martes, 10 de junio de 2014

Corazón - III

Hola a todos *-* verán, escribí un Oneshot al cual llamé Corazón, pero decidí crearle secuelas, son como continuaciones, pero uno no necesita leer todos los capítulos para entenderlo, así que no lo considero un fic. Nació de las ideas que pienso cuando veo a los Kaulitz en su vida real. Aquí encuentras los otros dos capítulos: CORAZÓN. Está es una parte que narra Tom. Que lo disfruten, subiré pronto otra secuela. 

Más de dos

A veces uno no puede creer cuán atado al pasado quieres vivir.

El pasado siempre te persigue, lo que hiciste o dejaste de hacer; lo que olvidaste hacer, las oportunidades que perdiste, nada regresará. El presente es el resultado de tu pasado y si mucho erraste, muchas cosas malas cosecharás y volverás a sembrar, así hasta que mueras.

Bill y yo tememos a la muerte, es por eso que la mencionamos en cada canción, está ahí parte de ese concepto fulminante. Bill tiene una fascinación por la muerte, a veces me pongo celoso, pero a mí eso me asusta más que a él. Antes era mucho peor pues la idea de morir implicaba perdernos el uno al otro y eso daba mucho pánico.

Pero ahora… ahora no sabría qué decir. Bill sigue obsesionado con la muerte, se lo tatuó en la mano, lleva cruces por todos lados y entre que significo yo y también la idea de morir; pero yo, como que no quiero pensar más en eso, ni de pactos eternos, ni de pedirle a Dios que nos convierta en ángeles para vernos por siempre. Ahora quiero vivir el presente, vivir una vida, hum… normal, no sé si ese término se puede decir.

Parte de esa normalidad la encontré fuera de Bill. Aún no sé cómo pude desligarme de él, al principio sentía que sería muy doloroso, difícil, inconcebible la vida lejos de mi hermano o tan siquiera un poco separada, pero ahora se ha vuelto parte de mi día a día, sé que él sigue estando ahí para mí aunque no lo vea o no hable con él por varias horas.

Tengo mis amigos, son interesantes, me entienden, me escuchan, no necesito de Bill. Tengo a Ría. Creo que ella tiene cualidades que pocas mujeres la tienen, no me hostiga, aprendió a no hacerlo, se sabe dar su lugar y cuando venir a mí, en el momento indicado me abraza, me atiende como quiero, ella es especial, aunque no la amo. Pienso que amo sólo a mi mamá y a Bill; otra persona sería complicado de hacerlo. Ría parece entender ese concepto, aprendió a sobrellevar todo el hecho de que soy Tom Kaulitz y tengo un hermano que siempre estaría conmigo… “estaría” pero ahora casi no está, así que Ría se ha convertido en una especie de hermana. Hacemos muchas cosas juntos y una de ellas Bill aun no lo sabe. Me acosté con ella un par de veces y aunque no fue como hacerlo con Bill, fue diferente y eso me gustó. Fue liberador.

Si hablo tanto de Bill, debo decir que él también sale mucho, mejor dicho, tiene una vida. No sé si lo hace apropósito, pero los consejos que le da su amigo Alex le han cambiado un poco la vida y la forma de verme. 

Nuestra relación se convirtió en la relación fraternal que siempre debió ser y aunque eso me incomoda, no hago nada para remediarlo. Soy un cobarde, pero a la vez pienso en que es lo mejor, ¿no era esto lo que nuestra madre tanto quería? Merecemos ser felices.

Bill llega a casa y luce cansado.

—Hola —me dice, se me acerca y me besa la mejilla.

—Hola. Luces feo —le digo y él ríe. 

—No te creo. —Me abraza por detrás y me pongo un poco tenso. Hace semanas no me toca, eso me desconcierta un poco. Pienso que la distancia, el tiempo es el que ha ayudado en esta pequeña separación—. Hueles bien… —suspira en mi oído y sé que siente mi nerviosismo y mi especie de excitación—. Oh… —ríe por percatarse de mi erección—. ¿Quieres?

—No, no te preocupes.

—¿Preocuparme?

—Sé que estás cansado. También lo estoy. Mañana tendremos un día largo, ¿sabes? —Se queda callado, aun abrazándome y espero que me suelte—. Tantos días, ¿semanas? No te he tocado, ni me has tocado en mucho, ¿todo bien?

