martes, 25 de diciembre de 2012

Una Navidad particular

Hola a todos, hoy 25 de diciembre quiero desearles una Feliz Navidad y que la pasen en unidad con sus seres queridos. Un abrazo grande. Este oneshot lo escribí hace un año atrás para un concurso organizado en thf.es.
Resumen: 
Bill mantiene una relación con un perfecto extraño, la verdad está por revelarse en Navidad.


Autora: Pink Girl
Clasificación:  +16
Advertencias: Incesto no relacionado, lime.
Género: Romántico, Universo Alterno, Drama, misterio.
Pareja principal: Bill - Tom.
Capítulo único.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece, solo la trama.


Bill volvía a la casa manejando con muchas compras en su auto. Era tiempo de armar el árbol navideño e ir ambientando la casa para tan especial celebración.

Estaba algo ansioso pues el señor Alfred no le llamaba con ninguna noticia de la investigación que realizaba allá en Rusia y eso le tenía preocupado.

Llegó a la casa e inmediatamente entró con varias bolsas en las manos. Dejó las llaves y todo lo que tenía en el sofá de su sala y luego algo brincó en su vientre y es que aquella casa no estaba sola… Alguien ya vivía ahí hace dos meses y por desgracia era alguien de quien no sabía nada. Ni siquiera su verdadero nombre.

Le había conocido en su jardín trasero mientras alimentaba a algunos animalitos que iban ahí producto del frío y de la escasez del invierno. Bill solía alimentarles con sobras de panes cuando un día un hombre apareció parado ahí de la nada.

Tenía una espesa barba y lucía bastante demacrado y sucio. Bill se había asustado e incluso había llamado a la policía, ¿cómo así había cruzado la cerca de su jardín? No lo sabía, pero había estado ahí. En cuanto llamaba a la policía el hombre escapaba.

Aquel episodio había pasado tantas veces que Bill un día decidió atraerlo poniendo un pastel en la ventana de su cocina, dejándola abierta no importando que el frío entrase. Pasó casi dos horas y el hombre había aparecido en su jardín y sigiloso se acercó a la ventana para tomar el pastel. Fue cuando Bill le tomó una foto por primera vez y el hombre huyó rápido.

La curiosidad de Bill aumentaba cada vez más y aunque no se lo había dicho a nadie, él continuó poniendo el pastel en la ventana todos los días para así verlo, hasta que un día decidió poner el pastel dentro de la cocina y dejar la ventana abierta hacia el jardín. Sabía que era una locura total, pero estaba prevenido e incluso había conseguido un arma.

El hombre no tardó en aparecer y entrar en su cocina, Bill se ocultó detrás del mueble de la alacena que estaba en el centro de la cocina y poco a poco se asomó con una sonrisa en los labios y luego dijo un “hola”. El hombre misterioso solo le miró sin decir nada, pero no huyó… aquel primer contacto significó mucho para ellos dos.

Y luego de repetirlo muchas veces, Bill terminó contándole su vida a un perfecto desconocido y no recibiendo ninguna respuesta a cambio. El desconocido parecía no entenderle, ni nada parecido… Eso era extraño.

Una tarde, aquel hombre entró por la ventana y Bill le hizo una seña para que pasara más a adentro, a su sala; el hombre observaba el rostro de Bill, su sonrisa indicaba algo positivo, así que él también sonreía. Bill le preguntaba mucho sobre quién era, pero no hallaba ninguna respuesta verbal, así que lo sentó en el sofá con una laptop en una mesita de centro, y usándola probó escribiendo por sí él era realmente sordo a lo que el hombre tocó las letras del teclado y escribió un nombre: “Tom”.

Luego de ese día, el hombre ya no era más un extraño. Era Tom dentro de la casa de Bill y una tarde, mientras Bill horneaba galletas junto a él, ocurrió lo que él temía… Tom se le acercó y puso un poco de harina en la punta de su nariz, Bill se quejó bromeando, le hablaba como si el otro en realidad entendiese todo lo que le decía, pero Tom simplemente no pudo evitar callarle con un beso, uno que fue dado con algo de temor, pero Bill no pudo resistirse a complacerlo. Era tan extraño y muy rápido, pero ambos estaban metidos en ello y no había marcha atrás.

Mantenía una relación con alguien del cual solo sabía su nombre, si es que ese era su nombre realmente, no estaba seguro.

