Póster - 66

Hallo *-* siguiendo con las actualizaciones, quise subir Póster ahora. Este capítulo es uno especial, sabrán por qué *-* espero les guste~ ¡Los quiero!

—¡Tom, detente, detente! —reía Bill revolcándose en la arena con Tom haciéndole cosquillas.

Parecían dos niños y es que Bill se había atrevido a mencionar que sus rastas eran feas y que de seguro se le caería a pedazos por el maltrato del sol de la tarde y la única manera que Tom encontró para vengarse era con las cosquillas. Y descubrió que Bill también las tenía casi como él. Su risa descontrolada lo emocionaba, le gustaba escucharlo así, eufórico, recostado en la arena con el cabello suelto esparcido ahí. Tom se detuvo cuando Bill quiso vengarse encontrando su punto débil, su vientre. Sabía que perdería así que lo liberó.

Bill se sentó y gateó hacia la fogata para tomar un palillo de malvavisco dulce.

—¿Quieres algo de estos, Tom? —El aludido acudió a su lado algo más calmado, revolcarse con Bill había sido divertido y aún no podía controlar su risa esporádica al percatarse que Bill tenía los pelos semi parados como un cacatúa—. No veo lo gracioso —canturreo metiendo al fuego un palito con un pequeño malvavisco—. Ten esto. —Tom se puso serio al ver a Bill a los ojos, aún con el cabello desordenado y arena en su mejilla se veía hermoso, más cuando la luz de la fogata se reflejaba en su rostro de facciones casi perfectas para él, tragó saliva abriendo lentamente la boca para recibir el bocado. Bill le sonrió y Tom bajó la mirada masticando lentamente—. Estás muy callado, ¿todo bien? ¿Arruino tu fiesta?

—No, sólo que no sé qué decir…

—Puedes decir todo lo que quieras, no voy a molestarme, aunque depende —rió y realmente Tom confió en que no se molestaría.

—¿Por qué estás diferente? Me refiero a que te conocí con un carácter intolerante e irritante y ahora… no sé qué pensar de ti. —Bill bufó y luego se metió a la boca un par de malvaviscos inflando sus mejillas, Tom suspiró, se veía muy lindo así también.

—Verás… —habló con la boca llena cosa que Tom jamás pensaría que él haría, pero sonaba natural, apoyado con una mano en la arena y la otra tomaba el palito con el dulce—. Sigo siendo el mismo sólo que ahora no me siento frustrado, digamos que me vale madres todo, me cansé de quejarme, nadie arruinará esta noche —suspiró terminando su bocado.

—Genial, así me gusta que hables. —Bill rió y eso le hizo suspirar a Tom.

El de rastas se recostó en la arena mirando el cielo, se percató de lo bello que era, todas las estrellas brillando en la oscuridad total del firmamento y el sonido del mar sin ninguna otra contaminación auditiva que no fuese la pequeña radio a un lado y la risa de Bill a su costado. El cantante por lo visto tenía hambre, comía cada malvavisco que podía hasta que se percató de Tom recostado con una pequeña sonrisa en sus labios mirando el firmamento.

—Siempre las envidié, no me gusta verlas —le dijo Bill—. Son inalcanzables, no las puedo tocar.

—Claro que no, pero al menos tú eres una estrella.

—Sí, pero jamás seré como ellas…

—Para mí lo eres. —El cuerpo de Bill se tensó un poco más cuando Tom tomó su brazo con delicadeza, acariciándolo suavemente. Bill aún permanecía sentado a su lado sin mirarlo, solo al fuego a su frente—. Mi estrella favorita en todo este mundo. Sé que lo escuchas todos los días allá en Alemania, de seguro hombres, mujeres y hasta extraterrestres deben pretenderte, dejarte regalos y acosarte hasta hartarte… mis palabras son una más entre tanto fanatismo.

—No. Tus palabras no son así entre tantos, no escucho lo que otros dicen como lo hago ahora, no me llega a importar como tus palabras en estos momentos.

Tom suspiró y Bill le dio la cara girándose, extendió una mano que Tom besó y un rubor apareció en sus mejillas.

