lunes, 8 de abril de 2013

Fresas amargas - Capítulo final

Hola a todos *-* les traigo el final de este fic~ espero les guste. ¡Los quiero mucho! Dejo este dibujo hecho a mano que me regaló Mel Twc para este fic *-* muchas gracias, es precioso y de fresas *o*

Bill se sentía distinto a como salió de Francia, aunque debía volver, allá estaba su trabajo y sus hijas, aquí solo estaba Tom y aunque él fuese gran parte de su vida Bill sentía que debía ser responsable y regresar. Pero no sin antes terminar de arreglar su vida, los asuntos pendientes.

Ian le estuvo llamando muchas veces al celular, pero Bill decidió mejor no contestarle al igual que a Jared, que por desgracia, seguía mandándole mensajes obscenos para tener un encuentro pronto a lo que Bill le respondió un escueto «No».



Llegó cerca de las nueve de la noche a casa de su padre habiéndole avisado de ello en el camino. A Jörg le incomodaba tener a Bill cerca y es que en sí le recordaba a Helen, lamentablemente, pero en realidad Bill reflejaba muchas veces su mala actitud.

Le abrió la puerta y le dejó pasar, apenas un abrazo frío y se enrumbó con sus maletas hacia una habitación en el fondo. Saludó superficialmente a la mujer de su papá evitando ver a detalle a sus medios hermanos. Jörg le acompañó, estaba algo curioso por saber qué hacía su hijo en Alemania.

—¿Qué te trae por aquí? —preguntó en el lumbral de la puerta mientras Bill terminaba de acomodar sus cosas en una pequeña gaveta. Volteó y encaró a su papá, suspirando y pasándose la mano por su espesa cabellera rubia.

—Solo me quedaré dos días, debo regresar a Paris a ver a mis hijas, me separé de Astrid, era lo mejor. —Jörg torció la boca.

—Si decidiste separarte, bueno, lo entiendo… tus hijas sabrán entenderlo en un momento. —Bill se le quedó mirando fijamente a los ojos y su papá agachó la cabeza algo intimidado—. Hay otra mujer, ¿verdad? —Bill rió un poco.

—¿Tiene que haber otra? En realidad fue una hermosa experiencia de la cual no me arrepiento, no tengo una enemistad con ella.

—Sé qué es lo que tratas de decirme, ahora que eres un adulto podría explicarte cómo fueron las cosas en aquel entonces… —Se refería al pasado. Bill se sentó en la cama y su papá entró y se sentó a su lado—. Yo amaba a tu mamá, eso no puedo negarlo, solo que la convivencia se tornó conflictiva, simplemente no teníamos muchas cosas es común, ella amaba las cosas de salud, era una buena enfermera y casi no tenía tiempo para mí, yo siempre permanecía en el estudio de abogados. Cada vez nos distanciamos más y nos encerramos en nosotros mismos, comenzaron los secretos y mentiras hasta que un día todo explotó, ella me ofendió de una manera que prefiero no recordar y…

—Tú le pegaste, lo vimos. —Jörg le miró algo angustiado, pero solo pudo asentir.

—Sí, muchas veces cometemos estupideces sin pensarlo, impulsos nada más. —Bill frunció el ceño.

—¡No te justifiques! —Jörg tragó saliva y le encaró.

—¿Qué ganas escarbando el pasado? Ambos lo superamos, tengo una familia ahora y estoy seguro que Helen está muy bien sin mí.

—Lo está.

—¿Ves? —Bill se le quedó mirando y su papá le sonrió, pero permaneció mirándole fijamente, analizando su vida.

—Papá, nunca quise ser como tú. —Jörg bajó la cabeza, no sabiendo qué decirle—. Siempre lo estuve evitando… Cada cosa que hacía pensaba en no llegar a ser como tú, pero… lo soy —se calló por un momento ya que recordar aquellos errores que cometió le hacían sentirse sucio.

Pero, ¿quién es perfecto?

—No soy un buen ejemplo, lo sé —le dijo en un casi susurro, Jörg no quería discutir ni nada por el estilo—. Me arrepiento de los errores que cometí, pero jamás me arrepentiría de haberles tenido a ustedes como hijos, a Daniela y a ti.

