lunes, 16 de junio de 2014

En el campamento - 11

Hola a todos *-* les traigo otro capítulo más de esta historia, espero les guste.
Tom estaba empapado por la lluvia del verano, no sentía mucho frío, más bien se sentía refrescado pero a la vez muy frustrado. Nunca antes, que recordara, alguien lo había tratado como Bill lo había hecho y más aún cuando él quería su bienestar, pero lejos de molestarse por ese incidente, no quiso darle el gusto de apartarse de él y permaneció debajo de la casita, sentado en la sombra de un árbol, pero al comenzar a llover de manera torrencial terminó por dejarlo empapado. 

Estuvo por irse, pero vio a Bill asomarse y luego bajar de la casita aparentando preocupación y después de decirle que no quería que le prometiera nada, se le acercó de una forma que le hizo temblar. Posó ambas manos en su cintura y Bill le pidió un beso.

—¿Un beso? —Tom estaba tan sorprendido. Bill sonreía emocionado, con parte de su cabello mojado por la lluvia y batía las pestañas de forma coqueta lo cual hizo contraer el vientre de Tom en una forma placentera.

—Sí… —Tom cerró los ojos, subió las manos hacia el rostro de Bill y luego juntó sus labios. Las sensaciones eran tan agradables, como vivir un sueño y no querer despertar. Bill lo besaba por segunda vez en el día y Tom no quería moverse, sólo sentir…

Al momento de separarse, se miraron a los ojos y luego se abrazaron quedándose quietos sintiendo lo cálido de sus cuerpos mojados y juntos, respirando agitado, con las mejillas calientes del momento.

—No quiero separarme de ti —confesó Tom, pero Bill no le dijo nada—. Quisiera saber por qué estás mal y ver si puedo hacer algo por ti…

—No puedes, hay cosas que duelen contar. —Tom se separó de Bill para mirarlo a los ojos y ver su semblante decaer sólo por recordar ciertas cosas.

—Alguien te hizo daño —afirmó serio, esperando la confirmación de Bill.

—Yo mismo. —Tom se sorprendió.

—¿Pero cómo así? —Bill se alejó otro poco y decidió avanzar hacia el riachuelo, evitando ver a Tom. Ya casi la tarde moriría, pero no querían regresar al campamento. 

Tom lo siguió y Bill se apresuró, lo extraño fue que a Tom no le importó tener que correr bajo la lluvia, casi tropezarse y que le pegaran en la cara las muchas ramas de las plantas que Bill movía a su paso.

Por la mente de Bill transcurrían recuerdos que incrementaban su culpa. La vida suele enseñar ciertas cosas y a veces dejan secuelas profundas difíciles de borrar o superar que muchos optan por meterlas en lo más profundo de su ser para evitar que eso le siga causando daño, pero justamente Tom había quebrantado un poco su caparazón y ahora los monstruos habían salido.

*

—¿Qué te estaba haciendo? —preguntó David muy molesto, era la milésima vez que lo preguntaba y ya había pasado casi una semana en donde Bill había intentado llamar de miles de formas a Matt, pero ninguna llamada había sido contestada. 

—Ya te dije, sólo jugábamos a las peleas, no tenías que haber entrado.

—Te hacía daño.

—No, David, no, él y yo somos muy unidos —dijo eso con una sonrisa y evitando ver a su hermano pequeño.

—Más bien es como tu enamorado. —Soltó molesto, con ocho años podía darse cuenta de las cosas, además ya antes había visto a su mamá con varios hombres, esas cosas no solían sorprenderlo mucho, pero en Bill lo habían decepcionado.

Bill evitó contestarle y se imaginó muchas cosas. Si pensaba estar con Matt para toda la vida, era lógico que su familia en algún momento se enteraran de su unión y uno de los primeros sería David. Las ideas vinieron como una película, pedirle a David que sea el padrino de la unión y cosas así le pusieron una sonrisa en sus labios que David no entendió.

—¿Qué? —dijo el pequeño y Bill lo miró.

—Nada.

