lunes, 9 de junio de 2014

Cautivo - 2

Hola otra vez :3 bueno, este capítulo es uno de los más tristes y feos de todo este fic, como sabrán, las advertencias están hechas. 
"Cazado y devorado, pobre cervatillo"

Atrapado y sin salida, buscaba alguna señal de parte del otro que le indicara que no era malo.

—Ayúdeme… —pidió, pero este hombre sólo lo miraba fijamente acercándose lentamente, entonces fue cuando Bill dudó de sus intenciones—. Eh, ¿quién es usted? ¿Qué quiere de mí? —Lo tuvo al frente suyo y no se le ocurrió otra cosa que correr a donde sea, a intentar salir de esa casa a como de lugar.

Gritando asustado encontró la sala, unos muebles estaban ahí y miró a todos lados buscando una puerta. Al encontrarla fue hacia ella, sintiendo como era perseguido por el hombre extraño, tomó el pomo e intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada, entonces divisó unas ventanas con cortinas. Corrió hacia ellas y con los brazos temblorosos intentó romper la ventana tratando de ver más allá de ella, pero sólo había oscuridad detrás de la ventana. Gritaba despavorido mientras el hombre rozaba sus costados tratando de calmarlo. —¡Suélteme! —El toque de ese hombre le produjo escalofríos. Pataleó en cuando se vio rodeado de él, arrinconado contra una esquina de la casa. Lo miró fijamente y la expresión seria y algo molesta del hombre lo asustó aún más. Temblaba sin control y las lágrimas le impedían verlo claramente— ¿Qué quiere? ¿Qué quiere?… déjeme ir, por lo que más quiera. —Tomó las manos de Bill y las alzó sobre su cabeza, Bill forcejeaba, pero la fuerza del otro era aún más que la de él. Hasta ahora no había pronunciado palabra alguna, mientras que Bill hablaba tanto—. ¿Qué hace? Suélteme ¡Suélteme! —No lo hizo, entonces Bill le plantó un rodillazo en la entrepierna con fuerza lo que hizo que su captor se encogiera de dolor y se apoyara en un sofá que tenía ahí.

—¡Auch, mocoso! —Se lamentó mientras Bill otra vez se liberaba de él y corría buscando alguna otra salida de la casa. Chocando su cuerpo entre tantos muebles, tropezó con la pata de una mesa cerca al pequeño comedor y cayó al suelo, golpeándose las rodillas, gritó y se lamentó, pero se levantó buscando la salida.

El hombre lo siguió después que se recuperó del dolor del golpe y llegando a Bill lo tomó de la muñeca, volteándolo para luego darle un puñetazo en el estómago. Bill cayó rendido en el comedor al borde de la asfixia. Frunció el ceño al ver cómo se asfixiaba su víctima… así se dio cuenta de que se le había pasado la mano.

Aún con el mandil puesto tosió y tosió tratando de respirar, nunca antes alguien le había golpeado tan fuertemente en el vientre, no sabía que podía quedarse sin aire.

El hombre se arrodilló frente a Bill y lo tomó de la cintura alzándolo en brazos para llevarlo a la sala. Lo recostó en un sofá. Bill lucía enfermo, con la cara roja de tanto toser, tomando bocanadas de aire al fin entraba aire en sus pulmones y trataba de respirar lo mejor posible, trataba de relajarse y de calmarse, pero eso último le era imposible.

—cof… cof… ¿Qué quiere? —El hombre le miraba fijamente, entonces Bill lo miró también tratando de descifrar su mirada, su expresión, al menos una sonrisa algo que le dijera que era amable y que no le haría daño.

Su cuerpo tembló aún más cuando las manos del hombre dieron con su cintura, apretándolo un poco, tratando de quitarle el delantal celeste que cubría su cuerpo. Bill jadeó asustado poniendo sus manos sobre las del otro en un intento de que le dejara de tocar, pero eso no estaba en los planes del hombre extraño. —Por favor no… no, no me haga daño, se lo suplico —decía una y otra vez. En vista de que el hombre aún tenía sus manos en su cuerpo, Bill se removió y con ambas manos golpeó el rostro del otro tan fuerte que le abrió una herida en el labio, cerca del piercing que tenía. Eso le costó mucho, ese golpe fue determinante para su captor; así que levantándose de ahí fue por unas cuerdas. Bill permaneció sobre el sofá agitado y al borde de un ataque de pánico mirando a todos lados, ideando alguna salida, alguna manera de escapar, pero todo se le hacía confuso, orientarse ahí con el miedo recorriendo sus venas. Vio venir al hombre otra vez, y se encogió en el sofá temiendo lo peor, que lo golpeara o matara, que lo torturara o algo. —Por favor —suplicó lloroso y temblando. El hombre inexpresivo tomó sus manos y las amarró sin que Bill pusiera alguna resistencia. Bill no quería ser golpeado, él sabía que había lastimado a su captor.

