viernes, 25 de julio de 2014

Cautivo - 9

Hola a todos~ en estos momentos de seguro estoy yendo a trabajar o en el trabajo n_n pero dejé esta publicación programada para que así no tengan que esperar tannnto. Ya saben cómo es el fic, es complicado u_u y sí, está basado en el síndrome de Estocolmo.

Habían pasado algunas semanas más y entre los días a veces Bill estaba bien, y otras era un manojo de nervios y llanto. Todo porque a veces Tom era diferente con él.

Bill aún no podía descifrar lo que le pasaba. Pero cuando estaba solo simplemente se sentía morir. 

Por más dinero que Tom tenía, no podía confiarse, debía trabajar para conseguir una vida mejor, además de que planeaba hacer un viaje con Bill, por ello debía trabajar más duro, y eso implicaba tener que dejar solo a su cautivo. 

Sus horarios eran largos, había logrado conseguir un trabajo más estable y era todo el día, regresaba en la noche cansado y no había tocado a Bill en días.

Es que lo último que hablaron sobre eso Bill enfatizó no tener nada con Tom, él quería ser más bueno con Bill, no más forzamientos, además siempre estaba cansado.

Bill ahora podía estar con ropa en casa, Tom le había comprado algunas mudas, pero últimamente prefería andar en bóxers.

En las noches dormía con Tom, pero él sólo le besaba la frente y le daba las buenas noches. En la mañana, preparaba el desayuno de frutillas que tanto le gustaba, besaba suavemente su mejilla y le dejaba solo en casa.

*

Al regresar a casa, lo encontró llorando, era demasiado tarde. Estaba en la sala con su violín sentado en la alfombra semi desnudo.

—¡Tom! —exclamó al verlo. Y Tom casi corrió hacia él preocupado.

—¿Qué ha pasado? —Le abrazó y cargó—. ¿Qué pasó, Bill?

—No lo sé… sniff… —Se sintió estúpido, simplemente la soledad lo volvía así, frágil y débil—. Estoy solo aquí y tú… te vas todo el día, llegas tarde.

—Lo siento… —Aún no dejaba de abrazarlo, se sentó en el sofá con él sobre sus piernas—. Sabes que tengo que trabajar, este nuevo trabajo es así, pero siempre estoy pensando en ti y mira. —Sacó de su bolsillo una cajita—. Te compré algo. —Bill tomó el estuche curioso y lo abrió, era una gargantilla con un colgante de un símbolo de paz.

—¿Para mí? —Se sorprendió y Tom secó sus lágrimas.

—Sí, hoy me pagaron y quise comprarte algo, sé que te gustan esas cosas, los accesorios. A ver trae. —Tomó en sus manos el colgante y se lo puso, vio que le quedaba muy bien—. Perfecto como tú. —Le sonrió y Bill se tranquilizó—. Aún tengo más. —De su bolsillo sacó otra cajita negra y Bill supo qué era. Maquillaje—. Sé que te gustaba pintarte, te quedaba genial… me gustaría que lo siguieras haciendo. —Bill lo miraba asombrado y tomó la cajita.

—Muchas gracias. —Rodeó con sus brazos su cuello y se quedó ahí, no queriendo separarse de él. 

Las manos de Tom pasaron por sus suaves costados hasta su cintura sintiendo como Bill suspiraba de gusto en su cuello, él no quería hacerle daño, ya no más de lo que ya le había hecho con quitarle su libertad. Además al día siguiente tendría más trabajo, él sabía que si seguía tocando a Bill terminaría forzándolo a que se acostara con él.

—Bill… debemos dormir, o al menos yo, mañana tengo trabajo y…

—No —interrumpió—. Yo dormí todo el día. —No le daba cara, estaba acurrucado en su cuello, se movía mucho, como un gatito, trataba de acomodarse sobre Tom.

—¿Qué quieres hacer? A esta hora no hay nada Bill, es tarde, no puedo sacarte, no podemos ver alguna película, sólo deseo bañarme y dormir. —Bill se agitó un poco, no sabiendo qué responderle.

—Está bien —dijo bajándose de su regazo, pero Tom le detuvo agarrándolo de la mano.

—¿Qué pasa? —Bill estaba serio, realmente él quería saber qué le pasaba, pero tenía un sentimiento incrustado en el pecho, algo que no podía explicarlo, lo único que sabía era que no quería separarse de Tom, quería estar con alguien y sentirse reconfortado.

—No lo sé… —Agachó la cabeza.

