miércoles, 11 de junio de 2014

En el campamento - 10

Hola a Nico n_n aquí otro capítulo más de este fic, espero les guste~
Bill abrazó a Tom, aceptó su abrazo pero luego se separó un poco asustado.

—No digas eso —estaba serio y nervioso, Tom podía notarlo, como queriendo esquivarlo.

—¿Por qué no? Es lo que siento.

—Son palabras, Tom, se puede decir tantas cosas, pero de que sean verdad, está muy lejos, no me digas tales cosas.

Tom se angustió, se sintió rechazado, quería entender a Bill, pero eso parecía tan difícil. Todas sus palabras habían sido tan reales, él no se sentía un mentiroso. 

—Digo la verdad…

—¡No! Y mejor no hablemos de eso. —Tom se puso triste y Bill se percató. 

Permanecieron unos minutos en silencio, apenas se escuchaba las aves alrededor de la casita y las hojas de los árboles meciéndose por la brisa. 

Los dos estaban sentados uno al lado del otro, mirando hacia el frente, a la pequeña ventana. Por la mente de Tom pasaban muchas cosas, una de ellas era que no quería regresar a su casa y a sus días monótonos de la escuela y su mamá controladora, y dejar de ver a Bill, estaba seguro que quería mantener un contacto con él fuera del campamento, no sabía cómo en tan poco tiempo se había enamorado y sólo se puso a pensar si alguna vez se había sentido así y la respuesta era que nada antes se podría comparar con lo que ahora sentía.

—Dijiste que… —Tom calló puesto que sabía que sonaba un poco hostigador. 

—Que te contaría todo. —Bill lo miró a los ojos y Tom se emocionó, se mordió el labio esperando, no diría nada—. Pero el problema está en que no sé qué decir. —Era la primera vez que Bill escuchaba su tono de voz más bajo y esa especie de fragilidad que demostraba. Se quedó sorprendido por verlo así, quería abrazarlo otra vez, pero se contuvo, le dejaría hablar así tuviera que esperar mucho en sus silencios. 

—Comprendo, Bill, puedes… no sé, empezar por donde quieras.

—¿Qué quieres saber? —Lo miró a los ojos y Tom trató de contener su ansiedad. Él quería saber tantas cosas, por qué reaccionó mal al ver el regalo del muñequito blanco, por qué el pesado de Andreas había mencionado el nombre de Matt, por qué Bill se cerraba a los sentimientos si al parecer, por los besos que se habían dado, a Bill le gustaba él, pero se resistía y eso Tom no podía entenderlo del todo.

—Lo que quieras decirme… —Bill sonrió ante eso, Tom no era para nada manipulador y así que suspiró un poco aliviado, los nervios y la incomodidad del recuerdo lo habían puesto mal, pero ahora sólo quería relajarse. 

Se recostó en las mantas dejando que Tom lo observara desde arriba con esa miraba embelesada, como si él fuese el ser más bello sobre la tierra y cerró los ojos para buscar en su mente qué empezar a decirle.

Tom se acomodó a su lado, apoyándose en sus manos, mirando esas lindas facciones de su extraño amigo, dispuesto a escucharlo.

—Bueno… —sonrió con los ojos cerrados y sus pestañas le llamaron mucho la atención a Tom—. Pregunta algo y te respondo. —Tom lo pensó y quiso empezar por algo simple.

—A ver, esta casita, ¿significa algo para ti? —Bill se puso serio, aun con los ojos cerrados y asintió—. ¿Por qué? —Tom estaba por descubrir muchas cosas de Bill, no sabía qué era todo lo que escondía. 

—Porque… porque pasaron algunas cosas.

—¿El año pasado? 

—Ajá. —Otra vez el silencio entre los dos. Bill suspiró tratando de explicarle a Tom sus experiencias un poco complicadas—. El año pasado vine…

—¿Y por qué quisiste regresar? —Bill frunció el ceño.

—Yo… yo no quise, te dije que me obligaron.

