lunes, 23 de junio de 2014

En el campamento - 12

Hola a todos, en especial a Nico n_n espero les guste este capítulo, de aquí en adelante debo crearlos, así que quizá tarde un poco... pero veremos. 
Tom sentía muchas cosas nuevas. Jamás en su vida le había importado alguien como le importaba Bill, a pesar de que apenas lo conocía y ahora sabía que tenía un pasado con un chico, a pesar de lo complicado y extraño que era había algo que no sabía muy le llamaba la atención.

Bill le daba la espalda, estaba recordando tantas cosas que había querido olvidar, parecía que su mente se empecinaba en torturarlo ese día.

Sintió a Tom tocarle el hombro y querer jalarlo hacia su cuerpo, pero no se dejó.

—Suéltame —pidió débil y Tom se angustió.

—Bill… —Y Bill recordó lo que tanto quería olvidar…

*

Matt estaba más que excitado sobre todo al ver la inexperiencia de Bill. Éste se dejaba besar y buscaba abrazar a Matt, quería sentirlo, disfrutar del tiempo juntos y que no se terminara. 

Su cuerpo estaba frío, estaba muy nervioso y hasta temblaba cada vez que Matt le besaba el cuello.


Estaban en la habitación de Matt, le había invitado a pasar y Bill, por más que quiso negarse, terminó cediendo. Quería buscar un momento en donde le pudiera decir sobre sus sentimientos y todo lo que se había atrevido a hacer para demostrarle su amor. 

Hubo un momento en el que se separaron y Bill lo miró con devoción, era ahora o nunca, le quería expresar sus más sinceros sentimientos.

—Vine… vine por ti —sonrió apenas—, porque eres muy importante, Matt. No sé cómo pasó, pero… —trató de sonar sincero, mirándolo a los ojos, esperando una sonrisa suya—. Pero te amo y creo que no he amado a nadie en este mundo como a ti. —Aunque sabía que sonaba precipitado, era lo que más deseaba decirle.

Bill quería vivir el primer amor y que durara para siempre. Pensaba en un futuro con Matt, aunque era muy chico y todo era muy pronto, sabía que hablaba en serio y lo que sentía también era real y muy serio. 

Matt sonrió de lado, era como tenerlo en sus manos, como un tesorito virgen al cual quería para sí solo como una posesión. Matt no podía pensar en amor, no quería complicarse la vida, sabía muy bien que Bill solo significaba un lindo pasatiempo pues Matt tenía una relación, o mejor dicho, varias relaciones con hombres mayores de edad de los cuales estaba tan pero tan perdido y la única manera de desquitarse con lo mal que se sentía, era con Bill… con su pequeño amigo especial.

Una posesión más.

Sonrió para Bill y luego lo besó, no le dijo nada. Bill había estado esperando por esas palabras tipo “Yo también”, pero no llegaron, solo un apasionado beso y un empujón hacia la cama que lo llenó de nerviosismo.

—Ahora demuéstrame que no eres un niño, porque no lo eres, ¿verdad? Un niño no sale a estas horas de su casa —dijo con una sonrisa.

Cayó y abrió la boca asustado, él no quería acostarse, tenía un poco de temor, no se lo imaginaba y lo que menos quería era decepcionar con su inexperiencia a Matt. Quería agradarle en todo sentido.

—Yo… yo tengo miedo.

—Te lo haré con cuidado, confía en mí. —Con una sonrisa amable, se recostó a su lado y lo llenó de besos notando su nerviosismo.

Temblaba, estaba frío y casi no podía seguirle la corriente a Matt.

—Pero yo… no es que no quiera, solo no vine para eso. —La sonrisa de Matt logró asustarlo un poco, pero ya recostado a su lado, comenzó a besarlo y el abrazo que le dio logró reconfortarlo un poco.

Le quitó la ropa y Bill comenzó a temblar más, quería explicarle que no lo hiciera, que tenía miedo, que todo era muy rápido, pero Matt no hizo caso a sus intentos de explicación. Con un rápido movimiento, Bill estaba boca abajo, con el trasero expuesto a Matt quien lo tenía cogido de ambas manos y con la otra tocaba su trasero con deseo.

—Espera… no —dijo Bill queriendo levantarse, pero ya Matt no haría caso a sus reclamos, lo quería todo… y lo hizo, sin previo aviso lo penetró, sin mucha delicadeza, estaba tan estrecho que Matt cerró los ojos disfrutando del momento de quitarle así la virginidad.