Ese día regresó a casa con compras navideñas. Tom ya había estado viviendo en su casa desde el primer beso, y eso fue hace casi dos semanas…

Bill tenía una carrera musical en un grupo que recién empezaba, se llamaba Tokio Hotel y él era el cantante en un grupo de tres. Aún eran poco conocidos pero su carrera musical le daba los suficientes ingresos para no pensar en trabajar de otra cosa con sus apenas dieciocho años. Así que tenía responsabilidades durante la mayor parte del día, pero había confiado su casa a Tom.

—Tom… —llamó desde la sala, pero él no bajó.

Dormía en un cuarto aparte, aún no compartían la habitación principal, era muy pronto y Bill no quería aquello. Apenas y dudaba que fuera su novio, pero lo era. Tom se lo había pedido de una manera inusual cuando cenaron juntos una noche y él le dio un anillo que le pertenecía a Bill y había hablado casi por primera vez, con un acento extraño le dijo que le quería y eso fue todo, Bill le aceptó.

—¡Ya llegué! —anunció y Tom apareció bajando por las escaleras muy bien afeitado y su cabello de rastas se lo había cortado un poco, no más de esas estrepitosas rastas que le quedaban hasta la cintura de lo largas que éstas eran.

—¡Te quitaste la barba! —Exclamó asombrado y señalando su barbilla— Y las rastas… te las cortaste un poco. —Sonrió y Tom solo asintió entendiendo lo que le decía —.Te extrañé y mucho. —Se le acercó en busca de que abriera sus brazos y así lo hizo, Tom los abrió y Bill fue entre ellos—. Te extrañé, ¿entiendes eso? Dime que sí… —suspiraba en su cuello y Tom no dijo nada, solo tomó su rostro para darle un beso, uno suave y dulce en sus labios. Y eso le gustaba mucho a Bill quien prefirió cerrar sus ojos y rodearle el cuello.

Era su novio aunque la relación que mantenían era muy extraña incluso para ellos dos. Tom por momentos parecía querer decirle algo, comunicarse, pero fracasaba en el momento. Prefería observar a Bill y percatarse si estaba cómodo o no.

Se separaron por aire y Bill le jaló de la mano hacia el sofá de la sala y le mostró las bolsas que tenía.

—Pronto será navidad —comentó mientras abría una de las bolsas de papel que contenían adornos navideños que brillaban en dorado con listones rojos, eran unas bolas para el árbol—. ¿Sabes, Tom? Cuando era pequeño solía ir con mi padre a buscar el árbol perfecto para cortarlo y ponerlo en la sala, era algo especial, pero ahora simplemente mandé a traer uno, debe estar por llegar en cualquier momento, ¿me ayudas? —le miró con una pequeña sonrisa a lo que Tom asintió tomando una bolsa y sacando de ahí lo que eran las botas de tela para ponerlas cerca de la chimenea, había una bota con su nombre—. Esa es tuya, la mandé a hacer con tu nombre. —Tom le miraba extrañado y solo la tomó con posesión a lo que Bill prosiguió en sacar los adornos de las bolsas.

Una llamada a su celular le alertó y se dispuso a contestar, era Alfred, su investigador.

—Aló, Bill.

—Señor Alfred, qué bueno que llama, ¿tiene noticias? —un silencio le alertó.

—Sí, tengo noticias, he encontrado su pasado, y no es ruso, es polaco… ehem… Debo verte en persona, por teléfono no es conveniente hablar… —Bill se quedó consternado, Alfred había encontrado indicios de Tom allá en el extranjero, no lo podía creer, lo había creído casi imposible al principio de la investigación.

—Espere… Dígame si tiene familia.

—Bueno, sí. Bill, debo colgarte, esto no está bien, estaré viajando hoy mismo, debo llegar por la madrugada allá, entonces mañana búscame en el hotel —colgó el teléfono y Bill se quedó en silencio, volteó a ver a Tom, éste le miraba extrañado.

—Alfred encontró algo tuyo, eres polaco, Tom… —el de rastas ladeó la cabeza y frunció el ceño—. Me entiendes, ¿verdad? Asiente si me entiendes —Bill miraba fijamente a Tom, pero éste bajó la cabeza no queriendo expresar nada.

Bill se sentó en el sofá. Estaba curioso pero a la vez temeroso. Tom lucía desconfiado e intimidado, Bill no quería asustarle o algo parecido.