—Papá, soy homosexual —se confesó por primera vez y Jörg suspiró hondamente tratando de disimular su incomodidad.

—Lo sé, ¿crees que eso podría ser un secreto para siempre? Lo he sabido desde que tenías catorce años y… —prefirió no decir nada—. Ahora eres mayor de edad, todo un hombre, quizá fue mi culpa que seas homosexual, lo lamento. —Le miró con pena y Bill negó con la cabeza.

—Eso no es culpa de nadie, eso… no se tiene como enfermedad, simplemente soy así. No es tu culpa. —Jörg le pasó una mano por el hombro y se lo apretó sonriéndole tímido.

—Igual eres mi hijo. —Bill le miró y suspiró, jamás en su vida pensó que su papá le dijera ello. Y es que para Jörg las cosas estaban claras, él no cambiaría el destino de Bill.

Un abrazo fuerte selló aquel momento que quedaría por siempre en la mente de Bill, no más rencores y es que dejar el pasado también era ello, dejar de compararse con su papá. Ambos sabían los errores que habían cometido y ante ello no se podía hacer más que seguir.

—¿Te quedarás en Alemania? —le miró Jörg con preocupación—. No quisiera que te vayas ahora, pero quisiera que estés con tus hijas, ellas son pequeñas, ellas te necesitan. —Bill asintió.

—Regresaré, estaré aquí dos días más y regresaré a Francia, seguiré trabajando allá —suspiró resignado—. No tengo otra salida, creo que es lo mejor, no dejaré a mis hijas así por así, las amo. —Jörg asintió y atrajo a su hijo para darle un beso en la cabeza.

—Descansa, estás en tu casa…

—Gracias, papá… —hace años no llamaba a alguien papá.

Aquella noche, al fin, descansó en paz total.

***

—¿Por qué me haces esto? —le reclamó el rubio con el rostro bañado en lágrimas—. ¡Creí que me querías!

Tom apretaba los labios y los puños, se puso tenso y sintió tal frustración. Andrej tenía su celular en mano y le miraba serio, decepcionado.

—Andrej… —Tom suavizó su tono, queriéndose acercar para consolarle, no quería que sufriera así de esa manera— Debemos hablar.

Pero Andrej le miró con odio y levantándose de la silla caminó hacia la alacena de la cocina buscando en los cajones algo, hasta que lo encontró, Tom se le acercó y Andrej retrocedió con cuchillo en mano.

—¿Qué pretendes?, Andrej, deja eso —le ordenó serio.

—No, no me digas qué hacer —puso el cuchillo en su brazo y lo hundió en su muñeca delante de Tom.

—¡NO! —comenzó a forcejar con él para quitarle el cuchillo, Andrej gritaba y lloraba como desquiciado manchando con su sangre la ropa de ambos. Tom le apretó la muñeca y logró que soltara el filudo cuchillo, mantuvo su mano en su muñeca apretándola para evitar la hemorragia—. ¡Lo siento! ¡Andrej, lo siento! —repetía cerca de su oído buscando que se calmara. Le abrazó por detrás sin soltar su muñeca cortada y le apretó apoyando su mentón en el hombro de un tembloroso y desesperado Andrej—. No mereces que te haga esto, lo sé… —le susurró—. Lo intenté, por todo este tiempo…

—¡No me digas nada! —le gritó queriendo zafarse— ¡No quiero escuchar su nombre, le odio!

—Shh… —le susurró—. Lo sé, lo sé, tranquilo —pronto su llanto bajó de intensidad y se dejó abrazar.

—Eres…

—Lo sé —hubo un silencio en la cual solo se escuchaba los sollozos de Andrej, se sentía tan mal.

—Eres mi primer amor, Tom, el único primer amor. —Se giró para verle y Tom no quiso soltarle la muñeca, sabía que se desangraría si lo hacía. Andrej le miró a los ojos y Tom no soportó verle así, le abrazó, consolándole—. No puedes dejarme, no después de todo esto que tenemos… —Tom tenía los ojos abiertos y tragó saliva, él no quería dejarle, no… Pero también sabía que sería lo correcto.

—Debo. —Susurró tratando de no sonar rudo.

—¡No! No puedes hacerme esto, no —comenzó a golpear su pecho—. No lo hagas, Tom —le miró suplicante, se soltó de Tom y la herida comenzó a gotear sangre hasta el piso…

—Debemos ir al hospital, eso necesitará puntos.

