viernes, 1 de agosto de 2014

Cautivo - 10

Hola a todos, este es un capítulo en donde claramente se ve un cambio en Bill, ya saben u_u las relaciones tormentosas muchas veces se vuelven como esto. Saludos y gracias por comentar!
Bill le había mentido. 

Regresó a su habitación y cuando abrió la puerta no pudo contener su rabia, todo lo que había pasado con Cindy, más saber que ella sabía de Bill, lo descontroló.

Acercándose a Bill se subió a la cama como un león cazando a su presa, Bill chilló temeroso tratando de adivinar las intenciones de Tom quien lo tomó del cabello y lo encaró.

—¡Ahora me vas a explicar cómo ella sabe de ti! —gritó sin reparo en su cara, otra vez los temblores, aquel miedo intenso regresó a Bill.

—Por favor… —sollozó pero Tom no cedió, alzándolo lo desató y volvió a tirarlo en la cama, Bill intentó ponerse en pie pero ni bien salió de la cama fue lanzado, y esta vez su cabeza impactó con la cabecera de la cama, el sonido dio escalofríos a Tom quien respiró hondo tratando de calmarse, viendo a Bill removerse en la cama llorando.

—Dime —demandó intentando de aminorar su ira, ahora tenía la culpa instalada en su pecho, odiaba esa sensación—. Deja ya de quejarte. —Se sentó en la cama y lo jaló de un brazo.

—¡No! No, suéltame. —Intentó liberarse, con una mano en su cabeza trataba de soportar el dolor del golpe—. Suéltame… sniff… —Más lágrimas en su bello rostro, Tom estaba otra vez por desesperarse.

—¡Calla! Ven aquí. —Lo sentó en sus piernas, Bill se resistía asustado, no quería verlo a los ojos, pero Tom lo atrapó en sus brazos y con su agarre alrededor de su cuerpo frágil lo tranquilizó. O al menos lo intentó—. Ya Bill, mírame. —Bill lo miró aun temblando—. Soy un asco, perdona, ya basta de llorar —dijo molesto—. Tengo un problema cuando me molesto, no quise golpearte. —Tom pensó que era lo más sincero que le había dicho a Bill. Era verdad, él tenía ese problema, pensó en cómo nunca antes golpeó a Cindy… supuso que era porque tenía miedo que lo dejara, era sólo eso, él era dominado por esa chica, en lo único que se concentraba era en hacerla feliz. Pero con Bill, él era su cautivo, podía hacer lo que quiera, aunque sabía que no era lo correcto, Bill no tenía por qué pagar sus rabias y sus faltas de control.

Pero las pagaba.

—Ay… —Cerró los ojos fuerte al tocarse la cabeza, una enorme bola se estaba hinchando.

—¡Oh, maldición! —gritó a lo que Bill se asustó.

—Lo siento… sniff…

—¡Calla! —Se mordió el labio—. Quiero decir, tranquilo, no pasa nada. Yo te curaré. —Lo recostó en la cama y fue por hielo, los puso en una tela y regresó—. Ten. —Lo puso detrás de su cabeza, había un hematoma algo grande—. ¿Duele? —Qué pregunta más estúpida.

—Mucho. —Cerró los ojos.

—Bueno, ya pasará. —Acarició la mejilla de Bill, la maldita culpa lo puso mal, pero necesitaba respuestas—. Ahora dime qué sabes, cómo ella sabe de ti, y ni siquiera se te ocurra preguntar de quien hablo, tú lo sabes. —Lo miró amenazante y Bill sólo asintió.

—Perdón… —dijo buscando en la mirada de Tom alguna señal de piedad, Tom dejó de fruncir el ceño y suspiró—. Esa vez, cuando dejaste tu móvil… —Cerró los ojos pensando que Tom lo golpearía o algo, pues vio en sus ojos decepción—. Lo siento. 

—¡Sigue, habla!

—Ella llamó… lo siento.

—¡Deja de decir que lo sientes! habla de una buena vez, qué le dijiste. —Otra lágrima se deslizó por su mejilla y Tom miró hacia el techo—. Perdón —dijo serio.