—Perdóname, por tenerte aquí y hacerte infeliz. —Tom pensó que había llegado el momento de abrirse un poco con Bill, él tenía mucha culpa de toda esa tristeza—. Sé que me odias, lo admito, soy un hombre muy malo, arruiné tu vida sólo porque me dio la gana de hacerlo. —Bill lo miraba sorprendido, jamás pensó que Tom le dijera todo eso.

—¿Alguna vez tú… alguna vez me dejarás libre? —preguntó bajito con un ápice de esperanza.

—No. —Fue su escueta respuesta—. Al menos no lo he pensado—¿De qué valía entonces la respuesta? Se alejó un poco de Bill, éste sólo se quedó mirándolo un rato procesando aquella información, sería cautivo para siempre.

No había a otro en quien aferrarse que no fuera Tom. Eso lo impulsó a seguirlo y abrazarlo con desesperación, temblando de miedo, de angustia.

—¿Bill? —Sólo lloraba—. Oh… ya basta. —Tom no sabía cómo reaccionar en casos así, la única vez que intentó consolar a alguien había sido rechazado, no pensaba volverlo a hacer—. Basta, Bill. —Sus lágrimas mojaban su pecho y alzando un poco los brazos lo rodeó con éstos, Bill se dejó abrazar e intensificó su llanto. Se sentía roto y vacío, se sentía muerto en vida—. Shh… —le susurraba, Tom aún no entendía por qué Bill lo abrazaba si lo lógico sería que lo golpeara, que lo insultara, que lo odiara más de lo que ya debería estarle odiando. 

Las manos de Bill hacían ovillos su chaqueta, la estrujaba y mojaba con sus lágrimas, sus temblores y respiraciones entrecortadas sólo hacían sentir aún peor a Tom.

Lo alzó en sus brazos, cargándolo para llevárselo a la habitación. Bill sólo se dejaba aún no pudiendo calmar su llanto desesperado. Lo recostó en la cama, y buscó algo con qué calmarlo. Lo tapó con una frazada que había comprado para él, una celeste con estrellas plateadas, era tan infantil pero Tom pensó que a Bill le gustaría, y así fue, cuando se la dio, el niño saltó tanto de la emoción que Tom pensó que era un conejo.

Bill aún no pronunciaba palabra alguna. Seguía sollozando bajito, tratando de calmarse, Tom le pasó un pañuelo y él se sonó la nariz, pestañeó muchas veces tratando de deshacerse de las lágrimas, suspirando hondo, dejó de llorar poco a poco. Tom estaba sentado a un lado viéndolo y acariciando su cabeza.

—Voy a tomar un baño —dijo dejándolo solo, Bill no pudo reclamar nada.

Cuando Tom hubo acabado, regresó con toda la intención de dormir en su cama, Bill aún permanecía callado, con la mirada perdida. Se recostó junto a él y apagó la lámpara.

—Buenas noches —dijo y besó su frente, sintiendo a Bill suspirar tranquilo. 

*

La noche pasaba y Bill se removía mucho en la cama, Tom se sentía incómodo, una mano de Bill se posó sobre su cadera, y parte de su pierna, rozó la suya suavemente, Tom abrió los ojos frente a Bill, y los vio brillar en la oscuridad, abiertos como expectante de algo.

—¿Qué? —preguntó Tom—. ¿No tienes sueño?

—No… —Su voz sonó rota.

—He tenido un día largo. ¿Quieres algo?

—¿Me quieres? —preguntó nervioso, con el corazón a mil, como si su vida dependiera de la respuesta a esa pregunta. Tom titubeó un poco, la pregunta le llegó sorpresivamente, no sabía qué responder porque no sabía.

Ahí, recostado frente a Bill, pensó si alguna vez quiso a alguien más que a Cindy, si alguna vez sintió que ese sentimiento lograba disminuirse. 

Pero la respuesta era que la seguía queriendo, aunque ese amor se había convertido en algo doloroso, un recuerdo amargo, sin embargo en su corazón estaba ella, esa desgraciada, maldita que lo abandonó y lo convirtió en el monstruo que era, capaz de hacer lo que hacía, quitarle la libertad y la capacidad de elegir a alguien. 

—¿Tú? —Fue lo que pudo responder, otra pregunta que lo mantuvo a la expectativa.

—Yo pregunté primero —dijo firmemente. 

—Exijo que me respondas tú.

—No. —Con el ceño fruncido se dio la vuelta dándole la espalda a Tom, quien se frustró y extendió sus manos para sostenerlo de la cintura y voltearlo para que lo encarase, percatándose de algo. Bill estaba completamente desnudo.

