Hasta el final de los tiempos - 12

Hola a todos *o* después de siglos, lo sé, espero no demorar más, retomaré mis fics porque me gusta mucho escribir. Espero les guste este capítulo.

Pamela estaba anonadada por lo que sus ojos habían visto… Su novio había sido besado por su gemelo mayor y eso era lo más raro que había visto en su vida. No había lógica aparente para ese beso, dos gemelos no pueden darse besos en la boca, pero ese concepto duró poco tiempo pues ahora podía comprender más los celos de Tom para con su Bill.

—Es enfermo —dijo en voz alta frente a los dos gemelos.

Bill avanzó hacia ella y la tomó del brazo para llevársela de ahí pues tenía el presentimiento de que Tom podría discutir en ese momento y ya habían tenido un día muy dramático por lo ocurrido con Georg.

—Voy a explicarte algunas cosas —dijo Bill jalándola del brazo y llevándola al sector de las camas.

Tom se quedó en la puerta del baño con una sonrisa extraña y un hormigueo en sus labios. Muchas ideas pasaron por su cabeza en ese momento, ahora que Pamela había visto el beso poco le importaría que Bill intentara ocultarle la relación especial que él creía tener… porque ya lo creía.

*

—No hay excusas, Bill, yo sé lo que vi y nada me hará cambiar de parecer, tu hermano está enfermo, ¿sabes lo que es el incesto aquí en nuestro país?

—Pamela, por favor, ese no es el punto —intentaba explicar un angustiado Bill. Sabía que no había excusa, las cosas tenían su nombre propio, pero él no quería perder a Pamela, menos en una situación como la que vivían en donde quizá no pasen del año o el mundo esté destinado a desaparecer.

—Entonces cuál es. —Se cruzó de brazos y lo miró a los ojos esperando una respuesta. Estaba molesta aunque más que eso, estaba decepcionada, ella quería un novio “completamente hombre”, la idea de imaginarlo con otro de su mismo sexo le causaba una extraña sensación de repulsión.

—Es mi hermano, él y yo estuvimos muy unidos por ser…

—Eso ya lo sé, eso no justifica que se puedan besar.

—Es que no es un beso como tú crees, tendrías que tener una gemela para saber el lazo especial que te une.

—No me convences…

—No busco hacerlo, ¿sabes? Sé que algo así no lo entenderás por más lista que seas, pero quiero arreglar las cosas antes que sea mucho peor. —Pero para Pamela las cosas habían sido mucho peor.

—No quiero ver que te besuquees con tu propio hermano, no me besarás luego, y no más del asunto.

Se levantó de su sitio y salió de la pequeña habitación. Bill se quedó fastidiado pues sabía que era culpa de Tom que su novia haya reaccionado así.

Tom pasó por la habitación encontrando a Bill sentado en la cama y sin rastros de Pamela.

—No vuelvas a acercarte, ¿entiendes? Estoy harto de los problemas…

—El que se me acercó fuiste tú, el que pidió conversar, no me vengas a poner límites que en un principio no supiste poner. —Bill terminó exaltándose y se puso en pie llegando a su altura.

—Pues ahora los pongo, no te me acerques, haz de cuenta que ni me conoces. —Se fue de ahí de regreso a la especie de sala en donde se proyectaba la película.

Georg había podido escuchar parte de la conversación, estaba despertando y se sentó en la cama. Tom se sentó a su lado con un semblante de tristeza total y Georg le puso una mano en su hombro.

—Amigo —le dijo Georg—. Nunca creí que ese tipo de cosas existían en el mundo, pero para lo que quedará de él, ¿a quién le tendría que importar que dos gemelos se enamoren? Y ¿qué ley te juzgará si ni eso habrá? —habló con fatalismo. Y Tom lo miró anonadado, su mejor amigo se había dado cuenta de su mayor secreto.

—Amigo, ¿no piensas mal de mí? —preguntó sorprendido.

—No. A decir verdad, si descubrí tu secreto, quizá debas descubrir el mío… todos escondemos algo que sabemos no está bien. —Tom abrazó a su amigo sintiéndose comprendido y sabiendo que lo había recuperado, al parecer se encontraba muy tranquilo, era extraño pero la pastilla lo había relajado y evitaba pensar en la realidad.

