jueves, 4 de abril de 2013

Vacaciones - 14

Hola a todos, lamento tardar tanto, las cosas están cambiando en mi entorno, pero aquí estoy con un capítulo más de este fic. Que lo disfruten *-*
Por Tom:

Había sentido el calor de Bill irse, él había salido, pero aún tenía sueño, así que no me moví de ahí, me acomodé y sonreí. La idea de tener a Bill como algo más que hermanos me gustaba, estaba decidido a decirle formalmente que sea mi novio. Jamás antes había imaginado que podía pedírselo a un chico, menos a mi propio hermano, pero después de lo de anoche estaba más seguro que lo quería.

El sonido de algo me despertó, miré al bambi y éste se estaba intentando parar, tenía las orejas bien paradas como escuchando algo y me dio una corazonada… me impacienté así que decidí salir. Al abrir la puerta escuché a Bill llamarme, volteé hacia donde escuché su voz y lo vi, un tipo lo tenía del cuello, me asusté al ver que tenía un rifle, pero al ver los ojos de Bill asustados me dio coraje.

—¡Suelta a mi hermano! —grité, pero la vista de mi hermano se enfocó en un animal muerto que el hombre traía atado en una cuerda. Bill no lucía nada bien, intenté acercarme cuando lo vi caer de rodillas, corrí un poco y el hombre disparó en el aire. Bill terminó por caer al suelo y no supe qué hacer.

—No te muevas. —No lo hice—. ¿Quién mierda son ustedes? —Se acercó un poco a mí, observando mi rostro detenidamente, ese hombre era moreno, alto y desagradable.

—Sólo somos dos hermanos que estamos perdidos, lo lamento, lamento usar su cabaña, sólo buscamos refugio de la tormenta, vivimos en la casa de mis abuelos, es por aquí, pero exactamente…



—¡Basta! Muchas palabras me aturden, ¿él es tu hermano? —Señaló a Bill, realmente quería ir donde mi hermano para alzarlo de ahí, pero este señor me retenía, me impedía verlo poniéndose en mi delante todo prepotente.

—Sí, es mi gemelo.

—¿Tú gemelo? —Tomó mi rostro de una manera tosca, le fruncí el ceño, otro que me miraba con cara de asco, como el señor del bar allá en el pueblo—. ¿Sabes lo que la gente piensa de los gemelos?

—No lo sé. Señor por favor, déjeme ayudar a mi hermano, él…

—Shh… Esto es horrible. —Sí lo era, me aplastaba el rostro con su mano—. Traerás la maldición a mi cabaña… al menos que…

—Por favor, no sé de qué habla, déjeme ver a mi hermano, él se ha desmayado…

—Shh… ¡Qué no! Ustedes deben separarse.

—¡¿Qué?! Suélteme. —Me aprisionó contra la pared áspera de la cabaña—. ¡Déjeme!

—Se queda él. —Señaló a Bill, me asusté, no sé qué pasaba por la cabeza retorcida de ese hombre—. Lo tendré conmigo por si pasa algo.

—¡No! Por favor, le pagaremos todo lo que hicimos con su cabaña, en realidad no fue nada. —Una sensación me hizo voltear la vista hacia Bill, estaba moviéndose en el suelo, estaba despertando.

—No tienes idea de nada ¿verdad?

—No, no sé de qué habla… —De pronto se oyó un disparo, me sobresalté asustado, el hombre me soltó y apuntó hacía donde provenían los sonidos, el relinchar de unos caballos que se acercaba, salieron de entre los árboles, y ahí los vi, a mis abuelos sobre sus caballos, uno blanco y otro marrón, me sentí feliz y quise gritar.

—Qué tal, Anis —dijo la abuela sin mirarme, no la entendía—. Pasa algo por aquí, veo que tienes visita.

—Una visita rara, eh —dijo el abuelo y los miré sorprendido, pero comprendí que se trataba de un plan, el tal Anis apuntó con su escopeta a mi cabeza.

—Alto —casi gritó.

