miércoles, 8 de mayo de 2013

El Hada Azul - II

Hola a todos *-*~ les traigo el capítulo dos de este fic. El sábado me voy de viaje, y veremos desde allá si hay o no internet. ¡Los quiero! ;_;
—¡Por Dios! ¡Eres real! —exclamó Tom tratando de moverse de la cama, intentaba darse cuenta si estaba despierto o soñando— ¿Bill? —le llamó con una cara de extrañeza total, incluso salió de su cama y tomó su almohada, entonces la alzó y la impactó en la criatura. 

—¡Ahh! —Bill gritó algo temeroso cayendo sobre el suave colchón tibio y se removió, arrodillándose y luego parándose— ¡Alto! —le apuntó a Tom con su varita y éste alzo ambas manos soltando la almohada. 

—Hada… Eres real, no te haré daño. —Se sentó en la cama y extendió su mano—. Eres hermosa… tan pequeña y… 

—Shh… —batió sus alas. Estaba nervioso. Él no quería darle una imagen que no era. Aunque temía desilusionarlo—. Soy Bill, no soy una hada… —Tom frunció el ceño y se inclinó para verlo de cerca. 

Era una criatura muy hermosa, eso no lo podía negar, tenía el cabello negro lacio, unos ojos resaltantes, una pequeña boca con algo de brillo. Pero su vestimenta no era un vestido. Era raro sí, unos pantaloncitos cortos y algo que parecía un chaleco largo color celeste, zapatitos de tela que terminaban en punta, un collar que brillaba, una alforja colgada en el pantaloncito. Y dos hermosas alas grandes que brillaban traslúcidas dejando en su batir destellos que se apagaban lentamente. Pero no era una “mujer”, no había curvas prominentes en su pequeño cuerpo y su voz no era tan fina como la de una. 

—Eres un… 

—Hada —dijo él—, hada Bill, tu hada azul… —declaró con firmeza. Tom se quedó un poco confundido, pero luego de verlo más de cerca le sonrió, puso su mano sobre la cama y se la acercó. Bill se puso algo nervioso. 

—Sube —le pidió. Sintió el calor del pequeño cuerpo subir en la palma de su mano, y luego lo alzó hasta su vista—. Bonito… Eres muy bonito. —vio como Bill se sonrojaba ante esa afirmación. Se arrodilló en su palma y metió una mano en su alforja. Tenía polvos mágicos para hacerlo dormir, pero luego desistió— ¿Siempre cuidas de mí? 

—Sí. —Sabía que hacía mal, muy mal en hablarle, en mostrarse. Pero algo había en él que le impedía detenerse—. Desde que eras un bebé… años… 

—¿Sabes toda mi vida? —volvió a recostarse en su cama con el hada en sus manos, lo puso sobre su pecho y Bill se sentó ahí. Estaba emocionado y sonreía feliz. 

—Algunas cosas, sí… 

—¿Me espías cuando me baño? —le miró crítico y Bill se llevó las manos a la boca—. ¡Bill! 

—Bueno… —Tenía que reconocer que lo había espiado muchas veces. Más de la cuenta en sí—. Un poquito. —Tom se sorprendió, pero luego rió. Tener consigo a alguien que sabía tanto de él le gustaba mucho. 

—Quiero saber de ti. Mi madrina habla mucho de ustedes, las hadas. —Bill se acomodó sobre su pecho y suspiró hondamente. 

—Toda historia tiene un inicio… 

Con su pequeña voz se dispuso a contarle algunos misterios del bosque, de las hadas y los duendes. Las verdaderas historias de aquellos mundos. 

—¿Y puedes conceder deseos? Toda hada puede… —Esa pregunta fue incómoda para Bill. Él podía encantar a las humanas para que hagan cosas contra su voluntad, podía hacerlo… podía encantar a esa chica que Tom quería y hacer todo lo que Tom quisiera, él podía, pero no quería, además no le era permitido. 

—Yo no. —Prefirió mentir, otro grave error para el mundo de las hadas. 

Tom se quedó mirándole, Bill había decaído en tristeza. 

—Pequeño —le dijo con dulce voz—, igual eres mi hada, cumplas deseos o no, lo eres —con el pulgar le acarició la mejilla. Bill cerró los ojos, Tom le tocaba, eso le llenó de sensaciones que hicieron que su cuerpo desprendiera destellos—. Te has encendido… te gustan las caricias —dijo Tom con una sonrisita en sus labios. 

