Adultez - 9

Hola a todos *-*~ me emociona subir un capítulo nuevo de un extenso fic, no sé por qué aún tengo inspiración para este, espero me digan qué les pareció este capítulo~ ¡Los quiero!

Bill salió de esa casa con la sensación de que quizá no regresaría más… se sentía humillado y aunque sintiera amor por Tom esta vez se había dado cuenta de que le hacía daño.

Sus muñecas se habían puesto moradas por la presión de cuando lo amarró y ahora que estaba fuera de casa solo se sintió un poco desorientado y perdido. 

Debía irse para no volver, pero esa sensación le hizo gemir en un quejido, no quería hacerlo, quería ver a Tom pese a todo lo que había acontecido minutos antes.

Recordó que el profesor Jared le había dicho que podía llamarlo cuando lo necesitara, así que sacando su celular, marcó su número y apenas pudo decirle que lo fuera a recoger. No quería ir a su casa luego de lo que había pasado.

El profesor no tardó en llegar y como era sábado no tenía muchas cosas que hacer.

Bajó de su auto y lo vio apoyado en la pared de una de las residencias, con el celular en la mano y con el semblante decaído. Fue corriendo a su encuentro y jalándolo de un brazo lo abrazó.

—¿Qué pasó esta vez? —preguntó mientras Bill se aferraba en ese cálido abrazo—. Casi puedo adivinarlo.

—No creo soportar más —dijo con pequeña voz.

Se separaron y se vieron a los ojos, el profesor lo miraba comprensivo, para qué le reprocharía estar por ese barrio, sabía muy bien que había visto a Tom y por esa razón estaba así. Se quejó cuando le tomó de las muñecas para acariciar sus manos y aunque Bill no quiso, el profesor le remangó la chaqueta viendo las marcas.

—No puede ser…

—No pregunte, no diga nada.

El profesor lo miró a los ojos y sintió unas inmensas ganas de abrazarlo otra vez, de besarlo y llevárselo muy lejos.

Una moto se estacionó cerca de su auto, frenó tan rápido que el sonido los alertó y Bill logró ver la silueta conocida de quien le aceleraba el corazón. 

Tom había salido de casa, quería despejar su mente, regresar a ese bar que días antes había ido, ver a ese chico rubio para decirle cosas sucias y olvidarse de todo, pero supo reconocer el auto del profesor y claro, luego se percató de que Bill estaba parado cerca de una pared y que curiosamente Jared tomaba sus manos. Eso logró molestarlo mucho, y decidió frenar.

Bill se quedó paralizado de los nervios y rápidamente se soltó del profesor. Abrió la boca para decir algo, pero Tom retrocedió un poco con la moto para acelerar otra vez.

—¡Tom! —gritó, pero cuando quiso correr, ver la forma de tenerlo, el profesor tomó una mano—. Qué hace, profesor, Tom se va…

Y se fue, tan rápido como pudo acelerar, dejando un polvo en el aire.

Para Tom todo estaba más que claro, Bill había llamado al profesor tal y como él se lo había dicho, le había gritado que se fuera con el profesor y había obedecido al pie de la letra. Él sobraba en ese asunto.

—Profesor —reclamó Bill, estaba molesto porque Tom se había ido así, de seguro estaba pensando algo malo.

—Basta Bill, basta de correr tras él luego de lo que te ha hecho.

—Usted no sabe —lo miró molesto.

—Me basta con ver esto. —Sacudió sus muñecas que las tomaba con ambas manos—. Es hora de cambiar Bill, ya te lo he dicho siempre.

—Es que… hoy, bueno, profesor, es tan complicado de explicar.

—Ven conmigo.

Lo jaló hacia su auto y Bill fue, claro que miró hacia la pista por si veía a Tom estacionado en alguna parte y lo cierto era que no, Tom no volvería a frenar nunca más por Bill.

*

Legó al bar y estacionó la moto. Se asomó por la puerta y sintió que al menos tenía algo de suerte esa noche, el rubio estaba a un canto de la barra con una coleta alta, una polera de mangas cortas y jeans celestes claros, ceñidos, estaba cruzado de piernas y bebía un trago de una pajilla. 

Suspiró fastidiado, detestaba tener que buscar a alguien cuando no estaba bien, sentía que este había sido el problema más grande de su vida aparte de lo que pasó con Vicky que en cierta forma lo relacionaba a un solo problema: Bill, el causante de todos sus males y lo que recientemente sentía: mucho odio.

