sábado, 15 de diciembre de 2012

Minino~ 16

Hola a todos *-* les traigo otro capítulo más~ espro les guste, gracias por los bellos comentarios y en esta oportunidad agradeceré a Alekaulitz por este dibujo que me dio una vez, ya bello, demuestra la inocencia de este pequeño personaje, gracias<3 es tan hermoso *-*

 
Perdonar es humano

Simone al regresar a casa, había encontrado todo un drama. Su hijo hecho una bolita en lo oscuro de su cuarto, encerrado ahí, ya no quería hablar con Georg. Éste la había llamado al trabajo diciendo que ella era la más indicada para ver por él.

Por su lado Bill ya no lloraba, solo estaba en la oscuridad mirando las sombras que las luces de afuera causan ahí, se perdía en ello. Pensaba seriamente salir, mudarse, dejar a Tom antes que sintiera que le permitiría estar con él así le haya engañado… Se supone que le pertenecía, que se sentía parte de él. Pero ya no, él no podía compartirlo, mejor dejarlo ir… aunque en realidad él sentía que era al revés, Tom lo dejaba ir, y él se iría.

Simone llegó a casa y tocó su habitación, él no dijo nada. Ella entró y lo buscó con la mirada, dando con sus ojos brillantes en una esquina de la habitación. Se le acercó tratando de no tropezar y se sentó a su lado sin decirle nada. Pasó una mano por sus hombros sintiéndole temblar un poco, quizá se quebraría en llanto otra vez.

—Hijo, los amores no son para siempre —susurró y vio el brillo de una lágrima descendiendo por su mejilla.

—Le pertenecía… ahora no pertenezco a nadie y… —tragó saliva—. No sé qué hacer. —Ella tomó su mano.

—Nos tienes a nosotros, a mí, siempre me tendrás… otro amor conseguirás, Tom no es el único Bill.

—No quiero a nadie, solo a él y ahora he pensando que… que quiero irme de aquí. —Simone asintió.

—Haremos lo que quieras, Bill. —Hubo un silencio prolongado y Bill suspiró.

—¿Perdonaste a Georg por estar con esa otra mujer? —Simone guardó silencio por un momento recordando lo doloroso que era pensar en ello. Ella sentía que necesitaba a Georg, como que no tuvo otra opción, el amor fue más grande. Por un instante se sintió patética, ¿qué clase de valores estaba por enseñarle a su hijo?

—Errar es humano y… somos humanos.

—¿Lo perdonaste?

—Sí. vivirá con nosotros, es mi marido. —Bill se quedó pensando. Él no sentía que podía perdonar a Tom así de fácil. Se sentía traicionado y eso podía con su orgullo gatuno. No quería verlo y no lo vería.

***

Al día siguiente, Georg ayudaba a Simone a poner todo en cajas. Las mudanzas siempre eran complicadas y trabajosas. Simone hacía llamadas a algunos departamentos en el mismo Berlín, a una hora de viaje, no irían muy lejos, pero se mudarían a Teltow, un pueblo tranquilo, agradable para vivir.

Bill empacaba sus cosas en su habitación y después de verlo todo en maletas y cajas, suspiró resignado. Puso ambas manos en su cintura y decidió tomar aire en la azotea.

Ya arriba, se sentó en el suelo y bostezó. El frió era intenso, pero aún así el cielo tenía esos colores tan extraños como naranja y celestes que le hacían pensar en algo extraño, en algo lejano… quizá en un bosque.

Casimir fue con él, Bill lo miraba caminar y querer sobarse en su cuerpo. Se le formó un nudo en su garganta.

—Te extrañaré, Casimir… —dijo en un susurró y al parecer Casimir le entendió, fue a su regazo y empezó a ronronear, lo miraba con súplica y eso para Bill era muy triste—. Dile a Tom que aún lo quiero, ¿le dirás? No podré olvidarlo nunca, aún lo amo… —Una lágrima bajó por su mejilla y comenzó a llorar otra vez—. Cuida de él, Casimir, cuídalo por mí. —Bill lo vio a los ojos y empezó a sentir una sensación extraña, Casimir al parecer quería mostrarle algo y Bill pudo percibirlo.

Una imagen a blanco y negro fue a su mente, Tom llorando en su cama, y luego golpeando su almohada con frustración.

