miércoles, 4 de septiembre de 2013

Rebelde - 10

Hola a todos *-* una chica me lo pidió en el ask y quise complacerla hoy. Este es el penúltimo capítulo, y espero les guste... aunque Bill u_u ya verán.
—¡Más, más! ¡Ahh! —gemía Bill— ¡Fuerte, Tom!

Había días en los cuales sentía que nada podía satisfacerlo, esos días para Tom eran un círculo vicioso en donde podía esperar muchas cosas de Bill, como algún juego sexual, o alguna cosa loca.

Bill estaba contra la pared de la habitación de Tom, de pie con ambas manos apoyadas fuertemente en la fría pared y Tom detrás, exhausto y cansado pues era ya la segunda vez en el día que lo hacían y Bill estaba en aquellos días caprichosos.

A Tom le gustaba acariciarlo delicadamente, le gustaba hacerlo sentir bien, pero a veces eso incomodaba a Bill, él quería un poco más de intensidad.

Su cabeza chocó en la pared en cuanto Tom le hizo caso y aceleró sus embestidas con el fin de terminar.

—¡No te detengas! —pero gruñendo cerca de su oído terminó en Bill con una fuerte estocada— ¡No!

—Lo siento señor insaciable… —jadeó en su cuello, besándolo ahí tiernamente y meciéndose aún en su interior, lo tomaba en sus brazos para recostarlo en la cama— Faltas tú…

Arrodillado entre las piernas de Bill, comenzó a estimularlo con su boca.

—Quiero meterla en ti —dijo Bill deteniendo la felación.

—Sabes que no me gusta así, con esto disfrutarás también —apretó su miembro con una mano y Bill gimió— ¿Lo ves? Llegarás pronto… humm… me gusta tu carita cuando eso pasa…

Bill quiso hablar, pero la mano de Tom era tan experta que efectivamente le hizo acabar en ese instante.

En la cama se abrazaron y besaron. Hasta que Tom le tenía que decir algo.

—Bill… mañana regresaré a las diez… será un día largo, pero se han formado círculos de estudio muy cerrados en la universidad y me han invitado a participar de uno por mis buenas calificaciones, no puedo dejar pasar esta oportunidad, estar en ese círculo es prestigioso… —Bill lo miraba fijamente. Comenzó a ponerse un poco incómodo, pero no quería demostrarlo.

—Está bien… —Tom le besó en la frente.

—Mañana si quieres saldremos en la noche… No sé, o nos la pasamos aquí como ahora, tú decide —Tom sonaba animoso, pero Bill lucía serio—. Mañana regreso y te cocino algo… Pide lo que quieras —acariciaba su cabeza, enredando sus cabellos negros en una de sus manos— O podemos…

—Ya, mañana decidimos qué hacer… Ahora quiero un beso grande. —Tom le dio uno, uno suave que Bill no quiso—. Muérdeme Tom, fuerte… márcame —Tom lo miró fijamente acariciando una de sus mejillas con sus pulgares.

—¿Pasa algo? —Bill lo miró dudoso.

—Quiero sentirte, quiero quedarme con tu marca hasta mañana por la noche…

—El tiempo pasará rápido… No te haré daño.

—¡Hazlo! Aquí —le expuso su cuello.

—No soy vampiro —rió Tom, pero Bill lucía serio y eso lo intimidó un poco— Billy… No te pongas así… —Y ante su mirada, Bill llevó un brazo hacia su boca y se lo mordió tan fuerte que asustó a Tom— ¡Qué haces! —Marcas moradas y rojas aparecieron en su brazo —Cómo pudiste hacerte eso —dijo con los ojos muy abiertos, acariciando el brazo adolorido de Bill.

—Ya está —dijo satisfecho.

—No quiero que te lastimes…

—Bah…

—Nada de bah…

***

Al día siguiente, Bill tenía clases, pero no fue. Estuvo caminando por las calles conocidas de lo que él llamaba “vida pasada” recordando los momentos intensos que vivía cuando perseguía a la nada en las calles peligrosas buscando escapar de algo, sumergirse en algo, buscando pasiones y emociones.