—¿Qué haces? —preguntó el abuelo, mi respiración se agitó y me asusté, escuché a Bill sollozar otra vez y decir la palabra “sangre”, al parecer había caído desmayado de nuevo—. Venimos en son de paz ¿crees que apuntando en la cabeza de un niño nos asustarás?

—No quiero a nadie cerca de aquí, y mire, ¡Mire a estos dos! ¿No les parece raro? —Abrí mis ojos sorprendido, aquel hombre hablaba con mi abuelo algo que no entendía—. Son gemelos, en mi cabaña, y mire, ambos semi desnudos, es vergonzoso, pensé que aquel de pelo negro era una chica, pero ¡Son gemelos! ¡Gemelos! —Lo miré atónito ¿tan malo era ser gemelos en este pueblo? No lo entendía, todo esto comenzaba a cabrearme.

—Lamento que te hayas topado con gente así —dijo mi abuela, la miré atónito, pero ella sólo miraba a Anis, nombre muy extraño—. Creo que podemos ayudarte.

—Pero…

—¡Cállate! —me gritó el abuelo—. ¡Gente como tú no puede opinar, estás en falta! —Anis dejó de apuntarme con su rifle en la cabeza asintiendo con la cabeza, escuché otra vez a Bill sollozar. Estaba empezando a hartarme de todo eso.

—Bien —dijo Anis—. ¿Qué sugieren?

—Nos los llevaremos —soltó la abuela—. Lejos de aquí, buscaremos a sus familias y los separaremos. —Yo la miraba sorprendo, pero ella nada de enfocar su vista en mí, esto era como una pesadilla, una confabulación horrible contra nosotros.

—No me parece, ellos han estado en mi cabaña ¿Quién me la repondrá? Ya no la puedo habitar.

—Bueno… —Se puso a pensar el abuelo.

—Dije que pagaría por el agua que tomamos, en realidad sólo eso tomamos de su cabaña. —Me golpeó el estómago por decir eso, caí al suelo adolorido.

—No tiene por qué hacer eso —le dijo la abuela con voz preocupada—. Vamos, que si te queda con ellos tendrá problemas.

—Pues sí… —Se puso a pensar el hombre—. Se los entrego, no me sirven.

Me levantó a la fuerza y me llevó donde el abuelo, él me susurró un “Descuida” mientras el tal Anis iba por mi hermano.

—Tengo un... cervatillo —hablé bajito—. Por favor, es de Bill, lo rescatamos en la noche de una trampa, por favor abuelo quiero llevarlo conmigo.

—No lo sé —susurró—, no sé si ese hombre quiera.

Le rogué al hombre que me permita sacar al cervatillo, al principio no quiso pero después accedió diciendo que nada de nosotros debía quedar adentro de su cabaña.

Al fin la abuela cargó a Bill en el caballo, estaba muy mal, medio adormilado por la impresión de ver la sangre. Yo tenía al cervatillo en mis brazos, pero en realidad quería estar más cerca de mi hermano, no lucía bien, lo único que decía era mi nombre, su cabeza le dolía… y yo estaba más que confundido caminando al lado del abuelo; aquella actitud con la que nos trató ese hombre y toda la conversación me había puesto de mal humor ¿Tan malo era ser gemelos? ¿Había algo de por medio? Estaba curioso y no esperaría a llegar a casa para saberlo.

—Abuelo…

—¿Sí?

—Bueno, no sé pero noté algo muy raro cuando hablaban con ese hombre… ¿Pasa algo? Eso de ser gemelos, como si fuese algo muy malo.

—Ah, eso —Se quedó pensando y miró a la abuela, yo los seguía con la mirada mientras seguía escuchando los sollozos de Bill, me acerqué a él y tomé su mano.

—Calma Bill, ya vamos a llegar a casa. —Mi vista se enfocó por un instante en las piernas desnudas de mi hermano, a ambos lados del caballo, era demasiado sexy. No sé qué pensarían los abuelos al encontrarnos semi desnudos, después les explicaría por todo lo que pasamos, obviando claro, la noche en la cabaña.

