Artificial - 5

Hola a todos *-* como dije, subiría este fic pronto pues ya lo tengo adelantado. Espero les guste y muchas gracias por sus comentarios *-*~ me anima mucho.

Andreas tuvo que irse pues no soportó los reclamos de Tom, estaba muy airado luego del incidente. 

Tom estaba nervioso, eso había sido nuevo para él en el sentido de que nunca antes en su vida sintió ese sentimiento de celos tan fuerte, quería que Bill se sintiera mejor y aunque siempre sonreía para demostrárselo, Tom no estaba satisfecho.

—Estoy muy bien —dijo luego de que le preguntara por milésima vez lo mismo.

—De haber sabido sus intenciones nunca te hubiera dejado solo. —Bill se le acercó, estaba sentado en su cama y se sentó a su lado para abrazarlo.

—Tampoco quiero dejarte solo. —Tom suspiró ante eso y Bill le siguió.

Hacía tanto que no lo besaba, que no le daba ese tipo de contacto y ahora se moría por hacerlo aunque luego se percató de que sus intenciones eran muy atrevidas, a Bill le habían abusado y él pensaba en besar sus labios, eso no estaba bien, no debía aprovecharse de su robot.

Y al parecer Bill se daba cuenta de su deseo por la mirada de Tom.

—Mi amo puede besarme —dijo sabiendo que esas palabras eran una invitación. Tom pestañeó seguido ante eso y se le acercó.

—Bill, no quiero hacerte daño, pero… si me lo pides, yo te besaré. —Bill se sintió confundido otra vez, y es que Tom le daba mucha libertad, capacidad de decisión, algo por lo cual no existían los robots y Bill debía desarrollar esa capacidad por Tom.

—Te pido un beso —dijo con una sonrisa leyendo el lenguaje corporal de Tom—. En mis labios, por favor. —Tom no dudó en hacerlo.

Se había reprimido tantos días, tantas oportunidades porque él no se aprovecharía de su robot, no, para ese tipo de cosas no era Bill, eso pensaba, pero ahora que Andreas había sido capaz de tocarlo, Tom quería sentir a Bill suyo, quería probar sus labios hasta cansarse y decirle, afirmarse como más que solo el amo.

Bill respondió al beso de Tom, sabía hacerlo, estaba preparado para todo lo que Tom quisiera hacer con él, pero para Tom las cosas no funcionaban así, quería darle la libertad a Bill, así que lo jaló en la cama y se recostó con Bill sobre él, aun besándolo.

—Quieres más besos —dijo Bill dándole muchos de ellos en el rostro y sus labios.

—Bill —llamó jadeando.

—¿Sí?

—Lo que te diré es ilógico, pero lo siento así. —Bill prestó atención aun sobre Tom con los labios húmedos de tantos besos—. Me atraes demasiado, desde que te llevé conmigo no dejo de pensarte y querer estar a tu lado, yo sé que los robots no sienten, que no debí aceptar pertenecer a ese proyecto estúpido, pero ahora siento que estoy inmerso en esto por todo lo que siento. —Bill grabó cada una de sus palabras y no supo qué decir—. Siento amor por ti…

—¿Amor? —preguntó buscando registrar ese sentimiento en su sistema, buscando descifrarlo para interpretarlo y saber si sentía lo mismo—. Descríbelo. —Tom pestañeó seguido y acarició la cintura de Bill.

—Siento que no podría estar con otro que no seas tú, siempre te pienso y mi corazón late agitado más ahora cuando te beso o me besas, yo solo quiero pasar mis días contigo. —Bill sonrió ante eso.

—Entonces también siento amor por ti. —Tom se emocionó ante eso aunque en su mente reinaba la razón que le decía que hacía mal, había declarado sus sentimientos a un robot, le había dado una real importancia cuando no debió pasar.

Tom tomó su bello rostro y lo besó con más ganas, aunque la razón y el mundo entero pesaba sobre él ahora, poco le importó en ese momento, solo quería vivir el presente junto a Bill.

Los besos duraron por mucho tiempo, tanto así que Bill vio a Tom dormirse y se acomodó a su lado para aparentar dormir.

Se sentía renovado, como si tuviera nuevas energías, como si el estado de felicidad se hubiera activado y es que se sentía seguro junto a Tom, no había peligros ni lo trataba mal, y eso era todo lo que un robot necesitaba para que su sentido de bienestar se activara.

