Zorrito - IV

Hola a todos, lamento tardar con este capítulo que salió un tanto confuso o algo así. Espero poder actualizar más seguido. ¡Los quiero!

El zorro despertó muy temprano como de costumbre y vio a su lado el bello ser que dormía sobre la blanca almohada, Bill era hermoso y nunca antes él se había fijado en un chico como en esa oportunidad. Pero luego dejó de verlo porque sabía que era malo, él era un animal y Bill tenía una novia. 

Bajó de la cama calientita y fue hacia la cocina. Odiaba ser pequeño y no tener manos para hacer el desayuno, pero se las ideó para poner en la mesa panes con queso e intentar arreglar un poco el ambiente. 

Pronto, Bill despertó y se fue a asear. Cuando salió encontró al zorrito sentado en una silla terminando de comer un emparedado y al otro lado de la mesa había un plato con lo mismo. Bill sonrió ante eso, de seguro le había costado prepararlo. 

—¿No lo hiciste con tu hocico, no? —preguntó con una sonrisa, el Zorrito bajó la cabeza y llevó ambas patas delanteras a la mesa, quería mostrarle las garras que tenía, ¿cómo iba a poder preparar algo si sus patitas eran así? Pero Bill lo entendió y no quiso preguntar nada más. 

Tomaron desayuno y luego Bill le explicaría su pequeño plan para ayudarlo. Le pidió que anotara en una hoja su dirección y que él averiguaría de su familia para darle noticias, que tenía una semana en donde podría aprovecharla para eso ya que después debía trabajar. 

El zorrito escribió su dirección y luego una pregunta “¿Me llevarás?”, a lo que Bill no supo contestar, ¿cómo se llevaría un zorro del bosque? No estaba en sus planes eso, tenía cierto temor. 

—No lo sé, o sea, debes saber que no podré cuidar de ti en la ciudad… —El zorrito decayó, sabía que por su imagen agresiva no podría convivir con las personas de la ciudad aunque precisamente deseaba tanto poder regresar y sentirse humano. 

Pronto, Bill pudo percibir todo el desánimo del animalito y sintió compasión, pero sabía que se metería en un lío si lo llevaba consigo, comenzando por tener que pasar la policía forestal sin explicarle nada del zorro ya que estaba prohibido cazar o comercializar animales del bosque y más aún si estaban en peligro de extinción. Pero después de minutos y mientras alistaba sus cosas para irse, se lo dijo. —Te llevaré conmigo solo si prometes no asustar a la gente y hacerme caso en todo. 

El zorrito, como si de un perrito se tratase, lo rodeó demostrando su felicitad casi corriendo por su alrededor y con la lengua afuera, saltaba de felicidad. Bill reía, si alguien los viera no podría creer tal interacción entre un humano y un zorro, pero claro, es que el animal era un humano por dentro. 

—Pues vamos, Tom —dijo prefiriéndolo tratar como una persona y desde luego que eso animaba al otro quien había creído nunca poder decírselo a alguien. 

Subieron al auto y Bill le puso una manta encima para prevenir. El corazón del pequeño zorro latía tan emocionado al sentirse dentro del auto y cuando dio a la carretera no sabía cómo demostrar su emoción que no fuera aullando y luego Bill le puso una mano sobre su cabeza para hacerlo callar. 

El zorro mantuvo la cara y la mirada fija en la carretera larga y a los lados aún estaban los árboles del bosque, faltaba mucho para entrar a la ciudad. 

Bill bostezaba mucho, no había forma de conversar ya que Tom no podía hablar por su condición, pero él sí, entonces no vio otra mejor cosa que contarle parte de su vida desde que era u niño y visitaba a su abuelo en el bosque hasta cómo decidió ser un modelo. 

—… algunos piensan que esto del modelaje es para personas superficiales, carente de una vida y que todo lo que importa es el físico, discrepo mucho la verdad, no es que voy a ser un modelo para siempre, quisiera poder ser diseñador, creo que tengo algunos bocetos muy buenos solo que, por ese prejuicio que los modelos tenemos, nadie nos quiere tomar en cuenta… —Tom deseaba poder decirle muchas cosas, desde que no entendía cómo podía ser un modelo y que eso le parecía tan malo, hasta poder contarle su vida también—. Naty es tan… no sé, creo que lo nuestro no funcionará ¿sabes? Ella es muy bonita, pero no tenemos muchas cosas en común, solo piensa modelar y en mantenerse en un peso bajo, lo cual no está mal, pero se obsesiona con eso hasta hartarme. —El zorrito lo escuchaba, total, hacía tanto tiempo que no oía una conversación que de todas formas la de Bill le llamó la atención—. Soy vegetariano, a diferencia tuya. —Rió un poco—. No es que no me guste la carne, solo que creo que ellos también merecen respeto, o sea, sus vidas… 

Tom escuchaba eso y sentía que debía pensar así luego de haber pagado con la transformación el haber matado animales no solo para comer sino para comercializar sus pieles, él no veía la gravedad, sin embargo ahora, cuando había visto y sentido cómo era vivir en el bosque y sobrevivir por un poco de comida, sabía que su vida no sería la misma. 