—Ella te llamaba a ti y yo le dije… que estaba bien, que me llamo Bill, sólo eso.

—Hiciste mal.

—Lo… —Mordió su labio y eso causó gracia a Tom quien dejó a un lado la ira respirando profundamente, sabía que Bill le decía la verdad, lo veía en sus ojos.

—¿Ahora qué haremos, pequeño? Dime una solución y yo la haré. 

Bill pensó, pensó mucho por un momento, qué decirle, sólo quería ser libre, ahora lo deseaba con más ansias que antes, después de saber que Tom no lo quería ¿Qué sentido tendría vivir a su lado para siempre?

—Todo sería mejor… si… si fuera libre. —Lo dijo con desesperanza, con un dolor en su corazón.

—No es así de fácil, no quiero dejarte ir…

—¿Para qué tenerme aquí si no me quieres? —Tom abrió los ojos sorprendido, que análisis del pequeño. Otra vez sacaba asuntos sentimentales… eso le incomodó mucho.

—Escucha. —Lo miró fijamente y Bill se asustó—. No más de eso, ¿de acuerdo? —Algo lo hizo vacilar, ya estaba cansado de hacer sentir mal a Bill, no más gritos, no más golpes, o él terminaría arrepintiéndose más de lo que ya estaba.

—Tom —dijo su nombre mientras lo veía salir de la habitación. 

—Debo pensar —le dijo retirándose. Bill se quejó un poco pero Tom siguió su camino.

*

—Pequeño Bill… —Repetía una y otra vez con la mirada perdida, algo debía de hacer, pero ya, o todo se echaría a perder.

Él no pudo explicarle nada a Cindy sobre Bill, la llamada y eso, sólo negó todo y trató de saber si ella sabía algo más, lo cual, ella no dijo. Así que Tom planeaba escapar.

¿Y si buscaba una nueva vida? ¿Y si se mudaba a otro pueblo con Bill? ¿Y si al fin pudiera estudiar música, estar con alguien que lo amara? ¿Y si todo eso fuese posible? Él ya dudaba mucho de que los sueños y anhelos se cumplieran. Pero había algo que Bill le hacía sentir, esa sensación de controlar algo.

Su pequeño cervatillo lo quería, y eso era mucho para Tom, él lo sabía, ¿por qué no darle una oportunidad al corazón?

—¿Podré quererlo? —se preguntó. Prendió un cigarro, eso lo calmaba aunque Bill le pedía tantas veces que dejara de fumar. Él no le hacía caso.

Pensó en un plan, con todo el dinero que tenía viajaría con Bill, cuidaría de no enamorarse de él y lo dejaría libre, luego compraría un pasaje de avión hacia algún país lejano con la finalidad de no volver jamás.

Pero el plan tendría que ser puesto en marcha ya. Así que cayendo la tarde llamó a Bill a la sala.

—Vamos —lo llamó hacia la puerta, Bill estaba vestido y Tom le pasó una chaqueta.

—¿A dónde vamos?

—A caminar. —Eso emocionó mucho a Bill.

Después de minutos, ambos caminaban por un sendero en el bosque, había un pequeño riachuelo y algunas flores que aromatizaban el lugar, era ya de tarde, y el sol estaba por ponerse. Tom cogió la mano de Bill con suavidad, él solo le miró y le correspondió sintiendo la áspera mano cerrarse con la suya. Aquellas manos capaces de golpearle pero también acariciarle… siempre era una mezcla confusa en su mente.

—Bill —lo llamó para que lo mirase y así fue—. Quiero decirte algo, quiero… —Cerró los ojos tratando de buscar dentro de su corazón palabras para expresarse y explicar todo lo que sentía—. Quiero hablarte sobre mí… —El corazón de Bill latió expectante, vio a Tom nervioso, no quería mirarlo a los ojos pero aún le sostenía la mano, a lo que Bill puso su otra mano sobre el agarre de ambos acariciando la mano de Tom, él lo miró y algo incómodo decidió hablar—. Hay cosas que no entiendes, eres aún un niño… no sé por qué te causé tanto mal, debería dejarte ir, pero no quiero…

—Dijiste que me hablarías de ti, y hablas de mí, quiero saber de ti —dijo acariciando su mano con ternura. Tom asintió y suspiró.