Le gustó la sonrisa que el joven rubio le dio al verlo, le hizo sentirse especial, algo que con Bill no pasaba últimamente, se sentía tan despreciable, sucio y un cerdo, nunca antes le había pesado esas sensaciones, pero ahora sí y eso también se lo atribuía a Bill.

Andrej se levantó de su sitio ni bien lo vio entrar y al tenerlo cerca lo abrazó y lo saludó con un extraño beso en la mejía.

—¿Qué te trae por aquí? No pensé verte luego de ese día… —Tom apretó su trasero con una mano con descaro, sabía que era un chico fácil y no quería rodeos.

—Vine por esto. —Andrej sonrió y un pequeño rubor se afirmó en sus mejillas.

—¿Estás seguro? La última vez tú te fuiste… ya sabes. No volveré a ir si no va a pasar lo que ambos queremos.

—La última vez fui un estúpido y lo lamento. —Sonrió buscando conseguir su objetivo—. Traje dinero.

Esta vez no hubo en Tom la culpa… ese sentimiento abandonó su mente cuando él mismo sabía que debía olvidar a Bill porque ya todo estaba hecho.

—¿Ya no estás enamorado? Vaya Tom, qué rápido olvidas… —Ese comentario le molestó, pero Andrej sonrió para que no lo mirara mal—. Vamos… —ofreció Andrej jalando de su mano.

Salieron del bar y caminaron por esas calles oscuras rumbo a lo que sería un hotel de esos de mala muerte, pero a Tom le incomodó algo en ese momento, así que tomó a Andrej de la mano y le ofreció subirse a la moto.

—¿Dónde me llevarás? —Tom le sonrió y le dio un piquito en sus labios.

—Ya verás… hoy dejarás de ser un simple chico de bar.

Tom estaba muy desmoralizado, se sentía un asco, había una inmensa incomodidad que no lo dejaba en paz, así que quiso reivindicarse llevando al joven a un hotel de lujo. Ya tenía sus tarjetas de crédito de vuelta además de las propinas de su abuela, era el chico de dinero que siempre fue… el que iba a las mejores fiestas y gastaba dinero en mujeres bellas… bueno, en esta ocasión no sentía ganas de estar con una mujer, sabía que eran complicadas, no eran prácticas como Andrej, sabía que podía pagarle a una prostituta, pero tampoco se le hizo buena idea… algo había en él que le hacía preferir a los chicos, quizá como forma de recordar a Bill y su especial anatomía, Andrej era delgado, alto y blanco, aunque no parecido a Bill, pero sabía que no podría encontrar otro así de fácil.

Andrej estaba impresionado por ver solo el estacionamiento del hotel, era enorme, hermoso y se intimidó cuando Tom le dijo para entrar. Estaba con zapatillas gastadas y sus jeans semi rotos, estaba hecho un desastre.

—No importa —dijo Tom—. A nadie le importará.

—Oh, Tom, en serio, nunca antes me habían traído a un lugar como este, ni los mejores clientes… nadie hace algo así.

—Pues yo sí, nos bañaremos en su jacuzzi y pediremos la mejor comida. Vamos. —Extendió una mano y Andrej la tomó.

Esa noche sería especial…

Tom sacó la tarjeta y gastó lo que sería pagar ocho mensualidades del departamento que había alquilado con Bill… uno simple, uno como para la clase media y sonrió para sí mismo pues volvía a recuperar su clase, aunque luego, cuando fue hacia el ascensor con Andrej se percató de que era una bajeza acostarse con alguien que ni conocía… pero él era así, siempre había sido así, ¿por qué esa maldita culpa?

—¿Pasa algo? —preguntó Andrej al verlo ido, serio y poco contento a su comparación que no dejaba de sonreír y ver todo el lugar de lujo como un niño pequeño miraría una tienda de juguetes.

—No pasa nada…

Entraron a la habitación y Andrej se recostó en la cama, encantado de su tamaño y luego caminó por todo el lugar estando asombrado.

—¡Hay un jacuzzi! ¡wow! ¡Tom, mira, son frutas de verdad! —habían frutas, vinos y aperitivos. 

Tom se imaginó a Bill y sus ojos brillando… cada vez que Andrej se daba la vuelta, Tom lo observaba como si fuera Bill, de seguro Bill reaccionaría así y luego le diría algo como “Oh, Tomi, esto es tan caro…”.

—Tom, esto debió costar mucho… siento que no podré recomenzarte ni poniéndome en todas las poses que quieras —dijo riendo un poco y Tom se percató que por más que quisiera ver a Bill, Andrej jamás le llegaría a los talones—. ¿Puedo tomar un baño? Quisiera… ya sabes, complacerte.

