miércoles, 14 de agosto de 2013

El Hada Azul - Capítulo final

Hola a todos *-* aquí el capítulo final de este pequeño fic, espero les guste~
ACLARACIÓN: los capítulos que faltan en mi blog, los encuentras en Thficción n_n
Estaba ahí… como haber encontrado una aguja en un pajar, como si el destino hubiese querido darles ese privilegio, como si las casualidades no existieran y todo hubiese sido controlado, premeditado…

Tom tomaba las manos frías de Bill el cual temblada de solo verle, sonreía de oreja a oreja y quería decirle tantas cosas que sus nervios le impedían. Tom suspiró y se sacudió para reaccionar, jaló a Bill, atrayéndolo a su pecho para luego besarle fugazmente en sus suaves labios.

—No puedo creerlo… —le dijo Tom y el otro se ruborizó un poco.

—Quizá es el destino, no pensé encontrarte, estamos ya por regresar a Haverbeck —dijo apenado.

—Ya veo… ¿cosas de trabajo? —Bill asintió.

—Tengo tanto que contarte, Tom, tu mundo es… es fantástico y a la vez atemorizante —Tom asintió.

—Es así, pero también la vida aquí es hermosa porque puedes relacionarte con personas a las que llegas a amar —le sonrió, aún mantenían sus manos entrelazadas—. Regresaré a Haberveck contigo, no hoy, pero lo haré ni bien pueda y… te haré feliz Bill, lo prometo.

Los ojos avellana del de cabellos negros se aguaron, él no quería llorar, pero había tantas emociones que querían rebalsarse. Tom le abrazó otra vez, parecía como si soñara. Los labios de Bill buscaron los suyos tímidamente, y Tom tomó su rostro con ambas manos para besarle como se es debido, con mucho amor. Que agradables sensaciones eran recordadas, sacadas de la memoria para repetirlas otra vez.

Su papá le había mentido… Bill no sería capaz de venderse para alejarse de él, bastó aquel tierno beso para darse cuenta de que sus sentimientos para con él seguían intactos, eso le llenó de tranquilidad, era lo que más quería saber, estar seguro de su amor.

Pequeños besos eran depositados con cariño por el largo cuello de Bill, quien mantenía los ojos cerrados, los labios semiabiertos respirando por ahí y las mejillas muy calientes. No quería romper esa cercanía o poner alguna resistencia, todo lo contrario, quería que Tom siguiera más y que le dijera toda clase de cosas lindas como solo él sabía hacerlo.

—Te extrañé, te extrañé demasiado que dolía… —le decía al oído, Bill le abrazaba dejándose besar. Tom lo tomó por la cintura para llevarlo hacía la cama que ahí estaba. Bill abrió los ojos; oh, él quería tanto sentir a Tom mucho más cerca, lo anhelaba a gritos, todo él, pero sabía que Bianca regresaría, sentiría mucha vergüenza si ella les viera en semejante situación.

—Oh, Tomi… no… —le rechazó lamentándose, claro que Tom no había pensando en sobrepasarse. Solo lo sentó en la cama.

—Descuida, no haré nada indebido, aunque… —aquella mirada lo decía todo, Bill tocó su pecho sintiendo el retumbar de su acelerado corazón y le sonrió tímido.

—También quiero —se mordió el labio—. Pero aquí no… —agachó la cabeza.

A Tom se le ocurrieron muchas cosas. Y es que cuando uno está enamorado suele planear mucho, una sonrisa se formó en sus labios.

—Bill, hablaré otra vez con mis padres, ellos están por llegar mañana o pasado…

—¿Estás solo? —preguntó con tristeza. Tom asintió, pero él amaba la soledad sin sus padres en aquel lugar, pues siempre estaban recriminándole de todo, de sus errores pasados, él no podía creer que sus padres creyeran que él era semejante a un delincuente, ¿acaso no le conocían? Él ya no podía sentirse cómodo con ellos que siempre recalcaban aquel error de robar un examen. 