Bill soltó a Casimir y se alejó de él, el gato retrocedió también con los ojos acuosos, Bill cerró los ojos, no sabía que podía ver las mentes de los gatos, ni ver sus recuerdos. Él podía jurar que lo que vio en los ojos de Casimir había pasado… Tom estaba así. Pero él no podía retroceder en sus planes de irse.

Miró por última vez a Casimir y se adentró en la casa. Abajo sus padres discutían bajito acerca de que ese mismo día no podían mudarse, al parecer la casa que habían rentado en Teltow, aún no estaba disponible ya que la habían alquilado ayer por teléfono.

—No se preocupen —habló Bill—. Si no podemos irnos hoy, lo haremos mañana.

—Hice todo lo que pude —dijo Georg—, pero creo que mañana en la noche podremos. Descuida Bill, se hará lo que desees. —Bill movió la cola además de que sus orejas volvieron a la vida.

—Te haré galletas de atún —ofreció su mamá—, de esas que te gustan, las crocantes. —Bill se pasó la lengua por sus labios y aceptó.

Luego de cenar, Simone y Georg se miraban cómplices, ella sonreía y él se avergonzaba. Bill ahora podía entender ese lenguaje que antes pasaba desapercibido por sus ojos. Ellos querían privacidad. Pero lamentablemente no podían ya que Bill tenía unas orejas especiales.

Simone recordó aquella vez que en la noche estaba con Georg íntimamente y Bill de tres años, o sea nueve, entró a la habitación queriendo pegar a Georg por hacer “gritar” a su mamá esa noche. Eso había sido un momento bastante incómodo porque no sabían cómo explicarle a Bill aquello. Ambos padres intentaban hacer silencio, pero sabían que Bill escucharía sí o sí. Por eso, optaron por siempre salir de casa.

Y ambos se miraban con esa intención.

—Hemm… —Georg no sabía cómo decirlo. Bill los miraba entendiendo que querían estar solos o algo así—. Simone… ¿quieres salir esta noche? —Ella se emocionó asintió. Georg miró a Bill.

—Vayan, estaré aquí sin problemas. —Simone se levantó de la mesa y fue a alistarse.

Ahora Bill podía imaginar las intenciones de su papá. No dijo nada para no incomodarlo. Fue a su habitación y luego de quince minutos, escuchó la puerta cerrarse. Tomó su reloj y programó quince minutos, esta vez se aseguró de que así sea.

***

Tom estaba en el parque fumando un poco, había salido del trabajo y prácticamente había discutido con medio mundo. Incluso con su jefe y así se ganó un memorando que especificaba su mala conducta. Maldijo a todo quien se acercó y su jefe lo mandó a casa temprano. La asistente que le había prometido llegaría la semana que viene.

Él no quiso regresar a casa, quiso caminar un poco en las frías calles de Berlín, a pensar, a reflexionar de su patética vida.

Cuántas veces había intentado llamar a Bill, éste tenía el celular apagado. En la mañana había tocado la puerta de su casa, pero Georg salió y lo enfrentó, prácticamente le dijo que se mudarían y que sobre su cadáver podría ver a Bill.

Se sentía perdido…

Una llamada entró a su teléfono. Era Heidi… contestó sin querer.

—Aló Tom —él no dijo nada—. Sabes, los vecinos de arriba en tu piso están por salir estos días, que genial, creo que hablaré con el dueño para mudarme ahí en cuanto salgan… ¿qué dices?

—Grr… ¡No me hables Heidi! —Y colgó, apagando luego su celular.

Luego de aquello, se sentó en un viejo columpio mirando algunas parejas ahí en ese parque algo seco, finales de otoño… el frío era demasiado.

Una pequeña niña corrió cerca suyo con un gorrito blanco que tenían dos orejas de conejo, él sonrió ante ello, le recordaba a Bill, ¿cómo puede querer tanto a alguien que quizá no sea humano? Él no sabía la respuesta, solo lo quería, y mucho. ¿Cómo vino a este mundo? Él no quería atormentarle de preguntas… solo quería estar con él, amarlo y vivir con él, se había enamorado y en serio. Así lo sentía.

Quizá el pequeño Bill tenía poderes, pensó él. ¿Cómo así pudo saber que Candy lo besó o él besó a Candy? Bueno, el orden no importaba, eso había estado muy mal.

La pequeña niña con gorrito de conejo se le acercó con su ceño fruncido.