—Te pareces tanto a él, al otro Bill… —rió Tom y Bill frunció el ceño—. Ahora no… —Bill sonrió—. Ahora sí.

—¡Ya, carajo! Soy sólo yo, no me compares con ese niño. Recuerdo muy bien cómo lo trataste esta mañana y el rasguño que te hizo en el brazo. —Tomó su brazo y Tom se mordió el labio un poco.

—Sí, ya no sé qué pensar, todo esto no está bien. Es decir, ese sujeto que te hechizó sólo te dijo que aquí encontrarías la salida, no entiendo cómo pensaba eso, no tiene sentido.

—Ahora comprendo que no —prefirió decir eso a decirle que la condición para que el hechizo desapareciera era que Tom debía enamorarse de él.

—Quisiera conocer a ese tipo y saber por qué te hizo esto.

—Rompí su cámara, creí haberlo contado.

—¿Sólo por eso? Es ridículo, aunque… le agradezco —Bill le miró molesto—. No pongas esa cara, sin ese póster jamás te hubiera conocido… Sé que suena egoísta, lo siento por eso, pero no me arrepiento de nada. —Bill bajó la cabeza y su cabello tapó sus expresiones.

—Sí, bueno… no sé, me gustó conocerte también.

Tom no podía creer que se pareciera a veces tanto a su otro Bill. —Conoces tanto de mí ahora que dudo que… que deje de verte —le dijo Bill llenando a Tom de esperanza.

—¿Hablas en serio? —Bill asintió desde su posición, lucía nervioso, Tom notaba eso y no sabía cómo reaccionar.

Minutos en silencio, la música dejó de sonar, quizá la batería se había acabado, ahora sólo se oía el crujir de la madera quemándose y ya en el vientre de Tom estaba toda una encrucijada, le dolía de lo nervioso que estaba pues pasaba por su mente cosas atrevidas. Sabía que Bill podía negarse a su contacto, defenderse quien sabe y él no quería causarle incomodidad, no quería arruinar el momento, pero si no arriesgaba no conseguiría nada.

Se sentó al lado de Bill y le abrazó por la cintura causando un estremecimiento en el pelinegro y una queja. —Tom, por favor… —pero eso no sonó como algo determinante, Tom se percató de esos nervios propios del deseo. Tomando su rostro lo besó y ante eso Bill no pudo hacer mucho, se quejaba apenas—. Tom…

—También lo quieres —le susurró en sus labios—. Quieres esto, que te bese.

—No… no… yo… —dijo con la voz aguda, pestañeando seguido. Su lado débil y niño dominaba la situación imposibilitándole replicar en contra de lo que deseaba.

—Dime que pare, dime que no y te haré caso. —Bill abrió la boca para decir alguna cosa, pero prefirió cerrar sus ojos entregándose.

Hacía mal, muy mal, hacía todo lo que no debía hacer.

Tom fue delicado con él, recostándolo sobre una de las mantas y yendo sobre él para besarlo. Había como una burbuja de la cual ninguno quería salir. Bill jadeaba en a cada momento, estaba tan caliente porque Tom sabía cómo tocarlo. No tardó mucho en desnudarlo y Tom también.

Las manos temblorosas y frías recorrieron su cuerpo de arriba hacia abajo, Tom lo contemplaba casi hipnotizado.

—Eres… perfecto —le dijo besando su vientre. La luz de la fogata era lo único que los alumbraba.

—Uhg… —ahogó un gemido arqueando su espalda cuando Tom besaba lo más sensible de su cuerpo—. Si sigues así yo… —Cerró los ojos otra vez y una risita salió de sus labios cuando Tom vaciaba algo de lubricante en la palma de su mano—. Lo tenías preparado, ¿no cabrón? Querías esto.

—Soy precavido, jamás te lo haría sin esto, la otra vez en el sofá me dolió.

—Es que la tengo grande.

—También la tengo grande pero usaré esto, mejor que la saliva. —Bill rió un poco y balbuceó algo que luego fue reemplazado por un gemido de sorpresa producto de sentir los dedos de Tom en él.