—Pero por qué, no lo entiendo.

—Mis padres prefieren pasar las vacaciones sin mí, un problema menos, un pasaje menos. —Tom no entendía, ¿qué clase de padres tenía Bill? —. Esta vez se llevaron a David, mi hermano menor, así que me mandaron… yo no quise venir, aunque… —calló y miró a Tom a los ojos—. Quise saber si… bueno, si algunas personas se atreverían a venir otra vez. —Tom comprendió que se refería a Matt, algo le decía que Bill quería que ese chico estuviera. 

—¿Y esa persona que querías que venga, vino? —Bill negó con la cabeza.

—No. Si hubiese venido, yo no estaría aquí contigo. —Tom se angustió, había otra persona en la vida de Bill, ya era algo confirmado y eso le dolió en el pecho.

—¿Lo quieres? —preguntó en casi un susurro y Bill calló, no sabía cómo responder a esa pregunta—. ¿Estás enamorado de él? —Vio a Bill compungirse un poco, arrugó la nariz y esquivó su mirada. Tom tenía las manos heladas y ahora una fina capa de sudor en varias partes de su cuerpo, estaba muy nervioso.

—Yo… —no sabía qué decir.

—Es el tal Matt, ¿verdad? —Bill se sentó para darle la espalda y buscar la maleta que tenía en la casita, una vieja y marrón hecha de cuero en la cual guardaba lo que Tom consideraba chucherías, siempre pensó que le había pertenecido al cazador que habitaba esa casita hacía varios años atrás, pero quizá no todas esas cosas eran de él.

El silencio entre los dos se hizo algo incómodo y Bill le pasó un libro viejo, era uno de aventuras escrito en otro idioma, francés. Tom no lo entendía, pero al tomar el libro se percató de que en su interior había muchas notas además de flores secas.

—¿Me harías un favor? —preguntó Bill con pequeña voz, casi entrecortada, estaba muy nervioso y Tom pudo percatarse del temblor de manos que tenía.

—Sí, el que quieras, sólo pídemelo y lo haré —respondió Tom muy rápido. Vio los labios de Bill temblar de manera extraña y sintió que se asfixiaría de tanta ansiedad, quería preguntarle muchas cosas, pero no arruinaría el momento, esperaba a que sea Bill quien le contara lo que tenía que contar.

—Haz esto pedazos. —Tom tomó el libro y lo ojeó sorprendido, era como un diario de Bill, estaba escrito con plumones de colores en varias páginas, con letras grandes, habían hojas y flores, y hasta el dibujo del muñeco de trapo que le había dado su amiga secreta, algunos corazones y envolturas de chocolates—. No lo leas —interrumpió Bill algo preocupado—, sólo hazlo pedazos. 

—Sí, sí. —Obediente, Tom comenzó a destrozar el libro, arrancándole varias hojas a la vez, viendo cómo pétalos de flores y todo lo demás caía esparciéndose sobre la manta en la cual estaban sentados y luego el llanto de Bill lo paralizó.

Bill estaba con ambas manos apoyadas en las mantas y la cabeza agachada, el mechón de su cabello negro lograba cubrir su rostro de la mirada atónita de Tom quien se detuvo y tiró el libro a un lado para socorrer a Bill.

—Bill, Bill… —tocó sus hombros, los sacudió, quiso acercarse para abrazarlo pero no se dejó. Empujó a Tom y le dio la espalda.

—Déjame solo.

—Pero tú me lo pediste, no quise ponerte así de mal, no lo entiendo Bill, ¿qué es lo que pasa? Necesito una explicación.

—Déjame… —pidió suplicante, con la voz entrecortada, aún sin mirarlo. Tom notó sus gruesas lágrimas caer en la manta.

—No lo haré, no me iré dejándote así. Quiero una explicación.

—No querrás oírla, no es algo que se deba decir.

—Pero por qué, te juro que lo entenderé.

—No.

—¿Por qué? No lo entiendo.

—Es mi culpa, Tom. Todo lo es.

