Adultez - 12

Hola a todos *-* siempre me parecerá un poco raro que pese a tener tantos capítulos y que la historia en sí sea un poco complicada, ustedes sigan leyendo y eso lo valoro pues me animan a seguir con algo que me gusta. Lamento tardar, mi vida y el estrés me consumen u_u Espero les guste este capítulo que corre un poco :/

—Calma, hijo —pedía Simone quien lo acompañaba en el auto, manejaba estresado y rápido, hasta que los nudillos de sus manos estaban blancos por falta de circulación y su respiración agitada llamaba la atención de su mamá—. Bill… 

—Te dejaré en casa, esto es algo que debo solucionar yo mismo. 

—Puedo interceder por ti si quieres, la señora Dunja sabrá de mi boca la clase de hijo que eres. 

—No mamá, eso sería si fuera un niño, pero ya no lo soy, ella me va a escuchar y… —“Y Tom también” pensó. 

Simone se quedó en casa muy preocupada y vio a su hijo partir otra vez rumbo a su trabajo, se quedó con una mano en el pecho, angustiada, pensando que quizá él perdería el trabajo y eso implicaría tener que mudarse, dejarla e irse con su padre. 

Bill no sabía qué hacer para dejar de estar molesto, por más que suspiraba hondamente las fosas nasales se dilataban tanto de pura cólera. 

—¡Tom, qué haré contigo! —gritó al vacío. 

* 

Tom se miraba al espejo y se asustó de su imagen, tenía un poco de barba ya crecida y su cabello rubio también, pensó en la idea de teñírselo de negro, quizá un cambio de look, algo que le hiciera sentirse renovado, diferente, como un nuevo Tom y sonrió ante esa idea. 

Salió del baño de su habitación pues escuchó las pataditas típicas de su hermanito en la puerta de su cuarto. 

—¡Abre! —pidió con altanería y Tom decidió hacerle caso, de todas formas sabía que en casa sus padres siempre lo dejaban a un lado. 

Abrió su puerta dejándolo pasar. Liam lucía molesto y con el ceño fruncido, entró directo a su cama y ahí se sentó. 

—Quiero hablar contigo de hombre a hombre —dijo haciendo su voz más grave y cruzándose de brazos lo que causó una risa en Tom. 

—Aún no eres hombre, apenas eres un niño. 

—¡No me importa! Quiero hablar. —Tom suspiró resignado y se sentó a su lado. 

—Pues dime. 

—Es Bill —dijo serio y Tom se llevó una mano al rostro. 

—Liam… 

—¡No! Deja que termine, no interrumpas, es de mala educación. —Tom miró a su hermanito con curiosidad, parecía un adulto hablando así. 

—Habla de una vez —dijo con pesada voz. 

—Bueno… —comenzó a titubear pues no sabía cómo ordenar sus ideas, todo lo tenía en sentimientos más que en frases en su mente y no sabía cómo empezarlo—. Bueno… yo lo quiero. —Tom lo miró serio, queriendo entender eso, el niño lucía nervioso como si hubiera dicho algo vergonzoso y es que expresar los sentimientos en esa familia era algo muy extraño y poco común—. ¡Pero! O sea, lo quiero no como tú, no, no, no, eso no, yo quería a Liliana de esa forma, es solo que… —Tom rió ante su nerviosismo, Liam nunca antes se había expresado así—. ¡No te rías o te pateo! 

—Ya, calma… no entiendo por qué me dices que quieres a Bill. 

—Es que no quiero perderlo como perdí a todas las demás y por tu culpa. Nunca había tenido un niñero hombre, por eso lo quiero, además de que él se porta muy bien conmigo. —Tom bajó la cabeza, lo que decía su hermanito era cierto, Bill era un buen niñero, difícilmente encontrarían alguien tan responsable como él, Tom sabía eso, pero también sabía que debía alejar a Bill de todo y eso incluía Liam, lamentablemente. 

—Liam, lo que te voy a decir quizá ni lo entiendas, pero esto lo hago por el bien de todos… no podemos encariñarnos con alguien que nos hace daño. 

