamento, Bill tuvo que ser cargado en los brazos de Tom lamentándose por esa situación, detestaba depender de él, pero más era el tiempo que perdía discutiendo en la entrada del condominio por ver cómo subiría y Tom simplemente lo cargó y lo llevó arriba.

—Me siento peor que un bebé.

—Bill… ya basta.

—De verdad, me siento un bebé y uno muy feo. —Bajó la cabeza cuando ya estaban en el departamento y se apoyaba en el sofá para tomar una de sus muletas que Tom había traído consigo.

—No digas tonterías.

—¿Crees que olvidé lo de ese Ángel? ¿Crees que es fácil para mí verme lindo para ti si ni siquiera puedo caminar bien?

—Es Andrej y te veo lindo —dijo, pero para Bill sonó a compromiso más que una verdad.

Las cosas aún seguían tensas, Bill seguía hablando y quejándose todo lo que podía, Tom comenzaba a hartarse, pero decidió no rendirse.

Limpió el departamento mientras Bill caminaba lento, no quería recostarse en la cama, solo seguía a Tom para quejarse, buscando su atención, pero éste se movía por todos lados, arreglando todo lo que podía. La pizza que había dejado con Andrej la última vez que estuvo ahí se había malogrado y todo olía a eso; Bill no dejaba de sacárselo en cara cada vez que inspiraba el aire.

Bill estaba sentado en el sofá con su pierna sobre la pequeña mesita que tenían. Ya no quería seguir a Tom a todos lados quien ahora renegaba limpiando el baño. Nunca antes había limpiado algo de esa manera, pero el departamento se caía a pedazos.

—Ya está casi todo en orden —dijo Tom secándose la frente, mirando a Bill inflar sus mejillas, de seguro le diría algo negativo.

—Pero sigue apestando, todo huele a esa pizza del mal que te comiste con ese ángel.

—Es Andrej.

—No tienes que repetirlo. —Se cruzó de brazos.

—¿Terminaste? Quiero a mi novio de vuelta y tú no eres ése. —Bill se molestó aún más y aunque no podía explicar lo que le pasaba, muy en el fondo era su inseguridad que afloraba en reclamos y llamadas de atención… lo que haría un niño—. Ya basta Bill, todo el día me has reclamado cada cosa…

—Lo tienes merecido, mira cómo estoy…

—No, todo tiene un límite…

—¡No me interesa! ¡Me tienes así, date cuenta!

Tom frunció el ceño, no sabía si acercarse para darle dos bofetadas o salir de ese departamento para buscar a Andrej y fumar un porro, o irse a casa a discutir con sus familiares, no sabía, pero vio el rostro angelical de Bill tras su ceño fruncido y su pierna enyesada, vio el chico del cual se enamoró. 

Se le acercó solo para tomar con una mano su bello rostro y apretarlo, viendo cómo se deformaba y aun así le gustaba, escuchando los gruñidos de Bill y sintiendo sus uñas clavándose en su mano.

—¡Suéltame! —casi gritó, pero Tom lo besó a la fuerza.

Todo fue tan rápido, el dolor del cuerpo de Bill se intensificó, pero los nervios del momento lo borraron poco a poco. Tom lo alzó de los cabellos escuchando sus gritos e insultos, lo arrodilló sobre el sofá y le dio la vuelta.

—¡Mi pierna! —gritó removiéndose en el sofá. Su pierna no le dolía mucho, solo exageraba, su peso era sostenido por Tom quien tenía una mano rodeando su cintura—. ¿Pretendes violarme? ¡Tom!

—Me cansé, me cansé y ahora verás quien manda aquí —diciendo eso presionó su espalda para que se inclinara y al notar que se resistía, lo presionó con su cuerpo haciendo que gritara agitado.

—No sé qué pretendes, Tom… —reclamaba y sus manos se apoyaban en el mueble. Sentía que no podía llenar sus pulmones de oxígeno, Tom lo aprisionaba y se restregaba contra su trasero comenzando a lamer su largo cuello—. No hagas eso, Tom, detente, no seas un cerdo, qué pretendes.