—No puedo imaginar lo que sea…

—Sé que no, lo he ocultado tantos años porque… yo… —Georg era un poco tímido para hablarle de ese tema que a nadie había confesado, pero ahora creía que iba a morir en algún momento, ¿de qué valía llevárselo a la tumba? Mejor y lo confesaba ahora, total, Tom estaba enamorado de su hermano, eso era aún más loco que su vergonzoso secreto—. Desde hace un tiempo me pareces… ya sabes, eres un buen tipo, Tom, aunque nunca aceptaré que me atraen los chicos, me atraes tú.

Tom se quedó sorprendido y serio. Sentado en la cama junto a su mejor amigo, ahora sabía un secreto que le comprometía directamente y no sabía qué hacer… quería mucho a Georg, era su mejor amigo, pero lamentablemente no sentía nada por él más que el cariño sincero de la amistad.

—Amigo, no sé qué decir, me tomaste por sorpresa… ni lo imaginaba. —Georg sonrió ante la cara de sorprendido que Tom tenía y suspiró disimuladamente.

—Esa fue una de las razones por las que acepté venir aquí, aunque luego entré en razón y es como si hubiera cambiado a todo y todos por… por ti. —Tom tragó saliva, pero mientras observaba el tranquilo semblante de su amigo se sintió ligeramente cómodo.

—Estoy seguro que pasaremos muchas aventuras a partir de ahora.

—Sí —dijo Georg con una sonrisa.

—¿Te sientes mejor ahora? —Georg se puso serio ante esa pregunta.

—La verdad que no, pero ahora siento esperanza.

*

La noche llegó y los gritos de las personas que estaban afuera se escuchaban hasta dentro del sótano.

Todos decidieron refugiarse al fondo, en la habitación. Sentados en las mantas y colchones, solo se miraban las caras los unos a otros sin pronunciar palabra, sabían que la epidemia estaba ya en el pueblo y la poca gente que quedaba escapaba de los muertos vivientes y los que no podían escapar se convertían en poco tiempo en errantes seres en busca de comida.

Los gemelos olvidaron sus diferencias por un momento. Estaban sentados frente a frente y el pie de Tom buscaba el de Bill. Aunque Pamela estaba muy al tanto de las señales raras que pudiera percibir, Simone la jaló a su lado para que, en silencio, le ayude a untar mantequilla en unas galletas, eso sería la cena con algo de té caliente.

Jörg sabía muy bien lo que estaba pasando afuera, tantas veces lo había soñado y ahora tenía una sensación rara en la boca del estómago y sus manos estaban muy frías y es que era porque estaba viviendo sus pesadillas en carne propia. Simone se le acercó con el té caliente y puso una de las manos de su marido entre las suyas para darle calor.

Georg estaba muy nervioso por los gritos que escuchaba, hubiera preferido mil veces estar bajo los efectos de alguna pastilla para dormir, pero debía resignarse.

—Creo que necesitamos distraer la mente —intervino Pamela con una sonrisa fingida en sus labios y Tom llevó una mano hacia su frente y se tapó los ojos para evitar verla.

—¿Qué propones? —preguntó una Simone comprensiva.

—No lo sé, pienso que sería bonito aprovechar este tiempo para conocernos mejor… quizá mucho de nosotros tenemos historias y cosas bonitas qué contar.

—No me parece —interrumpió Tom—. Hay gente muriendo afuera, gente que quizá conocemos y pretendes decirnos que nos contemos cuentitos, sinceramente no me parece.

—Tom —habló Bill con grave voz—. Dejemos atrás el pesimismo, ¿quieres?

—¿Pesimismo? ¡hay gente muriendo!

—¡Basta! —gritó Jörg poniéndose en pie y todos los presentes lo vieron—. Debemos hablar de las estrategias que utilizaremos para sobrevivir, debemos empezar con el entrenamiento y deseo que todos funcionemos como un todo, como un equipo ya que de eso dependerá nuestra supervivencia.