—Señor, ¿puede apagar su cigarro? Mis pulmones se morirán. —Tom se incomodó, pero al ver los ojitos de la pequeña le sonrió amable y apagó su cigarro, levantándose de ahí para irse a otro lugar por un cigarro. Pero luego, algo cruzó en su mente. Se mordió el labio, una idea loca vino de pronto y se puso ansioso. ¿Debía quedarse cruzado de brazos mientras Bill se iría quién sabe a dónde? ¡No! Esa era su respuesta, no quería perderlo.

***

En sus sueños, otra vez estaba en aquella casa blanca, en la misma habitación de siempre con una ventana bonita que tenía cortinas que se movían por el viento gélido.

Sus labios estaban morados de frío, pero se levantó de ahí… su garganta no pronunció más un “¿Tom?” Y pudo ver cómo el cielo de sus sueños estaba de un color azul oscuro, uno que trasmitía un frío invernal.

No quiso salir de ahí, se quedó mirando la ventana esperando a que el despertador sonara. En silencio permaneció mirando las estrellas fugaces que su mente creaba para distraerlo en aquel cielo azul oscuro de su inconciente. Comenzó a contarlas.

—Una estrella… como mi tatuaje —sus labios temblaron—. Dos… como las parejas…

Pero luego, la ventana fue tapada por una sombra, la silueta de la mujer gato. Él se sobresaltó.

—No quiero hablar contigo… —se puso en pie—. Anda, di todo lo que quieras, búrlate de mí, pero no diré nada.

—Hola Minino… —Ella entró a la habitación y luego apareció otro ser en la ventana. El corazón de Bill se agitó, era uno como él… era otro minino, aunque un poco mayor, vestía todo de negro como Misha, de ojos celestes y muy apuesto—. Él es Jared, saluda Jared —el otro minino maulló y la cola de Bill se erizó.

—No… ¡No! No quiero hablar con nadie… no más de ustedes…

—Espera —habló Jared—. ¿Por qué huyes de nosotros?

“piiiiiiiip” “piiiiiiip”

—¡Maldita alarma! —gritó Misha. Bill rió ante ello sabiendo que despertaría.

Bill despertó agitado en la oscuridad de su habitación, sobre su cama sin cobertores, todo estaba ya en maletas. No quiso pensar en lo que vio en su sueño. Misha tenía razón, no era el único, habían más como él en algún lado.

Se sentó ahí, arreglando sus cabellos, le gustaba acicalarse y como podía ver en la oscuridad, empezó a arreglarse el cabello revoltoso que tenía.

Su gran ventana daba hacía los demás edificios de la ciudad, y curiosamente el cielo estaba estrellado. Una lucecita alumbró fugazmente. Una estrella, Bill pudo sonreír ante ello.

Luego escuchó unos sonidos extraños, como jadeos… la voz de Tom y su forma de respirar le llamaron la atención. Pero sentado en su cama, no saldría de ahí. ¿Qué pasaba?

Afuera, Tom había salido por su ventana, y trataba de mantener el equilibrio en un pequeño peldaño, iría hacía la ventana de la habitación de Bill. Debía sostenerse de la misma pared. Miró hacia abajo, a seis pisos del suelo, si caía moriría, pero ¿acaso no estaba muerto en vida sin Bill? Debía intentarlo.

Bill se quedó quieto, escuchando esa respiración agitada, como de susto y algunos “maldición, no puedo” o “Jodido Spiderman, ¿cómo puede hacer esto?” y Luego vio una mano posarse en su ventana. Su corazón se aceleró, era Tom, podía escucharlo.

Pero no fue a su encuentro, se hizo una bolita ahí sentado mirando la ventana. Ahora había dos manos ahí, y luego una cabeza se asomó, una cabeza con dos orejas de conejo…

—¡Ahh! —Bill gritó del susto y se tapó la boca permaneciendo ahí, en su cama.

Tom sentía que moría o algo así, sus manos temblaban, pero intentaría subir. Así lo hizo, con un último impulso prácticamente cayó adentró tropezándose con tantas cosas en el suelo.

De rodillas, tomaba bocanadas de aire, aliviado de estar vivo y en el cuarto de Bill. A oscuras, no podía ver nada, solo sombras de las cosas que ahí había… por desgracia, eran muchas maletas y cajas. Suspiró resignado poniéndose en pie. No podía ver a Bill, y estaba dudoso de si estaría ahí o no.

