Niñerías V

 Hola a todos, no pensé tener capítulo tan pronto pero lo tengo y va dedicado a Aliss <3 sí, n_n porque sí. Muchas gracias a cada uno por su apoyo *-* lo valoro.

—Te noto distraído —dijo Nicole en la escuela, ambos salían rumbo a sus casas y Bill se apuraba. 

—¿Ah? 

—¿Lo ves? A eso me refería. —Bill rió un poco y le codeó. 

—Debo llegar al trabajo temprano, disculpa si no te presto atención, no es mi intención. 

—¿Tendrás libre el fin de semana? —Bill lo pensó por muy poco y asintió—. Entonces podremos salir como antes. 

—No veo por qué no. Te llamo —dijo despidiéndose con la mano para apresurarse. 

Fue a su casa y tan rápido como pudo se alistó para salir. 

—¡Debes comer algo! —gritó Simone desde la cocina. Bill se alistaba e iba del baño a su habitación a cada rato. 

—¡Lo siento! —respondió saliendo de casa, quería llegar muy temprano. 

Llevó al conejo Tom en una bolsa y tomó el tren rumbo al trabajo, esperaba encontrar a Liam mejor y a su hermano. 

Llegó a casa y Arthur le abrió la puerta. Su día de trabajo comenzaría bien, lo presentía. En la sala, la señora Dunja le esperaba con una lista de cosas. 

—Esta es la lista para la cena y quiero pedirte un favor con respecto a Liam, está insoportable otra vez, de seguro por el estrés ya que no ha ido a la escuela, irá mañana sin falta; el problema es que quiere estar en la habitación de su hermano, aún no entiende que está delicado, así que mejor entretenlo para que lo deje descansar. —Bill frunció el ceño, siempre era lo mismo, la señora Dunja creía que Liam tenía un problema cuando él sabía que en realidad era su familia la que estaba mal, pero no podía discutir con la señora pues estaba de salida. 

—Haré lo que pueda. 

Ella se fue y Bill buscó a Liam, no estaba abajo y pasados los minutos escuchó una discusión en el segundo piso. 

—¡No hago nada malo! —gritaba Liam. 

—¡He dicho que bajes, ya llegó Bill! 

—¡No me importa, además tú no eres mi papá! 

Bill subió tan rápido como pudo y jaló a Liam que casi se le abalanzaba sobre el señor Arthur. El pequeño se asustó un poco y miró a Bill para después sacudirse y forcejear, pero Bill no le decía nada, solo lo jalaba pues sabía que discutir sería una pérdida de tiempo. 

—¡Suéltame! —No lo hizo y estando en la sala se puso frente a las escaleras para que no intentara subir—. ¿Quién te has creído para impedirme el pase en mi propia casa? ¡Fuera! 

—No voy discutir otra vez, pero deberás seguir las reglas si no quieres problemas. 

—¿Vas a golpearme? ¡Puedo denunciarte! —Bill se intimidó un poco, sin embargo no se inmutó y siguió tomando a Liam del brazo. 

—¡Quiero que me escuches! No voy a soltarte hasta que dejes de moverte. —Liam se quejó y al ver que Bill hablaba en serio, poco a poco se estabilizó y sus hombros decayeron en señal de rendición—. Hablaremos antes. —Liam alzó la vista y lo escucharía—. Tu hermano aún no está bien y tu mamá me ha dicho que no puedes estar en su habitación porque debes dejarlo descansar, ¿quieres que empeore y regrese al hospital? —Liam negó con la cabeza y parecía un poco asustado—. Entonces no tienes que estar arriba. 

—No haré ruido, solo quiero ver que esté bien, nada más, no le hablaré. 

—No Liam. Más tarde quizá podemos subir, pero ahora no. —El niño infló sus mejillas y suspiró resignado, le dio la espalda a Bill y caminó hacia el jardín—. Traje a Tom el conejo, por si te interesa. —Liam volteó y asintió, Bill lo siguió al jardín. 