Bill abrió la boca y no supo qué pensar en ese momento, se sentía ido, como mareado y un dolor fuerte comenzó a extenderse por su cuerpo. Gritó, se removió pero no pudo detener las fuertes embestidas de Matt. Apenas pudo morder la almohada y acallar así lo que quería gritar. Había lágrimas saliendo de sus ojos.

La cama comenzó a sonar, todo fue rápido, fuerte y escuchaba a Matt disfrutar del acto. Bill comenzó a sollozar y fue cuando Matt paró y salió de él.

—Bill… —llamó un poco preocupado y comenzó a masturbarse mirando su bonito trasero expuesto para luego venirse sobre la blanca espalda de Bill—. Oh… esto fue estupendo. —dijo recostándose al lado de Bill y luego lo jaló hacia su cuerpo para limpiarle las lágrimas—. Siempre duele, siempre es así. —besó sus labios y luego solo reposó a su lado, con los ojos cerrados, suspirando, buscando calmarse.

Bill permaneció en shock por algunos minutos en donde no podía creer lo que había pasado… Matt se había aprovechado o algo así, pero por más que él había dicho que no quería su voz no había sido escuchada y ahora se encontraba desnudo y vulnerable a su lado.

—Matt… —dijo con voz temblorosa.

—¿Hum? —quería reclamarle, pero no sabía cómo, tampoco no quería quedar como un niño.

—Yo… yo… —Matt frunció el ceño.

—Creo que debes irte. Ya es tarde.

—Pero… —Matt lo miró con reproche.

—Vamos Bill, no seas un niño. La pasamos bien, ¿no es así? Sé que te ha dolido, pero la próxima vez no dolerá. —Le sonrió y acarició una de sus mejillas con la yema de sus dedos—. Voy a embarcarte. 

—¿Nos veremos otra vez? 

—Sí, todas las veces que quieras, cariño.

Se levantó y comenzó a vestirse con pesadez. Bill se sentía sucio, adolorido que cuando se sentó en la cama cerró los ojos conteniendo el dolor en su trasero.

Esa noche regresó a casa con lágrimas en sus ojos. Matt se despidió de él con un beso en la mejilla y luego ni quiso verle a los ojos o decirle palabras de amor, sólo un simple “adiós, te veo pronto” y ya.

Regresó a casa a muy altas horas en la noche y cuando entró se percató que su pequeño hermano yacía en su habitación delirando frases incoherentes.

—¡David! —gritó acercándose a la cama de su habitación donde el menor reposaba y se asustó mucho cuando lo tocó, éste estaba ardiendo en fiebre.

Todo era su culpa, su negligencia. 

No había tiempo para lamentaciones, tomó a su hermano en brazos y bajó las escaleras con dificultad. A tan altas horas en la noche, tomó un taxi endeudándose, pero lo llevó al hospital más cercano donde madrugó sentado en una banca de espera.

—Necesitamos a tus padres aquí —dijo el médico. Bill lucía cansado, decepcionado y solo pudo asentir para regresar caminando a casa en busca de alguno de sus padres.

Ese día, cuando le contó a su mamá el estado de salud de su pequeño hermano, le cayó un severo castigo físico que le dejó las piernas con moretones, pero Bill no reclamó, no dijo ni hizo algo para defenderse. Parte de ese castigo lo tomó como merecido.

Ese día murió el amor que sentía por Matt. Aunque fue el inicio de una batalla de sentimientos extraños.

*

—Bill, ¿estás bien? —volvía a preguntar Tom ya bastante preocupado.

Bill le daba la espalda y tenía sus brazos alrededor de sus piernas, estaba encogido mirando un punto fijo. Los recuerdos habían venido como en una película y lo habían puesto mal, algo desconectado de la realidad y con todos esos sentimientos en la boca del estómago que lo enmudecieron.

—Es tarde —dijo Tom tocando su hombro.

—Déjame. —contestó seco e hizo un movimiento para que Tom lo soltara.

—Por favor, Bill —suplicó en casi un susurro—. No quiero dejarte, no sé qué te pasa o qué tanto daño te hizo ese… ese tal Matt. —Vio cómo Bill se compungía más—. Pero no volverá a pasar, ¿de acuerdo? Nada malo te pasará ahora.

—Tú qué sabes.