—¡No! ¿No entiendes? ¡Sin ti prefiero morir! —Tom le miró angustiado, y aunque Andrej se portara como un niño caprichoso, él sabía lo mucho que había significado en su vida. Así que tomándole de la muñeca lo jaló hacia la salida— Suéltame… déjame si es eso lo que quieres, ¡Tom! —pero no se detuvo.

Fueron al hospital a las malas, Andrej estaba nervioso por las preguntas que le hicieran y Tom estuvo a su lado en todo momento.

—No me iré hoy —le dijo como para calmarlo, aunque lo ideal sería que Andrej se fuera de su departamento—. Me quedaré a tu lado, por hoy y mañana también, pero ya no puedo prometerte más. —Ya le habían cosido la herida y las enfermeras los habían dejado solos por un momento.

—Me encontrarás muerto —masculló sintiéndose totalmente derrotado.

—Ese no es el Andrej que conocí… Ese no es el Andrej del cual me enamoré alguna vez. —Andrej le miró indignado.

—¿Por qué ya no me amas? ¿Qué tiene ese que no te dé yo? —Tom suspiró y agachó la cabeza.

—Son diferentes, no tiene que ver qué no me hayas dado o algo parecido… Andrej, lamento todo esto… no sabes cuánto me cuesta, no quisiera que pasaras todo esto por mi culpa, pero simplemente, por más que me retengas, no seré para ti quien debería ser. Puede que siga contigo y es algo que en un principio deseaba defender por sobre todo, pero ninguno será feliz, esa es la verdad y otra vez, lamento eso. —Andrej se le quedó mirando por un rato—. No quiero dejar de saber de ti, no perderé contacto contigo.

—Sí lo harás, dejaré de importante totalmente. —Tom negó con la cabeza.

—No se puede borrar todo lo que vivimos, nadie me quitará eso y no me arrepiento de haberte conocido, eres una gran persona, un excelente veterinario, un buen amante. —Andrej frunció el ceño recordando las experiencias que vivió con Tom, temía dejarlo, eso era la verdad, quería seguir con él.

—No puedo dejarte… —volvió a llorar.

Sería difícil, Tom lo sintió así, como un enorme pesar en su corazón, y hasta culpa sintió.

Regresaron a la casa y Tom no pudo evitar arroparle en la cama y quedarse junto a él abrazándole y besándole la mejilla cada que podía, tocó su brazo vendado y lo besó.

—No lo vuelvas a hacer… no mereces morir por mi culpa —Andrej tenía los ojos rojos de tanto llorar.

—¿Mañana me llevas donde mi mamá? —le preguntó con la voz entrecortada y Tom asintió.

***

Dos días después, Bill le mandó un mensaje de texto a Tom.

«Me voy a Francia, sé que no puedo verte, pero estoy pensando en ti. Te amo»

Tom suspiró ante ello y se sentó en su cama para responderle.

«Estoy yendo al trabajo ahora, y también pienso en ti»

Suspiró mandándole ese mensaje. Miró su departamento vacío de seres… Andrej se había llevado a todas las mascotas, pasaría un tiempo con su mamá, era lo mejor.

Las manos de Tom temblaron un poco, y es que aún se medicaba de manera irresponsable, sabía que debía dejar de hacerlo, que casi era una adicción.

—No puede estar pasando, no es correcto —se recriminó a sí mismo. Y caminó hacia su maletín de médico sacando su boleta de recetas y tachándolas todas con un plumón, no las usaría más, estaba decidido a no volver a consumir esos medicamentos.

Fue al hospital a ponerse al día con su trabajo y es que Tom amaba ser médico.

***

Bill manejó nervioso hacia la casa de su suegra, sabía que ésta no le miraría con buenos ojos y no sabía cómo reaccionaría Astrid por su visita, pero ella misma fue quien le dijo que podría visitar a sus hijas siempre.

Las extrañaba tanto que sentía que sería capaz de llorar frente a ellas cuando las volviera a ver, pero poniendo una música alegre en su auto trató de estar animoso, él no quería pasarles temor a ellas, no quería que sufrieran su ausencia y ellas serían su prioridad en la vida, así lo había decidido. Y lo cumpliría.