—¡A mí no me hace daño! —reclamó ofuscado. 

—Lo hace, te estás encariñando demasiado con alguien extraño. Piensa en eso. Bill deberá irse por el bien de todos. 

Liam no lo entendió y decidió salir, la conversación comenzó a incomodarle y no sabía cómo confrontarlo, siempre Tom ganaba… 

Tom se molestó, podía sentir que le hacía un mal a su hermano menor y otra vez sintió la enorme necesidad de escapar de casa y… y buscar a ese rubio para descargar sus frustraciones en él, total, sabía que siempre estaría dispuesto a verlo cada que quisiera. 

Salió a la cochera en busca de su moto. Su abuela le reclamó pues podía adivinar que se iría a quien sabe dónde y no regresaría hasta el otro día. 

Ya casi era pasada las cinco de la tarde y Tom pasó de su abuela y de su padre que entraba a la casa. 

—¿Dónde vas? ¡Piensa en retomar algún trabajo, vago! —gritó su padre, ya la situación le había hartado y Tom le mostró el dedo medio terminando de sacar la moto. 

Un sonido de un auto frenando a pocos menos lo alertó, era el auto negro de Bill que tantos recuerdos le traía, y frunció el ceño poniéndose el casco para evitar verlo u oírlo. 

—¡Tom! —gritó bajando de su auto el cual cerró de un sonoro portazo—. ¡Espera! —Tom subía a su moto y la encendía. 

Bill temblaba de miedo, de una sensación de impotencia y logró tomar el brazo de Tom. 

—Bill, suéltame —pidió con una voz grave y conteniendo su ira. 

—¡Exijo una explicación! ¿Acaso no te das cuenta? ¡Estoy por perder el trabajo por tu culpa! ¡Cómo puedes hacerme esto! —Tom lo miró y esa forma de hacerlo atemorizó un poco a Bill, nunca antes lo había visto así de molesto y con él. Pero no retrocedió ni se inmutó, continuó firme tomando su brazo y mirándolo fijamente en busca de una explicación. 

—Eso deberás explicarle a Dunja, a mí no, yo no tengo nada que ver en… —Bill se ofuscó y le dio un puñetazo en su vientre quitándole el habla y la respiración por un momento. Soltó su brazo se le quedó mirando ahora asustado de haber reaccionado así, con la violencia, eso no debía estar pasando y retrocedió un paso pues Tom lo miró con odio. 

Se bajó de la moto y Bill se puso en alerta evitando que se le acercara, retrocedía alzando ambas de sus manos, esperando por si Tom lo golpearía también. 

—No sé qué está pasando contigo —le dijo Bill—. Estás irreconocible, no te me acerques. —Pero Tom se acercó hasta tomarlo de los hombros y empujarlo contra la pared—. Tom, suéltame. 

—Escucha, estoy tratando de llevar esto de la mejor manera, ¿comprendes? Detesto esto, pero no te quiero cerca y espero que entiendas. —Bill sintió un dolor horrible en su pecho, jamás alguien le había dicho algo semejante, menos alguien a quien amaba. 

—Aléjate —pidió con labios temblorosos y Tom prefirió dejarlo pues sabía que se le había pasado la mano, podía ver el dolor de Bill y sus deseos de llorar, pero no lo haría en ese momento—. Y no vuelvas a hablarme —exigió frío, con el dolor en su corazón, pero era lo mejor. 

Tom retrocedió y subió a su moto evitando verlo. Se sentía devastado pero no lo demostraría, así que encendió otra vez la moto y arrancó sin voltear. 

El timón de la moto se balanceaba de manera peligrosa por todos los nervios que sentía y se maldecía por dentro. Giró en una esquina y frenó pues ya no podía seguir. Se quitó el casco rápido y tomó aire desesperado. 

—¡Maldita sea! —se reclamó a él mismo, no podía sacarse de la mente los ojos de Bill, su mirada de dolor, sus gestos y eso lo carcomía por dentro—. Maldita sea Tom, tú tienes la culpa de todo. ¡Rayos! No quiero sentir nada. —Debía calmarse. 