Tenía en la lista algunas actividades como ponerse al día de lo que había faltado a la escuela. Dentro de poco llegaría uno de sus compañeros para prestarle sus cuadernos y conversar un poco pero Liam no quería hablar con nadie así que le dijo a Bill que si su amigo venía sea él quien le reciba los cuadernos. Después de hacer las tareas debía tomar un baño y cenar para como siempre ir a dormir. 

—Aún te falta pintar esta tarea —le pasó un cuaderno. 

—¡Estoy aburrido! 

—Lo sé, pero debes terminarlo. 

—¿Cuándo iré a ver a Tom? ¿Y si le ha pasado algo malo? Arthur no ha vuelto a subir. —Bill se quedó pensando, él ni cuenta se había dado de que el señor no había subido Tom estaba solo. 

—Podemos ir a verlo después de la tarea, pero debes prometerme que no harás ruido. 

—¡Sí! 

El pequeño pintó todo lo que le faltaba con mucha fuerza hasta casi romper las puntas de sus lápices de colores, Bill notó su ansiedad y prefirió no insistirle. Terminando su tarea de ponerse al día, guardó sus cuadernos en su mochila y sus libros en el estante de la biblioteca y luego de todo eso miró a Bill con inquietud. 

—Sé que quieres verlo, pero… 

—¡Pero nada! Dijiste que podría hacerlo luego de hacer la tarea, pues bien. —Se cruzó de brazos y Bill consintió. 

—Está bien. 

—¡Sí! 

—Pero ya sabes, nada de bulla. 

—¡No la haré! 

Bill se llevó una mano a la frente y fue tras Liam que corría escaleras arriba y se detuvo en la puerta del cuarto de Tom con la respiración agitada y moviendo las piernas en el mismo lugar. Bill asintió para permitir que entrara, pero puso su dedo índice en sus labios en señal de hacer silencio, Liam entró agitado. 

Tom estaba sentado en su cama con la espalda apoyada en las muchas almohadas, veía algo de televisión y dejó de hacerlo cuando su hermanito se asomó por su puerta y sin poder contenerse corrió hacia adentro. A Bill, que observaba desde afuera, se le removió el estómago del nerviosismo, la señora Dunja había dado órdenes y él las estaba desobedeciendo. Se adelantó y se quedó parado en el lumbral de la puerta observando a Liam junto a la cama de Tom. 

—¿Estás bien? —preguntó el menor tratando de contener su emoción y Tom solo movió la cabeza en afirmación—. ¿Quieres algo? Pídeme lo que sea. —Apoyó su cabeza en una de las almohadas de Tom y lo veía a los ojos. 

—Hum… —Tom apenas hizo un sonido y Liam estaba casi encima de su cama, así que Bill tuvo que entrar. 

—Disculpa —dijo a Tom y enfocó su vista en el pequeño—. Liam, por favor, dijimos que no lo molestarías, no te recuestes así. 

—Es mi hermano —abrazó a Tom posesivamente y Bill supo que no había sido buena idea permitir que suba. 

—Liam… —Bill terminó cerca de la cama y sintió a Tom mirar fijamente cada uno de sus movimientos. 

—No quieres que me vaya, ¿cierto? Díselo. —dijo Liam y Bill miró a Tom en busca de respuesta, pero solo lo oyó carraspear y luego estiró una mano para tomar la cabeza de Liam y acariciarla. El niño sonrió ante eso y puso sus cabellos en la mano de Tom para que lo despeine y así le siga acariciando—. ¿Lo ves? Él quiere que me quede. 

—Está bien, voy a prepararles algo de cenar, pero Liam no vayas a molestar mucho a tu hermano. Regreso. 

Bill salió de la habitación y Liam no aguantaba las ganas de preguntarle muchas cosas. 

—¿Por qué no hablas? ¿El ratón comió tu lengua? ¿Es por hablar malas palabras? —Tom sonrió y negó con la cabeza—. ¡Y estás entendiéndome!, me escuchas pero no respondes, ¿por qué? —Tom apretó sus labios y cerró los ojos por un momento dejando de acariciarle la cabeza—. ¿Tom? 