Llamó a Astrid avisándole que estaba por llegar y ella le dijo un « genial, no les diré a las bebés para que sea una sorpresa». Bill ante ello sonrió aliviado.

Bajó de su auto y tocó el timbre de la casa, Astrid abrió sonriéndole.

—Hola, qué bueno verte tan pronto —Casi una semana había pasado.

—Hola Astrid, tuve que regresar —le sonrió y ella le besó la mejilla.

—Las nenas están en la piscina, como hace sol he decidió tener un tiempo con ellas ahí.

—Genial… quiero verlas.

Caminó adentrándose en aquella enorme residencia y las vio en la pequeña piscina, las dos jugaban acompañadas de Lucy, la niñera, la cual estaba en la piscina sosteniendo a las niñas en flotadores. Se quedó viéndolas un momento hasta que ellas dieron con él. Aquella reacción de las pequeñas al verle, él juró inmortalizarlo en su memoria de por vida.

—¡Papi! ¡Papi! —se desesperaron por salir a lo que la nana les ayudó y Bill se inclinó para tomarlas una por una.

Sentado en el césped del jardín, las dos pequeñas empapadas de agua se le fueron encima mojándole la ropa de marca, y llenándole de besos en las mejillas. Sus risas y demostraciones de afecto hicieron que el corazón de Bill se acelerara de emoción y que sus brazos estrujaran a sus niñas con ternura.

—No saben cuánto las extrañé, Tifany y Laurín. —Él quería que ese momento sea eterno.

Pero luego tuvo que entrar con ellas y saludar a la mamá de Astrid, la señora Ivonne, y tener que soportar sus indirectas y directas, aunque después de minutos, Astrid llevaba a Bill al jardín otra vez junto a sus dos hijas llevando una canasta de comida para comer afuera.

—Voy a quedarme algunos días…

—¿Trabajarás en el museo con mi padre?

—Sí, no he dejado ese trabajo. —Astrid le sonrió algo conforme, vería al padre de sus hijas seguido, eso le aliviaba puesto que ella también pensaba que las niñas debían crecer cerca de su papá.

—Me alegra, entonces podrás tener días con las niñas.

—Eso es justamente lo que deseo… Estar con ellas, no dejar de verlas, y no dejaré de hacerlo. —Tenía a las dos pequeñas sentadas en cada pierna comiendo un emparedado.

Ese día se la pasó conversando con sus niñas de cosas infantiles, ellas querían mostrarle toda la casa y así fue, de la mano de ellas caminó por cada rincón, según ellas su papá también viviría en esa casa, pero no sería así, Bill vería la manera de arrendar un departamento para así llevárselas los fines de semana o cuando pudiese, ya tenía en mente cómo sería el cuarto de sus gemelas, pintado de rosa con muchas fresas…

Y cuando cayó la noche se despidió de ellas diciéndoles que volvería pronto y que les llevaría a su departamento nuevo, que ellas tendrían dos casas, ellas aún no entendían, pero al parecer seguían teniendo un buen concepto de su papá que él estaba dispuesto a mantener.

Fue a su departamento anterior, el cual debía abandonar dentro de poco puesto que le pertenecía a la mamá de Astrid y ella no quería nada de él en esa casa, y caminó hacia aquella habitación que le traía no muy buenos recuerdos… sus secretos y todo lo que ahí pensaba.

Suspiró pesadamente y se dispuso a dormir, sería la última noche que pasaba ahí. Sacó su celular y había un mensaje, era de Tom.

«Te extraño, sé que estás con tus hijas y me alegra eso, besos».

Sonrió ante eso y decidió llamarle.

—Hola —le dijo Bill en tono seductor—, me respondiste muy rápido…

—Es que eres tú —una risita de Bill le hizo sonreír a Tom—, te extraño mucho…

—También yo —suspiró algo fastidiado—. Pronto mi dinero se acabará con esto del viaje… Debo regresar a trabajar esta semana. —Tom cerró los ojos algo incómodo, pero él también debía trabajar mucho.

—Entiendo, mi tiempo esta semana también es copado, y la otra semana estaré de turno, o sea, todas las noches.

—Pero te veré pronto, lo prometo, quiero verte —esas palabras eran las que Tom quería escuchar y trató de tener fe en ello.

