jueves, 7 de agosto de 2014

Impredecible - 5

Hola a todos *-* siguiendo con las actualizaciones, aquí les traigo "Impredecible" un minific que pronto llegará a su final. Gracias a quienes siguen mis fics<3
Dieciocho años.

Tom se apresuró para llegar a casa, había discutido con Bill. Habían peleado hasta llegar a golpes, todo por una beca que el menor había ganado para estudiar producción de música en Hamburgo.

—¿Y lo nuestro? ¡No cuenta! —gritó Tom cuando se había enterado.

—Puedes venir conmigo allá.

—No, sabes que detesto depender de alguien, ¿qué haré allá? Eres un egoísta, insensible egoísta, piensas en tu futuro ¿y yo qué?

—No me hables así Tom, que el egoísta eres tú por no querer dejarme ir a perseguir mis sueños… ¿Que no ves que siempre quise ser productor musical? Aquí no hay esa carrera, sólo allá, debo hacerlo. —Los ojos de Tom se aguaron, eso había dolido mucho.

Luego de aquella conversación, Tom golpeó a Bill en el vientre y así se inició la pelea, ambos hermanos terminaron casi ensangrentados y Jörg, su padre, tuvo que intervenir. Tom salió dolido.

Al llegar a casa no encontró a nadie. Hubo una nota en la mesa del comedor.

“Tom, estamos en el aeropuerto, Bill no puede perder su vuelo sólo por tus caprichos, por favor, ven, dejo dinero aquí para el taxi. Simone”

Se iba, su amor se iba.

—¡Joder, Bill! —Hizo picadillos la nota y salió de casa otra vez.

Llegó al aeropuerto exactamente faltando minutos para que Bill entrase a abordar su vuelo, ambos se miraron con una inseguridad. Bill lo abrazó y Tom le susurró algunas cosas al oído, cosas que quedarían grabadas en Bill para siempre. 

—Siempre seré tuyo —dijo al borde de las lágrimas.

—Espera mis cartas Bill, no te olvidaré, acuérdate de eso. —Un pequeño beso en sus labios, terminó por asustar a Simone quien tomó el brazo de Tom separándolo de Bill. 

Luego todos los presentes se abrazaron… 

Ese dolor que le producía la despedida, Tom no quería volver a sentirlo nunca más.

*

Bill no podía dormir, todo había pasado tan rápido y algo en él le hacia pensar que estaba cometiendo un error… que casarse sería el gran error de su vida.

—Pero si mantener una relación incestuosa es un error —dijo para sí mismo recostado en su cama. —Hago bien… hago bien —se repetía una y otra vez, hasta que entró en sueños.


Te prometí que no dejaría de pensar en ti… cada día Bill lo hago, antes de dormir, al levantarme, ¿por qué? Pues porque eres lo más importante que tengo, prácticamente en la vida no tengo nada, solo a ti, esa es mi razón de vivir… Cada día tomo una hoja de papel y plasmo en ella lo mucho que te amo. Cada día, porque siempre te llevo conmigo en el corazón, aunque no pueda verte.


A la mañana siguiente, apenas horas después, se despertó desconcertado, había soñado cosas confusas… había soñado cuando recibió una carta de su hermano, meses después de haberse ido de casa. Lloró tanto, recordó que lo amaba y que había renunciado a todo sólo para perseguir un futuro mejor, ¿valía la pena? No lo sabía.

Salió de su cama y se estiró, ya era el gran día. Al avanzar hacia la puerta se percató algo en el suelo, cerca de su cama. Había un baúl pequeño que él desconocía, no era parte de su cuarto, recordó que Tom tenía aquello el día anterior, su regalo de bodas… tuvo mucha curiosidad. Así que se acercó y lo tomó, se sentó en la cama y pensó en como abrirlo. Intentó miles de formas, fechas de diferentes acontecimientos, pero no se le pasó la fecha de su cumpleaños, era tan obvio… así que después de tantos intentos logró abrirlo.