A la mañana siguiente, Tom no quería salir, era como sentirse enamorado y comprobar todos esos sentimientos que la poesía antigua explicaba y las novelas de amores…

En la nueva sociedad no había romanticismo, todo eso había quedado atrás cuando llegó la era del fin del mundo, las muertes eran demasiadas, las pérdidas, las depresiones, los suicidios… por años y años la gente supo que no debía enamorarse ni generar lazos con personas porque le sería dañino, de ahí se generó el sentido individualista, solo importaba uno mismo y su comodidad, por eso la idea de tener una pareja e hijos era tan retrógrada y ahora era beneficiosa porque mientras mantenían el mismo número de personas y evitaban la sobrepoblación los recursos para la vida nunca faltarían. 

Entonces Tom se sentía enamorado por primera vez en sus veinte años. Nunca había sentido atracción por otro ser humano ni máquina porque su sentido de supervivencia le decía que eso sería dañino.

Y todo había acabado cuando Bill llegó a su vida, y aunque el concepto de que él fuera un robot lo martirizaba, había dejado de complicarse cuando podía ver a Bill reaccionar y corresponderle como uno, entonces ¿por qué no pensar en solo eso? Pensar en el amor que sentía por Bill sin importarle las diferencias. 

Para Bill era todo más simple, no había mayor comodidad para él que estar con Tom y no quería que eso cambiara y si se comparaba mentalmente con los otros robots que conocía, se sentía afortunado.

—¿Dónde vamos? —preguntó al momento de que Tom le dijo para salir.

—Es una cita. —Se animó a salir pues notaba a Bill inquieto, Tom no era de salir, pero sabía que a Bill le gustaba eso. 

—¿Una cita? 

Tom quería vivir todo el sentimiento como debía… quería hacer las cosas bien.

Subieron al auto y fueron hacia un hermoso lago lleno de botes, en su mayoría individuales, la gente solía subirse para leer en sus computadoras u hologramas o para que otros robots les diera noticas, o para descansar libre de la ciudad; había otros pocos seres humanos que salían en familia, papá, mamá y un único hijo permitido. Los niños requerían de mucho cuidado, por eso la gran mayoría no se animaba a procrear.

Adquirió un pequeño barco y animó a Bill a subir quien con una sonrisa aceptó, la idea de estar a solas con Tom en medio del agua le gustaba, era nuevo y eso le alentaba más.

—Es hermoso —dijo Bill y Tom le sonrió.

Remó hacia una zona de plantas, lejos de todos los demás pequeños botes donde los sonidos de aves reinaban y eso le recordaba tanto a cuando salía a pescar con su abuelo lo cual le hizo ponerse triste y eso no pasó desapercibido por Bill quien extendió una mano para ponerla sobre el hombro de Tom.

—Estás triste —afirmó y esperaba una respuesta.

—Son los recuerdos, Bill, recuerdos que no quiero olvidar, sin embargo, me ponen mal. —Bill no entendía el sentimiento de nostalgia, nunca había sentido algo parecido y no podía registrarlo, pero entendía a Tom si la tristeza se trataba de recordar a su abuelo fallecido.

—Quisiera tener más recuerdos. —Tom lo miró fijamente, él quería ser sus recuerdos y tomó su mano para acariciarla.

—Tendremos muchos recuerdos juntos.

—Recuerdos bonitos.

—Sí, recuerdos bonitos.

—¿Y luego? —preguntó Bill analizando la situación y sintiendo temor de pensar en el futuro.

—No lo sé…

—Hay robots que miran el futuro. —Él sabía eso pues sabía muchas cosas.

—¿Cómo? Eso no puede existir, es imposible, es algo que la ciencia no ha hecho hasta el momento, no creas semejante cosa.

—Hay una tecnología basada en probabilidades, se le explica al robot la situación y el robot se anticipa, y por lo general acierta pues sus cálculos son exactos.

—¿Tú no eres uno?

—No me programaron con eso porque quizá no iba a tener habilidades humanas como ellos querían. —Eso era cierto, Bill venía con muchas habilidades y conocimientos, pero no todos para que no sea un “humano” distinto a lo que querían los científicos.

