Algodones rosados II

Hola a todos, siguiendo el curso de este minific, les dejo el penúltimo capítulo. Gracias por leer~

Bill lloraba bañándose en la ducha. Lo había arruinado, todo había salido tan perfecto la primera vez que lo sintió íntimamente, todo parecía encajar tan bien, pero lo segundo que había pasado no, solo le constató más que era un fenómeno. 

—Bill, hijo, ¿estás bien? —preguntó su madre Simone desde la puerta del baño. Bill aclaró su garganta. 

—Sí… 

Saliendo de la ducha, cubierto casi todo el cuerpo por la toalla caminaba rumbo a su habitación un tanto compungido. Su madre lo vio desde el fondo del pasillo y suspiró al vacío. 

Pasados los minutos, entró en la habitación de Bill. 

—Mamá, me asustaste —dijo sentado en la cama ya vestido. 

—Lo siento. Hijo, debemos de hablar. 

—Si es de lo mismo, no quiero. —Ella quiso ser un poco más persistente. 

—Hablé con tu padre y bueno, es necesario ver a un especialista, ha pasado tanto tiempo que… 

—¡No! Es mi vida, es mi cuerpo, no quiero que nadie me vea otra vez. Mamá, solo quiero ser normal, por favor. 

—Estás saliendo con un hombre, ¿qué de normal tiene eso? —Bill se sonrojó, no sabía cómo su mamá se había enterado. 

Bill no quiso replicar, Simone se cansó de insistirle ver a un médico. Salió del cuarto dando un portazo y Bill se recostó en la cama mirando el techo de su habitación rosa... Al principio todo su cuarto lo era, él decidió cambiar eso, él no era una niña, lo supo desde siempre. Suspiró haciéndose una bolita y su celular volvió a sonar, sabía que era Tom, mas la vergüenza de no saber qué decirle en esos momentos impidió que contestara. 

*** 

—Papá… quiero uno de esos, esos. —William señaló al vendedor de algodones rosados. 

Tom se quedó parado en el parque por un momento, a William le había llamado mucho la atención esos algodones, curiosamente igual que a Bill. 

*** 

Tom le dio una tarjeta de cartulina que cuando Bill la abrió adentro habían nubes rosas hechas de algodón y decía un “Para mi amor” con letras redondas propias de Tom. Bill suspiró poniéndola en su mochila y le dio la espalda a Tom quien esperaba una reacción más emotiva que solo eso. Ya había pasado días desde lo ocurrido y Bill parecía frío, distante, y eso hacía sentir muy mal a Tom. 

—Algo te pasa Bill, ya te pedí disculpas, no sé qué más hacer. Prometí no tocarte más, pero no me odies, no… 

—No puedo odiarte yo… Tom, soy un fenómeno, no me querrás si lo sabes. 

—No veo la lógica, no entiendo qué de fenómeno tienes, juro que lo entenderé si me lo dices. 

—No quiero hablar de eso, quiero… quiero que seas como antes. —Se le acercó con la mirada suplicante y Tom acarició su rostro. 

—Todo lo que tú quieras. Te amo Bill, desearía que confiaras en mí. 

Bill suspiró emocionado, pensó poder lidiar con eso. Fueron al parque otra vez. 

—Tom… —vio al hombre que vendía los algodones rosados—. ¿Me compras uno? —Cambió de tema. 

*** 

—¿Te gusta? 

—Me encanta, deberías comprar mucho de estos, quiero más —dijo el pequeño con mucho algodón en la boca. 

—Aprenderé a hacerlos, lo juro. 

—Papi, ¿estas son nubes? —Tom rió. 

—No lo son. 

—Mira arriba, mira cuantos algodones rosados… 

*** 

—Bill… —Tom tocó su vientre y se sobresaltó, Bill se alejó totalmente ruborizado. 

—He comido mucho, perdón. 

—No tienes por qué disculparte, solo es extraño que… que tu vientre esté así. —Tom se le volvió a acercar para besarlo, pero Bill lo rechazó otra vez. El semblante de Tom decayó y Bill se angustió. 

—Tom, creo que quizá… —No quería decirlo, le dolía en el alma, lo amaba y ahora quería alejarse. 

