miércoles, 25 de junio de 2014

Cautivo - 5

Hola a todos *-*~ aquí otro capítulo de este fic un tanto doloroso, complicado, insano. Pronto subiré el resto con los nuevos capítulos que estoy creando para este fic que tiene varias etapas o partes. Este capítulo se llama "Fiebre". Saludos~
Algunos días habían pasado y Tom no quería tocar a Bill, esta vez, una gripe con fiebre alta. Haber estado encerrado en el frío del sótano, lo había enfermado. 

Tom no salió de casa en dos días, pues temía que Bill empeorara y llevarlo a un hospital no estaba en sus planes, antes muerto.

Pero ya estaba recuperándose, al fin la fiebre había cedido, y Tom le preparaba un caldo de carne con verduras. Bill permaneció en la cama todos esos días, lamentándose por la fiebre, se sentía realmente mal y hasta deliraba cosas que a Tom le causaba extrañes y malestar. En una noche, mientras se movía en la cama con un paño de agua helada sobre su frente, repetía muchas veces “El monstruo del bosque... no, no, no…” eso le molestaba mucho, sabía que se trataba de él, otras veces llamaba a un tal Andreas, y cuando eso pasó recibió un golpecito en sus costados y una ducha de agua fría después de eso. 

Pero su mejoría llegó tan pronto en la mañana después de ese baño, en los brazos de Tom… simplemente la fiebre desapareció y su vientre gruñó de hambre.

Durante el tiempo enfermo, había desistido en hablar, apenas balbuceaba algunas palabras, necesidades nada más, pero no mantuvo conversaciones largas con Tom.

—Bill. —Entró a su habitación con la sopa caliente, el mencionado lo miró agradecido, y aceptó el plato—. ¿Cómo estás? —preguntó sentándose a su lado y tocando su frente—. No tienes fiebre hoy. —Negó con la cabeza y Tom se sintió aliviado.

—Me siento mejor. —Llevó la cuchara a su boca y comenzó a tomar la sopa—. Está muy sabrosa. —Tom le sonrió y Bill se sonrojó.

Las cosas entre ellos no habían cambiado, pero el odio que Bill sentía por Tom había disminuido por un odio mayor a sí mismo. Empezó a detestarse por todo lo que sentía, era confuso, era realmente malo. Pero cada vez que miraba a Tom, sólo podía sentirse cautivado por aquellos ojos, por su voz tan grave y cuando a veces reía, esas melodías que emitía le ponía los vellos de punta. También le gustaba mucho su protección, protección del mismo Tom aunque sonara contradictorio.

Era como si Tom fuese dos personas en una; el amable, atento y callado Tom y el cruel, rabioso y descontrolado Tom. Bill prefería al primero y había aprendido cómo llamarlo, si él cooperaba, Tom, el amable, estaba con él, pero si ponía alguna resistencia, entonces el Tom cruel salía y eso era lo que más temía.

Bill también había descubierto que Tom no lo rechazaba, cuando Bill se le acercaba, aunque dudando, entonces Tom le correspondía, en algún abrazo o en algún beso. 

Y pasó que Tom lo rodeó con un brazo en un abrazo reconfortante, Bill casi se atoró, y prefirió dejarlo comer tranquilo retirándose de la habitación.

Una vez terminada su sopa, decidió tomar un baño, se sintió en libertad de meterse a la ducha sin avisar. Tom, desde afuera, por primera vez lo oyó cantar mientras se duchaba, pensó que nunca antes había oído tan melodiosa voz, recordó que Bill estudiaba música en un instituto, que ahí lo conoció.

Fue a su armario y sacó algo de ropa para Bill, sintió que merecía estar vestido después de todo. Puso algunas ropas sobre la cama y esperó a que Bill saliese. En cuando lo hizo se quedó impactado por lo que sus ojos veían, Bill parecía un ángel, radiante y bastante mejor. 

—Oh… —Bill se sorprendió por la mirada de Tom y temió un poco, tenía la toalla puesta alrededor de su cintura, y sabía que Tom quería intimar con él todo el tiempo, sin embargo, supo que mientras estuvo enfermo Tom se limitó en tocarlo, eso le pareció muy “lindo” de su parte. Aunque justamente por pensar así Bill se odiaba. Eran contradicciones de él mismo—. Perdón por no avisar que me ducharía… yo…

—Shh, está bien, puedes hacer eso si quieres, mira. —Lo invitó a su cama a que viera lo que estaba puesto ahí. 

