lunes, 16 de septiembre de 2013

Vacaciones - 23

Hola a todos n_n espero les guste estos capítulos~ ya los chicos regresarán de sus vacaciones u_u ¡Los quiero!
Por Tom:

Bill sudaba junto a mí, lo que habíamos hecho aquella noche había sido lo más intenso de mi vida, jamás lo olvidaría.

No dormí, Bill lo hizo. Estuve despierto con él en brazos hasta que vi la luz entrando por una pequeña ventana. Besé su nuca, me daba la espalda desnudo pegado a mí, quería despertarlo haciéndole el amor. Quería, pero no podía, debíamos levantarnos y enfrentarnos a todo lo que vendría.

Sería mucho.

Al dar la completa mañana fui primero a la ducha, no quería salir de aquella casa así como estaba, además necesitaba despertar de una buena vez y una ducha sería perfecta.

Después de aquello, regresé a la cama, aún eran las siete de la mañana, no quería separarme de Bill, mi cuerpo frío lo despertó de inmediato, me miró embelesado y luego también decidió ducharse. Lo esperé.

Bajamos del cuarto de Georg y desayunamos en su casa. El abuelo nos dijo que regresaríamos a su “casa” o lo que quedaba de ella para ver a los animales, alimentarlos y esperar allá a nuestros padres que vendrían por nosotros cerca del mediodía.

Así lo hicimos, nos despedimos de Georg, él era amable y abrazó a Bill prolongadamente, eso me fastidió, pero bueno, debía controlarme, ya que hasta cuando estaba con el abuelo sentía celos, cómo le haría en Hamburgo cuando los ojos de la gente estuvieran sobre él, eso iba a ser difícil en mí.

Llegamos a lo que quedó de la casa, Bill y yo fuimos con el abuelo al establo, debíamos alimentar por última vez a las vacas, caballos, pollos y los dos perros que tenían ellos, además del Bambi, que era mío y de Bill, él único que había sido testigo de nuestras noches de amor. Felizmente era una animal y no podía traumarse. 

—Abuelo —llamó Bill—. ¿Crees que podamos llevarnos a Bambi? Es nuestro. —Miré al abuelo dudoso, negó con la cabeza.

—¿Quieres que muera?

—¡No! —respondió rápido—. Lo trataremos bien, tenemos un jardín, ahí podrá vivir.

—Con los ruidos de la ciudad, con la contaminación, con ustedes dándole su comida cuando les de la gana ni una semana podrá vivir, este animal es del bosque, no sobrevivirá en la ciudad. —Vi la cara de desilusión de mi hermano.

—Bill, te compraré una mascota, lo juro, tendremos todos los animales que nos venga en gana allá. —Aun triste asintió, le sonreí, todo lo que haría por él para que esté feliz. Sería capas de traerle el más exótico animal que se le pudiera ocurrir.

Entramos al establo y ambos nos arrodillamos ante el Bambi, le trajimos leche y se la dimos, él se había acostumbrado a nosotros, lo extrañaríamos, de verdad que sí. Ahí nos movía la cola mientras tomaba del biberón. 

—Lo extrañaremos en verdad —dijo Bill, él era muy emocional, no quería verlo triste.

—Ya Bill, es mejor que se quede, ¿no crees? Allá no podrá estar bien… aquí estará mucho mejor. —Asintió un poco triste. 

Nos sobresaltamos los dos al ver que el abuelo nos llamaba algo asustado, salimos del establo y había un alguacil hablando con la abuela, algo pasaba. Nos acercamos siendo mirados extrañamente por él.

—Estos son mis nietos, ellos estuvieron a la hora del incendio. —El abuelo nos presentó y este hombre empezó a hacernos preguntas… tenía un sospechoso que nos pidió reconocer, pero es que no habíamos visto a nadie ese día…

—No vimos a nadie, en realidad no podremos identificar a nadie. —Pero él nos mostró la fotografía de un hombre barbudo, moreno y dimos con él, el hombre de la cabaña.

—Sí —exclamó Bill—. Ese hombre vive cerca, bueno no cerca, pero vive en el bosque en una cabaña.