—Si vienen de ti, me gustan mucho. —El corazón de Tom latió un poco más rápido, Bill se percató. 

—Mañana tengo escuela… si no duermo, no podré ir, pero dudo poder dormir ahora, estoy maravillado contigo, pequeño Bill… mi hada azul. —Bill se puso en pie bastante emocionado. 

—Te ayudaré a dormir… —metió una mano en su alforja tomando un poco de polvo mágico y luego le miró a los ojos—. Duerme mi Tom —le dijo para luego soplar cerca de su nariz. 

—Espera… Bill —apenas eso pudo decir. Y cayó en sueños. 

Aquella noche Bill revoloteó por toda la habitación, volando de felicidad total, cantando, gritando, y hasta llorando. Había podido hablar con Tom, y éste le dijo que era suyo. 

Luego de llenar la habitación de pequeños destellos de luz, se recostó esta vez sobre su pecho y fingió que dormía sobre su gran gigante. 

*** 

A la mañana siguiente, Tom despertó asombrado. Se sentó en la cama tratando de recordar lo de la noche anterior, ¿el hada era real? 

Bajó en pijama y encontró a su madrina haciendo el desayuno muy de mañana. Tom se le acercó algo nervioso, pero al final logró captar su atención. 

—Hum… Madrina, ¿existen las hadas? —Ella recordó cuando Tom era pequeño y le hizo esa pregunta. Ella obviamente le dijo la verdad. Que no. 

—¿Por qué la pregunta? —Ella se puso algo nerviosa. Recordaba su niñez cuando la pasaba con esta pequeña hada juguetona que después llegó a entender que supuestamente no era real. 

—Pues… —Tom dudó en contestar—. Olvídalo. —Quizá mejor no contarlo. Él sabía que nadie podía creerle semejante cosa. 

—Solo… —habló Bianca algo nerviosa—. Si por alguna razón... —Ella lo miraba seria y suspiró tratando de sonar natural—. Lo que quiero decirte es que si por alguna razón extraña alguna de esas criaturas de las que te cuento se llegara a mostrar, pues no dejes que otros te digan que está mal. Cree en ti, en lo que ves. —Tom se quedó extrañado mirándola a los ojos como si un misterio hubiese en los dos. 

—¿Existen hadas hombres? —preguntó algo nervioso. Bianca rió imaginándose un ser así. 

—Creo que no… Solo hadas, no existen hados, sería tan raro. ¿Por qué la pregunta? 

—Por nada —dijo él y luego le dio la espalda caminando de regreso a su habitación. 

El día empezaba. 

Ya en la escuela, no podía concentrarse mucho. Estaba sentado en el salón de clases. El profesor hablaba de tantas cosas y él solo podía pensar en el hada. Esa cosita azul brillante y en su misterio, que vivía en el bosque y cuidaba de él desde que era un bebé. Eso le llenó de una sensación extraña, se sintió especial. 

Y luego un papelito impacto en su nuca. Miró hacia atrás y alguien le pasó una notita. La abrió y leyó: “Tom, te espero a la salida. Cindy”. Su corazón dio un brinco extraño. 

Cindy era una hermosa chica de la escuela, bastante popular. Había estado con tantos chicos, era la más deseada. Y justamente Tom se había enamorado de ella, o eso creía él. 

Se mordió el labio, indeciso. Ayer ella le había rasguñado el rostro, aunque ya no tenía esa pequeña herida, de milagro había sanado. Pero ayer ella le había dicho que no lo quería. Era la primera vez que Tom se acercaba a una chica con toda la intensión de confesarle sus sentimientos. Y ella le había dicho que él era poca cosa. 

Casi no pudo esperar hasta la salida. Su ansiedad aumentó. Pero la hora de salida llegó y rápidamente salió a su encuentro. 

Cerca de un parque, afuera de la escuela, ella le esperaba. Era morena de ojos resaltantes, cabello liso negro y vestía unos jeans ceñidos y un top negro. 

—Tardaste —le dijo ella—. Nadie me hace esperar… 

—Lo siento, en serio. —Se le acercó algo tímido, disimulando sus nervios con sonrisas y suspiros. Ella era hermosa, pero quizá solo eso. 

—Bueno, estuve pensando en lo de ayer. —Ella le miró fijamente y se le acercó—, pues, creo que me gustarías si tú demostraras quererme, es fácil decirlo, pero yo necesito que me lo demuestren —declaró segura y con un coqueteo en su mirada. Tom se quedó pensando, se le secó la boca y sus manos se pusieron frías… Ella le importaba. 