Ahora sí todo había acabado, con esas palabras esperaba haber dado por finalizado lo que tenía con Bill y esperaba, realmente deseaba superarlo y volver a ser quien era: el chico fuerte que podía estar con cualquiera sin tener remordimientos. 

Fue a buscar a Andrej y tal como lo había imaginado, lo encontró sentado en la barra de ese bar. 

* 

Bill respiraba hondo antes de entrar a la casa de la señora Dunja, debía apelar por ese trabajo aunque ahora realmente analizaba la situación y pensó que quizá ese trabajo ya no sería para él, ¿para qué seguir viendo a Tom después de lo que le había dicho? No tenía sentido hacerlo, quería superarlo de una vez por todas, pero debía dar una explicación a la señora Dunja. 

Entró a la casa pues la puerta permanecía semi abierta y entró hasta la sala donde la abuela estaba sentada sola. 

—¿Hola? —saludó ella—. De seguro mi hija te mandó a llamar. 

—Buenas tardes señora, me urge hablar con la señora Dunja. —La abuela podía notar que lucía nervioso, como asustado y eso no le gustó. 

Se levantó de su sitio y caminó haciendo un gesto a Bill para que la siga, lo llevó a la oficina del papá de Tom, un lugar en donde se solía hablar de manera privada. 

—En un momento mi hija vendrá. Toma asiento. —Bill así lo hizo, buscando calmar sus emociones, trató de concentrarse en qué explicarle a la madre de Liam. 

Dunja entró a la oficina bastante seria y se sentó al frente de Bill quien la saludó pero con nerviosismo. 

—Señora Dunja, lo que sea que le haya dicho Tom no es así, por favor no le crea, yo no ando con hombres, no soy esa clase de persona… —La señora lo miró fijamente, podía ver sinceridad en sus palabras. 

—Tengo la sospecha de saber por qué Tom dijo todo eso, quiero que me cuentes, Bill, qué pasó entre ustedes. —Bill tragó saliva, sabía que la familia de Tom sabía de su relación y no lo tomaban enserio, incluso recordaba los momentos de tensión que vivió en la cena a la cual lo invitaron una vez. 

—Bueno… yo… —no sabía qué decir, bajó la cabeza evitando mirar a la señora Dunja—. Ya todo acabó, despreocúpese. 

—¿Qué pasó, Bill? Disculpa que me meta así, yo nunca vi su relación como algo serio, pensamos que era uno de los juegos de Tom, lamento decirte esto, pero Tom casi nunca ha presentado formalmente a sus relaciones, él ha tenido muchas de las cuales he conocido tan pocas y me sorprende que… bueno, que tú seas uno de ellos, no me lo esperaba pero… Tom cambió para bien un poco. —Hubo un silencio incómodo, Bill tenía ambas manos en sus rodillas y estaba sudando de nervios, no sabía cómo explicar algo tan delicado para él—. ¿Qué pasó? 

—Yo creí que se podría… —dijo con pequeña voz. 

—Te lo había advertido, Bill. 

—Lo sé —dijo con tristeza y Dunja se conmovió, ella también le tenía cariño. 

—¿Lo amas? ¿Amas a mi hijo? 

—Señora Dunja, a dónde quiere llegar con esto, no responderé. 

—Respóndeme por favor, quiero saber eso. —Bill alzó la cabeza y la miró. 

—Yo… sí —dijo esquivando su mirada y volviendo a bajar la cabeza. Dunja se levantó de su sitio y se sentó a su lado. 

—¿Por qué terminaron? —Bill suspiró y pestañeó nervioso, no sabía qué responder. 

—Él no me quiere como yo a él, él cree cosas equivocadas, por eso vine, para aclararle a usted que lo que dice es mentira. 