Ahora no había nada…

Sin mucho dinero, sin Tom, sin sentir su corazón, caminó y caminó hasta que esa sensación de ansiedad era tal que no le dejaba respirar, la angustia se calaba en su ser, sus ojos veían borrosos, sus músculos temblaban y su mente tramaba y tramaba soluciones.

Encontró en el camino a Georg que andaba con un tipo delgado y simpático, de seguro su nuevo novio. Pero no le importó rebajarse ante él un poco en busca de droga…

—¿Recordamos viejos tiempos? —ofreció Georg.

—Ya quisieras… —se hizo el interesante.

—Tengo lo que te gusta gusto en mis pantalones… Si te arrodillas y lo buscas te lo doy —habló con una sonrisa pillina en sus labios.

—Ni lo sueñes.

—A no quieres… Pues Cristian lo tendrá.

—Espera. Solo eso, mas no te la chupo, solo buscaré…

Georg le dejó y luego vio su desesperación por meterse la droga. Georg sonrió… Su nene había vuelto muy necesitado y espectada un día ardiente con él.

En casa de un desconocido se perdió todo el día. Se dejó follar por Georg, aunque por ratos su incomodidad era evidente. Recordar como era el sexo sin amor solo le hacía pensar en Tom y en lo mucho que deseaba en esos momentos estar en sus brazos.

—Ya no te mueves como antes… ¿Qué pasa? —se burló Georg.

—Calla mierda, ahora dame lo que me toca.

Más droga en un solo día… Bill terminó en el suelo convulsionando otra vez. Los pocos presentes se asustaron y lo sacaron a la calle pues no querían que muriese en su casa y después tendrían problemas legales.

Bill fue recogido por una patrulla y llevado a un hospital de emergencia. La sobredosis había sido mucha.

Tom regresó a casa con un pequeño regalo para Bill. Pero no lo encontró, y por más que llamó a su celular éste no contestaba. Se preocupó mucho. Entonces a la mañana siguiente recibió una llamada telefónica, era una enfermera que le había dicho que su hermano estaba internado por una sobredosis.

Tom se angustió de tal manera que se llenó de rabia, ¿qué hacía Bill? ¿Cómo era capaz de pagarle de esa manera? Todo le daba, estudiaba por él, trabajaba por él, vivía por él… ¡Cómo era capaz de hacerle eso! De tanta rabia que tenía se echó a llorar, Scoty fue con él saltando incapaz de poder consolar a su dueño.

—¡Por qué, Bill! —tomó inmediatamente las llaves de su auto y se enrumbó al hospital.

Otra vez a su rescate, pero esta vez estaba muy enojado, lo que Bill había hecho era muy injusto, una maldad. Ese día tenía un examen, si no lo daba perdía la beca, ya la daba por perdida. Y el dinero que había podido ahorrar, que lo había destinado para un viaje hacia algún país con Bill, lo tenía que gastar en medicinas. Estaba furioso que al llegar al hospital el médico de turno lo llamó en privado antes de permitirle ver a Bill.

—Joven Tom, debo hablarle como profesional sobre este tema.

—Doctor, lo sé, sé que se drogó… —tenía los ojos rojos de rabia y la respiración agitada.

—Cálmese por favor, tome asiento —lo invitó a sentarse en su despacho—. Lo que ha pasado con él es lo que llamamos tolerancia, él afirma que ha dejado de consumir droga hace más de siete meses, pero ahora ha vuelto a recaer y ha necesitado de más droga para sentir sus efectos.

—Es así, sí, él lo dejó, él era sano doctor, él… —su voz se quebró y no pudo evitar llorar ahí sentado, el doctor le pasó un pañuelo—. No sé por qué me hace esto ahora… No sé qué quiere…

—Necesita ayuda profesional, esto de las recaídas son frecuentes en los adictos a las drogas y ahora él está consumiendo grandes cantidades, su cuerpo ha generado resistencia… Es un adicto, lo volverá a hacer y puede ser mortal, llegó aquí convulsionando, le pudo haber provocado un derrame cerebral… —Todo lo que le decía era tan grave— Ahora cuando lo vea, no le recrimine por el momento, hágale ver que necesita ayuda, tome mi consejo —le extendió una tarjeta—. He visto muchos casos así, existen programas de ayuda, centros especializados, él necesita eso —Tom tomó la tarjeta con algo de pesar. 