Todos se tornaron serios y se dispusieron a escuchar, ninguno quería morir, eso estaba claro, ninguno quería gritar de dolor como las personas afuera ni tampoco convertirse en uno de esos muertos vivientes

—Necesitamos mantenernos en silencio y poner vigilantes por turnos, esta noche seré yo y quisiera que alguien me acompañe para empezar e ir enseñándole lo que tiene que hacer como vigilante; haremos un rol de turnos, mejor si lo designamos de dos en dos pues mientras dos vigilan en la noche, el resto dormirá y cuando sea de día cambiarán de puesto y responsabilidad, solo así garantizaremos sobrevivir.

—Estoy de acuerdo —dijo Pamela muy entusiasmada—. Si quiere puedo ir con usted esta noche, deseo aprender.

—Eso me gusta jovencita. Hoy haré turno con Pamela, mañana será con Georg y luego Bill, Tom y Simone. Dormiré en el día mientras no hay mucho peligro, pero en las noches… en las noches todos ellos, los muertos, salen pues el sol y calor los debilita, los mayores peligros estarán en la noche y debemos estar muy bien preparados.

Y así fue como Pamela fue junto a Jörg esa noche. Bill le dio un beso de buenas noches y luego la dejó ir hacia la entrada del sótano, ahí Jörg le explicaría el uso de las armas, dónde disparar y cómo hacerlo, además de que debían estar con las mascarillas puestas pues el aire podría estar contaminado.

Simone alistaba las camas y Tom prefirió irse junto a Georg a la cama que les correspondía. Ahora la sensación era distinta al momento de recostarse en la cama. Bill pudo escuchar la especie de risa que ambos tenían mientras se acomodaban y eso le llenó de extrañeza e incomodidad, en cierta forma quería ser él quien le causara esa risa a Tom.

—¿Quieres ponerte aquí? —preguntó Tom a Georg, quería que se pusieran en medio de los dos para así no tener que verle la cara a su hermano.

—Claro. —Para Georg no hubo problema alguno y pasó por encima de Tom entre risas nerviosas.

Bill los miró serio y luego le dio la espalda a Georg evitando verlo y se acomodó en su cama. —Espero no seas de roncar, Georg —dijo molesto.

—No, Georg no es de esas impertinencias como otras personas, no confundas —intervino Tom con una sonrisa. Bill se puso la almohada en el oído para no tener que escuchar más, buscaría dormir a como dé lugar.

Simone casi no pudo dormir bien pues la preocupación de su marido y la chiquilla habladora le quitaron el sueño.

Allá, en la entrada del sótano, Pamela casi temblaba por lo que podía escuchar, los gritos y sonidos raros provenientes de los seres errantes que caminaban fuera de la casa y golpeaban las lunas, la puerta y todo lo que diera a su paso.

*

Las ciudades fueron arrasadas durante los días. El tiempo pasaba tan lento y cada día se volvía más tedioso que el otro. Ya no había ninguna emisora de radio que funcionaba y debían ahorrar la luz cosa que causaba muchas discusiones pues solo encendían los pequeños lamparines cuando se hacía oscuro pero era solo para alistarse para dormir, luego debían apagar toda energía.

La comida era siempre la misma, ya no habían galletas, ahora todo eran conservas de pescado, frijoles semi cocidos y té o agua sola. Eso ocasionaba muchas discusiones pues ya estaban hartos de lo mismo.

Habían visto todas las películas y si alguna faltaba no sería más vista pues debían ahorrar energía.

Georg había tenido algunas crisis durante los días, Tom siempre estaba a su lado para calmarlo y todos los presentes se habían dado cuenta de que eso funcionaba más que los fármacos que también debían ahorrar.

Pamela y Bill se habían unido otra vez, andaban juntos y eso causaba conflictos con Tom quien ya ni le hablaba. A Bill le molestaba mucho, pero no podía hacer nada ante eso, mejor evitar problemas, esa era la clave, cuanto más evitaban las discusiones podían estar tranquilos, así que cada quien andaba lejos del otro.

Una tarde, los gritos dejaron de escucharse muy seguido y la sensación de tranquilidad llegó. Todo parecía “normal”, como un pueblo silencioso y Bill tuvo la genial idea de salir del sótano.

—Apoyo la idea —dijo Georg—. Estar encerrados por ¿cuántos días? Ni idea, pero esto me está matando.

—Esperen un momento —dijo Jörg preocupado—. El hecho de que no escuchemos nada no quiere decir que la atmósfera no esté contaminada, está contaminada y debemos esperar.