—Quizá no sepa nada pero… pero estoy ligado a ti y… y te protegeré.

—Tom, deja de decir cosas que crees poder hacer. Cuando acabe este campamento tú te irás, te irás lejos a donde viniste e igual conmigo, me iré y no nos veremos, ¿qué sentido tiene que me encariñe contigo? 

—Pero yo quiero verte después… te dije lo que siento por ti.

—Palabras.

—Te lo demostraré. Pídeme pruebas, haría mucho por ti.

—¡Tom! —Las palabras de Tom parecían molestar mucho a Bill. Volteó a verlo a los ojos y Tom se intimidó un poco. Lo miraba molesto, como si hubiese dicho un insulto.

—No te enamores de mí, yo no podré enamorarme de ti. —A Tom le dolió mucho lo que dijo y bajó la cabeza. Él ya se sentía enamorado y con esas palabras derrumbó todas las esperanzas que tenía.

—Me besaste. —Usó la última carta.

—Me aproveché de ti. Me gustas… quiero besarte, pero más allá de eso no.

—Oh… —Tom enrojeció pero a la vez se decepcionó. Era como aclarar las cosas. 

Era solo un gusto, una especie de pasatiempo, un amor de campamento que luego sería olvidado, pero Tom no quería nada de eso, él sentía que quería a Bill, pero ahora veía las puertas de su corazón muy bien cerradas.

Bill se levantó y miró hacia unos árboles. Iría a orinar para regresar al campamento. El atardecer era hermoso, pero él sentía que vivía una pesadilla por todo lo que recordó esa tarde y parte de esos recuerdos eran culpa de Tom, así lo veía.

—¿Dónde vas? —Tom se preocupó.

—No me sigas.

Caminó por un sendero hacia los árboles y se bajó la bragueta viendo un hoyo extraño en uno de los árboles que eran más grandes.

Y como si se tratara de una brujería vio lo que parecían muchas cabecitas de muñecos de trapo sucios y con musgo sobre ellos.

—Pero qué es esto… —se asustó y luego se arrodilló para mirarlos.

Cerca de una docena de esos muñecos estaban ahí, todos parecidos al que Matt le regaló.

—¡Ahhh! —gritó mirándolos asustado y Tom corrió hacia Bill para socorrerlo—. Son… son ellos… —dijo temblando.

—¿Tu regalo? Vaya, entonces de aquí lo sacó tu amiga secreta. Esto es raro pero… —Bill no lo podía escuchar, era una confirmación más de que Matt nunca lo tomó en serio, siempre le mintió.

—Me mintió… —Tom lo miró curioso—. Él siempre me mintió, desde un inicio. —Arrodillado en la tierra, solo pudo cerrar los ojos y lamentarse tanto por su actitud del pasado.

—Bill, sea lo que sea que hayas pasado, si ese maldito te mintió, ya pasó, no pasará más porque eres dueño de tu futuro, ¿entiendes eso? Si el pasado no puedes cambiar, el futuro sí. —Se arrodilló junto a Bill y lo abrazó a pesar de que éste forcejeó para que lo soltara.

—¡Déjame! ¡No! —lloraba queriendo golpearle, pero Tom se defendió y terminó sobre Bill, abrazándolo sobre las plantas. Bill, agitado, dejó de golpearlo por todas partes y se quedó recostado con Tom sobre él, respirando rápido y cubriéndose los ojos por la vergüenza. 

—No quiero dejarte —susurro mirándolo aunque Bill no lo hacía—. No quiero decirte más palabras Bill, porque sé que no crees en ellas, pero no te dejaré.

Bill se liberó de su agarre y limpiándose las lágrimas avanzó hacia el campamento. Tom, tal y como le dijo, fue detrás, respetando su silencio.

*

Ya en la noche, todos en el comedor, recibían una charla sobre la amistad. Un guía los juntó en el comedor para darles una supuesta charla divertida que terminó por darles sueño a todos.

—… estoy seguro de que cuando este campamento acabe ustedes lo llevarán en lo más profundo de su corazón. —Tom miró a Bill quien estaba a su lado, de tantas cosas que había dicho ese guía, eso era cierto.

Tom sonrió porque Bill le guiñó un ojo y luego sonrió. Bill estaba de buen humor otra vez y eso logró tranquilizarlo.

Gustav se les acercó con los ojos rojos y Tom se asustó un poco.

—¿Qué te pasó?