Una vez Andreas le había aconsejado lo mismo… Y él creyó en Bill, en sus palabras que le dijo nunca más, y ahora estaba en una cama de hospital por sobredosis. Esta vez Tom tomaría el consejo, más viniendo de un profesional.

Fue a la habitación donde Bill reposaba, con muchos tubos por su cuerpo, Tom sintió que lloraría otra vez, pero trató de ser fuerte, el médico le había aconsejado que no lo alterara.

—Bill… —suspiró tomando su mano.

—No lo haré más… Yo… no quería, es en serio, no quería hacerlo, no sé qué pasó.

—Eres un adicto —le dijo sin sonar rudo—, y necesitas ayuda…

—No, no lo soy, no necesito ayuda, solo ir a casa… No me crees, ¿verdad? —frunció el ceño agitándose un poco, le soltó la mano y le dejó de mirar.

—No puedo creerte, necesitas ayuda… No estás bien…

—Tom, no digas eso, no hables así, yo no quería hacer esto, ya lo dije, además fue solo hoy, desde hace mucho no lo hacía…

—Hace unas semanas fue lo mismo… Haces esto porque quieres que pierda mi beca y que me quede en la nada contigo, es por eso —A Bill le dolieron esas palabras en sobremanera—. Pues para tu información ya perdí la beca, ahora mismo —miró su reloj— dan examen sin mí. Pero ni creas que me voy a quedar de brazos cruzados viendo como te destruyes, no mi niño, vas a la casa y de ahí buscaremos ayuda.

—Tú eres mi ayuda, no me dejes… —sentía un mar de emociones, sentía que perdía a Tom, la vida misma, sentía que necesitaba de droga para así armarse de valor y discutir esos asuntos con más lucidez, aunque eso sonara contradictorio. Sin la droga se sentía débil, confundido y vulnerable.

—No te dejaré… —Bill alzó su brazo para tomar la mano de Tom, y éste pudo ver la marca de la mordida, lo morada que se veía y a un lado como estaba escrito con algo filudo su nombre “Tom” —Por Dios Bill, qué hiciste… te cortaste el brazo —Bill le sonrió triunfante.

—Me tatué tu nombre… estás en mi piel…

—Estoy a tu lado, qué más, estoy aquí.

Parecía que Bill sentía que no era así.

***

La comunicación entre los dos comenzó a tornarse mala. Bill no quería provocar a Tom pues se sentía en total desventaja, la oveja negra, la escoria, la basura, el drogado, el bastardo de la familia. Y por su lado, Tom se sentía muy mal por herir a Bill, estaba pensando confiar en él otra vez y dejar de lado la idea de internarlo en un centro.

Estuvo lúcido dos días y al tercero volvió a escapar.

—Solo será uno, solo uno —caminaba por la calle sigiloso, temeroso y sobre todo tembloroso—. ¡Maldición! —no podía encontrar a sus amigos de la otra vez. Y Georg apareció a lo lejos— Ahí estás cabrón.

Bill sabía que debía entregarse a él. Ya no tenía autoridad sobre nadie, ahora era dependiente total de ese grupo de amigos, ya no era más el líder…

“Solo uno, solo uno” Se repetía a sí mismo una y otra vez como un mantra. Pero fueron dos y luego tres veces. Ya no sentía a la droga tan efectiva como antes, eso le fastidiaba. La maldita droga le había abandonado también…

Regresó a casa temprano, con el trasero que le escocía mucho, Georg se había pasado con él y no solo fue él, se dejó por otro tipo para su tercera dosis. Necesitaba ducharse con urgencia, no quería defraudar a Tom y se sintió un poco aliviado de que regresaba antes de la noche y esperaba no aparentar que estaba drogado, esta vez creyó que se había salido con la suya. Pero no era así. Al cruzar la puerta Tom estaba ahí, con los ojos rojos de llorar y con los puños apretados de la rabia que sentía el no poder confiar en él, y no estaba solo… Había una mujer vestida de traje sentada en el sofá la cual sonrió amable a Bill.