—Tomi… —Su voz era tan tierna—. Detesto ser tan débil… es que…

—Shh, tranquilo. —Cuando regresé mi mirada hacia el abuelo para esperar una respuesta a mis preguntas, ambos me miraban muy extrañados. Solté la mano de Bill, empecé a ponerme un poco nervioso.

—¿Y abuelo? Dime, ¿qué fue todo eso?

—Pues no fue nada, ese tipo es un cazador loco, vive alejados de todos pues tiene problemas mentales, ya sabes, no quiere ser internado a un hospital, no cree en esas cosas. —Pero no le creí, es que no era la primera vez que nos pasaba algo así, una vez en el bar el hombre al enterarse que éramos hermanos por poco y nos bota a patadas de su local.

—Oh… —De algo estaba seguro, no me quedaría con la duda.



Habíamos llegado a casa. Al fin lo que más deseaba era tomar un baño con urgencia. Recosté a Bill para que descansara un poco, pero al llegar a la habitación su energía regresó, se sentía seguro y aliviado, ambos peleamos un poco por quien usaría la ducha; él ganó, esperé a que se termine de duchar y luego fui yo.



Por Bill:

Estar en casa era reconfortable. Todo lo vivido en esta mañana fue como una pesadilla, de sólo recordarlo me temblaba el cuerpo, sabía que había llegado el momento de superar el miedo a la sangre, todo eso estaba arruinando mi vida.

Ahora acomodaba mi ropa en el armario que teníamos en la habitación mientras Tom terminaba de bañarse. Tom… pensar en él provocaba en mí una serie de sentimientos, es que ahora me sentía parte de él. Conseguía sonrojarme de sólo recordar lo que había pasado la noche anterior. No sé cómo pude dejarme hacer todo eso… lo dejé tocarme de una manera que nunca nadie lo había hecho, al menos que recuerde, para mí fue como la primera vez, en cierta forma.

Salió del baño con sólo una toalla puesto en la cintura, tragué saliva al verlo y agaché la cabeza algo nervioso, las cosas eran diferentes cuando había luz…

—¿Estás mejor? —Se me acercó preocupado, asentí nervioso y levantó mi mentón para que le mirase.

—Tom, sí estoy bien. —Giré mi rostro avergonzado por el momento, por su cercanía. Como gemelos invadir nuestro campo personal era común, pero cuando esto provocaba otras sensaciones en mí, sólo conseguía que lo evitara. Las cosas no eran como antes. Él pareció darse cuentas pues sonrió un poco y pasó su mano por mi mejilla acariciándome de una dulce manera, suspiré ante ese hecho.

—Me preocupaste mucho, lo sabes, no puedo imaginar qué pasaría si alguien llegara a separarnos, sería lo más horrible que pueda pasarme. —Mi corazón latía rápidamente con sus palabras.

—¿Separarnos? No, eso nunca

—Sí, eso quiso ese hombre allá en la cabaña. —Fruncí el ceño, lo cierto es que no recordaba qué pasó después que vi la sangre de ese animal tan cerca de mí. Supuse que me había desmayado, desperté cuando estaba sobre el caballo de la abuela.

—¿Él dijo eso?

—Sí, sabes, hay todo un misterio, pero ahora no quiero hablar de eso, ahora quiero un beso.

—Oh… —Mis mejillas ardieron mucho, a pesar de todo lo que habíamos sido capaz de hacer, un beso me causaba escalofríos—. Tal vez… no lo sé. —Pero él se me acercó y tomando mi rostro me besó, sus labios suaves otra vez en mis labios. Empecé a perderme en esa sensación tan excitante y prohibida, mi respiración empezó a aumentar cuando él me abrazó pegándome a su pecho, devorando mi boca con ansias… puse mis manos en su pecho, empujando para separarme.

—¡Tom! —El abuelo llamó a mi hermano, nos había asustado y rápidamente nos separamos—. ¡Este animal, lo dejaste aquí! —Ambos nos miramos sorprendidos, nos habíamos olvidado de Bambi.