—Bien —dijo el alguacil—. Es sospechoso, delira cosas sobre quemar casas por los gemelos, sólo quería que lo reconocieran, está dando problemas últimamente. —Eso cayó por sorpresa… el tipo de la cabaña, ¿qué razones tendría para querer quemarnos? Se me vino la leyenda estúpida que tenía este pueblo, no había otra explicación…

Pero fue aliviante en cierta forma saber que gente loca lo hizo, porque pensar en que la gente normal tome esas medidas por algo que está en contra realmente sería repugnante.

(…)

Después de todo lo que nos aclararon, se levantaría una demanda por todo lo ocurrido, felizmente el teniente gobernador se comprometió en construir una nueva casa para mis abuelos, mientras tanto dormirían en la casa de Georg y vendrían a ver sus animales en el día. Eso era un total alivio para nosotros, en especial para Bill pues él creía que teníamos culpa. Ahora que había un verdadero culpable el alivió que sintió me lo trasmitió con una pequeña sonrisa.

Las horas pasaron y el auto de mamá se asomó por la entrada de la carretera, era el momento de despedirnos de los abuelos y de todo lo que vivimos con ellos y sin ellos claro, haber conocido un poco de su forma de vida, algunos consejos de la abuela jamás los olvidaría, ni sus recetas de comida ni nada de lo que había aprendido. Estaba seguro de que Bill había aprendido mucho también. 

Vinimos como hermanos distantes, regresábamos como pareja, solo esperábamos poder seguir juntos. Sólo eso pedíamos…

Nuestra madre bajó del auto acompañada de nuestro padre, ella se emocionó al ver la casa, empezó a llorar y fue directo donde su mamá, mi abuela, es que no quedaba nada de la casa… 

—Mis niños —nos llamó limpiando sus lágrimas y fuimos con ella, nos abrazó muy fuerte, ella era cariñosa, también nuestro papá, aunque en los últimos días, antes de venir aquí, la convivencia en casa era horrible, peleas, gritos e incluso hubo un intento de agresión, mi papá en una oportunidad estuvo a punto de pegarle a mi mamá, las discusiones se habían vuelto violentas cada vez. Es así como decidieron ponerle fin a todo eso yéndose a un campamento de parejas, y ahora se les veía muy unidos, mi padre la tomaba de la mano… regresaríamos a casa en parejas. Era la sensación más rara que había experimentado, pero es que así eran las cosas ahora.

Pasamos un tiempo ahí, viendo la casa, los escombros prácticamente, tantos recuerdos en aquellas cenizas. Bill me tomó de la mano mientras caminábamos mostrándoles todo a nuestros padres, ellos no se dieron cuenta de ese detalle, estaban tan concentrados mirando los escombros.

—¡Pero esto es increíble! ¿Por qué hacer esto? ¡Es una maldad! —exclamaba ella, asombrada.

—Tomi… —Los ojos de Bill se abrieron al estar en el lugar que sería supuestamente su habitación, ya quemada claro. Apretó mi mano y lo miré.

—¿Qué pasa?

—Mira… ahí… —Señaló con disimulo. En las maderas quemadas, aparecía el lomo de un libro ¡Dios! Mi libro de dibujo, me asusté un poco… ¿Acaso no se había quemado? Prácticamente corrí donde él y los saqué de ahí. El abuelo me miró celosamente, él sospechaba todo el tiempo. Limpié el libro de las cenizas, estaba intacto, Bill sonrió y se sonrojó un poco, claro que él sabía lo que estaba ahí adentro. Este sería como un tesoro, tal vez lo único que recuperaríamos de todo esto.

Pero no fue lo único que recuperamos, el celular de Bill yacía intacto debajo de algunos escombros, afortunado él yo lo había perdido todo prácticamente. 

Después de ver los escombros, y narrar cada cosa que nos había pasado a nosotros, obviando todo lo que tenga que ver con nuestra relación, era el momento de la triste despedida. Abrazamos a los abuelos prolongadamente, realmente les habíamos llegado a tener cariño a pesar de cada sermón que nos habían dicho por nuestra relación, ellos habían sido buenos con nosotros. El abuelo me llevó en privado por un momento.

—Tom… —Sabía lo que me quería decir.

—Abuelo, no le haré daño, a nadie, no haremos daño a nadie.

—Lo sé, sé que no quieres hacer daño, por favor, por mi hija Simone sé diligente, sé sabio, sé precavido, lo que piensas que puede ser tomado como algo aceptado para otros puede ser devastador, piénsalo… —Sus palabras sólo me causaban sentimiento de culpa, pero consideraría lo de “ser precavido”.