—¿Qué es tu culpa? —Tom estaba tan confundido, no lo entendía.

—Vete…

—Bill, por favor, te lo suplico. —Aún tenía ambas manos en sus hombros y las bajó de manera lenta, como unas caricias por todo su brazo.

—¡Vete! —gritó causando dolor en el corazón de Tom—. Vete, vete —repitió con amargura y lo vio a los ojos con ira. Tom se asustó, Bill tenía los ojos rojos y sus facciones eran de ira, estaba amargo—. Baja y vete. —dijo asustando a Tom quien retrocedió un poco, sentado en las mantas, ni se podía poner en pie porque sintió sus piernas temblorosas.

—No te hice nada, Bill… nada —dijo en un susurro, intimidado, asustado por la extraña reacción de Bill—. Sólo quiero que estés bien, yo…

—¡Vete! Vete ya —dijo esta vez con un empujón en el pecho…

Bill se quedó estático por breve tiempo evocando recuerdos dolorosos en su mente.

*

—No Matt, no —decía con la voz temblorosa, excitada mientras su novio besaba y chupaba su cuello dejándole marcas rojas.

—Que sí, sé que lo quieres, ¿o no es así? 

—Sí lo quiero, pero… —Los temblores en todo su cuerpo eran vergonzosos—. Pero no sé cómo…

—Te enseñaré, para eso estoy aquí, para ser tu maestro. —Le miró con una sonrisa maliciosa en sus labios—. Te enseñaré todo lo que las parejas hacen…

—Pero soy un chico, lo somos.

—¿Y?

—Que… que es complicado, ¿entiendes? —Mat rió sobre el cuerpo de Bill, estaba ya entre sus piernas y comenzó a friccionarse viendo cómo Bill abría la boca con cada movimiento. 

—¿Nunca lo has hecho? —Bill negó frenéticamente—. Mi novio es virgen… —dijo apretando los dientes, pasando una mano por su pequeño trasero—. Voy a follarte Bill, te haré conocer lo que es eso. —Bill abrió los ojos asustado.

—No, espera… yo… —Estaba sorprendido por las palabras que Matt había utilizado, no sabía qué hacer, sólo no quería defraudar a Matt, pero tampoco que lo dañara—. Yo no sé… 

—¿Nunca lo has imaginado? —Bill negó con la cabeza, aunque eso era una pequeña mentira, Bill había soñado tantas veces estar desnudo junto a Matt, acariciarlo por todas partes y dejarse acariciar y hasta besarle en partes donde se suponía nadie lo hacía, pero más allá de eso, no; no se permitía ensuciar la memoria de Matt con sucios pensamientos, prefería mil veces sus besos que algo más. Pero ahora tenía a Matt entre sus piernas y muy ansioso por quitarle la ropa—. Te enseñaré, te daré por detrás. —Bill se atragantó un poco.

—Espera… —no se dejó voltear, todo pasaba tan rápido y eso logró asustarlo—. No podré, no…

En el pasillo, el pequeño David tembló de miedo al no saber qué era lo que estaba pasando, apenas escuchaba los murmullos y la voz extraña de su hermano mayor le alertó de que nada bueno estaba pasando.

—¡Ahh! —Bill gritó de la sorpresa al sentir a Matt empujarlo en la cama y jadear de la excitación en su espalda.

—Quieto, no te hago daño, deja de quejarte que ni empezamos…

—¡No! —el pequeño de ocho años irrumpió en la habitación mirando la escena, el chico rubio sobre la espalda de Bill, aplastándolo, con ambas piernas a sus lados y su hermano, sudado, sonrojado y asustado.

—¡David! —reclamó Bill queriendo salir de la cama, pero Matt se lo impidió.

—Pide que se vaya —dijo serio—. Pequeño, ¿puedes ir a tu habitación? Tu hermano y yo estamos jugando.

—¡No! —gritó David mirándolo con amargura—. Sal de aquí —le dijo retándolo. Matt rió con sarcasmo y Bill sentía que perdía las fuerzas.