Pero se defendería de alguna manera, agotaría todas las estrategias posibles y rogaría por regresar y si aquello no funcionaba, escaparía, lo haría si fuese posible, y si no lo fuese, pensaría en otro plan.

No se rendiría.

—Lo estoy, pero ese no es el problema. Deja que hable con mis padres y… espérame en Haverbeck, regresaré allá, lo prometo —Bill le sonrió y suspiró emocionado.

Pronto, una Bianca algo nerviosa tocó la puerta y Bill le abrió, ella entró viendo a los dos jovencitos algo nerviosos como ella.

—Tom, hijo, me meteré en un gran lío si tus padres se enteran de que estuviste aquí, en la habitación con Bill, no quiero llevarme más mal de lo que ya me llevo con ellos —pidió con mucha pena.

—Descuide madrina, yo me estaba por ir… Es increíble que estén aquí, me alegraron el día… la semana entera —sonreía emocionado mirando de reojo a Bill.

Bianca le permitió quedarse un poco más en su habitación, los tres tuvieron una conversación de cómo iba todo e incluso Tom le dijo sus planes de querer regresar, Bianca estaría gustosa, para ella Tom era como su hijo. Ella le animó a que hablara con sus padres, que sea diligente y persuasivo, Tom suspiró, arriesgaría mucho, pero tenía una gran motivación.

Las horas pasaron y Tom regresó a su habitación, odiaba tener que alejarse de Bill, definitivamente no dormiría. Bill se quedó con Bianca y ella pudo percatarse de todo su nerviosismo y ansiedad, pero ella no podía permitirle hacer una locura de esas… Podía meterle en serios problemas.

—Lamentablemente no —le dijo cuando éste se atrevió a pedirle permiso—. Si otras fueran las circunstancias, claro que sí, pero esto sería arriesgado, le perjudicarías —Bill asintió y desistió de su pequeño plan.

Se fue a dormir con todas las emociones revueltas. Estaba enamorado y eso le daba fuerzas para querer seguir. Cerró sus ojos y luego de removerse tanto en la cama logró dormirse. Y como era de esperarse apareció en sus sueños un hada, ésta le miraba ya no con desaprobación, parecía no estar molesta. Solo se posó en su hombro y le susurró al oído “gracias por no olvidarte de nosotras, por no vender la fórmula… no te molestaremos más, tú perteneces al mundo de los humanos ahora” Bill se sintió aliviado por aquello, era lo que quería escuchar, era como cerrar una página hermosa de su vida para vivir otra. Estaba lleno de esperanza aunque solo faltaba que Tom regresara por completo a él.

***

Algunos días habían pasado y ya habían regresado a Haverbeck. Aquello había provocado lágrimas en el pelinegro, sentía que sus emociones dominaban todos sus sentidos, se sentía atado a Tom y ahora que era conciente que estaba lejos, sufría.

Bianca le preparó un pastel y permitió que su perrito Max entrara en el cuarto de Bill para alegrarlo un poco.

—Verás que pronto se solucionará… además, los padres no pueden controlar a alguien de por vida —Bill la miró con los ojos aguados y abrazando al pequeño perrito.

—¿Y si no regresa? —Bianca le miró fijamente y le sonrió.

—Sí no regresa, planeamos regresar nosotros —Bill le sonrió y ella le abrazó—. Ahora debes alistarte que nos toca turno en la clínica, los pacientes no pueden verte en este estado —Bill asintió secando sus lágrimas.

***

Era la tercera vez que Tom insistía… Sus padres se habían negado, para todo era un rotundo no.

El padre recogió la libreta de notas de su hijo y regresó al hotel, sus notas eran las peores, estaba furioso.

—¿Cómo osas pedir regresar si eres el peor alumno de tu clase? Definitivamente no —sentenció él y Tom no pudo más, se llenó de rabia comenzando a gritar y a descontrolarse… Y no era que quería montar una escena rebelde, simplemente ya no podía más con la desesperación que le inundaba.