—¿Qué quieres que haga? —Ella le sonrió y se le acercó aún más para decírselo al oído, lo que provocó un nerviosismo agradable en Tom y un rubor. 

Abrió la boca algo sorprendido por lo que ella le decía… Qué difícil, pero valdría la pena. Ella se le acercó un poco más y le dio un beso en la mejilla. Tom le sonrió emocionado y eso le llenó de valor para hacer lo que tenía que hacer. Además recordó que tenía a Bill, su hada. 

Regresó a casa y esperó a la noche. Le dio de comer a Pikachú y se sentó en la cama a esperar. Bianca entró para darle las buenas noches y contarle un cuento, a lo que Tom no pudo negarse. Se recostó en su cama y escuchó. 

—… Esta hada azul un día encontró a un joven triste en el bosque… Le habían roto el corazón, lloraba de amor. El hada azul usó su varita mágica para que sus lágrimas se convirtieran en buenos recuerdos… 

—Madrina… —interrumpió Tom—. ¿Las hadas cumplen deseos? 

—Sí, aunque sé que algunas no pueden, tienen como rangos o cosas así, una jerarquía. Pero un hada siempre ayuda a su protegido. 

Sobre la jaula del hámster, Bill yacía sentado escuchando todo. Había algo diferente en Tom, parecía distraído de escuchar el cuento, pero a la vez preguntaba cosas puntuales. 

La madrina decidió ir a dormir, dejando a Tom algo confundido. Luego que la puerta se cerró, salió de su cama y corrió hacia su escritorio en donde estaba su mochila. La abrió y de dentro de esta sacó una flor blanca. Se sentó en su cama mirando en lo oscuro de la noche un poco iluminada por la luna. 

—Bill… —le llamó en un susurro—. ¿Estás aquí? —Bill se emocionó. Aunque sabía que no debía mostrarse, algo dentro de él hizo que volara y se posara en la pierna de Tom, cerca de su mano que sostenía la blanca flor—. Te necesito… —Eso le hizo iluminarse y que se hiciera visible ante los ojos de Tom quien emocionado bajó una de sus manos para que Bill se subiera en ella—. Hola, estás aquí. —Le sonreía emocionado y luego le dio la enorme flor—. Esto es para ti. —Bill se subió emocionado sobre aquella flor, sentándose en el centro de ésta. Estaba emocionado y solo sonreía. 

—Es hermosa… es suave —dijo sintiéndose tan cómodo ahí. 

—Sabía que te gustaría —dijo él recostándose en su cama con la flor en sus manos—. Me alegra tenerte aquí otra vez… Tengo muchas cosas que contarte. —Bill se arrodilló dentro de la flor, mirando fijamente a Tom con mucha atención. 

—Dime. —Tom no sabía cómo. 

—Bueno, han pasado cosas Hada Azul. Hay alguien. —Las luces de sus alas se apagaron un poco—. ¿Estás bien? —Bill asintió y Tom quiso continuar—. Es un reto… ella, se llama Cindy, me ha pedido una prueba difícil. Si logro cumplirla, ella sabrá que la quiero. 

—¿Tú la quieres? —preguntó en un susurro y Tom le miró algo extrañado. 

—Sí, creo que sí… 

—Quieres que haga algo. —Tom asintió. 

—Tú podrías… 

—¿Y qué debo hacer? —Tom dudaba en decírselo. Pero era todo un reto. 

—Cindy quiere el examen de la próxima semana, el de matemática. —Eso no era un deseo de Tom, era el deseo de esa chica. Iría contra las reglas cumplirle ese deseo a Tom—. El profesor Jeremy lo tiene en su oficina, varios alumnos lo han visto ahí, pero nadie lo ha tomado. —Bill se sintió incómodo—. ¿Me harías el favor tú? 

—Yo… —Bill miraba a todos lados, él no estaba permitido hacer semejante acto de mal. Robar un examen, ayudar a Tom a eso. Una mano de Tom se le acercó y le tocó encima de su cabeza. 

—Solo tú podrías ayudarme… 

—¿Es muy importante? —Tom no estaba seguro de eso. Era demasiado, pero sentía que Cindy lo valía. Asintió ante la pregunta de su hada—. ¿Qué debo hacer? —preguntó el pequeño—. No puedo tomar cosas de tu mundo y dártelas… No podré tomar esas hojas. 

—Lo haré yo, pero deberás cubrirme, ayudarme mañana… Deberás ir conmigo a la escuela. —Bill tragó saliva, eso era demasiado. 