—Gracias abuelo… seremos precavidos.

—Pueden regresar cuando quieran.

—Lo haremos.

Y eso fue todo, Bill como siempre era sentimental, empezó a llorar al tener que despedirse de los abuelos y sobre todo del lugar, dejar la casa así. Pero lo hicimos, con un último abrazo a todos nos despedimos.

Subimos al auto y partimos, mis padres tan emocionados querían saber qué tal la habíamos pasado, Bill y yo permanecimos en silencio por un tiempo, él estaba triste y yo estaba pensando en cómo sería todo a partir de ahora. El viaje sería largo así que me acomodé como para dormir.

Un ruidito incómodo me despertó, el celular de Bill había captado señal, estábamos ya en una carretera principal, lástima que yo no tenía mi celular ni nada.

—¡Ahh! —grito emocionado al ver su celular encender y empezar a llegar muchos mensajes de texto y de voz—. Por Dios, tengo más de veinte mensajes. —Su voz era extasiada, me molestaba un poco, quise ver sus mensajes pero él se apartó de mí un poco—.Aww… Ahh… —Ahí iba otra vez, dio clic y a escuchar cada mensaje—. “Hola Bill, soy Gustav, sé que estás en tus vacaciones allá en el último rincón del mundo, hoy salí al cine y pues supuse que querrías estar aquí conmigo, te extraño a pesar de que es solo un día de verte, abrazos amigo”. —Carraspeé molesto, pero al parecer Bill no se percataba de mi estado—. Oh, más mensajes, ahh… “Bill, algo pasa con tu celular o no hay señal, estoy que te llamo como en cada noche, extraño hablar contigo, abrazos.”

—Bill, no quiero escuchar eso —dije cruzándome de brazos.

—Perdón, no tengo auriculares, es Gustav mi mejor amigo. —Claro que conocía a ese tipo, solía verlo en casa, me parecía aburrido, ¿cómo podía ser su amigo? —. “Bill, amigo, de verdad una semana sin ti se hace larga, salí hoy a mcdonalds solo, eso fue aburrido, solo quería decir que en cuando escuches estos mensajes me llames.” 

Me pegué hacia la ventana, no quería escuchar más. Para el mensaje número veinte estuve realmente molesto, no quería ni ver a Bill. Una sensación rara se apoderó de mí, él tenía amigos allá, tenía una vida que a pesar de ser su hermano gemelo yo no conocía del todo, o antes no me importaba. 

—El mes se va rápido, espero verte pronto Bill, un abrazo de tu mejor amigo, se te extraña como no tienes idea. —Cada mensaje parecía romántico, incluso uno de ellos fue un poema de la amistad según Gustav, decía algo como “sin ti no podría vivir…” En verdad me molestaba, no sabía cómo Bill seguía poniéndolos sabiendo lo celoso que era. Ese Gustav no era su amigo, ese Gustav quería con Bill, con mi Bill, podía imaginar sus pensamientos, y su cara al dejar cada mensaje, como modulaba su voz para sonar “sensual” a mí no me engañaba, quería con Bill y eso me ponía furioso—. Debo llamarlo, cuanto tiempo ha pasado. —Tuvo el descaro de decir—. Aló, Gustav ahh… sí, sí soy yo, hola, amigo después de tanto, estoy regresando… claro que quiero verte, oh sí, sí… sí… sí… —Mi sangre hervía—. Oh sí… sí… ahh… sí… —Lo fulminé con la mirada y él esquivó la mía algo nervioso, tenía puesta una mano en su pecho, respiraba agitado ¿Qué quería que pensara? Moví mis piernas impaciente, forme puños con mi mano, estaba al borde del colapso—. Ahora no puedo hablar… pero sí, claro nos veremos, llego en menos de… —Tapó el celular y miró al frente a mamá—. Mami, ¿cuánto falta para estar en casa?

—Cerca de una hora, cariño.

—En una hora, pero nos veremos más tarde, en dos horas, ¿te parece? 

Así quedó con ese “amigo” o sea, ni bien llegábamos saldría con él ¿Y yo? Estaba más que molesto, estaba furioso.