—¿Cuánto más? —preguntó Bill.

—Quizá un mes, un mes duran mis pesadillas…

—¡No! —Todos los presentes, menos Simone, comenzaron a gritar, un mes era demasiado, apenas llevaban una semana y se sentían enjaulados, estaban hartos y cansados de lo mismo, querían salir por comida, y sobre todo por ver la luz del sol.

Jörg demoró en calmarlos, pero luego de tanta insistencia logró hacerlo, de todas maneras él también quería nueva comida. —Solo podremos salir dos ya que hay trajes para dos.

—Hay para tres.

—No podemos salir muchos, ¿no entienden? Debemos ser cuidadosos.

—Yo quiero ir —dijo Bill muy decidido.

—No, no y no —intervino Simone—. Ninguno de mis hijos saldrá.

Otra vez las discusiones comenzaron, era lógico que ambos padres no dejarían ir a ninguno de sus hijos, pero era el sentir de ambos gemelos el querer ir. Bill quería hacerlo para conseguir nueva comida, en cambio Tom deseaba salir para ver cómo estaba el mundo afuera, estaba harto del encierro.

Las discusiones parecían no acabar, todos se gritaban unos a otros, era como si no pudieran controlarse y casi Georg termina golpeando a Jörg y Tom a Pamela cuando se detuvieron por los gritos histéricos de Simone.

—¡Ya basta! —gritó con todas sus fuerzas y todos los presentes, ya cansados, guardaron compostura.

—Mamá, estoy decidido a salir —dijo Bill serio y calmado, mirándola a los ojos. Pamela fue a su lado para tomar su brazo, pero Bill miraba fijamente a su mamá.

—Hijo, no creo que sea buena idea, mejor que vaya tu padre, él es quien sabe de estas cosas, a nos ha advertido del peligro de esos seres.

Todos miraron a Jörg, era cierto que él sabía mucho del futuro y el actual presente, era lógico que sea él quien vaya, pero justamente por el temor a lo que veía en sueños, era el que menos deseaba salir.

—No, no iré, me basta con decirles que no es el momento para salir, ya les dije que debemos esperar.

—Papá, saldré quieras o no —desafió Bill, parecía desesperado por salir que estaba seguro que lo haría así tuviera que escapar. No tenía temor, sus ganas por traer comida, por buscar alguna salida eran tales que eso le impulsaba a tomar ese atrevimiento.

—Yo iré con él —intervino Tom y Pamela se puso en alerta.

Ambos gemelos se miraron a los ojos y Bill sintió un calor extraño en el pecho. La idea no le desagradaba para nada y aunque Simone se negó y Jörg amenazó con castigarlos si seguían con esa insistencia, ambos gemelos caminaron hacia la salida del sótano en donde comenzaron a sacar los trajes especiales para ponérselos y no contaminarse.

—Están locos, no pueden hacerme esto —dijo Simone. Pero luego Jörg recordó uno de sus sueños y tomó el brazo de Simone para calmarla.

—Tranquila, quizá sea lo mejor, ellos sabrán protegerse, ya los he entrenado, es mejor si ellos van a uno de los que quedamos, Pamela y Georg no han sido muy bien entrenados, tú tampoco y yo… yo, pues, yo no deseo ir.

Simone se angustió mucho, pero luego de minutos ambos gemelos estaban con los trajes negros puestos y aunque Pamela quería darse a la aventurera y acompañarlos, Bill se opuso.

—Tranquila —le dijo Bill tomando su rostro con ambas manos—. Esto lo hago por ti, vendré sano y salvo, no te preocupes. —Le dio un pequeño beso y luego se puso la máscara con un balón de oxígeno a su espalda.

Todos retrocedieron para que la puerta se abriera y ambos gemelos subieron a la salida del sótano llegando a la parte posterior de su casa llena de polvo y vieron cerrarse la puerta tan rápido a su tras.

Dentro del sótano, Simone gritaba angustiada, pero afuera, ambos gemelos se miraron por las máscaras y Tom extendió una mano la cual Bill no dudó en tomar.

Saldrían a un nuevo mundo.

 Salieron a un mundo caótico... veremos lo que puede pasar :D
Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer *-*