Llegaron a la ciudad y tuvo que ocultarse. Pasaron por el control policial, pero Bill no levantaba sospecha alguna. Así que entraron a la ciudad y el zorrito se emocionó aún más por escuchar esos sonidos en particular, hacía un año no escuchaba lo caótico que eran el tránsito, ni las voces de las personas, tampoco la radio. 

—Rumbo a casa, eh, Zorrito, conocerás mi casa pero te pido discreción, no es normal ver un zorro en la ciudad así que… solo mantente oculto. —Si el Zorrito hablara hubiera gritado un “Sí” muy fuerte, pero solo pudo hacer un sonido como llorando y Bill lo miró para luego sonreír causando todo un revoloteo en su vientre peludo. 

Sensaciones nuevas aunque humanas, le hacían pensar en tener esperanzas de volver a ser quien fue, un joven aventurero que aspiraba ganar dinero para mudarse a la ciudad y estudiar alguna carrera corta. Pero en realidad no sabía si tenía solución o era reversible el hechizo de la zorra. 

Bill se adentró por una zona residencial en donde esperaba su departamento, estacionó su auto en la cochera de siempre y luego pensó en que mejor y llevaba al Zorrito en una maleta para no asustar a nadie. Tom lo aceptó en cuanto se lo propuso. 

Oh, dulce hogar, tibio por dentro y con olores agradables invadieron su sensible nariz ni bien entró. Salió de la maleta y se sentó en la alfombra gris mirando hacia Bill y con sus ojos podía trasmitir esa gratitud que con palabras no podía. 

—Solo no hagas ruido y déjame ver la forma de ayudarte, pero hoy es tiempo perdido, acabamos de llegar así que mejor mañana. 

El zorro vio como Bill arreglaba un poco su habitación y luego se cambiaba de ropa sin importarle que él estuviera presente. Ver la desnudez de un humano le provocaba sensaciones raras en su pequeño cuerpo peludo. Vio su ancha espalda y luego, parte de sus piernas desnudas y prefirió retroceder un poco pues una incomodidad le sobrevino, quizá no era correcto observar demás. 

Bill se había puesto un pijama y ahora, sentado en su cama con su laptop en sus piernas, el zorro subió y se sentó a su lado, Bill le decía que buscaría fotos de su casa o al menos saber cómo llegar. 

—¿Quieres decirme algo? —preguntó Bill cuando lo vio un poco ansioso y que no dejaba de moverse a su lado. El zorrito lo miró y posó una de sus patitas sobre el muslo de Bill y luego miró la laptop, entonces fue cuando Bill entendió y le permitió usarla aunque temía que hiciera daño a su teclado, pero pronto vio las palabras mal escritas formarse en la pantalla: “llévame ahora, quiero verlos” —. Ah, no, no Tom, ahora mismo no, déjame primero saber más. 

Los dos discutieron un poco más y luego de que Bill le quitara la laptop al zorrito y éste se resignara, decidió guardarla para poder descansar. 

—Has sido tan paciente por todo un año, qué te cuesta esperar un poco más —dijo recostado en su cama azul con el zorrito a su lado quien lo miraba triste, pero ante esas palabras asintió, era cierto, y sólo re resignaría con ver a su familia, a su madre y hermanos, saber si están bien y ver la forma de revelarles su terrible secreto. 

Bill decidió tomar una siesta sin percatarse que el zorrito no dormía sino en la oscuridad lo observaba. Resultaba que sus ojos podían ver de noche en tonalidades grises, quería verlo así y en cierta forma su figura humana le gustaba mucho aunque se tratara de un joven. Suspiró apoyando su cabeza sobre su pecho y así durmió un poco. 

* 

Ya en la camioneta, el Zorrito estaba muy nervioso porque Bill manejaba rumbo a su casa la cual quedaba en la entrada del bosque. 

—¿Sabes? Eres muy visto, primero preguntaré yo y luego, si es que tu familia es accesible, podrás acercarte a ellos, es que como me dicen que ellos también eran cazadores de zorros, ¿te imaginas? Capaz te ven y querrían cazarte. —Tom, con su condición de zorro, nunca se había puesto a pensar en ese gran detalle y el solo pensarlo terminó por angustiarlo a tal punto que fue percibido por Bill—. Es solo una idea, tampoco me pongas esa cara. 

—… —El Zorrito aulló asustando un poco a Bill. 

—Shh, ya casi llegamos. 