—Claro, es nuestra habitación por veinticuatro horas, has todo lo que quieras, pide todo lo que quieras.

Andrej saltó emocionado y se fue al baño.

Tom se recostó en la cama con un pequeño dolor de cabeza que se intensificó cuando recordó a Bill tomado de la mano de ese profesor, le dio mucha cólera verlo así, con otro hombre que sabía que era mejor que él, correcto, elegante, decente, todo lo que Bill quería… Tom no sabía cómo así Bill se había fijado en él, y comenzó a dudar de su amor.

*

Bill comía galletas en la casa del profesor y éste tenía una crema para sus marcas en las muñecas. Estaban sentados en el sofá y Bill no tenía muchos ánimos de nada de lo que Jared le había ofrecido.

—¿Me permites? —pidió el profesor queriendo tomar sus manos—. Debo curarte eso. —Bill dejó el plato de galletas sobre la mesa del centro y le dio sus manos—. No puedo creerlo, mira nada más que salvajada con tus preciosas manos.

—Profesor, no soy una muñeca, sé que se ve mal, pero no duele…ahh —le dolió la presión que Jared hizo—. No duele —dijo con grave voz, haciéndose al fuerte.

—De acuerdo, pero esto es de vándalos, deberías hasta denunciarlo.

—Oh, no, no lo haré, no quiero hacer nada… Profesor, debí detenerlo, él estará pensando mal, lo puedo asegurar, debe estar creyendo de que estoy con usted.

—Pues que lo crea y así te deja en paz de una vez. —Bill se quedó callado por un momento, debería hacerle caso al profesor.

Jared lo miró y notó su decaimiento, le dolió verlo así, quería que sonriera como lo había conocido, que sea ese jovencito lleno de energía y buena voluntad, pero solo lo veía deprimido. 

Terminó de echarle la crema y acarició sus brazos, Bill se puso un poco nervioso por eso, y luego el profesor lo jaló para abrazarlo y besar sus cabellos. —Bill, si supieras lo mucho que te valoro y te aprecio, me entristece verte así por alguien que no vale nada.

—Quizá sea porque Tom es el primero en todo, no puedo dejar de quererlo a pesar de saber que no es un buen tipo… hoy hizo algo que me sorprendió. —Se quedó pensando aun estando en los brazos del profesor, pensó en el detalle de la libreta rota—. Él… él rompió la libreta.

—Vaya.

—Profesor, él la rompió como renunciando a ser lo que es…

—Eso no se puede, Bill, lo sabes.

—Yo me enamoré de él con todo y sus defectos, solo no creí que fuera capaz de meterme en esa lista, de compararme con todo lo que él hizo, creí ser único.

—Pero no lo eres Bill, para él no eres el único, eres uno más de tantos.

—Pero él lo rompió profesor, y yo quería hablar con él en ese instante, pero me echó de su casa… y luego, quizá ahora esté pensando cosas que no son. Me siento mal.

Jared no entendía eso, el rencor que sentía por Tom creció y abrazó más a Bill quien puso un poco de resistencia, sabía de las intenciones del profesor y lo miró a los ojos con súplica.

—Bill… —llamó tomando su rostro en ambas manos—. Si me das una oportunidad podré hacer que olvides a ese hombre que te hizo daño, yo sé lo que es eso, olvidar a quien no te hace feliz y aunque lo quieras eso es posible si tú lo deseas.

—Siento que no puedo, quizá usted pudo con Shannon, quizá para usted las cosas pasaron así, pero siento que en mi caso no será así.

—¿Volverás con quien fue capaz de amarrarte, desnudarte, abusarte y echarte de su casa? —Bill se quedó pensando, mirando los hermosos ojos celestes del profesor—. Eso es ser masoquista Bill, y luego ¿qué? Luego te violará, te hará más daño y te dejará… porque siempre regresas detrás de él. 

—Tom tiene su corazón, lo sé, Tom… él me ha demostrado muchas cosas buenas. —Bill buscaba en su mente esas cosas buenas y solo podía recordar el proyecto de investigación, lo que hizo por su mamá y el apoyo que le dio para el departamento—. Vale la pena, profesor… —Tomó las manos de Jared y las retiró de su rostro—. Si yo le doy la oportunidad, usted sufrirá pues yo no lo quiero… lo siento.

—Eso se aprende, Bill y yo seré muy paciente. Piénsalo bien, con Tom solo tendrás sufrimiento.