—Minino… —llamó en un susurro.

Bill permanecía con sus manos en su boca, sintiendo cómo su corazón latía tanto que pensaba que Tom podría oírlo. Por otra parte, no podía evitar sentirse emocionado por verlo en su habitación, buscándolo con la mirada y… y esas dos orejas blancas de conejo que tenía puesto sobre su trenzas. Y cuando se dio la vuelta buscándolo, había una cola en forma de bolita pegada en su chaqueta.

—Jijiji… —él no pudo evitar reír, Tom saltó de la sorpresa, mirando hacia la cama, dos hermosos ojos brillaban como un gato y él sonrió ante eso.

—Bill… —Tenía planeado decirle tantas cosas, pero en ese momento, se puso nervioso y solo se quedó ahí agitado, intentando controlar sus ganas de acercarse y así echarlo todo a perder, él no quería eso.

Luego de un tiempo en silencio, Bill trató de relajarse, no quería echarlo de su habitación, pero tampoco quería hablar con él. Entonces Tom se le acercó y buscando aprobación en sus ojos brillantes, se sentó a su lado. La oscuridad le molestaba, pero sabía que Bill podía verlo.

—Sabes Bill, una vez me dijiste… —tragó saliva de lo nervioso que estaba— Cuando te dije que te quería y si querías estar conmigo, recuerdo que me dijiste que querías ser como yo. No sé por qué me pediste eso si soy tan mierda… a veces pienso y pienso, cómo alguien como yo puede atraer a una criatura tan especial como tú. Es algo que simplemente no sé. —Bill pestañeaba en la oscuridad, mirando la ventana y sintiendo a Tom a su lado, no quería verlo o sabría que cedería ante sus encantos, aún lo quería—. Pero ahora, yo quisiera ser como tú…

—Si supieras. —Suspiró—. Uno de estos días Tom, más temprano que tarde, me dejarás, sea por una chica, o sea porque te cansaste de mí…

—¡No! Admito mi error Bill, sé que fui peor que un perro… aún ni sé cómo supiste lo que pasó en mi oficina, pero en serio estoy arrepentido.

—¿Cómo sé que me quieres solo a mí? Yo no hubiera sido capaz de besar a alguien que no seas tú. —Hubo un silencio, esta vez Tom pensaba en cómo explicarle su error. Simplemente no había una explicación, ni una forma de adornar lo que había hecho.

—Soy imperfecto… y si no puedes perdonarme, lo entenderé. —Bill lo miró a los ojos, y vio como Tom se quitaba las dos orejas que tenía sobre su cabeza, las guardó en uno de sus bolsillos. Se levantó de ahí y se dirigió hacia la ventana—. Dudo mucho poder olvidarte Bill, pero si es mejor que me vaya, me iré… —suspiró bastante apenado, Bill no se movía de su lugar.

Con las manos temblorosas, volvió a salir por la ventana esperando ansioso que Bill lo detenga, o que al menos le dijera algo, un adiós quizá, un… “eres un desagraciado” algo, pero no. Bill permaneció en total silencio.

Para ir a la habitación de Bill, Tom había tenido una energía especial, una emoción, una adrenalina única para hacer lo que había hecho. Pero ahora, al regresar, se sentía como un perro con la cola entre las piernas, totalmente desdichado.

Bajó con cuidado hacia un peldaño que ahí había y luego avanzó con paso lento por toda la pared hasta llegar a la ventana de su sala, y ahí se impulsó para entrar. Se sentía cansado y sobre todo, totalmente desilusionado.

Fue a darse un baño y no pudo evitar llorar de rabia ante el recuerdo de la relación vivida… para él, su mejor novio, había sido el Minino, aunque no hayan cruzado la línea, ni pasado a segunda base como le llaman. Él consideraría lo mejor a Bill.

Pensaba en su mente no darse por vencido, pero no obligaría a Bill a quererlo, ni a perdonarlo. Como nunca antes en su vida se lamentaba haber cometido ese grave error.

Salió de la ducha y abrió un pequeño botiquín que ahí tenía, sacó unas pastillas para dormir, se las llevó a la habitación, tomaría algunas de ellas para así no despertar al día siguiente y no tener que ir al trabajo, debía ser cuidadoso en la dosis… pero quería adormecerse por un tiempo.