—Una vez yo creí que podría ser feliz, en serio lo creí. —Hizo una pausa, Bill aún lo miraba expectante, Tom se reprimía de hablar, pero algo lo impulsaba, no era Bill exactamente, era las ganas de querer salir de todo ese hoyo negro en el que se sentía cautivo—. Mi abuela solía decirme que era un niño especial, que me gustaba estar solo… y que la soledad podía matar en vida a las personas, ella me decía que siempre que pudiera buscara algún amigo, alguna compañía para no… —Cerró los ojos evocándose a esos lejanos recuerdos—. Para no enloquecer. —Abrió los ojos y Bill aún lo miraba—. ¿Quieres saber lo que hice? —Bill asintió—. Busqué a alguien… no pienses que eres tú. —Le sonrió un poco y la mueca que puso Bill era la de un cachorrito desilusionado—. Aún no termino mi historia, quita esa cara. —Bill se avergonzó un poco y pestañeó continuando atento—. Bueno, conseguí a alguien y esta persona ¿sabes lo que hizo?…Me dejó, así de simple, no me quiso, es que analizando todo, soy difícil de querer pero yo creí que con ella las cosas serían distintas, ella vino hoy en la mañana, tú sabes de quién hablo, ¿verdad?

—La mujer en la fotografía… Cindy, la rubia —dijo serio, Tom asintió.

—Exactamente, ella. ¿Crees que es posible olvidar a alguien que cambió tu vida? —Bill lo miró fijamente pensando.

—No lo creo —dijo apenado—. A veces nos aferramos a personas que nos hacen daño y es algo que no podemos evitar… es algo que nos domina… te entiendo. —Tom comprendió cada una de sus palabras, Bill lo quería mucho más allá de algo sexual, como él al principio quería a Cindy. 

—En este tiempo he pensado seriamente Bill, ella no vale la pena, y hoy le dije adiós. —Bill lo miró con ilusión, con ese brillo especial en sus ojos. 

—Ella no te merece —dijo con las mejillas ruborizadas, Tom asintió y lo tomó de la cintura atrayéndolo a su pecho, lo abrazó.

—Nadie me merece porque no nací para ser amado… es sólo eso y lo entiendo. —Bill lo rodeó con sus brazos y acercándose a él lo besó suavemente.

—Todos nacemos para ser amados, todos y… y… creo que te amo. —Bill abrazó fuerte a Tom tratando de no separarse de él, de que no viera que se moría de vergüenza ni que temblaba de nervios.

Muchas hojas secas caían por sus lados, el sol terminaba de ocultarse y una brisa fría indicó que mejor sería volver, pero Tom se quedó pensando en esa confesión ¿Cómo creerle? ¿No debió ser al revés? 

El cervatillo cautivo terminó por enamorarse de su león. Y éste lo abrazó y besó como si también lo amara, aunque dentro de su corazón estaba una herida que tardaría mucho en cicatrizar, aún dudaba mucho en volver a amar…

*

Al llegar a casa Tom le pasó una mochila para que metiera algo de ropa, desconectó todos los aparatos electrónicos de la casa y también preparó una mochila, buscó algo de dinero, lo único que tenía y dijo a Bill que irían muy lejos, aún no tenía una idea de un lugar, simplemente quería perderse… con Bill. 

Bill estaba tan animoso, quería salir de esa casa que le traía muy malos recuerdos, quería cambiar de vida y empezar algo de nuevo. Del Bill antiguo no quedaba mucho, tenía a su familia en el corazón, a su música también, pero había una energía, una ilusión que le daba fuerzas para vivir, y eso era Tom. Después de la conversación en el bosque y que lo besara tanto, Bill creyó en la posibilidad de empezar algo con Tom, y cuando lo invitó a viajar, para él significo el comienzo de mucho. 