—Cariño, saber de tus orígenes nos ayudará a los dos, ya no me mires así —le dijo Bill con suave voz—. Debo aprender polaco así me entenderás… ¡Tengo una idea! —se levantó y fue a buscar su laptop poniéndola en la mesita del centro de la sala, Tom aún no se sentaba en el sofá, permanecía en alerta cerca de Bill quien abrió el aparato y comenzó a buscar algo—. «Hola, Tom» —habló por medio de la computadora en polaco, le miró con una sonrisa, pero Tom parecía serio y hasta ofendido— ¿Entendiste eso?

—No quiero. —habló Tom con un tono extraño y en alemán, Bill trató de entenderlo y se puso serio.

—Está bien, no usaré esta cosa, creo que me entiendes Tom, solo que quizá no hables por alguna razón —se entristeció tratando de no sentirse confundido—. Quiero que estés bien —cerró la laptop y miró a Tom—. Quisiera saber si me entiendes, por favor dímelo… —Tom miró a todos lados evitando sus pupilas avellanas— Es por Alfred, ¿verdad? No quieres que averigüe tu vida sin tu consentimiento… —Tom le miró fijamente— ¿Es eso? —Y Tom asintió con la cabeza.

Se comunicaron y Bill le entendió. De todas maneras estaba curioso por saber quién era realmente Tom… el amor de su vida.

Tom se sentó a su lado con algo de temor, pero Bill le abrazó dándole confianza para luego besarle en los labios.

—No me importa tu pasado… Te quiero Tom, y no te dejaré.  

***

Ya por la noche, el árbol de navidad había llegado y los adornos eran puestos con delicadeza en el pino nuevo. Incluso había regalos los cuales pusieron debajo del árbol, Tom puso una cajita pequeña que decía «Bill».

—Ya quiero que sea navidad y abrir todo esto —le dijo Bill con una sonrisa, Tom le miró serio—. Es tarde y mañana deberé ir al estudio, las grabaciones del nuevo disco aún no han acabado, creo que no tendré navidad —rió un poco y Tom intentó reír aunque precisamente sentía más incomodidad en su ser por alguna extraña razón—. Me gusta cuando ríes, suena tan real. Creo que debemos descansar —Tom asintió y Bill le tomó de la mano a lo que Tom se relajó.

Subiendo la escalera los dos juntos, casi jugando a empujarse, Bill llegó a su habitación para despedirse de Tom y darle las buenas noches.

—Hasta mañana, Tom… —le dio un pequeño beso y Tom sonrió en sus labios.

—Hasta mañana —le contestó. Bill se quedó mirándole de cerca, aquello había sonado claro.

—Di mi nombre, dilo —puso las manos en su pecho y Tom suspiró.

—Bill… —dijo con grave voz, Bill rió emocionado, Tom estaba entendiéndole.

—Entra conmigo a mi habitación —pidió sintiéndose atrevido, Tom pestañeó seguido y empujó a Bill con su cuerpo hacia la puerta semi abierta—. Me entiendes, Tom, tú me entiendes, entiendes todo lo que digo ahora —Tom apenas le sonrió y le envolvió en sus brazos.

Bill se sintió algo confundido, no sabía cuánto estaba arriesgándose, si hacía bien o no… y en parte temía por lo que Alfred le diría al día siguiente.

¿Y si Tom no era el chico que Bill creía? Y es que Bill no creía nada realmente puesto que la existencia de Tom era un total misterio, cómo saberlo…

Las manos ásperas de Tom se metieron por debajo de su camiseta, causando que Bill jadeara sin poder evitarlo y abriera un poco la boca.

—Tom, espera… —se mordió el labio y apoyó la frente en su hombro, suspiró hondamente y sonrió tímido. Tom tomó su rostro y le miró de cerca, suspirando y armándose de valor, quiso dejar atrás el temor—. Bésame, Tom —y al decir eso, se dejó llevar en esas sensaciones confortantes que el hombre que amaba le daba.

Sus piernas retrocedieron un poco cuando Tom empujó un poco más hacia adentro de la habitación. Sus manos subieron por su ancha espalda y se aferraron a su cuello—. Dime que no cometemos un error, dímelo —le pidió en un susurro y Tom solo le sonrió cerca de sus labios, aunque Bill quería que le hablara, quería alguna comunicación verbal, algo, Tom sólo tomó sus manos, para pasar sus yemas por ellas y besarlas dulcemente haciendo que Bill suspira—. ¿No me dirás nada?