Al entrar a su habitación, las pastillas que llevaba en la mano, cayeron al piso ante la atenta mirada de Bill sentado en su cama.

—Bill… —éste se puso rojo de la vergüenza al ver su cuerpo semi desnudo, Tom solo tenía una pequeña toalla que le rodeaba la cintura. No era la primera vez que pasaba eso—. Oh, lo siento, lo siento. —Fue hacia su armario y tomó una bata la cual se la puso rápido.

—Lamento entrar así… —habló Bill dándole la espalda para permitir que Tom se cambiara.

—Ya puedes voltear. Gracias por venir, no sé qué decirte, no quiero causarte daño, no más de lo que ya te he hecho. —Las orejas de Bill decayeron y su colita se enrolló alrededor de su cintura.

—Solo quería saber… por qué, ¿por qué lo hiciste? —Tom suspiró, ¿qué decirle?—. ¿No beso bien?

—No es eso, no tiene nada que ver contigo, fue un error.

—Pero, ¿por qué un error? ¿Por qué lo cometiste? Eso no es una equivocación. —Bill lucía serio y Tom parado cerca de él buscaba palabras para explicarle.

—Ella… —no le echaría culpa a ella, ¿o sí?—. Bueno, caí en la tentación, lamentablemente, me dejé llevar por el momento, me sentí necesitado y ella se ofreció… pero sé que estuvo mal, admito mi culpa. —Vio cómo Bill lo miraba atento, Tom agachó la cabeza un poco resignado—. Espero y… nunca tomes este mal ejemplo que soy.

—Errar es humano… —dijo en un susurro, aunque ese no era su sentir. Tom asintió.

—Y arrepentirse también, pedir perdón e intentar no volverlo a hacer.

Bill se le acercó y lo abrazó. Tom se quedó quieto ante eso, no sabía donde poner sus manos, así que le rodeó la cintura con algo de temor.

—Perdóname —susurró y Bill asintió, aunque dolido, pero quería que Tom regresara a él. El amor no había menguado en nada. En este caso, su corazón pudo más que su mente que le decía que no debía acercársele siquiera.

—Mañana me voy, nos mudaremos a Teltow. —Tom asintió, incapaz de hacerle quedar—. Pero hoy, bésame hasta que salga el sol…

Tom le sonrió y aunque el deseo corría por todo su cuerpo, él iría lento. Bill le pidió que apagara todas las luces, Tom lo hizo sin rechistar. Y luego Bill entre risas nerviosas le pidió que se pusiera esas orejas de conejo que Tom tenía puestas cuando entró a su habitación.

—No Bill —reía el en la oscuridad.

—Por favor… —Sus ojos brillaban intensamente. Tom buscó las orejitas y se las puso, Bill reía nervioso—. Te quedan genial… no creí que alguna vez harías algo así, ¿por qué lo hiciste?

—Pues, quería ser como tú —le sonrió en la oscuridad—. No había orejas de gatito en la tienda, solo esto.

—Falta la colita —reía nervioso.

—No me la pondré… —Bill le sonrió y Tom lo tomó de la cintura para luego recostarlo en la cama.

Todo estaba oscuro, pero por la ventana, la luz de la calle entraba alumbrando un poco aquella habitación. Bill podía escuchar sus propios latidos tan fuertes y los de Tom también. Las manos de Tom pasaban por encima de su polera, hasta llegar al borde de ésta y deslizarla hacia arriba. Bill mantenía los ojos cerrados y sus jadeos se escuchaban en toda la habitación. No sabía qué podía pasar, pero le permitía a Tom tocarlo. Su polera terminó en el suelo, y luego Tom abrió sus pantalones y los deslizó por sus largas piernas. Bill no decía nada, veía el rostro de Tom emocionado y muy ansioso.

—Bill… —dijo para besarle el cuello.

Y afuera comenzó a llover, los rayos y relámpagos, alumbraban la habitación de rato en rato. Bill jadeó en cuando Tom comenzaba a lamerle el cuello, acariciándole en vientre con cuidado. El minino alzó sus manos y dieron con los hombros de Tom, aún con la bata puesta. La jaló un poco y Tom entendió. Se la quitó quedando prácticamente desnudo. Bill se agitó al poderlo ver, aunque Tom no podía verlo, salvo cuando el cielo alumbrada, su blanca piel sobre la cama y sus ojos acuosos.