—Él es… —Dijo Tom tratando de calmar su llanto.

—Mucho gusto, Bill —se paró la mujer—. Mi nombre es Lucía y soy especialista en adicciones, estoy aquí para ayudarte.

—No lo necesito… No —retrocedió un poco, se puso nervioso.

—Siéntate por favor y hablemos —ofreció ella, pero Bill miraba a Tom, lo decepcionado que estaba y tenía una hoja de papel en sus manos—. Nada pierdes, estamos para ayudarte, queremos tu bien…

—No… yo… vine temprano, no pasó nada, deseo… deseo ir arriba, Tom, ven…

—Siéntate Bill —habló con voz rasposa—. Ven aquí…

—¡No! 

—¡Que vengas! —Bill se sintió angustiado y se sentó frente a ellos. Sus manos temblaban, se sentía acorralado.

La mujer empezó a hablarle de lo valioso que era la vida humana, que los problemas tenían solución y que Bill debía escoger y aceptar la ayuda voluntariamente. Solo él tenía el control.

—Tú decides Bill, pero antes que des una respuesta, aquí tu hermano Tom tiene unas palabras que decirte —Bill miró a Tom, como sus manos temblaban al sostener una hoja de papel en sus manos, suspiraba tratando de calmarse un poco, no quería llorar.

—Escribí algo para ti hoy, para este momento… Aquí va —dijo y enfocó su vista en la hoja de papel— Querido Bill, no sabes lo que significas para mí… Una vez te dije que eres mi todo, lo sigues siendo, eres mi mundo, todo lo que tengo, todo lo que amo, sin ti no sería el mismo, pero las malditas drogas te están alejando de mí, aunque no lo quieras aceptar, está pasando… —su voz se quebró y comenzó a llorar, Bill se sentía desesperado, no sabía cómo reaccionar o qué decir y Tom continuó—: Te amo… demasiado, con la misma intensidad a pesar de todo. Por favor acepta esta ayuda, acepta cambiar… por mí.

La especialista le había ayudado a escribir aquella carta, no juzgó su contenido ni todo lo que Tom quería expresar en ella.

—Te estamos ofreciendo ayuda, no estamos condenándote… —dijo ella— El centro “Esperanza” te ofrece un internamiento de tres meses, con la experiencia de haber rehabilitado muchos jovencitos que ahora no son adictos… —Bill agachó la cabeza.

—¿Por qué me haces eso, Tom? —ponerse en plan de víctima era una forma de defenderse. La especialista ya se lo había advertido, Tom estaba capacitado para persuadirle.

—Porque te amo, debes aceptar la ayuda… Por nosotros Bill, debes cambiar —aquello le hizo llorar, él odiaba eso y se puso ambas manos en la cara muerto de vergüenza y sintiéndose como mierda.

—No puedo… —sollozó fuertemente—. No puedo alejarme de ti… ¡No puedo cambiar!

—Podrás si quieres, debes quererlo —habló la especialista— Si no lo intentas no sabrás si funciona o no.

—Tom, no… no, dile que se vaya —se desesperaba.

—No… Esto es por tu bien, Bill… 

El llanto de Bill era tan desesperante como la vez que hicieron el amor, se sentía mierda, muy inferior y deseaba defenderse, se sentía atacado. Quiso levantarse para escapar de ahí, pero su vista se enfocó en Tom, que se había puesto de pie con los ojos llenos de lágrimas, en estado de alerta por si tuviera que correr tras Bill e impedir que escapara.

—Por favor Bill, por favor —tan amable como siempre era.

Las piernas de Bill temblaron tanto que terminó de rodillas sobre el suelo y sus manos se apoyaron ahí, el cuerpo tembló y se sintió morir. Tom se inclinó y le abrazó. Entonces Bill miró a la especialista.

—¿Cuándo me voy? —Tom lloró abrazándole, emocionado que había aceptado aquella ayuda.

—Si quieres ahora mismo, no necesitas llevar nada. Voy a dejarlos solos ahora mientras llamo a mi equipo. Bill, lo que hiciste ahora es de valientes, así se cambia, así se da el primer paso.