—¿Qué pasa? Por favor dímelo, ¿qué hice? Puedo remediarlo. 

Bill comenzó a llorar, estaba al borde de algo, todo su cuerpo estaba cambiando de una manera extraña para él y solo le confirmaban una cosa que tanto quería negar y ocultar. Tom fue con él, contra su voluntad lo abrazó. Estaban en el jardín trasero de la casa de Bill, sus padres no estaban y prefirió hablar ahí con Tom para que ninguna llegada de sus padres los interrumpiera. 

—No te dejaré ir hasta que me digas qué es lo que te pasa. 

—Es vergonzoso. —Era la siempre excusa de Bill. 

—De verdad me espero todo, ahora, de una buena vez, deseo saber qué es lo que te pasa, estoy seguro que no dejaré de amarte, creo tener derecho a saberlo. —Tomó su rostro y lo miró a los ojos, Bill lloraba de angustia. 

—Yo… soy anormal, desde que nací. —Tom ni podía creer eso, nunca notó algo entraño. 

—Eso siempre dices, créeme que me acostumbré a pensarte así, y te amo así, dime qué es lo que está mal. 

—Tengo… —prefirió no verle a los ojos, se abrazó a Tom—. Tengo una abertura en… no sé si soy un… creo que… —Palabras entrecortadas, llenas de temor, Tom se quedó con los ojos muy abiertos mirando en cielo rosa, no interrumpiría, no ahora que Bill hablaba o intentaba hacerlo—. Mis padres desde pequeño dudaron en… en esto que soy, cuando nací creyeron que era una mujer… es eso, es… 

—No eres una mujer, tienes… 

—Sí, tengo, como también tengo esta abertura. —Hubo un silencio prolongado en donde Tom recordó la única vez que tuvo a Bill desnudo entre sus brazos—. Me la abriste cuando intentamos hacerlo por segunda vez. —Era la confesión más vergonzosa de su vida. 

Tom estaba frío de nervios, ¿qué era eso? Acaso Bill era una mujer y él nunca lo había sabido, pero eso cómo era posible, Bill tenía un pene Tom no había tocado además su cuerpo carecía de caderas y pechos, él se había enamorado de un chico. 

—¿Me odias? 

—Jamás —contestó de inmediato—. No entiendo, o no puedo imaginar lo que me dices, pero ahora que lo sé hallaremos la forma de… de estar juntos y que eso no sea un problema en ambos. 

*** 

—Papi, tengo sueño… —Tom arropaba al pequeño William, y le pasó un oso de peluche. 

—Dale buenas noches al Teddy. —Besó al peluche y Tom lo puso a su lado para tomar de la mesita de noche un porta retrato de Bill—. Ahora a Bill. 

—Buenas noches, Bill. —El pequeño besó la foto y Tom la puso en su lugar. 

*** 

Bill estaba desnudo recostado en la cama, Tom observaba su vientre ligeramente abultado y sobretodo más abajo, la extraña anatomía de Bill le llamó la atención. Era hermafrodita. 

—¿Estás asustado?, ¿horrorizado? —preguntó cerrando sus piernas sintiéndose mal, cubriéndose rápidamente. 

—No, nada de eso, solo estoy asombrado. —Se sentó en la cama a su lado y lo abrazó—. Te quiero tal y como eres. 

—¿Crees que soy una mujer? 

—¿Te sientes una? —Bill negó efusivamente. 

—Me siento un chico con erecciones, con ganas de jugar fútbol y… y me afeito cada que me quiere creer la barba, me siento un hombre por eso es que no quiero que mis padres me lleven al médico por ser un fenómeno menos que quieran, ya sabes, corregir mi problema. Tom, desde que tengo quince sangro por ahí cada… no sé, dos meses a veces. —Tom tragó saliva ante esa información—. Te asustarás… me dejarás. —Tom tocó su vientre. 

—¿Esto es… lo que creo que es? —Bill se angustió en sus brazos y asintió. 

—Tengo miedo, es eso que piensas, y se mueve. 

—Se mueve —repitió Tom acariciándolo más ahí—. Es un… un… 

—Un bebé. —Bill lloró angustiado y Tom cubrió más su cuerpo, envolviéndolo en las sábanas y así sentándolo en su regazo. 