—Sí. —digo serio, esperando cambie el tema, pero suspira de forma pesada y siento su erección crecer un poco más, rozándome. 

Parece un poco impaciente que termina volteándome para verme a los ojos, siempre me intimidó su mirada felina. —Tom… —intenta saber algo más de mí con esa forma de mirarme y yo trato de mantener la mirada sobre él—. ¿Qué pasa?

—¿No lo sabes? ¿No lo sientes? —pregunto, se supone que él sabe todo de mí, ¿por qué debo explicarle? Bill analiza mis facciones, mira cada parte de mi rostro y luego me huele.

—No… —responde decepcionado—. ¿Pasa algo?

—No lo sé —digo bajito.

Bill termina molestándose conmigo y me deja de un brusco movimiento para adentrarse a su habitación. Me quedo un poco asustado, pero sé que si caía estaría otra vez atado y ya no quiero más eso, quiero ser libre. 

Suspiro aliviado, amo a Bill, quisiera hacerle el amor o que me lo hiciera él, pero en estos momentos debo ser racional así que decido darme una ducha fría y a dormir.

*

Bill sonríe mucho. Parece estar feliz de todo. Casi ni nos vemos seguido, claro que lo hacemos cuando estamos en el estudio, pero luego de eso, cada quién por su lado.

Veo que se alista para salir. Cómo ha cambiado mi hermano y yo también, hace algunos años Bill solía demorarse horas en arreglarse, su cabello era intocable como mis rastas, solía perfumarse y vestirse de lujo, también yo a mi manera, pero Estados unidos nos ha cambiado un poco. Bill apenas y se peina, pero eso sí, se pone sus anillos y collares como siempre, ostentoso. 

—¿Te vas? —pregunto para saber si me dirá algo de lo que está haciendo.

—Ajá.

—¿Con Alex?

—Sí. —Frunzo el ceño, no es que Alex me diera celos, es más bien que Bill no cuenta más conmigo. 

Alex sabe de moda, es soñador como Bill, pero es mayor, es como el padre que no pudimos tener, salvo Gordon, pero éste estaba tan pendiente de nuestra madre que de nosotros, en cambio Alex, desde que conoció a mi hermano se ha hecho inseparable. Bill no quiere ni de saber de Andreas, ni de ningún otro, todo es Alex.

Me pregunto ¿qué pensará su esposa? Porque Alex es casado.

Bill termina por amarrarse un pañuelo detrás de sus pantalones y sonrío, él tiene tanto de mí ahora. Se pone una gorra y me mira, sabe que estoy siguiendo sus movimientos con mi mirada desde que llegó a casa.

—Hum, ¿cenamos? —me pregunta—. Creo que llegaré temprano.

—¿Dónde quieres ir?

—No sé, pon tú el lugar y vamos.

—¿Los dos?

—No. —Eso me molesta un poco—. Me refiero a cenar todos, trae a Ría y yo le diré a Alex. —La idea me parece horrenda y él se percata—. Bien, no quise molestarte, pensemos otro día. Ya vengo. —Y se va.

Me quedo sentado en el sofá pensando en la idea de salir también o llamar a Ría, hay una incomodidad que me hace fumar como loco. Sé que las cosas están mejor, Bill ha respetado la distancia que tanto le pedía, luego de mi corazón roto por su decepción las cosas no volvieron a ser como antes, pero siento que lo necesito, esto es desesperante.

*

Los catorce de febrero lo pasábamos entre las sábanas, desnudos, lejos de todo el mundo en algún hotel, lo hacíamos tantas veces que una vez tuve una sobredosis de viagra, pero no me arrepiento, éramos insaciables y luego ni podíamos caminar o siquiera levantarnos de la cama. Éramos unos malditos lujuriosos.

Últimamente esa fechas de los catorce en la cama quedó muy atrás, como un simple recuerdo.

A puertas del día del amor, Ría se pone más guapa y me busca para hacer planes, quiere llevarme a una fiesta o a algún lugar lejos de todo y lo pienso con una sonrisa en los labios.

—No sé, Ría. —Ella me mira comprensiva, no me insiste.

—Piénsalo, sea como sea que lo pasemos de seguro será hermoso. —Me ve pensando en el pasado, ella sabe darse cuenta—. Si quieres pasarlo con él también lo entenderé. —La miro sorprendido.

—¿Qué?

—Con Bill, si quieres estar sólo con él, lo entenderé.

—No creo que eso pase.