—David, vete —pidió Bill.

—No, que se vaya él —señaló a Matt—. No quiero que te toque.

—Bah. —Matt se levantó de sobre Bill, toda la excitación se había ido con la interrupción—. Cuando puedas controlar a tu “enano mata momentos” me pasas la voz. —dijo comenzando a acomodarse la ropa, al parecer se iría.

—No te vayas —pidió Bill, sentándose en la cama y esperando algo de comprensión.

—Hablo enserio, Bill, eres aún un niño y respetaré eso.

—No lo soy.

—Eres como tu pequeño hermano. Cuando quieras crecer me pasas la voz y vendré.

—Pero no sé cómo encontrarte, no te vayas así, no sabré de ti en mucho… te extrañaré. —Matt sonrió de lado. El pequeño David estaba sorprendido de Bill, nunca lo había visto suplicar así.

—Que se vaya —dijo David.

—¡Cállate! —le gritó Bill—. Faltaste a nuestro trato, vete a tu cuarto.

—¡No! —el pequeño se quedaría ahí.

—Matt… —suplicó otra vez cuando éste se puso en pie para irse—. Matt… —Matt volteó a verlo y metió una mano en uno de sus bolsillos, sacando un bolígrafo para tomar la mano de Bill y escribir de manera fuerte varios números, era su teléfono.

—Aquí tienes, corazón, ahora sabes mi número, llámame cuando hayas madurado porque no estoy para perder el tiempo con niños. 

—No soy un niño —dijo con el ceño fruncido.

—Tendrás que demostrarlo. —se dirigió hacia la puerta y Bill lo siguió.

—Espero verte, Matt… —Matt se dio la vuelta y atrajo a Bill a su cuerpo para darle un pequeño beso.

—Espero me llames Bill, me costó venir hacia ti, pero no te he olvidado, eres mío, no lo olvides, sólo mío.

—Tuyo —dijo Bill.

—Mi novio —susurró para que David, aun parado en el medio de la habitación, no escuchara. 

—Sí…

Matt se fue y Bill se quedó con dos sentimientos extraños, el primero era negativo, era como sentirse muy pequeño e inferior a Matt y el segundo era como sentirse especial porque alguien como Matt le había dado su teléfono y lo tenía como novio, no lo defraudaría, vería la forma de verlo otra vez y darle todo lo que él quería.

—¿Quién es ese que te besa? ¡Los hombres no se besan! —Ahora estaba la difícil tarea de explicarle a su menor hermano lo que había pasado, pero a la vez quería privacidad para procesar todo lo que había pasado minutos antes.

—Vete, David, vete a su habitación.

—Quiero una explicación —reclamó el niño.

—No hay explicaciones para niños malcriados, déjame solo.

—Terminarás cambiándome por ese grandulón, ahora sólo querrás jugar con él…

—No te pongas así, sólo vete.

—No me iré.

—¡Vete! —gritó Bill.

Había prometido no dejarlo solo, pero ahora sentía que algo le impulsaba deshacerse de su hermano, quería un poco más de libertad.

David salió llorando y aunque a Bill eso le dolió, cerró la puerta de su habitación y suspiró hondo, esperaba llamar a Matt y decirle que ya había madurado, que podía darle lo que quisiera y las palabras rudas de Matt llegaron a su mente produciéndole excitación, Matt le daría por detrás y cuando Bill lo imaginó sintió todo un revoloteo, aunque estaba asustado, el simple hecho de que sería Matt quien llevara el control lo emocionaba. 

*

Los recuerdos vergonzosos de las muchas cosas que se atrevió a hacer en el pasado le causaron tal malestar que a empujones terminó por sacar a Tom de la casita, haciéndolo bajar rápido por la escalera de soga, viendo su rostro asustado y de incertidumbre. 

—No te entiendo, Bill, no…

—No digas nada, solo vete ya. —Había dejado de llorar y se sentía muy avergonzado.