Subió escaleras arriba y se encerró, quería intentar llamar a Mat otra vez, que al menos le permitiera escuchar su voz.

Como siempre, sus manos temblaban al coger el teléfono e intentar llamar y tuvo suerte, Matt le contestó de inmediato.

—¡Matt! Te estuve llamando toda la semana… quería saber de ti… —dijo rápido, emocionado, Matt le había contestado y eso para Bill significó mucho.

—Hola… —dijo con grave voz y luego rió—. Lo sé, tengo muchas llamadas perdidas de este teléfono y adiviné que eras tú, lo que pasa es que estuve de viaje…

—¿No estudias? ¿En qué colegio estás?

—Bill, no seas preguntón, tuve que viajar así sin más, es todo lo que debes de saber, tienes que entender que no puedes preguntar tantas cosas, ¿me llamaste para preguntarme cosas? Que aburrido…

—¡No! No, no, lo siento, no llamé para preguntar, sólo para… —no sabía qué decirle, sabía que lo que pudiera decir terminaría de molestar a Matt de alguna manera.

—¿Me extrañas? —esa pregunta hizo doler su vientre de emoción y sonrió.

—¡Sí! Sí y mucho, eh… ¿tú? —esa era una pregunta pero no lo pudo evitar. Matt rió en la línea y luego suspiró amplio.

—¿Qué crees? 

—No lo sé… —dijo tímido.

—Demasiado, tontín, ¿cómo crees que no te extraño? Pienso en ti todas las noches. —Otra vez su grave voz.

—¿De verdad? —A Bill también le pasaba, pero él pensaba en Matt todo el tiempo.

—Ajá y quiero verte… quiero tenerte conmigo, te extraño mucho. —Bill se emocionó tanto, hace días quería escuchar algo así, sentirse seguro, querido o simplemente saber de Matt.

—¿Cómo nos vemos? —preguntó Bill esperando las indicaciones; haría todo lo que Matt le dijera. 

—A ver, creo que te pondré una prueba…

—¿Una prueba?

—Ajá, para saber cuánto me quieres.

—Te quiero demasiado.

—Eso tendremos que verlo. —Bill frunció el ceño pero no molestándose con Matt, sino por la convicción y el querer demostrarle sus sentimientos tal y como eran: el puro amor.

—Hoy, en la noche, toma el tren y ven a mi casa… —Matt le dio la dirección exacta y el corazón de Bill se aceleró.

—No podré salir.

—¿Cómo? ¿Acaso eres un niño?

—No, no, no, es sólo que no hay con quien dejar a mi hermanito.

—Ah, el hermanito —dijo molesto—. Pues esa será tu prueba Bill, parece que ese mocoso es más importante que yo, ¿verdad? 

—Pero es que…

—Y lo entiendo, aún no estás preparado.

—Pero…

—No, no digas nada, soy yo el culpable por meterme con un niño, aun así te quiero…

—¡Iré! Iré… —dijo rendido—, iré…

—Bien, no sabes cuánto te espero. Te mando un beso, ponlo donde quieras.

*

Bill se detuvo pasando el riachuelo de flores amarillas, cruzándolo con todo y zapatillas y se sorprendió de ver a Tom a su tras, respirando agitado, cansado y gimiendo por más oxígeno.

—No… doy… más… —apenas dijo Tom respirando por la boca. Bill rió y buscó un lugar para sentarse. Tom lo siguió como perrito faldero. 

—¿Alguna vez te has enamorado? —preguntó sin verlo, esperando que se sentara a su lado lo cual así pasó.

—¿Ena… enamorado? —suspiró tratando de calmarse.

—Ajá, sentir ese sentimiento de que hay una persona que te importa demasiado y quieres vivir a su lado para siempre. 

Tom se quedó pensativo tratando de recordar si alguna vez se sintió así y la respuesta era que no, aunque temió que lo que sentía por Bill era justamente eso, pero no lo quiso decir. 

—Creo que… que no, o sea, no aun, estoy en el proceso. —Miró a Bill a los ojos y éste sonrió complacido—. ¿Tú? —vio cómo su sonrisa se desvanecía ante esa pequeña pregunta.