—Pero si él quisiera, de seguro tú aceptarías. —Me pongo a pensar en eso y lo cierto es que dudo mucho que Bill me lo pida.

—Vamos a esa fiesta y luego los dos juntos. —Le sonrío y muevo las cejas como a ella le gusta. Ella ríe y me besa.

Los días pasan y Bill parece tener planes. Apenas hablamos para lo esencial y otras veces él intenta besarme o acercarse demasiado, pero es frustrante que hasta he pensado en vivir lejos.

—¿Planes? —me pregunta faltando un día.

—Algunos por ahí, ¿tú?

—Lo mismo. —suspira—. ¿Recuerdas, Tom? —me mira cómplice—. ¿Eres de pensar en el pasado? —Eso logra incomodarme un poco y evito su mirada.

—No, ¿tú?

—Hoy sí, soñé con… con esos años. Éramos un matrimonio feliz. —Eso me trastoca un poco, lo dice como si nada y deseo escapar, pero me detengo mirando un punto fijo en la pared de la habitación.

—Pienso que sí —confieso recordando la sensación de felicidad al despertar y verlo a mi lado para hacerle el amor, embriagarme en su cuerpo hasta que caiga el sol. Él suspira mirando hacia el punto fijo en la pared y luego busca mis ojos causándome incomodidad.

—No me arrepiento, Tom, así seas tú el que busque una vida normal o reivindicar todo esto que consideras mal, no me arrepiento de haber vivido contigo la mejor de las relaciones… —Permanezco serio, hacía tanto tiempo que no tocábamos ese tema, hablar de nuestra ex relación, de nuestros sentimientos, todo eso me produce un malestar pero a la vez nostalgia—. De lo único que me arrepiento es de haberle hecho caso a mi pene esa vez… —Frunzo el ceño recordando que fue él quien arruinó todo cuando prefirió una mujer antes que a mí.

—Bill… —reclamo.

—Digo la verdad, si eso nunca hubiera pasado estaríamos follando desde hoy hasta mañana y luego hasta el otro día, todo sería perfecto. —Logra incomodarme más y decido abandonar la habitación—. No te vayas…

—En algún momento tenía que acabar, Bill, hayas metido la pata o no, las relaciones tienen un final.

—Lo nuestro era eterno.

—Nada lo es.

Salgo de la habitación y solo pienso en escapar lejos de él.

*

El catorce de febrero me la paso en una fiesta y luego en la cama con Ría, ella ha traído marihuana y un poco de eso me caería bien para volar… volar lejos de todo.

Cierro los ojos riendo de éxtasis y sintiendo como ella vuelve a ponerse sobre mí con sus movimientos tan sensuales y mi pene entra en ella y todo se vuelve inmensamente placentero. Deseo que esto no acabe nunca. 

*

No sé cómo terminé en mi propia cama, ¿cómo llegué a casa? Pero es de noche y el extraño ladrido de un perrito llama mi atención, no es mi buen chico, mi perro favorito, es otro.

Intento levantarme con mucha pesadez y veo un cachorrito ladrarme desde la esquina de mi cama, ¿pero qué mierda pasa?

Mi cabeza quiere explotar y veo a Bill entrar a mi habitación. Se ha bañado y hasta acá puedo oler lo exquisito que está, de seguro aún sigo drogado pues mis sentidos están sensibles. 

—Pumba —le oigo decir y un recuerdo infantil viene a la mente cuando veíamos esos dibujos de Disney y él amaba a Timón y yo a Pumba, amábamos su filosofía de vida, Hakuna Matata y esas cosas. Creíamos que la vida era fácil mientras nos mantuviéramos unidos.

—¿De quién es? —pregunto sobándome la cabeza. Él se sienta en la cama con la toalla puesta en su cintura, suspira y sonríe al ver al perrito. Admito que me gusta verlo así, los perros son como nuestros hijos.

—Es mío. —suspiro un poco incómodo, alguien se lo ha dado y eso significa mucho.

—Es hermoso. —Trato de llamarlo con mis manos, el perrito luce confundido—. Así que tu novio te lo regala por San Valentín.

—Alex ama esta raza, tiene a Rafael Jamal, es pariente de Pumba. —Trato de entenderlo, ¿de qué me perdí?

—¿Te lo dio Alex?

—Sí.