—Tom… —me llamó bajito poniendo su mano sobre mi pierna, a la que tomé y quité bruscamente—. Tomi… vamos, deja esa cara, es Gustav tú lo conoces —susurró para que papá y mamá no escucharan, ellos hablaban entre ellos sus cosas—. Tom. —No lo miraba, estaba muy molesto, hasta parecía que lo hubiese hecho a propósito, todo eso de escuchar los veinte mensajes, escuchar su respiración agitada de emoción y sus “oh sí… sí…” casi del mismo tono que usaba conmigo cuando estábamos en la cama y le hacía el amor, eso usándolo con su “amigo”, ese tal Gustav que si lo vería le metería una paliza por… por hablarle así a Bill con esa voz, y por su poema de la supuesta amistad y por solo mirar y pensar en Bill en todo este tiempo. Era mucho para estar molesto con él.

—Déjame —dije serio. Él retrocedió un poco y ahí se quedó con sus manos sobre sus piernas, nervioso, seguro que cuando llegáramos querría hablar conmigo, pero no, él saldría con Gustav; bien, que se diviertan. 

Llegamos y entramos a casa serios, molestos, nuestros padres nos preguntaban mucho, pero ninguno decía nada, la excusa era “estar cansados y aburridos”.

Subí a mi habitación a cambiarme de ropa, la que tenía puesta era de Georg, tomé una ducha y a pensar en retomar mi vida aquí. Bajé a buscar algo de comer a la cocina, ni rastros de Bill. Se alistaba arriba para salir.

—Tom —llamó mi mamá—. Cenaremos algo simple, por el viaje, ¿está bien? —Era perfecto, realmente no quería comer. Estuve en la sala pensando, tal vez había sido injusto con Bill… no pude más la ansiedad y subí a su habitación. Toqué la puerta sigiloso y él respondió un “pasa”. Entré y se sobresaltó por mi presencia. Él estaba sentado frente al gran espejo de su habitación, se estaba maquillando para salir, lucía hermoso, realmente bello con ese peinado liso y su ropa espectacular. Se alistaba para salir con otro. Suspiró resignado y volteó a verme.

—Tom… no me mires así; sabes, me haces sentir mal como si te traicionara, lo cual es falso. —Me senté en su cama, aun admirando su belleza.

—No quiero que nadie vea lo que veo yo… —dije sincero—. No quiero que nadie toque lo que es mío, ni hable con quien es mío. —Agachó la cabeza.

—Perdón —musitó—. Pero en serio, deja esos celos estúpidos, es sólo un amigo. —Se levantó de ahí y vino hacia mí. Se sentó en mis piernas—. Te amo Tom, jamás te cambiaría por Gustav ni por nadie. —Me sonrió y aun yo no dejaba de estar embelesado por toda su belleza, jamás lo había visto así mientras estábamos aquí.

Acercándome a él lo besé fuertemente, él puso sus manos en mi pecho tratando de separarse. —El maquillaje… —Apenas soltó cuando me separé para respirar, pero lo besé otra vez, poniéndolo sobre su cama, me abalancé sobre él ansioso y deseoso—. Tom… ahh… —Empezó a jadear, me separé un poco para verlo, con ese rubor en sus mejillas y su respiración agitada—. Cuando regrese… juro que lo haremos en mi cama…

—Lo juraste Bill, acuérdate, es un trato. —Quitando el cabello de su cuello, empecé a besarlo ahí, mientras él seguía gimoteando, removiéndose ansiosamente debajo de mí. 

—Tom… ahh… por favor. —Seguí, besando con saña—. ¿Qué pretendes?

—Marco lo que es mío… —respondí jadeando, haciendo fuerza en él, marcándole muy bien para que ese Gustav vea que mi nene tiene dueño.

Inmovilicé sus manos traviesas con una sola mano, la otra la llevé hacia su entrepierna abultada. — Tom, no… ahh… —Que no, que sí, le haría pagar por la mala pasada en el auto.

—¿No? —pregunté presionado su virilidad un poco, arqueó su espalda gimiendo, desesperado removiéndose de mi agarre. Demasiado sexy…

—Sí… ahh… —Apreté un poco más viendo y sintiendo como temblaba de puro placer, con la cabeza hacia atrás, gritó alto, se había corrido. Me miró molesto mientras jadeaba y le miraba con una sonrisita—. Me las pagarás esta noche, Tom. 