*** 

Al día siguiente, Tom estaba muy nervioso por lo que era capaz de hacer. Bill estaba en el bolsillo de su camisa, abrigado ahí cerca de su pecho, podía sentir los latidos de su corazón acelerarse cada vez que esa chica le hablaba y le susurró que se apurara. 

—Bill… —llamó cuando caminaba por un pasillo. Éste se agitó y salió volando de su bolsillo para posarse sobre sus manos juntas— Es hora, esta es la oficina. Debes entrar ahí y decirme si está el fólder celeste sobre el escritorio —Bill algo apenado asintió. Tom parecía emocionado. 

Voló y traspasó la puerta entrando hacia el salón de profesores vacío. Divisó el escritorio del profesor Jeremy y ahí estaba el fólder celeste. Miró a todos lados y vio que era seguro. Salió de aquel lugar, y luego Tom entró. 

Bill observaba todo aquello. Se sintió cómplice de algo malo. Los brillos de sus alas decaían, se volvía opaco de la angustia. 

Tom logró salir con el fólder bajo sus brazos. Casi corrió por el pasillo y luego fue a su salón. Aún el recreo duraba. Al parecer olvidó a Bill quien se hizo invisible y voló siguiendo a Tom. 

En el salón de clases, la chica linda le estaba esperando. Le miró emocionado, le sonrió feliz y le tomó de la mano. Bill podía sentir toda la emoción de Tom para con ella. 

—Eres genial, Tom… —le decía ella entre risitas nerviosas—. ¡Genial! —Le abrazó dando saltitos. 

—No hay de qué. Haría mucho por ti, Cindy. 

—Ahora lo sé. Y pues…—se mordió el labio—. Ven aquí. —Jalando de su camisa le dio un pequeño y fugaz beso en sus labios. 

Bill perdió el vuelo y cayó al piso sintiéndose tan mal. Él no hubiese querido ver eso. Él quería ver que Tom se sintiera feliz, pero no de esa manera, no que le doliera a él. 

Pero ninguno de los tres presentes esperó que el mismo profesor Jeremy entrara al salón alertado de que su fólder celeste no estuviera en su escritorio. Y ahí lo vio, sobre el pupitre de Cindy. 

Ambos adolescentes miraron al profesor; anonadados, petrificados y asustados. 

—Tom lo tomó —dijo ella inmediatamente. Tom abrió la boca algo nervioso y la miró, ella le esquivó la mirada, alejándose de él, señalándole con el dedo índice y poniéndose al lado del profesor—. Él quería venderme el examen… Yo no tengo nada que ver aquí. —Tom palideció y se puso tan frío. Sintió un dolor en su estómago y simplemente no supo qué decir. Tampoco Bill quien miraba la escena desde el suelo, totalmente invisible. 

—Bill, ayúdame —dijo Tom en un susurro. 

Bill prácticamente se arrastró en el suelo, avanzando hacia Tom incapaz de hacer algo. Se sentía muy débil, no sabía cómo ayudarlo, aunque podía, no sabía. Había quebrado tantas reglas y ahora su protegido estaba siendo acusado. 

Vio como se llevaban a Tom del aula. Y simplemente Bill no tuvo la fuerza para seguirlo. 

Se hizo una bolita en el suelo y rápidamente se trasportó al bosque. Esa era una habilidad adquirida por las hadas que podían trasportarse a su lugar de origen si se veían afectadas por alguna cosa. 

Clara lo fue a socorrer. La anciana hada pudo adivinar qué le pasaba. 

Bill lloraba sobre una flor celeste, tenía las alas decaídas y no podía expresar todo lo que sentía. Era patético. Solo quería descargar su corazón, vaciarse ahí. 

—Hice mal… —le confesó—. Creí que lo haría feliz y ahora está en graves problemas. Justo cuando más me necesita no pude estar con él… Me pidió ayuda, me habló otra vez, dijo mi nombre enfrente de ellos… y no hice nada. —Lloraba de angustia en los brazos de Clara. Ella le acariciaba la cabeza, y secaba sus lágrimas que caían por sus mejillas. 

—Sentirse mal por algo malo que se ha hecho es buena señal de que se tiene conciencia y eso demuestra mucho de ti. —Palabras sabias, pero que no calmaban a Bill, se sentía tan destrozado. 

Pasó horas en los brazos de Clara y luego ella le preparó un néctar dulce para que se reponga. Pero Bill al parecer lo que le haría sentirse mejor, era saber si Tom se sentía mejor o no. 