—Yo… —calló por un momento, era difícil tener que admitir los errores—. Sí, una vez.

—El año pasado. —Tom ataba cabos, sabía que todo lo que a Bill le pasaba estaba relacionado con el campamento anterior y era por eso que Bill actuaba extraño con ciertas cosas.

—Sí, por ese jodido campamento, ¿sabes? Creo que están malditos, mejor alejarse de todos…

—Pero no de mí —pidió angustiado—. No creo que esté maldito, sólo porque el del año pasado haya sido mierda, este no tiene por qué ser así.

—¿Crees? —Bill lo miró curioso—. Pero vino Naty, Andreas y algunos más y… ya sabes, Naty me dio ese ridículo regalo que… —calló sabiendo que sería revelar su secreto, Tom había abierto mucho los ojos, expectante, curioso y esperó a que continuara—. Nada.

—Vamos, dilo, no temas, quiero saber qué tanto con ese muñeco.

—No Tom. —Evitó verlo y Tom suspiró impaciente.

—Tengo una teoría. —Miró de reojo a Bill quien jugaba con sus manos y unas plantas del suelo medio barroso, así que prosiguió al ver que Bill lo escuchaba—. Creo que… que Matt… —vio cómo Bill fruncía el ceño ante la mención de ese nombre—. Que Matt tenía ese muñeco y te lo dio, ¿estoy en lo cierto? —Bill asintió—. Vaya, acerté.

—Pero Matt lo hizo con sus propias manos para… para recordarlo.

—Pero al parecer se lo dio a Naty también, ¿no crees?

—¡No! —le dio la espalda, no quería pensar en eso y Tom enmudeció.

*

—¡No! —gritó el pequeño David cuando ya en la noche Bill se alistaba para salir.

—Te lo recompensaré, además puede que hoy llegue papá.

—Sabes que no, que estaré solo.

—Por favor, ya deja de ser un niño —pidió Bill con trece a David de ocho.

El menor comenzó a llorar en la habitación de Bill, estaba tosiendo pues tenía algo de tos y fiebre, aun así Bill no se inmutó—. Regresaré pronto, no te estoy abandonando.

—Estaré solo…

—¿Y? piensa bien lo que dices, todos estamos solos, no dependas de mí.

El pequeño comenzó a llorar y Bill se veía en el espejo, se había delineado un poco los ojos y luego se dio la vuelta para socorrer a su hermano. Lo abrazó aunque el pequeño quería pegarle y luego corrió hacia la puerta de su cuarto para cerrarla y echarle llave. —¡No! ¡No me hagas esto, Bill! —gritaba el pequeño, atorándose un poco por la tos. Bill se quedó paralizado por un momento, estaba haciendo una maldad, pero recordó que ese era el sacrificio que tenía que hacer para demostrarle su amor a Matt, así que con esa energía, se fue sin dar marcha atrás.

*

—Piénsalo, Bill.

—Déjame.

—No, no empieces con eso, enfrenta de una vez la situación. No me iré.

—Deja de meterte en mi mente, no me digas qué hacer. —Aún le daba la espalda y Tom suspiró de frustración. Bill se había cerrado y lo que menos quería era hacerle daño, así que se calló y permanecieron así por varios minutos. Bill había hecho nudos de las plantas, le había quitado las flores a varias de ellas, en cambio Tom había creado un pequeño ramo y se imaginaba una y otra vez dárselo a Bill y que éste le diera otro beso en sus labios, pero no había el suficiente valor para atreverse, Bill aun le daba la espalda. 

—¿Tienes frío? —preguntó Tom porque una brisa le rozó el rostro, la lluvia ya había acabo y ahora el sol comenzaba a asomarse otra vez para dar pase al atardecer. 

—No. —contestó rápido.

—¿Hambre?

—No.

—¿Sed?

—No.

—Ah.

Otros minutos pasaron y ninguno decía nada, pero Bill quería hablar, el problema era que no sabía por dónde empezar, era algo que nunca le había dicho a nadie, pero ahora todo estaba a flor de piel.