—Te follaré fuerte, como el cerdo que soy. Te aguanté mucho, Billy. —El menor casi se ahogó con lo que le dijo. Se puso rojo comenzando hiperventilar. 

—Esa palabra no me gusta.

—No me importa, te follaré.

—¡Tom! —se removió, pero otra vez fue casi aplastado. Le dio dos buenas sacudidas y se quedó quieto o sabía que le dolería la pierna si se movería—. No puede estar pasando… —casi susurró con la voz entrecortada de la emoción al sentir cómo desabrochaba sus pantalones y los bajaba a la fuerza—. No, no, no… —se removía y Tom tomó su miembro riendo en su oído—. No te burles…

—Mira quien está más duro que yo en estos momentos —rió y Bill bajó la cabeza en señal de rendición—. Mi precioso… —susurró ocasionando que Bill se ahogara en un pequeño gemido y le abrió las piernas inclinándose un poco más. No podía contradecirlo, no sabía cómo así se había excitado en el forcejeo. 

—Solo… que no me duela —dijo con un poco de vergüenza. Se rindió, decidió ofrecerse a Tom, total, le bastaba con ver su interés, comprendió que con sus quejas solo ocasionaría cansarlo—. ¡Ahh! —era obvio que con la urgencia de Tom la penetración le dolería.

Tom no quería, pero cuando comenzó a entrar en Bill recordó lo bien que eso se sentía y prosiguió hasta sentirse totalmente dentro. Apretó a Bill entre sus brazos y comenzó a repartirle besos en la nuca y luego tomó con una mano sus cabellos para alzarle la cabeza y mirarlo a los ojos. 

—Lo siento —susurró apretando sus dientes, decidió quedarse muy quieto esperando a que Bill se acostumbrara—. Me provocas tanto, Bill… —Bill jadeó ante eso.

—¿Más que ese rubio? —Tom rió.

—Ya te dije, tú eres el único.

—¿Más que esa Vicky con senos perfectos? Mira que no tengo senos. —La risa de Tom se intensificó y con una mano apretó parte del trasero de Bill haciéndole notar su impaciencia por embestirlo.

—En este momento, no me gustan los senos ni las vaginas, entiende, me gusta esto —salió de él para entrar con una fuerte estocada, viendo cómo Bill abría la boca de la forma en la que a él le gustaba—. Solo quiero hacértelo a ti.

—Tom… —gimió su nombre y extendió una mano buscando la de Tom sobre su cadera—. Sí… —gimió entregándose por completo.

No volvió a reclamar algo esa noche a pesar de que debía quejarse por el dolor en su pierna, se dejaba hacer y Tom embestía con mucha fuerza haciéndolo gritar.

Tom cerró los ojos por un momento sintiéndose en éxtasis, podía tener todo en la vida, mucho dinero, autos, mujeres, todo, hasta sexo todos los días, pero nada se comparaba con ese momento en que sus manos sostenían la huesuda cadera de Bill y sentía cómo su miembro disfrutaba de esa estrechez, y sus oídos se deleitaban con escuchar su nombre entre gemidos.

El sofá quedó sucio con rastros de semen y Tom tomó a Bill cargándolo en sus brazos y recostándolo en el sofá para darle muchos besos. —Eres fantástico —dijo Tom recordando su prolongado orgasmo dentro de Bill. Éste le sonrió, se sentía tan cansado.

—¿Será siempre así cuando discutamos? —preguntó con una pequeña sonrisa.

—Sí. —Bill cerró los ojos y descubrió que discutir no le vendría mal durante esos días de no hacer nada.

Tom cargó en brazos a un somnoliento y desnudo Bill llevándolo a la habitación.

Mañana sería otro día y cada día les traería nuevas exigencias, pero ninguno quería pensar en eso, solo pensarse el uno en el otro. 

Durmieron abrazados aun con el cuerpo pegajoso del sudor, no les importaba, mañana se bañarían y enfrentarían el mundo de esa forma: juntos.

Me dio cositas XD pero ya, están juntos otra vez pero la vida les demandará muchas cosas.... ¿Comentarios? *-*~