—Bill —pronunció su nombre con grave voz y ante eso Bill sonrió ampliamente, no era la respuesta que buscaba, pero Tom había dicho su nombre y eso importaba ya que en sí no pronunciaba palabras.

Su cuerpo cayó suavemente sobre la cama fría y luego cerró los ojos dejándose besar en todas partes. Sus manos comenzaron a temblar y Tom cada vez era más intenso.

Bill se irguió un poco solo para apagar la luz de la lámpara y dejar total oscuridad, no quería que Tom le viera y le entendió. Para Tom todo era una experiencia mágica de la cual no quería salir.

Para él haber encontrado a Bill significaba haber nacido de nuevo, encontrar una vida, un nuevo comienzo, un nuevo amanecer. Una persona que le dio una oportunidad sin siquiera saber quién era él realmente, ¿cómo no querer a Bill? Él sentía que le amaba, y podría atreverse que sería desde que le preparó un pastel y lo puso en la ventana.

Con cariño y algo de temor, le desnudó y sus manos le tocaron con devoción, Bill se entregó confiando en que Tom le llevase al mismo cielo en esa experiencia única entre los dos. Se concentraron el uno en el otro y luego de minutos Tom estaba sobre Bill haciéndole el amor, todo parecía perfecto, una sensación de éxtasis se apoderó de los dos los cuales gimieron y se fusionaron como pudieron. Y al terminar, Tom le besó y acarició mientras Bill trataba de regresar a la realidad. Se metió bajo las mantas seguido de Tom y sus labios buscaron los del otro encontrando paz.

—Me gustó mucho —le confesó Bill y luego soltó una risita—. Me gustó que esto pasara hoy… ¿te gustó? —tenía esperanza de escucharle, pero Tom le besó dándole así la respuesta.

El sueño les venció a ambos y solo se juntaron más y en el calor de sus cuerpos se durmieron.

A la mañana siguiente, había nevado afuera… Bill abrió los ojos en la luz del día encontrando a Tom observándole con una sonrisa.

—Tom, hola —sus labios fueron besados.

Y así aquel día empezaba, un día diferente a los demás. Bill se sentó y aunque sus mejillas estaban coloreadas de rojo, no se inmutó en mostrarse a Tom el cual yacía aún desnudo.

—Precioso —le dijo Tom en alemán a lo que Bill solo se le quedó mirando con asombro y yendo junto con él le besó.
 
***

Alfred volvió a llamar a Bill cuando éste, después de bañarse, preparaba el desayuno mientras Tom tomaba una ducha.

—Claro que deseo verle, sí… dentro de dos horas, ¿le parece?

—Me parece bien, te espero en mi hotel entonces, hablamos muchacho —y colgó el teléfono.

Las manos de Bill estaban heladas, él quería mucho a Tom, y ahora más que nunca, se sentía ligado a él, un nuevo y poderoso lazo los unía a pesar de las múltiples limitaciones, habían podido vencerlas simplemente en base al amor.

Esa mañana ambos desayunaron viéndose diferente, siendo cómplices de algo nuevo y especial, pero en el fondo Bill estaba algo asustado por lo que el señor Alfred le fuese a decir.

—Quiero saber todo de ti, Tom, eres especial e importante… Sabes que estoy yendo a verme con el señor Alfred —Tom le miró con incertidumbre en ese instante—. No me mires así, él sabe algo que quiero saber… Pero si tienes algo qué decirme, hazlo por favor. —Tom permaneció mirándole y sintió temor—. Nada cambiará entre nosotros, lo juro —extendió su mano y tomó la de Tom la cual estaba fría como la suya.
 

***

Subiendo el ascensor del hotel, solo podía repetirse una y mil veces que nada le separaría de aquel amor al cual sentía verdadero y la puerta se abrió para dar pase a una habitación, un hombre algo canoso yacía sentado en un sofá de cuero y se levantó al verle.

—Señor Alfred.

—Joven Bill, es un gusto, es más, acabo de encontrar un CD de su banda —Bill le sonrió amable y Alfred lo sacó de su maletín—. Si me concede un autógrafo… —Bill puso una mano en el pecho de emoción y sonrió.

—Es un placer.