Bill suspiró relajándose un poco aunque esto era imposible. Tom le preparó como se es debido y Bill apoyó ambas piernas en sus hombros. Tom se fundió con él enseguida y en realidad Bill no sabía qué pensar en esos momentos, decidió rendirse del todo y disfrutarlo.

Gemía y se retorcía en los brazos de Tom buscando también moverse para darle placer. Terminó sobre Tom con las manos apoyadas en su pecho yendo de arriba abajo notando los ojos de Tom aguarse por la intensidad del momento, gruñía y se deshacía entre gemidos. Los ojos de Tom le parecieron los más hermosos que había visto jamás y es que pese a todo había pureza en ellos, la forma en cómo le miraba aún sabiendo cómo era él, provocó que su corazón latirá acelerado aún más no solo por el placer físico de hacer el amor.

Cayó en su pecho luego de su orgasmo y Tom se vino en él tan fuerte para luego apretarlo entre sus brazos.

—Oh, Tomi… me gustó —le dijo en un susurro levantándose y sintiendo toda la humedad descender de su trasero, se recostó a su lado con la respiración aún acelerada.

Tom tomó su rostro para que le viera a los ojos, aún había la luz de la fogata calentándolos y ambos estaban brillosos de sudor, aún el rubor en sus mejillas era notorio. —No quiero regresar y perderte —le dijo cerca de sus labios—. Te amo, Bill. —El corazón de Bill casi se le salió del pecho ante esas palabras, sólo abrió la boca un poco más—. No quise esto, en serio, tanto tiempo conteniendo y pensando si es verdad lo que siento o no…

—¿Cómo puedes? Sabes cómo soy…

—Porque conozco más de ti y así te amo como eres. —Bill bajó la vista y se acurrucó más cerca.

—Yo… no sé qué decirte. —dijo apoyado en el pecho de Tom, sin mirarlo—. No quiero discutir, no hoy, quiero… que no me dejes dormir y amanecer aquí a tu lado, dime que harás eso. —Tom rió besando su cabeza y abrazándolo aún más, la temperatura de su cuerpo estaba bajando.

—Te llevo adentro mejor.

Desnudos prácticamente, Tom cargó a Bill en sus brazos y así lo llevó, el pelinegro reía sintiéndose infantil, pero quizá lo era en esos momentos, ya no importaba. Entrando a la habitación lo dejó en la cama y fue sobre él otra vez.

—Tom… —se quejó entre risas—. Me toca a mí, ¿no crees? Quita tu mano de mi trasero.

—No, te toca a ti otra vez —decía mientras mordía un de sus orejas.

Qué más daba, si eso mantendría a Bill despierto, él se dejaría hacer.

Tom recorrió otra vez todo su cuerpo desnudo y luego de eso terminaron en la ducha abrazados, terminando de quitarse la arena del cuerpo entre otras cosas.

Ya en la cama otra vez, Tom se recostó detrás de Bill abrazando su cintura.

—No quiero dormir… —se quejó Bill por milésima vez.

—Tranquilo, sabré manejarlo, tu otro lado me agrada muchísimo, dormir a su lado será bueno.

—¡No! No quiero que le beses y toques como a mí…

—Son lo mismo, Bill… hoy fuiste como él también.

—No lo toques, no… —dijo suspirando, su cuerpo se relajaba más y más, entraría en sueños y el otro Bill tomaría su lugar—. No…

—Shh…

Tom lo abrazó más fuerte temiendo que desapareciera, cosa que no pasó. El de rastas se sentó en la cama mirándolo, esperando que pasara lo inevitable. —Bill, aún estás aquí, ¿o eres el otro? —Ninguna respuesta, solo un leve ronquido—. ¿Bill?

Se recostó detrás de él otra vez… algo había pasado.

¿Qué creen que ha pasado? :D recuerden que ya estamos en los capítulos finales~ espero les haya gustado y me lo hagan saber *-*
Comentarios, sugerencias y críticas son bienvenidos.
Gracias por leer~