—Bien, lo hice para que quedara claro a quien pertenecías. —Miré su cuello, una marca roja estaba ahí—. Dejaré que termines de alistarte, cariño. —Me acerqué un poco y besé la punta de su nariz. Me levanté mirándolo por última vez, aun agitado cerraba sus piernas, agarró su almohada y me la lanzó.

—Me vengaré —dijo aún agitado.

Salí de ahí, de seguro se bañaría, cambiaría y alistaría otra vez, pero me sentía más tranquilo, aliviado de saber que me prefería a mí, así saliera con su amigo, regresaría y me demostraría cuan importante era.

Bajé a la sala al oír el timbre de la puerta, de seguro sería Gustav, bueno, quería verlo. Abrí la puerta y efectivamente era él. Bien perfumado, cambiado y con una sonrisa de menso encima, lo odiaba.

—Hola… —Eso dijo y quiso pasar de frente a la casa, qué se creía, lo detuve.

—Hola.

—Sí, vengo por Bill. —Su sonrisa me molestaba, mejor dicho todo de él lo hacía.

—Lo sé, él aún no está listo, tiene asuntitos por resol… —Enmudecí al ver que tenía una bolsa de regalo en su mano—. ¿Qué es eso? —pregunté molesto.

—Tom —dijo con voz pesada—. Vine a ver a tu hermano no a ti, ¿ok? —¡No! Quería alzarlo de su camisa y zarandearlo, quitarle ese regalo y mandarlo por un tubo—. ¿Puedo pasar? —preguntó amablemente.

—¿Siempre pasas? ¿Siempre subes al cuarto de mi hermano?

—¿Algún problema? Claro que siempre subo, es mi amigo, ¿qué te pasa?

—No, ¿qué te pasa a ti? Escuché el mensaje de texto que le enviaste, la poesía de amistad, y sabes…

—¡Hey, Gustav! —Mi hermano bajaba las escaleras, volteé a verlo, se había puesto una cafarena para tapar su cuello marcado, se había retocado otra vez, me mordí el labio tratando de reprimirme… cuando regrese, lo que le esperaría.

—¡Bill! —Volteé a ver a Gustav, su sonrisa, sus gestos me irritaban. Ambos en mi delante se abrazaron emocionados, como un reencuentro de novios, ¡Grr… me las cobraría con Bill! —. ¡Cuánto tiempo! Te compré algo. —Sacó de la bolsa de papel que tenía un oso ¡Un oso de peluche, para Bill! Un oso con una cara patética, eso no era amistoso, fulminé con la mirada a Bill que recibía de lo más normal ese peluche.

—¡Oh mein Gott! Otro peluche. —¡Otro! Hoy me reventaría el hígado de tantas molestias—. ¡Sabes que los amo, Gustav, no debiste! Es adorable. —Se dio cuenta de sus palabras y bajó la mirada—. Lo guardaré, espérame. —Subió rápidamente a su habitación, miré a Gustav, hubo un silencio prolongado entre nosotros y él me miró.

—¿Qué? —dijo al parecer incómodo de mi mirada.

—¿Siempre le regalas peluches a mi hermano? 

—¿Te importa? —Me sacaba de quicio, si Bill no hubiera bajado en ese instante juro que lo molía a golpes.

—Bien… —dijo un agitado Bill—. Vamos, estoy listo. —Me miró con dulzura—. Tomi, no tardaré, solo iremos a la peluquería a teñir mi cabello y luego iremos a Mcdonalds, solo eso, vendré pronto, espérame… 

—Recuerda nuestro trato, Bill —dije insinuante—. Te espero. —Me guiñó un ojo y salió.

Lo extrañaría y por este mal rato, cuando venga me las cobraría bien rico con él…

No sabía qué hacer para matar el tiempo. Detrás de la puerta escuchaba sus risas emocionadas, mi mente volaba muy rápido y decidí ver película para pasar el tiempo.

“Cuando vengas Bill, verás cuando regreses…”


Espero les haya gustado n_n hasta pronto<3 
Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. 

2 comentarios:

  1. ya volvieron a casa. ahora si la verdadera prueba de su relación comienza y Tom no puede con los celos, Bill racionara igual con Tom despues

    ResponderEliminar
  2. me gusto muchisimo :33 y eso que tom aun no se junta con sus amistades ... y su fama ... bueno solo queda a esperar el proximo capitulo :3

    atte vanne

    ResponderEliminar