Luego de aquello, el vientre de Bill dolió en cuanto aquel hombre abría su laptop para mostrarle su minuciosa investigación por la cual había pagado una gran parte de sus ahorros. Le había contactado después de indagar en la ropa de Tom y encontrar un boleto escrito en ruso.

—Sé que estás ansioso por saber de ese sujeto al cual conociste misteriosamente, ha sido para mí un reto encontrar de él algo a base de solo un boleto escrito en ruso. Él no es ruso, es polaco y tiene familia… —Bill se imaginó una esposa e hijos esperando por Tom allá en ese país tan frío.

—Explíqueme…

—Cómo no. Encontré su identificación en la estación de tren en Rusia y luego fui a Polonia a comprobarlo, lo que hallé fue esto —girando un poco su laptop, dio play a un video.

Una casa pequeña, una señora y dos niños… Bill se llevó una mano al pecho, su corazón latía acelerado, aunque vio aquella mujer era ya de bastante edad. Aquella familia hablaba en polaco y el señor Alfred ayudó con la traducción pues él dominaba muchos idiomas por ser un investigador internacional.

—La mujer se llama Marie, tiene dos hijos pequeños que son de ella y su reciente esposo el cual la dejó. Vivía con su hijo Tom hace dos años, está contando aquel incidente misterioso de su desaparición, dice que una noche, en plena navidad, su casa se incendió producto de una explosión en la cocina y que lamentablemente el padre de Tom falleció esa misma noche, cuenta que Tom vio aquello y que salió de la casa y nunca más nadie lo vio regresar…

—¡Dios, no puede ser! —se tapó la boca asombrado de lo que le decía.

—Sí, y que ella había puesto la denuncia del fatídico hecho buscando a su hijo por cielo tierra y mar, y luego de cuatro meses, un cuerpo fue hallado en estado de descomposición en un bosque el cual le dijeron que era de Tom, Marie enterró al que pensó que era su hijo mayor. Misteriosamente, a causa de ese choque emocional, el menor de sus hijos, el que tiene siete años dejó de hablar, su hogar entristeció —Bill tenía los ojos aguados de lágrimas al imaginarse todo aquello. El pasado de Tom y por qué quizá era quien era—. Mi teoría es que Tom caminó y cruzó la frontera perdiendo el sentido y el juicio… Necesita un tratamiento.

—Lo sé, varias veces se lo he dicho y sé que me entiende, ya el idioma no es una barrera sino es él mismo quien no quiere porque siente temor, es eso lo que percibo y estoy casi seguro.

—Puedo entenderlo y es que lo que pasó fue bastante fuerte y en plena navidad —Bill dio un brinco en su asiento, Tom había estado incómodo ayer con él… Y es que adornaron la casa para aquella celebración importante que sería al día siguiente, su madre Simone estaría presente e iba a ver si Gustav y Georg se apuntaban a pasar la noche buena junto con él y de paso presentarles a Tom.

—Señor Alfred, gracias por la información, ahora debo tratar esto con mucho cuidado, ¿le ha dicho a su madre que él está bien?

—Sí, se lo conté y están pensando venir, les di mi dirección aquí en el hotel, están viajando por tierra, ella y sus dos hijos. Es tu responsabilidad decirle esto a Tom.

—Qué complicado…

Y lo era. Esa información era de peso.
 

***

De regreso en casa, entró sigiloso y llamó al amor de su vida, el cual no contestó.

—¿Tom? —caminó presuroso hacia la habitación de arriba y no le halló, gritó su nombre en toda la casa, pero no hubo respuesta. Un vacío en su corazón le dolió. Tom se había ido.

Sentado en el sofá, secaba sus lágrimas de desesperación… no podía creer aquello, y luego de lamentarse tanto, optó por salir.

Detrás de su casa había un camino hacia un pequeño bosque el cual estaba ya cubierto de nieve. Sus pies se hundían y dificultaban su caminar, pero siguió hasta adentrarse en parte de él.

—¡Tom! —gritó desesperado— ¡Regresa! —No quería rendirse, no era justo que le dejara— Tom, por favor… —habló para sí mismo. Y de detrás de un árbol una sombra apareció, Bill se quedó quieto viéndole ahí.

Tom caminó hacia él en cuanto escuchó su llanto, Bill se aferró a su cuerpo con desesperación gritándole y reclamándole cual niño el por qué se había ido así no más. Tom solo le abrazó apretándolo en sus brazos.