Tom se sintió mal, pero bajó viendo que Bill dejaba de asomarse por la puerta. No podía creer lo que había pasado y hasta sintió culpa por destrozar el libro, pero si Bill lo deseaba, no entendía por qué había reaccionado en forma negativa. 

Dentro de la casita, Bill se recostó sobre las hojas del libro roto, viendo las flores amarillas ya secas y su propia letra…

“Matt, Matt, hoy Matt me dijo te amo”, comenzó a llorar recordando la primera vez que se lo había dicho.

“Matt dijo que me quería sólo para él, como lo más preciado”

“Mis manos tiemblan cuando Matt me las toca”

“Es ridículo, pero ahora sé por qué las mujeres se emocionan cuando les regalan flores…”

Comenzó a llorar recordando cómo pensaba hacía un año, cómo así era tan inocente, cómo no podía darse cuenta de que Matt no lo quería, no hablaba con la verdad, siempre sus palabras estaban condicionadas a algo, a manipularlo, a satisfacerse con él de alguna manera, sólo eso, Matt no sabía amar, carecía de sentimientos porque de lo contrario, lo hubiera buscado, se hubiera preocupado más y no le hubiera hecho daño como lo hizo una semana después cuando Bill se sintió maduro y lo fue a buscar… cuando Matt terminó por abrirle los ojos mostrándole un mundo lujurioso en donde la palabra amor no cabía y salía sobrando, donde Matt terminó por quitarle su inocencia en un abrir y cerrar de ojos.

Lloró lo necesario para olvidar así lo que tanto le había hecho daño y se percató que así como su tristeza le provocó llorar desconsoladamente, las nubes en el cielo se preparaban para una tormenta de verano, no le convenía bajar de la casa de árbol, así que permaneció recostado sobre las mantas por unos minutos, abrazándose a sí mismo y repitiéndose como un mantra “no más, no más, ya está roto, ya está roto, como tu corazón”, refiriéndose al libro el cual terminó por romperlo y juntar todos los pedazos en parte de la manta para quemarlos cuando la lluvia pasara.

Se puso en pie y asomó la cabeza por la puerta para bajar a orinar descubriendo a Tom, sentado bajo un árbol totalmente empapado de pies a cabeza.

—Tom… —dijo angustiado. Aun la lluvia caía y permanecía inmóvil—. Te estás mojando… —se apresuró a bajar, mojándose la cabeza y espalada en el proceso.

—No me iré. Puedes botarme de la casita, pero no me iré de tu lado, estoy aquí aunque no quieras, no te dejaré Bill.

—Tom… —terminó de bajar y se le acercó—. Eres… —no sabía qué decirle, pero tomó su rostro con ambas manos para atraerlo hacia él—. Lo siento, yo… yo estoy mal, no quise echarte de mi lado, solo que te pido por favor jamás prometas nada, odio las palabras Tom, detesto lo que siento cada vez que me dices algo.

—No prometeré nada que no pueda cumplir.

—No prometas…

—No lo haré, te lo demostraré con hechos, Bill, verás todo lo que haré por ti.

—Shh… —pudo un dedo índice sobre sus labios. Las manos de Tom fueron hacia su cintura y lo abrazó acariciando su espalda—. No digas más y… dame un beso.

Otro besito más n_n ¿qué piensan? Espero sus comentarios *-*

3 comentarios:

  1. Hola Pink n_n Aww que tierno Tom aguanta a Bill en todo momento ^_^ y pobre de Bill todo lo que paso con Matt :( ...Pink me gusto mucho el cap >_< espero que te este yendo muy bien ^_^ besos y abrazos!!
    de Nico.

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    1. Gracias Nico por comentar!! Tom quiere a Bill, es lo bueno... veremos qué más pasó con Matt... muah!!!

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  2. Bah... ese Tom es un tonto por aguantarle tanta humillación a Bill, tal vez así es el amor pero... estoy furiosa con Bill, Tom no tiene la culpa de nada y a ese Matt lo castraré.

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