Alzando sus brazos lo estiró en el sofá, fue cuando Bill entendió lo que le haría, el hombre se posicionó entre sus piernas abriéndolas con ambas manos mientras Bill se removía y agitaba tratando de librarse, su destino estaba trazado y no había escapatoria. —Se lo suplico, por favor no me haga daño. —Miró a los ojos de su captor con las mejillas mojadas de lágrimas y los labios temblorosos—. Por favor. —Trataba de descifrar la expresión del otro, pero sólo le miraba serio y algo molesto, aparentemente sus súplicas no le importaban. Puso sus manos amarradas en el pecho de éste tratando de empujarlo lo más que podía para mantener la distancia entre sus cuerpos—. Por favor… —Suplicaba para que lo dejara mientras el otro pasaba sus manos por sus muslos tomando su cintura, con una mano arrancó el delantal dejándolo completamente desnudo, Bill gritó asustado y empezó a llorar sin control, sería violado y la idea le torturaba la mente. Sus manos se cansaron de empujar el otro cuerpo que demandante se posicionó encima suyo y le tocó el rostro apretándolo, lo observó llorar y quejarse mientras dirigía su otra mano por el vientre de Bill aún más abajo, tomó su miembro flácido y empezó a masajearlo. Bill se estremeció y agitó, sólo pudo gritar aún más alto tratando de liberarse—. ¡Ahh! ¡Suélteme!

—Relájate, no te estoy haciendo daño. —Fue lo único que dijo en todo ese tiempo. Bill lo miró a los ojos mientras sentía como le acariciaba de una manera que nunca antes había imaginado, aún su cuerpo temblaba y aún se agitaba tanto, su respiración era tal que sentía que se asfixiaba.

—¿Qué va a hacerme? Por favor no me haga daño…

—Shh. —Le hizo callar y lo besó. Bill no cerró los ojos ni correspondió al beso, sólo se quedó ahí temblando y aún llorando en los labios de su captor. Era un beso suave, pero para Bill, era asfixiarse en la boca de un completo desconocido.

No supo que su primer beso sería en semejantes condiciones.

A su mente atraía recuerdos de su familia, de seguro lo estarían buscando; recuerdos de sus amigos y lo confortable que era estar en casa bebiendo un café mientras hacía la tarea. Trató de perderse en lo bueno que era antes su vida, sus estudios, la música y el violín, dejó que el dolor de sentir los dedos de aquel hombre entrar en lo más recóndito de su cuerpo no lo desconcentrara de las imágenes que él mismo ponía en su mente para tratar de no morir en vida, así lo sentía, como la misma muerte.

—¡Ahh! —gritó desesperado, cerrando los ojos fuertemente cuando sintió el miembro del hombre entrar en él lentamente.

Se quedó con la boca abierta, sin aire, totalmente petrificado sintiendo un dolor nunca antes experimentado. Apretó sus piernas en la cintura de este tratando de cerrarlas, tratando de no darle más pase, pero eso lo hacía aún más doloroso. —¡Piedad! —gritó inesperadamente y el hombre se detuvo. Bill pestañeó tratando de sacudir las lágrimas de sus ojos y buscó con su mirada el rostro de su captor—. Por favor, no. —Exclamó con un ápice de voz. Aquel hombre empezó a moverse poco a poco en el interior de Bill, tomando sus caderas con aparente delicadeza y jadeaba mirando el rostro de su víctima.

—No te hago daño —dijo cerca de sus labios mientras Bill jadeaba un poco más aliviado porque el hombre no se movía rápido, sólo permanecía con un vaivén suave y lento.

Entonces Bill cerró sus ojos y suspiró resignado a su suerte.