—No lo vuelvas a hacer… Creí que no volverías, Tom… Me asusté mucho. —Comenzó a nevar y Bill alzó la vista para verle— Tenemos cosas de qué hablar… —Tom le miró directo a los ojos y abrió la boca queriendo hablar, pero solo suspiró— Sé que me entiendes, lo sé.

—No quiero perderte, no en navidad —habló después de mucho y Bill se aferró a él.

—¡No me perderás!, lo juro —Tom le acarició la espalda—. Dime si recuerdas quién eres y de dónde vienes, dímelo… ¿Recuerdas? —Tom asintió a lo que Bill se emocionó— No puedo creerlo, ¿siempre lo supiste? —Tom negó con la cabeza— ¿Cómo lo sabes ahora?

—El árbol.

—¿El árbol de navidad? —Tom asintió y Bill acarició su rostro con una mano— No quiero que nada malo pase, nada malo pasará, ¿recuerdas a tu familia? —Tom asintió con algo de tristeza en su rostro— ¿quisieras verlos? Están en camino… —Abrió los ojos algo consternado y luego asintió. Bill tomó su rostro con ambas manos y le besó largo.

Un círculo había cerrado y pudo sentir paz.


***

Noche buena y Tom no quería salir de la habitación, se había quedado sentado en la cama y había puesto sus músculos duros, estaba estático ahí mirando a un punto fijo y aquello logró asustar un poco a Bill pues no entendía qué podía estar pasando por la mente de Tom en esos momentos. Así que arrodillándose cerca de él le miró a los ojos buscando hacer contacto, esto tardó algo pues parecía que Tom estaba durmiendo con los ojos abiertos.

—Por favor, Tom… Tom, mi Tom —al cabo de minutos le vio—. Quiero saber qué pasa contigo… —Tom pestañeó seguido como regresando a la realidad y se movió perezosamente, sacudió la cabeza y abrió la boca— Tom, ¿qué pasa?

—Tengo miedo… —dijo despacio.

—Nada malo pasará, nada. Todo está seguro allá abajo, están por venir personas especiales para ti, tu familia, quieren verte… —Tom le miró y agachó la cabeza. Una enorme culpa combinada con tristeza le azotó en ese instante. Tantas cosas reprimidas en su ser, tantos recuerdos dolorosos e impactantes de su anterior vida le vinieron como un balde de agua fría haciendo que se encogiera en la cama y rompiendo en llanto desconsolado el cual asustó a Bill que fue con él a abrazarlo.

La fuerza del amor, las enormes ganas de que el otro esté bien, la entrega y dedicación hicieron que Tom no le rechazase en ese momento, se dejó abrazar y comenzó a hablar en polaco una serie de expresiones que Bill no entendía. Eran reclamos a la vida, hacia su padre fallecido, hacia el cruel destino que había permitido que su vida diese ese giro tan inesperado, fragmentando su mente en miles de pedazos y volviéndolo errante en el mundo, creyendo que estaba viviendo una pesadilla e incapaz de pronunciar palabra alguna.

Bill permaneció a su lado hasta que la última lágrima salió de sus ojos y pudo suspirar tembloroso y relajado. Estaban recostados frente a frente y Bill tenía una chalina roja en su cuello, se veía tan cálido y le infundía confort.

—Gracias —le dijo Tom en alemán—. Gracias por estar a mi lado aún sabiendo que… no soy nadie.

—Eres alguien para mí, no importa de dónde vengas, viniste para quedarte en mi corazón.

Las heridas eran sanadas de a pocos. Luego de permanecer así, en la habitación, la puerta sonó y Bill sabía que era Alfred quien traía a Marie y a los dos pequeños a cenar por navidad. Sabía que aquello era algo delicado para Tom, no sería tan fácil como se ve en la televisión.

—Debo abrir la puerta y sabes quiénes han venido a verte —Tom asintió—. ¿Deseas verlos?

—Sí, quiero —Bill le sonrió aliviado, eso no sería muy complicado.

Bajó a abrir la puerta y una señora con gorro rojo le miró ansiosa junto con dos niños pequeños de ocho y diez años los cuales le abrazaron aún sin conocerle. El señor Alfred estaba al lado de ellos y sonrío a Bill. La mujer comenzó a hablar en polaco a lo que el señor Alfred ayudó traduciendo. Todos pasaron y se sentaron en la sala. Detrás de aquella sala estaba una mesa con una suculenta cena navideña, aún Simone, madre de Bill, no llegaba.