Simone no soportó verlo así y luego que Jörg lo golpeara sin descanso ella interrumpió con las pocas fuerzas que le quedaban. Tom estaba sobre el sofá con algo de sangre que le salía de la boca, odiaba ser aún pequeño y no poder enfrentarse a su padre.

—¡No quiero que lo maltrates! —gritó la frágil mujer— ¡No le hemos hecho ningún bien desde que le trajimos de Haverbeck! ¿Con qué cara le reclamas buenas notas? —Tom se arrastró para llegar a su cama, estaba harto.

La discusión entre ambos padres prosiguió toda la noche, Tom estaba seguro que el siguiente paso sería escapar, no había otra salida.

Pero al día siguiente, su mamá fue a despertarlo muy temprano.

—Tom, hijo… —éste la miró algo conmovido.

—Mamá…

—Shh… voy a llevarte a la estación de tren, acabo de llamar a Bianca, regresarás a Haverbeck, pero no a la escuela en donde estuviste, regresarán a la casa… —Tom no lo podía creer, se le lanzó en los brazos agradecido por aquella decisión.

—¿Estarás bien? —de todas maneras él sabía que su padre era algo violento… no quería que su mamá se convirtiese en víctima de él.

—Lo estaré, lo prometo y… pronto estaré allá contigo —aún mantenían el abrazo.

—Yo quiero mami —su niño interior afloraba, de todas maneras ella era su madre, y nadie, por más bueno que fuese, reemplazaría ese concepto y ese sentimiento que tenía hacia ella. Lo mismo pasaría con su papá, Tom no cargaba odio en su corazón para él, solo que lamentablemente su convivencia no funcionaba y ello se debía a los años que creció lejos de ellos… Ya nada sería lo mismo. Nada. 

***

Bianca estaba emocionada, cuando la señora Kaulitz le había llamado, ella estaba en la clínica, Bill ayudaba a unas enfermeras a bañar a un paciente con parálisis, y ella se dedicaba a poner medicamentos en cada botellita para cada paciente internado ahí. 

A lo lejos veía a aquel jovencito que no tenía un pasado aparente, su dedicación por las personas, su vocación de servicio, veía un buen fututo y no le incomodaba el hecho de que tuviera un romance con su ahijado, con algo así de inocente ella no podía estar en contra.

Regresó a casa en la tarde, hablaba con Bill sobre diagnósticos de los pacientes, a veces Bill mencionaba nombres que ella no conocía, las hadas tenían su forma particular de llamar a las enfermedades, Bianca le enseñaría los verdaderos nombres. Y además le incentivaría a estudiar formalmente.

—Es algo que debes hacer si quieres ser doctor, es indispensable que estudies más que trabajes —Bill le miró algo angustiado.

—No tengo documentos, no tengo nada…

—Tienes conocimientos y con respecto a documentos, pronto tendré dinero suficiente para tramitar todo aquello, no te preocupes.

—Entonces sí quiero estudiar —declaró con una sonrisa, entrando en la casa y buscando con la vista a su perrito Max. Bianca no podía ocultar sus nervios, pero Bill era tan inocente que ni se percató de ello. Ella miraba su reloj, apenas faltaba una hora más.

Cenaron algo censillo, Bill no dejaba de hablar y hablar sobre lo que haría mañana en la clínica, Bianca reía porque veía en él un futuro doctor.

—No sabes lo feliz que estoy, no pensé que la vida de un humano fuese tan… no sé, diversa, si tan solo Tom estuviese aquí, sería tanta mi felicidad —ella le miraba comprensiva.

—Él vendrá, estoy segura, quizá tan pronto como no tienes idea… Quizá, así como mis historias, cuando el joven pedía un deseo, había un Hada Azul que se lo cumplía… Quizá debas de pedirlo, Bill, alguna te escuchará —El menor suspiró ante ello y asintió, él creía en hadas, claro, él había sido una. Cerró los ojos.