—Sí, te esperaré…

***

Después de semanas, Bill caminaba por el amplio museo, se había centrado en su trabajo al cien por ciento, y eso le agradó al padre de Astrid, quien le dio otra oportunidad aún sabiendo que él ya no estaba con su hija, aunque sabía que visitaba a menudo a sus gemelas.

Entró a su oficina decidido a revisar convenios y ver los diversos proyectos que al museo competía. Se sentó en su escritorio y se puso sus lentes para leer todo aquello.

Escuchó la voz de su secretaria decir «usted no puede pasar así no más», y luego ver a un joven entrar a su oficina con una sonrisa en los labios. Bill le miró y se levantó de ahí algo asombrado.

—Jared, ¿cómo osas entrar así a mi oficina? —le reclamó indignado.

—Tantos mensajes que te he mandado —también osó reclamarle y la secretaria los dejó solos. Jared se le acercó con autoridad y Bill retrocedió—. Tenemos algo Bill, así sea puro sexo, ando pensando en ti todo el tiempo, y tus jodidos mensajes son un simple «No». Eso no es justo. —Bill le frunció el ceño, si alguna vez se sintió atraído por él todo aquello se había caído definitivamente.

—No quiero nada contigo, ¿entiendes eso? ¡No quiero verte más! —alzó la voz y Jared abrió los ojos algo intimidado, Bill nunca le había rechazado así de tajante—. Si ahora no sales de mi oficina, llamaré a seguridad…

—Tu mujer se enterará qué clase de marido tiene, uno que le gusta que le den por culo, gay… —sonrió triunfante, Bill tiró los papeles que tenía en mano y avanzó hacia él cual fiera, lo tomó por el cuello girándolo para empotrarlo contra su escritorio, de cara hacia éste y Bill le presionó por la espalda teniendo uno de sus brazos y jalándole hasta producirle dolor.

—Escúchame bien, el hecho que me la hayas metido no me hace más gay que tú —se presionó contra él demostrándole que sería capaz de violarlo si le placía—. Quiero que te alejes de mí, no me busques, no me mires, voy a prohibirte la entrada a este lugar.

Le jaló del cabello y le llevó a la salida, de un empujón lo sacó de su oficina. Llamó a seguridad para que lo terminaran de sacar y luego regresó a su despacho. Le dolía ahora el cuello por el estrés que había pasado, pero luego suspiró aliviado esperando que haya entendido el mensaje de una buena vez.

El día se la pasó así, entre papeleos y reuniones con los trabajadores del museo, vio su reloj, cerca de las cuatro de la tarde y le había dicho a Astrid que se llevaría a las niñas a un parque de diversiones a las cinco, que cenaría con ellas y las regresaría a casa al día siguiente.

Se despidió como de costumbre de todos y se enrumbó hacia su nuevo departamento en donde, efectivamente, había una habitación ya acondicionada para ellas, las almohadas de sus camas blancas eran en forma de fresas y sus cubrecamas también tenías fresitas, él lo había comprado hace algunos días.

Se alistó para verlas y se dispuso a recogerlas.

El timbre de su puerta sonó y se puso frío de solo pensar que sería acosado por Jared o quizá algún otro. Apretó sus puños y fue a abrir, miró por el ojo de la puerta encontrándose con un rostro conocido con lentes de sol y una badana cubriendo un poco sus trenzas… un piercing en sus labios y una mochila en el hombro.

—¡Tom! —le gritó abriendo la puerta rápidamente y lanzándose a sus brazos cual hambriento de él—. ¡No puedo creer que estés aquí! Creí que nos veríamos en dos semanas. —Y así habían acordado por teléfono, pero Tom no soportó la espera.

—No pude —rió con Bill en sus brazos, el cual quería subirse en Tom quien tuvo que soltar su mochila para abrazarle y alzarle como él quería—, te extrañé, por eso vine, aunque solo es hasta mañana… Debo regresar, pero ya estoy aquí.

—Sí —viéndole de cerca le besó y Tom se dejó, por un momento largo solo lo compartieron besándose y suspirando. Era tan agradable tenerse aunque sabían que era por tan poco tiempo…

Bill le explicó que debía recoger a sus hijas y llevarlas de paseo, cenar y luego regresar a casa a pasar la noche con ellas… Tom entendió todo aquello y pensó que quizá debía quedarse en el departamento, pero Bill no lo permitió.