—Pero…

—Déjame. —Se removió y Tom lo soltó. 

—Bill… —Pegó su pecho a la espalda de éste sintiéndolo temblar nervioso—. Ya sabes cómo soy…

—Aún no lo sé, aún me confundes —dijo bajito con la voz entrecortada.

—Oh, no llores, no más llanto. —Empezó a frustrarse. Pero pensó en cómo calmar a Bill, así que con algo de temor, decidió probar, se acercó aún más y besó su hombro descubierto—. Precioso… Bill. —Escuchó como jadeaba—. Tan suave… —Pasó sus manos por su cuerpo—. Tan perfecto… —Besó su nuca y luego su espalda, bajando cada vez más.

*

Palabras y más palabras, todas ellas resonaban en la habitación y la respiración de Bill se agitaba en una sensación placentera. Él quería creerle, realmente sí. Su cuerpo respondía a las caricias de Tom, pero la pregunta inicial sin respuesta, rondaba su cabeza… “¿Me quiere?” Al parecer no, al parecer sólo quería su cuerpo. 

Bill, inseguro y dependiente, se entregó a Tom, demostrándole la respuesta a su pregunta, Bill sí lo quería, aunque no lo quisiera aceptar, aunque sabía que era incorrecto.

Abrazó a Tom con una desesperación de fusionarse con su cuerpo, permitiéndole llegar a lo más hondo de él, quería que le atravesara el cuerpo, que supiera que todo él era suyo.

—¿Estás bien? —preguntó Tom al ver salir tantas lágrimas y que todo su cuerpo temblaba incontrolable, gemidos y sollozos salían de sus labios mientras Tom se movía sobre él con un suave vaivén, no quería hacerle daño. Los brazos de Bill se aferraban a sus hombros atrayéndolo y cerrando sus piernas alrededor de su cintura, atrapándolo—. Oh, Bill… —Las caderas de Bill se movían al compás de Tom.

—¿Me quieres? —preguntó entre gemidos y al borde del orgasmo.

—Oh, joder… Bill… —No quería decirlo, recuerdos de Cindy estaban en su mente, se sintió muy mal por eso. Y vio descender más lágrimas de los ojos de Bill.

*

La noche fue larga, Tom le hizo el amor más de una vez, Bill no se cansaba, él quería que Tom lo quiera… lo cierto es que la mente de Tom estaba en otro lado, por más que quería a Bill en cierta forma, esto no era suficiente para decirle que lo que sentía, no estaba seguro del todo, en otras palabras, quizá no lo quería.

Bill hizo algo que sorprendió a Tom, después de separarse y tratar de normalizar sus respiraciones, Bill se le acercó y lo besó, tomó la iniciativa que nunca tuvo. Bill ni sabía cómo hacerlo generalmente era Tom quien lo besaba y Bill sólo se dejaba, quedándose quieto, siempre Tom se aprovechaba. Pero esta vez, Bill era quien lo besaba, un suave beso que Tom recibió como el más preciado de los regalos de Bill, sus labios temblorosos se movían y sus lágrimas mojaban sus mejillas.

Tom pensó que no había tenido algo más intenso que eso, esta noche había sido demasiado y tenía pensado no ir al trabajo mañana.

—Nos iremos muy lejos —dijo Tom al separarse—. Te llevaré conmigo… —Bill se aferró a su cuello, aún con el vacío interior de sentirse no querido. Al menos sabía que Tom no lo dejaría.

Las horas pasaron y ambos durmieron. Bill tuvo pesadillas que Tom atendió, tratando de hacerle ver que estaba con él. Aunque parte de sus pesadillas se debían a Tom. Era algo que se contradecía en la mente de Bill y en cierta forma lo atormentaban.

Al día siguiente, horas después de lo sucedido. Tom llamó a un compañero de trabajo diciéndole que no iría a trabajar ese día. Quería pasar tiempo con Bill.

Se levantó de la cama y fue a ducharse otra vez, Bill aún descansaba boca a bajo removiéndose en toda la cama. 

Fue hacia la cocina con una toalla en su cabeza, debía decirle a Bill que lo trenzara otra vez, las trenzas que tenía ya estaban deshaciéndose. Preparó un desayuno de frutillas del bosque con yogurt, sabía que a Bill le encantaría, algunas veces ambos habían salido al bosque por aquellas frutillas. 