—Quisiera que Tom regresara —pidió con un sonrisa en sus labios, pidió concentrándose en Clara, su hada madre.

Y el timbre de la casa de madera sonó, Max, el perrito, ladró emocionado y Bill abrió los ojos algo sorprendido.

—Anda a abrir la puerta a tu deseo —le mandó Bianca, Bill pestañeó algo confundido— ¿Acaso dudas? —retó ella.

—No… enseguida —se levantó de ahí y corrió desesperado a la puerta. Y al abrirla, su emoción fue tal que se le lanzó en los brazos…

Su deseo cumplido, ni le cuestionó nada a Bianca, él tenía la seguridad que fue Clara quien se lo había concedido…

—¡Mi Bill! —Tom le abrazaba fuertemente, al fin en casa. Bill vio que traía maletas… no se había escapado, venía para quedarse para siempre.

Luego que se besaran, Bianca apareció para saludar al que tomaba como hijo. Tom le dio una carta en donde Simone especificaba que ella podía regresar a la casa anterior y que sería nuevamente contratada para velar por la crianza de su hijo, eso era todo lo que ella quería en la vida.

Aquella noche estuvieron los tres conversando en la sala, jugando con el perrito, compartiendo nuevas informaciones y armando planes, a qué escuela iría Tom, cómo sería el horario de Bill ahora que habían priorizado estudiar; tantas preguntas que necesitaban ser planeadas una a una.

Pronto la hora de dormir llegó, en aquella casa se respiraba un aire de tranquilidad, aún sí Bianca fue bastante clara para con Tom, nada de encuentros íntimos en su casa a tan corta edad, le daría una nueva habitación temporal y luego pensarían en regresar a la otra casa la cual era más grande.

Tom besó los labios de Bill y luego le abrazó.

—Esto será el comienzo de mucho —le dijo Tom—. Ya no puedo esperar a que sea el mañana.

—Tampoco yo, jijiji —reía nervioso—. Hasta mañana mi Tom… dulces sueños.

—Soñaré contigo, mi Hada Azul…

***

Los días habían pasado y ambos chicos iban juntos a la escuela. La madre de Tom lo sabía, pero prefería estar tranquila de pensar que su hijo estaría mejor allá, Jörg también lo sospechaba, pero evitaba tocar el tema… Total, como dice el dicho, ojos que no ven, corazón que no siente. Por dentro se sentía culpable por todo el dolor que un día le causó y por no haber estado junto con él en sus mejores años. Pero ya no había marcha atrás.

Bill y Tom amaban tomarse de la mano rumbo a casa, entrando por un sendero en el bosque el cual nadie seguía, era como parte de ellos dos.

—Debo ir a la clínica… —le decía Bill algo apenado pues eso implicaba dejar a Tom.

—Claro que debes, es tu trabajo y es genial, yo avanzaré la tarea y en la noche te espero en casa —Bill le sonrió.

—Te amo Tom —le dijo sonando tan natural, el mencionado sonrió bajando la cabeza y luego abrazó a su novio, rodeándole la cintura.

—Regresa temprano hoy… —le susurró cerca de sus labios y Bill asintió. Antes de salir del bosque se besaron y luego fueron a casa.

Tom le extrañó toda la tarde, pero alistó una pequeña sorpresa para Bill… Esa noche Bianca se quedaría en la clínica, Tom sabía aquello, así que fue al bosque por algunas flores… Sabía que Bill las amabas y que alguna vez de una de ellas había nacido… Las llevo a la casa y las esparció en la cama. Se metió al cuarto de Bianca para tomar sus velas aromáticas y adornar así su habitación en donde esperaba que Bill aceptase pasar la noche con él. Su estómago se contraía de nerviosismo de tan solo imaginar aquello. Metió las manos en uno de sus bolsillos, ahora sabía lo que debía tener bajo la manga para no dañar a su Bill, puso aquella botellita debajo de la almohada y esperó.