Bill se asustó un poco al ver la casa donde antes Tom vivía, lucía desolada, un poco triste y hasta descuidada… esperaba tener suerte de encontrar a alguien ahí. 

Bajó de la camioneta no sin antes calmar a Tom quien casi había querido salir del auto, pero entendió que debía esperar… ser un zorro era como una maldición, no podía acercarse a su propia familia por temor a morir. 

Tocó la puerta y una señora salió al encuentro mirándolo con cautela, tenía el ceño fruncido y vestía un vestido simple. 

—¿Sí? ¿Qué quiere? 

—Bueno, esto sonará muy raro, pero busco la familia de Tom Trümper, ¿Es usted algún familiar? —Vio cómo la señora llevaba una mano hacia el pecho y se indignada. 

—¿Qué clase de broma es esta? —respondió molesta y Bill se sorprendió. Miró hacia atrás, hacia su auto y podía ver las orejas del zorrito quien observaba la escena con esperanza, así que miró a la señora otra vez y sonrió. 

—Señora, disculpe la impertinencia, pero si es usted algún familiar de Tom, tengo noticias. —La señora se molestó aún más, pero luego de suspirar amargada, abrió un poco más la puerta. Pero no lo dejó pasar, ella salió de la casa y se cruzó de brazos para mirarlo como quien mira a uno de esos predicadores de alguna secta loca. 

—Dígame de una buena vez qué quiere. 

—¿Es usted algún familiar? 

—Dígame, qué es lo que tiene que decirme, de seguro cree que no lo sé. 

—No entiendo, yo vine con noticias sobre Tom, supe que había desaparecido pues tengo noticias de él. 

—Mire, jovencito, usted no va a venir aquí a hablarme de algo que ya sé, Tom no volverá a ser el mismo de antes, ya sé que lo pedí… 

—¿Qué dice? Señora, yo sé de Tom, él… 

—También yo y estoy harta de que gente como tú venga a interrumpir mi paz. 

—Señora no es así, yo… 

—¡Ya sé que apareció, lo enviamos a un psiquiátrico! ¿Contento? Si usted es un periodista, no diré más, tuve suficiente ya, ¡adiós! —Y cerró la puerta dejando a Bill muy consternado, anonadado y comenzó a preocuparse de cómo Tom lo tomaría. 

De repente, vio al zorrito salir y correr hacia su dirección, lucía asustado, desesperado y al momento de llegar a la puerta la arañó con sus patas delanteras, pero Bill lo detuvo aunque por el sonido, la puerta volvió a abrirse y la señora salió furiosa, tomando una escoba para golpear al zorrito y también a Bill. Un golpe muy fuerte golpeó al zorro y otro en las piernas de Bill. 

—¡Largo, vienen a burlarse de la desgracia ajena! —gritó para luego llorar entrando otra vez a su casa. 

Por el impacto, el Zorrito había salido lastimado pues ese escobazo lo había mandado por los aires y ahora se lamentaba en el suelo del jardín quejándose de dolor. Bill fue a socorrerlo de inmediato y lo alzó en sus brazos al ver que no podía reponerse y su dolor no solo era físico, esa señora era su madre, no la veía desde hace un año y ahora no lo reconocía ni mucho menos quería dialogar. 

—Debes calmarte, ¿entiendes? ¿Qué esperabas? Ella no te reconocerá así. 

Lo llevó a su auto y quiso meterlo pero el zorrito logró morderlo en el brazo ocasionando la molestia de Bill. —¿Qué pasa contigo? ¡Te estoy ayudando! Mira cómo te comportas, ¡cómo un salvaje! —le gritó y el Zorrito se apenó. 

Se sentía tan desesperanzado que luego de zafarse del agarre del rubio, corrió hacia el bosque y como el zorro que era fue más rápido que Bill. 

Le gritó que regresara, pero el zorro no hizo caso a su voz. 

Bill subió al auto y se quedó pensando. Había algo extraño en la reacción de la señora en la casa, algo que le hizo pensar, «¿Por qué mencionó que su hijo estaba en el psiquiátrico?». Se quedó por un momento pensando aunque estaba preocupado por el zorrito que había escapado, quería estar seguro de lo que pasaba. 

Poco a poco el zorrito recapacitó que nada ganaría lejos de Bill, así que regresó caminando lento y siendo cauteloso de que nadie lo viera, Bill logró verlo y abrió la puerta de su auto para que entrara. 

—Luces mal y lo entiendo, pero debes saber algo, creo que ella cree que estás en un psiquiátrico, no sé lo que eso signifique, pero te ayudaré. 

El Zorrito estaba conmocionado por todo lo ocurrido, pero ante esas palabras asintió y luego avanzó hacia Bill para ser abrazado. 

Hacía tanto no sentía un abrazo de verdad…

¿Alguien tiene alguna teoría? Está bastante fácil xddd Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer.