Hasta el final de los tiempos - 10

Hola a todos *-* lamento la demora, intento retomar lo que antes tenía muchas ganas de escribir, a veces pasa que uno pierde la hilación y eso hace que sea difícil retomarlo, pero :D ahora hay capítulo nuevo con un precioso banner que es un mistero, me llegó al Ask y no sé de quién es, no tiene nombre, espero que la persona que lo hizo me lo haga saber, me gustó mucho y es el primer regalo para este fic así que es muy especial, ¡muchas gracias!

—Espérenme —avisó Bill cuando pasó por casa de Pamela, pero Tom no quiso esperar y siguió avanzando, su padre así también lo hizo.

Tom podía predecir que Bill llevaría a Pamela a la casa y esa idea no le gustaba mucho pues removía sentimientos de celos en él, aunque batallaba con sus pensamientos pues lo ideal era que Bill siguiera con su vida como debería ser.

Bill entró en casa de su novia y la buscó, aparentemente no estaba y luego una de sus tías salió muy molesta. —¿Cómo has entrado? —reclamó seria.

—Disculpe señora, lo siento, pero debo ver a Pamela.

—Aquí nadie va a venir a meterle cuentos del apocalipsis a mi niña, ¿me escuchaste? No quiero que le digas nada de eso, somos cristianos, aún no es el fin del mundo.

—Lo sé, lo sé… —En eso que buscaba alguna excusa, de una de las habitaciones salió Pamela y corrió a abrazarlo.

Ella se llevó a Bill lejos de su tía pues sabía que le diría muchas cosas ofensivas. Había tanto estrés en esa casa, como en casi todas, que la gente prefería esconderse dentro de las casas y evitar enfrentar la situación.

Los dos jovencitos salieron al jardín y Bill estaba asustado. —Escúchame, será loco lo que te pida…

—Bill, algo malo va a pasar, el juicio final, mis tías quieren que me quede con ellas aquí a rezar, han hecho un altar adentro y quieren que me encierre con ellas a rezar por las almas que…

—Shh… no servirá, nada de eso servirá pues la epidemia está acá.

—Ellas no quieren irse, han decidido mejor rezar y…

—Y perecerán. Vine a llevarte conmigo, mi padre tiene un refugio, ¿recuerdas que te lo comenté? Hay un espacio, un para ti, ven conmigo. —Pamela se asustó un poco y luego asintió. Su inteligencia le permitió sacar una conclusión muy rápida y aceptar la propuesta.

—Espérame unos minutos, espérame —susurró.

—No tengo tiempo.

—Lo sé, pero debo… —sus ojos se llenaron de lágrimas—. Debo despedirme, aunque no les diré a donde voy y debo llevar algunas de mis cosas… —Casi no pudo seguir, se adentró en su casa y buscó una mochila. Llenó algo de ropa, su diario, su mini computadora y luego fue al cuarto de sus tías quienes estaban arrodilladas en un altar lleno de velas, rezaban con muchas fuerzas y Pamela se arrodilló en medio de ellas a quienes besó las mejillas conteniendo su llanto y se levantó de ahí.

—¿A dónde crees que vas? —dijo una de ellas, muy molesta.

—Regresaré…

Y salió corriendo de ahí, tomó la mano de Bill y fueron a su casa.

Tom, ya en casa, abrazaba a su madre quien lloraba, le agradecía traer a su padre quien de inmediato estaba en el sótano viendo todo para ponerlo en funcionamiento.

—Las noticias son horrendas, vi un canal mucha gente loca, corriendo y siendo comida por otra gente, no sé qué está pasando pero todos corren y se matan entre ellos, pero luego de estar muertos reviven y buscan qué matar, hasta a los animales, a todos y corren por todas partes, Tom, es espeluznante, no quiero ver más televisión.

—Ya no la veremos más, pronto no habrá luz, papá dice que pasaremos al sótano.

—¡Tom! —gritó su papá—. Necesito gente fuerte que me ayude ¡pero ya! ¿Dónde está tu hermano?

—Ve con tu padre.

Georg estaba asustado en su casa y sus padres pretendían llevárselo lejos, pero algo le decía que si salían no regresarían más y correrían la misma suerte que todas esas personas que veía por la televisión.

En horas, gran parte del mundo se había convertido en un caos total. La epidemia se había proliferado a tal punto que ni los noticieros pudieron seguir trasmitiendo lo que acontecía pues hasta los que cubrían las noticas habían renunciado a sus trabajos para ir con sus familias a refugiarse, a escapar, o a simplemente estar juntos. Las carreteras se congestionaron de más autos y personas corriendo con maletas. Había hasta predicadores de diferentes religiones quienes gritaban en las calles arrepentirse para que el mal cesara, pero nada funcionaba, el virus avanzaba como el oxígeno mismo y comenzaban a morir, para luego despertar.

Georg salió de su casa en busca de Tom para decirle lo que estaba pasando, él sabía que su padre hablaba sobre el fin del mundo, de seguro tenía algo planeado, así que lo buscó.

Simone lo dejó pasar y no sabía si decirle que estaba en el sótano o no, casi al mismo tiempo llegó Bill con Pamela.

Simone fue al sótano a decirle a Tom que su amigo estaba y Tom sonrió emocionado. —Está bien —dijo Jörg—. Si tu amigo quiere venir, que entre a ayudarnos, y dile a Bill que venga, necesito manos fuertes aquí.

Debían mover muchos muebles, sacarlos para que haya más espacio, ver lo del pozo en el patio, hacer un hueco para que con una manguera pudieran tener acceso a esa agua y además ver lo de las baterías y demás comida que faltaba.

Simone hacía varios pasteles y Jörg le ordenó que cerrara las ventanas, las cortinas e incluso pusiera telas, ropas o lo que sea en cada rendija que hubiera. Ella le hizo caso, todos ahí comenzaron a hacer lo que él decía, ninguno cuestionaba nada, todos buscaban estar a salvo.

Georg comenzó a llorar por su familia que dejaba, pero sabía que si salía de ahí, perdería la oportunidad de sentirse a salvo. —Escúchame, Georg —habló Tom tomando su hombro—. Sé lo que se siente, puedes volver con los tuyos si deseas.

—No creo encontrarlos, de seguro se han ido… —Tom abrazó a su amigo entendiendo su pesar.

Pamela ayudaba a Simone en todo lo que podía, dentro de ella también había un pesar por su familia, igual que Georg ella sabía que no le harían caso si le hablaban del refugio, además no habría más espacio.

Para la noche, la familia y los invitados cenaban el pastel en el comedor y ninguno tenía ánimos de hablar, ya no sintonizaban las noticias, además, poco a poco los canales iban desapareciendo.

Jörg estaba bastante calmado, era el único de todos que sentía un ligero alivio, lucía tranquilo y quizá se debía a la sensación de que no estaba loco. Allá en el psiquiátrico había llegado a creer el diagnóstico de su médico de cabecera quien le había dicho que sufría de esquizofrenia paranoide con delirios de catástrofes y que probablemente no vería a su familia. Pero nada de eso había pasado, tenía a todos en casa comiendo en silencio y ahora confiaban en él, entonces se sentía aliviado de que al fin podría hablar todo lo que sabía, pero no ese día, ellos ya habían tenido mucho estrés y podía ver el semblante decaído de los dos invitados que ahora serían parte de su equipo, de su familia.

—No usaremos más el comedor —anunció Jörg—. Ahora solo estaremos en el sótano.

—¿Por cuánto tiempo? —preguntó Simone.

—No lo sé, por mucho. Debemos estar por debajo del suelo por mucho tiempo. Evitaremos hacer ejercicio, evitaremos consumir el oxígeno que se purificará. Debemos cooperar, es muy importante ser un equipo unido o el grupo estará en peligro de muerte.

Todos escuchaban atentos, Jörg asumía el liderazgo y los demás debían obedecer pues sabían que era el único que tenía las ideas adecuadas para la supervivencia.

Simone dejó todos los platos en el lavadero y luego de que Jörg dijera que cerraría el sótano, entró con ellos.

Adentro el lugar no era muy espacioso que digamos, habían solo tres camas, un baño, una despensa de comida, el escritorio de Jörg donde todos los papeles que antes tenía habían sido ocultados por él mismo al igual que las armas y trajes, aún no era el tiempo de tener que exhibir eso, aún no era el tiempo de la lucha, recién era la primera etapa donde el objetivo principal era netamente sobrevivir y evitar el contagio.

Georg estaba un poco ansioso, la idea de permanecer encerrado por quien sabe cuánto tiempo le causaba pánico y estaba queriendo pedir salir para ir a su casa, encerrarse ahí y esperar morir.

—Escúchame, mi padre sabe lo que hace, ha tomado previsiones, no te desesperes, amigo —decía Tom estando a su lado.

Estaban todos los jóvenes sentados en el suelo y Georg había enmudecido demostrando pánico en sus ojos. Jörg estaba con Simone más al fondo mostrándole las provisiones de comida y haciendo una lista de las comidas que se prepararían, cómo y a qué horas.

Bill estaba al frente de ellos dos con Pamela, la estaba abrazando y ella no dejaba de hablar de sus teorías ambientalistas o de dónde provenía el virus o que se trataba de un arma de algún gobierno asiático. Bill la escuchaba sin mucho ánimo, le estaba preocupando el estado de Georg, el verlo así, al borde de un ataque de pánico y que de seguir discutiría con Tom.

Los dos gemelos se miraron por un momento y con esa mirada podían decirse muchas cosas, Tom necesitaba ayuda con respecto a su amigo y Pamela debía entenderlo.

—Pamela, un momento —interrumpió su relato—. Creo que debemos de dejar de hablar de catástrofes ya que aquí estamos seguros —dijo alzando la voz, captando la mirada de Georg—. ¿De qué sirve llorar y lamentarse? Necesitamos estar muy cuerdos, necesitamos apoyarnos si queremos vivir. Georg, yo sé que es difícil que de la noche a la mañana ahora estemos encerrados en un refugio y que afuera quizá todo lo que conocemos llegue a morir, pero ya estamos aquí, ya no hay más vuelta que darle y si salimos pereceremos.

—Escucha a Bill —animó Tom—. Seremos ahora una familia, Georg. —Georg bajó la cabeza y llevó una mano al rostro comenzando a llorar, se desahogaría esa noche.

Pamela miraba la escena un poco asombrada, no estaba acostumbrada a ver hombres llorando, incluso nunca había visto a Bill llorar, casi no podía imaginarlo.

—Advierto que apagaré las luces pronto —anunció Jörg a los chicos. Simone fue a su lado y miró a Pamela.

—Pamela, dormirás conmigo en una cama, creo que es obvio por qué, las dos somos mujeres. En la otra cama dormirá Jörg y Bill y en la otra Tom y su amigo, ¿estamos de acuerdo? —Los chicos se miraron a los ojos, ese tipo de reglas los hacía sentirse niños, pero no había opciones ni reclamos, además Bill no podía confesar que ya se había acostado con Pamela.

Las tres camas estaban pegadas una tras otra, en la primera se recostó Pamela y a su lado Simone, en la que sigue fue Jörg con Bill y en la última se acomodó Tom con su amigo Georg quien había enmudecido, no decía ninguna palabra y los presentes no sabían si eso era bueno o no, pero decidieron respetar su silencio.

Pamela no dejaba de habar de lo que sea con Simone, así sea en susurros, era la manera de demostrar su nerviosismo frente al cambio, ella también lo había perdido todo, necesitaba hablar para no entrar en crisis. A Simone se le hizo pesada la chica, pero debía escucharla.

Bill escuchaba en la habitación la voz de su novia, pero era algo que no le incomodaba, estaba acostumbrado a que ella sea así, siempre demostrando saber de todo, aunque en cierta forma no quería escucharla, quería escuchar a Tom que estaba a su frente pero en otra cama, sin embargo no estaban muy separados. Le dio la espalda a su papá para ver a Tom quien conversaba mirando a Georg, lo calmaba y sus palabras parecían funcionar pues el enmudecido jovencito cerró los ojos buscando tranquilidad y que su mente dejara de torturarlo con la idea de que su familia perecería allá afuera.

Tom se giró hacia el frente y luego sintió la mirada de Bill a su costado. Giró su rostro y lo vio, recostado de costado con los ojos fijos en él. Apenas había luz pues habían habilitado una pequeña lámpara que alumbraría toda la noche y era ahorrativa de energía.

Bill se mordió el labio y luego vio cómo Tom fruncía el ceño pero era porque en la habitación aún escuchaba los murmullos de Pamela quien ahora hablaba de cocinar mañana alguna cosa. Bill pudo notar qué era lo que le incomodaba así que suspiró pesadamente. —Pamela, queremos dormir, mañana sigues hablando, buenas noches amor —dijo para que de una buena vez pudiera dormir.

