viernes, 24 de mayo de 2013

Protegido - Segunda parte

¡Estoy tarde! XDD debo volar al trabajo, per }o quise subir esto, espero les guste *-* la segunda parte del Billshido que escribí para World Billshido. ¡Los extraño mucho!
Anis encaró a su madre cuando se percató que ya eran varias noches en las que permitía que el señor Ed durmiera en casa. 

—Se supone que pasas la noche en tu supuesto trabajo, ¿por qué tienes que traerlo a la casa? No quiero ninguna mala influencia para Bill, ¿no te das cuenta? 

—Anis, tú tienes tu vida y yo la mía, yo nunca me he metido en tus asuntos, siempre has hecho lo que mejor te parece como criar a ese chico, entonces no te metas en mis asuntos, ¿de acuerdo? —Pero sus asuntos involucraban la seguridad de Bill, sin embargo, Anis no podía hacer nada al respecto en ese momento. 

Fue donde Bill, quien limpiaba su habitación en un short muy corto, solía usar ese tipo de ropa mientras estaba en casa. 

—No quiero verte con eso puesto —advirtió Anis sin mirarlo fijamente. 

—¿Por qué? Me siento cómodo así. 

—No me interesa, no quiero que vistas así en la casa. 

No dio más explicación, salió de casa y Bill infló sus mejillas, eso no le había gustado para nada, estaba casi seguro que a Anis le gustaba mirar sus piernas aunque delgadas, pero él usaba esos shorts más por Anis y ahora él mismo le había pedido que no lo hiciera más, pero Bill estaba lejos de obedecerlo. 

La noche llegó y se dirigió a la cocina para preparar la cena, esta vez usaba uno de sus recetarios favoritos, esperaba poder hacer una deliciosa pasta. Pero esa noche su mamá llegó antes acompañada del señor Ed. 

—Si vas a cocinar que sea rápido, tenemos hambre —dijo ella. Bill no podía quejarse, ahora que sabía su pasado le debía mucho a Helen, aunque la sentía distante y muy independiente a él, también la quería así como Anis la quería, como si fuera una madre pero no su mamá. 

—Sí mamá —contestó y rápidamente comenzó a preparar algo. 

Helen subió a su habitación a ponerse algo más ligero de ropa. 

Bill estaba muy incómodo por la situación, en casi toda su vida Helen salía de noche y volvía de día, pero esta vez estaba en la noche en casa. 

—Así que sabes cocinar —dijo Ed entrando a la cocina. Anis le había advertido que nunca se acercara a ese sujeto, Bill le hacía caso sin cuestionar porque su aspecto era de temer, era desagradable y feo. 

—Sí, en un momento estará. —Pero Bill no era mal educado, si una persona mayor le hablaba, él contestaría. 

—¿Sabes? Tú también podrías ganar mucho dinero —dijo terminando de acercase a su lado y le miró las piernas—. Eres un jovencito hermoso —soltó cerca de su oído y Bill se puso frío—. Te podría pagar el doble que a tu madre, ¿qué dices? Solo una noche… 

—Señor Ed, por favor… —Una de sus manos, subió por sus muslos y Bill reaccionó muy rápido, quiso salir de ahí pero el señor Ed tomó sus muñecas y quiso darle un beso—. ¡No! 

Anis entraba en la casa y escuchó el grito en la cocina, entonces corrió inmediatamente a ver lo que pasaba quedándose sorprendido por encontrar al señor Ed forcejeando con Bill. —Jovencito insolente, me falta el respeto. 

—¡Déjelo! —Anis fue sobre él para golpearlo. 

Luego de que los dos hombres se enfrentaran, por la fuerza y juventud de Anis, éste salió venciendo, dejando a un señor Ed con hematomas en el rostro. Helen bajó las escaleras y se quedó petrificada. Bill estaba temblando a un lado de la escena, no sabía qué decir. 

—¡Exijo una explicación! —gritó Helen. 

—Ed quería abusar de Bill —dijo claro y seguro. Bill bajó la cabeza muy avergonzado. 

—Calumnias, ¿cómo crees que lo abusaría en la cocina de tu casa? No tiene sentido, es un joven, ni que fuera homosexual, fue solo que el chiquillo me faltó el respeto, solo quería un vaso con agua y comenzó a insultarme, ni siquiera sabe que yo mantengo a todos acá, ¡no hay respeto! 