— ¿Pero qué es esto? —Tantos papeles, de muchos colores, doblados minuciosamente. Logró divisar una foto—. Es de Tom…—Sus ojos se abrieron sorprendidos.

Cientos de cartas con fechas incluías estaban puestas ahí, sintió la necesidad de no leerlas, no sería sano, no sería cómodo hacerlo. Pero sus ojos se enfocaron en aquella letra que él amaba.


Mi amado Bill:

Hoy llegué a Roma, ¿puedes creerlo? como te decía en la anterior carta, me costó llegar, casi serían unas tres semanas. Esta ciudad es tan cara que en realidad no puedo ni comprar un pan en estos momentos. Pero estoy seguro que algo saldrá por ahí… 

Extraño estar contigo como no tienes idea, es algo que hasta duele, de solo pensar me siento al borde de las lágrimas, lo sé, tú odias verme llorar, pero es algo que no puedo evitar en estos momentos… quisiera que estés aquí conmigo, ¿verdad que Roma es hermosa? tienes que verla con tus propios ojos; oh, mi Bill, daría tanto porque estés aquí conmigo.

Bueno, justo ahora alguien me acaba de preguntar qué hago, te escribo luego, empieza mi día. Te amo, como cada día…


Tragó saliva y guardó el papelito; como si fuera masoquista, sacó otro, y luego otro abriendo cada carta y poniéndola sobre la cama. Su corazón latía tanto, sus emociones estaban revueltas, estaba mirando el corazón de su hermano escrito en miles de papeles, como si fuera un diario disperso en partes, algunos eran pedazos de libros o afiches, había fotos de él y fotos de gente que conocía en cada viaje, fotos en donde decía “Te amo Bill” en lugares impredecibles, ventanas de autos, jardines de personas; en fin, tantos detalles… él sólo podía sentirse miserable.

Agarró todos esos papeles y los metió como pudo otra vez en el baúl, casi al borde de las lágrimas, no quería saber nada de ello.

—Hago bien… sí. —Metió el baúl debajo de su cama y terminó de vestirse.

Algo debía hacer, algo que le aminorara aquel sentimiento de que estaba por cometer el error más grande de su vida. Salió temprano de casa rumbo a la casa de los padres de Melissa, debía verla, necesitaba hablar con ella.

Sus futuros suegros lo recibieron consternados ¿qué hacía el novio tan temprano en su casa? Y a juzgar por la cara que tenía no eran buenas noticias.

—Descuiden, yo… sólo quiero hablar con ella, por favor —El padre de ella lo miró extrañado, puso una mano en su hombro y alzó una ceja.

—Hijo, nada malo pasa ¿verdad? —Enfatizó en ese ‘verdad’ apretando un poco su hombro, Bill asintió nervioso.

—Descuide, sólo quiero hablar con ella —sonrió, y es que Bill tenía siempre una sonrisa especial capaz de cautivar a cualquiera, hasta a su suegro que estando más tranquilo lo dejó pasar y luego llamó a su hija.

Ella bajó algo preocupada, veía en Bill inseguridad y temor, sus manos se pusieron frías y llevó a su prometido al patio trasero de su casa. Se sentaron en unas sillas cerca del jardín. Bill tomó su mano y la miró algo preocupado.

—Melissa… hoy es el gran día —Ella lo miraba asustada.

—Te pasa algo, ¿qué es? —Bill en su afán de hacerle ver que todo estaba bien, tomó su rostro y la besó dulcemente, ella retrocedió un poco—. Bill, a mí no me engañas con besos, quiero saber. —Puso sus dedos sobre los labios de su novio y los sintió temblar ligeramente, ella abrió aún más los ojos, su sexto sentido femenino le daba malas señales.

—Exactamente no sé… existen cosas, Melissa, cosas difícil de explicar, pero no dudes que te amo.