—Vamos, no creo que haya algún problema, quiero que las conozcas. —Bill estaba emocionado porque sería la primera vez que Tom las vería, y éste no pudo negarse, total, la idea era pasar el tiempo lo más juntos posible.

Bill manejó con Tom hablando de su trabajo, sus proyectos y Tom también le contó lo suyo, que Simone le mandaba saludos y que quizá se comprometería dentro de poco, y que le invitaría para ello. Hasta que llegaron a la casa de Astrid.

—Espérame aquí —pidió Bill bajando del auto, Tom asintió y vio como Bill se adentraba en una casa, y luego de minutos salía con dos niñas castañas, con vestidos floreados en colores verde pastel y rosa, ellas sonreían y saltaban, Bill las tomaba de la mano y se detuvo en la entrada de la puerta de su auto— Niñas, voy a presentarles a alguien especial para mí —ellas miraron seria al hombre de trenzas dentro del auto quien les sonrió moviendo la cabeza—. Él es Tom.

—Hola niñas…

—Tom, ella es Laurín —le presentó a la niña de vestido verde—, y ella es Tifany —tenía un vestido rosado.

—Hola, Tom —saludaron al unísono y eso le causó gracia a Tom, esa risa suave contagió a las niñas quienes subieron al auto con curiosidad de saber quién era ese hombre alto como su padre.

Las niñas jugaron con sus trenzas desde la parte de atrás del auto y luego fueron a un centro comercial en donde había opciones para acceder a juegos infantiles y ordenar comida rápida.

—Tus hijas son preciosas —le dijo Tom mirándolas jugar en un trampolín de pelotas, Bill ordenaba su maletín de cosas de ellas, sus juguetes y sus abrigos.

—Lo son, son mi vida. —Tom sonrió ante eso y Bill suspiró tomando su mano con disimulo—. Gracias por venir hoy —Tom le acarició la mano.

—Tenía que hacerlo…

Regresaron a la casa y Tom se quedó en el lumbral de la puerta del cuarto rosa lleno de imágenes de fresas viendo a Bill arropar a sus hijas con esmero y cariño, suspiró ante ello deseando alguna vez tener descendencia, pero sabía que como médico aquello sería difícil, tenía un trabajo muy agotador. Quizá las niñas de Bill pudieran verlo a él como un segundo papá, quizá en un futuro.

Bill salió de la habitación suspirando de cansancio y Tom abrió sus brazos para recibirle. Estaba cansado y dudaba tanto hacer el amor con el sueño que le vencía, y es que cuidar niñas no era nada fácil pero sí gratificante.

—Vamos a dormir —le dijo Tom a lo que Bill le siguió y tomando su mano le guió a su habitación.

Se desnudó para el deleite de Tom y recostados frente a frente sonrieron.

—Mañana te despertaré a besos y te haré el amor, lo juro —prometió Tom acariciando su mejilla la cual se infló un poco cuando Bill sonrió.

—Es un trato entonces…

—Tengo lubricante de fresa, como tanto te gusta —Bill rió suspirando de rato en rato.

—Genial… mañana será un día digno de vivirse…

—Aunque mañana regresaré a Alemania.

—Lo sé, mañana regresaré al trabajo en el museo, pero…

—… No importa —completó Tom a lo que Bill asintió cerrando los ojos, tenía mucho sueño.

—Te amo Bill, te amo mucho. —Una sonrisa en sus labios le indicó que aún le escuchaba, y solo se acurrucó a su lado para sentirle cerca…

Le tenía, sí le tenía, aunque no se vieran todo el tiempo, aunque no podían convivir juntos, se tenían… Y eso les hacía muy felices.

***

Tuvieron que pasar casi cinco años más para que al fin, Tom se animara a vivir en Francia aplicando a un puesto bastante bueno en un hospital de prestigio.

Compraron una casa para vivir juntos.

—¿Quieres un helado de fresa? —preguntó Tom.

—No puedo, hoy es la presentación de las niñas en la escuela…

—Entonces vamos cuando ellas terminen, vamos con ellas. —Bill le sonrió, era buena idea, a sus hijas les gustaban las fresas.