—Shh… —dijo Tom y Liam se emocionó con esa reacción. 

—¡Puedes hablar! 

—No grites —dijo con voz rasposa—. Me duele la cabeza —susurró—. Estoy molesto con esto que ha pasado. 

—Tomi, no te pongas así. Espera. —El niño salió corriendo para ir directo al jardín, tomar el conejo y subir otra vez tan rápido como pudo—. ¡Mira! —Se lo mostró y Tom se removió un poco en la cama y acomodarse para ver bien lo que su hermanito tenía en brazos—. A que no sabes cómo se llama. Adivina. —Tom frunció el ceño—. Ya pues. 

—¿De quién es? 

—De Bill, pero lo trae para mí. Adivina su nombre. 

—No lo sé, no tengo idea —comenzó a toser y Liam se preocupó. 

—¿Estás bien? —Tom asintió y se acomodó en la cama. 

—Odio esto, el no poder moverme bien y estaré así no sé hasta cuándo. 

Bill entró con dos emparedados de queso y jamón y Tom guardó silencio. 

—Liam, si vas a comer aquí deberás dejar el conejo y lavarte las manos —mandó Bill y Liam obedeció saliendo de la habitación para regresar al conejo al jardín—. Te traje lo mismo que a Liam —dijo a Tom—. Espero no te molestes y le puse kétchup. —Le extendió el platillo y Tom lo tomó. —Sé que no puedes hablar, pero quiero decirte que todo saldrá bien. —Tom lo miraba con un poco de incomodidad—. Te dejo. 

Se alejó de la cama y el niño entró otra vez, quería quedarse junto a Tom pero Bill le insistía que mejor no. 

—Quiero quedarme a hablar con mi hermano. 

—No creo que sea buena idea, Liam. 

Bill tuvo que ponerse firme en su decisión y sacar al niño entre discusiones y forcejeos. Tom lo vio correcto de todas formas, no quería que nadie estuviera en su habitación. Para él ese accidente había significado mucho, aún soñaba pesadillas y no quería mostrar ningún tipo de afectación para, según él, no darles motivos a sus padres de reclamarle. 

Abajo, Bill trataba de controlar a Liam de no subir las escaleras y terminar tranquilo su cena. 

—Hoy tienes que bañarte. 

—¡No! Ya me bañé hace días. 

—Pues te toca. 

Luego de que el pequeño se bañara, Bill accedió que vaya al cuarto de su hermano a darle las buenas noches. Arthur estaba saliendo y les dijo que Tom estaba un poco mejor, que ya hablaba pero que por favor no hicieran ruido porque debía dormir. 

—Solo quiero darle un beso de buenas noches —dijo suplicante. 

—Está bien —accedió Arthur—. Acompáñale tú —señaló a Bill—. Mira que no se suba en su cama, debe reposar. 

—Claro, iré con él. 

Entraron nuevamente y Liam le dio un beso de buenas noches en su frente. Tom sonrió y despeinó la cabeza del pequeño. 

—Hora de dormir, campeón —susurró con voz débil. Bill se sobresaltó al oírlo. 

Sacó a Liam a su habitación para arroparlo y hacerlo dormir. Miró su reloj y ya era hora de irse, deseaba no tener que esperar a la señora Dunja y poder regresar a casa. 

Caminó por el pasillo y escuchó un quejido desde la habitación de Tom, se detuvo y volteó. No sabía si debía ir y ver o no, pero el señor Arthur no estaba por ningún lado, así que pensó que quizá necesitaba algo y no podía moverse porque tenía la pierna enyesada además de estar delicado. 

Caminó a paso lento y tocó la puerta, pero no contestó y sin pensarlo más decidió entrar. 

La habitación estaba semi oscura pues alumbraba solo la luz del televisor encendido. 

—¿Estás bien? —preguntó pero Tom no respondió. Escuchó sonidos como gemidos y al estar al borde de la cama lo vio moviendo la cabeza de un lado a otro, estaba temblando—. Es una pesadilla —dijo asombrado y posó una mano en su hombro para sacudirlo con cuidado—. Despierta. 