Otra vez las discusiones se hicieron presentes, Bill no sabía si relatar o no lo que el señor Ed le había dicho, se sentía culpable en cierta forma por ese pequeño short que tenía puesto. Helen estaba furiosa con Anis por haber golpeado así a su pareja. Madre e hijo comenzaron una discusión que terminó casi en pelea. 

Bill estaba en el baño lavándose la cara de las lágrimas, de todas formas sentir que fue en parte su culpa lo había hecho sentirse muy mal. 

Anis tocó la puerta del baño y Bill salió con la mirada en el suelo. —Alista tus cosas, nos vamos de aquí. 

No hubo objeción alguna, Bill casi corrió a su habitación y empacó todo lo que pudo, minutos más tarde estaban en la sala y Helen lo miró con cierto rencor, Bill salía del nido con apenas quince años y se llevaba a su hijo Anis, así lo veía Helen. —Si cruzas esa puerta te olvidas de mí y de todo lo que te hemos dado —dijo ella. 

—Tú no le has dado nada —intervino Anis, saliendo con dos grandes maletas—. Bill, vámonos. —Y el menor no dijo nada, ni adiós, ni hasta luego. Salió de casa y se metió al auto de Anis acomodando las maletas, él iría donde Anis iría. 

Arrancó el auto y no estaba de humor, Bill podía notarlo, así que evitaba ocasionarle problemas. —Nunca más usaré shorts —dijo esperando que Anis dijera algo, pero no fue así—. ¿Dónde me llevas? —Anis frunció el ceño y apretó las manos en el volante—. ¿Crees que mamá estará bien? —Y justamente esa era la pregunta detonante de la sensibilidad del hombre mayor, desde pequeño había cuidado de ella y ahora, porque se había enamorado de un hombre como Ed, ella era diferente… 

—¡Quieres callarte! —gritó con rabia y Bill bajó la cabeza, no diría nada más. 

Anis no tenía a dónde llevarlo, si fuera solo él, iría a la casa de algún amigo o a su trabajo, dormiría en el sofá, pero no quería que Bill estuviera incómodo, así que, con un poco de dinero de sus ahorros alquiló un departamento pequeño cerca de su casa. 

Bill estuvo emocionado en acomodar sus cosas en el pequeño cuarto, solo tenía uno y una cocina, era lo único que podía pagar en ese momento. Anis se sentía estresado, pero no permitiría que Bill estuviera en peligro y por eso no había visto otra mejor salida que salir de casa. 

Salió por un momento para comprar comida y al regresar Bill estaba tan hambriento que no quedó nada para el día siguiente. 

Anis hubiera preferido dormir lejos de Bill esa noche, pero no había forma, así que puso unas mantas creando una división en la amplia cama que compartían. —Ni que mordiera —dijo Bill haciendo un puchero. 

—Mejor vale prevenir —contestó con una risita y luego Bill le mordió el hombro, jugando. Anis reía más y lo apartó para luego abrir un extremo de la cama y hacerlo entrar arropándolo—. Descansa —dijo dándole un beso en su frente. Fue a apagar la luz y se recostó a su lado confiado en la división de mantas que había creado en medio de la cama. 

—Anis… 

—Dime. 

—Hum… —Bill se debatía entre decirlo o no, pero ahora lo sentía más cerca que antes aunque hubiera una barrera entre los dos—. ¿Tú… tú no te has casado por mí? —preguntó porque cuando Bill tenía casi trece años Anis tenía una novia que a veces iba a la casa, Helen decía que con ella se casaría, pero terminaron y Bill lo atribuyó a él mismo, que Anis en algún momento, no sabía cómo, pero le iba a decir para ser algo más. Bill presentía eso, mas no estaba nada seguro. 

—No, no tiene nada que ver —habló serio y Bill calló por un momento—. Pero algún día formaré una familia, así como tú. —Bill no quería hablar de eso, a él nunca le había gustado las mujeres, incluso las pocas amigas que tenía lo habían notado. 

—No me casaré, no viviré con una mujer. 

—Aún eres pequeño para hablar de eso. 

—Bah, tú me contaste tus aventuras cuando tenías mi edad, yo no he tenido nada de eso. 