—Eso es bastante raro, ¿por qué tu amigo te regalaría un perro? ¿Acaso quiere contigo? Que pendejo, él tiene esposa… —Bill me mira molesto y toma a Pumba.

—Alex sabe que me siento solo —dice como reclamando—. Sabe que no puede regalarme un novio, un marido o algo parecido, apenas un perro y lo amo.

—¿Amas a Alex? —casi me caigo de la cama.

—No, me refiero a Pumba. —Comienza a molestarme la conversación y quiero salir de la cama, pero el dolor de la resaca me inmoviliza.

—¿Cómo llegué hasta aquí? —Bill ríe un poco.

—Te trajo Ría. Te drogó, ¿verdad? ¿Viagra?

—No. —Me toco la cabeza y me vuelvo a recostar—. Creo que dormiré hasta mañana. Saca a Pumba de aquí, quiero silencio.

Bill se me acerca y logro enfocar mi vista en su bello rostro, se sienta a mi lado y yo cierro los ojos para dejar de ver su belleza. 

Escucho que susurra cosas, pero trato de no prestarle atención, siento sus caricias en mi rostro y suspiro. Es Bill, es mi Bill aunque ya no me pertenezca, me es imposible rechazarlo en esta condición tan vulnerable. 

Sus labios toman la piel de mi cuello y me hacen suspirar, abrazo a mi hermano y luego abro los ojos viendo su rostro deseoso de mí.

—Feliz san Valentín —me dice y acepto el beso en los labios que me da.

Sabe que no puedo moverme ni reclamar, estoy rendido a su merced y parece gustar de eso.

Todo el cuerpo me duele y aun un poco más cuando toma mis piernas para subirlas a sus hombros y penetrarme. Lo tomo de sus brazos y lo veo a los ojos.

—¿Qué haces? —digo con dolor—. No quiero esto… —me siento agitado, está sobre mí, me inmoviliza para embestirme repetidas veces y llevo la cabeza hacia atrás, duele, pero me gusta.

—Quiero recordarte… hum… estrecho, estrecho —repite excitado y le araño los brazos.

El perrito nuevo ladra al escucharnos gemir. No sé cómo me dejé llevar, pero aún estoy bajo los efectos de la droga que río en el acto y termino sobre Bill mirándolo desde ahí, subiendo y bajando con las pocas fuerzas que me quedan.

Bill me muerde el hombro de manera fuerte, aguantando liberarse y luego lo miro a los ojos… cómo quisiera regresar al pasado donde sólo éramos los dos, unidos como ahora, como uno solo.

—Regresa conmigo, Tom… —pide entre gemidos. Lo miro a los ojos y no veo sinceridad ni pureza.

—¿Por qué Alex te regaló el perro? —veo su rostro contraerse y esquivar su mirada, entonces me doy cuenta que lo que me ha dicho no es la pura verdad—. Hay alguien más. —digo seguro y me levanto, dejándolo aun sin terminar, me recuesto en la cama y tomo mi miembro para al menos yo acabar—. Contesta.

—No. —me dice y no le creo—. Estoy solo.

—Mentira. —Sé que no es así.

—Bien, son solo cuerpos, son solo pasatiempos.

—¿Qué?

—Sólo te amo a ti, aunque me haya acostado con mucha gente… —Lo miro un poco asustado, Bill se ha acostado con otras personas y eso me pone… me pone muy mal—. Pero sé que no debo contarte ciertas cosas, Tom, no es normal, ¿entiendes? Cada uno tiene una vida privada.

—Desde cuándo.

—Desde que tú lo quisiste. 

No pudo negar que es mi culpa, la idea de Bill con otras personas se me hace repugnante.

—Sal de mi cuarto y llévate a Pumba.

Bill me obedece en silencio y al cerrar la puerta, llevo una mano hacia mi pecho. Mi corazón aun late por la excitación, pero sé que se ha roto al saber que Bill ya no es mío, es de mucha gente.

u_u lo sé, "Corazón" es una especie de secuela cuyos finales no son lindos. Espero sus opiniones. 

2 comentarios:

  1. Este fic duele mucho :( lo he leído en THF, por cierto, ya no vas a publicar ahí? Porque yo busco tus fics en ese sitio, caso no entro a tu blog, es que leo muchos twncest.

    Habrá cuarta parte de este doloroso pero adictivo fic?

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    1. Sí hay una cuarta parte que la subiré aquí, en mi blog rosa.. y sí, es doloroso u_u...

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