El dolor empezó a disminuir, eso le dio un alivio momentáneo, ya estaba siendo follado, qué más daban las súplicas, lo que no quería era que le doliera, o que el hombre decidiera hacerle otro tipo de daño. Todo su cuerpo temblaba tanto que él mismo lo desconocía, cada músculo, y su respiración era tan agitada que nunca pensó que su corazón pudiera bombear tan rápido, ni en la más veloz carrera se sintió alguna vez así.

Ahora todo era confuso en su mente mientras trataba de tener el control. Su cuerpo y mente parecían contradecirse cuando su cuerpo empezó a moverse correspondiendo las suaves embestidas que el hombre le daba, rozando dentro de él algo placentero nunca antes sentido. —Nn, ahh… —Su garganta soltó un gemido que él desconoció, pero su mente aún estaba toda aquella desesperanza de sentirse cautivo por alguien, preso y a su merced total.

—Eso es —dijo el otro a lo que Bill lo tomó muy mal de su parte, y se mordió el labio reprimiendo cualquier muestra de desearlo también.

Ladeó la cabeza sollozando y cerró los ojos fuertemente abriendo un poco las piernas temblorosas para dejar que el otro terminara lo que le estaba haciendo. Sintió las manos de éste recorrerle el cuerpo con suavidad. Limpió sus lágrimas y lo sintió acercarse a su rostro. Con embestidas más rápidas el cuerpo de Bill se tensaba aún más y el otro jadeaba en el clímax de su placer. Besó su mejilla sintiendo como el rostro de Bill se contraía en una mueca de asco, pero dejando de morder fuertemente su labio liberó otro gemido sintiéndose al borde del orgasmo por las caricias que, con una mano, Tom le daba en su miembro endurecido.

Llevó otra vez sus manos amarradas al pecho del hombre y empujó tan fuerte mientras se corría en la mano de éste liberando un grito. Eso se había sentido tan bien, pero era momentáneo. Tom entró profundamente y se corrió en él dejándose caer luego sobre su pecho agitado.

—Tranquilo —dijo al escucharlo llorar esta vez como un niño. Salió de él provocando un grito agudo. Bill se encogió en el sofá mientras sentía fluidos salirle por su dolorida entrada. Su captor se percató de la sangre. Levantándose del sofá se acomodó sus prendas y salió de ahí dejando a Bill llorar sin poder controlarse, encogido y aún temblando sobre el sofá.

Pasó un buen rato en la cual la respiración y los temblores en su cuerpo cesaron dándose paso un profundo cansancio y debilitamiento. Había dejado de llorar y ahora con sus brazos temblorosos intentaba acomodarse en el sofá. Quería vestirse, estar desnudo ahí sólo le hacía sentirse más vulnerable e indefenso. Pero mientras se levantaba del sofá vio venir a la sala al hombre otra vez, esta vez más calmado y con una toalla en una mano y un bold con agua en la otra.

—No te muevas —advirtió.

Bill tembló ante la presencia de aquel hombre, tembló tanto que sólo eso le imposibilitó seguir moviéndose más. Se recostó de costado en el sofá y evitó ver a su captor, le tenía mucho pánico.

El hombre ya no tenía la chaqueta negra puesta, ahora estaba con una polera amarilla con estampado negro. Puso el recipiente de agua sobre la mesita del centro y metió la toalla dentro para exprimirla después quitándole un poco el agua. Bill temblaba otra vez sobre el sofá y sintió la toalla húmeda pasarse por sus piernas hacia su trasero.

—Ay… —Reprimió quejarse cuando sintió que le limpiaba aquella sangre que él sabía que había salido.

Pensamientos volaron a su mente. Ideas de negociar su salida, tratos, de alguna manera debía intentar liberarse o dejarse morir ahí.

—Por favor —suplicó otra vez mientras el hombre lo volteaba un poco para seguir limpiando sus muslos y nalgas—. No le diré a nadie, lo juro, pero déjeme ir… déjeme libre se lo suplico. —Su captor no le decía nada, pero de vez en cuando miraba a Bill a los ojos tratando de darse cuenta de que no le doliera más mientras lo limpiaba. Terminó de hacerlo y salió de ahí llevándose el recipiente y la toalla.