—Yo… —Tom prestó atención, aunque no podía verlo a los ojos, se giró un poco para escucharlo mejor—. Yo… él… él quería estar conmigo. Matt, se llamaba así.

—Comprendo. —Que Bill le hablara de otro hombre le llegó a incomodar, pero trató de no demostrarlo.

—Él… él me decía tantas cosas que no quiero recordar…

—¿Te hizo daño? ¿Es algo de lo cual quieres hablar? —preguntó Tom un poco asustado pues la voz de Bill sonaba rota. No podía verlo a los ojos y algo le decía que lo que le estaba contando era doloroso y difícil.

Se imaginó una serie de cosas, que Matt era malo, que lo había maltratado, engañado, jugado con sus sentimientos, ilusionado, quién sabe qué tantas otras cosas más.

Bill suspiró mirando el cielo de color naranja, las aves volver a sus nidos y sentir cómo la brisa cálida secaba sus lágrimas. Evocó en su mente los recuerdos dolorosos de cuando se encontró con Matt queriendo demostrarle lo mucho que lo amaba y lo fuerte y valiente que era para arriesgarse.

*

Había dejado a su hermanito encerrado, podía escuchar sus gritos hasta afuera de la casa y aunque sintió que su pecho le dolía, prosiguió.

—Debo ser fuerte —se dijo serio, apretando los puños y luego echó a correr rumbo a la estación de tren.

Matt vivía a media hora de su casa, era lejos, pocas veces se había tomado el atrevimiento de ir solo en la noche más allá de su casa, pero esto era algo diferente. 

Mirando por la ventana del tren, las múltiples parejas que salían de noche a cenar, a las citas, a divertirse, sonrió un poco al ser consciente que él también tenía una compañía que esperaba fuese para toda una vida.

Sabía que Matt no era perfecto, que no era como los chicos de los cuentos, un príncipe azul, pero sentía que le pertenecía a Matt.

Cuando llegó a su casa, se percató de sus manos sudorosas y temblorosas además del dolor fuerte en el estómago. Suspiró muchas veces hasta que lo vio salir. Tenía puesto una camiseta sin mangas, podía ver sus brazos con algo de musculatura. Se había hecho una coleta pequeña de su rubio cabello y lo miraba con deseo.

—Viniste…

—Sí.

—Estaba dudando, creí que vendrías hace media hora atrás, pero vaya… y wow… —se le acercó tomando su rostro, mirando su pequeño delineado—. ¿Alguien te ha dicho que tienes los ojos más bellos del mundo?

—Nadie —dijo sonriendo.

—Más les vale, porque son míos. —Lo besó suave y luego lo jaló para adentro de su casa.

Bill se sintió como flotar, se sintió especial cuando Matt lo abrazó por detrás y le comenzó a dar besos por su cuello, así que cerró los ojos dejándose llevar.

*

—¿Te hizo daño? —volvió a preguntar Tom, tocando su hombro, esperando que volteara para verlo a los ojos.

—El daño me lo hice yo mismo —contestó con voz baja.

—Pero…

—Fui yo el único culpable, no sabes el peso que llevo sobre mí, es algo que me asfixia. —Confesó derrumbado y Tom lo jaló para abrazarlo por detrás. Bill intentó liberarse, pero Tom no se lo permitió, lo abrazó fuerte.

—Sea lo que sea que haya pasado, ya no pasará más, estoy aquí contigo.

Pronto sabremos lo que pasó en sí com Matt u_u creo que es obvio. ¿Comentarios? *-* no sean tímidos! Gracias por leer. 

2 comentarios:

  1. OMG ya quiero leer lo que viene >_< cada vez se pone mejor...Pink tímido yo? para nada! amo decirte cuato me gustan los caps :-p Saludos Pink espero que estés bien ^_^ besos y abrazos de Nico.

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    1. Gracias por comentar n_n es importante para mí. Subiré prontito, espero te guste el siguiente capítulo :3

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