Los labios de Tom dieron en su pecho, empezó a lamerle y Bill gimió ante eso, abriendo la boca, tomando bocanadas de aire, comenzó a moverse y agitarse sobre la cama. Sus manos fueron hacia la cabeza de Tom, acariciando sus trenzas y las orejitas de conejo. Le arañó un poco en cuanto sintió que le besaba más abajo del ombligo, haciendo un poco de presión.

—Ahh… Tom… —Parecía un quejido.

—¿Me detengo? —preguntó jadeante en cuanto estuvo entre sus piernas abiertas, su colita se movía mucho y le acarició una mejilla con ésta.

—Estás… estás aplastando mi colita. —Se arqueó un poco, levantando a Tom de sobre él.

—¡Lo lamento! —casi gritó. Tomó a Bill de la cintura, alzándolo un poco.

Casi por instinto, Bill se dio la vuelta poniéndose boca abajo, moviendo la cola que tenía, acariciando las mejillas calientes de Tom. Éste jadeó sintiendo su erección crecer en una ante ello… se acercó a Bill para besarle la nuca, la espalda, quería besarle todo.

Bill mantenía sus manos sobre las sábanas, de rato en rato las movía cuando sentía una corriente de placer, estrujaba las blancas sábanas y las removía de su lugar, gimiendo cada vez más. Su espalda, era su punto débil, y ahora Tom le besaba y lamía ahí. Poco a poco su sangre se dirigía a un solo lugar… su entrepierna se erguía dentro de sus blancos bóxers ajustados. Él sabía por teoría que eso ocurría cuando el hombre tenía que penetrar a la mujer para tener relaciones sexuales, pero él no pensaba en penetrar mucho menos a Tom que era un chico… ni tenía idea de por dónde sería semejante acto; comenzó a sentirse extraño, ansioso y algo temeroso.

Parpadeaba en la oscuridad, y una mano de Tom tomó su cintura, dirigiéndose hacia sus bóxers blancos, deslizándolos hasta sus rodillas.

—¡Tomi! —Jadeó apoyándose sobre sus codos, estando alerta.

—No te haré daño, lo juro, ¿confías en mí? —Bill hiperventilado, tragó saliva, y se dejó. Volvió a apoyar su cabeza sobre la almohada.

—Estoy… —se mordió el labio, ¿cómo decirlo?—. Algo pasa con mi cuerpo… —Tom estaba besando su espalda y se detuvo.

—¿Me detengo? —Bill lo pensó. Se mordió el labio y sintió una caricia de Tom en su costado, luego por su espalda y más abajo a una de sus nalgas, se sobresaltó—. Puedo parar…

—No… —Cerró sus ojos y gimió alto al sentir que Tom tomaba sus caderas, alzándole un poco—. Ahh… —Y Casimir fue con él, subiendo a la cama mirándolo a los ojos—. Grr… —Bill gruñó algo celoso, no quería otro gato en la cama.

—Casimir, sal de aquí —habló Tom empujando al gato fuera de la cama. Casimir se quedó sentando en el piso, pero Bill achinó los ojos mirándolo desde ahí arriba, abrió la boca mostrándole sus colmillos. Casimir bajó las orejas entendiendo el mensaje, Bill era de Tom, y él solo era la pequeña mascota. Salió de ahí caminando de puntitas casi presintiendo lo que ahí pudiera pasar.

—Voy a besarte todo…

La tormenta se intensificó tanto como el calor de su cuerpo. No quería que sea mañana… no quería irse lejos de Tom. Pero tenía.

7 comentarios:

  1. OOOOOOOOOOOOOOH! O.O :3 Excitación en aumento en 3... 2... 1 aaawwww

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  2. WOOOOOOOOOOOOOOOW! Ö_Ö Billy,me da gracia su inocencia.
    Muy lindo el cap. me imagino a Tom con las orejas y cola de conejo :3 XDD

    Aw, que no se valla el minino :C.
    Ya quiero ver que pasara en el siguiente capitulo *0*

    Cuidate! que estés bien, besos

    Atte: Alejandra

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    1. hallo <3
      jajaja Tom tierno por ese detalle y pronto se verá algo mas de Bill y los demas...
      besos <3

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  3. aaaaaaaaaaa no que pasara!!!! quiero el otro waaaaa no podre dormir !!

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  4. O: el dibujo que te di ><
    waa ya quiero que llegues hasta el capitulo en que me quede :C

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