—Shh, ya no llores, estamos ambos en esto, ¿de acuerdo? Es nuestro hijo. —Bill alzó la vista mirando a Tom tan calmo que le trasmitía paz a pesar de su condición. 

—¿Qué haría sin ti? —Tom le apretó más en sus brazos y también se preguntó lo mismo. 

*** 

—Papi… 

—Dime. 

—¿Quién es mi mamá? —Tom dejó de leer el periódico para mirarlo a los ojos—. En la escuela la maestra me lo ha preguntado y le dije que Bill, pero ella me dice que él es mi papá, me dijo que debo tener una mamá… 

—Bill es tu mamá. 

—Si Bill es mi mamá, Bill es una mujer, ¿cierto? 

—No, no pequeño, él es tu mamá siendo un hombre y la maestra no lo entenderá, pero tú y yo sí. Ven aquí, te contaré una historia. 

*** 

Tom se llevó a Bill a vivir en su casa. Su vientre era grande y estaban en un serio problema por culpa de sus padres que casi como nazis comenzaron a perseguirlo, exigían que sea llevado con un médico y Bill temía mucho eso. 

Tom regresó a casa, una nueva casa para que los padres de Bill no lo encontrasen y lo alejasen de él. Esta vez quiso ser responsable y sobre todo consciente, Bill llevaba un embarazo y no había pasado ninguna consulta médica, eso no estaba bien. 

Tom tenía un amigo que estudiaba medicina en los últimos años y de seguro sabía sobre cosas básicas que necesitaría Bill, aunque le había ocultado a éste que estaba yendo a casa en compañía de alguien. 

—No quiero, Tom, tú sabes que no quiero —decía abatido en la habitación, oculto de todos, vestido con la ropa de Tom, ancha que ocultaba su vientre. 

—Por favor, solo por hoy, necesitamos saber qué piensa un médico, cuán seguro está el bebé. 

—No quiero que me revise, ni que me toque. —Tomó a Tom de la chaqueta mirándolo suplicante, Tom le dio un pequeño beso en su respingada nariz. 

—No lo permitiría, él ni nadie te tocará de la forma que no quieres. 

—¿Sabe que soy un…? 

—No, él cree que eres una mujer, lo siento, pero le tuve que decir eso pues… ya sabes, los chismes corren. —Bill lo abrazó agradecido. 

—Gracias, no quiero que lo sepa nadie. 

—Tampoco yo. 

Bill tuvo que maquillarse y tomar pose de chica cuando salió a la sala, el joven médico traía un maletín pero Bill se sentó lejos y Tom fue quien hablaría por él pues su voz no era nada femenina. 

—¿Cuántos meses tiene? 

—Creo que seis, sí, seis meses. 

—Bueno, ya ha pasado su segundo trimestre, ¿asiste a sesiones de profilaxis? Dan mucha información sobre los cuidados además de los ejercicios para un adecuado alumbramiento. 

—Es que… no, no ha ido aún, más bien tenemos dudas como por ejemplo… —se acercó a Bill para tomar su mano e invitar que se ponga en pie, el pelinegro así lo hizo y Georg se le acercó—. ¿Sabría decirnos por la forma del vientre si será niño o niña? 

—No —Georg rió un poco—. Aún no se puede, a ver… —Se percató de las pocas caderas de Bill y sin querer puso ambas manos ahí causando estremecimiento en Bill, Tom tuvo que jalarlo disimuladamente—. Disculpa, solo quería constatar algo —dijo percatándose de la incomodidad de ambos. Bill seguía mudo y Tom lo abrazó—. Bueno, creo ver un problema, es de caderas estrechas, eso dificultará un tanto en parto natural, quizá… quizá deba someterse a evaluaciones para ordenar una cesárea. 

Bill se puso pálido, su hijo no saldría de su vientre de ninguna forma, debía aceptar ir al médico así fuese riesgoso. 

*** 

—Quiero verlo, ¿dónde está? —el pequeño preguntó una tarde, Tom suspiró algo nostálgico. 

—Nos dejó. 

—Oh… —su rostro confundido no podía ser otro. William se cruzó de brazos, ¿qué clase de madre tenía?

Qué habrá pasado con mami Bill? u.u El siguiente capítulo será el final. Los quiero *-*