Tom se quedó pensando con eso que Bill le había dicho. Antes, mucho antes, nunca había pensado que sería capaz de acudir a ese tipo de cosas como los adivinos artificiales, pero estaba tan curioso que aceptó la idea y caminó con Bill por entre la gente y robots hacia uno de esos centros.

—Debes canjear algo valioso —dijo Bill antes de entrar—. No es gratis.

—No tengo nada ahora, no llevo nada… —dijo un poco apenado.

—Bien, yo lo haré —Tom vio por primera vez cómo Bill se abría el brazo, cortaba su piel con parte de su uña y lo abría.

—¡Pero qué haces! ¡No! —Lo detuvo asustado. Ese era el problema con haberle dado voluntad, Bill no consultó su acto, solo lo hizo tan rápido como pudo. Tom estaba horrorizado y eso intimidó a Bill.

—No te angusties, no me duele, desactivé mi sentido de dolor. —Pero Tom no se refería a eso… fue ahí cuando se percató de que ya lo creía humano… nunca había visto de qué estaba hecho, debajo de su piel que tenía componentes orgánicos, estaba la máquina, muchos circuitos y cables.

—Bill… —Tomó su brazo con el corte y temió ver más—. No lo hagas. —Dentro de sí quería decirle que no le mostrara que era una máquina, que evitara reflejar eso, pero Bill no lo entendía.

—Quería solo sacar mi láser, es valioso y puedo darlo aquí y obtener otro nuevo en la fábrica la semana que nos toca ir, no será como perder algo. —Tom bajó la vista hacia el corte, había sangre y eso lo angustió más—. Es sangre artificial, es el líquido que alimenta mi piel, pero dejará de salir cuando junte la piel y se cerrará la abertura. 

—No puedo creer que tengas sangre —sonrió ante eso pues significaba para él un símbolo de vida humana.

—Tres litros. —Y aunque era artificial Tom la apreciaba como natural—. ¿Puedo quitarme el láser?

—Está bien… —dijo temeroso para luego ver cómo Bill se quitaba una parte del interior de su brazo y luego cerró su piel cicatrizando tan rápido que no dejó marca.

Le dio a Tom la pieza que era como un lapicero metálico con muchos códigos y al recibirlo podía percatarse que estaba tibio, eso le extrañó, era como si hubiera salido de un cuerpo humano.

Entraron al local donde había un robot adivino y puso el láser en una máquina que le otorgó un vale para la consulta.

Tom estaba nervioso porque todo ahí eran máquinas y robots, eso le llenaba de ansiedad, evitaba tener que verlos caminar a su lado o toparse con algún otro.

Entraron a una sala en donde había un robot inmenso en forma de pantalla quien saludó.

—Adivino tu suerte, solo lanza la pregunta y contesta las mías.

Bill miró a Tom, lucía asustado, intimidado por la enorme máquina humanoide.

—Pregunta tú —susurró a Bill.

—¿Yo? —preguntó el adivino.

—No, Bill. —Bill lo miró y supo con sus gestos qué pregunta debía hacer.

—Siento amor por un robot, quiero saber si podremos estar juntos.

—No —respondió la máquina—. El humano morirá y el robot regresará a su fábrica.

Tom se molestó con la respuesta, eso era lógico, él no quería que le dijera cosas lógicas, quería que le adivinara el futuro, así que se animó a preguntar.

—¿Estaré con Bill los próximos seis meses? Quiero saber si nos ve en el futuro juntos, antes de mi muerte, no quiero respuestas lógicas, quiero que vea el futuro.

—Bill, acércate —pidió el grande robot, tenía un ojo que leía todo. Bill se acercó y fue escaneado por un láser del adivino—. Eres un androide 483, un proyecto del futuro que servirá para ayudar a muchos robots en aprender habilidades, pero no estarás junto al ser humano, no luego de seis meses pues será entregado a su fábrica.

—No —reclamó Tom, estaba más incómodo, le había dicho lo que ellos ya sabían.

—Usted no adivina nada, Bill, vámonos, no debimos entrar aquí ni haber dado tu laser.

—El robot se autodestruirá por usted, porque usted lo obligó a tener sentimientos —declaró el adivino para que sea efectivo su atención.

—¿Qué? —Tom se molestó mucho—. No diga tonterías.

—Tiene una bomba, la usará cuando se vea amenazado y se verá amenazado por todo lo que usted le enseñó…

—Bill, vámonos.