—Quizá porque no sientes que es el tiempo. 

—No, a mí no me gustan, ellas no me gustan… a mí me gusta… —calló y Anis tragó saliva. Aunque era evidente que a su hermanito no le gustaban las mujeres él no quería pensar que le atraían los hombres. 

—Aún eres pequeño para saber si te gustan o no —cerró el tema—. Buenas noches. 

—Sí —apenas dijo. 

Las manos de Bill quitaron poco a poco la barrera y luego apoyó su cabeza en el pecho de Anis quien se tensó y mencionó su nombre con grave voz, Bill siempre había amado su voz. Al moverse un poco más sintió los latidos acelerados de Anis, entonces sonrió, Anis podía controlar sus palabras, podía evadirlo, podía hacerlo callar, pero no podía controlar su corazón. —Te quiero Anis —soltó en un susurro y sintió los latidos aún más acelerados. 

—Duerme. 


La convivencia se había vuelto buena como cuando estaban en casa. Todas las mañanas Bill iba a la escuela y Anis a su trabajo, Bill regresaba en la tarde, hacía sus tareas y luego se dedicaba a cocinar algo rico para cuando Anis llegara. La rutina era siempre la misma hasta que Bill comenzó a conocer muchos chicos en su escuela cuando no tuvo más vergüenza de seguir ocultando su orientación sexual. Así fue como conoció a Gustav solo un año más que él, un rubio casi de su tamaño y un poco corpulento. 

Iba a hacer la tarea y Bill le pedía que se retirara antes de que Anis llegara y es que no quería ser juzgado, recriminado o quien sabe, decepcionar a Anis. 

—Me gustas —confesó el rubio y Bill sonrió emocionado. Estaba abajo, en la entrada de los condominios de los departamentos y eran casi las siete de la noche, la hora en que Anis solía llegar. 

—Gustav… ¿y si lo hablamos mañana? 

—Quisiera quedarme aquí contigo —volvía a decir y luego se le acercó para besarlo en los labios, un beso pequeño y rápido. Bill ni pudo cerrar los ojos, su primer beso estaba siendo dado casi sin su consentimiento, pero se sentía muy bien. 

—¡Hey! —gritó Anis casi corriendo hacia la entrada. Los jovencitos se separaron muy rápido y Bill miró con susto el rostro de su hermano mayor—. ¡Pero qué carajos estás haciendo! —reclamó al rubio quien optó por irse casi corriendo. Anis era alto y prepotente, ahuyentaba fácilmente a cualquiera—. ¿Y tú? ¿Sabes lo que acabas de hacer? —Claro que sabía, solo que no podía contestar, estaba conmocionado. 

Anis discutió mucho con él, pero en realidad no tenía muchos argumentos. 

—¡Y por qué no! Ya te dije que me gustan los hombres. 

—¡No está bien, simplemente! Ese sujeto puede intentar tantas cosas contigo… 

—Esa es la idea. 

—¡Cállate! Estás estudiando, Bill, no pago tus estudios para que te beses en la puerta del condominio. 

Anis siempre vencía, Bill no pudo replicar y esa vez fue la primera vez en que cenaban algo insípido y en silencio, ninguno quería hablar nada de nada. 

Anis no se quedaría tranquilo. Al día siguiente faltó al trabajo solo para seguir a Bill a la escuela y entre los jovencitos que entraban logró ver al chico rubio de lentes negros. 

Se bajó del auto y lo llamó a conversar usando su persuasión y casi a la fuerza lo jaló de la camiseta blanca que tenía. 

—Bill no está para romances, ¿te queda claro? 

—Yo… yo… solo soy un amigo. 

—¡Los amigos no se besan! Quiero que le digas que no te gusta. 

—¿Qué? 

—Dile que no lo quieres, que no te gusta y que no quieres verlo nunca más o si no te las verás conmigo. —Hizo una señal de puños y soltó al muchacho quien se sintió acorralado—. No te quiero cerca de Bill. 


Anis llegaba a casa como de costumbre pero esta vez no vio a Bill en la cocina y se preocupó, entonces fue a su habitación y ahí lo vio, recostado en la cama parecía triste y no quería ver a nadie. 

—¿Pasa algo? —preguntó Anis. 

—No. 