—Cómo no dudar si… si parece que me mientes, estás diferente, desde que llegamos aquí, pareces otro. —Tomó sus manos y Bill se tensó—. ¿Hay algo que debo saber? —Bill se tensó, confesarle lo que le pasaba podría ser peligroso—. Confía en mí…

—Melissa —se quejó—. ¿Estás segura de que hacemos lo correcto? —Ella frunció el ceño y se separó de él por un instante.

—Bill, todo está listo, todo, absolutamente todo, si… si me dejas, si tan solo lo piensas nos irá muy mal —directa y fría, aunque por dentro nerviosa y asustada—. Trágate tus inseguridades para otro día, pero hoy, es nuestra boda. —Él asintió, a ella no le contaría eso, no a ella, no ese mismo día.

Se despidió con un beso y regresó a casa. El tiempo pasaba cada vez más rápido y todo le llevaba al destino que él mismo había elegido, se casaría, así estaba planeado, así debía ser. 

*

Por otro lado Tom despertaba algo tarde. Al salir de su habitación bajó buscando a Bill, no lo encontró, sólo estaba Simone viendo los últimos detalles.

—Hijo, que bueno que estás aquí, ven —lo jaló de la mano y lo llevó al comedor, había una caja ahí sobre a mesa.

—¿Qué es eso? —Preguntó disgustado.

—Esto es tu traje, lo compré ayer, es de tu talla y es todo negro. —Tom se incomodó, él no se vestiría así, Simone lo sabía, pero ella era campeona en persuasión—. Hijito, vamos —dijo con voz aguda, para convencerlo.

—Aish…—se quejó, pero tomó el traje y lo subió a su habitación. Lo que Simone no sabía era que no se lo pondría, él era un tanto terco.

Miró hacia la ventana de su habitación, Bill bajaba de su auto y lo vio agotado, preocupado, estresado en el día más especial de su vida. Abrió su ventana y ese sonido hizo que Bill lo mirara, ambos no sabían qué decirse. Bill apresuró el paso y entró a su casa.

Simone era muy hiperactiva, ella tenía una lista de todo lo que se debía hacer. Luego de algunas horas llamaron a la puerta un grupo de personas, familiares todos, tías, sobrinos, primos, de diferentes lugares de Alemania, todos venían a ayudar en los preparativos de la boda. Simone los organizó por grupos y ya era hora de ir al local, allá en el lago. Llenaron sus autos de todas las cosas que llevarían allá y Georg llegó con su traje y una sonrisa de buen amigo buscando a Bill, éste estaba en su habitación alistándose, estaba preocupado. Alguien tocó su puerta.

—Pase —dijo con voz cansina. Entró Tom un tanto dudoso. Bill se sorprendió—. Tomi…

—Hola —le sonrió tímido—. Abajo está Georg esperándote para que vayan… ¿necesitas ayuda? —Bill se acomodaba la corbata, le era difícil ponérsela—. Oh, la jodida corbata, espera. —Se le acercó y Bill dejó que le ayude, ambos gemelos se miraron a través del espejo, Bill agachó la cabeza, se sentía mal.

—Leí… leí algunas de tus cartas, no debiste, Tomi.

—Shh… eso es el pasado ¿de acuerdo? Haremos algo, me llevaré el baúl conmigo, no es correcto que lo tengas.

— ¡No! Eso es mío.

— ¿Para qué conservar algo así, Bill? Para qué conservar algo que sólo te recuerda lo nuestro del cual no queda nada —Bill cogió la mano de su gemelo que estaba cerca de su cuello acomodando su corbata—. No me toques así.

—Tomi, no me hables así —dio la vuelta encarándolo y tomó su rostro—. Tú y yo nunca dejaremos de ser… de ser lo que somos en realidad, almas gemelas, ¿me entiendes? —Tom frunció el ceño.

—No seré amante de nadie, es con ella quien te casas. —A Bill se le aguó la vista y tembló ligeramente soltando a su hermano, le dio la espalda y ahí se quedó.

—Dime como detener todo esto… ya no puedo dar marcha atrás, Tom, esto es así, es mi destino, casarme, tener una familia.