Bill se sorprendió, no tanto por el gesto de Tom de ofrecerle qué ponerse, sino por las ropas que le había escogido, realmente no era lo que él pensaba, así que suspiró resignado. 

Lo primero que ahí estaba era una polera extra grande color blanca, a Bill le pareció horrible, parecería un loco de un hospital psiquiátrico vestido así. Lo segundo, eran unos bóxers negros, los suyos, los reconoció; y lo tercero era un vestido de mujer, eso le molestó más que los anteriores, era un vestido corto color negro, algo ceñido, Bill ni lo ojeó más, sólo se quedó pensando.

—Pues… puedes escoger qué ponerte de todo eso, creo que no es buena idea que estés desnudo todo el tiempo. —Eso era enfermo, para Bill al principio había sido difícil tener que pasarse su vergüenza, tener las manos tapándose la entrepierna o cuando se volteaba sabía que Tom le miraba el trasero, eran muchas las situaciones incómodas así que sin pensarlo más optó por escoger sus bóxers. 

—Me quedo con este, gracias —dijo serio. Aún no podía creer las demás opciones que le dio, era obvio pensar que lo había hecho a propósito.

Y así había sido… Tom sabía que no escogería la polera blanca ni el vestido negro. Agarró esto último y lo guardó en su ropero, en un lugar especial.

Sabía que Bill no sería capaz de igualarse a ella…

*

Ya en la sala, Bill lucía fresco con sus bóxers negros y nada más. Tom leía una revista mientras escuchaba música, aún tenía algo para Bill.

—Bill —llamó y él acudió—. Ten esto. —Le dio una cajita. Bill dudó en tomarla, no sabía qué era, aun así se puso temeroso—. Anda, no es nada malo. —Con la duda instalada en su rostro lo abrió y descubrió que era su gargantilla negra con una calavera plateada, no lo podía creer ¿Cómo Tom conservaba algunas de sus cosas?

—Esto… es, es mío —tartamudeó nervioso, hacía tanto que no veía algo suyo ahí, hacía tanto que no se sentía “Bill”, había pasado de ser persona a ser una posesión, una especie de esclavo, así que tener algo suyo, por más pequeño que fuera, lo llenó de una emoción como nostálgica, estaba feliz, pero por ello derramó algunas lágrimas de tristeza. 

—Bill. —La voz grave de Tom le hizo reprimir sus sollozos—. Si no dejas de llorar te lo quitaré. —Se tapó la boca y respirando hondo trató de calmarse poco a poco.

Tom le puso el collar, y descubrió que se veía muy atractivo así. 

Bill se pegó a Tom en un abrazo que él en realidad no quería dar, pero lo necesitaba. Últimamente necesitaba algún contacto con alguien, la única persona con quien hablar era Tom.

Tom malinterpretó ese abrazo tomando a Bill por la cintura y dándole un beso que lo dejó con los ojos abiertos de la impresión y apretó sus manos en su cintura. Bill gimió tratando de liberarse. Agitado, después del beso, trataba de librarse de Tom, pero éste lo cargó en brazos y lo recostó en el sofá.

—Por favor, no… —Otra vez las súplicas. Y Tom entró en un dilema.

Después de algún tiempo lo pensó. Él realmente no era un buen tipo, había cometido en su vida muchos errores, y uno de los más grandes era tener a este joven cautivo arruinándole la vida, arruinando la vida de los que le rodeaban allá en su vida feliz, en su mundo de canciones y amigos amables. 

Aunque Tom tuviera sus razones de actuar así, tenía voluntad y capacidad de detenerse también. Aunque tenía una enorme erección y lo provocativo que estaba Bill no cooperaba en nada a sus deseos de desistir.

Entonces mirándolo fijamente, mientras se acomodaba entre sus piernas, se detuvo, arrodillándose en el sofá, miró a Bill, agitado, ruborizado y también excitado.

—Pídeme que pare, dímelo. —Bill abrió sus ojos de la sorpresa, pestañeó seguido no sabiendo qué responder—. Vamos, dime que no quieres. —Con una mano acarició por encima de sus recientes bóxers su erección palpitante, Bill jadeó y se removió aún sin responderle—. Bill —llamó otra vez.

—Yo… —Se mordía el labio reprimiendo sus gemidos y luego se tapó el rostro con ambas manos—. Tengo miedo… —dijo bajito y Tom se quedó perplejo, Bill estaba hablándole de lo que sentía.