—Pues parece, si no quieres cocinar yo lo haré, pero parece que… 

—Soy un feo de mierda, no le gusto a nadie, nadie me quiere… soy un maricón de mierda —repitió las duras palabras que Gustav había sido capaz de decirle. 

—¿Qué? —Anis demoró en entender y luego vio los temblorcitos del cuerpo de Bill recostado en la cama, estaba llorando—. Vamos Bill, no te pongas así. 

—Gustav me dejó. —Anis no quería causarle daño, su intención era de protegerlo nada más, pero al parecer se le había pasado la mano amenazando al supuesto primer novio para que se alejara de Bill. 

Anis se acercó y se sentó en la cama y acarició su cabeza sobre la almohada, lo veía tan triste a causa de unas palabras que no eran ciertas, era como si Anis se lo hubiera dicho por medio de Gustav, pero bueno, ya estaba hecho y reconocía para sí que se le había pasado la mano. 

—Qué cobarde, solo debió alejarse nada más, no mentirte. —Bill lo miró con lágrimas en sus ojos—. Ya no llores, no lo merece, ese sujeto no merece tu pena. 

—No lloro por él… lloro porque sé que no le gusto a nadie, creí que le gustaba a él, pero no. 

—Eres precioso. —Esas palabras lograron acelerarle el corazón y se sentó en la cama—. No permitas que alguien te haga menos, Bill. 

—¿Me ves lindo? 

—Ese no es el punto. 

—Dijiste que era precioso. 

—Porque lo eres. 

Esa noche Bill no pudo sacarse eso de la cabeza a pesar que Anis buscaba cambiar el tema a cada rato, pero al momento de apagar las luces y dormir juntos, Bill se apoyó como de costumbre sobre Anis, pero esta vez añadió algo diferente a las otras noches. —Quiero estar contigo… 

—Bill, duerme. —Bill suspiró resignado, pero aprovechó la cercanía para acercase a Anis y darle un beso en sus labios, uno corto y fugaz. Anis lo sintió como una provocación, todo su sistema se puso en alerta y tomó a Bill de una de sus muñecas para apartarlo de sobre su pecho. 

—Lo siento —jadeó por el brusco movimiento, pero no esperó que Anis lo besara como nunca antes alguien lo había hecho. Si Gustav había movido apenas sus labios sobre los suyos, Anís casi le comía la boca en segundos rápidos. 

Parecía estar en una burbuja y su cuerpo no tener ningún peso. Su vientre se contrajo a tal punto de casi dolerle y su respiración se hizo agitada en lo poco que duró ese beso. Su boca aún húmeda reclamaba por más, pero Anis se separó de él, tomó una almohada y salió muy rápido de la habitación dejándolo muy consternado. 

Anis lo había besado… entonces descubrió que estaba enamorado. 


—¡Me besaste! —reclamó con osadía cuando quiso besarlo él y Anis le volteó la cara. 

—Fue un error, lo lamento, no creo que sea buena idea dormir juntos. 

—¿Por qué no? Anis, no seas así conmigo. 

—Hago lo que es mejor. 

Salió de casa para el trabajo y Bill volvió a sentirse solo. 


El chico ahora de dieciséis, no pasaba desapercibido en el barrio, todos lo conocían aunque sea de vista y lo veían crecer cada vez más y ponerse muy guapo conforme pasaba el tiempo. 

—Hey, Bill —saludó por milésima vez un tipo en un auto muy bonito y de marca, era Sido, así se hacía llamar uno de los tantos traficantes de droga de la zona, tenía una barba espesa y siempre usaba lentes oscuros, a Bill le llamaba la atención su misterio. 

—Buenas tardes —contestó con una sonrisa. 

—Estaba pensando si quieres acompañarme a una fiesta, ya sabes, una importante con gente importante. Tienes buena presencia y simpatizarás con todos allá, es en una mansión. —Sido vio cómo Bill abría la boca de la sorpresa. Ese detalle de que sería en una mansión y que un hombre serio y mayor como Sido lo invitaba realmente lo había hecho sentir muy importante y sobretodo especial. 

—Pero no tendría ropa adecuada que ponerme… no sé cómo estaría a la altura. 