—Dice que está muy emocionada de conocerle y saber todo lo que usted ha hecho por su hijo, dice que quiere verlo y saber si realmente es Tom.

—Dígale que él quiere verla y que pronto bajará por esa escalera…

Pasados algunos minutos, la mujer alzó la vista y le vio bajar. Su hijo lucía más alto y delgado de lo que antes era para ella. Sus hermanos menores corrieron hacia él y se le colgaron por las piernas diciéndole cosas en su idioma a lo que Tom rió emocionado abrazándoles. Bill no podía creer aquello, era la sangre… como dice el dicho, la sangre llama. La madre de Tom se puso en pie y él al verla se conmocionó, se abrazaron y lloraron. Bill se puso en pie para ir hacia el comedor y encender unas velas, quizá aquel fuego perturbe a Tom, pero habían hablado de ello en el cuarto, Tom estaba preparado para todo lo que acontecería en esa cena navideña. La casa se llenó de comentarios en un idioma inentendible, una familia se rencontraba después de tanto.

Bill le pidió al señor Alfred que les dijera para pasar a la mesa, que la cena navideña estaba puesta. Los presentes pasaron, Tom abrazaba a su madre suspirando de emoción y luego Simone llegó a casa encontrando prácticamente extraños. Bill se le acercó para explicarle todo a lo que Simone vio con buenos ojos.

Tom se acercó a Bill cuando éste entró a la cocina para sacar del horno un pavo horneado.

—Bill —éste le miró atento—, de todo corazón gracias… —y acercándosele le besó.

—No agradezcas, así debió de ser… Feliz navidad Tom.

—Ahora sé por qué es feliz.

Fue una cena especial, llena de emociones nuevas y de reencuentros. Bill le confesó a su mamá que tenía una relación con Tom y luego la señora Marie supo darse cuenta que entre ellos pasaba algo y no le pareció algo malo, apretó la mano de su hijo por debajo de la mesa y le susurró un “buena elección”. El señor Alfred traducía todo lo que podía aunque Tom ya sabía algo de alemán. Los dos pequeños no dejaban de mirar a su hermano mayor, lo habían extrañado e incluso el menor se animó a hablar después de tiempo a lo que la madre de Tom se emocionó, eso parecía ser un milagro…

Aquella noche de pequeños milagros se quedaría grabada por el resto de sus vidas.

Y es que navidad necesariamente tiene que ser tiempo de unión, en muchos sentidos.
 

Fin.

Espero les haya gustado, los quiero mucho *-* 

9 comentarios:

  1. aaaaaaaaaa llore!! que lindo como te inspiraste? eres genial!! no lo puedo creer .... navidad es una gran epoca!! la amo!! aaa mi nene y yo lo e mos leido mas de 5 veses ( me encanta que me lea)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hallo :3 no recuerdo bien cómo me inspiré, solo tuve la idea inicial de un desconocido en Navidad y eso fue suficiente para crear el resto.
      amo la navidad también. Saludos a los dos <3

      Eliminar
  2. Es una hermosa historia que en verdad muestra el espíritu navideño :D

    ResponderEliminar
  3. Pinky, como siempre.... Nunca dejas de sorprenderme (: Me emocioné mucho con ésto... ^^ Gracias por otro hermoso shot.
    Feliz Navidad Atrasadaa ! c; xD <3

    Besitos. <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hallo <3 gracias a ti por leerlo *-*!!!
      Besos y feliz Navidad atrasada también y próspero año nuevo
      muah <3

      Eliminar
  4. hallo <3
    *-* aww muchas gracias, la manera en cómo lo describes me hace pensar que logré mi objetivo. Quise dar ese mensaje :3
    muah, gracias por el bello comentario

    ResponderEliminar
  5. OMG Me encanto este Oneshot *O* Hermoso n.n Como todo lo que tu escribes!!!
    Bill y Tom son tan tiernos!!! Me puse sentimental en varias partes TwT Awwww en verdad me fascino!!!

    Sigue así linda <3
    Besos y saludos n.n

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hallo <3 uchas gracias, me alegra qque te haya gustado *-*!!!
      besos <3

      Eliminar