—Me voy —dijo con voz rasposa—. Enfermé por culpa de estos —señaló a los guías—. Tengo la garganta inflamada y… —comenzó a toser—, si mis padres se enteran, los demandará. Así que me llevarán de regreso.

Gustav se despedía de todos y Tom miró a Bill un poco extrañado, estarían solos en la carpa y Tom no veía la hora en que los mandaran a dormir, pero al parecer a Bill esa idea no le gustó. 

Tom fue el primero en ir a las carpas cuando los guías dijeron que era hora de dormir.

Vio el muñeco tirado a un lado de la bolsa de dormir de Bill, aún no se había deshecho de él y luego de observarlo, le rompió la cabeza y sacó todo su contenido. No quería que haya nada que perturbara a su amigo especial.

Bill entró en la carpa y se sentó lejos de Tom. Se sentía un poco incómodo por estar junto a él, a solas, en un lugar donde muchas cosas podían pasar.

—Quiero que sepas que no te haré nada que no quieras —dijo Tom porque lo notó distante.

—Yo… —Bill lo miró y calló no sabiendo explicarle todo lo que sentía—. Tom, no esperes nada de mí. Lamento hacerte pasar todo esto. —Tom gateó lento hacia él, esperando su rechazo, pero Bill no lo rechazó, se hizo a un lado y Tom se sentó junto a él y miró su rostro.

Un guía tocó un silbato y las luces se apagaron, menos las farolas a lo lejos que alumbraban hacia sus carpas.

—No tienes que lamentar nada —susurró Tom y Bill sonrió apenas.

Tom buscó su mano y la tomó, ésta estaba fría y la calentó con ambas manos para luego llevarla a su boca y darle un beso suave que hizo estremecer a Bill quien sonrió y suspiró. —Nunca sentí esto… —susurró Bill—. Tengo miedo de que no sea como quisiera…

—¿Y qué quisieras? Tampoco sentí nada de esto…

—Es diferente Tom, yo no siento que… que te quiero —A Tom le dolió eso—. Siento que no puedo querer a nadie, pero me siento cómodo contigo y quisiera que… que no me mientas.

—No te miento, yo te quiero aunque tú no a mí. —Bill se acercó más a Tom y le besó el cuello de manera suave. Tom se tensó y se quedó muy quiero aun con la mano de Bill entre sus manos.

—Sería tan fácil quererte… —susurró y Tom sonrió ante eso.

—Entonces quiéreme —dijo sonriendo y Bill rió un poco.

Se sentía cómodo con Tom porque no lo veía un aprovechador y luego muchas cosas perversas pasaron por su mente esa noche. Bill sintió las ganas de corromper a Tom, aunque sabía que eso sería como hacerle daño, sintió que era una forma de vengarse…

Tom dejó de sonreír cuando Bill lo empujó hacia las mantas y lo hizo en una forma violenta, tomando sus manos y llevándolas arriba en su cabeza, imposibilitando su movimiento.

—Bill… —susurró agitado y luego abrió la boca cuando sintió a Bill besarle el cuello.

—Te deseo Tom —dijo excitado y Tom quería entenderlo, pero también se sentía tan vulnerable, no sabía cómo así había pasado pero quería tanto a Bill que se dejaría hacer de todo—. Te voy a romper…

—¿Qué? —Eso lo asustó, no se lo esperaba.

—Te voy a joder…

Tom tembló un poco, no sabía a qué se refería, no quería rechazarlo pero tampoco ser sometido de esa forma. Se puso frío y no supo qué hacer. Bill era tan extraño, a veces le decía algo tan dulce, pero otras veces… otras veces asustaba. 

Ese Bill quiere algo... ¿qué será? Espero sus comentarios *-* 

3 comentarios:

  1. Aww Pink este fic es tan bueno siempre me quedo con ganas de mas... este Bill perverso espero que no cometa ninguna locura >_<... Pink amo leerte ^_^ te dejo mis saludos y espero que estés bien n_n se te quiere mucho Pink besos y abrazos de Nico.

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  2. lo estuve leyendo en thficcion *w* me encanta este fic y como va llendo la trama....
    que pasara con Tom ....Bill se aprovechara? ahhh ojala lo continues
    ;);)

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  3. ContinualoC:, Bill se violara a Tom?o.o jejejecx espero que la sigas, me encanta mucho este fic<3 Saludos:3

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