—Lo sé, lo supe desde que Tom lo dijo, conozco a mi hijo, sé que a veces tiene intenciones de perjudicar personas. No quise que te hiciera esto. ¿Y quieres saber algo? Eres el mejor niñero que mi pequeño Liam ha tenido, te agradezco bastante todo lo que hiciste por él, pero me temo que por tu bien mejor que ya no trabajes aquí. —Bill se sobresaltó, sentía que perdía un excelente trabajo que le permitiría estudiar y era solo los fines de semana. 

—Señora Dunja… —no supo qué decir, de todas formas ella tenía razón. 

—Te pagaré bien este mes para que así no te veas perjudicado cuando consigas otro empleo. 

—Gracias de todos modos… gracias por permitirme trabajar aquí y cuidar a Liam. —Sentía que le partiría el corazón el tener que despedirse del pequeño—. Quisiera… hum, quisiera que me permitiera verlo de vez en cuando. 

—Siempre serás bienvenido. Sé que Liam querrá verte seguido, tengo tu teléfono y podré llamarte para que lo veas. 

Bill asintió y solo le quedó una cosa por hacer: irse de esa casa para no volver a entrar jamás. 

Liam salió a la sala y al ver a Bill corrió a sus brazos, habían acordado no decirle nada de que Bill ya no trabajaría ahí ya que sabían que Liam se pondría mal. 

Bill se arrodillo en la sala solo para darle un abrazo, fingió una sonrisa que Liam no creía, sospechaba que Bill estaba triste. 

—Él te quiere —dijo a Bill refiriéndose a Tom, sabiendo que quizá Bill fingía su sonrisa por lo mal que estaba con respecto a Tom—. No estés triste. 

—Liam, descuida, me pondré bien. 

—¿Y seguirás viniendo? —No sabía cómo responder eso, así que solo asintió sabiendo que debía irse rápido o podría llorar y él no quería hacer eso. 

Al final, salió de la casa en silencio, dejando a Liam con su abuela quien fue astuta en distraerlo dándole alguna cosa… como siempre, lo acostumbraban a lo material, pero Bill ya no podía intervenir. 

Salió de esa casa sabiendo que esa había sido quizá la última vez en entrar. Subió a su auto y se enrumbó hacía su anterior departamento. 

Ya era de noche y antes de ir a dormir quiso pasar por ahí para sacar algunas cosas… ahora se sentía arruinado, debía pensar en buscar otro trabajo cuando el dinero que Dunja le dio faltara para seguir estudiando. 

Y todo por enamorarse del cerdo de Tom, definitivamente se arrepentía de si quiera haberle dado una oportunidad. 

Al entrar al departamento, extrañamente las luces estaban encendidas y sintió un olor familiar, era el de Tom, así que cerró la puerta tras sí, cayendo sentado en el suelo. Las emociones lo vencieron en ese instante, el poco control que tenía se fue y las lágrimas bajaron por sus mejillas. 

Necesitaba llorar para sacar todo ese dolor contenido, las palabras de Tom, Tom mismo, la pérdida de su trabajo, la frustración de mudarse y la horrible sensación de pese a todo sentirse enamorado, lo agobiaron. 

* 

Tom yacía en el departamento con Andrej. 

Horas antes lo había visto y solo quiso conversar, pese a sus planes de follar o algo parecido, desistió con la preocupación que tenía en mente y se llevó a Andrej al departamento que compartía con Bill. 

No pensó que el pelinegro iría esa misma noche y cuando escuchó la puerta supo que solo podría ser él, así que tapó la boca del rubio comenzando a asustarse. 

Bill estaba en el departamento y si lo descubría sabía que no le creería que solo conversaba y comía pizza en el cuarto. 

—Escúchame bien —dijo en un susurro, en el oído de Andrej—. No hagas ruido o juro que te arruinaré la vida. 

Andrej lo miró a los ojos un poco intimidado y asintió. 

Ahora Tom no sabía qué hacer y pudo escuchar el llanto de Bill en la pequeña sala.

¿Y ahora? ¿Qué hará Tom? Bill necesitaba desahogarse, lo necesitaba y mucho. 

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