Vio que Tom echaba llave a todas las habitaciones y salieron ambos rumbo a la camioneta, era de noche y partieron.

—Detesto las ciudades —le dijo Tom—. Son grandes y sofisticadas, hay mucha gente, la gente me molesta.

—Oh… —Lo miró comprensivo—. Pero tener amigos es… es bueno.

—Son interesados, además no hay cosas interesantes que hablar con ellos. —Tom no tenía amigos y además no sentía la necesidad de tenerlos, era tan distinto a Bill en ese aspecto. 

—Extraño a mis amigos —suspiró—. A estas alturas han de creer que estoy muerto.

—Bill, algún día serás libre, es una promesa —dijo mirándolo y a Bill se le aguaron los ojos de la emoción—. Lo he pensado y creo que es lo mejor, para ti en especial, conmigo no llegarás tan lejos como quieres. —Eso borró la sonrisa que Bill tenía.

—Si algún día soy libre, juro que te buscaré, estoy atado a ti… eres… —Se ruborizó—. El primero… él único en mi corazón. —Sus palabras sonaban tan puras e inocentes, Tom le creyó y tuvo esperanza.

—Si algún día te dejara, yo desapareceré, pequeño. —Bill se preocupó.

—No hablemos de eso entonces. —Tom le sonrió y Bill sintió cositas en el estómago, suspiró y Tom río un poco pues podía ver a Bill tan ilusionado, así nunca lo había visto, era tan transparente.

Al fin Bill podía sonreírle de verdad.

Manejó toda la noche, llegó a un pueblo, y decidió quedarse ahí, debían desayunar y caminar un poco.

*

Parecía todo tan bien… parecía que un nuevo amanecer empezaba después de todo.

Pero al otro extremo de la ciudad, estaba Cindy caminando desesperada por regresar con su anterior novio, así que se maquilló, borró sus ojeras y se puso un sensual vestido negro. Cruzaba los dedos para ser aceptada otra vez. 

Llegó a la enorme oficina de abogados y subió el ascensor, arreglándose el cabello, ella lucía muy nerviosa. Al llegar a la oficina no la dejaron pasar como antes, la secretaria la detuvo y se quedó en recepción esperando. Al pasar algunos minutos pudo entrar. El abogado Jost la miró con pena, otra vez ella buscándolo.

—No deseo hablar contigo, lo nuestro terminó —dijo frío y serio.

—No tengo a donde ir…

—Seré claro, será mejor que busques un trabajo, ¿no crees?

Y eso fue todo lo que hablaron. ¿Ella trabajar? No había nacido para eso, la idea le sonó tan horrible.

Regresó a las calles, se quitó los tacones, y caminó descalza por entre la gente, lágrimas caían de sus ojos, tan bella ella y había perdido todo. 

Mientras más caminaba más se le hacía curioso una foto de una chica pegada en los postes, una tras otra, la misma chica.

—“Se busca” —leyó en voz alta ya con la curiosidad en ella—. “Bill Kaulitz, 17 años, chico desaparecido el 15 de octubre, su familia está desesperada, contactarse a los teléfonos…” —Habían como dos números de teléfonos—. ¿Bill Kaulitz? —se preguntó ella—. Ese nombre me suena familiar ¿Es un chico? Tiene los ojos pintados, qué monada de rostro. —Pestañeó cuando en su mente vino un recuerdo, y todo empezó a hacerse claro—. Bill kaulitz… la llamada, Tom nervioso… —Miró más abajo del aviso—. “Recompensa: 5000 euros” —Una sonrisa maquiavélica se formó en su rostro.

Ella se había sacado la lotería.

u_u Cindy dirá algo... será bueno o no para Bill? qué dicen... empiezan los sentimientos encontrados. Gracias por leer, espero ya subir capítulos nuevos de este fic tan complejo...

2 comentarios:

  1. Buen cap continualo pronto por favor Pink ^_^ Besos y abrazos de Nico.

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  2. Gracias por actualizar me encanto!1
    que pea que Tom no lo ame...yo ense que se estaba enamorando u.u
    es bastante demente ...
    espeor por otro capi ;)
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