Cuando entramos lo primero que queríamos era bañarnos y sentirnos como en casa, olvidamos que habíamos traído al animal con nosotros.

Tom bajó inmediatamente dejándome con una agradable sensación en el estómago… las mariposas, comprendí que empezaba a amarlo.

Tuvimos un almuerzo bastante cariñoso, los abuelos estaban tan complacidos de tenernos de vuelta que prácticamente la abuela hizo un pastel enorme de bienvenida, no era para tanto, pero ella se había asustado con nuestra ausencia. Nos contó de aquel hombre de la cabaña, que era alguien desquiciado y que detestaba a los gemelos por alguna razón desconocida, pero Tom me miraba y con esa mirada me decía que no les creía nada a ellos, extraño, de todas maneras había algo detrás de todo eso. Pero francamente no me importaba descubrirlo.

Después del almuerzo los abuelos se fueron a descansar pero antes nos dejaron la enorme tarea de organizar el almacén, este fin de semana nos tocaba regresar al pueblo para intercambiar mercadería y esas cosas. Yo no quería regresar a ese lugar, quería estar con Tom, pero habían responsabilidades que cumplir. Así que en la tarde nos dirigimos al almacén con la lista que el abuelo nos dio, otra vez haríamos queso y meteríamos pollos en jaulas y esas cosas. Tom era tan amable que prácticamente él hizo todo por mí y sentí culpa después de todo.

—Tomi, no debiste.

—Lo hago por ti. —Me sonrojé ligeramente.

—Gracias… —Me miró en el silencio y luego tomó mi mano jalándome fuera del almacén.

—Debo decirte algo. —Sonaba nervioso y lo miré fijamente—. Es difícil… —Tragó saliva y me transmitió su nerviosismo, pude ver en sus ojos que se trataba de algo serio.

—Dime, te escucho.

—Ven… —Jalando de mi mano me llevó por un sendero en el huerto hasta llegar a un lugar, que era como un jardín de flores azules, las flores que él hace días me había llevado a la habitación, mi vientre dolió nerviosamente—. Bill —lo miré y él tomó mis dos manos, mi corazón se quería salir de mi pecho.

—Tom… —Soné angustioso.

—Yo… —Miró a todas partes y luego directamente a mis ojos—. Jamás pensé hacer esto… sólo lo siento. —Suspiró nervioso y temí que fuese sus sentimientos hacia mí… no me sentía seguro—. Te amo y… quisiera saber si quieres estar conmigo como algo más que hermanos. —Algo así sólo podía escucharlo de él… el tiempo se detuvo, no sabía qué contestar, en realidad sentía lo mismo que él, pero yo era aún más complicado. Agaché la cabeza y poco a poco solté sus manos, empecé a temblar ligeramente él esperaba una respuesta expectante y yo sólo quería que la tierra me tragase, no estaba seguro, no quería empezar nada con él por el simple hecho de saber que no funcionaría… que si regresábamos a casa todo volvería a ser como el principio y el único que acabaría con el corazón roto y el trasero más abierto sería yo, nadie más que yo, porque Tom puede ser el mejor hermano que siempre tuve, pero para amar… no podía confiar, en ese sentido yo era diferente a él—. ¿Bill?

—Lo siento. —Y dando la vuelta salí de ahí corriendo, con lágrimas en los ojos, odiándome por todo lo que posiblemente causaba en Tom. Pero es que no podía asumir algo con él, todo empezaría a salirse de control más de lo que ya estaba. Si los abuelos se dieran cuenta, si alguien nos viera, nunca sería bien visto, generaría problemas pues somos hermanos… todo era demasiado complicado para mí.

Llegué a la casa entrando tratando de no hacer ruido, me sorbía los mocos y secaba mis lágrimas para no levantar sospecha. Empecé a subir las escaleras y la abuela salió de su habitación mirándome preocupada.

—Bill —llamó, me detuve en el pasillo rumbo a mi habitación.