—¡Ahh! —gritó agitado y al ver a Bill se calmó frunciendo el ceño, llevó una mano hacia sus ojos para taparse un poco la cara. 

—Perdón, espero estés bien. 

—Ah, eras tú, me asusté —le dijo sin mirarlo—. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no cuidas a Liam? 

—Está durmiendo y ya me iba. Espero mejores. —Estuvo por irse pero una mano lo detuvo por la muñeca, Bill se tensó. 

—Espera… —Bill le miró a los ojos brillosos y luego Tom frunció el entrecejo. Sabía que había perdido su tan preciado cabello con rastas y no se sentía el mismo con esa venda en la cabeza. Bill esperó a que le dijera alguna cosa—. Anda a mi ropero y saca una gorra roja. 

—Sí. —Bill fue y comenzó a buscar, tenía tantas gorras y la mayoría eran rojas—. ¿Cualquiera? 

—Una roja. —Bill se molestó, lo trataba como a un empleado más y eso no le gustaba, pero al ser consciente de su condición delicada de salud, prefirió callar y obedecer. 

—¿Te parece bien esta? —preguntó acercándose y Tom aprobó—. Ten. —Se la pasó. 

—Pónmela —bajó la cabeza para dejar de apoyarse en la almohada y Bill se acercó con un poco de vergüenza, no sabía por qué se sentía así, pero tenía las mejillas sonrojadas y las manos frías por la extraña cercanía. 

Nunca antes se habían hablado de esa manera, y ahora Bill se culpaba por estar nervioso como si Tom fuese alguien especial, cosa que no era para él, no pasaba de ser un petulante engreído al cual le había pasado un accidente, eso era todo. 

Puso la gorra en su cabeza vendada y Tom volvió a apoyarla en las almohadas. El televisor desprendía colores de una película de acción y se reflejaban en Tom, Bill se quedó mirándolo fijamente por un momento. 

—Buenas noches —dijo para irse, pero Tom lo detuvo tomando su mano—. ¿Quieres algo más? —Tom le sonrió y asintió—. ¿Qué quieres? 

—Acércate. —Bill pestañeó varias veces. 

—¿Cómo? 

—Ven —le jaló de la mano y Bill acercó su rostro para escuchar lo que le diría—. ¿Cómo así tienes esos ojos tan… atractivos? 

—¿Qué? —Bill se separó y pestañeó rápido. Tom rió un poco y luego carraspeó, se había agitado y su cuerpo aún estaba débil. 

—Acércate —Bill pasó parte de su cabello detrás de su oreja para oírlo mejor y se acercó un poco—. Más. —Tragó saliva y se inclinó. 

Tom alzó una mano y la llevó a la nuca de Bill e hizo un poco de presión para terminarlo de acercar a su boca. El pelinegro no pudo reaccionar, solo se dio cuenta de lo que estaba pasando cuando tenía a Tom besando sus labios y hasta tomó parte de ellos entre sus dientes, lo lamió y se separó haciendo un sonido húmedo, aconteciendo todo en pequeños segundos. 

—¡Quién te has creído! —gritó Bill con la voz entrecortada por la excitación del momento fugaz y Tom empezó a reír. 

Bill se sintió humillado y salió casi corriendo. Bajó las escaleras con las piernas temblorosas, estaba arrepentido y bastante molesto. Su corazón latía acelerado y sus mejillas aún seguían calientes. 

La señora Dunja apareció y Bill suspiró tratando de calmarse para no mostrar su estado. 

—¿Todo bien? Luces cansado. 

—Sí, no se preocupe. —Se mordió el labio y se lamentó de aún sentirlos húmedos de la saliva de Tom. 

No pudo haber pasado algo así, pensó que se estaba metiendo en graves problemas.

Pobre Billyberto, ¿qué será de él ahora? Veremos qué más pasa. Un abrazo grande a todos *-*