—Oh, perdón. Buenas noches a todos.

Tom quiso reír porque le sonó estúpido, sin embargo, apretó sus labios y evitó hacerlo. Regresó su vista a los ojos de su hermano y suspiró. No podían hablar nada pues habían muchos oídos. Los minutos pasaban y las miradas seguían, cuando Bill sonreía Tom también lo hacía y luego se ponían serios, era evidente que querían decirse algo, sin embargo, ninguno se animaba.

Una mano salió de la cama de Bill y permaneció en el espacio de la separación de las dos camas hasta que Tom hizo lo mismo y entrelazó sus dedos. Seguían mirándose y los dos tenían acelerados el corazón, de todas formas eran conscientes de que algo había pasado entre ellos a pesar de todo.

A Tom le había emocionado de manera extraña que sea Bill quien había sacado primero su mano, por su parte él siempre había reprimido esos deseos de querer tocarlo, siempre era él quien se sentía “enfermo”, pero no había desaprovechado la oportunidad de tocar a Bill y ahora acariciaba su mano y jugaba con sus dedos mientras lo veía suspirar y hasta morderse esos labios carnosos que él quería probar otra vez.

Bill sabe que está yendo muy lejos en permitirle las caricias y el simple hecho de las manos entrelazadas, pero en ese momento solo deseaba recompensar a Tom por el día arduo que tuvieron y por estar a salvo. Sintió la mano de Tom moverse hacia su dirección y un poco se resistió y con eso vio que Tom se había puesto serio, así que suavizó su agarre y lo probó a ver qué era lo que Tom quería tocar. Pronto, la mano de Tom estaba en su rostro y lo incomodó un poco, lo sentía acariciarle las mejillas con mucho cuidado y luego, su dedo índice y medio se detuvieron en sus labios en donde Bill sopló un poco. Ya no le gustaban las caricias pues sus labios ahora eran tocados de una forma sexual, eran obvias las intenciones de Tom y Bill se arrepintió de haberle dado la oportunidad de tocarlo pues no quería rechazarlo aunque sentía que debía.

Tom estaba calentándose con solo rozarlo de esa manera, se había emocionado de la oportunidad que Bill le había dado, pero se detuvo cuando escuchó, en un susurro, un ‘no’ de parte de Bill. Sus dedos sin movimiento aún seguían sobre los labios de Bill, no pretendía sacarlos de sobre ellos, quería sentirlos un poco más e imaginarse que los besaba. Bill los apretó un poco y luego los suavizó indicando a Tom que ya no le incomodaba, entonces el de rastas rubias metió ligeramente sus dos dedos y se topó con los dientes de su hermano quien no abrió ni abriría la boca. Llevó una mano hacia la de Tom y la retiró de sus labios.

—Duerme, Tom —le dijo en un susurro casi inaudible. Tom terminó de apartar su mano y asintió, de todas formas no podía pedir más de Bill, él sabía perfectamente que lo que sentía no era correspondido y ni siquiera era aceptado por él mismo, casi no se podía perdonar el sentirse atraído por Bill.

Bill cerró los ojos buscando dormir, pero minutos después los abrió pues su papá soñaba pesadillas a su costado y se lamentaba. Lo codeó para despertarlo y así fue, diciendo un ‘perdón’ audible, volvió a conciliar el sueño.

Sin duda los días en el refugio no serían nada cómodos o buenos, el simple hecho de estar encerrados en un pequeño lugar, la simple sensación de que afuera todos morirían los había puesto en alerta.

Tiempos malos se avecinaban como habían dicho las pesadillas de Jörg que pese a que ahora su familia le creía, no dejaba de soñar lo mismo de siempre y aterrarse por ver en sus sueños a sus dos hijos enfrentándose a grandes masas vivientes, hombres muertos y criaturas monstruosas; y que debía decirle a Tom que cuidara muy bien de Bill pues si él moría, Tom le seguiría.

La noche cubrió el pueblo en un manto negro, y la muerte vino con eso… la gente no podía escapar de su destino fatal, morían y luego se levantaban a caminar errantes, sin rumbo a alimentarse de los que aún estaban vivos…

Y esa noche todo comenzó.

Comenzó!!!! y ahora sí que no sé qué más puede pasar... pero las cosas comenzarán a ser de vida o muerte.
Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidas. Gracias por leer~