Puso música en la sala para esperarlo, el día se le hacía bastante digno de vivirlo a paso lento. Muy pocas veces sentía eso, pero ahora dentro de él crecía una pequeña esperanza de sentirse querido y aceptado, aunque fuese un monstruo capaz de hacer todo lo que hizo. Suspiró tratando de borrar de su mente todas aquellas cosas que le hizo a Bill. 

Un sonido algo extraño lo sacó de sus paz, un auto aparcaba al cerca a la carretera, lo puso en alerta y lo asustó. De inmediato entró a su habitación con una soguilla en mano y una mordaza. Bill se sobresaltó y lo miró.

—¿Tom? —Se le acercó y lo inmovilizó en la cama—. Ahh… —se agitaba asustado.

—Tranquilo, sólo debes quedarte aquí, no te dejaré. Alguien viene. —El corazón de Bill casi se salió de su pecho—. Pero debes permanecer callado, te amordazaré—. Tomó el rostro de Bill y lo miró amenazante—. No intentes nada o juro… —cerró sus ojos—. Juro que te haré daño —dijo con rabia. Bill sólo asintió asustado.

—No haré nada. —Se dejó amarrar rápidamente y se dejó amordazar. Tom lo cubrió con la manta celeste y salió rápidamente de la habitación. 

Alguien ya tocaba su puerta y nervioso fue a ver quién era.

Salió de su cabaña y se dirigió hacia la puerta principal pasando el pequeño jardín, miró por la ventanita que tenía en la puerta y se quedó petrificado.

—Hola, Tom… —le saludó la rubia, Cindy, estaba parada frente a su casa con una mochila en su hombro, con una ropa deportiva, una coleta, sin maquillaje en el rostro, con un labio partido. Ni la sombra de la ejecutiva que fue antes, de la mujer bella y esbelta, no quedaba más que una maltratada flor.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con el ceño fruncido, aún no salía de su asombro… ella, la mujer que le arruinó la vida, que lo transformó en un villano estaba ahí, frente a él, algo que nunca pensó que pasaría.

—¿Podemos conversar? Por favor… —Su voz suplicante confundía a Tom, ¿qué debía hacer? 

—¿Y tu marido? —preguntó serio, él quería cerrarle la ventanita de la puerta, gritarle que se fuera por donde vino, que ya tenía a otra persona, pero simplemente no podía, aunque estuviera fea y desarreglada, era ella, Cindy.

—Por favor —suplicó con un hilo de voz—. Sólo te tengo a ti en este mundo… Tom. —Se odió a sí mismo por lo que haría, resignado abrió la puerta y la dejó entrar.

*

Ya dentro, ella se sentó en el sofá y Tom le sirvió un vaso con agua, desde su lugar Cindy miró el comedor, dos platillos con frutas estaban en la mesa, eso le llamó la atención, buscó indicios de otra persona en la casa, alguna prenda femenina, alguna foto, pero nada, no encontró nada sospechoso.

—¿Y bien? —preguntó Tom—. ¿Qué pasó? —Cindy sabía que Tom era incondicional con ella, aunque ella no lo fue.

—Me dejó… eso fue. Y era casado. —dijo apenada.

—Idiota. —No esperó esa respuesta seca de él quien la miraba desde el otro sofá frente a ella.

—Tom… Tomi —dijo quejándose—. No me juzgues, todos cometemos errores, y de los peores. 

Tom presintió que ella le pediría perdón y le pediría regresar. Lo pensó dos veces… ¿Bill o Cindy? Él no sabía la respuesta.

—Calla. —Aún seguía serio—. Las cosas han cambiado, tú me dejaste y ahora no pienses que estaré siempre para ti.

—Tú lo prometiste, recuerdo una vez en el bosque, me dijiste que siempre estarías para mí aún si yo te dejara o si yo muriese, siempre me amarías. —Su rostro se contrajo y quiso llorar.

—Dije eso porque pensé que me amabas, pero nunca me amaste, nunca Cindy. —Al fin admitía la verdad frente a ella.

—Puedo amarte, ahora puedo, te necesito.

—Cuando yo te necesité, tú no estabas.

—Ahora estoy… toda para ti. —Ella se levantó de su lugar, acercándose a Tom, éste no pudo retroceder, ella se sentó a su lado y tomó su mano, Tom sólo se sintió pequeño, muy pequeño e indefenso ante sus encantos, ella lo besó y él sólo cerró los ojos.