—No debes amar a un robot, no es natural, no es propio de la naturaleza del ser humano —declaró el robot y Tom jaló a Bill de la mano.

Salieron muy rápido de ahí.

—Lo siento Tom —dijo un apenado Bill—. Me siento triste de que no hayas recibido una respuesta que quisieras recibir.

—Es un robot estúpido, no debemos de creer eso. ¿Sabes, Bill? Una vez leí que el amor puede tantas cosas, cosas a veces inimaginables, poco probables, el amor no tiene lógica, ¿entiendes eso? Cuando uno siente amor puede dirigir su futuro con esa energía… no nos pongamos límites.

Bill intentaba entender todo eso, pero no lo lograba del todo, recientemente sabía que sentía amor, pero eso era tan abstracto que no sabía cómo controlar su sistema.

Tom lo jaló de la mano viendo el hermoso atardecer de la ciudad y fue hacia su auto, quería llevarlo a la cima de un rasca cielo, era un mirador y amaba ver a las aves volar tan alto por encima de todo el caos de la ciudad, y claro que tenía planeado una última cosa en su primera cita.

—Es hermoso —exclamó Bill abriendo la boca, sorprendido con la hermosa vista de la punta del rasca cielo, estaban casi en las nubes y el cielo se veía naranja.

—Y mira… —Le mostró un grupo de aves, aunque eran híbridas, eran animales naturales—. Aún hay especies animales.

Bill extendió una mano y rozó de la Tom, lo notaba nervioso, como si debía decir algo pero no lo hacía, quería descubrir el misterio de todo su comportamiento. Tom lo miró a los ojos y luego acarició su mejilla.

—Te amo —dijo Tom con su corazón bombeando mucho, estaba tan emocionado porque estaban juntos, sin personas o robots alrededor, los dos solos y el inmenso cielo naranja con el sol ocultándose.

Era romántico, todo lo era, tal y como lo había leído en libros antiguos, existía ese sentimiento que se sentía como la máxima motivación para vivir.

Bill se puso serio ante ese “te amo”, captando que era la expresión más grande amor en palabras… Tom vio que se había agitado y no sabía qué responder… no estaba programado para algo así, sin embargo, hacía mucho que había dejado de actuar por simple programación.

—Me amas —dijo luego sonrió—. Me amas y yo también, nos amamos.

—Sí —dijo con un suspiro, tomando su mano para alzarla un poco y luego sacó de su bolsillo una cajita que la tuvo que hacer cuando consiguió un anillo en una tienda de reliquias. La gente no usaba anillos, las manos eran cubiertas con guantes para el frío, para el sol, para la contaminación, etc, por seguridad. Tomó el anillo plateado y lo colocó en el dedo anular de Bill quien se quedó fascinado con eso.

—Un anillo.

—Es un símbolo de amor.

—Como en los tiempos antiguos… —dijo recordando en su sistema esa muestra—. Es de compromiso.

—Sí, significa que eres mío y… —le hizo ver en la cajita, había otro aro—. Este es el mío.

Bill lo tomó con cuidado y luego tomó la mano de Tom sabiendo que le correspondía ponerle él. —Y ahora tú eres mío —dijo Bill y luego abrió los ojos como de sorpresa percatándose que algo así no podía ser—. Disculpa, va en contra de las normas —dijo analizando—. Un humano no puede pertenecer a un robot, es delito, no se puede.

—Bill… —acarició sus manos—. Nos pertenecemos en amor, no como propiedad, no eres mi dueño, eres mi novio, nadie nos dijo que no podíamos enamorarnos. —Bill trató de estar tranquilo, su lógica, su razón emitía mensajes en su mente de retractarse, de contradecir a Tom con la razón, pero lo que sentía marcaba la diferencia.

—El amor es ilógico —repitió lo que recientemente había aprendido—. Somos novios —dijo con una sonrisa—. Novios, Tom, somos una pareja…

—Lo somos… —Y luego, como en los tiempos antiguos, Tom se acercó poco a poco sin soltar sus manos y lo besó en los labios, sintiendo el calor del sentimiento, sintiendo como el sol se ocultaba en el firmamento y Bill lo abrazaba correspondiendo a todo eso.

Son una pareja y ahora su futuro comenzará a ser incierto u_u

¿Comentarios?

 Gracias por leer~