—Estoy bien abuela, sólo… —Debía inventar algo—. Se me ha metido algo en el ojo…

—Oh, déjame ver. —Las abuelas tan preocupadas, se me acercó tomando mi rostro, secando mis lágrimas y dándose cuenta del temblor sospechoso de mi labio inferior, no podía ocultarle que me sentía mal—. ¿Qué pasó? —Se había dado cuenta.

—Yo… no puedo hablar. —Apreté los labios, nadie podía saber de esto.

—¿Es Tom? —Abrí mis ojos sorprendido, agaché la cabeza y lo negué.

—Lo siento, son sólo estupideces abuela, nada de importancia, cosas de adolescentes. —Ella movió la cabeza negando lo que dije pero me quedé callado, apretando mis labios por si soltaba algo, suspiró y me abrazó como consolándome.

—Entiendo, recuerda que es tu hermano. —Me puse frío, ella hablaba como si supiera… no podía saberlo, nadie podía saber de esto.

Había pasado el resto de la tarde en la habitación con la esperanza de que Tom entrara y quizás podría explicarle por lo que estaba pasando. Pero no subió y me llamaron para cenar. Con temor bajé y ahí lo encontré, sentado a punto de cenar. Me miró con el semblante triste, aún así se movió a un lado para darme pase y me senté junto a él. La cena fue silenciosa, sólo planeamos como sería mañana en que saldríamos temprano otra vez al pueblo. Casi ni nos miramos…

Los abuelos nos dieron las buenas noches, ya casi nos habíamos habituado a ir a nuestras habitaciones a dormir temprano pues no había muchas actividades que hacer en las noches. Ambos subimos las escaleras confundidos y sobretodo dudando uno del otro… él me miraba de reojo y sólo intentaba sonreírle, hacerle ver que teníamos que hablar. Ya dentro de la habitación él se fue a su cama. Apagué la luz de la habitación, la luz de la luna entró por la amplia ventana, me sentí en confianza.

—Buenas noches —dijo y se tapó con las mantas, me senté en mi cama y tratando de pensar en qué le diría sólo suspiré nervioso.

—Tom… —No contestó—. Necesito tiempo… todo esto pasa rápido, siento que tal vez, que un día de estos me dejarás y ya no te importaré más. —Seguía recostado, dándome la espalda. Caminé hacia su cama, en medio de la semi oscuridad y me arrodillé para verlo—. Tomi… contéstame…

—Olvídalo Bill, lo que dije, fue un impulso… —Me sorprendí y respiré pesado.

—No… —Me deslicé decidido en su cama, adentrándome en ella y él retrocedió—. Tom.

—No, aléjate, yo no repararé en lo que sea capaz de hacerte, si es mejor estar algo alejados lo entenderé.

—No quiero estar lejos de ti. —Tomé su mano y puse mi cabeza en su pecho, lo sentí nervioso—. Sólo que me da miedo todo esto, de ser algo más, ¿cómo lo enfrentaremos? —Me abrazó acurrucándome más a él.

—Eso es lo de menos. —Hubo un silencio prolongado, hasta que hablé.

—Para mí no lo es.

—Shh.

Me calló con un beso, sus manos pasaron por todo mi cuerpo de manera desesperada, buscando más de mí y sólo pude abrirle más la boca, poniendo mis manos hacia atrás me sujeté al cabecero de la cama, no sacaría mis manos de ahí tenga lo que tenga en mente Tom… sólo quería dejarme llevar.

Era de noche y la oscuridad era mi más íntimo acompañante, bajo ella sentía que podía liberarme.

—Bill —Jadeó—. No creo poder parar. —Le abrí las piernas…

Ese Bill abrió las piernas :D veremos lo que pasa~ Comentarios, criticas y sugerencias son bienvenidas. Gracias por leer<3

2 comentarios:

  1. Que bueno que sus abuelos llegaron para salvarlos, me parece muy extraño la actitud que todos tienen, cuando dicen que son gemelos.

    Bill le abrio las piernas *w*
    espero el proximo, saludos >.<

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    Respuestas
    1. veremos qué más pasa :D
      ya actualicé el siguiente capítulo
      muah<3

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