—Profesor… —se quejó y Jared tomó ambas de sus manos incapaz de controlarse en ese momento. Y lamentablemente a Bill le faltaba mucho por aprender en la vida, tal como Tom se lo había dicho una vez, él era muy maduro para trabajar, para estudiar, para ser un buen chico, pero para el amor era un perfecto niño… no era el adulto que debía ser.

Le faltaba ser firme en sus decisiones, no dudar, no mostrar debilidad. Jared sabía eso y por eso, se aprovechó de la situación sabiendo que hacía mal, jaló a Bill y lo besó en los labios. Las manos de Bill se soltaron y fueron hacia el pecho del profesor queriendo evitar el beso, pero las manos de Jared jalaron de su cintura con algo de rudeza… y a la mente de Bill vino Tom, solo él besaba así, fuerte, tosco.

Jared sintió que se agitaba y Bill gimió un poco para luego terminar de separarse.

—Creo que debo irme —anunció nervioso y Jared tomó su mano poniéndose de pie junto a él.

—No me negarás que ese beso te gustó. —Jared lo había notado y el sonrojo de Bill lo confirmaba—. Sé que me sobrepasé, lo siento…

—Usted también se sobrepasa como lo hace Tom, entonces no tiene porqué criticarlo.

—Bill, por favor, entiéndeme, mi intención no es hacerte daño, lo juro. —Bill suspiró buscando calmarse.

—No quiero que me bese —fue claro, mirándolo a los ojos y Jared asintió.

—Prometo no hacerlo, pero no te vayas.

Bill tampoco quería regresar a casa, además era muy tarde, supo que era buena idea quedarse con el profesor.

Jared le mostró un cuarto en su pequeño y acogedor departamento, le dio unas mantas y besó su frente para desearle buenas noches. —Mañana habrá postre en el desayuno.

—Gracias profesor.

—Dime Jared, solo Jared.

—Gracias Jared.

Luego de que Jared abandonara la habitación, la trancó con seguro por si acaso, y luego decidió que era buena idea dormir de una buena vez, mañana regresaría a su casa para pedirle a su mamá le ayudara con la mudanza, dejaría el departamento que tenía con Tom y buscaría olvidarlo, aunque muy dentro de él estaba la duda, extrañaba a Tom, al Tom de antes…

Su teléfono sonó y se asombró de ver que en la pantalla decía “mi Tom”. Bill se sentó en la cama viendo que eran más de las dos de la madrugada, ¿por qué Tom llamaba? Tuvo miedo, pero tampoco quería colgar.

—¿Aló? —contestó con pequeña voz. Podía escuchar la música fuerte, parecía una fiesta y una risa de un joven.

—Bill…

—Tom, ¿dónde estás? —preguntó preocupado, y Tom se asombró de que no le reclamara, que no le dijera algo como “¿para qué llamas?”, y no supo qué decir. Bill escuchó la voz de un chico decirle “¿llamas a tu novio?” y eso le molestó, Tom estaba acompañado.

—Estoy en el Hotel Tokio, en una fiesta.

—Vaya… —dijo molesto, algo en su pecho dolió.

—Llamé a esta hora porque antes de seguro estabas follando con el profesor, no quería interrumpir.

—¿Para qué llamas? —dijo molesto, ese comentario le había incomodado y sus manos se habían puesto frías, su estómago dolió y quería gritarle a Tom cómo así era capaz de pensar que él se acostaría con otra persona.

—Solo quería que sepas que no te odio, no quería que pensaras eso cuando te eché de casa.

—Tom, yo… yo no quiero que pienses que yo me acostaría con alguien más, no lo haré.

—Pero puedes hacerlo, eso ya no me importa, es más, estoy así como tú también, hago uso de mi libertad… —Podía oír la risa del otro joven y creyó que nunca antes había sentido tantos celos como en esos momentos… perdía a Tom, Tom ya lo había cambiado por otro.

—No puedo creerlo Tom, eres de lo peor…

—¡Sí! Creí que te quedó claro, soy un cerdo, ya antes te lo había dicho, así me conociste, Bill.

—¡Te odio, Tom! —gritó con la frustración del momento—. Te odio tanto por hacerme todo esto.

—No te hago nada.

—¿No te das cuenta? Para ti siempre fue más fácil todo esto, fácil para ti salir y follarte a quien sea, pero para mí nunca fue así, no debí permitir que me tocaras ni mucho menos que un cerdo como tú sea el primero en mí, mi primer amor, mi primera vez te la di, te di todo mi corazón, me enamoré de ti y ahora tú…

—También te di mi corazón.

—¡No digas eso, no me confundas más! 

—Digo la verdad, también te di mi corazón, también me enamoré…

Se lo digo otra vez! Veremos qué más pasará...

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