La especialista salió y Bill fue a darse una ducha, lo necesitaba con urgencia. Y luego salió con una toalla hacia su habitación, suspirando. Tenía una sensación extraña, como una ligera esperanza de que pudiera encontrar la solución a su problema y luego regresar a los brazos de Tom… Eso sonaba muy gratificante.

—Bill —entró Tom a su habitación con algo en sus manos. Bill se le acercó y Tom le dio un pequeño beso en sus labios—, tengo esto para ti —le extendió una cajita y Bill la abrió. Ante sus ojos un anillo brilló y él se puso serio— Los esposos tienen un anillo que les recuerda el pacto que una vez hicieron… Con este anillo lo tendrás presente, como una marca.

—Una marca…

—Sí —tomó su mano y se lo puso, luego la besó y Bill se sintió flotar. Pero luego reaccionó y escondió su mano tras su espalda y esquivó la mirada.

—Lo tendré presente —dijo serio—. Ahora… quisiera un poco de… privacidad —Tom se lo concedió.

Sentado en su cama, viendo lo tétrico que su habitación se había vuelto, sacó su libreta y se puso a escribir garabatos llenos de rabia… Tenía enojo consigo mismo pues se había dado cuenta que ya no tenía la fortaleza de antes... Ahora era como una marioneta de la droga.

“Deseo cambiar…” escribió en la última página de aquella libreta.

Salió de ahí y un grupo de señores le esperaban abajo, amables y todos sonrientes, le permitieron despedirse de Tom en la cocina antes de tener que subir al auto.

Besos intensos, lágrimas corriendo por sus mejillas, promesas bonitas y dulces, un mar de esperanzas del mañana, si todo saldría bien, tendrían una nueva vida.

—Cambiaré por ti —le dijo Bill.

—Te esperaré, cada día pensaré en ti…

Cruzó la puerta de su casa y subió al auto. A su lado subió un señor quien se presentó como su médico.

—Vamos, rumbo al cambio, no será nada fácil, pero no es imposible, ya has dado el primer gran paso, te felicito.



Bill le miró y algo en él latió, era su corazón, comenzó a creer que tenía uno…

4 comentarios:

  1. Hallo!
    No entiendo porque Bill siempre cae ;c

    Lo bueno es que acepto que tiene que recibir ayuda u.u' Espero que no le pase nada malo ahí adentro y que pueda lograr Cambiar!
    y no se estoy como Tom Ahorita, quiero creer que él si puede cambiar y que lo va hacer al final de los 3 meses, pero también pienso que me va a pasar lo mismo que a él, que creyó de nuevo en él y lo defraudo :c solo espero ya no sea así, porque no quiero que este fic tenga un final tan trágico que sea Bill Muerto T_T

    Hermoso y triste cap. x')
    Espero el próximo cap.
    Cuídate y besos!
    Zuii

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  2. ^^ que felicidad :D subiste rebelde :'D
    sabes, al principio del cap, me decía a mi misma "esto terminara mal"... pero conforme iba leyendo el desenlace, fue como :O "¡no!, aún hay esperanza en que todo termine bien" :D
    creo que Bill lo superará, bueno, quiero mantenerme positiva y pensar que así será :D
    Tom merece dejar de sufrir por ver a un Bill dañado continuamente, y que decir de Bill, merece sentirse bien y orgulloso de sí mismo...

    cuídate! besitos!
    Criis. ^^ :*

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  3. Es feo que Bill siempre caiga con la droga... la ventaja es que ya va a tomar ayuda profesional y así las cosas entre Tom y él mejorarán.

    Gracia spor subir capítulo, ya extrañaba leer este fic (:
    Saludos

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  4. me emociono siempre con este minific y ahora iwal :'c y mi sentimiento por Bill, aunque prometa cambiar, (me hiciste ODIARLO) no me convence por todas las veces que MINTIÓ (dejandose follar por cualquiera para conseguir esa porqueria ):'c y en realidad hay tantos chicas y chicas que se comportan asi :'c Que sea el final que la autora penso, solo diré... hasta el próximo! Te quiero DamitaRosa♥

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