Bill se quedó inmóvil por un momento, pensando, se puso de costado otra vez observando la casa, alguna salida, algún arma; pero nada había. Intentó pararse otra vez, pero el hombre entró a la sala dejando en sólo deseos las ganas que tenía de salir. Otra vez los temblores y ese dolor de estómago por el miedo regresaron.

—Ten. —Le extendió una taza de leche caliente, él nunca la tomaba caliente pero tenía mucha sed, así que tomando la taza de leche la llevó a sus labios tratando de tomarla aunque le quemase.

Su captor se dirigió a un armario y sacó otra cuerda, Bill se asustó cuando lo vio acercarse a él con eso en manos.

—Oh, por favor… —Con voz llorosa suplicó, su captor sólo le sonrió y Bill no supo cómo interpretar esa sonrisa y la taza de leche caliente resbaló de sus manos amarradas cayendo en la alfombra, quemando sus pies desnudos—. ¡AHH! —gritó poniendo todo su cuerpo en el sofá otra vez.

—¡Pero que niño más idiota! —dijo molesto y yendo a socorrerlo.

Bill se apartó un poco dolido, aún temía que le hiciera daño. Totalmente encogido evitó mirar a su captor, éste sólo se arrodilló para verle el pie, tomándolo mientras Bill temblaba y sollozaba.

—Por favor. ¡Ay! —Se quejó.

Su captor salió de la sala y regresó rápidamente trayendo un paño mojado de agua fría y con eso limpió su pie de la leche. Bill miró su pie enrojecido aunque el dolor no le importaba, ese ardor, por la quemadura no era lo que le desagradaba en ese momento, sino eran las manos de aquel hombre tocándole el pie. Bill quiso apartar su pie pero el otro no se lo permitió.

—Quédate quieto. —Bill apoyó sus manos amarradas en el hombro de su captor tratando de contener sus quejidos mientras terminaba de limpiarle.

Aún desnudo la vergüenza y la humillación hacía más incómoda la situación.

—Quiero mi ropa —reclamó y el otro sonrió—. ¿No me ha oído? Quiero que me deje y que me dé mi ropa —dijo más seguro de sí mismo, pero se asustó un poco cuando la mirada del hombre dio con la suya, era seria e intimidante, Bill agachó la cabeza temeroso, y quitó sus manos del hombro del otro, volvió a encogerse en sí mismo. Sintió una cuerda rodearle el tobillo. —¿Qué hace? —Se asustó al ver que era amarrado del tobillo a una pata del sofá. El hombre lo estiró y lo dejó recostado con el pie amarrado.

—Dormirás aquí —le dijo.

Bill se removió y alteró tratando de liberarse.

—¡Maldito degenerado! ¡Déjeme ir! —se atrevió a gritar con lo poco que quedaba de su energía, pero el hombre fue cerca de la puerta y apagó la luz, caminó hacia su habitación viéndolo patalear, sacó una manta y luego regresó a la sala, se la puso sobre su cuerpo desnudo. Bill, muy molesto, la lanzó al piso, aún con sus manos amarradas. Pero el hombre recogió la manta y tomándole del cabello jaló de él haciéndole gritar.

—La manta. —Lo tenía del cabello y Bill dejó de protestar, sólo se relajó en el sofá y dejó que le pusiese la manta encima.

El hombre desapareció otra vez adentrándose en su casa.

Bill estuvo agitado hasta que pudo relajarse, suspirando hondo miró en la oscuridad de la sala muchas sombras de una casa desconocida, agudizó sus oídos y el sonido de búhos y animales de la noche le hizo darse cuenta de que no estaba en la ciudad…

Así que cansado, se dispuso a dormir en aquel lugar, con el cuerpo adolorido por lo ocurrido recientemente, trató y trató de pensar en otra cosa, pero las pesadillas empezaron a invadirlo esa misma noche.

Su primer beso, su primera vez; su primera noche en cautiverio.

u_u ¿Comentarios? 

2 comentarios:

  1. OMG Pink continualo pronto por favor!!! me encanto este cap...Me pregunto porque Tom es así ?...De verdad fue un cap muy fuerte espero el 3 con ansias... Besos!! de Nico.

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    1. Sí u_u fue bastante fuerte... es un fic brutal, no es como los otros, ya verás en el transcurso de la historia.
      Saludos Nico *-*

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