—Debo regresar —le dijo a Clara. 

—Hijo… Ten presente que no podrás estar junto a Tom para siempre, los humanos no son eternos, además sus vidas son distintas a las nuestras, no mezcles las cosas. —Bill prestó atención a sus palabras, pero siendo sincero con él mismo, él ya se sentía mezclado hasta el fondo. 

Solo asintió ante esas palabras y luego voló largas distancias hasta la casa de Tom. Ya era la tarde, debía estar ahí. Pero entrando a su habitación, no lo halló. Lo buscó por toda la casa, y no encontró rastros. 

Frío y angustiado simplemente su desesperación lo debilitó. 

La tarde comenzaba a morir y Bill voló por la entrada del bosque, buscando alguna señal de Tom hasta que logró escuchar algo más adentro del bosque. Voló hacia el sonido y ahí lo vio. 

Sentado sobre las raíces de un enorme árbol, encogido ahí con la cabeza apoyada en sus rodillas. Estaba llorando en silencio. A Bill se le partió el corazón, se le acercó lentamente y aún siendo invisible. 

“… Esta hada azul un día encontró a un joven triste en el bosque… Le habían roto el corazón, lloraba de amor. El hada azul usó su varita mágica para que sus lágrimas se convirtieran en buenos recuerdos…” 

De pronto había recordado parte del cuento que su madrina le había contado. Y se hizo visible. 

—Tom… —mencionó su nombre audiblemente y Tom alzó la vista para verlo volar cerca de su rostro. Sacó su varita mágica y secó sus lágrimas. 

—Bill, estás aquí —apenas dijo extendiendo sus manos para que se posara en ellas. 

—¿Estás bien? —Tom negó con la cabeza. 

—No. Seré expulsado de la escuela. —Bill palideció, sabía la gravedad del asunto—. No podré estudiar más ahí, quizá no pueda ni estudiar en la universidad, estoy perdido… No sé cómo reaccionará papá y mamá, ellos están por regresar uno de estos días… —suspiró intentando calmarse, pero eso le era difícil. 

—Debe haber alguna manera de que no sea así. —Pero en sí no la había. Si uno quebranta una regla debe ser lo suficientemente capaz de asumir las consecuencias. Y Bill sabía eso—. Te protegeré Tom, lo haré con todas mis fuerzas. 

Tom lloró otra vez y llevó a Bill cerca de su pecho, éste no sabía cómo calmar aquel dolor tan intenso. 

Hizo crecer una enredadera de flores a su alrededor que llamó la atención de Tom. La enredadera floreció cuando éste sonrió. 

—Gracias —apenas pudo decir y Bill batió las alitas. 

—Haría mucho por ti Tom, no sabes cuánto —dijo con un nudo extraño en su garganta. 

Y por un instante Tom se fijo en él como algo más que un ser diminuto.

Se fijó *-* ¿qué más pasará? Veremos :3 comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer~

4 comentarios:

  1. *-* es tan tierna esta historia. me encanta!

    ich kann nicht lieben

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  2. Thomas enamorado manipulado por esa pibita de porquería!!! Y el hadita Bill sufre por él!!! Lo kiere demasiado!!! Preciosooo y triste kpi!! TE KIEROOO DamitaRosa ♥

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  3. Hallo!
    Que hermoso capitulo <3!
    Y pobre de Tom u.u por todo eso que le esta pasando y todo por la culpa de la chica que no se el nombre ¬¬ Mala Mala Mala!
    pero por otro lado!
    Bill y Tom se hablan! *w* Que hermoso!! <3
    Bill se esta enamorando y no quiero que salga lastimado :'c pero haber el tiempo lo dirá :33

    Me encanto el episodio, espero seguir y leerlo :3

    Ammm, llego el momento difícil u.u'
    Karlita y_y esto es difícil para mi, pero no te conozco muy bien :c Pero de verdad te aprecio y te apoyo y bueno eres adulta tienes mas responsabilidades y de ahí salio de que ya no sabre nada de ti por 1 año y bueno dices que no abra Internet u,u pero si encuentras espero que tengas tiempo de poder entrar y saber algo sobre ti, Es algo duro para ti y tus fans pero :) quiero que recuerdes que siempre te estaré apoyando y cuidando desde aquí, Que todo te vaya bien c: y de verdad te deseo lo mejor.
    Te Quiero, Dios te bendiga mucho siempre. <3
    Zuii

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