Minutos que se hacían horas, comenzó a creer que nada funcionaria y cuando estuvo por frustrarse escuchó la puerta abrirse y una melodiosa voz llamar su nombre.

—Tomi… —el aludido bajó las escaleras viendo al bello chico que me llamaba, fue para saludarle.

—Creí que demorarías más.

—¿Cómo crees? ¿Hay algo de cenar? —preguntó inocente, claro que había algo de cenar preparado por el mismo Tom.

Cenaron juntos hablando de su día a día. Para Bill no podía pasar desapercibido el extraño nerviosismo de su novio, algo pasaba o algo tramaba. Y luego de lavar los platos y asegurarse que todo estuviera en su lugar, se animó a preguntarle.

—¿Pasa algo? —Tom le miró con algo de temor.

—Hem… —avanzó hacia él y le tomó de la mano— Te tengo una sorpresa —y Bill vio como sus mejillas se coloreaban de rojo, se puso curioso.

—¡Quiero saber qué es! —Tom le jaló de la mano rumbo a la habitación.

Y cuando le abrió la puerta aquel lugar tenía un olor a bosque de flores, para Bill fue como recordar sus orígenes, se quedó en el lumbral contemplando aquello mientras veía a Tom encender cada vela y luego éste le miró extendiendo su mano, ahora Bill compartía su mismo nerviosismo, la invitación estaba clara…

—Quiero que… quiero que esto sea el inicio de todo lo que vendrá —le dijo Tom con la voz extraña por los nervios que le invadían. Bill caminó hacia él y asintió.

—Yo quiero comenzar siempre contigo… —Y sus labios fueron besados.

Aquella noche fue única, fantástica y mágica. Aunque eran dominados por el temor y la incertidumbre, ambos se entregaron el uno al otro con mucha pasión.

Bill no tenía mucha vergüenza a la hora de mostraste a Tom y éste quedó fascinado por lo que sus ojos veían. El pelinegro se aferró a los hombros de Tom en cuanto éste entró por completo, Bill casi ni lo creía, lo que Tom le había hecho minutos antes había funcionado… Tom le miraba a los ojos y todo su cuerpo temblaba ante aquella sensación desbordante de sentirse dentro y Bill no se quejaba, todo lo contrario, abría la boca y gemía en cuanto el otro comenzó a moverse.

Lágrimas salían de las orbes del pelinegro, mas éstas no eran de dolor solamente, eran de goce, Tom podía sentirse totalmente satisfecho con lograr su objetivo. Se abrazaron y besaron hasta que esto último no fue necesario… declaraciones de amor y muchas caricias les llevaron al máximo del placer.

Aquella noche fue perfecta. 

Bill descansaba en los brazos de Tom. Su mente no podía escapar de aquello que había acontecido minutos antes y aún su corazón vibraba intensamente. Aquello debía repetirse.

Tom miraba los cabellos de su amado que tenía la cabeza apoyada en su pecho, sonrió cuando lo escuchó tararear una canción.

—Gracias por la agradable sorpresa… Ahora me toca a mí sorprenderte —Bill le canturreó para luego erguirse y verle a los ojos.

—A ver, mi Hada Azul… —Bill sonrió y luego de segundos se vio una cantidad de pequeñas luces afuera de la ventana. Tom se asustó y cubrió el cuerpo de Bill.

—¿Qué es eso? —Bill le sonrió poniendo una mano en su pecho para calmarlo.

—Son ellas, las hadas, se muestran ante ti por mí… —Tom pestañeó unas cuantas veces— Ya no me odian, hice la paz con ellas, me han perdonado amarte…

—Más les vale —habló Tom un poco alto abrazando a Bill en son de pertenencia. 

Y en la ventana se vio dibujada unas letras las cuales ambos leyeron.

“Sean felices…”

Ellos no lo serían, ellos lo eran.



Fin.

Fue lindo escribirlo *u* espero les haya gustado, muchas gracias por leer~

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