—¿A que duela? —Llevó una mano a su cabello, acariciando su cabeza—. Mírame. —Bill quitó sus manos de su cara y ladeó el rostro, temía ver a Tom a los ojos—. Habla —pidió—. ¿Miedo a qué? —Bill tomó una bocanada de aire, debía decirlo.

—A mí. —dijo tembloroso, tratando de calmar su agitada respiración y su vergonzosa calentura. 

—¿A ti? Pero qué niño más raro eres. —Rió un poco—. ¿Acaso el que te hará daño serás tú mismo? Al único que debes temer es a mí, no a ti, pequeño. —Tomó su mentón alzándolo para que lo mirara fijamente y acercándose a sus labios susurró—: Tan dulce como una fruta fresca, ¿quién se resiste a ti? Tan tierno como una cría de gato y tan frágil como un copo de nieve cayendo en el desierto… —De repente algo en su estómago revoloteó, Tom jamás le había dicho algo semejante, algo así como un piropo que no estaba relacionado con algo sexual específico como tantas menciones que le hacía a ciertas partes de su cuerpo mientras intimaban—. No temas… él único monstruo aquí soy yo… —Aquellas palabras supieron llenar aquel vacío de duda que sentía… ¿Quién era el malo? Bill no tenía culpa, ni de estar ahí, ni de querer que Tom lo tocara, porque eso era lo que en ese momento deseaba, sentir sus manos fuertes por su cuerpo y que lo besara… que lo llevara a las estrellas. Pero también estaba el hecho de que no era correcto. Ambas cosas, cuerpo y mente luchaban en él.

Hubo un silencio de parte de Bill, aún no entendía qué le pasaba a él mismo, sus sentimientos encontrados, esas reacciones entre amor y odio, placer y dolor, se mezclaban en él confundiéndolo terriblemente. Tom no tenía más paciencia, así que pensó en la idea de levantarse de ahí e ir al baño a calmar su erección, pero antes de que lo pudiese hacer, Bill le aprisionó con sus piernas. Tom lo miró expectante.

—Espera —dijo Bill al ver las intenciones de Tom de querer levantarse—. No sé qué decirle… pero… usted puede, puede hacer lo que quiera conmigo… —habló bajito y al borde de un ataque de nervios.

Sabía que hacía mal, sabía que no era buena idea, pero se sintió confiado entregándose a Tom quien después de esas palabras alzó a Bill de la cintura y lo cargó a la habitación.

Bill se agitaba en sus brazos, tratando de no pensar más en la culpa. Tratando de perderse en el aroma del cuello de Tom, no quería verlo a la cara, sólo quería estar bajo su cuerpo y calentarse.

Pero Tom no tenía esa idea… él se recostó en la cama y puso a Bill sobre él a horcadillas, acariciando sus piernas y caderas. Bill se moría de vergüenza, no quería ver a Tom a la cara directamente, y Tom en realidad era lo que más quería, sentir a Bill en todo su esplendor sobre él montándole si fuera posible.

Bill reclinó todo su cuerpo hacia delante y ocultó su rostro en la curvatura del cuello de Tom, con el cuerpo tembloroso y la respiración agitada. La excitación empezó a recorrerle el cuerpo como una corriente eléctrica.

—Creo que tu fiebre subirá, pequeño —dijo seductoramente y Bill le besó el cuello con los ojos bien cerrados perdiéndose en las sensaciones que Tom le daba con las manos metidas en sus bóxers, buscaban su entrada, y se estremecía aún más. 

—Por favor… —Respiró hondo tratando de no decirlo, pero algo en él lo incitaba—. Haz que arda… ahh… —Las sensaciones eran así, como si se quemara… Sintió como le quitaba su única prenda y los dedos de Tom se metían con cuidado en lo más estrecho de su anatomía, apretó los dientes y abrazó a Tom aún más fuerte asfixiándose en su cuello. Le gemía bajito cerca del oído.

—Tranquilo —susurró Tom al escucharle sollozar, no le sorprendía, pues la mayoría de veces que lo habían hecho, unas nueve contando con la primera, Bill había llorado—. Yo voy a parar esta vez…

Se acordó de la última vez que lo hicieron, antes de que Bill intentara escapar. Tom estuvo muy intenso y rudo, no escuchó ni hizo caso a los sollozos y súplicas de Bill, siguió hasta llegar a su orgasmo y cuando todo acabó, Bill había terminado con un desgarro, como en la primera vez. Se lamentó mucho y en parte por eso, le dejó un poco más de libertad, pero casi de se le escapó de las manos.