—De acuerdo, vamos.


Fin.

Y esta fue la historia que escribí hace tiempo, algunos de los sentimientos plasmados en este fic fueron sensaciones reales u_u pero lo bueno es que ya pasó. Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas, gracias por leer~

18 comentarios:

  1. Juro que lo lloré entero :'D
    ¡SE QUEDARON JUNTOS!
    Amé el final, amé la fic entera.
    Me encanto, hay muchos sentimientos y sobre todo amor.
    Besos, sigue con novelas así :D

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    1. hallo<3
      gracias *-* y sí, sequedaron como debe ser,creo.
      espero seguir con fics así, más adelante.
      besos <3

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  2. un bonito final, lograron dejar atrás todos sus errores y partir de cero y enfocarse en lo principal ese amor que se profesaron cuando tenían catorce.

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    1. Exacto! muchas gracias por leerlo hasta acá
      besos <3 *-*

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  3. ¡yeeees!, se quedaron juntos :D no fue nada fácil, pero valió la pena :D
    me gusto mucho este fic, en serio.. :D me encanto *-*
    al final, supieron endulzar las fresas amargas xD Ok no. xD
    Al final, el amor pudo mas. :D

    Cuidate! los últimos besos sabor a fresa.
    Criis.

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    1. hallo<3 *-* gracias y hahaha buena frase de endulzar las fresas, creo que decidieron darle buena cara a a vida.
      Gracias *-* xoxo

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  4. Fue hermoso, sabia que se quedarian juntos! es lo justo :'D
    Ahhh, e sufrido tanto con este fic haha, me alegra que se hayan quedado juntos *-* hay Pink, escribes historias muy bonitas :')
    Lo ame c: fue un hermoso final! Gracias por haberlo escrito :')
    Cuidate!!xoxo ^-^

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    1. hallo<3
      gracias, pues sí, decidí mejor que se quedaran juntos.
      Gracias por los halagos, los valoro
      besos *-*<3

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  5. AY POR DIOOOOOOOOS!! FUE HERMOSO TODO, KARLA <33333
    ME EMOCIONO, LLORÉ Y ME SENTÍ TAN BIEN AL LEER EL FINAL JUNTOS, CON LAS NIÑAS Y TODO *-----------------* <3
    POR DIOS!!!!
    DESPUÉS DE LAS TEMPESTADES LLEGA LA CALMA Y PAZ <3
    HERMOSO, HERMOSO, HERMOSO, BESOS <3

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    1. hallo<3
      ajjaja loco? vaya :3 gracias *-* y bueno, a veces algunas cosas tienen solución
      besos *-*

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  6. Aww me encanto el final. Este es uno de mis fics favoritos, la primera parte era tan inocente y moría por una segunda parte la cual adoré ya era muy difícil he estuvieran juntos y luego de tantos problemas y aww adore como se fue acomodando todo y que pudieran estar juntos. Hermoso final!

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    1. hallo *-*
      gracias! la primera parte si, es así... lla segunda se ve lo complicado de la vida misma...
      besos! me alegra que te haya gustado *-*

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  7. awwww hermoso Karla me me encanto ya extrañaba leer algun fic tuyo

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  8. Ame ame ame AME! esta fic... Me fascino el final... Apesar de todo, terminaron junticos :')
    by: karen

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  9. Bueno al fin terminaron juntos! ufff pensé que me moría. Es una hermosa historia, triste pero hermosa al fin. Me lloré todo amiga... (Luli)

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  10. Ayer fue la primera vez que encontré tu Blog, encontré helado de fresas y hoy termine con fresas amargas. Te amo joder..... !!!
    Es increíble, me encanto, me gusto, me todo.

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  11. Aunque fue un poco apresurado el final me encantó,me faltó un flashback cuando Tom y Bill suben al cierto en casa de Simone,se ve hablaron y arreglaron las cosas,quisiera saber qué sucedió,está hermoso como todo lo que escribes, gracias

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  12. Me encantó me encantó!! Que bueno que al final triunfo el amor ! Y que despidieron por fin quedarse juntos 💕. Me hubiera gustado que hubieras detallado más su vida de casados pero esta bien 👌 muchas gracias 😊

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