—Bah, por eso no te preocupes, mira —sacó un fajo de dinero—. Con esto puedes comprar un buen atuendo y te vendría a recoger. —Bill quería preguntarle por qué lo escogía a él, eso de que era simpático no se lo creía, pero presentía que se seguía preguntando cosas eso significara que no estaba interesado—. ¿Qué dices? 

—Acepto, muchas gracias. 

Así fue como Bill comenzó a conocer otro mundo en medio de la escoria. No todo era pobreza en ese lugar y no toda la gente que debía ser mala lo era. Descubrir que Sido era un traficante de drogas y poseía armas le había causado una de las peores impresiones de su vida, pero luego, mientras más hablaba con el hombre, se percataba de que no era como sus compañeros de clase o como Gustav, un adolescente con inseguridades, no, todo lo contrario, era un hombre maduro, quizá de la edad de Anis, pasaba de los treinta y hablaba con una autoridad que movía gente a su alrededor. 

De todo el mundo que Anis quiso protegerlo, en una salía a una fiesta había podido toparse con situaciones que nunca creyó que vería. Droga, sexo, armas mezcladas en risas y diversión. Era gente rica, sí, pero sin principios. 

Sido tomó su mano y en cada uno de sus dedos puso joyas. —Eres precioso, ¿lo sabías? —le dijo mientras veían unas copas sentados en unos hermosos sofás de la mansión, habían mujeres en atuendos tan cortos, Bill se sintió especial porque Sido prefería su compañía a la de esas mujeres que parecían actrices porno. Pero no podía entender que era porque Sido sabía el riesgo de acostarse con mujerzuelas a comparación de jovencitos de casa—. Quiero hacer de ti alguien grande, te ofrezco mi amistad y algo más, conmigo nada de faltará, tendrás todo lo que has deseado porque soy generoso con los míos. 

—No sé qué decir, estoy emocionado que me haya invitado. 

—Esta es mi vida Bill, te la presento. —Miró a un lado a uno de sus hombres y éste le dio una maleta negra la cual la puso sobre la mesa del centro, habían algunas mujeres que murmuraron cosas, pero Bill no podía centrarse en otra cosa que en Sido y cuando abrió la maleta se sorprendió de su contenido, toda clase de joyas y brillantes—. ¿Te gusta? Lo veo en tus ojos. 

—Santo cielo, no sé qué decir, usted posee tantas riquezas. 

—Pues parte de esto será tuyo. —Tomó un collar de oro y se lo puso, seguido le dio un beso en sus labios que Bill no rechazó. 

Así fue como Sido se convirtió en su primera pareja casi oficial. 

Lo regresó a casa en la madrugada y Anis estuvo furioso por verlo salir de un auto que él ya conocía y cuando Bill entró no reparó en decirle todo lo que sentía. 

—¡Quieres convertirte en la puta de ese traficante! ¡Crees que no sé de él! ¡Todo el mundo lo sabe y hasta de sus crímenes, no debiste hablarle, no debiste! 

—¡Ya! Ya, estoy harto de tus sermones, ya sé lo que me dirás, que Sido es el peor hombre del mundo, que ha matado gente, que la policía ni lo puede atrapar porque la tiene comprada, que es lo peor del mundo pero no me importa, Sido fue amable conmigo, me regaló cosas y no me faltó el respeto, no soy lo que tú dices, no pasó nada más que sana diversión, además te recuerdo que tengo ya dieciséis y yo quiero mi vida. 

Anis no podía creerlo, en tan poco tiempo Bill se le había escapado de las manos. 

—Nada de bueno puede haber en un tipo que vende droga, creí que te eduqué para que te mantengas lejos de todo esa escoria… 

—Sido no consume drogas, allá los idiotas que engordan su billetera, Sido es buen tipo. 

—Es muy mayor, Bill —dijo con un poco de temor. 

—¡Me gusta la gente mayor! ¿No te das cuenta? —Eso sorprendió a Anis quien no supo qué decir—. Desde siempre me han gustado.

En el siguiente capítulo, veremos el desenlace final.... No se lo pierdan. Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer.

1 comentario:

  1. hbsysjsvjsbsndhsnsb Muerroo
    Anis está muriendo de los celos muahaha. Ay pucha mare este Bill trae locos a todos ashajshshs. Amé este capítulo, actualiza pronto por favor :'c.

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