Bill agitado aún el cuello de Tom, sintió como él se bajaba los pantalones y sus boxers con una mano y con la otra abrazaba su cintura posesivamente. Sintió su dureza rozarle los muslos y jadeando sabía lo que venía. Tom abrió sus nalgas y rozó la punta de su miembro en su entrada ya húmeda—. ¿Quieres esto? —Se atrevió a preguntarle restregándose. Bill asintió y desde su posición, muy ansioso y agitado, le susurró un casi inaudible “Por favor”.

Lo penetró sintiendo cómo se estremecía y ahogaba un gemido, sus uñas daban en sus hombros y lo arañaban mientras se sentía lleno. Tom le acarició la espalda y lo presionó contra él hundiéndose del todo, entonces Bill se irguió al no poder controlar esa sensación, era tan placentera que gemidos escapaban de sus labios. Gritó tan alto que Tom se asustó por un momento en cuanto lo presionaba más a su cuerpo, tomándolo por la cintura evitó que se cayera. Bill se apoyó en la cabecera de la cama, aún no controlaba sus movimientos, aún se sentía desesperado y una enorme emoción lo inundaba, era algo nunca antes experimentado. Era como sentirse en las nubes como si quisiese alcanzar algo más allá del cielo. Aunque había dolor, había mucho placer y eso lo dominaba en ese momento, sentía la necesidad de moverse de arriba hacia abajo, quería que Tom se hundiera en él rozando una y otra vez algo que lo estremecía sin control.

Por un momento pensó, en cómo su cuerpo podía sentir todo eso y por dentro su corazón permanecer roto, era extraño, pero así se sentía, desbordante de placer por cada poro de su piel y por dentro, ya ni era él mismo, era solo una sombra, solitaria y cautiva.

Tom lo miraba embelesado, jamás pensó verlo así alguna vez, no sabía que podía ser así de sensual e inocente a la vez. Sus manos se apoderaron posesivamente de su cadera, haciendo presión en él, tomando el ritmo de las embestidas, Bill se desesperaba por controlarse, pero eso le era imposible en ese momento. Se moría de vergüenza por los alaridos que de su garganta salían, se mordía los labios y cerraba sus ojos para perderse en el placer y olvidarse del mundo. Jamás como chico pensó que podía disfrutar del sexo de esa manera.

—¿Estás bien? —preguntó Tom jadeante, Bill le apretaba tanto que eso le tenía al borde del orgasmo. 

Bill lucía incontrolable, subiendo y bajando, temblando y gimiendo. Bajó la mirada y vio a Tom… su cuerpo sudando y esos ojos brillando. Tom tomó sus brazos que se sostenían del cabecero de la cama mientras lo montaba y tomó sus manos, Bill se agitó, no sabía cómo reaccionar ante eso. Tom llevó sus manos hacia su boca, y las besó, eso bastó para que una corriente de excitación lo invadiera tanto que se corrió muy fuerte sobre Tom, casi cayéndose sobre él fue jalado hacia el frente, abrazado y besado con ganas mientras Tom, aún en él, seguía embistiéndolo. Bill ocultó su rostro en la curvatura del cuello de Tom y lo mojó con sus lágrimas, perdiéndose en los espasmos de su orgasmo y sintiendo a Tom a mil dando una y otra vez dentro de él tan rápido. 

—¡Oh... Bill! —Sentía la húmeda lengua de Bill lamerle la oreja así, que apretando sus nalgas se derramó en él.

Después de un momento de recuperar la normal respiración, Bill se levantó de sobre Tom y éste salió de él con cuidado. Se recostó a su lado frente a frente, los ojos se le cerraban del cansancio, pero Tom lo miraba aún asombrado por lo ocurrido. Eso había sido intenso… 

Su cautivo niño hoy le había demostrado algo: Bill lo deseaba.

Bill está perdido... siento algo por Tom, aunque exactamente no es amor. Espero sus comentarios *-*

3 comentarios:

  1. Aww...Pink gracias por querer publicar mas seguido por mi n_n aunque se me hay mas gente que lo lee y no se animan a comentar >_< Me encanto el cap fue muy intenso quiero saber que mas pasara en esta relación tan extraña....Besos y abrazos de Nico.

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    1. no se animan Nico ;_; la gente es fantasma u_u y sí, veremos qué más pasará, este es un fic distinto a los otros u_u es dramático.
      Muah<3 <3

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