—Tú lo quieres así, ¿qué puedo hacer yo? —Se le acercó y lo abrazó por la cintura, besó su cuello sintiendo como Bill se deshacía en suspiros y temblores—. Nunca olvides que te amo, siempre y desde siempre, amo lo que vivimos, y aunque te pierda, siempre estarás en mi corazón.

Bill no pudo evitar llorar, arruinaba su sutil maquillaje, pero su corazón se rompía, él mismo lo hacía con su dilema del deber versus el querer… uno no siempre tiene lo que quiere, uno debe optar por lo que debe.

Tom besó a su hermano por última vez, Bill rodeó su cuello y casi con desesperación lo besó hasta sentir que el aire le faltaba, era tan intenso y ambas mejillas se mojaron con sus lágrimas.

—Perdóname… no podré ir —dijo en susurros—. No podría ver como el amor de mi vida se casa hoy… simplemente no puedo. 

Diciendo eso salió de la habitación.

— ¡Tom! —Tal vez esa sería la última vez que exclamaría su nombre.

*

El novio debía ir a su boda, pero parecía un cordero yendo al matadero. Su amigo Georg lo animaba, y lo interpretaba como “nervios de futuro esposo”.

—Ya verás Bill, cuando todo pase vendrá la mejor parte, muajaja, entonces te desestresarás de lo rico allá a donde vayan de Luna de miel, piensa en eso, concéntrate en eso y el tiempo pasará volando. 

—No es eso Geo, es difícil de explicar, es como si perdiera algo para siempre, es eso, sí, pierdo algo para siempre ahora.

—Perderás tu soltería, pero ganas una mujer para toda la vida y eso es lo que cuenta, amigo.

Georg no entendería por más explícito que Bill sea. 

Llegaron al lugar, todo decorado con flores blancas, hacía un buen clima, incluso habían mariposas. Todo estaba listo, suspiró resignado, miró a todos lados, muchos familiares, amigos, entre otras personas que él no conocía estaban en el lugar. Por ningún lado estaba Tom, y eso le dolió pero en parte era como un alivio. La manera en como sus sentimientos luchaban dentro de él lo debilitaban y hacia que hasta tuviera nauseas.

—Falta poco amigo —dijo Georg emocionado—. No veo a Tom, ¿sabes de él? 

—No vendrá, ya sabes cómo es… —vio a su madre acercársele.

—Cariño, ¿no viste a Tom? Ya vamos a empezar —Negó con la cabeza, no quería saber nada en ese momento—. Ya llegó Melissa, está con el séquito esperando entrar, está hermosa amor, hoy es el mejor día de tu vida.

—Sí —intentaba creerse a él mismo. 

Simone le explicó por dónde entraría, y todo el programa de la boda. Empezó todo puntual, tenía que pasar con sus padres hacia el altar y ahí esperar a Melissa. Su corazón latía, pero de miedo…

“Cobarde, cobarde… de esta no paso”, pensó nervioso. 

Llegó al altar y la música nupcial empezó a sonar, los invitados se pusieron en pie y de una carroza de flores bajó Melissa con un hermoso y pomposo vestido, tomó el brazo de su padre y empezó a caminar mientras una niña frente a ella regaba flores en la alfombra. 

—Llegó el momento —se dijo a sí mismo. Miró a su futura esposa, era perfecta, suspiró resignado—. Es mi destino…

El próximo capítulo será el final. Espero les haya gustado este, no tardaré en subir. ¿Comentarios? *-*~ saben que animan a seguir. 

2 comentarios:

  1. OMG!!! ya lo lei pero me mata igualmente
    T.T
    En realidad Bill tiene toda la razón de tomar es decisión un amor entre gemelo es imposible de florecer adecuadamente
    ame a Tom y todo los sentimientos que lo describe en este fic
    me encanto el capi espero subas el otro pronto! :)
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  2. Se casa el amor de su vida! eres malo Bill! -.-

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