*

En la habitación, el corazón de Bill latía ansioso, ¿quién había llegado? ¿Y si era algún policía? Él sólo quería saber. Intentaba hacer ruido de alguna manera, trataba de gritar pero tenía una mordaza la cual le dificultaba tragar saliva, y lo asfixiaba.

No pasó por su mente que aquella visita significaría mucho para Tom.

Mientras tanto, Cindy no entendía cómo Tom pudo separarse de ella cuando lo besaba. Lo miraba extrañada.

—¿Tom? —Una lágrima corría por su mejilla haciéndolo sentir muy patético ¿Por qué no podía superarlo y punto? ¿Por qué ella era tan especial? ¿Qué tenía ella que no tuviese Bill, por ejemplo?

—Quiero que te vayas —dijo con un hilo de voz y con un dolor indescriptible.

—Pero… —Y se echó a llorar—. Tomi, no, no tengo a donde ir, ya te dije.

—Pues te pago un hotel en la ciudad, te llevo donde tu madre.

—Ella ha muerto.

—Un hotel entonces, pero aquí no te quedas.

—Prometo hacer todo lo que quieras, ¿quieres que cocine? ¿Qué limpie la casa? ¿Qué te haga lo que deseas? Todo lo haré sin rechistar, todo Tom.

—Solo vete, eso quiero, no ver tu cara de hipócrita y creerme tus palabras, basta Cindy, tú no me amas y aunque quisiera creerte, no podré, además tengo otra persona. —Cindy lo miró asombrada.

—¿Qué?

—Lo que oíste, no estoy solo.

—¿Quién es ella? —Tom le sonrió sarcástico.

—Sólo es alguien mucho mejor que tú. En todo sentido. —Ella le frunció el ceño molesta, y algo pasó por su mente en ese momento, se quedó quieta analizando, una llamada, una voz, un nombre. Lo miró con los ojos críticos y algo brilló en su mente.

—Bill —dijo ella sólo para ver la reacción de Tom quien abrió los ojos asustado, algo dolió en su pecho, se puso frío y no dijo nada, esperó de ella alguna señal—. ¿Es él? —Aquella mención de “él” terminó por asustarlo aún más.

—No sé de qué hablas. —Ella achinó los ojos y se le acercó hasta casi rozar sus labios.

—No te hagas el sonso, sabes de quién hablo, lo sabes. —Entonces Tom se vio acorralado, se descontroló y se abalanzó sobre ella cogiéndole el cuello, asfixiándola.

—¡Que te quede claro que no sé de quién hablas! —Le decía mientras ella perdía cada vez más la conciencia. Tom no quería matarla así que la soltó, ella cayó al suelo tratando de respirar. Tom al verla así, todo el cariño que le tenía iba muriendo, ella era como una víbora, capaz de buscar cómo dominarlo sólo para quedarse en su casa y volver a lo de antes, a él ser la marioneta y ella la ejecutiva capaz de deslumbrarlo con su belleza.

—Eres un monstruo —logró decir.

—Sí lo soy, ahora vete —dijo dolido, pero aún con el temor dentro de él, ¿cómo ella sabía de Bill?

—Nunca más volveré y tú lo lamentarás. —Se puso en pie y cogió su mochila. 

La mujer bonita había caído en manos de alguien que sólo quería su cuerpo, después se cansó y la echó de casa, le pagaron con la misma moneda y tal como vino terminó por irse. 

Tom, al cerrarle la puerta y darle un poco de dinero para que tomara un taxi, suspiró aliviado, le cerraba la puerta a un amor tormentoso, ahora que analizaba las cosas, seguir con ella terminaría por enfermarlo más de lo que ya se sentía, así que, su corazón sangraba por perder a un amor definitivamente, pero sabía que podía cicatrizar con el tiempo y con… con aquel niño que tenía en la habitación y a quien pediría muchas respuestas.

Apretó sus puños y sintió la sangre hervirle…

—¡Bill! —gritó furioso rumbo a la habitación.

u_u pobre Bill!! se pondrá a temblar... ¿comentarios? 

3 comentarios:

  1. Es una situación dificíl pero no deja de aoasionarme! :) by Luli

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  2. Aww... que hara Tom ahora??... ojala no sea nada malo n_n Espero que puedas subir pronto el cap 10 me ha gustado mucho este cap que Tom le haya dejado claro a esa Cindy que no volverá con ella estuvo bien >_< ...Bueno Pink espero que te este yendo bien en tu trabajo y en todo ^_^ besos y abrazos! de Nico.

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  3. Es apasionada esta historia... y más porque en el trasfondo hay una historia de amor :3
    (m.l)

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